KOBIE (Serie Anejos). Bilbao Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia N.° 8, pp. 337 a 402, año 2004. ISSN 0214-7971 UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLITICO EN LA REGION CANTÁBRICA New Times: the Mesolithic in Cantabrian Spain Miguel A. Fano Martínez (''') RESUMEN El capítulo recoge una síntesis de la información disponible sobre el Mesolítico en la región cantábrica, es decir, sobre las sociedades que poblaron los espacios cantábricos entre el IX y el VI milenio a.C. Inicialmente se analiza la historia de la investigación sobre el período, con objeto de comprender el estado actual de nuestros conocimientos sobre aquellas sociedades. Con posterioridad se hace referencia a las principales secuencias arqueológicas que albergan ocupaciones del Mesolítico. Tras describir sumariamente el medio natural del Holoceno antiguo y evaluar el impacto de las transformaciones ambientales de esa etapa sobre el registro arqueológico, se analiza el patrón de poblamiento, la tecnología y la economía de los grupos mesolíticos. En el texto también tienen cabida otros aspectos sociales, entre los que destaca ahora el comportamiento de carácter funerario, al menos por lo que se refiere al notable incremento de evidencias de ese tipo. Palabras clave: Mesolítico, Región Cantábrica, Historiografía, Paleoambiente, Poblamiento, Tecnología, Subsistencia, contextos funerarios ABSTRACT This chapter summarises the available information about the Mesolithic in Cantabrian Spain, i.e. the societies that occupied the Cantabrian Region between the 9th and 6th Millenniums B.C. First the history of research on the period is analysed in order to understand the current state of our knowledge about these societies. Next, the main archaeological sequences holding Mesolithic occupations are explained. After briefly describing the environment in the early Holocene and assessing the impact of environmental changes during this period on the archaeological record, the population structure, technology and economy of the Mesolithic societies are analysed. Finally, references are made to other social aspects, especially funerary behaviour, particularly regarding the notable increase in the number of sites with this type of evidence. Key words: Mesolithic, Cantabrian Spain, Historiography, Palaeo-environment, Population, Technology, Subsistence, Funerary contexts (*) Universidad de Deusto 338 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ LABURPENA Kapituluan Kantauri aldeko eskualdeko Mesolitoari buruz dagoen informazioa, hau da, Kristo aurreko IX. eta VI. milurtekoen artean, Kantauri aldeko eremuetan bizi izan ziren gizarteen gainean dakiguna, laburbiltzen da. Hasteko, garai had buruzko ikerkuntzaren historia aztertzen da, egun gizarte haien gainean zer dakigun ulertzeko. Gero, Mesolitoko okupazioak lekutu ziren sekuentzia arkeologiko nagusiak hartzen dira hizpide. Lehen Holozeno ingurune naturala labur deskribatu eta garai hartako ingurumeneko transformazioek erregistro arkeologikoaren gainean izandako eragina ebaluatu ondoren, gizarte haien populatze eredua, teknologia eta ekonomia aztertzen dira. Testuan gizarteko beste alderdi batzuk ere sartzen dira, besteak beste, hiletalhilobi jokaera, halako aurkikuntzak izugarri gehitu diren aldetik behintzat. Gako-hitzak: Mesolitoa, Kantauri aldeko Eskualdea, Historiografia, Paleoinguru2iroa, Populatzea, Teknologia, Biz:iraupena, Hileta/hi.lobi aztarnategiak. 1. INTRODUCCIÓN Siempre es conveniente explicitar el sentido que otorgamos a las expresiones empleadas, máxime cuando un término se utiliza para designar un período de la Prehistoria, En nuestro caso la conveniencia se torna necesidad, dado que el término Mesolítico no se ha utilizado siempre con el mismo sentido desde que fuera acuñado por el arqueólogo irlandés H.M. Westropp en 1866 —véanse entre otros Zvelebil 1998; Kozlowski 2003; Milner y Woodman 2005. Hubo que esperar además a los años 30 del s. XX para que el empleo del término comenzara a generalizarse en el seno de algunas tradiciones académicas como la británica y la alemana. En otros contextos académicos, como el español o el francés, apenas se ha hecho uso de él hasta hace muy poco tiempo. La historia de la investigación sobre el período en el espacio que aquí nos ocupa aporta reveladores ejemplos de lo comentado. Valga como muestra el rechazo del término por parte de H. Obermaier en las . 1924, . sucesivas ediciones de El Hombre Fósil (1916, 1925), en las que el autor alemán se hizo eco del inicio de las investigaciones sobre el Mesolítico en el. Norte peninsular. Será en alguna publicación posterior así como en las anotaciones que el propio autor realizó en su ejemplar personal, interfoliado y corregido, de la edición de 1925 de El Hombre Fósil, cuando el prehistoriador alemán se muestre proclive a utilizar el término para referirse al período intermedio entre el Paleolítico y el Neolítico (Fano 2005). Por esos mismos años se acuñó el término Epipaleolítico, pero en este caso no para llenar el vacío dejado en el modelo evolucionista de las Tres Edades entre el Paleolítico y el Neolítico, sino para designar aquellos conjuntos arqueológicos que mostraban un alto grado de continuidad con respecto al final del Paleolítico superior. En general, ha sido este el término que ha gozado de mayor predicamento a la hora de designar a las sociedades postglaciares del Sur del continente europeo, precisamente por ser una expresión que refleja de un modo adecuado la continuidad industrial comúnmente observada en esta parte del continente en el tránsito Pleistoceno-Holoceno; valgan como ejemplos peninsulares el Aziliense cantábrico y el Epipaleolítico Microlaminar del ámbito mediterráneo (Aura et al. 1998). En cambio, en los espacios septentrionales del continente es el término Mesolítico el que se utiliza y apenas se ha planteado la discusión terminológica. Sin duda, en ello influye el hecho de que en algunas de esas regiones del Noroeste de Europa resulte imposible advertir esa continuidad industrial registrada en el Sur del continente, dada la falta de ocupaciones continuas durante el Tardiglacial (Bemabeu et al. 1993). Al igual que en otros ámbitos peninsulares, el empleo generalizado del término Mesolítico en la región cantábrica es reciente. De hecho, el término Epipaleolítico siguió empleándose en trabajos publicados en la década de los 90 para hacer referencia a los contextos postazilienses (véanse entre otros Bery aún hoy se sigue hacienganza 1990; Arias 1991) . do, aunque de modo netamente minoritario. En los últimos años hemos asistido al empleo sistemático en la región del término acuñado por Westropp, pero sin que se haya producido una discusión al respecto. De hecho, son contados los casos en los que se explicita, al menos mínimamente, el sentido con el que se emplea la expresión. Las claves parecen ser la definitiva ruptura con el registro superopaleolítico respecto a la tecnología, así como un nuevo modo de concebir la subsistencia (González Morales 1995a; Arias y Fano 2003). En su síntesis de los años noventa sobre el Mesolítico del valle del Ebro, también A. Cava (1994) entendió el período en clave de ruptura res- KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 339 pecto a lo que había significado el Paleolítico superior y atribuyó al Epipaleolítico aquellas situaciones culturales previas en las que se percibe una continuidad manifiesta respecto al final del Paleolítico superior. del Conde de la Vega del Sella en Asturias, al margen de los trabajos de J.M. de Barandiarán, T. de Aranzadi y E. de Eguren en Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia), sitio que comenzó a excavarse en 1918 . (Aranzadi et al. 1931). En nuestro caso, creemos que resulta operativo calificar como mesolíticas a aquellas sociedades que ocuparon los espacios cantábricos entre el IX° y el VI° milenio cal BC. La distancia con respecto al registro aziliense previo —claramente emparentado con los contextos del Magdaleniense final— es evidente, en particular si atendemos al peculiar registro asturiense. De partida empleamos el término Mesolítico con un sentido cronológico y lo aplicamos al conjunto de la región para referirnos a las sociedades postazilienses. A su vez, trataremos de entrever a lo largo del capítulo las claves de ese "nuevo tiempo" en la región y de la naturaleza de su "ruptura" respecto al tiempo anterior, a caballo entre la última glaciación y el Holoceno. Fue en El Penicial (Nueva, Llanes), cueva excavada por Vega del Sella en 1914, donde comenzó el estudio sistemático del período que aquí nos ocupa (Fig. 1). Durante la excavación el Conde localizó un único nivel fértil, que incluía una industria lítica sin precedentes en la región. Como elemento más significativo cabe citar, en palabras del Conde, una serie de "hachas de cuarcita" fielmente reproducidas por J. Cabré en la memoria de El Penicial (Vega del Sella 1914). Con posterioridad, a ese tipo de utensilio se le denominó "pico asturiense". Nos situamos en un momento de gran actividad investigadora en el Cantábrico, que perseguía esencialmente el establecimiento de una secuencia estrati- Inicialmente abordamos la historia de la investigación sobre el período con el ánimo, por un lado, de subrayar los principales hitos de dicha historia y, por otro, de explicitar los enfoques teóricos que han guiado esa investigación; todo ello con objeto de comprender por qué el estado de la investigación sobre el Mesolítico cantábrico es el que es. A continuación nos referimos al marco cronológico del período y a las principales fuentes de información, es decir, a las secuencias arqueológicas en las que reside la base del conocimiento sobre la época estudiada. Después, y tras una breve introducción al medio natural en el que se desenvolvieron las sociedades mesolíticas, se analizan las peculiaridades de su tecnología, las bases de su subsistencia y otros aspectos sociales como las manifestaciones de carácter funerario. Finalmente, se analiza el patrón de poblamiento, con especial atención al registro asturiense. 2. LA "CONSTRUCCIÓN" DEL MESOLITICO CANTÁBRICO: NUEVE DÉCADAS DE INVESTIGACIÓN 2.1. Primeras décadas del s. XX Si atendemos a los años en que se excavaron los primeros sitios con ocupaciones del Mesolítico, comprobamos que fue en el ámbito asturiano donde comenzó la investigación sobre el Mesolítico cantábrico. Las excavaciones llevadas a cabo en Cantabria, Bizkaia, Gipuzkoa o Norte de Navarra, en las que se documentaron por primera vez niveles del Mesolítico son muy posteriores a las actuaciones arqueológicas Figura 1. El Conde de la Vega del Sella frente a la cueva de El Penicial (Vega del Sella 1914). KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 340 MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ gráfico-cultural de la Prehistoria regional. En ese contexto, la cuestión clave a resolver fue la de la cronología de la nueva industria documentada en El Penicial, un hecho claramente perceptible en la correspondencia de la época (Márquez Urfa 1988). Los distintos planteamientos formulados a lo largo del s. XX en torno a la cronología y significado del registro arqueológico que nos ocupa cuentan con un común denominador: el carácter de la industria lírica documentada inicialmente en El Penicial y después en otros sitios asturianos. Dada la imposibilidad de extraer conclusiones a partir de la estratigrafía de El Penicial, el Conde hubo de recurrir a la tipología para plantear una primera hipótesis de trabajo sobre la edad de la nueva industria. En la memoria de excavación atribuyó el material al Paleolítico antiguo, pero sin descartar posibles perduraciones en el tiempo. Un año después, en su "Avance al estudio del Paleolítico Superior en la Región Asturiana", Vega del Sella estimó que los concheros del oriente de Asturias eran de cronología aziliense (Vega del Sella 1915); pero poco después sus trabajos en Fonfría (Niembro, Llanes) y Mazaculos II (La Franca, Ribadedeva) permitieron verificar el vínculo existente entre los concheros y el tipo de industria documentada en El Penicial (Vega del Sella 1916). En esas mismas fechas las estratigrafías documentadas por Vega del Sella en otros yacimientos, como Cueto de la Mina (Bricia, Llanes), acreditaron la cronología postpaleolítica de esos depósitos y de la industria asociada (Fig. 2). Pero será Obermaier quien ofrezca, en la primera edición de El Hombre Fósil, la primicia de la cronología postpaleolítica del Asturiense —término acuñado por el autor alemán para hacer referencia a la nueva "civilización" descubierta por el Conde— (Obermaier 1916). Durante la redacción de la obra Obermaier estaba al tanto de los trabajos de campo de Vega del Sella y todo parece indicar que el Conde facilitó esta y otra información inédita al autor alemán para la redacción de El Hombre Fósil. Cabe en cualquier caso citar la cueva de La Riera (Bricia, Llanes), excavada por Vega del Sella en 1917-18, como el sitio que aportó la información de orden estratigráfico más sólida para fijar la cronología relativa del Asturiense; con una clara sucesión de niveles correspondientes al Solutrense, Magdaleniense, Aziliense y Asturiense, que el Conde presentó en su trabajo de conjunto sobre el período y más tarde en una completa memoria de excavación (Vega del Sella 1923; 1930). Ello, unido a la falta de cerámica y piedra pulimentada en los concheros, condujo a Vega del Sella a situar el Asturiense en el período de tiempo que media entre el Paleolítico y el Neolítico, pero sin considerar una evolución cultural continua. El. Asturiense era para él una cultura "Preneol.ítica", sin contacto con el final del Paleolítico (Aziliense incluido) ni con el Neolítico (Vega del Sella 1923; 1925), postura que constituye un buen ejemplo de la influencia que tuvo en esos años la llamada teoría ciel hiato de G. y A. de Mortillet. Producto de su rigor científico, Vega del Sella tuvo en cuenta el territorio por él prospectado (costa desde Ribadesella hasta el puerto de Santander) a la hora de valorar el alcance de sus observaciones sobre el Asturiense. Ciertamente, no se conoce actividad investigadora suya a lo largo de la costa situada al Oeste de Ribadesella (Jordá 1956, Márquez Urfa . 1974, Rasilla 1991), pero ésta sí fue notoria en otras zonas alejadas del litoral: valles del Deva, Sella y Nalôn, y también en puntos ubicados al Oeste de este último curso fluvial. No resulta en cualquier caso fácil precisar la labor prospectora del Conde, dado que la investigación sobre su trabajo se ha centrado fundamentalmente en la actividad arqueológica que arrojó resultados, y no tanto en el conjunto de su trabajo de campo. Durante los años 20 del siglo pasado no faltaron voces críticas respecto a la atribución cultural del registro asturiense, como las de P. Bosch-Gimpera (1922) o J. Fernández-Menéndez (1927). Los planteamientos alternativos fueron respondidos por Vega . y no trascendieron, aunque el del Sella (1923, 1927) segundo autor siguió abogando en los años siguientes por la cronología neolítica de los concheros (Fernández-Menéndez 1931, 1940). Tras sus críticas iniciales, J. Carballo, autor que también excavó concheros en Asturias y Cantabria, aceptó la idea del Asturiense como período y no como una simple "forma lítica" (Carballo 1924, 1926); mientras que Obermaier recogiô, en las sucesivas ediciones de El Hombre Fósil, la información generada por Vega del Sella y fue el encargado de situar el Asturiense en su contexto europeo junto al resto de culturas del Mesolítico'. El s. XX se inauguró en la entonces provincia de Santander con los trabajos de H. Alcalde del Río y L. Siena, que darían paso después a las excavaciones del Institut de Paléontologie Humaine. En esos años se reconocen cavidades con conchero, como las cuevas del Mar y del Truchiro (Omoño) por parte de L. Siena (1909), dos sitios hoy incluidos en el Complejo Arqueológico de La Gama. Pero a diferencia de lo ocurrido en Asturias, en Cantabria no se generó una 1 Véase en González Morales 1982 (pág. 25 en adelante) la ampliación y simplificación que sufrió el concepto de Asturiense tras la definición del mismo por parte de Vega del Sella. KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 341 investigación específica sobre ese tipo de registro, mientras que Vega del Sella apenas consideró las evidencias de la provincia vecina. Por lo que respecta al conchero de Santimamiñe, Vega del Sella, que había visitado el sitio durante la excavación, apuntó que éste era "de una facies completamente distinta" a la de los depósitos asturienses, tanto por lo que respecta a la industria como a la malacofauna (Vega del Sella 1923); pero en la memoria de excavación del sitio se apuntó la posible atribución al Asturiense del tramo inferior del depósito (nivel IV) (Aranzadi et al. 1931). No faltan referencias a esta cuestión en trabajos posteriores, pero será A. Cava quien niegue definitivamente esa posibilidad tras el análisis de la industria lítica de los niveles III y IV del yacimiento vasco (Cava 1975). Es por tanto en los albores de la investigación cuando comienza a fraguarse la "fractura" que dividirá el Mesolítico cantábrico en dos complejos arqueológicos: el Asturiense por un lado y el Mesolítico postaziliense del Cantábrico oriental por otro. A ello contribuyó —y en parte aún sigue contribuyendo— la existencia de una investigación específica sobre el Mesolítico en el Cantábrico occidental y la falta de la misma en la parte oriental de la región. 2.2. El paréntesis de los años 30 y 40 y la reanudación posterior de la investigación Tras los trabajos en Santimamiñe y en los yacimientos asturianos la investigación sobre el Mesolítico se detuvo durante años. Cesaron los trabajos de campo y el Asturiense fue mencionado en los años 40 y 50 en obras de carácter general que se hicieron eco de las ideas de Vega del Sella (vid. entre otros Pericot 1942, 1950; Almagro 1944; Bosch-Gimpera 1945). En Cantabria cabe mencionar la labor desarrollada por el equipo de Camineros de la Diputación, que incluyó el sondeo de varios concheros, pero el aporte para el conocimiento de ese tipo de depósitos resultó mínimo dada la falta de publicaciones (Muñoz 1997). En Navarra será a finales de los años 30 cuando comiencen las excavaciones del Marqués de Loriana (1943) en la cueva de Berroberría (Urdax), uno de los yacimientos con ocupaciones del período que nos ocupa. En los años 50 se abrió una nueva etapa en el estudio del período, ya sin solución de continuidad hasta el presente. Ello se debiô a F. Jordá Cerdá, investigador que en esa década excavó varios sitios asturienses como la cueva de Bricia (Jordá 1954) y abordó la cuestión de la cronología del Asturiense. Jordá quiso valorar en su estudio de los depósitos de conchero los procesos geológicos que pudieran haber afectado a Figura 2. Tesis de Vega del Sella respecto al proceso de formación y erosión de los concheros asturienses en las cavidades: 1- "estado de una cueva a la terminación del Paleolítico"; 2- "durante el Asturiense"; 3- "estado actual" (Vega del Sella 1923). los yacimientos y para ello contó con la colaboración del geólogo N. Llopis (1953a, 1953b). Según las observaciones de éste, la formación de los depósitos asturienses, como el de la Lloseta (Ardines, Ribadesella), habría sido previa a la sedimentación de los niveles del Paleolítico superior. Probablemente, estas observaciones de orden geológico condujeron a Jordá a recuperar, como argumento cronológico, el aspecto primitivo de los picos asturienses y estimó que esa industria era de derivación achelense, volviendo de ese modo al punto de partida de la investigación del Conde de la Vega del Sella (Jordá 1959)2. La revisión de la cronología del Asturiense gozó de mayor predicamento en la década siguiente (Crusafont 1963; González 1965) y constituye un buen ejemplo de la vinculación de la Prehistoria española del momento al concepto normativo de cultura. En este sentido, resulta evidente el valor que se sigue otorgando al utillaje como indicador cultural; mas el planteamiento 2 Véase un análisis detallado de la cuestión en Fano 1998a. KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 342 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ de Jordá tampoco resulta ajeno a la perspectiva evolucionista unilineal. 2.3. La intensificación de los estudios sobre el Mesolítico cantábrico: los años 60 y 70 Por esas fechas y coincidiendo con el regreso del exilio de J. M. de Barandiarán, comienzan a excavarse en Bizkaia y Gipuzkoa sitios con ocupaciones del Mesolítico, pero no dentro de programas de investigación específicos sobre el período. Por tanto, van a faltar trabajos de síntesis que recojan e integren los nuevos datos procedentes de sitios como Marizulo (Urnieta, Gipuzkoa), Kobeaga (Ispaster, Bizkaia) y Tarrerón (Soba, Cantabria), excepción hecha de la tesis doctoral de I. Barandiarán (1967), en la que el autor incluyó la nueva (y escasa) información sobre el utillaje óseo mesolítico del Pirineo Occidental, o los comentarios de A. Cava (1978) respecto al carácter y contextualización del depósito de Marizulo. Apenas es tratado el período por J. Ma Apellániz (1975a, 1975b) y M. Muñoz (1976), y pasarán algunos años hasta que I. Barandiarán (1979a) presente su modelo evolutivo del Epipaleolítico vasco, para cuyo establecimiento también consideró los sitios de la vertiente meridional, con especial atención al sitio navarro de Zatoya (Abaurrea). En 1962 . se crea en Santander el "Seminario de Prehistoria y Arqueología Sautuola". Desde el. Seminario se trató de fomentar la investigación sobre la Prehistoria reciente regional', dado su evidente retraso con respecto a la investigación sobre el Paleolítico. No obstante, la síntesis de García Guinea relativa al período que nos ocupa sigue mostrando una evidente escasez de información al respecto (García Guinea 1975), a pesar de que miembros del Seminario y también de colectivos espeleológicos de la región habían localizado nuevos depósitos de conchero en los años precedentes. A partir de los años 60 el aporte de los arqueólogos norteamericanos G. A. Clark y L. G. Straus al estudio del Mesolítico cantábrico constituye un buen ejemplo del impacto teôrico de la Arqueología procesual, un hecho que, como puede comprobarse en otros capítulos de este libro, no es exclusivo del período que aquí nos ocupa. Una de las contribuciones esenciales de Clark fue la introducción de las dataciones radiocarbónicas, hecho que, junto a la adecuada valoración de una serie de evidencias estratigráficas, permitió confimar la cronología postpaleolítica del Asturiense (Clark 1972) . en los términos propuestos por Vega del. Sella a comienzos de siglo. 3 Véase como trabajo de conjunto Rincón 1985. Pero, sin duda, la aportación metodológica clave consistió en el desarrollo de proyectos sistemáticos de prospección y excavación con objeto de verificar en el registro arqueológico hipótesis previamente formuladas; es decir, la aplicación de un enfoque científico en la investigación arqueológica, en el marco de una concepción positivista de la ciencia. Del mismo modo, la adopción del concepto de cultura como sistema adaptativo provocó un interés por el medio ambiente del pasado, así como por la subsistencia y el patrón de poblamiento de los grupos asturienses. Encontramos buen reflejo de todo ello en la tesis doctoral de Clark (1976, 1983a) y en trabajos suyos posteriores (Clark y Lerner 1980). A comienzos de los años 70 el arqueólogo británico G. N. Bailey también se interesó por el tema y tras su estancia en Asturias en 1971 publicó una nota en la que, a modo de "hipótesis preliminar", ofreció su punto de vista sobre el significado de los concheros asturienses. Bailey fundamentó su idea a partir del tipo de observaciones enfatizadas por la escuela paieoeconóm.ica de Cambridge (Bailey 1973), ámbito en el que se formó el hoy Professor- de la Universidad de York. Al igual que sus predecesores, los arqueólogos procesuales también enfrentaron, desde los nuevos principios teóricos, el "problema" de la macroindustria asturiense. Ésta resultaba absolutamente ajena a la tendencia observada en el Cantábrico desde el final del Paleolítico. En un primer momento, Clark atribuyó a un problema de muestreo la neta distancia existente entre el registro aziliense y asturiense. El arqueólogo norteamericano trató de verificar su hipótesis, sin éxito, realizando sondeos en las entradas de distintas cavidades, con objeto de localizar áreas de habitación ajenas a los concheros que incluyesen una industria más acorde con el Mesolítico. Pero fue Straus (1979) quien definitivamente abogó por abordar el problema desde una perspectiva funcionalista, al no concebir el Aziliense y el Asturiense corno dos culturas sucesivas, sino corno dos facies funcionales —interi or y costera respectivamente— correspondientes a los mismos grupos humanos (vid. la evolución . de la idea en Straus 1981, 1985, 1986, 1992, Straus et al. 1983; . Straus y Clark 1986; Clark 1983b, 1989, 2000). Curiosamente, años después de la formulación inicial de la hipótesis de la complementariedad funcional, Straus (1992, 228) no dudó en reforzar sus argumentos iniciales con otros de carácter normativo. Efectivamente, al referirse al hallazgo de cantos pintados azilienses en contextos asturienses Straus recupera el concepto normativo de cultura, dado que per- KOBIE (Serie Anejos n.' 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 343 cibe esos objetos corno expresión de una norma cultural propia de un determinado grupo humano. Lo mismo ocurre cuando el autor norteamericano incide en las similitudes existentes entre la tumba aziliense de Los Azules (Contranquil, Cangas de Onís) y el enterramiento asturiense de Molina de Gasparín (Bojes, Ribadedeva). Ahora la norma cultural hace referencia a un modo concreto de enterrar a los muertos. Lo comentado es buen reflejo de la persistencia en las últimas décadas de los enfoques tradicionales en la investigación sobre el Paleolítico cantábrico y evidencia que las influencias en el ámbito de la Teoría no se han producido exclusivamente en un único sentido. Es también en los años 60 y 70 cuando comienzan a publicarse trabajos que dan cuenta de la localización de materiales asturienses (picos) al Oeste de la zona clásica de dispersión de los concheros. Se trataba, salvo en el caso de Bañugues, de material lítico descontextualizado (González 1965; Pérez 1975; de Blas et cil. 1978). Más difícil resulta hoy valorar las observaciones realizadas en 1964 . en la hoy desaparecida cueva Oscura de Perán, donde al parecer se conservaban restos de un conchero (Fernández y Mallo 1965, 67) y piezas que recordaban a los picos asturienses; así como las referencias de Jordá (1975, 1976, . 1977) a materiales de tipología asturiense en la zona de Cudillero. Finalmente, en los trabajos de los arqueólogos norteamericanos queda bien reflejada otra de las características clave del enfoque procesual: el alejamiento de la Historia. Los nuevos arqueólogos que trabajaron en el Cantábrico estuvieron interesados en conocer cómo se adaptaron al medio los cazadoresrecolectores del Mesolítico y no tanto en comprender la génesis de los procesos históricos. Buen ejemplo de ello es el desinterés de Clark por el final del Mesolítico y el inicio del proceso de neolitización. 2.4. La investigación de los años 80 y 90 La influencia de los arqueólogos procesuales en la investigación sobre el Mesolítico cantábrico se ha venido manifestando sin solución de continuidad hasta el presente. Buen ejemplo de ello son los temas que han centrado la investigación en las últimas décadas, así como el interés por verificar o refutar, a través de nuevas actuaciones arqueológicas y análisis específicos, hipótesis previamente formuladas por aquellos. Lo que ha prevalecido en los últimos años ha sido un Positivismo atemperado, un "enfoque blando" en expresión de M. Johnson (2000, 53), ajeno a las propuestas radicales de los años 60 y 70. Probablemente, lo que más nos ha separado del enfoque procesual a todos los que hemos venido trabajando con posterioridad ha sido el interés por recuperar el discurso histórico. Frente a las explicaciones funcionalistas, de carácter eminentemente sincrónico, la investigación posterior recuperó el interés por el plano diacrónico, es decir, por el análisis de los procesos históricos. Por lo que a la investigación de campo se refiere, Clark trabajó en la costa Oriental de Asturias —al margen del controvertido sitio de "Liencres" (Clark 1975; véase González Morales 1996a; Fano y González Morales 2004)— en yacimientos que, en su mayor parte, ya habían sido excavados con anterioridad por Vega del Sella y/o Jordá. Entre ellos cabe destacar La Riera, donde tras los sondeos de 1969 se llevó a cabo una excavación sistemática en la década de los años 70 (Straus y Clark 1986). El trabajo de referencia en los años posteriores a las investigaciones de Clark es la tesis doctoral de M. R, González Morales, publicada en 1982, sobre el Asturiense y otras culturas locales, que consideró exclusivamente los sitios desde los que se explotó el medio litoral. El título de la obra da buena cuenta del contenido, puesto que a pesar de considerar el conjunto de la región cantábrica la escasez de información para la parte oriental de la regiôn resulta evidente —de hecho, el autor sólo considera en sus análisis los sitios "no asturienses" de Marizulo, Santimamiñe, Kobeaga II, y Tarrerón. Una vez más la costa cántabra resulta parca en información, a la vez que el registro mesolítico vuelve a incrementarse de un modo notable en Asturias, sobre todo en la costa oriental, que es donde González Morales desarrolla su labor de campo. La reexcavación del conchero de Mazaculos II, realizada ahora con una metodología que incluyó el cribado con malla fina del sedimento extraído, contribuyó a disipar la duda acerca de la posible relación existente entre los protocolos de las excavaciones antiguas y el carácter de la industria lítica asturiense —hasta finales de los 70 conocida básicamente a través de las excavaciones (previas a 1920) de Vega del. Sella. Durante la excavación se recuperaron restos de muy pequeña talla (ictiofauna, microfauna, etc.) pero apenas utillaje microlítico. Fueron diversas las categorías de datos que permitieron refutar la hipótesis de la complementariedad funcional y recuperar de ese modo el interés por comprender el tránsito del Epipaleolítico al Mesolítico. Efectivamente, el aparente empleo de Mazaculos como asentamiento de ciclo anual —según información isotópica 16/180 proveniente de moluscos marinos analizados (Morzodonta) y de observaciones pre4 Véase también al respecto la síntesis sobre la Prehistoria en Cantabria de esos años (González Sainz y González Morales 1986). KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 344 MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ liminares relativas a patrones de captura de mamíferos (González Morales 1992)—, así como la localización de superficies de ocupación en el propio conchero conservado en el sitio (Fig. 3), no avalaban precisamente la consideración de estos depósitos como simples basureros producto de ocupaciones estacionales de grupos que en espacios alejados de la costa habrían generado un registro distinto (el Aziliense). Del mismo modo, el progresivo incremento de dataciones radiocarbónicas para el lapso temporal considerado refutó definitivamente el argumento clave de la propuesta de Straus, es decir, la supuesta contemporaneidad de parte de los asentamientos azilienses y asturienses (González Morales 1989, 1995a). Entre las aportaciones de los años 80 cabe también mencionar la memoria de licenciatura de C. Pérez Suárez (1982), revisada con posterioridad por el propio autor (Pérez 1992, 1995), así como una contribución de J. A. Gavelas (1980), que incrementaron el número de sitios asturienses conocidos en los concejos asturianos de Ribadesella, Llanes y Ribadedeva. Figura 4. Vista de la desembocadura del río Asón; a la derecha de la imagen puede observarse el Monte Buciero, en cuyas laderas se localizan los abrigos de la Peña del Perro y la cueva de La Fragua (foto cortesía de F. I. Gutiérrez Zugasti). investigadores del Paleolítico cantábrico de ese enfoque positivista "blando" comentado con anterioridad. Las excavaciones dirigidas por el profesor de la Universidad de Cantabria en el bajo Asón, primero en El Perro (Santoña) y después en La Fragua (Santoña), confirmaron el "modelo de transición" observado en Asturias, con la documentación en ambos sitios de depósitos de conchero suprayacentes a niveles azilienses, sin picos pero de nuevo con la misma escasez de industria que la observada en los concheros asturienses (González Morales y Díaz Casado 1991-92; González Morales 2000). El proyecto de investigación en el bajo Asón incluyó, entre otras actuaciones, el muestreo de la cueva de La Chora 0, Stones (Voto), que permitió verificar la Charcoal existencia de una ocupación mesolíA Asturian Pick tica en el sitio (González Morales et al. 2000). Más recientemente las excavaciones en El. Mirón (Ramales) han revelado la ocupación esporádica de este asentamiento del alto Asón durante el Mesolítico (Straus et al. 2002). El traslado de González Morales a la entonces Universidad de Santander (hoy de Cantabria) en 1981 propició el desarrollo del proyecto "La Prehistoria de las Marismas", que permitió paliar el vacío de información hasta entonces existente en la costa oriental de Cantabria (Fig. 4). La formulación del proyecto, que contó con unos objetivos precisos y unas hipótesis a contrastar mediante unas actuaciones arqueológicas concretas (González Morales et al. 1992), da buena cuenta de la adopción por parte de algunos ■ Lithics Mazaculos Cave • Bones La Franca (Asturias) o Ochre Level 3.3 - Surface 1 .© • • ° o• • to, •p♦ C7 (1)1. .a6)o ~ • • O __3 • 4 D Limit of intact dug surface---- 0 • ••~ •• .0 ■ Do ~•C7 Q [D, ■ 0 C Figura 3. Superficie de ocupación en el nivel 3.3 de Mazaculos II, excavaciones de M. R. González Morales (Fano y González Morales 2004). Por lo que respecta al registro vasco, las publicaciones posteriores a la tesis de González Morales seguirán reflejando una escasez de información, en general para el ámbito geográfico considerado en la síntesis de I. Barandiarán de 1979 y en particular para la vertiente atlántica del País Vasco (Barandiarán 1983; Cava 1988, 1990; Berganza 1990). La cueva vizcaína de Urratxa III (Orozko) KOBIE (Serie Anejos n.' 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGION CANTÁBRICA 345 se excavó en 1983 y su publicación definitiva se pro. dujo en la siguiente década (Muñoz y Berganza 1997), pero la información resulta difícilmente utilizable, puesto que procede de un nivel revuelto con materiales azilienses, mesolíticos y de la Edad del Bronce. Durante los años 90 se emprendieron nuevas investigaciones, a la vez que algunos trabajos iniciados en los 80 dieron sus frutos. Ese es el caso de la tesis doctoral de P. Arias (1991), que incluyó una revisión exhaustiva del registro mesolítico y neolítico (industrias, paleoeconomía, aspectos simbólicos ...) del conjunto de la región cantábrica en el marco de un trabajo pionero sobre el proceso de neolitización. Fue éste el trabajo que dinamizó una línea de investigación rica en contribuciones y debates desde entonces y constituyó un buen ejemplo de la recuperación del interés por el análisis de los procesos históricos al que hacíamos referencia más arriba. No obstante, también en este caso resulta obvia la influencia de la Arqueología procesual, valgan como ejemplo, entre otros, las sugerentes observaciones del autor con relación al patrón de poblamiento asturiense. Otra de las aportaciones de Arias, ahora en colaboración con C. Pérez Suárez, fue el trabajo arqueológico de campo desarrollado en la Depresión Prelitoral del Oriente de Asturias, que permitió documentar de manera fehaciente ocupaciones mesolíticas en la vertiente meridional de la Sierra de Cuera (Fig. 5). Ésta, con cotas que superan los 1000 m. de altitud, diferencia netamente el espacio donde se localizan las cuevas de Arangas y Los Canes (ambas en Arangas, Cabrales) del medio litoral en el que se hallan los concheros asturienses, aunque a vuelo de pájaro tan sólo son 11 Km. los que distancian la población de Arangas del litoral (Arias y Pérez 1995). Más al Sur y en un contexto de Alta Montaña, cabe mencionar también los trabajos de A. Díez Castillo (1996) en la comarca de Liébana (abrigo de la Calvera, Camaleño, Cantabria), así como los trabajos de A. Neira y otros en la cueva del Espertín (Burón, León), asentamiento éste último localizado en la vertiente Sur de la Cordillera Cantábrica a escasos kilómetros de la divisoria de aguas (Neira et al. 2004). Nuestro trabajo de los años 90, centrado en el análisis del significado de los depósitos de conchero de la costa Oriental de Asturias, también constituye un buen ejemplo de la influencia del enfoque procesual en la investigación posterior a los años 70 (Fano 1998b). El análisis partió de la premisa de la existencia de una relación recíproca entre las características de los asentamientos y las actividades desarrolladas en o desde esos lugares y, en consecuencia, se consideró la posibilidad de hallar un vínculo entre las Figura 5. Localización de las cuevas de Los Canes y de Arangas en la vertiente meridional de la Sierra de Cuera (Arias y Fano 2005). características de esos hábitats y los restos procedentes de las actividades desarrolladas por los grupos humanos, es decir, el registro arqueológico sensu stricto. Desde esta perspectiva, cobraba interés el análisis de aquellos factores que determinan las condiciones de habitabilidad de los asentamientos, dado que ello nos iba a permitir conocer, de un modo más objetivo, las características de los sitios ocupados y, de este modo, las decisiones del grupo con respecto a la ubicación de sus campamentos. En síntesis, el estudio del hábitat, entendido como el lugar en el que el hombre fija de una manera más o menos estable su residencia, iba a formar parte de nuestra estrategia de investigación a la hora de plantear interrogantes acerca del papel jugado por los diferentes asentamientos, en este caso caracterizados por la presencia de concheros. Una vez más fue en la costa Oriental de Asturias donde se llevó a cabo la labor de campo, en este caso con objeto de obtener una muestra estadísticamente significativa de yacimientos, necesaria para la aplicación del enfoque descrito. En la segunda parte de los años 90 nuevos proyectos han incrementado nuestros conocimientos sobre el registro mesolítico en Cantabria. Nos referimos a los concheros (Garma A y cueva del Mar, en Omoño) incluidos en el Complejo Arqueológico de La Garma (Arias et al. 2003), así como a las ocupaciones meso- KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ 346 líricas registradas por J. Ruiz Cobo y P. Smith (2001, 2003) en el marco de sus investigaciones sobre la Prehistoria del valle de Matienzo (cuevas de Cubío Redondo y Cofresnedo, en Ruesga). También se ha hecho referencia a la existencia de una posible ocupación mesolítica en el abrigo del Cráneo, uno de los sitios excavados por R. Ontañón (2000, 281) en Castro Urdiales. Cabe así mismo citar la memoria de licenciatura de E. Muñoz (1997), en la que se sistematiza la información relativa a los depósitos de conchero del Holoceno localizados en Cantabria. Un centenar de ellos se atribuye al Mesolítico aunque, tal y como indica el propio autor, en la mayor parte de los casos la información disponible procede de observaciones de superficie y son pocas las excavaciones realizadas con una metodología adecuada —las anteriormente citadas de El Perro, La Garma, etc. De este modo, el extenso y exhaustivo catálogo de Muñoz resulta aún un tanto difícil de manejar, pero sin duda constituye un punto de arranque para tratar de poner orden en el vasto registro de concheros de Cantabria. 2.5. Las aportaciones de los últimos cinco años La actualidad nos conduce de nuevo a la costa oriental de Asturias, donde en los últimos años (2000, 2001 y 2002) hemos llevado a cabo, en colaboración con P. Arias, un programa de sondeos en concheros asturienses (Fig. 6) con el que tratamos de cubrir una serie de vacíos de conocimiento, relativos al período que nos ocupa en general y al registro asturiense en particular (Arias, Fano et al., en prensa). En Cantabria prosiguen los análisis interdisciplinares relativos al proyecto iniciado en el bajo Asón en los años 80, como los recientemente concluidos sobre la fauna de La Fragua. Cabe así mismo mencionar las evidencias de carácter funerario identificadas en los últimos años en la cueva del Truchiro (Arias et al. 2003). Los datos más recientes del Cantábrico oriental proceden del abrigo guipuzcoano de J3, localizado en la sierra de Jaizkibel y en el que se ha documentado una inhumación en conchero datada en el Mesolítico (Iriarte et al. 2005a). Cabe finalmente mencionar las recientes aportaciones teóricas de E. Gassiot (2001, 2002), autor crítico con los modelos explicativos del cambio basados en la adaptación ecológica, y que aboga por el materialismo histórico como marco teórico de análisis. Finalmente, los trabajos desarrollados por J. C. López Quintana en el territorio vizcaíno de la cuenca de Urdaibai han posibilitado un mejor conocimiento del período en la vertiente atlántica del País Vasco. El aporte de sus intervenciones arqueológicas en Kobeaga II y Pareko-Landa (Busturia-Bermeo) se ha producido además en el marco de una investigación que ha permitido establecer un modelo de la organización del territorio durante la transición del Mesolítico al Neolítico en el Cantábrico oriental (López Quintana 2005a). De este rápido repaso de la investigación sobre el Mesolítico en la región podemos extraer algunas conclusiones. Existe una neta desproporción entre los distintos espacios cantábricos respecto a la intensidad de la investigación desarrollada. Ésta comenzó en Asturias con Vega del Sella y tras las aportaciones del profesor Jordá han sido varias las tesis doctorales Cuetu La Hoz Ribadeselto Mar 3 Colomba Poza i'Egua AHoru o Covajorno Pallota .I 1 Clanes Aguila Abrigo 2 del Puerto de Vidiago Pendueles Toralete Arenillas Tina 2 Oa : obres v;..;5¿.,... Cámara ro km Figura 6. Concheros asturienses del oriente de Asturias, con indicación de los yacimientos incluidos en el programa de sondeos llevado a cabo entre 2000 y 2002 (Arias, Fano et al., en prensa). KOBlE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGION CANTÁBRICA —realizadas en los años 70, 80 y 90— que han tenido corno marco preferente de estudio el registro asturiano. En Cantabria el panorama es diferente, son tarnbién muchos los concheros conocidos fruto de diversas actuaciones —L. Sierra, Camineros de la Diputación, Seminario de Prehistoria y Arqueología Sautuola, etc.— pero el desarrollo de una investigación específica sobre el Mesolítico en la región que incluyese la excavación sistemática de ese tipo de depósitos es relativamente reciente (trabajos en la cuenca baja del Asón). La escasa información disponible para la vertiente atlántica del País Vasco se ha venido valorando en diversos trabajos de síntesis —no sólo en aquellos centrados específicamente en la región cantábrica, como los de González Morales y Arias ya citados, sino también en otros trabajos centrados en el Valle del Ebro (Cava 1994) o que han buscado contextualizar en un marco amplio las series industriales de yacimientos, como Kampanoste (Virgala, Álava) y Mendandia (Treviño, Álava), localizados al Sur de la divisoriaa de aguas (véanse respectivamente Cava 2004; Alday 2005a, 2005b)—, pero sólo en los años 90 se ponen en marcha proyectos de excavación que van más allá del estudio de un único yacimiento y que incluyen entre sus objetivos el estudio del período que nos ocupa en un determinado espacio (Urdaibai). Respecto a los enfoques teóricos aplicados en la investigación, se distingue con nitidez una etapa previa al impacto teórico de la Arqueología procesual. Hasta los años 60/70 podernos hablar del desarrollo de una investigación conducida por los enfoques tradicionales, es decir, de corte evolucionista o normativo. Tras las aportaciones de los arqueólogos anglosajones, el "eco procesual" se percibe con mayor o menor intensidad en los trabajos que en los años 80 y 90 han tenido corno objeto de investigación el Mesolítico cantábrico y aún hoy sigue siendo una constante. A su vez, los enfoques de carácter postprocesual resultan ajenos a la investigación sobre este período en la región (González Morales y Fano 2005). 3. EL MARCO CRONOLÓGICO Y LAS PRINCIPALES FUENTES DE INFORMACIÓN Tal y corno se indicó en la introducción, el período tratado comprende el espacio cronológico comprendido entre el IX y el VI milenio a.C. (aprox. 9500-6000 en fechas BP sin calibrar), es decir, varios milenios a caballo entre el Epipaleolítico/Aziliense y el proceso de neolitización. No son muchos los sitios con niveles azilienses que albergaron después ocupaciones del Mesolítico (véase Fig. 7 y la Fig. 1 del capítulo 9), y menos aún los que cuentan con publicaciones de detalle respecto a dicha sucesión estratiKOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en 347 gráfica, pero yacimientos como La Riera, El Perro o Berroberría, entre otros, dan buena cuenta de ella. Al tiempo, la amplia nómina de dataciones radiocarbônicas disponibles contribuye a precisar la distancia temporal existente entre los contextos azilienses y los mesolíticos, al margen del lógico solapamiento de algunas fechas (Cuadro 1). Tras el debate de los años 90 respecto a la cronología del inicio del Neolítico, los últimos datos recabados en sitios corno El Mirón (Peña-Chocarro et al. 2005), Los Gitanos (Castro Urdiales, Cantabria) (Ontañón 2005), Arenaza (Galdames, Bizkaia) (Arias y Altuna 1999), Kobaederra (Kortezubi, Bizkaia) (Zapata et al. 1997) y Herriko Barra (Zarautz, Gipuzkoa) (Iriarte et al. 2005b) permiten una mayor precisión sobre esta cuestión, y hoy cabe situar el inicio del proceso de neolítización en la primera parte del V milenio cal BC, es decir, en una cronología previa al desarrollo del Megalitismo en la región. La interpretación de la evidencia radiocarbónica disponible revela que este fenómeno funerario se inició en el último tercio del V milenio y que alcanzó su cenit en torno a 4000-3900 a.C. (Arias et al. 2005; Scarre et al. 2003)5. La nómina de sitios en los que se documenta una continuidad de las ocupaciones durante el primer neolítico se ha incrementado en los últimos años. A la espera de publicaciones de detalle cabe citar, por ejemplo, los casos de La Garma A y Pareko Landa, que se suman a la secuencia de Kobeaga II, ya publicada en detalle, y a otras excavadas con anterioridad pero pendientes de estudio y/o publicación definitiva como Arenaza. En el Cuadro 1 también hemos incluido las dataciones correspondientes a los contextos neolíticos más antiguos de la región, dado que tarn5 6 No faltan dataciones que alcanzan incluso la primera mitad del V milenio, pero se consideran problemáticas. Ese es el caso de la fecha de Monte Areo VI-B en Asturias (GrN-19123: 5820 ± 70 BP), considerada incompatible con la antigiiedad estimada para el dólmen (de Blas 1995); o la de Larrarte en Gipuzkoa (I-14781: 5810 ± 290), que parece demasiado antigua e incompatible con otra obtenida para el mismo nivel (Alday y Mujika 1999). Se ha empleado como límite arbitrario de esa etapa el 5500 BP no cal., momento al que corresponden las primeras fechas aceptadas para monumentos megalíticos. Así mismo, en la tabla no se han incluido algunas dataciones comprendidas en el rango temporal considerado. Ese es el caso de las fechas ya comentadas en la nota anterior, y de otras como la del nivel 1 de El Buxu (GrN19384: 7140 ± 750 BP), de difícil valoración (Menéndez 1999); la datación de compleja interpretación de Atxeta D (Ua-4282: 8355 ± 12013P) (Memoria 1995); las fechas no aceptadas para los niveles VIIb de Ekain (I-8628: 7880 BP) y C de Urtiaga (CSIC63: 8700 ± 170 BP) (Mariezkurrena 1990); así como la fecha del nivel Ib de Urtao I.I (I-14098: 6220 ± 120 BP) carente de un contexto arqueológico explícito (Almendariz 1989). Tampoco la fecha del nivel 7 de Santimamiñe se considera coherente con el contexto arqueológico datado (Gif-130: 9470 ± 400 BP). la región cantábrica MIGUE1. ÁNGEL FANO MARTÍNEZ 348 MAR CANTÁBRICO Bariugues Gijón ico Ramos La Garma A El Perro El Truchiro La Fragua La Trecha Santander Arenillas Bricia, Cueto de la Mina Coberizas I a Riera El Peniciall ~Fonírla Sierra Plana 1 Balmori t~lazaculos i La Llana • ÍE-61,T Pareko Landa Santimamihe Kobaederra Kobeaga It J3 I ` San Sebastian __ BérrpberT(~-; -•l ós Ca.És /Ara El Tamerón 'tJrratica El.Espertin: Altitud en metros 0 400 0 1000 50 kilómetros 100 rl e: .~--r Figura 7. Localización de los principales yacimientos de la región cantábrica con niveles atribuidos al Mesolítico y/o al Neolítico inicial. bién conocernos contextos del V milenio en los que nada o casi nada (presencia de cerámica) parece haber cambiado respecto a la etapa previa (Los Canes, Les Pedroses, La Trecha, Pico Ramos...). Se trata ésta de una circunstancia recogida en la bibliografía de manera reiterada y que se ha valorado desde diferentes puntos de vista al abordar la cuestión del final del Mesolítico y del inicio del Neolítico (vid. entre otros González Morales 1996b; Arias 1997; Fano 2000). Lo más probable es que . al menos una parte de estos contextos arqueológicos correspondan ya a poblaciones neolíticas, y que se trate de lugares especializados en actividades que no incluyeron la producción de alimentos. Referirnos ahora las principales fuentes de información disponibles sobre las sociedades mesolíticas del Cantábrico, es decir, aquellos niveles arqueológicos —en especial aquellos excavados en las últimas décadas— que constituyen o van a constituir tras su estudio definitivo la base para el conocimiento del período tratado. En Asturias son numerosas las intervenciones arqueológicas practicadas sobre depósitos mesolíticos, aunque gran parte de ellas se llevaron a cabo en los albores de la investigación o bien afectaron a superficies muy reducidas. De las excavaciones recientes —de finales de los años 70 en adelante— sôlo contamos con una publicación definitiva en el caso de La Riera (Straus y Clark 1986), que incluye un estudio interdisciplinar del conchero asturiense excavado en 1977-78 sobre una superficie de 3 m' (nivel 29). Los restos de conchero concrecionado que cuelgan del 7 Una síntesis del resto de intervenciones arqueológicas puede consultarse en Fano 1998b. techo de la entrada de la cueva (nivel 30.1) están en sucesión estratigráfica con el nivel 29 y ambos se encuentran bajo un nivel de travertino (nivel 30). En la memoria de excavación también se considera la información procedente del sondeo practicado por Clark en 1969 sobre el conchero asturiense, año en el que el depósito fue sondeado con mayor intensidad. Tal y como apuntamos en un apartado previo, la reexcavación de Mazaculos II (1976-1983 y 1993) supuso un salto de carácter cualitativo en la comprensión del registro asturiense —la conservación de niveles asturienses intactos, no cementados y de extensión considerable contribuyó a ello (Fig. 8)— aunque carecemos aún de un estudio definitivo del sitio González Morales . (González Morales et al. 1980; 1982, 1995b). Se documentaron ocupaciones del período en el abrigo exterior, con varios niveles entre los que destaca 3.3 por la conservación de varias superficies de ocupación en el mismo, así como en el interior de la cueva, con un nivel de conchero mesolítico (A3) sobre el que reposan niveles con cerámica (A2, A2base y A2fondo). En los años 80 González Morales también excavó en la cueva de la Llana (Andrín), donde se identificó un depósito mesolítico (nivel 1) sobre el que carecemos aún de información detallada al margen del análisis arqueomalacológico realizado recientemente por F. I. Gutiérrez Zugasti (2005). La cueva de Los Canes es, por distintos motivos, uno de los yacimientos más interesantes del período en la región. Tras una ocupación correspondiente al Aziliense reciente o a un momento ya postaziliense (U.E. 4), la cueva fue empleada como espacio funerario durante la última parte del Mesolítico (U.E. 6) KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica ticoen laregióncantábrica Nivel Método Mat. Datado Laboratorio Fecha BP calBC, 2 sigma Adsc. Cultural Ref. Bibliograf. .Boheriza túmulo C14 carbón Ua-3228 5500 ± 100 Neolítico Yarritu y Gorrotxategi 1995 El Mirón El Mirón El Mirón El Mirón Arenillas (Cantabria) La Trecha Cuevas del Mar [11 303 303.1 303.3 10 conchero conchero conchero C14 cony. Cl4 cony. C I4AMS C 14AMS C14 cony. C14 cony. C14 cotte. carbón carbón cereal carbón carbón carbón concha GX-25854 GX-25855 GX-30910 GX-23414 GrN-19596 URU-005 I UBAR-794 55(X) ± 90 5520±70 5550 ± 40 5570 ± 50 5580 ± 80 5600 ± 310 5610 ± 100 4542-4219 (0,87); 4213-4149 (0,06); 4135-4054 (0,07) 4535-4224 (0,9) 4502-4236(1) 4457-4338 (1) 4496-4337 (1) 4604-4317 (0,97) 5208-3791 (1) Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico? Neolítico'? Neolítico? Kobaederra Los Gitanos El Mirón Herriko Barra Arenaza Les Pedroses Los Gitanos Cobbo Redondo Tarrerón El Mirón IV A2 10 D 1C2 conchero A3 conchero 1.11 303.3 carbón UBAR-470 cerámica MAD-654 carbón GX-23413 materia vegetal I-15350 hueso OxA-7156 carbón Gak-2547 cerámica MAD-656 carbón Beta-106049 1-4030 carbón carbón GX-25856 5630 ± 100 5669 ± 541 5690 ± 50 5730 ± 110 5755 ± 65 5760 ± 180 5771 ± 499 5780 ± 50 5780 ± 120 5790 ± 90 Herriko Barra Herriko Barra Kobaederra Los Gitanos Pico Ramos Los Canes Los Gitanos Herriko Barra Herriko Barra Marizulo Arenaza La Trecha Los Canes La Chora Marizulo Arenillas (Asturias) D B III A4 4 7 A3 C C 11-Sup. IC2 conchero 6-1 conchero [-base conchero C14 cony. TL C14AMS C14 cony. C I4AMS C14 cony. TL C14AMS C14 cony. recuento extendido C14 C14 C14 cony. TL C14 C I4AMS C14AMS C14AMS C14AMS C14AMS C14AMS C14 cony. C 14AMS C14 C14AMS C14 cony. Straus y González Morales 2003 Straus y González Morales 2003 Peña Chocarro et al. 2005 Straus y González Morales 2003 Bohigas y Muñoz 2002 González Morales et cd. 2002 Mestres 2006, comunicación personal Zapata et al. 1997 Ontañón 2000 Straus y González Morales 2003 Iriarte et al. 2005b Arias y Altuna 1999 Clark 1976 Ontañón 2000 Ruiz y Smith 2001 Apellániz 1971 Straus y González Morales 2003 materia vegetal materia vegetal carbón carbonato carbón carbón hueso hueso hueso hueso hueso concha hueso carbón hueso concha UBAR-471 MAD-860 Ua-3051 AA-5788 AA-29113 Ua-4821 Ua-482() Ua-48I9 OxA-7157 URU-0039 AA-5294 GrN-2096I Ua-10272 UBAR-775 5800± 1 10 5810 ± 170 5820 ± 240 5834 ± 566 5860 ± 65 5865 ± 70 5945 ± 55 5960 ± 95 6010 ± 90 6035 ± 100 6040 ± 75 6240 ± 100 6265 ± 75 6360 ± 80 6425 ± 85 6455 ± 60 El Truchiro La Riera Cubío Redondo Pareko Landa conchero 29sup. conchero Is-Smk Cl4AMS C14 cony. C14AMS C14 cony. hueso carbón hueso carbón TO-10912 Gak-3046 Beta-106050 GrN-22429 6470 ± 70 6500 ± 200 6630 ± 50 6650 ± 130 5557-5311 (I) 5803-4989 (1) 5629-5486 (1) 5793-5338 (0,99) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico La Fragua Cueva del Mar Los Canes Bricia Marizulo Cueva del Mar Sierra Plana La Fragua Los Canes C14 conv. I sup. conchero-sup. C I4AMS 6-1I C 14AMS A C14 conv. IV C14 conchero -medio C14AMS Paleosuelo C14AMS C14 conv. lmed. 6-11 Cl4AMS carbón carbón hueso carbón hueso carbón carbón carbón hueso GrN-20963 AA-45576 AA-5296 Gak-2908 I-16.190 AA-45573 OxA-69l6 GrN-20964 AA-5295 6650 ± 120 6725 ± 52 6770 ± 65 6800 ± 160 6820 ± 150 6825 ± 41 683() ± 55 6860 ± 60 6860 ± 65 5776-5363 (1) 5724-5555 (1) 5784-5558 (1) 6008-5473 (1) 5988-5486 (1) 5783-5636 (1) 5815-5631 (0,97) 5850-5640 (0,97) 5883-5637 (1) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico 1-15351 4709-4326 (0,99) 4686-4446 (0,97) 4800-4352 (0,99) 4728-4457 (0,98) 5057-4221 (0,99) 4728-4499 (0,99) 4856-4363 (0,97) 4848-4449 (0,99) 4915-4446 (0,98) 5072-4332 (0,99) 5306-4230 (0,99) 4850-4547 (0,98) 4856-4545 (0,95) 4963-4708 (0,99) 5074-4590 (0.98) 5207-5145 (0,05); 5081-4712 (0,92) 5214-4718 (1) 5208-5088 (0,1); 5084-4779 (0,9) 5379-5018 (0,98) 5484-5207 (0,98) 5532-5222 (1) Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico? Neolítico Neolítico? Neolítico? Neolítico Neolítico Neolítico'? Neolítico? Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico Neolítico? Mesolítico Mesolítico Neolítico Neolítico? Iriarte et al. 2005b Iriarte et al. 2005b Zapata et al. 1997 Ontañón 2000 Zapata 1995 Arias y Pérez 1995 Ontañón 2000 Iriarte et al. 2005b Iriarte et al. 2005b Alday y Mujika 1999 Arias y Altuna 1999 González Morales et al. 2002 Arias y Pérez 1992 Straus et al. 2002 Alday y Mujika 1999 Mestres 2006, comunicación personal Arias y Álvarez 2004 Straus y Clark 1986 Ruiz y Smith 2001 López Quintana 2005a y com. personal González Morales 2000 Inédita Arias y Pérez 1992 Clark 1976 Alday y Mujika 1999 Inédita Arias et al. 1999b González Morales 200( Arias y Pérez 1992 UNN UEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICOENLAREGIÓN CANTÁBRICA KOBIE(SerieAnejosn.° 8),año2004. Lassociedadesdel Yacimiento Nivel Método Mat. Datado Laboratorio Fecha BP calBC, 2 sigma Adsc. Cultural Cofresnedo La Garma A La Garma A Los Canes Urratxa Kobeaga Il Urratxa Cueva del Mar Colomba conchero 2 nivel fértil conchero aisl. conchero CI4AMS C 14AMS CI4AMS C 14AMS C14AMS C 14AMS C14AMS C14AMS C14 cony. hueso hueso hueso hueso hueso hueso hueso carbón carbón GrA-20146 OxA-7150 OxA-6889 AA-6071 Ua-1 í 434 Ua-4286 Ua-1 1435 AA-45572 UBAR-833 6865 ± 45 6870 ± 50 6920 ± 50 6930 ± 95 6940 ± 75 6945 ± 65 6955 ± 80 7013 ± 42 7020 ± 90 5845-5659 (0,99) 5849-5661 (0,97) 5910-5715 (0,98) 5993-5659 (1) 5987-5706 (0,99) 5983-5939 (0,1); 5931-5718 (0,9) 6001-5707 (1) 5991-5792 (1) 6035-5732 (0,99) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Los Canes Mazaculos II Toralete 6-II A3 conchero Cl4AMS C14 cony. C14 cony. hueso carbón concha AA-I1744 Gak-15222 UBAR-777 7025 ± 80 7030 ± 120 7060 ± 80 6029-5736 (1) 6101-5667 (0,99) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Pendueles conchero C14 cony. concha UBAR-793 7080 ± 80 Colomba Coberizas Arangas La Garma B Cueva del Mar Mazaculos II Colomba conchcro 1B E2 Cl 4AMS C14 cony. C14 cony. C 14AMS conchero-base Cl4AMS C14 cony. 1I conchero C14 cony. hueso carbón carbón hueso carbón carbón concha 7090 ± 60 TO-10223 7100 ± 170 Gak-2907 UBAR-465 7150±470 7165 ± 65 OxA-7300 7225 ± 44 AA-45575 Gak-8162 7280 ± 220 UBAR-791 7450 ± 120 5910-5534(I) 6265-5660 (0,98) 7083-5193 (0,98) 6212-5971 (0,91); 5954-59 I I (0,09) 6212-6016 (1) 6530-5726 (0,99) 6230-5548 (1) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico La Trecha Pareko Landa C14 conv. C14 cony. concha carbón URU-0038 7500 ± 70 GrN-24782 7510 ± 100 6573-6208 (0,97) Mesolítico Mesolítico La Fragua Covajorno 1 I-Smk (hogar Smk-h2) !inf. conchero C14 cony. C14 cony. carbón concha GrN-20965 7530 ± 70 UBAR-773 7540 ± 1()0 6484-6235 (0,99) Mesolítico Mesolítico Sierra Plana Colomba IC conchero C14 C14 cony. carbón concha 6829-6011 (0,99) UGRA-209 7550 ± 190 UBAR-782 7570 ± 140 6379-5639 (I) Mesolítico Mesolítico Covajorno conchero C14 cony. concha UBAR-774 7580 t 60 Mesolítico Toralete conchero C14 cony. concha UBAR-776 7680 ± 50 Mesolítico La Garma A Cuetu la Hoz conchero C 14AMS C14 cony. hueso concha OxA-7284 7685 ± 65 UBAR-792 7690 ± 130 carbón hueso concha GrN-24780 OxA-7495 UBAR-795 7690 ± 270 7710 ± 90 7705 ± 50 7030-6874 (0,15); 6866-6443 (0,85) Mesolítico Mesolítico Mesolítico 6448-6060 (1) 7145-6685 (0,98) 6650-6235 (1) 6666-6244 (1) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico 6-111 nivel fértil Kobeaga H La Garma A El Aguila Amck-h conchero C14 C14AMS C14 cony. J3 El Espertín Toralete conchero n. fértil conchero CI4AMS concha hueso C14 cony. concha GrN-28008 UBAR-780 7780 ± 130 7790 ± 120 7890 ± 80 La Garma A Arangas La Garma A La Garma A 2B 2 2 C14 cony. C I4AMS CI4 cony. C14 cony. UBAR-658 OxA-7160 LIBAR-656 UBAR-657 7985 ± 65 8025 ± 80 8165±65 8175 t 65 concha hueso concha concha Mesolítico 6639-6439 (I) Mesolítico Mesolítico 7193-6018 (0,99) 6714-6397 (0,98) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Ref. Bibliograf. Ruiz y Smith 2003 Arias et al. 200(1 Arias et al. 2000 Arias y Pérez 1992 Muñoz y Berganza 1997 Memoria 1994 Muñoz y Berganza 1997 Inédita Mestres 2006, comunicación personal Arias y Pérez 1995 González Morales 1995b Mestres 2006, comunicación personal Mestres 2006, comunicación personal Arias y Fano 2003 Clark 1976 Arias, Altuna et al. 1999 Arias, Altuna et al. 1999 Inédita González Morales 1982 Mestres 2006, comunicación personal González Morales et al. 2002 López Quintana 2005a y com. personal González Morales 2000 Mestres 2006, comunicación personal Arias y Pérez 1990 Mestres 2006, comunicación personal Mestres 2006, comunicación personal Mestres 2006, comunicación personal Arias et al. 2000 Mestres 2006, comunicación personal López Quintana 2000 Arias et al. 2000 Mestres 2006, comunicación personal Iriarte et al. 2005a Neira et al. 2004 Mestres 2006, comunicación personal Mestres y Arias 2006 Arias, Altuna et al. 1999 Mestres y Arias 2006 Mestres y Arias 2006 ~ o Z3Iv1121ti1N ONV3 330NN 13í101W KOBLE(Serie Anejosn.° 8),año 2(X)4. LassociedadesdelPaleolíticoen laregióncantábrica Yacimiento Nivel Método Mat. Datado Laboratorio Fecha BP calBC, 2 sigma Adsc. Cultural Ref. Bibliograf. J3 Arangas Arangas La Garma A Arangas J3 Alloru conchero 3 4 2 3 conchero conchero C14AMS C I4AMS C14AMS C14 cony. C14AMS C14AMS . C 14 cony. carbón hueso carbón concha carbón hueso concha GrN-27984 OxA-7149 OxA-6888 LIBAR-655 OxA-6887 GrA-23733 UBAR-781 8190 ± 100 8195 ± 60 8280 ± 55 8295 ± 65 8300 ± 50 8300 ± 50 8360 ± 70 7512-7024 (0,97) 7358-7060 (0,98) 7490-7142 (1) 6896-6394 (I) 7492-7183 (1) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico El Mirón 10.1 carbón GX-24463 8380 ± 175 7825-7020 (0,98) Mesolítico _Liso de Hayas Tito Bustillo sondeo IH-3 enterramiento recuento extendido C14 cony. C14 Iriarte et al. 2005a Arias, Altuna et al. 1999 Arias, Altuna et al. 1999 Mestres y Arias 2006 Arias, Altuna et cil. 1999 Iriarte et al. 2005a Mestres 2006, comunicación personal Straus et al. 2002 carbón diente GrN-21231 8440 ± 130 Beta-197042 8470 ± 50 7735-7136 (0,99) 7592-7469 (I) Mesolítico Mesolítico Berroberría Berroberría La Poza l'Egua Berroberría Berroberría Berroberría La Calvera La Riera El Penicial El Mirón Berroberría Berroberría La Calvera Morin El Perro B C 2 B B C hueso hueso hueso hueso hueso hueso carbón carbón carbón carbón hueso hueso carbón 8470 ± 80 8510 ± 90 8550 ± 80 8580 ± 80 8580 ± 80 8630 ± 70 8640 ± 50 8650 ± 300 8650 ± 180 8700 ± 40 8800 ± 80 8860 ± 100 8950 ± 50 9000 ± 150 9260 t 110 7610-7329 (1) 7732-7351 (1) 8763-8277 (1) Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Mesolítico Aziliense? Mesolítico Mesolítico Mazaculos II El Mirón 9290 ± 440 9550 ± 50 9885-7493 (0,99) 9152-8755 (1) Mesolítico Mesolítico? 29inf. conchero 10.1 B C 4 27 1.3 C14 C14 CI4AMS C14 CI4 C14 C14AMS C14 cony. C14 cony. C 14AMS C14 C14 CI4AMS C14 C14 cony. carbón GrN-16619 GrN-16618 TO-10222 GrN-18422 GrN-18423 GrN-18426 GrA-6994 Gak-2909 Gak-2906 GX-25852 GrN-18424 GrN-18425 GrA-6999 1-5150 GrN-18115 3.3 10.1 C14 cony. C14AMS carbón carbón Gak-6884 GX-24464 7817-7484 (1) 7817-7484 (1) 7838-7536 (0,99) 7755-7579 (0,99) 8558-7037 (I) 8245-7419 (0,97) 7830-7595 (0,99) 8209-7647 (0,99) 8264-7677 ( I ) 8276-8161 (0,43); 8150-7965 (0,57) Serna 2000 Arias, Armendáriz el al., en prensa Barandiarán 1990 Barandiarán 1990 Arias y Fano 2003 Barandiarán 1993-94 Barandiarán 1993-94 Barandiarán 1993-94 Diez Castillo 2005 Straus y Clark 1986 Clark 1976 Straus et al. 2002 Barandiarán 1993-94 Barandiarán 1993-94 Diez Castillo 2005 González Morales 1982 González Morales y Díaz 199192 González Morales 1978 Straus et al. 2002 Cuadro I. Fechas disponibles para el Mesolítico y el Neolítico inicial de la región cantábrica. La calibración de las fechas obtenidas a partir de materiales de origen terrestre corresponde a la curva IntCal04 (Reimer et al. 2004). El cálculo del parámetro AR para la costa cantábrica se encuentra aún en un estado muy inicial. Los exiguos datos hasta ahora disponibles, obtenidos a partir de muestras terrestres y marinas procedentes de las ocupaciones mesolíticas de Colomba en Asturias y de La Garma en Cantabria, revelan valores sensiblemente distintos (85 y 220 años respectivamente, discrepancia posiblemente debida -si la diferencia fuera significativa- a diferencias en el entorno oceanográfico) para cronologías relativamente próximas.. Utilizamos la curva Marine04 (Hughen et al. 2004) para calibrar las dataciones de muestras marinas procedentes de esos contextos junto con aquellos valores preliminares y provisionales del parámetro AR. Es necesario añadir que la exigüidad de los datos tampoco permite calcular la incertidumbre asociada a los valores provisionales de AR; por este motivo se utiliza como estimación de la incertidumbre la combinación de las desviaciones típicas asociadas a las fechas radiocarbónicas de la pareja de materiales y aún así la estimación resulta manifiestamente optimista. Para el resto de fechas sobre concha no es posible, ni siquiera de manera provisional, realizar la calibración, dada la falta de un valor de AR conocido que permita, como en el caso de los dos yacimientos citados, una aproximación, al menos provisional y local, al parámetro AR. Por las mismas razones, salvo en el caso de Colomba resulta de momento comprometido el empleo de la curva mixta para la calibración de muestras de origen terrestre que muestran evidencia clara de dieta con un componente marino relevante (comunicación personal de Joan S. Mestres). Para el cálculo de la calibración se ha utilizado el programa CALIB, versión 5.0.1 (Stuiver y Reimer 1993), indicándose en cada caso la fracción de la probabilidad. Los intervalos con una fracción de probabilidad igual o inferior a 0,05 han sido desestimados. UNNUEVOTIEMPO: ELMESOLÍTICO EN LAREGIÓNCANTÁBRICA KOBIE (SerieAnejosn.° 8),año 2004. Lassociedades del Paleolíticoen laregióncantábrica Yacimiento w v~ 353 MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ tados preliminares relativos a la cronología (dataciones 14C), industria, restos humanos, fauna y AntracoloQía. Figura 8. Detalle de la excavación del conchero de Mazaculos II (campaña de 1977). Adviértase la presencia de un pico asturiense en el centro de la imagen (foto cortesía de M. R. González Morales). (Arias y Pérez 1995; Arias y Fano 2003), habiéndose documentado una serie de inhumaciones en el sitio, cuyo estudio definitivo está prácticamente ultimado. Los trabajos llevados a cabo en los años 80 y 90 en un yacimiento próximo, la cueva de Arangas, permitieron identificar en el sitio dos niveles mesolíticos contemporáneos del "Asturiense antiguo" de la costa. Se trata de niveles de desigual potencia y volumen de material no publicados hasta el momento en detalle (Arias y Pérez 1995; Arias y Ontañón 1999). Más al Sur y es un espacio ya extracantábrico aunque próximo a la divisoria de aguas, la cueva del Espertín ha proporcionado un único nivel fértil, el nivel 2, inicialmente atribuido al Paleolítico superior final y más recientemente al Mesolítico por el hallazgo de microlitos geométricos y la datación disponible para el nivel. De momento contamos con un avance de resultados (Neira et al. 2004). Cabe también mencionar aquí los sitios incluidos en el Programa de sondeos en concheros asturienses desarrollado recientemente en la costa oriental de Asturias sobre un total de 14 sitios: Cuetu La Hoz (Collera) en el concejo de Ribadesella, Cuevas del Mar III (Nueva), Colomba (Cardosu), Cámara (Meré), El Alloru (Balmori) (Fig. 9), Covajorno (Parres), La Pallota (Pancar), El Aguila (San Roque del Acebal), Las Madalenas (Vidiago), Puerto de Vidiago II (Vidiago), abrigos de Pendueles (Pendueles), Arenillas (Buelna), El Toralete (Santiuste) en el concejo de Llanes, y el yacimiento al aire libre de Tina 2 (Pimiango) en el concejo de Ribadedeva (Arias, Fano et al., en prensa). A estos sitios hay que unir la cueva de la Poza l'Egua (Lledías, Llanes), en la que se practicó una excavación de urgencia en el año 2000 (Arias, Fernández-Tresguerres et al., en prensa). Los materiales están aún en estudio, pero se dispone ya para algunos de los sitios citados de resul- Figura 9. Detalle del conchero asturiense del abrigo de El Alloru una vez practicado el muestreo. Finalmente, cabe citar también algunas intervenciones sobre yacimientos al aire libre, como los trabajos de P. Arias y C. Pérez en la Sierra Plana de la Borbolla (Llanes) y los de J.A. Rodríguez Asensio en Bañugues (Gozón). En el primer caso con relación al hallazgo de un utillaje y unos índices de materias primas similares a los de los concheros asturienses, todo ello asociado a una fecha coherente con esta relación —obtenida para el nivel lC del sondeo oriental del sector C—, hecho que respondería a una presencia más o menos ocasional de grupos mesolíticos en la Sierra (Arias y Pérez 1990; Arias 1991). Y en el segundo caso respecto a las observaciones de orden estratigráfico que permitieron ordenar, al menos en parte y desde un punto de vista cronológico, el material arqueológico disperso por la playa de Bañugues producto de la acción erosiva del mar sobre una terraza (de 2,5 m aprox.) inmediata al mar. En efecto, el hallazgo in situ de un pico asturiense en el corte estratigráfico de la playa —en el contacto de los niveles II y III—, así corno el hecho de que no se hallaran picos en los niveles inferiores del área excavada y tampoco materiales propios del Paleolítico antiguo en los niveles superiores, parece abogar por la modernidad del material de tipología asturiense, que resultaría ajeno al del Paleolítico antiguo (De Blas et al. 1978; González Morales 1982; Rodríguez Asensio 1983). A su vez, estas observaciones otorgan una cierta "cobertura estratigráfica" a los hallazgos asturienses (picos) de superficie de la costa central y occidental de Asturias'. 8 Véase en Fano 1997 una síntesis y discusión sobre dichos hallazgos. KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA Son varias las secuencias con niveles del Mesolítico establecidas recientemente en Cantabria, pero de nuevo escasean los estudios definitivos sobre las mismas y en la mayor parte de los casos sólo contamos con avances de resultados y algunos análisis específicos. Por su localización a más de mil metros de altitud, tienen especial interés los hallazgos recientes en el abrigo de La Calvera, donde se han identificado dos niveles —el 2 y el 3— con materiales "de aspecto mesolítico" no publicados aún en detalle (Díez Castillo 1996; 2005). Tal y corno apuntamos en el apartado previo, son varios los sitios excavados en la cuenca del río Asón. El nivel 1 de El Perro es un conchero atribuido al Mesolítico que reposa sobre ocupaciones azilienses y magdalenienses (niveles 2b/2a y 2c respectivamente) (Fig. 10 y 11). Las observaciones de orden estratigráfico están avaladas por la batería de fechas disponible para el sitio (González Morales y Díaz Casado 1991-92, 2000), a la vez que se dispone ya de análisis arqueomalacológico (Moreno 1995) y antracológico (Uzquiano 1995). En líneas generales la secuencia de El Perro parece repetirse en la vecina cueva de La Fragua, donde también se documentó un conchero mesolítico (nivel 1) que cubre —en ocasiones directamente y en otros casos tras un nivel de limos interpretado como un período de desocupación de la cueva (nivel 2)— un posible nivel aziliense (nivel 3) y un nivel magdaleniense (nivel 4) (González Morales 2000) (Fig. 12). En este caso también se dispone de una batería de fechas coherente con la secuencia descrita y de análisis específicos de fauna (Marín 2004; Gutiérrez Zugasti 2006). Así mismo, la intervención arqueológica de urgencia en la cueva de La Trecha (Islares, Castro Urdiales), localizada en el bajo Agüera algunos Km. al Este de los asentamientos del bajo Asón, permitió documentar y datar en las zonas 2 y 4 del yacimiento un conchero mesolítico cuya formación parece prolongarse durante el V milenio (González Morales et al. 2002). De momento se dispone del análisis arqueomalacológico del testigo de conchero excavado en la zona 4 (Gutiérrez Zugasti 2005). En el caso de El Mirón, las distintas áreas de excavación (Cabaña, Trinchera y Corral) han arrojado niveles (respectivamente 10.1, 304 y 102) que se atribuyen al período que nos ocupa y que de modo preliminar se han interpretado como ocupaciones de corta duración (Straus et al. 2002). Los niveles citados cubren unidades estratigráficas correspondientes al Aziliense o al Magdaleniense final, a la vez que subyacen (salvo 102) a ocupaciones neolíticas. De momento se dispone de un avance preliminar del estudio de la fauna (Altuna et al. 2004). Figura 10. Detalle de la estratigrafía del abrigo de la Peña del Perro, campaña de 1990 (foto cortesía de M. R. González Morales). Los trabajos llevados a cabo en 1996-97 en la cueva del Cubío Redondo (Matienzo, Ruesga) revelaron una estratigrafía en la que tras varios niveles estériles se documenta un nivel de conchero con predominio H15 H16 H17 353 H14 Abrigo de la Peña del Perro Corte SE 2 1. _ -.; _ = r' 2b • _ f .~ ~7- 3 r,Fond. 8 Figura 11. Dibujo de la estratigrafía del abri go de la Peña del Perro, corte SE (imagen cortesía de M. R. González Morales). KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 354 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ así mismo de avances de resultados de los trabajos desarrollados en otro asentamiento, en este caso al aire libre, de la cuenca de Urdaibai: Pareko Landa. El nivel de base (Snib) se atribuye a un "Epipaleolítico microlaminar de aspecto aziloide" y está cubierto por un depósito (Sink) que, según el excavador del sitio, incluye dos etapas de ocupación distintas dentro del Mesolítico ("avanzado" y "terminal"). Finalmente, la estructura estratigráfica superior (Sn) correspondería a una etapa inicial del Neolítico (López Quintana 2005a). Figura 12. Vista de la estratigrafía de la cueva de La Fragua, campaña de 1991 (foto cortesía de M. R. González Morales). neto de malacofauna terrestre para el que se dispone ya de una publicación definitiva (Ruiz Cobo y Smith 2001)9. Por lo que a la Zona Arqueológica de La Garma se refiere, cabe citar el nivel de conchero —paquete estratigráfico Q— documentado en la amplia secuencia estratigráfica de La Garma A. En el sector interior de la cavidad el conchero subyace a ocupaciones del Neolítico inicial —paquete estratigráfico Ry cubre una costra estalágmítica —paquete estratigráfico P— que sella un nivel del Tardiglacial —paquete estratigráfico O— cuya industria corresponde al Aziliense o a una fase terminal del Magdaleniense (Arias et cil. 2003). Otros sitios mesolíticos de La Garma se encuentran igualmente en estudio: la cueva del Mar, con restos de un conchero datado gracias al muestreo practicado por nosotros en 1999; y El Truchiro, donde A. Armendáriz ha excavado, bajo un nivel sepulcral atribuido al Calcolítico, una inhumación individual datada en el VI milenio cal BC. Tal y como ya indicamos con anterioridad, el número de sitios sobre los que se ha trabajado en la vertiente atlántica del País Vasco es sensiblemente menor, pero contamos ya con algunos estudios definitivos. Ese es el caso de la cueva de Kobeaga II, excavada inicialmente por J.Ma Apellániz en 1973 y reexcavada, sobre una superficie muy reducida, por J.C. Lôpez Quintana en 1998. La intervención reciente, junto a la revisión de los trabajos de 1973, ha revelado la existencia en el sitio de ocupaciones correspondientes al Mesolítico (horizonte sedimentológico Aincic y subestructura arqueológica Annk-i) que subyacen a un episodio neolítico (subestructura arqueológica Aink-s) (López Quintana 1999, 2000). Disponemos 9 Los resultados de la investigación aparecen igualmente recogidos en distintas contribuciones al n" 53 (2001) de la revista LYtunibe. Es un lugar común en la bibliografía las dificultades de comprensión que presenta de momento la secuencia holocena de Santimamiñe. A luz de la información recabada por Arias (1991, 69 y ss.) durante su trabajo de revisión del material, resulta obvia la imposibilidad de manejar con unas ciertas garantías el registro del nivel IV (tramo inferior del conchero), de cronología mesolítica según la "secuencia estratigráfica" definitiva expuesta en la "Recapitulación y apéndice" de J. M. de Barandiarán (1976). Es por ello que resulta del mayor interés el trabajo de revisión de la estratigrafía iniciado por J. C. López Quintana en 2004 (López Quintana 2005b). Entre otros aspectos, dicha revisión nos permitirá visualizar con precisión las distintas etapas de formación del conchero —superando la simple distinción entre un conchero con algo de cerámica y un conchero sin cerámica— así como el registro arqueológico correspondiente a cada período. Es poco aún lo que puede comentarse sobre la secuencia de Arenaza dada la falta de una publicación detallada del sitio (Apellániz y Altuna 1975a, 1975b). Interpretaciones posteriores de lo publicado coinciden en la existencia de una ocupación mesolítica en este yacimiento vizcaíno. Desde la "perspectiva cantábrica" P. Arias (1991, 59) catalogó corno de "epipaleolítico antiguo de fuerte tradición aziliense" los niveles III y II (subyacentes a 1C2, uno de los niveles que en los últimos años han contribuido a precisar la cronología y el carácter del primer Neolítico en la región, Arias y Altuna 1999); más recientemente A. Alday (1999, 169), en este caso desde la "perspectiva del Alto Valle del Ebro", ha atribuido los niveles III y II a un Mesolítico de "base laminar" y de "estilo campiñoide" respectivamente. La investigación en curso de L. Zapata sobre el nivel 4 Pico Ramos —un conchero de reducidas dimensiones que subyace a un contexto sepulcral del Calcolítico (nivel 3) (Zapata 1995, 2002)— va a proporcionar, dadas las fechas recientemente obtenidas, una información relevante para la comprensión de los contextos de transición entre el VI y el V milenio KOBIE (Serie Anejos n." 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL ti'IESOL[TICO EN LA REGION CANTÁBRICA (Zapata, comunicación personal). Otro de esos contextos transicionales es Herriko Barra, yacimiento al aire libre próximo a la playa de Zarautz sobre el que se practicó una excavación arqueológica de urgencia. La atribución a un momento inicial del Neolítico del nivel arqueolôgicamente fértil (C) se ha basado en las fechas disponibles, en la industria lítica y en la presencia de polen de Cerealia (Alday y Mújika 1999; Iriarte et al. 2005b), dado que en la amplia muestra de fauna estudiada no se identificaron domésticos (Mariezkurrena y Altuna 1995). Además de contribuir a incrementar nuestro escaso conocimiento sobre el Mesolítico en el extremo oriental del Cantábrico, la futura memoria del sitio guipuzcoano de J3, que incluye un conchero en el que se han identificado niveles con y sin cerámica (Iriarte et al. 2005a), aportará datos de interés a los debates de los últimos años sobre cuestiones como la de los "concheros con cerámica" y la pervivencia o no de este tipo de depósitos más allá del VI milenio. En el caso de Marizulo, las fechas obtenidas hace algunos años a partir de muestras procedentes de la excavación practicada en el sitio en los años 60, primero por J. M. Merino y más tarde por J. M. de Barandiarán, han corroborado una secuencia caracterizada por la presencia de una industria escasa y poco diagnóstica (Cava 1978). A la luz de los nuevos datos se confirma la cronología mesolítica de los niveles inferiores —IV y III-; a su vez, la inversión de las fechas obtenidas para el techo del nivel II y la base del nivel I se relaciona con distintos factores —remociones prehistóricas, posibles buzamientos, etc.— , descartándose la existencia de una solución de continuidad entre el techo del II y la base del .I, que se atribuyen al inicio del Neolítico (Alday y Mujika 1999). Tras los trabajos de Loriana, Rivera y Maluquer de Motes, en 1977 I. Barandiarán inició un proyecto de excavación en Berroberría que se prolongó hasta mediados de los años 90 y que está pendiente de publicación definitiva (Barandiarán 1979b, 1990, 1993-94, 1995-96). Durante la fase reciente de excavaciones se verificó, sobre la secuencia del Tardiglacial (con niveles magdalenienses y azilienses), la existencia de ocupaciones correspondientes al Mesolítico en el nivel C y en parte del nivel B. El hallazgo de cerámica en la parte media del nivel B se interpreta como una novedad neolítica. 4. EL MEDIO NATURAL Tras el Younger Diyas, período .frío probablemente provocado por un debilitamiento del sistema de 355 corrientes del Atlántico, el aumento de la temperatura iniciado durante el Tardiglacial se aceleró y motivó las transformaciones ambientales que dieron lugar al establecimiento de las condiciones actuales. Los datos recientes revelan que el Younger Dryas concluyó de manera brusca, dado que sólo en algunas decenas de años se produjo una subida térmica de hasta 10°C. La variación registrada en la curva de la acumulación de nieve establecida en Summit (Groenlandia) constituye un buen ejemplo de ese cambio brusco en las condiciones ambientales del final del Pleistoceno. Al adoptar las corrientes oceánicas su modo de funcionamiento actual, las aguas superficiales del Atlántico Norte se volvieron a calentar y en poco tiempo las temperaturas ascendieron varios grados en Europa. De este modo dio comienzo el último período interglaciar del Cuaternario, el Holoceno, cuyo paleoclima no ha sido tan estable como hasta hace poco se creía. De hecho, se han detectado ciertas oscilaciones cíclicas en las temperaturas probablemente vinculadas a tenues cambios en la circulación oceánica (Uriarte 2003). El calentamiento del Holoceno provocó cambios en la flora y en la fauna a nivel global, así como en la propia configuración de los continentes, dados el proceso de fusión de los hielos continentales y el consiguiente ascenso del nivel del mar. En el marco de una puesta en valor de los cambios súbitos y de su trascendencia en el desarrollo de las sociedades prehistóricas, recientemente se ha llamado la atención sobre la contemporaneidad de este violento cambio ambiental y el hiato de dataciones documentado en el Cantábrico hacia 10,19,6 ka BP no cal, una circunstancia igualmente documentada en otros espacios europeos. La hipótesis, sugerente sin duda, consiste en asumir que las violentas transformaciones ambientales pudieron tener un efecto negativo para las poblaciones de cazadores-recolectores que poblaban la costa cantábrica al comienzo del Holoceno (Estévez 2005). Sin ánimo determinista, se sugiere que el cambio climático habría podido actuar como detonante de una situación ya de por sí delicada. Así por ejemplo, un fuerte incremento de las nevadas habría bastado para reducir drásticamente el número de ungulados como el ciervo, máxime si éstos estaban sometidos (como era el caso) a una continuada presión cinegética. La evidencia arqueológica disponible revela la persistencia de contextos azilienses tras el supuesto "apagón", por lo que, en principio, el evento no coincidiría con la transición al período que ahora nos ocupa, y no contribuiría por tanto a explicar —al menos como factor causal determinante— las transformaciones culturales documentadas en la región a partir del IX milenio. KOBIE (Serie Anejos n." 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 356 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ Respecto a los indicadores climáticos, tanto la información procedente de los niveles mesolíticos como la proporcionada por los depósitos no antrópicos (fondos marinos, lagos y turberas) atestiguan la mejora climática descrita (Arias 1992a; Fano 1998b). A los datos sedimentolôgicos, polínicos, antracológicos o faunísticos de yacimientos como La Riera, Mazaculos y El Perro, hay que añadir hoy la información de interés ambiental recabada recientemente en sitios como Kobeaga II, La Trecha, El Mirón, La Fragua, La Llana, Poza l'Egua y otros concheros asturienses sondeados recientemente. Son muy escasos los estudios de sedimentos llevados a cabo hasta la fecha, pero los que se han efectuado recientemente —como el análisis sedimentológico de Kobeaga II (Areso y Uriz 2000) o el análisis micromorfológico de El Mirón (Courty y Vallverdu 2001)— coinciden en señalar la mejora climática del Holoceno. Así mismo, la mayor parte de los concheros en cueva están cementados, y la formación de las costras y concreciones estalagmíticas que se asocian a ese registro y contribuyen a caracterizarlo son producto de un proceso fisicoquímico que se ve favorecido por unas determinadas condiciones de temperatura y humedad (Butzer 1964, 204). Como ejemplo reciente bien documentado cabe citar la potente costra estalagmítica localizada en La Garma A, infrayacente al nivel Mesolítico y datada por Termoluminiscencia hacia el 9000 a.C. (Arias, González Sainz et al. 1999). La información paleobotánica hasta ahora recuperada en los yacimientos cársticos —como el importante porcentaje de polen de avellano y de otras especies arbóreas termôfilas de La Riera (Leroi-Gourhan 1986); la madera carbonizada de roble, avellano, fresno, encina, madroño, y en mucha menor medida de pino y abedul de Mazaculos (Uzquiano 1995); o la abundante presencia de madera de roble en Kobeaga II (Zapata 2000a) y en los concheros asturienses sondeados en los últimos años (Arias, Fano et al., en prensa)— es coherente con el panorama vegetal que revelan los depósitos no antrópicos del norte peninsular (Ramil 1993; Peñalba 1992, 1993; Montserrat 1992). La etapa previa al inicio del Holoceno se caracterizó por la ausencia de vegetación arbórea en los ambientes de montaña; pinos, robles y abedules sólo florecieron en fondos de valle y lugares protegidos. Más tarde, entre 10000 y 8000 BP no cal. aproximadamente, pinos y abedules comenzaron a colonizar las zonas de montaña, a la vez que los robles ocuparon espacios de menor altitud. Con posterioridad la consolidación de las condiciones ambientales interglaciares se materializó, desde el punto de vista botánico, con el desarrollo del bosque mixto caducifolio dominado por los géneros termófilos Oi.iercus y Corvlus. Son pocos los datos disponibles sobre microfauna para el período que nos ocupa, no obstante la información es coherente con lo hasta ahora comentado (Arias 1992a). Resulta sintomática por ejemplo la presencia del lirón gris (Glis guis) en el nivel 29 de La Riera, un micromamífero de carácter eminentemente forestal (Pemán 1990). Los últimos datos recabados proceden del nivel 10.1 de El Mirón y del depósito de Kobeaga II. El Mirón ha proporcionado una colección de microfauna propia de un clima templado y húmedo, con especies adaptadas a los medios boscosos como el topil.lo rojo (Clethrionomys glareolus), el lirón gris (Glis glis) y la ratilla agreste (Mic rotï_.is agresti.$) entre otros (Altuna et al. 2004). El escaso material recuperado en Kobeaga II resulta también coherente con el medio natural descrito (Murelaga et al. 2005). Por otro lado, el notable incremento en el registro arqueológico de comienzos del Holoceno de algunas especies de ungulados resulta también coherente con el medio ambiente que indican los análisis paleobotánicos. Uno de esos taxones es Sus scrofa, cuyo incremento se ha asociado a la expansión del bosque, medio al que está perfectamente adaptado (Altuna 1992, 1995, 1999). Lo mismo ocurre con Capreoius capreolus; salvo alguna excepción ambos taxones están presentes en el conjunto de los niveles mesolíticos estudiados, y en el caso de La Fragua el jabalí es el ungulado mejor representado, tanto en número de restos corno en aporte cárnico. Así mismo, la presencia en El Espertín (a 1260 m de altitud) de taxones propios de climas templados, entre ellos el jabalí, resulta especialmente significativo. Tampoco faltan en niveles excavados recientemente aves bien adaptadas al medio forestal, como la paloma zurita, el cárabo y el ratonero, y aunque anecdótico cabe citar también el resto de ardilla hallado en Kobeaga H. Una cuestión ya advertida por Vega del Sella en su monografía sobre Cueto de la Mina (1916) es la sustitución de Littorina littorea por Monodonta lineata en los niveles mesolíticos. Se trata de dos gasterópodos marinos que muestran un distinto grado de adaptación a las temperaturas elevadas (Newell et al. 1971). De ese modo, todo parece indicar que la mayor o menor presencia en el registro arqueológico de ambas especies se vincula a las condiciones ambientales y no tanto a una posible selección antrôpica, dado que ambos gasterópodos ocupan espacios muy similares dentro del ambiente intermareal y su aporte a la dieta parece haber sido también muy parecido. Los detallados análisis arquemalacológicos rea- KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA lizados recientemente sobre las colecciones de Kobeaga II, La Trecha, La Fragua, La Llana, Poza l'Egua y de otros concheros asturienses sondeados recientemente, parecen corroborar el hecho, ya referido en otros trabajos (Fano 1998b, 2000), de la muy escasa o nula presencia del caracol de aguas frías, Littorina littorea, en los niveles mesolíticos. Probablemente, el notable incremento de Patella intermedia en depósitos mesolíticos como los de La Riera, Poza l'Egua y La Fragua consta también de una lectura ambiental. A diferencia de Patella vulgata —la lapa más recolectada durante el Paleolítico, bien adaptada al frío— Patella intermedia tiene unas preferencias climáticas templadas (Craighead 1995; Bailey y Craighead 2004; Gutiérrez Zugasti 2006); aunque el incremento de esta especie de Patella durante el Mesolítico también se ha vinculado a una explotación más intensa del intermareal, dado que en este caso ambos gasterópodos ocupan espacios distintos, Patella vulgata zonas poco expuestas al batido de las olas y Patella intermedia zonas batidas (Ortea 1986). Apenas disponemos de análisis sistemáticos de las colecciones de malacofauna terrestre halladas en los sitios mesolíticos del Cantábrico, pero cuando existen, como en el caso de Cubío Redondo (Aparicio 2001), nos muestran un conjunto de especies propias de ambientes boscosos y húmedos. En síntesis, todo parece indicar que las sociedades mesolíticas del cantábrico conocieron, sobre todo a partir del Boreal, un medio natural similar al actual, con una cobertera vegetal caracterizada por el bosque mixto caducifolio y un clima de tipo oceánico, quizá más húmedo que el actual (Harrison y Digerfeldt 1993, 241). Un medio ambiente, por tanto, propio del período interglaciar en el que aun nos encontramos. El ascenso eustático del nivel marino producto del calentamiento global del planeta, proceso que se aceleró hace unos diez mil años, afectó a la costa del Tardiglacial y también a la del Holoceno. El proceso, ocurrido a nivel mundial, muestra ciertas particularidades según el área de estudio y no resulta posible establecer una curva universal, ya que cada uno de los fenómenos relacionados con las variaciones del nivel del mar —pulsaciones de la curva eustática, movimientos isostáticos, geotectónica y desplazamientos del geoide— gozó de una particular dinámica espaciotemporal (Mórner 1995). El proceso de subida del nivel del mar a lo largo del Holoceno se ha seguido en distintos puntos de la costa cantábrica (véase entre otros Edeso 1991; Cea- 357 rreta et al. 1992; Cearreta y Murray 1996; Flor y Martínez 1997; Mary 1992), pero de momento resulta difícil precisar la ubicación de la línea de costa a lo largo del tiempo. En el caso del Cantábrico, la escasa plataforma continental existente motiva que las regresiones y transgresiones marinas resulten modestas, sobre todo si se comparan con las documentadas en otros espacios europeos, y durante el Holoceno el ascenso del nivel del mar no debió de producir una pérdida importante de territorios hasta entonces emergidos. Pero ello no es óbice para soslayar el problema; en primer término, la inundación de los espacios litorales y la acumulación de un importante volumen de sedimentos en la parte baja de los valles, producto de la modificación del nivel de base marino, provocaron la pérdida de una parte del registro. No sabemos cuántos yacimientos mesolíticos han desaparecido, pero sí contamos con un dato significativo: más de la mitad (por encima del 65%) de los yacimientos asturienses localizados en el primer km de costa se sitúan a menos de 500 m de la línea de costa actual1', hecho que nos permite plantear, corno hipótesis razonable, que en la franja de costa afectada por la transgresión marina el número de yacimientos debió de ser importante (Fig. 13). En segundo término, no disponemos de una información veraz relativa a la ubicación de los asentamientos con respecto al medio litoral pretérito, circunstancia que, de no considerarla, alteraría sustancialmente nuestras inferencias sobre aspectos tales como el patrón de poblamiento y los modos de subsistencia de las sociedades mesolíticas. Otro buen ejemplo de lo comentado se documenta en la parte baja de uno de los valles cantábricos, el del Asón, donde sitios como los abrigos de la Peña del Perro (Santoña) han quedado literalmente colga- 50 45 40 f, 35 Ë 30 _ ~ 25 4 • 20 ~ 15 • 10 5 a a m0-1 km ■1-2km o 2-3 km umásde3km ~.,,.. Distancia respecto a la line* de costa actual Figura 13. Ubicación de la muestra de yacimientos mesolíticos analizada con respecto a la línea de costa actual. 10 Calculo efectuado a partir de una muestra de 81 sitios asturienses localizados en los concejos asturianos de Llanes y Ribadedeva (Fano 1998b), véase Fig. 28. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la region cantábrica 358 MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ dos en los acantilados (Fig. 14), al provocar el ascenso del nivel del mar el desmantelamiento de los taludes que comunicaban los citados asentamientos con el fondo del valle; a la vez que el progresivo acercamiento de la línea de costa ha dejado su huella en el registro arqueológico, con una progresiva intensificación del marisqueo en la secuencia del abrigo principal desde el nivel Magdaleniense al nivel Mesolítico (González Morales 1990; Moreno 1995). Se trata éste de un hecho también observado en la inmediata cueva de La Fragua (Gutiérrez Zugasti 2006) y que no resulta ajeno a otros depósitos peninsulares corno el de la cueva de Nerja (Jordá Pardo 1984-85). Figura 14. Vista de uno de los abrigos de la Peña del Perro en la ladera SE del Monte Buciero (foto cortesía de M. R. González Morales). 5. ASPECTOS TECNOLÓGICOS Textos recientes, como los de A. Cava (2004) y A. Alday (2005a, 2005b) en las concienzudas memorias de excavación de Kampanoste y Mendandia, se hacen eco de la "indefinición" de lo cantábrico en lo relativo a las industrias líticas. Efectivamente, la acusada personalidad de los conjuntos cantábricos parece difuminarse de repente, al margen quizá de lo asturiense, cuya singularidad ha marcado, como ya vimos, la historia de la investigación sobre el período. La indeterminación del registro postaziliense del Cantábrico oriental —probablemente vinculada, al menos en parte, a la falta de investigaciones específicas sobre el período— y la originalidad del registro asturiense —caracterizado en buena medida por la habitual ausencia de utillaje en los depósitos— dificultan Iógicamente la búsqueda de parangón en espacios próximos. Encontramos buen reflejo de ello en los trabajos que han contextualizado, en un marco amplio, -las unidades industriales mesolíticas (laminar, de muescas y clenticulados, y geométrica) definidas en la Alta-Media Cuenca del Ebro gracias a trabajos de campo recientes en sitios corno Atxoste, Menclandia, Kampanoste, Kampanoste Goikoa (Álava), Aizpea (Navarra) o Peña 14 (Zaragoza), entre otros. De esa indefinición comentada también da buena cuenta el conato de debate que encontramos en la bibliografía de los años 90 respecto a la organización del registro cantábrico. La propuesta de P. Arias consistió en dividirlo en dos bloques industriales: el Asturiense por un lado, y el Mesolítico postaziliense del Cantábrico oriental por otro. El predominio neto del sílex, una producción laminar importante, la elaboración de un utillaje más próximo al superopaleolítico, y la presencia de microlíticos geométricos, serían algunos de los caracteres definitorios de ese Mesolítico postaziliense, cuyas diferencias con el complejo industrial asturiense se relacionaron con un posible comportamiento territorial durante el período (Arias 1991, 1997). Para la crítica de este modelo se esgrimieron argumentos de diferente naturaleza, que abogan por un mayor grado de homogeneidad para el registro mesolítico. Así, las diferencias entre determinadas categorías de útiles vendrían determinadas por factores como la materia prima —poco propicia en el Cantábrico occidental para la producción laminar— y las actividades realizadas, que sólo determinaron por ejemplo el empleo del pico asturiense en el Cantábrico occidental. En alguna ocasión el utillaje lítico pudo resultar sencillamente prescindible para el tipo de actividad llevada a cabo en/desde el asentamiento, o bien éste no se depositó en el sitio, como parece haber ocurrido en La Fragua, donde se identificaron signos evidentes de actividad en el área de ocupación de la cueva pero apenas útiles. Al tiempo, una lectura más crítica del incierto y frágil registro vasco revelaría la elaboración de un utillaje no tan ajeno al de las colecciones asturianas, con predominio de raspa- KOBIE (Serie Anejos n.' 8), año 2()04. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 359 dores, piezas de retoque continuo, muescas, denticulados, y de nuevo una mínima presencia de microlitos geométricos (González Morales 1995a). Los yacimientos excavados recientemente no permiten superar el panorama descrito. Sólo disponemos de publicaciones definitivas para Kobeaga II y Cubío Redondo, dos sitios que han arrojado exiguas colecciones -341 piezas (41 retocadas) la reexcavación del primero, y 304 piezas (21 retocadas) el segundo—. Para otros yacimientos como El Espertín, Los Canes, Arangas, La Calvera, La Garma A, Pareko Landa o Berroberría, sólo contamos con avances de resultados en general poco detallados. En otros casos apenas se han documentado evidencias, como ocurre en La Poza l'Egua y en otros concheros asturienses sondeados recientemente, o en depósitos corno los de La Trecha, El Mirón o Cofresnedo. De este modo, no es mucho lo que la información reciente aporta al conocimiento de la cadena operativa del utillaje lítico del período. Por lo que respecta a la tipología, el utillaje de piedra hallado hasta la fecha en los contextos asturienses es muy distinto al del período aziliense previo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Niveles con una presencia importante de material retocado —con dominio del utillaje microlaminar— y de restos de talla, dan paso a un registro muy pobre en materiales y caracterizado por el utillaje pesado. Valga corno ejemplo la experiencia de Mazaculos, donde sólo se hallaron media docena de piezas retocadas y unos tres centenares de restos de talla (sin una sola hojita) tras excavar varios m' de un potente conchero. La característica más sobresaliente de las colecciones es la importancia del utillaje sobre canto rodado, básicamente picos asturienses (Fig. 15 y 16) y cantos trabajados. No resulta posible valorar con precisión el peso relativo de estos útiles en el conjunto del utillaje, dada la evidente sobrerrepresentación del pico asturiense. Su carácter de "fôsi.l director" motivó la sistemática recuperación del mismo en las excavaciones antiguas, así corno la atribución al Asturiense de piezas procedentes de contextos poco seguros (niveles revueltos, hallazgos de superficie ... j. El caso de los cantos trabajados es el contrario, dado que se trata de piezas poco espectaculares y no definitorias desde el punto de vista cultural (Arias 1991). Por lo que se refiere a los picos, el análisis de las dimensiones absolutas (longitud, anchura, espesor) y sus proporciones reveló la existencia de un módulo original para la elaboración de este tipo de últiles, en el que encajaría la mayor parte de las piezas analizadas (González Morales 1982). Esa estandarización en sus proporciones revelaría una selección de la materia Figura 15. Pico asturiense de Mazaculos Il (foto cortesía de M. R. González Morales). Figura 16. Picos asturienses de La .Providencia, Gijón (izq.), y de la Punta de la Vaca de Luanco. Gozón (dcha.). prima, dado que el canto original definiría directamente las proporciones del útil. El utillaje sobre lasca u hoja es muy escaso en los contextos asturienses, con predominio de raspadores, muescas y denticulados, y casi total ausencia de microlitos geométricos. Hallazgos recientes en concheros, como El Aguila, La Poza l'Egua y Arenillas confirman este hecho. La investigación desarrollada en los últimos años en espacios interiores del Cantábrico occidental está revelando un panorama más complejo, con colecciones no tan ajenas a la tradición superopaleolítica. De momento el material más significativo procede de El Espertín, donde se ha documentado algo más de un 25% de utillaje laminar, compuesto esencialmente por hojitas de dorso. En proporción similar aparecen los útiles de sustrato (denticulados, muescas, raederas... ), a la vez que no faltan otros grupos tipológicos como raspadores (con buena presencia de unguiformes), buriles (con predominio de diedros), truncaduras, piezas de retoque continuo, y en menor medida perforadores y microlitos geométricos (triángulos y KOBIE (Serie Anejos n.° 3), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 36(} MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ trapecios) (Fig. 17). Se trata de una colección próxima a los conjuntos del final del Paleolítico y no sorprende que inicialmente fuese atribuida a ese momento. Habremos de esperar a la publicación definitiva de esta colección, así como de los materiales hallados en Los Canes —donde debido al contexto de procedencia (tumbas) sólo una parte de la industria puede atribuirse con cierta seguridad al Mesolítico— y sobre todo en la cueva de Arangas, donde se ha señalado la presencia de raspadores, perforadores, piezas de dorso rebajado, piezas astilladas, piezas de retoque continuo, muescas y denticulados, para conocer con algo más de detalle el utillaje empleado por los grupos que poblaron esos espacios interiores de la región. 2 Ya en Bizkaia, la reexcavación de Kobeaga II ha revelado la producción de un utillaje tanto sobre lasca como sobre soportes laminares y microlaminares. En general éstos últimos se reservan para la producciôn de "armaduras microlíticas", es decir, para la elaboración de puntas y laminillas de dorso y de microlitos geométricos (triángulos). En el nivel Amck algo más del 27% de la colección está compuesta por armaduras microlíticas, con presencia también significativa de raederas, denticulada y ecaillés (Fig. 18). Carecemos aun de detalles respecto al importante repertorio de industria lítica del nivel Smk de Pareko Landa, caracterizado en su parte inferior (ISmk) por los geométricos (triángulos) y los denticulados de retoque can-ipir%oide, mientras que en el tramo superior (Is-Smk) destaca la presencia, entre las armaduras microlíticas, de trapecios de retoque abrupto (Aguirre et al. 2000). 3 gaN 6 Hacia el Este, la industria del conchero de La Garma A parece ser abundante, al menos en comparación con el panorama que habitualmente presentan los contextos de este tipo. La colección estudiada por E. Muñoz en su memoria de licenciatura incluye 1396 efectivos, de los cuales 74 son útiles. Predomina el utillaje de sustrato: denticulados, muescas, raederas y astillados suponen casi el 40% de la colección. La proporción de raspadores también es importante, en torno al 24%, y sin que falten circulares y unguiformes. El utillaje microlaminar supone a su vez el 19%, con predominio de las laminillas de dorso, y también se refiere la presencia de láminas retocadas y de un trapecio". También se da cuenta de la presencia de utillaje microlaminar en Cubío Redondo, así como de algún geométrico. además de raspadores, piezas de retoque continuo y muescas, entre otros objetos retocados. 7 .e2;27.cf2. 9 Finalmente, las últimas valoraciones sobre el registro lítico del sitio navarro de Berroberría insisten en la presencia en el nivel C de una colección de material retocado acorde con la tipología clásica de los conjuntos de muescas y denticulados, con presencia de denticulados de estilo campiñzoide en este nivel y también en el suprayacente B. Las observaciones de orden tipológico estarían avaladas por la contemporaneidad de las ocupaciones mesolíticas de Berroberría y de la unidad industrial de muescas y denticulados identificada en un buen número de niveles de la AltaMedia Cuenca del Ebro. 10 ~ c~,1 12 13 14 Con relación a las materias primas, es la cuarcita, de fácil recogida en playas y lechos fluviales, la Figura 17. Microlitos geométricos de El Espertín: triángulos (1 a J O) y trapecios (11 a 14) (imagen cortesía de N. Fuertes Prieto, Fuertes 2000-2001). 1I En un trabajo posterior se alude, en plural, a la presencia de microlitos geométricos (Arias, González Sainz et al. 1999). KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 361 UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA que domina entre los restos de talla de los conjuntos costeros del oriente de Asturias (supone en torno al 75%). En mucha menor proporción aparecen el cuarzo y la arenisca y de manera mínima la caliza. La proporción de sílex se sitúa en torno al 10% y es de procedencia local, al menos por lo que respecta a las variedades identificadas a través de observaciones macroscópicas en esta parte del Cantábrico —con predominio de la radiolarita y del sílex negro—, en general de mala calidad para la talla (Arias 1992b). El registro de La Riera, con predominio de la cuarcita y presencia de radiolarita y en menor medida de sílex negro en los niveles mesolíticos (Straus y Clark 1986), constituye un buen ejemplo de lo comentado; y también de la tendencia observada desde finales del Tardiglacial hacia el empleo de material primas locales de peor calidad, con un mayor uso de la cuarcita y de las variedades locales de s lex. Por lo que atañe al utillaje, se observa que los útiles pesados, como los picos asturienses y los choppers, se elaboraron en cuarcita, mientras que para los útiles en lascas y hojas pudo emplearse preferentemente el sílex. No obstante, la escasez del utillaje asturiense elaborado sobre este tipo de soportes no permite verificar este comportamiento. Si atendemos a los últimos (y de nuevo parcos) datos, observamos que en La Poza l'Egua de cuatro piezas retocadas tres son en sílex y una en cuarcita, mientras que el soporte del material retocado recuperado en los sondeos de varios concheros asturienses —sólo dos piezas procedentes de Arenillas y El Aguila— es el cuarzo y la cuarcita. En los espacios alejados del litoral se percibe la misma tendencia en cuanto a la procedencia de la materia prima. En el caso de Los Canes, el sflex cretácico dominante en los niveles del Paleolítico superior (procedente probablemente de afloramientos localizados en el Oeste de Cantabria, al menos a 40 Km. de distancia) es sustituido durante el Holoceno por materias primas locales como el sílex gris y, en menor medida, el sílex negro (Arias, Fernández et al., en prensa). La finalidad del utillaje pudo influir en la selección de la materia prima a emplear. De ese modo se ha explicado la importante presencia de sílex gris (la materia prima de mayor calidad entre las variedades locales) en las tumbas de Los Canes, donde una buena parte del material probablemente se vincule al tratamiento funerario de los inhumados (ofrendas, instrumentos vinculados a algún tipo de actividad ritual ...). En cambio, en la cercana cueva de Arangas, lugar con una funcionalidad radicalmente distinta, predomina la cuarcita y el sílex gris pierde claramente el protagonismo a favor de otras variedades locales de peor calidad como el sílex negro y la radiolarita. 2 4 -~- -~- 10 9 2cm 12 13 Figura 18. Material lítico del nivel Amck de Kobeaga II: armaduras microlíticas (1 a 7), microburil krukowski (8), raspador (9), raederas (H)-12) y ecaillé (13) (imagen cortesía de J. C. López Quintana, López Quintana 2000). En El Espertín la norma también parece haber sido el aprovechamiento de la materia prima local, como el sílex negro y la cuarcita, pero no faltan algunos materiales exóticos que en algún caso habrían sido introducidos en el sitio en forma de piezas retocadas. Así mismo, la distancia existente a las fuentes de aprovisionamiento de materias primas líticas también parece tener su reflejo en el modo en que éstas fueron trasladadas hasta el asentamiento: en forma de cantos sin desbastar en el caso de la cuarcita y del sílex negro, y en forma de núcleos ya conformados tras un trabajo de preparación previo en el caso de materiales de procedencia más lejana (Fuertes 20002001; Neira et al. 2004). Por lo que respecta a los útiles, en Los Canes se ha observado que la materia prima no se distribuye al azar. Por ejemplo, en el caso de los microlitos geométricos se ha advertido la existencia de una relación KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 362 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ entre el tipo de materia prima y la técnica de retoque empleada. Al igual que en Los Canes, los microlitos geométricos de El Espertín se elaboraron sobre distintas rocas, en este caso con predominio de la radiolarita. Por tanto, en la parte occidental de la región la materia prima sería de procedencia fundamentalmente local, con una presencia limitada del sílex debido a su escasez en el sustrato geológico de esta parte del Cantábrico, compuesto esencialmente por materiales paleozoicos. El sílex resulta mucho más accesible en el Cantábrico oriental, circunstancia que queda perfectamente reflejada en los niveles mesolíticos (y de otros períodos) de esta parte de la región; valgan como ejemplo los registros recientes de yacimientos cántabros como La Garma o Cubío Redondo, para los que también se señala un aprovechamiento prioritario de los sílex locales. En la Cuenca Vasco Cantábrica y Pirineo navarro se ha documentado un elevado número de silicificaciones, pero fueron pocos los tipos de sílex aprovechados por las sociedades paleolíticas. En especial, son los sílex del Flysch, de Urbasa y de Teviño los que presentan unas condiciones geomorfológicas que posibilitaron una explotación sistemática de los mismos (Tarriño 2001a). Recientemente, el análisis macro y microscópico de los sílex por parte de A. Tarriño está permitiendo un avance cualitativo de nuestros conocimientos sobre los tipos de sílex explotados y sus procedencias. Sus estudios, centrados en el Pals Vasco, revelan un panorama no muy distinto al observado en Asturias. Efectivamente, sitios como Kobeaga II, Aizpea, Kampanoste o Mendandia (Tarriño 2000, 2001 b, 2004 y 2005 respectivamente) muestran un neto predominio de los sílex de procedencia local, aunque en Kampanoste los materiales más próximos (sílex de Loza, Treviño y Urbasa) proceden de afloramientos naturales localizados a distancias comprendidas entre los 20 y los 30 Km. En los otros tres casos, los sílex locales (del Flysch Cretácico en Kobeaga II; de Loza y de Treviño en Mendandia; y del Flysch pirenaico en Aizpea) proceden de afloramientos más próximos (10-15 km.). No faltan sílex de procedencia más o menos remota, pero están presentes de manera netamente minoritaria. Ese es el caso, muy interesante, de la presencia de sílex del Flysch Cretácico en Mendandia, Kampanoste y Aizpea, es decir, en sitios localizados al otro lado de la divisoria de aguas y a muchos kilómetros de distancia de los afloramientos —en torno a 80-90, 70-80, y 40-60 Km., respectivamente. Si bien es cierto que este material aparece en pequeña proporción (con un máximo del 6% en el nivel Lanh-i de Kam- panoste), su presencia (algo más importante entre el material retocado) revela, al igual que otro tipo de evidencias que después comentaremos, la existencia de relaciones entre los contextos mesolíticos del Alto Ebro y los de la vertiente atlántica. En este sentido, cabe también recordar la mínima presencia de sílex de Urbasa en Kobeaga II. En los yacimientos del Alto Ebro y Pirineo navarro se han localizado otros materiales de procedencia lejana como el sílex de la Chalosse y de la zona litoral de Las Landas en Aizpea (0,2% en el nivel Ainf.) o el sílex de Urbasa en Aizpea (0,3% en el nivel Ainf.) y Mendandia (2,2% en el nivel IIIinf.). Por lo que respecta a la tecnología, en el caso de las colecciones asturienses P. Arias ha constatado el empleo de una técnica de talla especialmente indicada para las particularidades de la materia prima predominante; se trata de la denominada técnica del núcleo unidireccional con plano de percusión cortical (N.U.P.C.) (Arias 1987). Consiste en la talla de un canto rodado por medio de golpes oblicuos, aplicados de manera sucesiva en toda la anchura de una de sus caras planas, comenzando por un extremo del eje mayor, y renovando, por tanto, el plano de percusión a cada hilada. Al estar cercano el agotamiento del canto, se modificaría ligeramente la estrategia, mediante la ampliación del plano de percusión a todo el contorno cortical del canto. Los núcleos abandonados en las primeras fases de la talla (los N.U.P.C. propiamente dichos) tendrían una forma similar a la de un chopper —de hecho, así fueron interpretados inicialmente—, a la vez que los próximos al agotamiento serían de tipo discoide. Los productos obtenidos son lascas con talón cortical, gran parte de ellas de decorticado secundario, de dimensiones bastante regulares (unos 3 cm. de longitud y anchura). Las colecciones asturienses, procedentes tanto de concheros corno de yacimientos al aire libre (Sierra Plana de la Borbolla y Cuesta de Pimiango), revelan el empleo de la técnica descrita: índices elevados de núcleos de los tipos correspondientes, elevados porcentajes de lascas de decorticado secundario y predominio de las lascas de talón cortical. No parece que la abundancia de lascas de decorticado secundario en los conjuntos deba considerarse como indicio de la importancia de las primeras fases de la talla en los sitios, puesto que en una técnica como la del N.U.P.C. ese tipo de productos se habrían extraído en casi todo el proceso de aprovechamiento del núcleo. La técnica habría posibilitado un aprovechamiento prácticamente completo de los cantos de cuarcita y favorecería la obtención de lascas bastante uniformes desde el punto de vista dimensional y morfológico, sin necesidad de una preparación previa del núcleo, KOBIE (Serie Anejos n." 8), afeo 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGION CANTÁBRICA 363 algo que resulta complicado de llevar a cabo con un material como la cuarcita. Sería por tanto una técnica apropiada para confeccionar útiles tecnológicamente sencillos como los picos asturienses, a la vez que las características de lascas obtenidas (cortas, robustas y con filos resistentes) serían las apropiadas para elaborar los útiles comunes (como muescas y denticulados) en los yacimientos asturienses. A su vez, N. Fuertes ha identificado, entre los tipos de roca tallados con intensidad en El Espertín, una cadena operativa de talla laminar destinada a la obtención de hojas y hojitas, producidas a partir de núcleos prismáticos con dirección de talla unipolar. También se ha verificado la producción de lascas a partir de un esquema de talla centrípeto, sobre todo en cuarcita. La producción de los microlitos geométricos se llevó a cabo en el marco de la cadena operativa de talla laminar identificada, salvo en algún caso en el que parecen haberse empleado fragmentos de lascas de cuarcita. La elaboración de geométricos a partir de soportes laminares se llevó a término mediante la técnica ciel microburil (identificada fundamentalmente por los restos de talla) y mediante la llamada técnica de rotura transversal. Es decir, se emplearon dos procedimientos distintos para fracturar las láminas utilizadas para la elaboración de los geométricos. El empleo de la técnica del microburil para la fabricación de geométricos se ha identificado igualmente en otros yacimientos corno Los Canes, La Garma y Kobeaga II. La técnica de rotura transversal es un procedimiento técnico más sencillo, indicado para la fabricación de puntas triangulares. Consiste en fracturar —posiblemente mediante percusión directa— una hoja a partir de la cara inferior y en su zona central. De este modo se obtiene una superficie de rotura perpendicular al eje y es el fragmento distal del soporte el que se emplea para elaborar el instrumento. El triángulo vendrá definido por la intersección de un dorso rebajado sobre un borde lateral del soporté y una truncadura proximal realizada sobre la rotura (Fig. 19). Por lo que se refiere a la funcionalidad del utillaje lítico, el material asturiense se lia vinculado a prácticas económicas como el incremento de la actividad recolectora y la puesta en práctica de técnicas de caza menos dependientes del empleo de proyectiles; así como al trabajo (con útiles como las muescas y los denticulados) de la madera, material muy accesible en los bosques cantábricos del Holoceno cuyo uso sistemático para la confección de herramientas habría coincidido con la brusca reducción del empleo del material óseo. De momento carecemos de estudios funcionales que verifiquen estas observaciones. Sí I "Tticníca de rotura transversal": íractu ación de una hoja pur percusión sobré s,i cara inferior 2: Retoque sobre la pane distal de la hoja fracturada l'unta triangular Figura 19. Proceso de elaboración de las puntas triangulares en dos pasos. I : "Técnica de rotura transversal"; 2: Retoque (imagen cortesía de N. Fuertes Prieto. Fuertes 2000-2001). contamos con análisis de este tipo en un yacimiento prôximo al Cantábrico, Mendandia; donde el raspado y cepillado de materiales duros orgánicos se realizó fundamentalmente con muescas y denticulados, pero sólo ha podido reconocerse de manera absoluta algo más de un tercio de las huellas correspondientes a ese tipo de materiales, con similar representación de la madera y el hueso y en menor medida del asta (Mazo 2005). Tampoco se han realizado análisis como los que en otros contextos han permitido, por ejemplo, identificar utillaje lítico empleado para procesar el pescado (Clemente 1997). A su vez, la presencia de armaduras microlíticas se ha vinculado a la actividad cinegética, pero de nuevo carecemos de análisis funcionales que lo verifiquen, tal y como se ha hecho en Mendandia, donde algo más de un tercio de los microlitos geométricos del nivel IIlinf. presentan huellas funcionales que corresponden a su uso como elementos de proyectil (Domingo 2005). En el Cantábrico el instrumento que ha monopolizado el debate respecto a la funcionalidad del utillaje KOBIE (Serie Anejos n.° S), año 20)4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 364 MIGUEL ANGEL FAIN MARTÍNEZ ha sido el pico asturiense. En los albores de la investigación se le denominó '`pico marisquero" y se estimó su utilidad para la recolección de patellas (Vega del Sella 1923). En trabajos posteriores se apuntaron otras posibilidades, como su empleo para abrir los erizos de mar que encontramos comúnmente en los concheros (Madariaga 1976), o su uso para cavar superficialmente la tierra en busca de raíces comestibles (Jordá 1970, Pérez 1999). Aún hoy desconocemos la función precisa de este útil, pero en consonancia con lo apuntado hace años por González Morales (1982), pensamos que existen una serie de evidencias que permiten suponer para este instrumento un uso vinculado a las tareas de explotación del litoral. Como hecho más relevante cabe citar la vinculación de los picos a los depósitos de conchero, circunstancia que permite establecer una relación directa entre estos instrumentos y los asentamientos costeros desde los que se practicó el marisqueo. Esperamos que el programa experimental que desarrolla actualmente F. I. Gutiérrez Zugasti contribuya a esclarecer la cuestión. En síntesis, resulta difícil ofrecer una visión integradora para el conjunto del Cantábrico respecto al utillaje lítico, pero lo que sí parecen verificar los nuevos datos es la distancia existente entre los concheros del Cantábrico occidental y otros yacimientos ubicados tanto al Sur como al Este del área clásica de dispersión del Asturiense. En el Espertín se ha identificado una cadena operativa de talla laminar y el utillaje microlaminar también está presente en sitios del. Cantábrico oriental excavados recientemente como La Garma A, Kobeaga II y Pareko Landa. Sólo el utillaje de sustrato parece conferir una cierta homogeneidad al registro lítico de la región. A su vez, los geométricos, prácticamente inéditos en los concheros asturienses, se documentan en buena parte de los sitios en los que se ha trabajado recientemente, aunque su peso en las colecciones no parece ser importante, al menos en los casos para los que se dispone de datos más detallados. La información relativa a las materias primas líticas de las colecciones asturienses se han venido interpretando como evidencia de unas sociedades menos móviles —quizá marcadas por un incipiente comportamiento territorial—, bien adaptadas a unas áreas de captación de recursos más reducidas que habrían sido explotadas de manera intensiva. Al otro lado del Cantábrico son aún pocos los yacimientos paleolíticos estudiados con detalle (Labeko koba, Antoliñako koba), pero los datos disponibles parecen apuntar en la misma dirección, es decir, hacia un mayor aprovechamiento de los sílex cercanos o próximos durante el Mesolítico (Tarriño y Aguirre 1997; Tarriño 2001a). Finalmente, la carencia de análisis funcionales sistemáticos motiva, como después veremos, un limitado aporte del utillaje lítico al conocimiento de las prácticas económicas de las sociedades mesolíticas de la región. Las nuevas excavaciones confirman la pobreza de la industria ósea hallada en los niveles mesolíticos del Cantábrico, tanto en lo que se refiere a número de objetos como a la variedad tipológica de los mismos, sobre todo en los contextos asturienses. El repertorio se reduce a algunos bastones perforados no decorados, como los hallados por Vega del Sella en Fonfría y Trescalabres, así como a algunas azagayas, esquirlas biapuntadas o "anzuelos", huesos aguzados y espátulas. El largo punzón de hueso que acompaña a un bastón similar a los asturienses en la tumba II de Los Canes resulta excepcional. Es así mismo muy destacable la total ausencia de objetos decorados en la exigua colección de utillaje óseo procedente de los yacimientos mesolíticos de la región. Entre el utillaje mencionado cobran especial significado las piezas biapuntadas, que presentan una escotadura central o bien una forma ligeramente curva. A partir de la analogía etnográfica Vega del Sella (1916) consideró que se trataba de anzuelos biapuntados (Fig. 20). Aparecen por primera vez en contextos azilienses (Fernández-Tresguerres 1980, 149; González Morales y Díaz Casado 1992, 56), cuando aún se empleaban arpones, y los encontramos después en yacimientos mesolíticos como Mazaculos, La Riera, Kobeaga II y Marizulo (González Morales 1982; Arias 1991; López Quintana 2000). Se ha indicado la presencia de una pieza similar en El Espertín ar Figura 20. "Anzuelos" procedentes del conchero de Mazaculos II (González Morales 1982). KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA (Neira et al. 2004), y algunos ejemplares hallados en Aizpea se han publicado también recientemente (Barandiarán 2001a). El útil siguió utilizándose durante el Neolítico, tal y como atestigua su presencia en la ocupación neolítica de Mazaculos. Esta innovación técnica se ha interpretado como uno de los indicadores del cambio acontecido durante el Mesolítico en el modo de concebir la actividad pesquera (González Morales 1982, Fernández 2001). En efecto, la "caza de peces" con arpón, eficaz sobre todo en el medio fluvial, da paso a una tecnología más indicada para la explotación del medio marino. 6. LA SUBSISTENCIA DURANTE EL PERÍODO 6.1. El aprovechamiento del medio terrestre: caza y recolección En los últimos años hemos avanzado algo en el conocimiento de la caza de ungulados y otros mamíferos practicada por los grupos mesolíticos del Cantábrico. A las síntesis de los años 90 (Arias 1991, 1992c; Quesada 1999) hay que añadir hoy los datos producto de los análisis (concluidos o en curso) de nuevas colecciones de fauna. Cabe citar, entre otras, las de Kobeaga II (Castaños 2000), La Fragua (Marín 2004), El Mirón (Altuna et al. 2004), Cubío Redondo (Castaños 2001), Poza l'Egua (Arias, FernándezTresguerres et al., en prensa), El :Espertín (Neira et al. 2004) y Los Canes (Castaños 2001). No obstante, las observaciones de orden tafonómico y arqueozoológico siguen teniendo un alcance limitado, dado que la mayor parte de las colecciones están compuestas por un número reducido de restos. Respecto a la captura de ungulados, las nuevas colecciones -como la de Poza l'Egua— corroboran la importancia del ciervo en los contextos asturienses. El jabalí, el corzo y la cabra también parecen haber jugado un papel relevante en la dieta de los grupos mesolíticos del Cantábrico occidental. A su vez, los yacimientos de montaña localizados al Sur del área clásica de dispersión de los concheros asturienses revelan un espectro faunístico distinto al de los asentamientos costeros, con predominio de rebeco y cabra tanto en Los Canes como en El Espertín, hecho sin duda relacionado con la propia ubicación geográfica de los yacimientos. Así mismo, el predominio del jabalí en La Fragua abonaría la idea de la existencia de un espectro más diversificado de ungulados en el Cantábrico oriental, con un superioridad mitigada del ciervo en los recuentos (vid. al respecto Estévez y Gassiot 2002, 58). En este sentido, cabe mencionar el predominio del ciervo entre las especies de ungulados de Cubío Redondo (54% N.R.), pero con una propor- 365 ción sensiblemente inferior a la registrada en los depósitos asturienses de Mazaculos y La Riera (en torno al 70% y 84% respectivamente). La presencia de restos de bovinos y caballos en los niveles mesolíticos es discreta, pero no conviene obviar el posible aporte cárnico de estos taxones, tal y como ha revelado el análisis de La Fragua en el caso de los restos de bovino. En los pocos casos en que existe información al respecto las presas son de edades diversas. Constituyen buen ejemplo de ello los jabalíes de La Fragua, dado que se han documentado ejemplares correspondientes a diferentes grupos de edad (neonato o infantil, juvenil, adulto y senil). En el Espertín parece darse una situación similar, al menos entre los taxones predominantes (rebeco y cabra). La presencia de ejemplares de diferentes edades correspondientes al mismo taxón también se verifica en los depósitos de La Riera, Mazaculos, Cubío Redondo y Kobeaga. La información sobre las épocas de captura de las presas resulta aún más limitada; cabe mencionar las observaciones preliminares realizadas sobre la colección de fauna del nivel 3.3 de Mazaculos, donde la mayoría de ejemplares de ungulados de edad determinable fueron capturados muy jóvenes, a finales de la primavera o en verano. En La Fragua se han registrado diferentes patrones de transporte en función de los taxones y edad de las presas: transporte parcial de los jabalíes —sólo extremidades y cabeza- y ciervos adultos —sin evidencias del esqueleto axial—, y probablemente completo de ciervos jóvenes y de cabras. En La Riera, las partes esqueléticas de ciervo representadas se han interpretado como evidencia de un traslado íntegro de las presas, quizá precedido de labores de desarticulación destinadas a abandonar las partes anatómicas menos rentables. Así mismo, el análisis preliminar de la colección de fauna recuperada en los concheros asturienses recientemente sondeados muestra el mismo número de restos del esqueleto axial que de extremidades. Las observaciones de orden tafonómico realizadas son también escasas. No obstante, cuando disponemos de información de ese tipo comprobamos, entre otros aspectos, el alto grado de fragmentación que presentan los huesos. P. Castaños se refiere a una colección "literalmente triturada" en el caso de Kobeaga y otros autores destacan también la fuerte fragmentación de las colecciones de El Espertín, Cubío Redondo y La Fragua. En este último caso se ha verificado el carácter antrópico de buena parte de las fracturas: en el caso del ciervo casi un 40% de los restos presentan fractura antrópica. La autora del KOBIE (Serie Anejos n.' 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 366 MIGUEL ÁNGEL FANO) MARTÍNEZ análisis se refiere a una reducción de grado de fracturación de los huesos del nivel mesolítico respecto a los niveles tardiglaciares previos, en los que sí parece haberse producido un aprovechamiento intensivo de la médula. Las fracturas observadas en el nivel mesolítico parecen vincularse a un aprovechamiento cárnico y no tanto medular. No obstante, el aprovechamiento medular está bien documentado en otro yacimiento de la cuenca del Asón (El Mirón), a tenor de las observaciones de M. Pérez Ripoll sobre restos de corzo. Así mismo, las marcas de corte observadas en algunas colecciones como la de La Fragua y El Mirón confirman el aprovechamiento cárnico de las presas: el 33% de los restos de ciervo del primer sitio presenta trazas producidas durante el proceso de carnicería. Si los datos relativos a la primera fase de aprovechamiento de las carcasas —trabajo de carnicería— resultan escasos, resulta aún más parca la información correspondiente a la fase de cocinado y consumo del alimento. Sin duda, las huelias de fuego identificadas en algunas colecciones —el 33% de los restos de ciervo de La Fragua muestran huellas de cremación— están en buena medida relacionadas con esta segunda fase del aprovechamiento de las carcasas. Los últimos análisis confirman que la presencia de restos de pequeños y grandes carnívoros —comadreja, tejón, garduña, zorro, gato montés y oso pardo, entre otros— en los niveles mesolíticos del Cantábrico es un hecho relativamente comtin. De momento, la información disponible no permite despejar la incógnita respecto al carácter natural y/o antrópico de su presencia en el registro arqueológico. Algunas evidencias -como las incisiones observadas en el resto de zorro de La Fragua, que A. B. Marín relaciona con un posible aprovechamiento cárnico del animal— abogan por la segunda posibilidad, y no cabe descartar que al menos una parte de los restos documentados sea producto del aprovechamiento de la carne y/o piel de estos mamíferos. El análisis tafonó.mico de la interesante colección de carnívoros de El Espertín, actualmente en curso por parte de C. Fernández, aportará una información relevante sobre esta cuestión. Mención especial merece la presencia de perro en el nivel II Marizulo (escápula cuya determinación como Canis familiaris es segura) y quizá en Arenaza (un solo resto de canino en el nivel III) (Altuna 1994). En el caso del yacimiento guipuzcoano, el brusco incremento de restos de jabalí en el mismo nivel se ha relacionado con una posible utilización del perro para la caza de este suido (Arias 1991, 328). En la bibliografía son comunes las referencias, más o menos precisas, a la presencia de restos de aves en los niveles mesolíticos del Cantábrico (Clark 1976; Elorza 1990; Arias 1992c). La captura y consumo de estos vertebrados se documenta en mayor o menor medida a lo largo del Paleolítico superior (véase el caso de Berroberría, Diez et al. 1995) y no resulta sorprendente, todo lo contrario, su presencia en los niveles del Holoceno antiguo. No obstante, carecemos de análisis tafonómicos y arqueozoológicos sobre colecciones amplias que nos permitan valorar el papel de las aves en la dieta de los grupos mesolíticos. En algunos casos, como el de Santimamiñe (Aranzadi et al. 1931; Elorza 1990) por citar la colección más sobresaliente, no disponemos de información de carácter cuantitativo, y cuando ésta existe —como en los casos de El Mirón (Altuna et al. 2004) y Cubío Redondo (Sánchez Marco 2001)— los restos recuperados son muy escasos. En Cubío Redondo sólo se han documentado restos de rapaces y de córvidos; y en el Mirón de paloma (Columba livia/oenas; Coluniba palumbus), de gallo lira (Tetrao tetrix), de cárabo (Strix aluco) y de cuervo (Corvus corax). Ambas colecciones no muestran evidencia alguna de procesado —huellas de corte o fuego— que pudiera indicar algún uso, alimenticio o de otra naturaleza, de estos animales. En otras excavaciones recientes apenas se ha recuperado avifauna (en Kobeaga II un solo resto de tordo, Turdus rnerula) o bien ésta se encuentra en estudio (El Espertín). La colección más relevante procede del conchero de Santimamiñe —aunque en este caso a la falta de cuantificación hay que unir las dificultades de comprensión, ya comentadas, que ofrece la secuencia holocena del sitio—, con presencia, entre otra avifauna, de paloma zurita y torcaz (Columba nenas/palumbus), perdiz pardilla y roja (Perdix perdiz, Alectoris rttfa), tordo (Turdus iliacas), arrendajo (Garrulas glandarius), mirlo de collar (Tordus torquatus), chovas (Pyrrhocorax Pyrrhocorax, Pyrrhocorax graculus), lechuza (Tilo alba), urraca (Pica pica)..., así como de aves acuáticas como el ánsar (Ariser anser), el ánade (Anas platyrrhyncha) y el ave fría (Vanellus vanellus). En este sentido, cabe recordar que los ocupantes de Herriko Barra abatieron —al parecer en los albores del Neolítico— aves marinas (Elorza y Sánchez Marco 1993). La mejora climática del Holoceno y la consiguiente implantación del bosque mixto caducifolio en el Cantábrico incrementó de manera notable la oferta de recursos vegetales silvestres susceptibles de ser consumidos. Tal y como se indica en el capítulo dedicado al medio físico, el diferente ritmo de adaptación a las nuevas condiciones ambientales de las comunidades vegetales en La Marina y en las áreas de mayor altitud —donde persistieron durante más tiempo las especies propias de entornos fríos— contribuyó tam- KOBIE (Serie Anejos n.' 8). año 2()04. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESC)LÍ7"IC'O EN LA REGION C'ANTABRICA bién a incrementar la diversidad de los recursos bióticos potencialmente consumibles. Seguramente, los frutos silvestres, como avellanas y bellotas, jugaron un papel muy relevante en la alimentación de las sociedades mesolíticas del Cantábrico, dado que fueron alimentos abundantes, predecibles y que pudieron recolectarse y almacenarse. Los incipientes análisis químicos y dentarios, como los llevados a cabo a partir de la mujer inhumada en Aizpea (Aribe, Navarra), abonan la idea de la importancia de los recursos vegetales en la dieta (de la Rúa et al. 2001). Sin embargo, apenas disponemos de evidencias materiales al respecto. En ello influye la difícil conservación de frutos y semillas —en nuestras latitudes prácticamente sólo si se produce un proceso casual o intencional de carbonización—, los sesgos predeposicionales —consumo exclusivo de tallos y hojas, consumo in sitar sin traslado hasta el asentamiento, etc.—, y la falta hasta fechas recientes de muestreos arqueológicos específicos (Zapata 2000b). En su caso, habrá que esperar a la publicación de los datos recabados en los últimos años en las excavaciones —como la de La Garma A, El Mirón y Pareko Landa, entre otras— en las que se ha venido flotando el sedimento procedente de niveles mesolíticos, para poder contar con una mínima información al respecto. De momento, y al margen de los restos de avellana localizados en el nivel transicional de Pico Ramos, sólo podemos sospechar ese consumo de productos vegetales silvestres, tal y como ya hiciera P. Uzquiano (1995) hace algunos años a la luz del registro antracológico de Mazaculos II. Apoya esta idea la reciente documentación de evidencias en algunos yacimientos próximos al Cantábrico, como el pirenaico de Aizpea ya citado, y los de Kampanoste Goikoa y Mendandia en el Alto Ebro. Los dos primeros han proporcionado restos de avellana y de frutos tipo manzana/serbal (Zapata 1998, 2001), mientras que el tercero sólo arrojó dos restos de cáscara de avellana, probablemente por no haber sido Mendandia un asentamiento desde el que se practicara de manera habitual la recolección de frutos (Zapata y Peña-Chocarro 2005). Además, y al igual que ocurre en los yacimientos cantábricos, el polen y la madera carbonizada recuperados en los sitios citados revelan un paisaje vegetal rico en frutos; valga como ejemplo, entre otros, la presencia de Pino albar (Pinus Svlvestris L.) y endrino (Prunus spinosa). En síntesis, el bosque mixto caducifolio del Cantábrico posibilitó el consumo de un importante y variado volumen de frutos silvestres, pero estamos aún muy lejos de poder esbozar un listado de productos consumidos. A pesar de la aplicación en los últi- 367 mos años de la metodología necesaria para la recuperación de los macrorrestos vegetales conservados, debe valorarse el hecho de que estos no siempre se conservan de forma identificable. Destaca en este sentido la común identificación de restos de avellana, sin duda relacionada con la fuerte presencia de avellanos en el medio y con la frecuente carbonización de este fruto seco, pero también con la resistencia y dureza de su pericarpio. En cambio, las cáscaras de bellota —fruto también muy abundante en el medio dada la proliferaciôn del roble en los bosques cantábricos del Holoceno— apenas están presentes en las muestras estudiadas, quizá por su mayor fragilidad o por encontrarse las bellotas descascarilladas en el momento de entrar en contacto con el fuego (Zapata 2002). Probablemente los caracoles de tierra formaron también parte, con un peso específico difícil de precisar, de la dieta de los grupos mesolíticos del Cantábrico. A la información recabada hace algunos años (Arias 1992c) se unen nuevos datos producto de análisis arqueomalacológicos recientes. Aunque en proporciones discretas (siempre por debajo del 2% del NMI), la especie Cepaea nernoralis es una constante en depósitos mesolíticos costeros como los de La Llana, La Fragua y La Trecha. La Familia Helicklae aparece en el nivel l de El Perro en proporciones similares. En el caso de los concheros asturienses, los últimos datos recabados en sitios como Poza l'Egua y otros depósitos muestreados recientemente, confirman la escasa presencia de gasterópodos terrestres en los concheros, pero sin que falten ejemplares de Cepaea nenzoralis. Su presencia se verifica también en sitios del interior de Asturias como Arangas y Los Canes, en este último quizá como depósito intencional que acompaña a uno de los individuos inhumados en el sitio. A su vez, en el sitio interior de Cubío Redondo se ha excavado recientemente un conchero muy rico en gasterópodos terrestres con importante presencia de Cepaea nernoralis, la única especie (de las 21 reconocidas) que se considera de origen antrópico y cuya recolección se habría llevado a cabo con fines alimenticios (Aparicio 2001). Esta práctica se ha documentado con seguridad en La Fragua en un momento aun aziliense (nivel 3) —al menos por lo que a la datación disponible se refiere—, dada la conservación de un potente conchero de Cepaea rzernoralis (esta especie constituye el 94% del NMI del depósito) en esta pequeña cavidad. Al margen de los casos de Cubío Redondo y Cofresnedo, en Cantabria (en particular en las cuencas de los ríos Miera y Asón) se ha contabilizado un importante número de yacimientos en cueva que muestran, entre otros componentes, impor- KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 368 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ tantes acumulaciones de gasterópodos terrestres (Cepaea), pero de momento apenas disponemos de información al respecto (Ruiz Cobo et al. 1999). 6.2. El aprovechamiento del medio marino: pesca y marisqueo Tras las escasas evidencias documentadas en los contextos del Paleolítico medio reciente y del Paleolítico superior inicial de la región cantábrica, serán los contextos solutrenses los que muestren un incremento significativo de la explotación del medio marino, con presencia de moluscos y de peces de ambientes estuarinos. Durante el Tardiglacial ya se documentan concheros y la pesca parece haber sido una actividad de peso entre las sociedades del final del Paleolítico, con capturas de especies marinas desde el Magdaleniense final (Fernández García 2001). Pero será durante el Mesolítico cuando los recursos marinos se exploten con mayor intensidad, de hecho el conchero es el tipo de yacimiento más común durante este período, sobre todo en el Cantábrico occidental. No obstante, sabemos que algunos factores sesgan nuestros conocimientos sobre el aprovechamiento del medio por parte de las sociedades paleolíticas del Cantábrico. Ese es el caso de la transgresión flandriense ya comentada, que sin duda afectó a la costa del Tardiglacial, ocasionando la desaparición de los más que probables asentamientos magdalenienses costeros. Contamos con un número relativamente amplio de yacimientos sondeados o excavados en las últimas décadas que han proporcionado o van a proporcionar información de calidad acerca del empleo de los recursos marinos por parte de las sociedades mesolíticas. Pero de momento son pocos los estudios arqueozoológicos de carácter cuantitativo realizados a partir de muestras amplias. Por lo que a la malacofauna marina se refiere, en Asturias disponemos ya de análisis cuantitativos —no siempre con el mismo grado de detalle— para las ocupaciones mesolíticas de Mazaculos (González Morales et al. 1980, campaña de 1977), La Riera (Ortea 1986), La Llana (Gutiérrez Zugasti 2005), Los Canes (Vásquez y Rosales 2002, n.d., citado en Álvarez Fernández 2005-2006), Poza l'Egua (Arias, Fernández-Tresguerres et al., en prensa), así como para parte de los concheros asturienses en cueva sondeados recientemente (Arias, Fano et al., en prensa) y para los sitios en los que trabajó Clark (1976) . durante la elaboración de su tesis doctoral (en especial El Penicial, Coberizas, La Riera y Bricia); en Cantabria disponemos de análisis detallados para El Perro (Moreno 1995) así como para La Fragua y La Trecha (Gutiérrez Zugasti 2005, 2006); entre los yacimientos vascos sólo disponemos de una informa- ción de cierto detalle en los casos de Santimamiñe (Altuna 1972), Kobeaga II (López Quintana 2000) y Pico Ramos (Moreno 1995). Se dispone además de alguna información, ya comentada con anterioridad, relativa a los patrones de recogida de moluscos gracias a los análisis isotópicos (160-180) y de bandas de crecimiento efectuados a partir de muestras de Monodonta y Patella. La información sobre la actividad pesquera resulta mucho más limitada. Existe un problema evidente de muestreo, dado que a los protocolos de las excavaciones antiguas se une el estado de conservación de la mayor parte de los concheros, fuertemente concrecionados, circunstancia que dificulta la recuperación de materiales frágiles como los restos de pescado. De hecho, un trabajo reciente sobre el tema sólo recoge 1.1 sitios mesolíticos con evidencias de carácter ictiológico (Fernández 2001), y de momento la información sobre la actividad pesquera procede fundamentalmente del depósito de Mazaculos. Son muy pocos los análisis ictiológicos efectuados en la región (Menéndez de la Hoz et al. 1986 para La Riera; Roselló 1990 para Mazaculos y Los Canes), pero existen muestras pendientes de estudio, como las de La Garma A y las procedentes de concheros asturienses en los 9ue hemos trabajado recientemente (Poza l'Egua, El Aguila, Covajorno, Colomba y Puerto de Vidiago II), que esperamos contribuyan a mejorar el panorama descrito. La actividad mejor documentada es el marisqueo, gracias al importante volumen de restos de moluscos, crustáceos y equinodermos documentados en los depósitos mesolíticos de la región. Los concheros asturienses incluyen lapas (fundamentalmente Patella vulgata y Patella intermedia, Fig. 21 y 22 ) y minchas (Monodonta lineata), así como otros invertebra- Figura 21. Ejemplares de Patella vulgata del nivel mesolítico de La Fragua (foto cortesía de F. 1. Gutiérrez Zugasti). KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 369 Figura 23. Ambiente intermareal de la costa Oriental de Asturias. Figura 22. Ejemplares de Patella intermedia del nivel mesolítico de La Fragua (foto cortesía de F. 1. Gutiérrez Zugasti). dos marinos como los erizos (Paracentrotus livi.dccs) y los mejillones (Mvtilus galloprovincialis). Ello revela que el marisqueo se practicó esencialmente en áreas de sustrato rocoso, muy comunes en los ambientes intennareales de la costa asturiana (Fig. 23). En menor medida también se documentan restos de crustáceos. Los análisis arqueomalacológicos disponibles para los sitios de la costa Este de Cantabria también revelan el predominio de la explotación de las áreas de roquedo, con importante presencia de lapas —con predominio de Patella intermedia cuando se han distinguido las especies presentes del género Patella—, minchas (Monodonta lineata) y mejillones (Mytilus galloprovincialis). En mucha menor medida también aparecen en los recuentos especies propias de fondos arenosos o fangosos como las almejas (Tapes decussatus), y son relativamente comunes las ostras (Ostrea edolis), bivalvos que, preferentemente, también ocupan zonas de sustrato blando. Los crustáceos, como Balarucs sp., también están presentes y en algún caso (La Fragua) se documenta Paracentrotus lividus. El mayor contraste con los concheros asturienses lo encontramos en el País Vasco, en el conchero de Santimamiñe, donde existe un predominio neto de las ostras (Ostrea sp.) y de las almejas (Tapes sp.), y una modesta presencia de los moluscos propios de sustratos rocosos (Patella sp. y Monodonta sp.). Ello parece responder a la explotación del estuario de Urdaibai próximo a Santimamiñe. Los biotopos explotados en Asturias fueron muy diferentes y, en consecuencia, también las especies de marisco recolectadas'=. En 12 Véase en Gassiot 2001 un enfoque alternativo al meramente ecológico. cambio, Kobeaga II —a menos de 6 Km. en línea recta de Santimamiñe— muestra un neto predominio del género Patella, hecho que revela un área de explotación distinta, seguramente localizada en el ambiente intermareal de las calas más accesibles desde el sitio. La abundancia de concheros avala sin duda la idea de que durante el Mesolítico se produjo, respecto a los períodos precedentes, un incremento notable del aprovechamiento de los recursos marinos. Algunas secuencias con ocupaciones desde el Tardiglacial, corno las de La Fragua y El Perro entre otras, avalan igualmente este hecho. No obstante, al igual que en otros casos peninsulares como el de Nerja (Jordá Pardo 1984-85), el incremento del marisqueo a lo largo de las secuencias de los yacimientos del bajo Asón cabe relacionarlo con el progresivo acercamiento del mar a los sitios. Otras observaciones de carácter más específico, como las relativas a las áreas concretas de recolección dentro del ambiente intermareal, o a la variación del tamaño de alguno de los taxones recolectados, también se han presentado como pruebas de esa creciente explotación del medio marino. En efecto, el incremento de Patella intermedia respecto a las etapas precedentes, hecho visible en algunas secuencias como las de La Riera, Poza l'Egua y La Fragua, se ha vinculado a una ampliación del área de captación de recursos, dado que frente a la especie niás común durante el Paleolítico, Patella vulgata, más propia de estuarios y zonas resguardadas, Patella intermedio ocupa espacios relativamente batidos por el oleaje. A partir del registro de La Riera, Ortea (1986) estimó que el inicio de la explotación de espacios más expuestos, que supuso la incorporación al registro arqueológico de especies como Patella intermedio, KOBIE (Serie Anejos n.° 3). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 370 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ pudo ser la solución a una creciente demanda de alimento motivada por un incremento demográfico. No obstante el análisis de variables como la edad de los especimenes de Patella vulgata recolectados —cuya media apenas parece verse afectada por la reducción de la talla de estos gasterópodos, según datos del nivel 28 de La Riera— o las preferencias climáticas de ambas especies —Patella intermedia es una especie bien adaptada a los ambientes templados y su expansión pudo verse favorecida por las condiciones ambientales posglaciares— cuestionan seriamente el vínculo establecido entre la reducción de la presencia de Patella vulgata y una supuesta sobreexplotación de los recursos malacológicos (Bailey y Craihead 2004). Es cierto que el análisis reciente del nivel mesolítico de La Fragua por parte de Gutiérrez Zugasti ha revelado que Patella vulgata se ve incluso superada por Patella ulyssiponensis, una especie que habita espacios aún más batidos que los propios de Patella intermedia; pero ésta no es la tónica habitual, y en general no parece que los espacios más expuestos al oleaje fuesen explotados con asiduidad durante el Mesolítico. Valga como ejemplo la común escasez o inexistencia en los concheros de especies como el percebe (Pollicipes cornucopia). La reducción del tamaño de los ejemplares de Patella vulgata a lo largo de la secuencia de La Riera también se ha relacionado con una intensificación creciente de la recolección de recursos litorales (Clark y Straus 1986, 355, 365), pero existen otros factores que pueden incidir en la reducción de la talla de estos gasterópodos, como las variaciones de temperatura de la superficie del mar (Bailey y Craighead 2004). Recientemente, dicha reducción se ha registrado también en Poza l'Egua, pero no sólo en el paso del nivel A, de cronología probablemente Aziliense, a los niveles mesolíticos, sino que también se han registrado diferencias en el seno del conchero mesolítico, con ejemplares de menor tamaño en el nivel superior. En este caso cobra más fuerza la hipótesis de la sobreexplotación, pero su contrastación requiere una mayor precisión cronológica. De hecho, si existiese un lapso cronológico importante entre los niveles mesolíticos, la reducción de la talla de Patella vulgata podría relacionarse con la variación de determinadas condiciones de la costa (exposición, descenso del volumen de nutrientes, etc.). Respecto a la actividad pesquera, el dato más significativo es el incremento, con relación a los periodos precedentes, en la captura de especies marinas. Efectivamente, a pesar de la escasez de datos en términos absolutos, la información disponible sugiere que el medio marino se explotó con mayor intensidad durante el Mesolítico. En este sentido, es destacable la presencia de nuevas especies pelágicas, ausentes del registro arqueológico hasta ahora, como la sardina (Sardina pilchar-dus), el bocarte (o anchoa) (Engraulis inordax) y el jurel (Trachurus trachurus). Con toda probabilidad la captura de sardinas y bocartes requirió el empleo de redes, pero carecemos de pruebas definitivas de su uso. Los pescadores mesolíticos también capturaron especies propias de los fondos rocosos costeros —Lubina (Dicentrarchus labrax) y restos de la Familia Labridae—, de estuario —restos de la Familia Sparidae—, y del medio fluvial —trucha (Salmo trutta ,fario). Carecemos para el Mesolítico de información relativa a la explotación del medio estrictamente oceánico, y sólo se dispone de una cantidad mínima de restos de merluza (Merluccius Merluccius) y de escualo para el conjunto del Paleolítico superior. Lo mismo cabe indicar respecto a los mamíferos marinos, cuyos restos —foca y otras especies como el cachalote— sí aparecen en pequeño número en varios sitios del Paleolítico superior (Fernández 2001, Corchón et al., en prensa). Otro dato revelador de los cambios en la actividad pesquera, también apuntado por R. Fernández, es la coincidencia en el tiempo de la desaparición del arpón —común durante el Magdaleniense reciente y el Aziliense— y el descenso significativo de la talla de las capturas durante el Mesolítico. 6.3. Un balance sobre la dieta de las sociedades mesolíticas: el aporte de los análisis químicos A pesar de que, como se ha mostrado, la información sobre la subsistencia de los grupos mesolíticos del Cantábrico ha experimentado un notable incremento en los últimos años, sigue resultando difícil estimar el aporte relativo de cada tipo de alimento a la dieta; máxime cuando sabemos que algunas prácticas económicas, como la recolección de frutos silvestres, están claramente infrarepresentadas en el registro arqueológico, a la vez que otras, como el marisqueo, probablemente estén sobredimensionadas gracias a las favorables condiciones de conservación de las conchas y a la alta visibilidad arqueológica de éstas. Hasta hace muy poco tiempo apenas disponíamos de algunos indicadores indirectos relativos al peso de los distintos recursos en la dieta de las sociedades mesolíticas. Por ejemplo, la ubicación no estrictamente litoral de los concheros, aspecto sobre el que insistiremos más adelante, se ha venido utilizando como un argumento a favor de la consideración de los KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004, Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA recursos marinos corno un elemento secundario en la dieta de estos cazadores-recolectores postglaciares (Arias 1992c). Así mismo, el posible carácter estacional del marisqueo, a tenor de los datos isotópicos y de bandas de crecimiento de moluscos, así como la explotación de un sector limitado del intermareal, que en general no comprendió los espacios más batidos por el oleaje, serían otros indicadores indirectos de esa importancia relativa de los recursos marinos (o al menos del marisqueo) en la dieta (Arias y Fano 2005). Con el fin de realizar un acercamiento más objetivo a la dieta de las sociedades mesolíticas del Cantábrico, recientemente se han llevado a cabo análisis de isótopos estables (813C y 815N) del colágeno de varios restos humanos de la región. Se trata de un método que comenzó a emplearse en los años 80 del siglo pasado y que constituye una herramienta eficaz para el estudio de las paleodietas (Schwarcz 1991), aunque no exenta de problemas (Milner et al. 2004). Cabe destacar su aporte en los últimos años al estudio de los procesos de neolitización (Schulting 1998; Richards et al. 2003). Para el período y parte del planeta en la que trabajamos, los estudios de 813C están indicados para determinar la procedencia (marina o terrestre) de las proteínas ingeridas por un individuo durante la última parte de su vida; a la vez que los estudios de 815N nos informan sobre el nivel que ocupa un organismo en la cadena trófica. Este dato puede emplearse indirectamente como un indicador del origen terrestre o marítimo de las proteínas consumidas, dado que las cadenas tróficas de los ecosistemas marinos son mucho más complejas, circunstancia que motiva valores más elevados de 815N. De momenta, disponemos de datos para cuatro de los cinco individuos inhumados en la cueva de Los Canes, para los restos humanos hallados en los concheros asturienses de Poza l'Egua y Colomba, y para el individuo inhumado en el conchero de J3. Los resultados obtenidos se distribuyen claramente en dos grupos: por un lado las muestras de la cueva de los Canes, y por otro las de La Poza l'Egua, Colomba y J3 (Arias y Fano 2005; Arias 2005/2006). En el caso de Los Canes, los valores de 813C obtenidos (entre -20 y -19 %c) sugieren que las personas inhumadas en esta cueva apenas consumieron alimentos de origen marino en los últimos 5-10 años de su vida. Pudieron consumir ocasionalmente algunos pescados o invertebrados marinos pero su aporte no habría resultado significativo desde el punto de vista energético. A su vez, los valores de 81. 5N (en 371 torno a 8 %o salvo en un caso que supera el 9 %o) se aproximan a los niveles característicos de los depredadores, lo que sugiere una dieta rica en carne, aunque es probable una aportación de recursos vegetales. De hecho, las características de la patología bucodental observada en la mujer inhumada en una de las tumbas serían coherentes con esta última posibilidad. Así mismo, los datos revelan que la dieta fue similar para todos los individuos del grupo (al menos los adultos y subadultos), independientemente de su edad y sexo, y que no se produjeron cambios apreciables en la dieta durante el empleo de la cueva como espacio funerario. El panorama que nos ofrecen los resultados procedentes de los yacimientos costeros es sensiblemente distinto. Los valores de 813C arrojados por las muestras de La Poza l'Egua, Coloraba y J3 se sitúan en una posición aproximadamente equidistante entre los extremos de dietas cuyas proteínas son de origen exclusivamente marino y terrestre (hacia -13 8 y -20 o respectivamente), lo que refleja que los tres individuos estudiados consumieron proporciones similares de proteínas procedentes del mar y del medio terrestre. Así mismo, los valores de 813N (hacia 11-12 8) sugieren la posibilidad de que las proteínas procedieran en mayor medida del consumo de pescado que de la explotación de invertebrados. Aunque las muestras estudiadas son aun demasiado escasas para obtener conclusiones firmes, resulta muy interesante observar la similitud existente entre los valores arrojados por los restos humanos hallados en los concheros asturienses y el individuo de J3. Recuérdese que los concheros son muy comunes (apenas encontramos otra cosa) en la costa asturiana pero nada habituales en la costa de Gipuzkoa. Así mismo, resulta del mayor interés preguntarse qué comportamientos sociales pudieron conducir a los individuos inhumados en la cueva de Los Canes, situada en la vertiente Sur de la sierra de Cuera a unas 5 h. de marcha de la costa, a no explotar unos recursos alimenticios que en ese momento sí formaron parte de la dieta de los individuos hallados en los yacimientos de la costa, tal y como acreditan los concheros conservados y los primeros análisis de isótopos estables efectuados (Fig. 24). El hecho quizá pueda interpretarse como un indicio de la existencia de un comportamiento territorial. De esta manera, las poblaciones costeras habrían impedido de algún modo el acceso de las poblaciones del interior a los recursos marinos. De confirmarse la hipótesis de la existencia de un comportamiento territorial, habría que replantearse el grado de complejidad social tradicionalmente atribuido a las sociedades del Mesolítico cantábrico (Arias 1999). KOBIE (Serie Anejos n.' 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ 372 Colomba Poza l'Egua gatmori Cuartamentero J ~~- Mazaculos ti Molino de Gasparín 14 km D Tumbas mesoliticas ° Restos humanos del Mesolitico A Los Cane! +1300 1200 1100 1000 900 800 700 600 500 400 300 200 100 .• .....-.x.... ~~..:'... _~..-. _ .- Figura 24. Yacimientos mesolíticos del Oriente de Asturias con indicación de los sitios en los que se han documentado tumbas o restos humanos (Arias y Fano 2005). En síntesis, tras el final del Paleolítico las sociedades postglaciares explotaron con mayor intensidad el Mar Cantábrico. La presencia de concheros, muy comunes a partir del Mesolítico, da buena cuesta de ello, a la vez que las novedades en la actividad pesquera acreditan un decidido interés por explotar de un modo más sistemático el medio marino. En cualquier caso, los primeros análisis de isótopos estables realizados a partir de restos humanos hallados en concheros confirman, en la línea de lo apuntado por el patrón de poblamiento y la información arqueozoológica, que el mar no fue la única fuente de recursos alimenticios. Los alimentos de origen terrestre —como la carne de diferentes especies de ungulados, sobre todo de ciervo en el caso de los depósitos asturienses— jugaron un papel determinante en la dieta de estas sociedades postglaciares. Al tiempo, el aporte de los productos vegetales silvestres debió de resultar clave, pero los datos son todavía escasos para poder valorar adecuadamente su importancia en la dieta. 7. OTROS ASPECTOS SOCIALES: EL ADORNO, LAS "MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS", Y LOS CONTEXTOS SEPULCRALES El mar no fue sólo una fuente de recursos comestibles para las sociedades del Mesolítico cantábrico. Al igual que para las sociedades previas del Tardiglacial, el medio marino proporcionó alimentos pero también otros recursos no directamente vinculados a la subsistencia (Álvarez Fernández, en prensa). Ese es el caso de determinadas especies marinas de gasterópodos empleadas como materia prima para la elaboración de objetos de adorno personal'. Los ejemplares fueron recogidos en las playas, fuera de su hábitat natural y una vez muertos, tal y como acreditan las huellas del batido del mar que habitualmente presentan. La investigación ha prestado especial atención al registro del Paleolítico superior (Alvarez Fernández 2005), pero en varios niveles mesolíticos de la región también se han documentado objetos de adorno elaborados a partir de conchas marinas. Curiosamente, el número de evidencias conocidas es ligeramente superior en los contextos mesolíticos del vecino valle del Ebro (Alvarez Fernández 2006). Son dos los factores que pueden explicar, al menos en parte, la escasez de evidencias en el Cantábrico: 1- De nuevo las condiciones de conservación de muchos de los depósitos mesolíticos, que dificultan la recuperación de objetos delicados, como pudiera ser el caso de los objetos elaborados sobre gasterópodos de pequeña talla, como Trivia sp.; 2- La falta de investigaciones específicas sobre el tema. En el caso concreto de los concheros asturienses, resulta sintomático que los primeros hallazgos seguros, tras el ejemplar de Nassarius reticulatus documentado I 3 En un momento en el que los muy escasos adornos elaborados sobre caninos atróficos de ciervo, habituales en las etapas precedentes, se vinculan exclusivamente a las tumbas de Los Canes. KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA por Vega del Sella (1916) en Cueto de la Mina, se hayan producido en Poza l'Egua en el año 2000, precisamente en el marco de un proyecto que contaba con un especialista en la materia. Es probable que el análisis de colecciones de fauna malacológica amplias —como la de Mazaculos, actualmente en estudio por parte de F. I. Gutiérrez Zugasti — proporcione nuevos objetos de adorno. Asî mismo, no puede descartarse la posibilidad de que determinados recursos no consumidos fueran empleados con fines distintos a los del adorno. A ello parece apuntar la presencia de algunos ejemplares de especies de moluscos con interés bromatológico que fueron recogidos ya muertos y,que pudieron utilizarse con distintas finalidades (Alvarez Fernández, en prensa), pero la información al respecto es aun muy escasa, tanto para el Paleolítico superior como para el Mesolítico. Sin ánimo de exhaustividad cabe citar la recolección y uso como objetos de adorno —una vez perforados— de ejemplares de Nassarius reticulatus (Cueto de la Mina, Poza l'Egua, Los Canes, La Garma A, Arenaza), Trivia sp. (El Espertín, Los Canes, La Garma A, Berroberría), Littorina obtusata (Poza l'Egua, Los Canes), Littorina fabalis (Los Canes), familia Naticidae (Los Canes, La Garma A), Callista chione (Los Canes), Cerastoderma eduJe (El Truchiro) y Columbela rustica (Berroberría). Ejemplares no trabajados de algunos de estos taxones -en especial Nassarius reticulatus— aparecen en buena parte de los niveles mesolíticos estudiados. Lo más probable es que se trate de materia prima recogida en las playas para la elaboración de objetos de adorno (Alvarez Fernández 2005-2006, 2006, en prensa). Al igual que en el caso de las sociedades tardiglaciares, este tipo de objetos formaron parte del acervo cultural de las sociedades mesolíticas. Buen ejemplo de ello sería la presencia de numerosas conchas perforadas (sobre todo Trivia sp.) en el entorno y detrás de la cabeza y del tronco de uno de los individuos inhumados en la cueva de Los Canes, y que se interpreta como los restos de un collar y/o los adornos de un vestido, quizá una capa o manto (Arias and Alvarez Fernández 2004). Resulta interesante el hallazgo de estas evidencias en un sitio de montaña y relativamente alejado del mar como Los Canes; pero la presencia de adornos personales elaborados sobre conchas marinas cobra aun mayor relevancia cuando los hallazgos se producen en asentamientos netamente alejados del mar como los del Alto valle del Ebro. Valgan corno ejemplo, entre las contribuciones más recientes, los casos 373 de los asentamientos mesolíticos de Kampanoste y Mendandia en la provincia de Álava, situados a unos 100 km del Mar Cantábrico y donde encontramos una de las especies comunes de los asentamientos cantábricos, Nassarius reticulatus (Alday 2004, 2005c). Al igual que comentamos con relación a la procedencia de algunas materias primas líticas, este dato revela la existencia de relaciones entre las sociedades mesolíticas asentadas a uno y otro lado de la divisoria de aguas. En otros yacimientos mesolíticos de Álava y Navarra, como Atxoste, Kampanoste Goikoa y Zatoya entre otros, se han documentado además ejemplares de una especie (Columbella rustica) considerada de procedencia mediterránea, es decir, de un medio costero situado a más de 300 km de los asentamientos en los que se han producido los hallazgos (Alvarez Fernández 2003, 2006). El yacimiento navarro de Berroberría, situado al Norte de la divisoria de aguas, dista aún más del Mar Mediterráneo. Apenas tenemos constancia de manifestaciones propiamente artísticas en el registro mesolítico del Cantábrico, al margen de algunos cantos pintados, como el canto rodado de cuarcita con manchas de colorante rojo hallado en la base del conchero de Mazaculos II. Más difícil resulta interpretar algunos bastones perforados, ya citados, carentes de decoración. De la tumba II de Los Canes procede un canto piqueteado, quizá la representación esquemática de un rostro humano. Otras supuestas piezas de arte mueble procedentes de sitios como Marizulo y Santimamiñe resultan difíciles de valorar (Arias 1991, 232). Sí son comunes en cambio las manifestaciones de carácter funerario, buena parte de ellas conocidas gracias a trabajos de campo muy recientes. De hecho el Cantábrico es, después del centro y sur de Portugal, la región de la Península Ibérica con mayor número de evidencias (Arias y Alvarez 2004; Arias, Armendáriz et al., en prensa; Drak y Garralda, en prensa). Al margen de los contextos de carácter claramente sepulcral, existen otros, también con restos humanos, de más difícil interpretación. El primer contexto funerario fue identificado por J. Carballo (1926) en el pequeño abrigo de Molino de Gasparín, donde se excavó apresuradamente una sepultura individual. Al parecer, se trataba de una fosa abierta en el propio conchero asturiense depositado en el sitio, en la que el inhumado reposaba en decúbito supino. Carballo indica que la sepultura se cubrió con un pequeño túmulo de piedras y tierra. Cerca de la cabeza del finado se halló un lote de tres picos asturienses y una tibia de ciervo. La imprecisión de la información publicada aconseja cierta pru- KOBIE (Serie Anejos n.° 8)..año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 374 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ dencia respecto a la consideración de estos materiales como ajuar funerario; no obstante, el hecho de que uno de los picos se encuentre sin usar apoyaría esta posibilidad (Arias 1991, 220). nódulos de sílex, a la vez que también se han documentado sobre el tronco varias conchas perforadas de Cerastoderma edule, ya citadas, que probablemente constituyen los restos de un objeto de adorno personal. Una de las evidencias más recientes procede también de la costa oriental de Asturias, en concreto de la cueva de Tito Bustillo. Las excavaciones llevadas a cabo por R. de Balbín y J. Alcolea desde 2001 en el área XI de la cueva han permitido documentar una sepultura datada en el octavo milenio. Los restos en conexión anatómica conservados revelan que el cadáver se depositó directamente en la superficie de la cavidad, flexionado sobre su lado izquierdo, al parecer sin ningún tipo de cubrición artificial de piedras o tierra. Se observaron restos de pigmento rojo asociados al esqueleto, pero no ajuar alguno. Todo apunta a que la cueva de Los Canes fue un espacio sepulcral más complejo que los hasta ahora comentados, al menos por lo que respecta al número de evidencias y, sobre todo, a su uso prolongado corno espacio funerario durante buena parte del sexto milenio. Fueron tres las tumbas excavadas por P. Arias y C. Pérez a finales de los años 80, todas ellas en muy buen estado de conservación y con restos humanos correspondientes a un total de cinco individuos (Fig. 25). Durante la excavación en 2003 del abrigo de J3 se documentó una inhumación individual en el seno del conchero conservado en el abrigo. La sepultura corresponde también al octavo milenio. Se trata de un individuo probablemente masculino de entre 30 y 40 años de edad. A pesar de las malas condiciones de conservación, su descubrimiento en posición primaria ha posibilitado la interpretación del depósito. El cadáver fue inhumado en posición lateral, apoyado sobre su lado derecho (tronco y cabeza), y con flexión forzada de las extremidades: los brazos flexionados sobre el abdomen con contacto directo de los antebrazos, que se hallaban superpuestos, y por encima de ellos las rodillas y en general ambas piernas. Todo parece indicar que el cuerpo se encontraría atado o envuelto en el momento de proceder a su inhumación. Más reciente, del sexto milenio, es el contexto sepulcral mesolítico registrado en la cueva de El Truchiro. Se trata de una fosa, de límites sin precisar, localizada en el seno de un conchero, en la que reposa un individuo grácil (posiblemente femenino o inmaduro). Su estado de conservación es muy malo debido al estado fuertemente cementado del depósito. De hecho, ante la imposibilidad de excavarlo con técnicas convencionales, el depósito que contiene el enterramiento ha sido trasladado al laboratorio del IIIPC en Santander para proseguir allí con la excavación. De momento sólo se han exhumado (en su posición anatómica) fragmentos de ambos brazos y algunas costillas; la parte donde deberían situarse las extremidades inferiores está pendiente de excavación. La información disponible sugiere que el cadáver fue colocado en posición extendida, con la cabeza hacia el exterior y las piernas hacia el interior de la galería. El ajuar parece haber estado compuesto por al menos 30 núcleos y La estructura más reciente (tumba III) está constituida por una fosa oval en la que se halló un esquele- 1 2 Figura 25. Planta de la cueva de Los Canes con indicación de las sepulturas documentadas (Arias y Fano 2005). KOBIE (Serie Anejos 11.° 8), ario 2004. Las sociedades del Paleolítico en is región cantábrica LiN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGION CANTÁBRICA to de un varón adulto en decúbito supino, con las piernas flexionadas, de modo que las rodillas estaban unos 30 cm. por encima del nivel del cuerpo, y los pies pegados a las caderas. La cabeza estaba ligeramente inclinada a la derecha y los brazos extendidos a lo largo del cuerpo, con el codo izquierdo doblado, de modo que la mano izquierda se hallaba sobre la pelvis, mientras que la derecha estaba, de canto, pegada a la pierna de su lado. Inmediatamente por encima de las rodillas se hallaron los restos de un niño pequeño asociados a huesos de rebeco, ciervo y jabalí. No está clara la relación entre ambos difuntos: o es una inhumación doble o bien se reabrió la tumba (no mucho tiempo después) para introducir un nuevo cadáver. De ser cierta la segunda opción, la tumba habría tenido que incorporar algún tipo de señalización, o al menos su contorno tendría que haber podido reconocerse en la superficie de la cavidad. En la tumba II, de planta ovalada y próxima a la boca de la cueva, también se hallaron restos de dos individuos: el esqueleto prácticamente completo de un varón joven y, junto a su cabeza, los pies de otro individuo, dispuestos en la misma dirección pero sentido opuesto. Lo más probable es que los pies aislados correspondan a una inhumación previa, cuyos restos fueron retirados casi en su totalidad con objeto de utilizar la tumba para inhumar al varón joven. Las dataciones radiocarbónicas disponibles para los pies y el esqueleto completo apoyan esta hipótesis pero no la confirman, dado el solapamiento de los intervalos. La posición del esqueleto completo era ligeramente lateral, apoyado sobre el hombro izquierdo, con los brazos extendidos a lo largo del tronco y las piernas flexionadas. Quizá debido a la descomposición del cadáver en un espacio hueco, tres partes del esqueleto estaban desplazadas de su posición anatómica (el cráneo, las vértebras dorsales y lumbares, y la pelvis). El probable ajuar estaba compuesto por el punzón de hueso, el bastón perforado y el canto piqueteado ya comentados con anterioridad, además de por dos testuces de cabra, un canto rodado oval con ocre, y un importante número de conchas de diferentes especies perforadas, en su mayor parte destinadas al adorno del manto o capa que portaría el finado. Algunas conchas perforadas y un canino atrófico de ciervo localizados bajo los pies del esqueleto completo podrían ser restos de los adornos que acompañaron a la inhumación anterior. En la tumba I se hallaron los restos de un individuo, una mujer de talla muy reducida y de edad avanzada, depositada en decúbito supino con las piernas violentamente flexionadas y los pies posados en piano, pegados a la cadera, es decir, en una posición similar a la del individuo adulto de la tumba III. Todo 375 parece indicar que las piernas habrían sido destruidas por una excavación posterior que habría violentado la parte superior del relleno de la tumba, cortando los huesos que más sobresalían, de modo que sólo se conservan los pies. El cráneo estaba ligeramente incorporado e inclinado hacia su derecha. Los brazos estaban extendidos a lo largo del cuerpo, con el codo derecho ligeramente flexionado, de modo que la mano reposaba sobre la cadera. El antebrazo izquierdo cruzaba el vientre, y la mano izquierda reposaba sobre el antebrazo derecho, por encima de la cadera. Una escápula de ciervo, colocada junto al pie izquierdo, parece ser la ofrenda más evidente. Probablemente, la anormal acumulación de caracoles de tierra (Cepaea nemoralis) observada también esté relacionada con el ritual funerario. Así mismo, los tres caninos atróficos de ciervo perforados inmediatos al lado exterior del pie izquierdo formaron probablemente parte del adorno personal de la difunta en el momento del enterramiento. Un contexto funerario próximo al Cantábrico y publicado en detalle recientemente es el de Aizpea (Barandiarán 2001b). Se trata de un abrigo en cuyo fondo fue depositada directamente sobre el suelo una mujer de unos 30 años y baja estatura. El cuerpo se colocó en posición completamente replegada, recostado sobre su lado derecho, con las piernas encogidas y los brazos plegados tocando casi los codos con las rodillas, es decir, en una postura plegada muy forzada. Inmediatamente sobre el cadáver se depositaron bastantes bloques de tamaño variable. Algunas piezas (una espátula y dos cantos de caliza) halladas en las inmediaciones de los restos humanos quizá constituyan un depósito intencional (Barandiarán 2001b). Los restos humanos hallados en la cueva de Colomba, en el marco del programa se sondeos en concheros asturienses llevado a cabo en 2000-2002, resultan más difíciles de interpretar (Fig. 26 y 27). Algunos huesos (una tibia —datada a comienzos del sexto milenio- y un astrágalo del lado derecho y un peroné del lado izquierdo) correspondientes a las piernas de un varón adulto fueron localizados en un testigo de conchero asturiense conservado en la pared derecha de la cueva a unos 2,5 m de la entrada. A pesar de no tratarse de restos en conexión anatómica, éstos fueron hallados en un espacio muy reducido, por lo que es probable que correspondan al mismo individuo. Con los datos disponibles no es posible determinar con seguridad las causas de la presencia de huesos humanos en ese lugar. No obstante, algunos indicios abogan por la posibilidad de que en esa zona de la cueva hubiera una tumba, desmantelada por procesos erosivos o por la acción humana o animal. Cabe en KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades ciel Paleolítico en la region cantábrica 376 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ este sentido destacar la asociación de tres huesos anatómicamente contiguos; la horizontalidad de los dos huesos largos; así corno la propia posición marginal, en un lugar de techo bajo, de los restos. ,on, 1 trstk¡ac dr ranJirra hu.-rWnas . irunss:Jc nu:ag;tvsta p bdt:Cg. .. '~ . ............. ... f.... Figura 26. Plano de la cueva de Colomba con indicación del testigo de conchero en el que se localizaron los restos humanos (Arias. Fano et al.. en prensa). Figura 27. Conchero de Colombo: tibia humana in situ (Arias. Fano et al., en prensa). El resto de información disponible corresponde a restos humanos aislados. El mejor documentado es la mandíbula recuperada durante la excavación arqueológica de urgencia practicada en el año 2000 en la cueva de la Poza l'Egua. La mandíbula, correspondiente a un varón adulto y datada en el octavo milenio, estaba depositada en el seno de un conchero asturiense. Durante la excavación se descartó la posibilidad de que el depósito fuera el relleno de una fosa, así como la presencia de otros restos humanos. Otros restos aislados (también mandíbulas) proceden de los concheros de las cuevas de Balmori y Mazaculos II. Aunque proceden de contextos revueltos lo más probable es que correspondan al Mesolítico. Más problemático resulta el hallazgo del cráneo de Cuartamentero, sólo a través de la datación radiocarbónica directa del mismo, actualmente en curso, podremos comprobar si realmente procede del conchero asturiense conservado en la cueva. En conclusión, podemos señalar que la mayor parte de las manifestaciones funerarias las encontramos en cuevas y abrigos, dato que no sorprende puesto que es en esos lugares donde se conserva la práctica totalidad de los yacimientos conocidos. Con la única excepción de Tito Bustillo, se trata de lugares ocupados también como zonas de hábitat durante el Mesolítico, aunque todo parece indicar que existió una separación, bien temporal bien espacial, entre los espacios sepulcrales y las áreas de actividad doméstica. Al parecer, la inhumación individual en fosa parece haber sido una práctica común, con el cadáver habitualmente colocado en decúbito supino o en posición lateral flexionada, aunque no faltan otras posibilidades como la registrada en J3. Los objetos asociados a los cadáveres son de carácter variado (instrumentos de uso cotidiano, restos de fauna —¿ofrendas de carne?—, objetos de adorno personal ...) y su valoración no siempre es fácil. De hecho, al haber afectado las fosas niveles de ocupación, habitualmente resulta difícil discernir entre objetos incorporados de manera intencional y objetos que aparecen de manera casual. De especial interés y difícil explicación resulta el hallazgo aislado de restos humanos en algunos concheros de la .región. Pudieran ser producto de algún otro tipo de práctica funeraria, pero las evidencias de Colomba y la común presencia de inhumaciones en concheros abogan más bien por la idea de que se trate de restos de estructuras desmanteladas, bien por la actividad humana bien por procesos naturales. KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2(X)4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantbrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA Probablemente, el hecho más relevante a destacar sea el notable incremento de las evidencias funerarias durante el Mesolítico, en especial durante el sexto milenio. De hecho, durante todo el Paleolítico regional apenas contamos con algunas manifestaciones seguras de este tipo. Ese incremento es común al conjunto de la Península Ibérica, y tras más de un siglo de investigaciones no parece que nos encontremos ante un problema de muestreo. Quizá ello responda a un cambio en el comportamiento funerario relacionado con algunos rasgos propios de momentos avanzados del Mesolítico, como la menor movilidad y el desarrollo de un comportamiento territorial, aspectos bien perceptibles en otros contextos europeos como el nórdico o el bretón donde, de hecho, proliferan los cementerios. Cabe en cualquier caso recordar que el documento funerario no es sólo un producto material de la acción social en el pasado, sino también un signo, cuyo significado sólo es accesible desde el discurso que le da sentido, y ese discurso, el de la sociedad que dio sepultura a aquellos cadáveres que ahora exhumamos, está definitivamente ausente (Vicent 1995). Quizá quepa por tanto otra explicación para el fenómeno descrito, al margen de las vinculadas al molde procesual que, como es bien sabido, enfatizan el papel de las prácticas simbólicas en su contexto cultural y no tanto el significado último de las mismas. 8. OCUPACIÓN Y GESTIÓN DE LOS ESPACIOS CANTÁBRICOS DURANTE EL MESOLITICO La información recabada en los últimos años a lo largo de la región pone en tela de juicio una idea que cabe considerar ya como clásica en el marco de la historiografía de la Prehistoria cantábrica, es decir, el abandono sistemático de los espacios interiores de la región por parte de los grupos mesolíticos (González Morales, 1999; Straus y González Morales 2003a, entre otros), tal y como acreditaban varios sitios interiores que habían albergado ocupaciones humanas durante el Tardiglacial y que no siguieron utilizándose en el Mesolítico: Los Azules en Asturias (Fernández-Tresguerres, 1980), Piélago, Rascaño, Salitre, y El Castillo en Cantabria (vid. respectivamente García Guinea, 1985; González Echegaray y Barandiarán, 1981; Fernández-Tresguerres, 1980; Cabrera Valdés, 1984), y Anton Koba en el País Vasco (Armendáriz, 1997). Recuérdese que ese fue precisamente uno de los argumentos esgrimidos por L.G. Straus a la hora de considerar los sitios azilienses (interiores) y asturienses (costeros) como dos facies funcionales correspondientes a los mismos grupos humanos. Hoy sin embargo conocemos un buen número de sitios azi- 377 Iienses costeros, y también algunos yacimientos del Mesolítico netamente alejados de la costa como los ya citados de Los Canes, Arangas, El Mirón, Cubío Redondo, Pareko Landa y Urratxa; y sin que falten emplazamientos de Alta Montaña como El Espertín, localizado a menos de 10 Km. del paso de "El Pontón", o La Calvera (y quizá La Mina) en el corazón de los Picos de Europa (Arias y Fano 2003). A su vez, los análisis de paleodietas efectuados confirman la existencia de un poblamiento mesolítico interior en la región cantábrica, dado que los datos de Los Canes constituyen una prueba evidente de la existencia de un poblamiento permanente en las áreas interiores montañosas del Oriente de Asturias. Existe un factor que contribuye probablemente a sesgar nuestra percepción del registro mesolítico, especialmente en el Cantábrico occidental. Allí el registro conocido está constituido esencialmente por concheros, es decir, por sitios que se concentran en los primeros kilómetros de costa. En este sentido, hemos venido insistiendo en los últimos años en la desventaja que supone para el prospector el hecho de que, según se va alejando de la costa, el registro mesolítico, de existir, varía sustancialmente su aspecto; los concheros desaparecen y con ellos la eficacia de la prospección de superficie. Téngase en cuenta que en Asturias los criterios seguidos durante las prospecciones para atribuir un sitio al Mesolítico han sido la presencia de canchero con especies características del Holoceno y/o el hallazgo de picos asturienses, es decir, evidencias arqueológicas vinculadas exclusivamente a los espacios litorales (Fano 1996, 1998b; Arias y Fano 2005). En síntesis, sin negar que el patrón de poblamiento mesolítico en la región cantábrica fuera esencialmente costero, la información recabada hasta la fecha no permite defender la idea de que el período se caracterizó por una desocupaciôn total de los espacios interiores del Cantábrico. Cabe en este sentido recordar que en un territorio interior próximo corno el de la Cuenca Alta-Media del Ebro, se documenta un poblamiento con indicios de estabilidad desde los inicios del Holoceno (Alday 2002). Al hilo de esta cuestión, también cabe realizar una reflexión breve acerca del papel que el patrón de poblamiento ha venido jugando en el análisis del final del Mesolítico. La idea de que el proceso de neolitización en el Cantábrico supuso un cambio radical del patrón de poblamiento se vinculaba a una cronología corta para el inicio del citado proceso; a la vez que contraponía la densidad del poblamiento mesolítico costero a la ocupación de los espacios interiores de la región por parte de los grupos megalíticos, que serían KOBIE ESeríe Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 378 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ los responsables de la introducción de las novedades neolíticas en la región (González Morales 1992, 1996). En cambio, hoy sabemos que el proceso de neolitización comenzó algunos siglos antes de que los megalitos comenzaran a formar parte del paisaje de los espacios cantábricos. Paradójicamente, esos siglos cruciales, y progresivamente menos oscuros, de la primera mitad del V milenio cal BC resultan parcos en yacimientos arqueológicos; bien por el desconocimiento de los mismos, bien por nuestra falta de pericia a la hora de identificar ocupaciones de ese momento en los sitios arqueológicos conocidos. Se trata ésta de una matización importante, dado que al comparar los patrones de poblamiento, en la información relativa al Neolítico han tenido un peso esencial los datos referentes a la fase de consolidación del proceso de cambio histórico. Es decir, no se ha venido comparando el patrón de poblamiento del final del Mesolítico (VI milenio) con el de los primeros siglos del V milenio, sino con otro posterior, en el que la distribución de los monumentos megalíticos tiene un peso específico. Sin duda, esta es una de las razones por las cuales siempre han resultado tan diferentes los patrones de poblamiento mesolítico y neolítico, especialmente al considerar como sitios arqueológicos de referencia los concheros y los monumentos megalíticos. Por las razones aludidas en un apartado previo, la costa oriental de Asturias constituye el territorio del Cantábrico mejor conocido en lo relativo al patrón de poblamiento. Si atendemos a la muestra de 81 sitios (Fig. 28) analizada hace algunos años (Fano 1998b), observamos un predominio neto de los depósitos conservados en cavidades, una circunstancia común al conjunto de la región. No faltan en cualquier caso hallazgos de superficie, como los de la costa central y occidental de Asturias (de Blas et al. 1978; Fano 1997) o los de la costa de Cantabria (Muñoz et al. 1992), caracterizados por la presencia de picos asturienses y que evidencian la existencia de un poblamiento mesolítico al aire libre del que apenas tenemos constancia en la actualidad. Figura 28. Localización de los yacimientos mesolíticos de un sector de la costa Oriental de Asturias (parte centro-oriental del concejo de Danes y concejo de Ribadedeva) (Fano 19986). Son concheros, o mejor dicho restos de concheros, lo que encontramos en el área clásica de dispersión del registro asturiense (Fig. 29), es decir, depósitos caracterizados a primera vista por contener abundantes restos malacológicos. Las cavidades en las que se conservan son de características diversas, desde abrigos que no ofrecen un espacio cubierto al hábitat humano, como el de Arenillas, inmediato a la playa de Buelna, hasta cavidades con amplios vestíbulos como la de Mazaculos II, próxima en este caso a la playa de La Franca. Conocemos también cuevas de menor porte, como la de la Barra sobre la ría de Tina Mayor, e incluso "covachas" de reducidas dimensiones como el abrigo del Puente de Puertas, inmediato a la antigua carretera general N-634 a la altura del río Purón. Figura 29. Conchero asturiense de la cueva de las Madalenas (Arias y Fano 2005). A pesar de no registrarse desplazamientos importantes —sólo el 20% de los sitios recogidos en la Fig. 28 se localizan a más de 24 minutos de marcha de la costa actual—, la localización de los concheros no es estrictamente litoral, máxime si tenemos en cuenta que el ascenso del nivel del mar probablemente haya provocado, a nivel general, una reducción de la distancia que separa los asentamientos del mar'. Se produjo por tanto un transporte de los recursos marinos desde la costa hasta los asentamientos, y ese traslado incluyó el material en principio desechable corno son 14 Insistimos en que el cálculo de distancias, basado en la fórmula Naismith, es sólo una aproximación a la realidad, puesto que como ya se indicó en un apartado previo, existen indicios de que el número de yacimientos localizados en la franja de costa afectada por la transgresión marina debió de ser importante. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), aiïo 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA las conchas de gasterôpodos y bivalvos'5. En el caso del marisco ese traslado supone el acarreo de un peso importante y ese es precisamente el factor que limita el transporte de este tipo de alimento (Bailey 1978; . Davidson y Bailey 1984). De hecho, tanto la Etnografía como la Etnohistoria nos ilustran acerca de posibles soluciones al problema del transporte de la parte desechable del alimento (Waselkov 1987). Así, en el caso de los Anbarra de la costa Norte de Australia, el marisco es procesado previamente en las proximidades de la zona de recolección cuando el campamento se localiza a cierta distancia de la costa (3-3,5 Km.). En nuestro caso todo parece indicar que se produjo un traslado íntegro del marisco desde el litoral, y la distancia a recorrer no parece haber influido en ese comportamiento, dado que conocemos concheros como el de la cueva de Cámara, en Meré (Lianes), situados a más de una hora de marcha desde la costa. También encontramos un posible ejemplo de ese comportamiento en el registro etnográfico de África: las mujeres Nguni recorren de 3 a 5 Km. hasta el mar y regresan con el marisco vivo hasta sus viviendas. En síntesis, la proximidad al mar no parece que fuese, en general, el factor clave a la hora de fijar los asentamientos, aunque sí existieron yacimientos estrictamente litorales. En cualquier caso, no debemos obviar que, al margen del propio ciclo vital de las especies y de una posible sobreexplotación, cuando nos referimos a la recolección en el intermareal hablamos de recursos "seguros". Es decir, se trata de una labor de recolección en un ambiente concreto, y como tal, no debieron de ser muchos los factores que el recolector del medio intertidal hubo de controlar al margen de la marea y el estado del mar. Se trató además de una actividad en la que, en principio, el recolector conocía el rendimiento que proporcionaba su labor en el litoral, con un desplazamiento igualmente conocido desde el asentamiento hasta la costa. Resulta evidente que el cazador no dispuso de esas ventajas. Probablemente, existió un límite lógico para el transporte (3 Km.?), en alguna ocasión ampliamente superado, dentro del cual los recolectores mesolíticos no restringieron sus desplazamientos en función de la distancia a recorrer. 15 En algunos asentamientos mesolíticos, corno el de Culverwell en la isla de Portland (sur de Inglaterra), ese material desechable entró a formar parte de las estructuras de hábitat (Palmer 1990); y quien esto escribe fue testigo en 1999 de cómo algunas casas de Bluefields, en la Costa Caribe de Nicaragua, cuentan con un "pasillo" de acceso a las viviendas cubierto de conchas, quizá con objeto de facilitar el drenaje del agua producto de las intensas precipitaciones que se producen en esas latitudes. Ese empleo del material desechable resulta difícil de imaginar en el caso que aquí nos ocupa, al menos de momento. 379 Tal y corno adelantarnos en el apartado dedicado a la subsistencia, lo comentado consta de una lectura paleoeconómica, pero también de una lectura relativa al propio significado de los concheros. Efectivamente, el transporte de los recursos marinos (y también terrestres corno ya hemos visto) hasta los sitios apoya la tesis de la existencia allí de una zona de hábitat concreta, más o menos alejada de la costa y relacionada con las cavidades. No cabe duda de que, en mayor o menor medida, se produjo un consumo in situ de marisco, de frutos silvestres e incluso de presas cazadas, pero el traslado de los alimentos hasta Ios yacimientos que hoy reconocemos denota la existencia de una organización evidente en la práctica de la subsistencia. Existen otras evidencias que apoyan la idea de la ocupación efectiva de las cavidades corno lugares de hábitats, y consecuentemente la visión de los concheros como áreas de habitación. Una de esas evidencias está constituida por las superficies de ocupación, ya comentadas, identificadas en el conchero de Mazaculos II, así como por el propio proceso de formación del depósito en la cueva (González Morales 1982). Resulta también significativo el hecho de que, en general, las condiciones de insolación de los sitios y de sus entornos próximos resulten muy favorables, sobre todo en un territorio corno el del Oriente de Asturias, donde la energía del relieve provoca frecuentemente —sobre todo en invierno, cuando la trayectoria solar sobre el horizonte es más baja y más corta— un ocultamiento topográfico, es decir, un efecto de sombra por parte del entorno. Los datos hasta ahora disponibles apuntan a que los grupos mesolíticos evitaron para asentarse aquellas partes del territorio afectadas por las umbrías invernales (Fig. 30). Téngase en cuenta que los aún escasos análisis isotópicos (160-180) efectuados a partir de muestras de Monodonta procedentes de La Riera, Mazaculos, La Llana y otros sitios asturienses (Deith y Shackleton 1986; González Morales 1992), así como los estudios de bandas de crecimiento de ejemplares de Patella procedentes de La Riera (Craighead 1995; Bailey y Craighead 2004), revelan que el marisqueo se practicó preferentemente en otoño e invierno, o al menos que fue entonces cuando el marisco se trasladó hasta las cavidades. De este modo, los asentamientos invernales habrían gozado en general de unas condiciones de insolación favorables (Fano 2001). 16 El "taponamiento" en el pasado de algunas cavidades por enormes acumulaciones de conchero (cuestión sobre la que ya insistió Vega del Sella) y la existencia de cavidades muy poco aptas para la habitación podrían esgrimirse como argumentos de lo contrario. KOBIE (Serie Anejos n,° 8), a►ïo 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 380 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ Figura 30. Modelo de insolación correspondiente al solsticio de invierno. Pueden observarse las extensas zonas que, apantalladas principalmente por la Sierra de Cuera, no reciben radiación solar directa en todo el día. Cada celda del modelo se ha representado con un tono de gris en función de la insolación recibida. Las celdas más oscuras no reciben insolación directa en ningún momento; las celdas más claras están sometidas a insolación directa durante casi todo el día. Cada transición entre tonos de gris representa un incremento de 30 minutos de insolación (Fano 1998b). Otras observaciones hacen referencia a la ubicación concreta de los depósitos en las cavidades y en ocasiones a la propia ubicación topográfica de los sitios. En un número importante de aquellas (29%) los depósitos se conservan a más de 5 m de profundidad, y esto ocurre cuando el tipo de cavidad lo permite, es decir, cuando la cavidad consta de un cierto desarrollo. Del mismo modo, cuando el depósito conservado es de una cierta entidad, el conchero suele alcanzar también espacios alejados de la boca de la cueva. Existe un claro predominio de los casos en los que los concheros se localizan sólo en la boca de las cavidades, pero al hablar de boca nos referimos a los primeros metros de desarrollo de la cueva, lo que sigue suponiendo la ocupación efectiva de un espacio interior. Esto resulta aun más evidente en aquellos casos en los que la ubicación topográfica de la cavidad no permite pensar en una ocupación al aire libre frente a la misma (Fig. 31). Buen ejemplo de esto último serían las cuevas de la Barra y de Cámara ya citadas. Más difícil resulta pronunciarse, al menos de momento, respecto al significado concreto de los distintos yacimientos, dado lo fragmentario del registro y la aún escasa investigación dedicada al terna. En este sentido, Mazaculos II constituye una excepción, puesto que sus registros faunístico e isotópico (1601 80) parecen garantizar que se trata de un asentamiento de ciclo anual (González Morales 1992). Estamos aun lejos de poder entender cómo se vertebró el poblamiento de este territorio, pero lo que parecen descartar los datos disponibles es la existencia de un modelo de ocupación jerarquizada con "campamentos-base" en la plataforma litoral y asentamientos satélite en las inmediaciones del mar centrados en la explotación del medio marino. En este sentido, la información recabada en los sitios que componen la muestra de 81 yacimientos que venimos comentando descarta la existencia de una relación significativa entre el tipo de cavidad y la localización respecto a la línea de costa. Es decir, no existe un predominio de cavidades poco favorables para la habitación (muy pequeñas, mal insoladas...) en el medio estrictamente costero que pudieran destinarse exclusivamente a la recolección y procesado de recursos marinos. Del mismo modo, la ausencia de una relación significativa entre el tipo de cavidad y la entidad de los depósitos conservados, así como entre el volumen de los concheros y la distancia a la costa, no contribuye precisamente a fundamentar esa posibilidad. Figura 31. l..ocalización del abrigo 11 del Puerto de Vidiago. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades ciel Paleolítico en 1a región cantñbrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 9. CONCLUSIONES El período analizado está bien definido en el Cantábrico desde el punto de vista cronoestratigráfico; si bien es cierto que la importante actividad de campo desarrollada hasta la fecha apenas ha dado lugar a trabajos definitivos. En esta sentido, las futuras monografías de sitios como Mazaculos, Los Canes, Arangas, El Espertin, La Garma A, La Fragua, El Perro, Pareko Landa, J3 o Berroberría, entre otros, supondrán un avance cualitativo en nuestro conocimiento sobre el Mesolítico de la región. Resulta evidente la existencia de una desproporción entre los distintos espacios cantábricos en cuanto a la intensidad de la investigación. La escasez de proyectos específicos en la vertiente atlántica del País Vasco contrasta además con el vigor de la investigación al otro lado de la divisoria de aguas, donde los trabajos de campo iniciados en los años 90 y la publicación de varias monografías (Aizpea, Kampanoste, Mendandia...) han permitido un avance muy importante en el conocimiento del período en la Alta-Media Cuenca del Ebro. Resultan en cualquier caso relevantes los trabajos recientes en Urdaibai, y en los próximos años será de especial interés la información que arroje la revisión de la secuencia de Santimamiñe. La investigación sobre el período se ha abordado desde distintas posiciones teóricas. Se distingue una etapa, previa a los aros 60/70, marcada por los enfoques tradicionales; otra protagonizada por lós arqueólogos procesuales; y una última etapa, desde los años 80 y sin solución de continuidad hasta el presente, con claras influencias del enfoque procesual pero en la que ha existido un decidido interés por recuperar el discurso histórico. El medio natural en el que se desenvolvieron las sociedades mesolíticas fue similar al actual, sobre todo a partir del Boreal, y el estudio de las transformaciones ambientales que acompañaron al inicio del Holoceno resulta clave para poder abordar cuestiones tan cruciales como la del grado de conservación del registro, un factor que, como hemos venido señalando, puede condicionar seriamente el alcance de nuestras inferencias. A diferencia de lo que ocurre en el valle del Ebro, resulta complicado ofrecer una visión integradora respecto al utillaje sobre piedra elaborado por estas sociedades, dado que los nuevos datos parecen enfatizan la variabilidad ya observada en el registro aziliense a uno y otro lado del Cantábrico. Tanto al Sur como al Este del área nuclear del Asturiense encontramos depósitos en los que están presentes las armaduras rnicrolíticas y en general un utillaje sobre pie- 381 dra no tan distante de la tradición superopaleolítica. En cambio, la observación de determinados comportamientos, como los relacionados con la gestión de las materias primas .líticas o la propia alimentación (al menos por lo que a los grupos costeros se refiere), parece quitar hierro a esas diferencias en las industrias. En cualquier caso, la distancia tipológica, técnica y muy probablemente funcional existente entre algunas colecciones, como la de Mazaculos y la de El Espertin en el Cantábrico occidental, es enorme y cabe plantearse lo siguiente: ¿corresponden a sociedades mesolíticas distintas, en consonancia con los resultados de los primeros análisis de paleodietas efectuados?; ¿o bien debemos recuperar la vieja idea de la falta de una parte del registro asturiense, en la línea de lo planteado en su día por Clark?. No se trata de dos opciones excluyentes y lo cierto es que sigue resultando difícil comprender el registro asturiense a la luz del utillaje conocido. Quizá esta incertidumbre esconda una tecnología bien distinta y centrada en el trabajo de materiales perecederos como la madera. Una situación similar, en cuanto a la diferencia entre las colecciones, se documenta en el Alto Ebro y estribaciones pirenaicas, con sitios como Mendandia y Kampanoste Goikoa con predominio de denticulados y escasa o nula presencia de dorsos y geométricos, y yacimientos como Aizpea o Peña 14 con predominio del utillaje laminar y buena presencia de geométricos. Frente al utillaje asturiense y al de otros contextos (como el de El Perro o La Fragua), cabe plantearse la misma pregunta que recientemente se formulaba A. Cava con relación al nivel IV de Mendandia, es decir, ¿qué utillaje se empleó para abatir los ungulados cuyos restos encontramos en los depósitos? El empleo, ya sugerido, de materiales perecederos como la madera para la elaboración de proyectiles es una posibilidad; y quizá también el empleo de técnicas de caza no tan vinculadas al empleo de ese tipo de instrumentos. El declive (o sustitución) del utillaje óseo, bien documentado desde el Magclaleniense final, prosigue con fuerza durante el Mesolítico, tanto en número de efectivos como en variedad de tipos. Sólo destaca la presencia del "anzuelo" que, junto a la desaparición del arpón, denota un cambio cualitativo en el modo de concebir la actividad pesquera. De hecho, todo parece indicar que tras el final del Paleolítico las sociedades postglaciares explotaron con mayor intensidad el Mar Cantábrico, hecho que constituye un buen ejemplo del proceso, iniciado durante el Magdaleniense reciente, de diversificación de los recursos explotados. La presencia de concheros, muy comunes a partir del Mesolítico, da buena cuesta de ello, a la KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 382 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ vez que las novedades en la actividad pesquera acreditan un decidido interés por explotar de un modo más sistemático el medio marino. En cualquier caso, los primeros análisis de isótopos estables realizados a partir de restos humanos hallados en concheros confirman que el mar no fue la única fuente de alimentación, tal y como ya habían revelado el patrón de poblamiento y las observaciones de orden arqueozoológico. Los alimentos de origen terrestre, como la carne de diferentes especies de ungulados, jugaron un papel determinante (en algún caso parece que exclusivo) en la dieta de estas sociedades postglaciares. El papel de los frutos silvestres debió de ser importante, pero no es posible de momento valorar su importancia en la dieta. También las aves y los moluscos terrestres formaron parte de la alimentación, con un peso específico también difícil de precisar. La liquidación definitiva del lenguaje artístico paleolítico es otro de los indicadores de este nuevo tiempo, sin reminiscencia alguna ya del gran arte de los cazadores del Paleolítico superior. Si" seguimos contando con objetos de adorno personal, elaborados casi en exclusiva a partir de especies marinas de gasterópodos, en ocasiones asociados a contextos sepulcrales. La presencia en yacimientos del valle del Ebro de adornos elaborados a partir de conchas procedentes del Cantábrico evidencia una vez más la existencia de relaciones a uno y otro lado de la divisoria de aguas. Las manifestaciones de carácter funerario son muy comunes ahora, al menos en comparación con el registro paleolítico, y a la luz de los nuevos datos es posible que, al igual que en otros espacios peninsulares, la inhumación en conchero fuese una práctica habitual entre estas sociedades. El patrón de poblamiento mesolítico es fundamentalmente costero, con masiva presencia de concheros sobre todo en Asturias y Cantabria. Pero ello no significó un abandono total de los espacios interiores. De hecho, los análisis de paleodietas efectuados parecen revelar la existencia de grupos que ocuparon el interior montañoso del oriente de Asturias y que apenas tuvieron contacto con la costa, al menos por lo que a su alimentación se refiere. En el caso concreto de los concheros asturienses, se comprueba que su ubicación no fue estrictamente litoral. No parece por tanto que la proximidad al mar fuese una prioridad; quizá el carácter "seguro" del marisqueo restó importancia al transporte del alimento hasta los asentamientos. Al margen de ese transporte, que también incluyó otros recursos de origen terrestre, distintas evidencias como las superficies de ocupación de Mazaculos, las buenas condiciones de insolación registradas —no siempre fáciles en una región marcada por la energía del relieve—, la localización concre- ta de los concheros en las cavidades, y la ubicación topográfica de algunas cavidades, abogan igualmente por la consideración de los concheros como espacios habitacionales. Y no parece que se trate de asentamientos marcados por la inmediatez, sino más bien por una concepción relativamente estable del hábitat, o al menos por un empleo recurrente de los sitios. Téngase en cuenta el volumen que alcanzaron habitualmente estos depósitos. El declive/sustitución del ciclo artístico paleolítico, bien palpable ya durante el Aziliense, se ha venido relacionando con una menor interacción cultural a larga distancia, ya apuntada para las sociedades del final del Magdaleniense. En este sentido, y desde una perspectiva sistémica de los procesos de cambio, otras observaciones relativas a las sociedades que aquí nos han ocupado, como la gestión de las materias primas líticas, la creciente diversificación de los recursos explotados (con buena presencia de los marinos, próximos a la gran mayoría de los yacimientos conocidos), la ocupación relativamente estable y/o recurrente de los asentamientos, nos indicarían que el Mesolítico habría supuesto un paso más en la dirección señalada, con poblaciones probablemente más importantes desde el punto de vista demográfico, bien adaptadas a entornos versátiles en cuanto a la disponibilidad de recursos, y quizá apegadas a territorios más limitados. El notable incremento de los contextos funerarios, en algún caso con evidencias de un uso reiterado del espacio sepulcral, sería coherente con este modelo, pero sin que falten indicadores, más tímidos ahora, de relaciones a larga distancia. Tal y como se ha venido planteando recientemente (Arias 2005-2006), un comportamiento territorial pudo tener su influencia en el inicio del proceso de neolitización, en el sentido de que una conducta social de ese tipo en un contexto de probable alta densidad de población puede relacionarse con una competición por los recursos. Y en una región no especialmente rica como la Cantábrica ello pudo derivar en situaciones complicadas para algunas poblaciones. Los indicios de stress alimentario observados en el individuo mesolítico más reciente de Los Canes apoyaría este punto de vista. Pero cabe también otra lectura respecto al inicio del proceso de neolitización. Si asumimos, a partir de los primeros análisis de paleodietas efectuados, la existencia de poblaciones distintas en el VI milenio, deberemos valorar el hecho de que las novedades neolíticas probablemente fueran adoptadas/interpretadas por distintas realidades sociales. A este respecto no conviene olvidar que el primer Neolítico de la región nos muestra situaciones dispares, desde lugares en los que parece acontecer una irrupción brusca de todo el KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 20()4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA "paquete neolítico" (cerámica, agricultura, ganadería...) hasta otros en los que nada parece haber cambiado en fechas del V milenio cal BC. O dicho de otro modo, ¿esa disparidad de situaciones es producto del propio proceso de neolitización o tiene sus raíces en el período anterior? AGRADECIMIENTOS Han sido varios los colegas que, de alguna u otra manera, han facilitado la elaboración de este capítulo. En texto se ha visto enriquecido por la lectura crítica que del manuscrito inicial hizo J. E. González Urquijo, y también por los comentarios de L. Zapata relativos al apartado en el que se aborda la cuestión del aprovechamiento del medio vegetal. F. I. Gutiérrez Zugasti y E. Alvarez Fernández nos proporcionaron datos inéditos fruto de sus investigaciones, y agradecemos del mismo modo la información proporcionada por R. de Balbín, A. Arrizabalaga, J. Mujika, L. Zapata, P. Arias y J. C. López Quintana sobre sus trabajos recientes en Tito Bustillo, J3, Marizulo, Pico 383 Ramos, La Garma A y Kobeaga II, respectivamente. Las nuevas dataciones de concheros asturienses recogidas en el cuadro 1 son producto del programa de sondeos llevado a cabo por R Arias y M. A. Fano entre 2000 y 2002, en el marco del Proyecto coordinado del Programa Sectorial de Promoción General del Conocimiento (Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica) "La transición al Neolítico en la región cantábrica. Cronología, subsistencia y organización social" (PB98-1098-0O2), desarrollado por las Universidades de Cantabria y Barcelona y dirigido por P. Arias. J. S. Mestres nos facilitó la información generada sobre el parámetro OR en el marco del Subproyecto "Datación por radiocarbono y calibración de las fechas radiométricas aplicadas a materiales de origen terrestre y marino procedentes de la región cantábrica" (PB98-10980O2-02). Buena parte de las imágenes que ilustran el texto son cortesía de Manuel R. González Morales, I. Fernández Zugasti, N. Fuertes Prieto y J. C. López Quintana. El trabajo se ha realizado con el apoyo de una Beca de Incorporación de Doctores a la C.A.P.V. concedida por el Gobierno Vasco. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 384 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ BIBLIOGRAFÍA Aguirre Ruiz de Gopegui, M.; López Quintana, J. C.; Sáenz de Buruaga, A. 1998-2000Medio ambiente, industrias y poblamiento prehistórico en Urdaibai (Gernika, Bizkaia) del Wiirm reciente al Holoceno medio. Illunzar 4: 13-38. Alday, A Dudas, manipulaciones y certezas para el Mesoneolítico vasco. Zephyrus 52: 129-174. 1999 Las unidades industriales mesolíticas en la alta-media cuenca del Ebro. Complutum 13: 19-50. 2002 Objetos para el adorno personal en el campamento mesolítico de Kampanoste (Virgala, Alava). En 2004 A. Cava (ed.), La ocupación prehistórica de Kampanoste en el contexto de los cazadores-recolectores del Mesolítico, pp. 129-138. Diputación Foral de Alava, Vitoria. La dinámica cultural del Mesolítico de Muescas y Denticulados: la reestructuración de la facies 2005a industrial. En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 605-618. Diputación Foral de Alava, Vitoria. La dinámica cultural del Mesolítico Geométrico: Mendandia en el contexto de la Cuenca del Ebro. 2005b En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 619-630. Diputación Foral de Álava, Vitoria. La industria ósea y otras evidencias materiales. En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de 2005c Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 383-393. Diputación Foral de Alava, Vitoria. Alday, A., Mujika, J. Nuevos datos de cronología absoluta concerniente al Holoceno medio en el área vasca. En Actas del 1999 XXIV Congreso Nacional de Arqueología (Cartagena 1997), vol. 2 (El inundo indŕgena), pp. 95-106. Dirección General de Cultura, Murcia. Almagro Basch, M. 1944 Los problemas del Epipaleolítico y Mesolítico en España. Ampurias VI: 1-38. Altuna, J. Fauna de mamíferos de los yacimientos prehistóricos de Guipúzcoa. Munibe 24: 1-464. 1972 El medio ambiente durante el Pleistoceno Superior en la región Cantábrica con referencia especial a 1992 sus faunas de mamíferos. Munibe 43: 13-29. El perro en los yacimientos arqueológicos del norte de la Península Ibérica. En J. A. Lasheras (ed.), 1994 Homenaje al Dr. Joaquín González Echegaray, pp. 159-162. Museo y Centro de Investigación de Altamira, monografía 17. Ministerio de Cultura, Madrid. Faunas de mamíferos y cambios ambientales durante el Tardiglacial cantábrico. En A. Moure, C. 1995 González Sainz (eds.), El Final del Paleolítico cantábrico. Transformaciones ambientales y culturaKOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 385 les durante el Tardiglaciar y comienzos del Holoceno en la Región Cantábrica, pp. 199-224. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, Santander. Mammal changes between the Dryas and the Holocene in Northern Spain. En N. Benecke (ed.), The Holocene History of the European Vertebrate Fauna (Workshop, 6th to 9th April 1998, Berlin), pp. 1-8. Verlag Marie Leidorf GmbH, Randen/Westf. Altuna, J., Cuenca, G., Elorza, M., Garcia, J. C., Lobo, J., IVlariezkurrena, K., Pérez, M., Sanchiz, B., González Morales, M. R., Straus, L. G. 2004. Post-pleistocene faunas from the archeological site of El Miron cave (Ramales de la Victoria, Cantabria, Spain): a preliminary summary. En E. Baquedano (ed.), Homenaje al Prof Dr: Emiliano Aguirre, vol. 2., pp. 40-49. Museo Arqueológico Regional, Alcalá de Henares. Alvarez Fernández, E. Die Reise der Schnecke Columbella rttstica wahrend des Mesolithikums and zu Beginn des Neolit2003 hikums in Europa. Archcieologisches Korrespondenzblatt 33 (2): 157-166. 2005 Éloignés mais pas isolés: la parure hors de la « frontière francaise » pendant le Magdalénien. En V. Dujardin (ed.), Industrie osseuse et parures du Solutréen au Magdalénien en Europe. Table ronde sur le paléolithique supérieur récent (Angoulême, Mars 2003), pp. 25-38. Mémoires de la Société Préhistorique Française 39, Paris. 2005-2006 La explotación de los recursos marinos durante el Paleolítico superior y el Mesolítico en la Región Cantábrica y en el Valle del Ebro: pasado y presente de la investigación. Munibe 57 (1) (Homenaje a Jesús Altuna): 359-368. 2006 Los objetos de adorno-colgantes del Paleolítico superior y del Mesolítico en la Cornisa Cantábrica y en el Valle del Ebro: urda visión europea. Universidad de Salamanca, Colección Vítor (n.° 195), Salamanca. en prensa Food and more: marine mollusks exploitation during the Upper Paleolithic and Mesolithic in Cantabrian Spain and in the Ebro Valley. En I. Quitmyer, K. Szabó (eds.), The Status of Archaeomalacology in the 21 th Century. First Meeting of the ICAZ Archaeomalacology Working Group (February 2005). Aparicio, Ma T. 2001 Malacofauna terrestre del yacimiento de Cubío Redondo (Matienzo, Cantabria). Munibe 53: 61-66. 1999 Apellániz, J. Ma El mesolítico de la cueva de Tarrerón y su datac:ión por el C14. Munibe 23: 91-104. 1971 El Grupo de Santimainirñe durante la Prehistoria coil cerámica (Mttnibe XXVII, fasc. 1-2). Socie1975a dad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián. 1975b Neolítico y Bronce en la Cornisa Cantábrica. En M. A. García Guinea (coord.), La Prehistoria err la Cornisa Cantábrica, pp. 201-218. Diputación Provincial de Santander, Santander. Apellániz, J. Ma, Altuna, J. 1975a Memoria de la II campaña de excavaciones arqueológicas en la cueva de Arenaza I (San Pedro de Galdames, Vizcaya). Noticiario Arqueológico Hispánico (Prehistoria) 4: 155-181. Memoria de la III campaña de excavaciones arqueológicas en la cueva de Arenaza I (San Pedro de 1975b Galdames, Vizcaya). Noticiario Arqueológico Hispánico (Prehistoria) 4: 183-197. Aranzadi, T. de, Barandiarán, J. M. de, Eguren, E. de Exploraciones de la caverna de Santimamiñe (Bctsarado: Cortézubi). 2a memoria. Los niveles con cerámica y el conchero. Diputación de Vizcaya, Bilbao. Areso, P., Uriz, A. 2000 Estudio sedimentológico del yacimiento de Kobeaga II (Ispaster, Bizkaia). Illuilzar- 4: 163-169. 1931 KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 386 MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ Arias, P. 1987 Acerca de la clasificación de un tipo de cantos tallados postpaleolítico de la región cantábrica. Veleica 4: 99-118. De cazadores a campesinos. La transición al neolítico en la región cantábrica. Servicio de Publica1991 ciones de la Universidad de Cantabria-Asamblea Regional de Cantabria, Santander. 1992a Adaptaciones al medio natural de las sociedades de la región cantábrica durante el Boreal y el Atlántico. En A. Cearreta, F. M. Ugarte (eds.), The Late Quaternary ira. the Western Pyrenean Region, pp. 269-283. Universidad del País Vasco, Bilbao, Estrategias de aprovechamiento de las materias primas líticas en la costa oriental de Asturias (VIII1992b III milenios a.C.). En R. Mora, X. Terradas, A. Parpal, C. Plana (eds.), Tecnología y cadenas operativas líticas, pp. 37-55. Universitat Autónoma de Barcelona, Beliaterra (Treballs d'Arqueologia 1). 1992c Estrategias económicas de las poblaciones del Epipaleolítico avanzado y en Neolítico en la región cantábrica. En A. Moure (ed.), Elefantes, ciervos y ovicaprinos: economía y aprovechamiento del medio en la Prehistoria de España y Portugal, pp. 163-184. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, Santander, Marisqueros y agricultores. Los orígenes del Neolítico en la fachada. atlántica europea. Universidad 1997 de Cantabria, Santander. The origins of the Neolithic along the Atlantic coast of continental Europe: a survey. Journal of 1999 . World Prehistory 13/4: 403-464. 2005/2006 Determinaciones de isótopos estables en restos humanos de la Región Cantábrica. Aportación al estudio de la dieta de las poblaciones del Mesolítico y el Neolítico. Munibe 57 (3) (Homenaje a Jesús Altuna): 359-374. Arias, P., Altuna, J. 1999 Nuevas dataciones absolutas para el. Neolítico de la Cueva de Arenaza (Bizkaia). Munibe 51: 161171 Arias, P., Altuna, J., Armendáriz, A., González Urquijo, J. E., Ibáñez, J. J., Ontañón, R., Zapata, L. Nuevas aportaciones al conocimiento de las primeras sociedades productoras en la región cantábri1999 ca. En J. Bernabeu, T. Orozco (eds.), Actes del II Congrés del Neolític a la Península Ibèrica (València, 1999), pp. 549-557. Universitat de Valência, Valência (Saguntum, Extra-2). Arias, P., Álvarez Fernández, E. 2004 Iberian foragers and funerary ritual — a review of paleolithic and Mesolithic evidence on the Peninsula. En M. R. González Morales, G. A. Clark (eds.), The Mesolithic of the Atlantic Facade: Proceedings of the Santander Syn"aposium, pp. 225-248. Anthropological Research Papers NO. 55, Arizona State University, Tempe. Arias, P., Armendáriz, A., Balbín, R. de, Fano, M. A., Fernández-Tresguerres, A., González Morales, M. R., Iriarte, M. J., Ontañón, R., Alcolea, J., Alvarez Fernández, E., Etxeberria, F., Garralda, M. D., Jackes, M., Arrizabalaga, A. en prensa Burials in the cave: New evidence on mortuary practices during the Mesolithic of Cantabrian Spain. En S. McCarten (ed.), Proceedings of The 7th International Conference on the Mesolithic in Europe (Belfast, August-September 2005). Arias, P., Armendáriz, A., Teira, L. El fenómeno megalítico en la Región Cantábrica. Estado de la cuestión. En P. Arias, R. Ontañón, C. 2005 García-Monto (eds.), III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica., pp. 751-759. Universidad de Cantabria, Santander. Arias, P., Fano, M. A. 2003 Shell middens and megaliths: Mesolithic funerary contexts in Cantabrian Spain and their relation to the Neolithic. En G. Burenhult, S. Westergaard (eds.), Stones and Bones. Formal disposal of the dead in Atlantic Europe during the Mesolithic-Neolithic interface (6000-3000 BC), pp. 145-166. ArchaeoKOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 387 logical Conference in Honour of the Late Professor Michael J. O' Kelly (Proceedings of the Stones and Bones Conference in Sligo, Ireland, May 1-5, 2002). British Archaeological Reports, International Series 1201, Oxford. Arias, P., Fano, M. A. 2005 Le rôle des ressources marines dans le Mésolithique de la région Cantabrique (Espagne) : l'apport des isotopes stables. En G. Marchand, A. Tresset (eds.), Unité et diversité des processus de néolithisation sur la facade atlantique de l'Europe, pp. 173-188. Mémoires de la Société Préhistorique Française 36, Paris. Arias, P., Fano, M. A., Armendáriz, A., Álvarez Fernández, E., Cueto, M., Garralda, Ma D., Mensua, C., Teira, L. C., en prensa Programa de sondeos en concheros holocenos del oriente de Asturias. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1999-2002, 5. Arias, P., Fernández-Tresguerres, J. A., Álvarez, E., Armendáriz, A., Cueto, M., Fano, M. A., Garralda, Ma D., Mensua, C., Teira, L. C. en prensa Excavación arqueológica de urgencia en la cueva de La Poza l'Egua (Lledías,Llanes). Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1999-2002, 5. Arias, P., González Sainz, C., Moure, A., Ontañón, R. 1999 La Gonna. Un descenso al pasado. Gobierno de Cantabria y Universidad de Cantabria, Santander. Estudio integral del Complejo Arqueolôgico de La Garma (Omoño, Ribamontán al Mar). En R. 2000 Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 271-277. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. Arias, P., Ontañón, R. 1999 Excavaciones arqueológicas en la cueva de Arangas (1995-98). Las ocupaciones de la Edad del Bronce. Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1995-98, 4: 75-88. Arias, P., Ontañón, R., Armendáriz, A., Pereda, E. 2003 Zona Arqueológica de La Garma (Ribamontán al Monte): La Garma A, cuevas sepulcrales y castro del Alto de La Garma. En P. Arias, R. Ontañón, C. García-Monco, L. Teira (eds.), III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica — Libro Guía de la Excursión. Preactas, pp. 42-57. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, Santander. Arias, P., Pérez, C. Investigaciones prehistóricas en la Sierra Plana de la Borbolla (1979-1986). Excavaciones Arqueo1990 lógicas en Asturias 1983-1986, 1: 1. 43-1. 51. 1992 Las excavaciones arqueológicas en la cueva de Los Canes (Arangas, Cabrales). Campañas de 1987 a 1990. Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1987-90, 2: 95-101. 1995 Excavaciones arqueológicas en Arangas, Cabrales (1991-94). Las cuevas de Los Canes, el Tiu Llines y Arangas. Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1991-94, 3: 79-92. Armendáriz, A. . 1989 Excavación de la cueva sepulcral Urtao II (Oñati, Guipúzcoa). Munibe 41: 45-86. Anton Koba: cazadores azilienses en la sierra de Aizkorri (Guipuzkoa). En R. de Balbín Berhmann, 1997 P. Bueno Ramírez (eds.), II Congreso de Arqueología Peninsular: Paleolítico y Epipaleolítico, Tomo I, pp. 297-31.0. Fundación Rei Henriques, Zamora. Aura, J. E., Villaverde, V., González Morales, M. R., González Sainz, C., Zilhao, J., Straus, L. G. The Pleistocene-Holocene transition in the Iberian Peninsula: continuity and change in Human adap1998 tations. Quaternary International 49/50: 87-103. Bailey, G. N. Concheros del Norte de España: una hipótesis preliminar. En Actas del XII Congreso Nacional de 1973 Arqueología, pp. 73-84 KOBIE (Serie Anejos n." 8). alzo 20()4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ 388 1978 Shell middens as indicators of postglacial economies: a territorial perspective. E. P. Mellars (ed.), The early postglacial settlement of northern Europe, pp. 37-63. Duckworth, London. Bailey, G., Craighead, A. 2004 Coastal Paleoeconomies and Paleoenvirommental Trends: Asturian and Australian Middens Compared. En M. R. González Morales, G. A. Clark (eds.), The Mesolithic of the Atlantic Façade: Proceedings of the Santander Sytnposium , pp. 181-204. Anthropological Research Papers NO. 55, Arizona State University. Barandiarán, J. M. de 1976 Recapitulación y apéndice. En Obras Completas, Torno IX. Vasconia Antigua. La cueva de Santirrtantifie, pp. 421-471. La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao. Barandiarán, L 1967 El Paleorrtesolítico ciel Pirineo Occidental. Bases para una sistematización tipológica del instrumental óseo paleolítico. Monografías Arqueológicas III. Seminario de Prehistoria y Protohistoria, Zaragoza. 1979a Azilien et post-azilien dans le Pays basque méridional. En D. Sonneville-Bordes (Dir.), La Fin des Temps Glaciaires en Europe. Chronostratigraphie et écologie cíes cultures du Paléolithique final (Colloques Internationaux du CNRS, Talence 1977), pp. 721-732. París, CNRS. 1979b Excavaciones en el covacho de Berroberría (Urdax). Trabajos de Arqueología Navarra 1: 11-60. 1983 Los comienzos del Holoceno en la Prehistoria vasca. Algunas reflexiones. Cuadernos de Sección. Antropología-Etnografía. Prehistoria-Arqueología 1: 239-258. 1990 Revisión estratigráfica de Berroberria. Datos en 1990. Veleia 7: 7-33. 1993-94 Cueva de Berroberría (Urdax). Informe de las campañas de excavación V (1990), VI (1991), VII (1992) y VIII (1993). Trabajos de Arqueología Navarra 11: 243-248. Los establecimientos de cazadores en la Prehistoria de Navarra. Del Paleolítico medio a inicios del Neolítico. Cuadernos de Arqueología cíe la Universidad de Navarra 3: 53-84. 1995 1995-96 Las cuevas de Berroberría y Alberdi (Urdax). Informe al final de la campaña de 1994. Trabajos de Arqueología Navarra 12: 263-269. 2001a La industria ôsea: elaboraciones sobre hueso, asta y concha. En I. Barandiarán, A. Cava (dir.), Cazadores-recolectores en el Pirineo Navarro. El sitio de Aizpea entre 8.000 y 6.000 arios antes de ahora, pp. 179-212. Anejos de Veleia, serie maior 10. Universidad del País Vasco, Vitoria. 2001b El dispositivo funerario. En I. Barandiarán, A. Cava (dir.), Cazadores-recolectores en el Pirineo Navarro. El sitio de Aizpea entre 8.000 y 6.000 artos antes de ahora, pp. 431-444. Anejos de Veleia, serie maior 10. Universidad del País Vasco, Vitoria. Berganza, E. 1990 El Epipaleolítico en el País Vasco. Munibe 42: 81-89. Bernabeu, J., Aura, J. E., Badal, E. 1993 Al Oeste del Edén. El Neolítico en la Europa mediterránea. Madrid, Síntesis. Blas, M. A. de, González Morales, M. R., Márquez Uría, W C., Rodriguez Asensio, J. A. 1978 Picos asturienses de yacimientos al aire libre en Asturias. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 93-94: 335-356. Bohigas, R., Muñoz, E. 2002 Excavaciones arqueológicas de urgencia en el Covacho de Arenillas (Islares, Castro Urdiales). 1992. En R. Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1987-1999. Arqueología de Gestión, pp. 45-47. Gobierno de Cantabria, Santander. Bosch-Gimpera, P. 1922 Ensayo de una reconstrucción de la Etnología Prehistôrica de la Península Ibérica. Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo IV (1): 11-50. KOBIE (Serie Anejos n." 8). año 20()4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantCkl}ric UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 1945 389 El poblamiento antiguo y la formación de los pueblos de Espacia. Universidad Nacional Autónoma de México, México. Butzer, K. W. 1964 Environment and Archaeology. An Ecological Approach to Prehistory. Aldine, Chicago. Cabrera Valdés, V. 1984 El yacimiento de la Cueva de "El Castillo ", Puente Viesgo, Santander. C.S.I.C., Madrid. Carballo, J. 1924 Prehistoria Universal y Especial de España. Imp. de Vda. de L. de Horno, Santander. El esqueleto humano Inds antiguo de Espacia. Edición del autor, Santander. 1926 Castaños, P. 2000 Estudio de los restos faunísticos del yacimiento de Kobeaga II. Illun,ar- 4: 173-175. 2001 Estudio arqueozoológico de la fauna del yacimiento de Cublo Redondo (Matienzo, Cantabria). Munibe 53: 71-74. Cava, A. 1975 La industria lítica de los niveles postazilienses de Santimamiñe (Vizcaya). Sautuola I: 53-73. 1978 El depósito arqueológico de la cueva de Marizulo (Guipúzcoa). .Munibe 4: 155-172. 1988 El Neolítico en el País Vasco Peninsular. En II Congreso Mundial fisco. Congreso de Historia de Euskal Herria, Torno I: 75-89. Vitoria, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco. 1990 El Neolítico en el País Vasco. Munibe 42: 97-106. 1994 El Mesolítico en la cuenca del Ebro. Un estado de la cuestión. Zephyrus XLVII: 65-91. 2004 La ocupación prehistórica de Kampanoste y su contextualización. En A. Cava (ed.), La ocupación prehistórica de Kampanoste en el contexto de los cazadores-recolectores del Mesolítico, pp. 171234. Diputación Foral de Alava, Vitoria. Cearreta, A., Edeso, J. M., Ugarte, F. M. 1992 Cambios del nivel del mar durante el Cuaternario reciente en el Golfo de Bizakaia. En A. Cearreta, F. M. Ugarte (eds.), The Late Quaternary in the Western Pyrenean Region, pp. 57-94. Universidad del País Vasco, Bilbao. Cearreta, A., Murray, J. W. 1996 Holocene paleoenvironmental and relative sea-level changes in the Santoña estuary, Spain. Journal of Foraminiferal Research 26 (4): 289-298. Clark, G. A. 1972 1975 El Asturiense de Cantabria: bases sustentadoras y evidencias de los cambios climáticos post-pleistocenos. Trabajos de Prehistoria 29: 17-30. Liencres: una estación al aire libre de estilo asturiense cerca de Santander. Seminario de Arqueología de la Universidad de Deusto, Bilbao. 1976 1983a El Asturiense Cantábrico. C.S.I.C., Madrid. The Asturian of Cantabria. Early Holocene Hunter-Gatherers in Northern Spain. University of Arizona Press, Tucson. 1983b Una perspectiva funcionalista de la Prehistoria de la región cantábrica. En Homenaje al Prof: Mar- tin Almagro Basch, vol. I, pp. 155-170. Ministerio de Cultura, Madrid. 1989 Site functional complementary in the Mesolithic of Northern Spain. En C. Bonsall (ed.), The Meso- lithic in Europe, pp. 589-603. John Donald Publishers, Edinburgh. 2000 Thirty years of Mesolithic research in Atlantic coastal Iberia (1970-2000). Journal of Anthropologi- cal Research 56: 17-37. MOBIL: (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la region cantábrica MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ 390 Clark, G. A., Lerner, S. 1980 Prehistoric resource utilization in Early Holocene Cantabrian Spain. Anthropology UCLA 10 (1-2): 53-96. Clark, G. A., Straus, L. G. 1986 Synthesis and conclusions — Part I: Upper Paleolithic and Mesolithic hunter-gatherers subsistence in Northern Spain. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age Hunter-Gatherer adaptations in Northern Spain, pp. 351-365. Arizona State University (Anthropological Research Papers 36), Tempe. Clemente Conte, I. 1997 Los instrumentos líticos del Tunel VII: Una aproximación etnoarqueológica. Consejo Superior de Investigaciones Científicas — Universidad Autónoma de Barcelona, Madrid. Courty, M.-A., Vallverdu, J. 2001 The microstratigraphic record of abrupt climate changes in cave sediments of the Western Mediterranean. Geoarchaeology: An International Journal 16 (5): 467-500. Corchón, M. S., Mateos, A., Álvarez Fernández, E., Delclós, X., Peñalver, E., Van der Made, J. en prensa Ressources complementaires et mobilité dans le Magdalénien Cantabrique (14000-13000 BP). Nouvelles dones sur cetácées, phoques, mollusques, ambre et jais de la Grotte de Las Caldas (Asturi es, Nord de l'Espagne). L'Anthropologie. Craighead, A. S. Marine Mollusca as Paleoenvironmental and Paleoeconomic Indicators in Cantabrian Spain. Unpu1995 blished Ph.D Dissertation, University of Cambridge. Crusafont, M. ¿Es la industria asturiense una evolucionada pebble-culture? Speleon, XIV (1-4): 77-89. 1963 Davidson, I., Bailey, G. N. 1984 Los yacimientos, sus territories de explotación y la topografía. Boletín del Museo Arqueológico Nacional II: 25-46. Deith, M., Shackleton, N. 1986 Seasonal exploitation of marine molluscs: oxygen isotope analysis of shell from La Riera Cave. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age hunter-gatherer adaptations in northern Spain, pp. 299-313. Arizona State University, Tempe. Diez Castillo, A. 1996 Utilización de los recursos en la Marina y Montaña cantábricas: una prehistoria ecológica de los valles del Deva y Nansa. Asociación Cultural de Arqueología AGIRI, Gernika (en Illunzar 3). 2005 El contacto entre cazadores-recolectores y agricultores en los valles occidentales de Cantabria. En P. Arias, R. Ontañón, C. García-Monco (eds.), III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica, pp. 425-433. Universidad de Cantabria, Santander. Díez Fernández-Lomana, C., Sánchez Marco, A., Moreno Lara, V. 1995 Grupos avicaptores del Tardiglaciar: Las aves de Berroberría. Munibe 47: 3-22. Domingo, R. 2005 Análisis funcional de los geométricos y de láminas de Mendandia. En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 321-333. Diputación Foral de Alava, Vitoria. Drak, L., Garralda, M. D. en prensa Mesolithic human remains from Poza l'Egua and Colomba Caves (Asturias, Spain). En S. McCarten (ed.), Proceedings of The 7th International Conference on the Mesolithic in Europe (Belfast, August-September 2005). KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 391 Edeso, J. M. Variaciones del nivel del mar en el País Vasco durante el Holoceno. Boletín de la Asociación de Geó1991 grafos Españoles 13 (2a época): 21-44. Elorza, M. 1990 Restos de aves en los yacimientos prehistóricos vascos. Estudios realizados. Munibe 42: 263-267. Elorza, M., Sánchez Marco, A. Postglacial fossil Great Auk and associated avian fauna from the Biscay Bay. Munibe 45: 179-185. 1993 Estévez, J. 2005 Catástrofes en la Prehistoria. Bellaterra Arqueología, Barcelona. Estévez, J., Gassiot, E. 2002 El cambio en sociedades cazadoras litorales: tres casos comparativos. Revista Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social V: 43-85. Fano, M. A. El Mesolítico en Asturias: delimitación cronológica y espacial. Complutum 7: 51-62. 1996 El poblamiento mesolítico al oeste de Berbes (Ribadesella, Asturias): Una interpretación del regis1997 tro arqueológico conocido. Zephyrus 50: 107-124. Algunas reflexiones acerca de la historia de la investigación sobre el Mesolítico en el extremo occi1998a dental de la región cantábrica: a propósito de Jordá. En J.L. Sanchidrián, Ma.D. Simón (eds.), Las Culturas del Pleistoceno Superior en Andalucí, pp. 381-395. Patronato de la Cueva de Nerja, Nerja. El hábitat mesolítico en el Cantábrico occidental. Transformaciones ambientales y medio físico 1998b durante el Holoceno antiguo. British Archaeological Reports, International Series 732, Oxford. 2000 Después del Asturiense: ocho décadas de incertidumbre acerca del inicio del Neolítico en el Cantábrico occidental. Veleia 17: 9-30. Habitability of prehistoric settlements: proposal for the study of one of the elements involved, and 2001 first results for the Cantabrian Mesolithic (Northern Spain). Journal of Iberian Archaeology 3: 2534. 2005 Los inicios de la investigación sobre el Mesolítico en el Cantábrico occidental: la contri bución de Hugo Obermaier. Archaia 3, 4 y 5 (El nacimiento de la Prehistoria y la Arqueología científica, V. Cabrera y M. Ayarzagüena eds.): 231-239. Fano, M. A., González Morales, M. R. Nine decades of research on the "Asturian" of Cantabria. En M. R. González Morales, G. A. Clark 2004 (eds.), The Mesolithic of the Atlantic Façade: Proceedings of the Santander Symposium, pp. 167179. Anthropological Research Papers NO. 55, Arizona State University, Tempe. Fernández, R. 2001 La actividad pesquera en la región cantábrica durante el Paleolítico y el Epipaleolítico. Estado de la cuestión. Trabajo de Tercer Ciclo inédito. Universidad de Cantabria, Santander. Fernández, R., Mallo, M. Primera cata de sondeo en Cueva Oscura. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 54: 65-72. 1965 Fernández Menéndez, J. La necrópolis dolménica de la Sierra Plana de Vidiago. Primera estación neolítica descubierta en 1927 Asturias. Ibérica 678: 312-317. 1931 La necrópolis dolménica de la Sierra Plana de Vidiago. Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropología, Etnología y Prehistoria X, pp. 163-190. 1940 Los problemas del Asturiense español. Memórias e comunicaçoes apresentadas ao Congresso da Pre e Proto-História de Portugal (I Congresso), pp. 161-166. Lisboa. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica MIGUEL ANGEL FANO MARTÍNEZ 392 Fernández-Tresguerres Velasco, J. A. 1980 El Aziliense en las provincias de Asturias sJ Santander. Monografías del Centro de Investigación y Museo de Altamira, n° 2. Ministerio de Cultura, Santander. Flor, G., Martínez, P. 1997 La costa de Laredo. Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Santander. Fuertes Prieto, N. 2000-2001 El modo de producción de los microlitos geométricos: el caso de la cueva de "El Espertín". Lancia 4: 51-70. Garcia Guinea, M. A. 1975 El Mesolítico en Cantabria. En M. A. García Guinea (coord.), La Prehistoria en la Cornisa Cantdbrica, pp. 175-197. Diputación Provincial de Santander, Santander. Gassiot, E. 2001 Adaptación ecológica y formaciones cazadoras recolectoras ciel Paleolítico Superior Final y Mesolítico en la Península Ibérica. Revisión crítica. Revista Atlántica-Mediterránea ele Prehistoria y Arqueología Social IV: 61-90. 2002 Análisis funcional y producción en las sociedades cazadoras-recolectoras. Significación de los cambios tecnológicos durante el mesolítico. En I. Clemente, R. Risch, J. F. Gibaja (eds.), Análisis funcional. Su aplicación al estudio de las sociedades prehistóricas, pp. 31-42. British Archaeological Reports, International Series 1073, Oxford. Gavelas, J. A. 1980 Sobre nuevos concheros asturienses en los concejos de Ribadesella y Llanes (Asturias). Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 101: 675-718. González, J. M. 1965 Localización de un pico asturiense en Luarca. Valdediós: 35-39. González Echegaray, J., y Barandiarán, I. 1981 El Paleolítico superior de la Cueva del Rascatio (Santander). Monografías del Centro de Investigación y Museo de Altamira, n° 3. Ministerio de Cultura, Santander. González Morales, M. R. Excavaciones en el conchero asturiense de la Cueva de Mazaculos II (La Franca, Ribadedeva, Astu1978 rias). Boletín ciel Instituto de Estudios Asturianos 93-94: 363-383. 1982 El Asturiense y otras culturas locales. La explotación de leas áreas litorales de la región cantábrica en los tiempos epipaleolíticos. Monografías del Centro de Investigación y Museo de Altamira, n° 7. Ministerio de Cultura, Santander. 1989 Asturian resource exploitation: recent perspectivas. En C. Bonsall (ed.), The Mesolithic in Europe, pp. 604-606. John Donald Publishers Ltd, Edinburgh. 1990 La Prehistoria de las Marismas: excavaciones en el abrigo de la Peña del Perro (Santoña, Cantabria). Campañas 1985-88. Cuadernos de Trasmiera 2: 13-28. 1992 Mesolíticos y megal ticos: la evidencia arqueológica de los cambios en las formas productivas en el paso al megalitismo en la costa cantábrica. En A. Moure (ed.), Elefantes, cienos y ovicaprinos: economía y aprovechamiento ciel medio en la Prehistoria cíe España y Portugal, pp. 185-202. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, Santander. 1995a La transición al Holoceno en la Región Cantábrica: el contraste con el modelo del Mediterráneo español. En V. Villaverde (ed.), Los últimos cazadores. Transformaciones culturales y económicas durante el Tar-cliglaciar- y el inicio ciel Holoceno en el ámbito mediterráneo, pp. 63-78. Instituto de Cultura Juan Gil-Albert y Diputación de Alicante, Alicante. KOB[E (Serie Anejos n.° 8), ario 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 393 1995b Memoria de los trabajos de limpieza y toma de muestras en los yacimientos de las Cuevas de Mazaculos y El Espinoso (La Franca, Ribadedeva) y La Llana (Andrín, Llanes) en .1993. Excavaciones Arqueológicas en Asturias, 1991-94, 3: 65-78. 1996a Obermaier y el Asturiense: ocho décadas de investigación. En A. Moure (ed.), "El Hombre Fósil" ochenta arios después: volumen conmemorativo del 50 aniversario de la muerte de Hugo Obermaier, pp. 371-389. Universidad de Cantabria, Fundación Marcelino Botín e Institute for Prehistoric Investigations, Santander. 1996b La transición al Neolítico en la Costa Cantábrica: la evidencia arqueológica. En 1 Congrés del Neolitic a la Península Ibérica. Forrnació i implantació de les corrtunitats agrícolas, pp. 879-885. Museu de Gavà, Gavâ. 1999 Costa e interior: algunas observaciones sobre el uso de las cuevas en el Mesolítico. En De Oriente a Occidente, Homenaje al Dr Emilio Olávarri, pp. 237-246. Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca. 2000 La Prehistoria de las Marismas: Excavaciones en la cueva de la Fragua (Santoña). Campañas de 1990, 1991, 1993, 1994 y 1996. En R. Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 177-179. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. González Morales, M. R., Díaz Casado, Y. 1991-92 Excavaciones en los abrigos de la Peña del Perro (Santoña, Cantabria). Estratigrafía, cronología y comentario preliminar de sus industrias. Veleia 8-9: 43-64. 2000 La Prehistoria de las Marismas: excavaciones arqueológicas en los abrigos de la Peña del Perro (Santoña). En R. Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 93-96. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. González Morales, M. R., Díaz Casado, Y., Yudego Arce, C. 2002 Excavaciones en la Cueva de la Trecha de la Fuente la Corredora (Islares, Castro Urdiales). En R. Ontañón (ed.) Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1987-199.9. Arqueología de Gestión,pp. 4953. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. González Morales, M. R. & Fano, M. A. 2005 The Mesolithic of Cantabrian Spain: a critical review. En N. Milner, P. Woodman (eds.), Mesolithic studies at the beginning of the 21st Centur , pp. 14-29. Oxbow Books, Oxford. González Morales, M. R., García Codrón, J. C., Morales Muñiz, A. 1992 El bajo Asón del X al V milenio B.P.: cambios ambientales, económicos y sociales en el paso a la prehistoria reciente. En A. Cearreta, F. M. Ugarte (eds.), The late Qt:taternar v in the western p_yrenean region, pp. 333-342. Universidad del País Vasco, Bilbao. González Morales, M. R., Márquez Uría, W C., Díaz, T. E., Ortea Rato, J. A., Volman, K. 1980 Informe preliminar de las excavaciones en el conchero asturiense de la cueva de Mazaculos II (La Franca, Asturias): campañas de 1976-78. Noticiario Arqueológico Hispánico (Prehistoria) 9: 35-62. González Morales, M. R., Yudego, C., Ituarte, C. 2000 La Prehistoria de las Marismas: prospección arqueológica de la zona del bajo Asón y marismas de Santoña y torna de muestras en los yacimientos del Otero, la Chora y El Valle. En R. Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 151-153. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. González Sainz, C., González Morales, M. R. 1986 La Prehistoria de Cantabria. Tantín, Santander. Gutiérrez Zugasti, F. I. 2005 La explotación de moluscos en la cuenca baja ciel río Asón (Cantabria, España) a inicios ciel Holoceno (10.000-5.000 BP) y su importancia en las comunidades hwncinets ciel Aziliense y riel Mesolítico. Trabajo de Tercer Ciclo inédito. Universidad de Cantabria, Santander. KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 394 2006 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ Análisis arqueomalacológico de la Cueva de La Fragua (Santoña, Cantabria, España). En N. Ferreira Bicho (ed.), Animais na Pré-história e Arqueología da Peninsula Ibérica. Actas do IV Congr-esso de Arqueologia Peninsular (septiembre de 2004), pp. 197-210. Universidade do Algarve, Faro. Harrison, S. P, Digerfeldt, G. European lakes as palaeohydrological and palaeoclimatic indicators. Quaternary Science Reviews 1993 12: 233-248. Hughen, K. A., Baillie, M. G. J., Bard, E., Bayliss, A., Beck, J. W., Bertrand, C. J. H., Blackwell, P. G., Buck, C. E., Burr, G. S., Cutler, K. B., Damon, P. E., Edwards, R. L., Fairbanks, R. G., Friedrich, M., Guilderson, T. P., Kromer, B., McCormac, F. G., Manning, S. W., Ramsey, C. B., Reimer, P. J., Reimer, R. W., Remmele, , S., Southon, J. R., Stuiver, M., Talamo, S., Taylor, F. W., van der Plicht, J., Weyhenmeyer, C. E. Marine04 marine radiocarbon age calibration, 0-26 kyr BP. Radiocarbon 46/3: 1059-1086. 2004 Iriarte, M. J., Arrizabalaga, A., Etxebarría, F., Herrasti, L. La inhumación humana en conchero de J3 (Hondarribia, Gipuzkoa). En P. Arias, R. Ontañón, C. Gar2005a cía-Moneo (eds.), III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica, pp. 607-613. Universidad de Cantabria, Santander. Iriarte, M. J., Mujika, J., Tarriño, A. Herriko Barra (Zarautz-Gipuzkoa): caractérisation industrielle et économique des premiers groupes 2005b de producteurs sur le littoral basque. En G. Marchand, A. Tresset (eds.), Unité et diversité des processus de néolithisation sur la façade atlantique de l'Europe, pp. 127-136. Mémoires de la Société Préhistorique Française 36, Paris. Johnson, M. 2000 Teoría Arqueológica. Una Introducción. Ariel Historia, Barcelona. Jordá Cerdá, F. La cueva de Bricia (Asturias). Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 22: 169-197. 1954 1956 La obra del Conde de la Vega del Sella y su proyección en la Prehistoria española. En Libro Homenaje al Conde de la Vega del Sella: 15-33. Oviedo, Diputación Provincial. Revisión de la cronología del Asturiense. V Congreso Nacional de Arqueología, pp. 63-66. Secreta1959 ría General de los Congresos Arqueológicos Nacionales, Zaragoza. Asturiense. En Gran Enciclopedia Asturiana, t. 2, pp. 140-141. Gijón. 1970 El Paleolítico Hispano. Las Ciencias XL (2): 1-7. 1975 1976 Guía de las cuevas prehistóricas asturianas. Ed. Ayalga, Salinas. Historia de Asturias. Prehistoria. Ed. Ayalga, Salinas. 1977 Jordá Pardo, J. F. 1984-85 La malacofauna de la Cueva de Nerja (III): Evolución medioambiental y técnicas de marisqueo. Zephyrus 37-38: 143-154. Kozlowski, S. K. The Mesolithic: What do we know and what do we belive?. En L. Larsson, H. Kindgren, K. Knuts2003 son, D. Loeffler, A. Akerlund (eds.), Mesolithic on the Move, pp. xvii-xxii. Oxbow Books, Oxford. Leroi-Gourhan, A. The palynology of La Riera cave. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age Hun1986 ter-Gatherer adaptations in Northern Spain, pp. 59-64. Arizona State University (Anthropological Research Papers 36), Tempe. López Quintana, J. C. Evaluación crítica de la propuesta de interpretación de las antiguas excavaciones de Kobeaga II tras 1999 la revisión estratigráfica de su depósito. Krei 4: 49-60. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 395 2000 El yacimientos prehistórico de la cueva de Kobeaga II (Ispaster, Bizkaia): cazadores-recolectores en el País Vasco atlántico durante el VIII y VII milenio b.p. Illunzar 4: 83-162. 2005a Organización del territorio durante la transición al Neolítico en el Cantábrico oriental: los ejemplos de Urdaibai y Gorbeia. En P. Arias, R. Ontañón, C. García-Monco (eds.), HI Congreso del Neolítico en la Península Ibérica, pp. 435-444. Universidad de Cantabria, Santander. 2005b Cueva de Santimamiñe (Kortezubi). Arkeoikuska 04: 89-92. Loriana, Marqués de 1943 Excavaciones en Berroberría. Archivo Español de Arqueología 16: 194-206. Llopis Lladó, N. 1953a Sección de Exploraciones. Asturias. Speleon IV (2): 105. 1953b Estudios hidrogeológicos y prehistóricos en Posada (Llanes). Speleon IV (3-4): 266. Madariaga de la Campa, B. 1976 Consideraciones acerca de la utilización del pico marisquero del Asturiense. XL Aniversario del Centro de Estudios Montañeses, vol. 3, pp. 437-451. Institución Cultural de Cantabria, Santander. Mariezkurrena, C. 1990 Dataciones absolutas para la arqueología vasca. Munibe 42: 287-304. Mariezkurrena, K. y Altuna, J. 1995 Fauna de mamíferos del yacimiento costero de Herriko Barra (Zarautz, País Vasco). Munibe 47: 23-32. Marín Arroyo, A. B. 2004 Análisis arqueozoológico, tafonómico y de distribuciôn espacial de la fauna de mamíferos de la cueva de la Fragua (Santoña - Cantabria). Editiones TGD, Santander. Márquez Uría, Ma C. 1974 Trabajos de campo realizados por el Conde de la Vega del Sella. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 83: 811-835. 1988 El Conde de la Vega del Sella (1870-1941) y la comisión de investigaciones paleontológicas y prehistóricas. En J. M. Sánchez (coord.), 1907-1987, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas 80 años después, vol. II, pp. 485-500. Simposio Internacional (Madrid 1987). CSIC, Madrid. Mary, G. 1992 La evolución del litoral cantábrico durante el Holoceno. En A. Cearreta, F. M. Ugarte (eds.), The Late Quaternary in the Western Pyrenean Region, pp. 161-170. Universidad del País Vasco, Bilbao. Mazo Pérez, C. 2005 Análisis de huellas de uso de la serie lítica retocada del nivel IV de Mendandia. En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 285-320. Diputación Foral de Alava, Vitoria. Memoria 1995 Fechaciones absolutas de fondos prehistóricos. En Memoria 1994, pp. 55-60. Museo Arqueológico, Etnográfico e Histórico Vasco, Bilbao. Menéndez, M. 1999 La cueva del Buxu. Cangas de Onís. Campaña de 1998 y resumen de los trabajos anteriores. Excavaciones Arqueológicas en Asturias 1995-98, 4: 69-73. Menéndez de la Hoz, M., Straus, L. G., Clark, G. A. 1986 The icthyology of La Riera cave. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age Hunter-Gatherer adaptations in Northern Spain, pp. 285-288. Arizona State University (Anthropological Research Papers 36), Tempe. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 396 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ Mestres, J. S., Arias, P. 2006 Datación por radiocarbono y calibración de las fechas radiocarbónicas aplicadas a materiales de origen terrestre y marino procedentes de la región cantábrica. En Explotación de recursos litorales y acuáticos en la Prehistoria (Workshop, Barcelona 15-16 Abril 2005), pp. 7-10. Working Papers Series 2, Institució Milà i Fontanals (CSIC), Barcelona. Milner, N., Craig, O. E., Bailey, G. N., Pedersen, K., Andersen, S. H. Something fishy in the Neolithic? A re-evaluation of stable isotope analysis of Mesolithic and Neo2004 lithic coastal populations. Antiquity 78 (299): 9-22. Milner, N., Woodman, P. Looking into the Canon's Mouth: Mesolithic Studies in the 21st Century. En N. Milner, P. Woodman 2005 (eds.), Mesolithic studies at the beginning of the 215t Century, pp. 1-13. Oxbow Books, Oxford. Montserrat Martí, J. M. Evolución glaciar y postglaciar del clima y la vegetación en la vertiente sur del Pirineo: estudio 1992 . palinológico. Monografías del Instituto Pirenaico de Ecología 6, Zaragoza. Moreno Nuño, R. Catálogo de malacofaunas de la Península Ibérica. Archaeofauna 4: 143-272. 1995 Mörner, N. A. Sea level and climate-the decadal —to- century signals. Journal of Coastal Research Special Issue 17: 1995 261-268. Muñoz, M. Microlitisrno geométrico en el País Vasco. Universidad de Deusto, Bilbao. 1976 Muñoz, M., Berganza, E. El yacimiento de la cueva de Urratxa 111(Orozko, Bizkaia). Universidad de Deusto, Bilbao. 1997 Muñoz Fernández, E. Los concheros holocénicos en Cantabria. Trabajo de Tercer Ciclo inédito. Universidad de Cantabria, 1997 Santander. Muñoz Fernández, E., Serna, A., Malpelo, B., Morlote, J. M. Las industrias con picos asturienses en Cantabria. Nivel Cero 2: 13-31. 1992 Murelaga, X., Lopez Quintana, J. C., Castaños, P., Guenaga, A., Zubeldia, H. Micromamíferos del yacimiento holoceno de Kobeaga II (Ispaster, Bizkaia). Illunzar- 5: 49-55. 2005 Neira Campos, A., Fuertes, N, Fernândez, C., Bernardo de Quirós, F. Le gisement mésolithique de la "Cueva del Espertín", León, Espagne. En Actes du XlVéme Congrés 2004 UISPP. Section 7: Le Mésolithique (Université de Liège, septembre 2001), pp. 129-136. British Archaeological Reports, International Series 1302, Oxford. Newel, R. C., Pye, V. I., Ahsanullah, M. The effect of thermal acclimation on the heat tolerance of the intertidal prosobranchs Littorina litto1971 rea (L.) and Monodonta lineata (Da Costa). Journal of Experimental Biology 54: 525-533. Obermaier, H. El Hombre Fósil. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas 9, Madrid. 1916 1924 . Fossil Man in Spain. The Hispanic Society of America by the Yale University Press, New Haven. El Hombre Fósil. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas 9, Madrid. Edición 1925 facsimilar editada y coordinada por J. M. Gómez-Tabanera. Ed. Istmo, Madrid. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2(X)4. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 397 Ontañón, R. Investigaciones arqueológicas en Montealegre (Sámano, Castro Urdiales). En R. Ontañón (ed.), 2000 Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 279-282. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. La secuencia de la cueva de Los Gitanos (Castro Urdiales, Cantabria) y el Neolítico cantábrico. En 2005 P. Arias, R. Ontañón, C. García-Monco (eds.) III Congreso del Neolítico en la Península Ibérica, pp. 1035-1043. Universidad de Cantabria, Santander. Ortea, J. 1986 The malacology of La Riera cave. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age Hunter-Gatherer adaptations in Northern Spain, pp. 289-298. Arizona State University (Anthropological Research Papers 36), Tempe. Palmer, S. Culverwell. Unique opportunities for studying the intra-site structure of a mesolithic habitation site 1990 in Dorset, England. En P. M. Vermeersch, P. Van Peer (eds.), Contributions to the Mesolithic in Europe, pp. 87-9 1. Leuven University Press, Leuven. Pemán, E. 1990 Los micromamîferos en el Pleistoceno Superior del País Vasco. Muriibe 42: 259-262. Peña-Chocarro, L., Zapata, L., Iriarte, M. J., González Morales, M. R., Straus, L. G. The oldest agriculture in northern Atlantic Spain: new evidence from El Mirón cave (Ramales de la 2005 Victoria, Cantabria). Journal of Archaeological Science 32: 579-587. PeilaIba, Ma C. La vegetación y el clima en los montes vascos durante el Pleistoceno superior y el Holoceno según 1992 los análisis polínicos. En A. Cearreta, F. M. Ugarte (eds.), The Late Quaternary in the Western Pyrenean Region, pp. 171-182. Universidad del País Vasco, Bilbao. 1993 Biogeografía holocena de las principales especies forestales del norte de la Península Ibérica. Coodemos de Sección, Historia 20: 391-409. Pérez Pérez, M. 1975 Los yacimientos prehistôricos de la región del Cabo Peñas. En XIII Congreso Nacional de Arqueologin, pp. 109-119. Zaragoza. 1999 Aproximación a la traceología del pico asturiense. Sautuola VI (Estudios en homenaje al profesor Dr: Garcia Guinea): 211-217. Pérez Suárez, C. 1982 Carta Arqueológica de los concejos de Llanes y Ribadedeva (Asturias). Memoria de Licenciatura inédita, Universidad de Oviedo. 1992 Carta Arqueológica de Llanes y Ribadedeva. Consejería de Cultura, Oviedo (inédito). 1995 Carta arqueológica de los concejos de Llanes y Ribadedeva (1992). Excavaciones Arqueológicas en Asturias 19.91-94, 3: 243-245. Pericot, L. Historia de Esparta. Épocas primitiva y romana, t. 1. Instituto Gallach de Librería y Ediciones (2a 1942 ed.), Barcelona. 1950 La España Primitiva. Ed. Barna, Barcelona. Quesada, J. M. Paleoeconomía asturiense. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos 53 (153): 7-41. 1999 Ramil Rego, E. Evolución climática e historia de la vegetación durante el Pleistoceno superior y el Holoceno en las 1993 regiones montañosas del Noroeste Ibérico. En A. Pérez, L. Guitián, P. Ramil (eds.), La evolución del KOBIE (Serie Anejos n.° S). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la region cantábrica 398 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ paisaje en las montadlas del entorno de los Caminos Jacobeos. Cambios ambientales y actividad humana, pp. 25-60. Xunta de Galicia, A Coruña. Rasilla, M. de la El Conde de la Vega del Sella y la Arqueología Prehistórica en Asturias. Principado de Asturias, 1991 Oviedo. Reimer, P. J., Baillie, M. G. J., Bard, E., Bayliss, A., Beck, J. W., Bertrand, C. J. H., Blackwell, P. G., Buck, C. E., Burr, G. S., Cutler, K. B., Damon, P. E., Edwards, R. L., Fairbanks, R. G., Friedrich, M., Guilderson, T. P., Hughen, K. A., Kromer, B., McCormac, F. G., Manning, S. W., Ramsey, C. 13., Reimer, R. W., Remmele, , S., Southon, J. R., Stuiver, M., Talamo, S., Taylor, F. W., van der Plicht, J., Weyhenmeyer, C. E. IntCa104 terrestrial radiocarbon age calibration, 0-26 kyr BR Radiocarbon 46/3: 1029-1058. 2004 Richards, M., Schulting, R. J., Hedges, R. E. M. 2003 Sharp shift in diet at onset of Neolithic. Nature 425: 366. Rincón Vila, R. Las culturas del metal. En M. A. García Guinea (dir.), Historia de Cantabria. Prehistoria. Edades 1985 Antigua y Media, pp. 113- 209. Ed. Librería Estudio, Santander. Rodríguez Asensio, J. A. La presencia humana rnás antigua en Asturias (El Paleolítico Inferior y Medio). Fundación Pública 1983 de Cuevas y Yacimientos Prehistóricos de Asturias, Oviedo. Roselló Izquierdo, E. Arqueoictiofaunas Ibéricas. Aproximación Metodológica y Bio-Cultural. Universidad Autónoma de 1990 Madrid, Madrid. Rúa, C. de la, Baraybar, J. P., Iriondo, M., Izagirre, N. Estudio antropológico del esqueleto mesolítico del yacimiento de Aizpea. En I. Barandiarán, A. 2001 Cava (dir.), Cazadores-recolectores en el Pirineo Navarro. El sitio de Aizpea entre 8.000 y 6.000 años antes de ahora, pp. 363-429. Anejos de Veleia, serie maior 10. Universidad del Pais Vasco, Vitoria. Ruiz Cobo, J., Muñoz, E., Smith, P. Los concheros de caracoles (Cepaea) en el sector ori ental de Cantabria. Altamira LV: 7-25. 1999 Ruiz Cobo, J., Smith, P. The Archaeology of the Matienzo Depression, North Spain. British Archaeological Reports, Interna2001 tional Series 975, Oxford. Ruiz Cabo, J., Smith, P. (dir.) La Cueva de Cofresnedo en el valle de Matienzo. Actuaciones arqueológicas 1996-2001. Gobierno 2003 de Cantabria, Santander. Sánchez Marco, A. 2001 Aves del yacimiento mesolítico de Cubío Redondo (Cantabria). Munibe 53: 57-60. Scarre, C., Arias, P., Burenhult, G., Fano, M. A., Oosterbeek, L., Schulting, R., Sheridan, A., Whittle, A. Megalithic chronologies. En En G. Burenhult, S. Westergaard (eds.), Stones and Bones. Formal dis2003 posal of the dead in Atlantic Europe during the Mesolithic-Neolithic interface (6000-3000 BC), pp. 6.5-111. Archaeological Conference in Honour of the Late Professor Michael J. O' Kelly (Proceedings of the Stones and Bones Conference in Sligo, Ireland, May 1-5, 2002). British Archaeological Reports, International Series 1201, Oxford. Schulting, R. J. Slighting the sea: stable isotope evidence for the transition to farming in northwestern Europe. Doca1998 KOBIE (Serie Anejos n.° 8). año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 399 menta Praehistorica (Porocilo o raziskovanju paleolitika, neolitika in eneolitika v Sloveniji) XXV: 203-218. Schwarcz, H. P. Some theoretical aspects of paleodiet studies. Journal of Archaeological Science 18: 261-275. 1991 Serna, W R. 2000 Excavaciones en la estación megalítica del Alto de Guriezo-Hayas (Ampuero). Campañas de 19911999. En R. Ontañón (ed.), Actuaciones Arqueológicas en Cantabria 1984-1999, pp. 197-202. Consejería de Cultura y Deporte, Santander. Sierra, L. 1909 Notas para el mapa paletnográfico de la Provincia de Santander. Actas del Primer Congreso de Nattcralistas Españolas, pp.103-117. Zaragoza. Straus, L. G. 1979 Mesolithic adaptations along the northern coast of Spain. Quaternaria 21: 305-327. 1981 On marine hunter-gatherers: a view from Cantabrian Spain. Munibe 33: 171-173. 1985 Chronostratigraphy of the Pleistocene-Holocene transition: the Azilian problem in the Franco-Cantabrian Region. Palaeohistoria 27: 89-122. 1986 A comparison of La Riera assemblages with those from contemporary sites in Cantabrian Spain. En L. G. Straus, G. A. Clark (eds.), La Riera Cave. Stone Age Hunter-Gatherer adaptations in Northern Spain, pp. 219-236. Arizona State University (Anthropological Research Papers 36), Tempe. 1992 beria before the iberians. The Stone Age Prehistory of Cantabrian Spain. University of New Mexico Press, Alburquerque. Straus, L. G., Clark, G. A., Altuna, J., González Morales, M. R., Laville, H., Leroi-Gourhan, A., Menéndez, M., Ortea, J. Excavaciones en la cueva de La Riera (1976-1979): un estudio inicial. Trabajos de Prehistoria 40: 1983 9-57. Straus, L. G., Clark, G. A., eds. 1986 La Riera Cave. Stone Age Hunter-Gatherer adaptations in Northern Spain. Arizona State University, Anthropological Research Papers 36, Tempe. Straus, L. G., González Morales, M. R. 2003a The Mesolithic in the Cantabrian interior: fact or fiction? En L. Larsson, H. Kindgren, K. Knutsson, D. Loeffler, A. Akerlund (eds.), Mesolithic on the Move, pp. 359-368. Oxbow Books, Oxford. 2003b El Mirón cave and the 14C chronology of Cantabrian Spain. Radiocarbon 45: 41-58. Straus, L. G., González Morales, M. R., Fano, M. A., García-Gelabert, Ma P. Last Glacial human settlement in eastern Cantabria. Journal of Archaeological Science 29: 14032002 1414. Stuiver, M., Reimer, P. J. Extended 14C data base and revised CALIB 3.0 14C age calibration program. Radiocarbon 35/1: 215-230. Tarriño, A. 2000 Procedencia de los sílex de la industria lítica del yacimiento de Kobeaga II (Ispaster, Bizkaia). /Hunzar 4: 185-189. 2001a El sílex en la cuenca Vasco-Cantábrica y Pirineo Navarro: caracterización y su aprovechamiento en la Prehistoria. Tesis Doctoral inédita, UPV EHU, 384 p. 2001b Procedencia de los sflex de la industria lítica del yacimiento de Aizpea (Navarra). En I. Barandiarán, A. Cava (dir.), Cazadores-recolectores en el Pirineo Navarro. El sitio de Aizpea entre 8.000 y 6.000 1993 KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica 400 MIGUEL ÁNGEL FANO MARTÍNEZ años antes de ahora, pp. 51-61. Anejos de Veleia, serie major 10. Universidad del País Vasco, Vitoria. 2004 Procedencia de los sílex de la industria lítica del yacimiento de Kampanoste (V.írgala, Álava). En A. Cava (ed.), La ocupación prehistórica de Kampanoste en el contexto de los cazadores-recolectores del Mesolítico, pp. 47-60. Diputación Foral de Alava, Vitoria. 2005 Fuentes de aprovisionamiento de los sílex del yacimiento arqueológico de Mendandia (Sáseta, Condado de Treviño). En A. Alday (ed.), El campamento prehistórico de Mendadia: ocupaciones mesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 465-474. Diputación Foral de Alava, Vitoria. Tarriño, A., Aguirre, M. 1997 Datos preliminares sobre fuentes de aprovisionamiento de rocas silíceas en algunos yacimientos paleolíticos y postpaleolíticos del sector oriental de la Cuenca Vasco-Cantábrica. Veleia 14: 101-116. Uriarte Cantolla, A. Historia del clima de la Tierra. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria. 2003 Uzquiano, P. L'evolution de la vegetation a l'Holocene initial dans le nord de l'Espagne a partir de l'etude anthra1995 cologique de trois sites archeologiques. Quaternaire 6 (2) : 77-83. Vásquez, V., Rosales, T. Informe preliminar sobre la inalacofauna marina de la Cueva de los Canes (Arangas, Cabrales). 2002 Inédito. Vega del Sella, Conde de la 1914 La Cueva del Penicial (Asturias). Comisiôn de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas 4, Madrid. 1915 Avance al estudio del Paleolítico Superior en la Región Asturiana. Actas del Congreso de la Asociación Española para el Progreso de Las Ciencias (Valladolid 1915), pp. 139-160. Imp. "Alrededor del Mundo", Madrid. Paleolítico de Cueto de la Mina (Asturias). Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehis1916 tóricas 13, Madrid. 1923 El Asturiense. Nueva industria pr-eneolítica. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas 32 (Serie Prehistórica 27). En La Cueva del Penicial y el Asturiense. Reimpresión en Biblioteca de Autores Asturianos, vol. 15 (1991), introducción de Ma C. Márquez Uría. Auseva, Gijón. La transición al Neolítico en la costa cantábrica. Actas y Memorias de la Sociedad Española de 1925 Antropología, Etnografía y Prehistoria, IV, Mem. XL, Sección 34: 165-172. 1927 La industria asturiense y el ídolo prehistórico de Peña Tú. Ibérica 683: 292-293. 1930 Las Cuevas de la Riera y Balrnori (Asturias). Comisiôn de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas 38 (Serie Prehistórica 29), Madrid. Vicent, J. 1995 Problemas teóricos de la Arqueología de la Muerte. Una introducción. En R. Fábregas, F. Pérez, C. Fernández (eds.), Arqueoloxía da Morte na Península Ibérica desde as Orixes ata o Medievo, pp. 15-31. Excmo. Concello de Xinzo de Limia. Waselkov, G. A. 1987 Shellfish gathering and shellmidden archaeology. En M. B. Schiffer (ed.), Advances in Archaeological Method and Theory, vol. 10, pp. 93-210. San Diego. Yarritu, Ma J., Gorrotxategi, X. 1995 El Megalitismo en el Cantábrico oriental. Investigaciones arqueológicas en las necrópolis megalíticas de Karrantza (Bizkaia), 1979-1994. La necrópolis de Ordunte (Valle de Mena, Burgos), 199.1-94. Cudernos de Sección, Prehistoria-Arqueología 6: 155-198. KOBIE (Serie Anejos n." 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica UN NUEVO TIEMPO: EL MESOLÍTICO EN LA REGIÓN CANTÁBRICA 401 Zapata, L. 1998 La excavación del depósito sepulcral calcolítico de la Cueva Pico Ramos (Muskiz, Bizkaia). La industria ósea y los elementos de adorno. Munibe 47: 35-90. La explotación del medio vegetal en Kampanoste Goikoa (Álava): combustible y alimentación. En A. Alday (ed.), El depósito arqueológico de Kampanoste Goikoa (Vírgala, Álava). Memoria de las actuaciones arqueológicas. 1992-93, pp. 95-101. Diputación Foral de Álava, Vitoria. 2000a Análisis de los macrorrestos vegetales de Kobeaga II: la explotación del bosque. Illunzar 4: 177-183. 2000b La recolección de plantas silvestres en la subsistencia mesolítica y neolítica. Datos arqueobotánicos del País Vasco. Complutuin 11: 157-169. El uso de los recursos vegetales en Aizpea (Navarra, Pirineo occidental): la alimentación, el combustible y el bosque. En I. Barandiarán, A. Cava (dir.), Cazadores-recolectores en el Pirineo Navarro. El sitio de Aizpea entre 8.000 y 6.000 araos antes de ahora, pp. 325-359. Anejos de Veleia, serie major 10. Universidad del País Vasco, Vitoria. 1995 2001 2002 Origen de la agricultura en el País Vasco y transformaciones en el paisaje: análisis de restos vegetales arqueológicos. Diputación Foral de Bizkaia (Anejo 4 de Kobie), Bilbao. Zapata, L., Ibáñez, J. J., González Urquijo, J. E. El yacimiento de la cueva de Kobaederra (Orna, Kortezubi, Bizkaia). Resultados preliminares de las 1997 campañas de excavación 1995-97. Munibe 49: 51-63. Zapata, L., Peña, L. 2005 Los macrorrestos vegetales del yacimiento de Mendandia. En A. Alday (ed.), El campamento premesolíticas y neolíticas entre el 8.500 y el 6.400 B.P., pp. 411histórico de Mendadia: ocupaciones , 426. Diputación Foral de ava, Ál Vitoria. Zvelebil, M. 1998 What's in a name: the Mesolithic, the Neolithic, and social change at the Mesolithic-Neolithic transition. En M. Edmunds, C. Richards (eds.), Understanding the Neolithic of North-west Europe, pp. 1-36. Cruithne press, Glasgow. KOBIE (Serie Anejos n.° 8), año 2004. Las sociedades del Paleolítico en la región cantábrica