VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA EN AMERICA

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VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA EN AMERICA LATINA
Gonzalo Arroyo C, s. j .
"La opresión ejercida por los grupos de poder puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero
en realidad no es sino "el germen continuo e Inevitable de rebeliones y guerras" — (Paulo VI)".
Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Medetlin, 1968.
En Medellín los Obispos latinoamericanos introducen el término de violencia institucionalizada
para caracterizar la injusticia que en muchas partes
las estructuras actuales del capitalismo imponen sutilmente bajo visos de legalidad sobre la gran mayoría del pueblo'.
Sin duda existen varios documentos recientes
tanto de algunos obispos como de cristianos que
utilizan expresiones semejantes2. Y aún antes lo
dijo el pensamiento de izquierda ¡ . Por eso la impor1
J
"Si el cristiano cree en la facundidad de 1a paz para lleqar a la
justicia cree también que la justicia es una condición ineludible
para la paz. No deja de ver que AmcYici T n'irta se cr"*1lcr<'ra
en muchas partes ante una situación de injusticia que puede llamarse violencia institucionalizada, porque líis estructuras actuales
violan derechos fundamentales, situación que exige transformaciones
globales, audaces, urgentes y profundamente renovadoras. No debe
pues extrañarnos que nazca en América Latina "la tentación de
la violencia" (p. Propressio N? 30)". Documente, sobre la Paz,
Conferencia de Medellfn.
Por ejemplo en el Mensaje de Alpinos Obispos del Tercer Mundo
se dice: "Los Gobiernos deben abocarse a hacer resfir esa ]wha
de clases. Contrariamente a lo que se suele afirmar, son los
ricos los que a menudo la han iniciado y la continúan contra
los trabajadores explotándolos con salarlo! insuficientes y condiciones Inhumanas de trabajo". Los Obispos chilenos en su pastoral, Chile, Voluntad de Ser: "Habrá tanta máí violencia cuanto
mayor resistencia opongan aquellos grupos privilegiados para que
se hagan comunes los bonericios que hoy día sólo son patrimonio
de ellos, porque cada derecho usurpado es una forma de violencia
que engendrará la represalia . . .". N? 56. Asimismo. Mons. Helder Cumara, Arzobispo de Olinda-Rcclfe, se ha referido muchas
veces al presente orden social que parece más bien un "desorden". La idea del "desorden establecido" se encuentra ya en 1933
en las obrus de Enmanucl Mounler y "apunta hacia la falsificación de los valares, la disolución de las relaciones sociales y
el envilecimiento de los corazones, de lo que tiene la culpa la
desviación de la revolución Industrial en el Sigla XIX por una
sociedad materialista e individualista" (Tenn Morie Domenach
en Esprlt N; 178). Es cloro que este concepto del "desorden
establecido" en el sistema capitalista tiene más el sentido de
desorden espiritual. El concepto de violencia institucionalizada
que ñus ocupa dice más relación a la Injusticia de las estructuras.
> En el pensamiento de jzqulerda Inspirado en Marx está subyacente
el concepto de violencia en las instituciones pues "la clase dominante erige su dominación común en poder público, en Estado".
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tancia de la declaración de los Obispos no debe
buscarse tanto en la novedad que aporta dentro del
mundo latinoamericano. Pero sí viene a autentificar dentro de la comunidad cristiana una actitud
crítica y de denuncia frente a la globalidad de un
sistema generador de injusticia y subdesarrollo, asumida valientemente por algunos —pensemos en un
Camilo Torres que no pudo compatibilizar su vocación social con el ejercicio de su sacerdocio—. Más
aún al reconocer esta declaración que la mantención del orden social imperante se hace a costa de
una cierta violencia inserta en el mismo sistema,
abre el camino para comprender el por qué de la
violencia subversiva que surge imprevisible y ominosa, tanto en lo recóndito de la selva tropical y de la
montaña, como en los bulevares de Río y México o
de cualquiera otra capital, que asume no sólo formas políticas como las guerrillas o las rebeliones,
sino también brota incontrolable en disturbios callejeros, huelgas de trabajadores y estudiantes, impele a ocupar haciendas, fábricas y aún catedrales,
estalla también en terrorismo sangriento contra embajadores y políticos. Hay que enfrentarse a la rea-
El derecho es el Instrumento de represión de la clase dominante
disfrazado de "interés genetal" (ver La Ideología alemana). En
-América Latina, Fidel Castro en su famosa defensa, a raíz del
asalto frustrado al cuartel Moneada, "La historia me absolverá",
describe la violencia del sistema dirigido por Balista que frustra
los derechos de la persona. Asimismo Ernesto Che Guevara y
Regís Debray defienden la justicia de la acción subversiva basándose en la Injusticia del régimen actual.
lidad de una crisis profunda de autoridad que afecta no solo a la sociedad política —los golpes militares de Perú y Panamá lo atestiguan dolorosamente—
sino que se extiende también a la universidad, a la
vida familiar y no menos a la iglesia. Son pocos los
países latinoamericanos que se substraen a esta violencia reactiva de un mundo mayoritario postergado
al cual las estructuras condenan hasta ahora a la explotación, lo excluyen del progreso, del bienestar y
de la participación, mundo que aparentemente desea
hoy expresarse, pero que a menudo no tiene a su
alcance otro lenguaje que el de la fuerza.
Trataremos pues en este artículo de esclarecer
el concepto de violencia institucionalizada para examinar luego histórica y estructuralmente cómo se
fue instalando en América Latina. No es nuestro intento hacer una evaluación ética —esto queda reservado para otros artículos de este mismo número—
sino situar correctamente las causas profundas del
clima subversivo que nos envuelve, manifestado en
la atracción irresistible que figuras como el Che Guevara —no sólo por sus innegables virtudes personales, sino aún como paladín de la violencia guerrillera— ejercen en vastos sectores de la juventud y también en medios intelectuales y políticos de nuestro
continente.
El concepto de violencia y sus ambigüedades
La violencia se entiende ordinariamente como
una violación de los derechos fundamentales del
hombre, que implica el uso de la fuerza en cualquiera— ejercen en vastos sectores de la juventud y tamconcepto proviene del hecho que no sólo debe entenderse violencia respecto al uso de la fuerza física —aunque así se entiende ordinariamente— sino
también puede extenderse al uso de la presión y coacción psicológica, moral y también social, es decir, al
condicionamiento estructural de las acciones humanas.
Es precisamente aquí donde se inserta la violencia institucionalizada: la injusticia producida en
forma estructural por las instituciones económicas,
sociales y políticas, aún más allá de la intención exEl concepto de violencia es de gran complejidad, pues en verdad
la Tuerza estí présenle de una manera u otra en cualquiera acción
del hombre. Nuestra espontaneidad se encuentra coarlada, limitada por el mundo, la sociedad y los demás hombres. La vida
humana es lucha; no siempre la persona es impelida en su acción
por la solidaridad y e! amor, pues la sociedad se construye también por el conflicto que lleva a una superación. Nosotros no
adaptaremos el término de violencia en este sentido más amplio,
¡no lo definiremos según el sentido etimológico más corriente
plicita de los que están en el poder, no siempre es
reconocida como violencia, pues a menudo pasa desapercibida. Se dice que es parte del "orden" que
haya sufrimiento. 'Siempre tendréis pobres con vosotros". De este modo el término de violencia se
reserva casi exclusivamente para designar a aquellas
acciones que rompen el orden legal. Si algunos usan
legítimamente la fuerza —aunque infringiendo la
legalidad— para buscar satisfacer su derecho fundamental no garantizado por el sistema, se le equipara
a un simple delincuente que actúa contra la ley. Es
así como el término violencia se ideologiza en favor
de los que tienen el poder y desean mantener el
statu quo.
Una segunda ambigüedad reside en el sentido
de! término "derechos fundamentales del hombre" 5.
Descartando las controversias sobre el derecho natural, contentémonos con señalar algunos derechos reconocidos umversalmente como son el derecho a la
vida (sus violaciones son homicidios, torturas, terrorismo, etc. .. .) el derecho a los bienes (es violento impedir el acceso al consumo y a la propiedad
de ciertos bienes, damnificar la propiedad, etc.) y
otros derechos de la persona (es violento impedir
el acceso a la educación, al trabajo y al goce de las
libertades civiles políticas y de culto, no garantizar
la inviolabilidad del hogar, etc.).
Pero ¿cómo se especifican concretamente estos
derechos en una sociedad?, ¿no resulta inalcanzable su plena realización sobre todo en países subdesarrollados? Hay casos claros: el dictador que hace
torturar a sus enemigos políticos ciertamente atro
pella estos derechos. Otras veces el discernimiento
es más difícil: ¿hasta qué punto un muchacho latinoamericano liene derecho de llegar a la universidad
o al menos a la escuela media? Son preguntas que
no siempre se pueden responder con precisión. Pero
al menos se levanta toda duda cuando la violación
es flagrante: por ejemplo, cuando un sistema social
condena al analfabetismo Ü una masa considerable
de la población. Notemos que sólo existirá violencia
institucionalizada cuando el sistema mismo impida
el ejercicio de ciertos derechos en forma generalizada, o al menos a grupos importantes de ciudadanos, en forma permanente.
Una tercera ambigüedad surge del hecho que la
violencia inferida contra una persona o grupo social
No es necesario entrar aquí en la controversia sobre el dereclm
natural: para la escuela tomista la violencia se opone a la naturaleza y sería una acción contraria a la naturaleza racional del
hnmhrc, contraria a la dignidad de la persona.
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depende del grado de conciencia que éste tenga de
sus derechos en la sociedad nacional y aún internacional. Será subjetivamente más violento impedir el
acceso a la escuela primaria a un niño en Europa
que a otro proveniente de una comunidad indígena
del Altiplano. De este modo se constata que la violencia está ligada a la conciencia histórica de los
pueblos. Con todo, la conciencia subjetiva de los
derechos puede despertarse rápidamente dentro de
un mundo de cultura de masas cada vez mas planetizada y así grandes sectores de la población antes
no "concientizadas" pueden entrar en una situación
de violencia. Es lo que acontece en América Latina
cuya población está viviendo una "revolución de las
expectativas".
Una última ambigüedad, de especial interés
para el análisis de la violencia revolucionaria, proviene de que toda violencia implica el uso de la
fuerza, pero no todo uso de la fuerza es violento.
En efecto, dentro de una sociedad política la autoridad tiene un poder de sanción —aún de muerte—
sobre los ciudadanos, pues la fuerza en cuanto está
al servicio del derecho legítimo no es injusta. ¿De
dónde proviene la legitimación para el uso de la
fuerza? ¿Hay siempre coincidencia entre legalidad y
legitimidad?
Es lo que rechazan los revolucionarios: según
ellos la subversión violenta contra un régimen legal
no es una acción antisocial. En el sentido tradicional
cualquier acto que tiende a destruir el orden establecido es inmoral. Pero si se acepta la premisa de que
el orden establecido es injusto e ineficaz para alcanzar el desarrollo y dado su condicionamiento estructural, seguirá siéndolo en el futuro —y por
lo tanto pierde su legitimidad—, la subversión dirigida no sólo a destruirlo, sino también a construir
un nuevo orden social no sería inmoral. Sería una
fuerza al servicio del derecho —es decir justa—
pues contribuiría a destruir lo que es incongruente
en consideración a los valores y normas sociales
pertenecientes a la nueva conciencia social implícita en el ideal revolucionario6. Resulta claro que
la legitimidad de la acción violenta contra el orden
establecido va a depender finalmente de las posibilidades reales —y no meramente utópicas— de que
Este concepto de !a subversión ha sido ilesarrullado por Orlando
Fals Borda, La Subversión en Colombia, El cambio social en la
historia. Tercer Mundo, Bógala. 1967. Notemos que los revolucionarios reconocen que la violencia es un mal —en cuanto
troncha vidas inocentes— pero que huy que usarla "para evilar
un nial peor para el pueblo". Ver Alegato de Cnmirl de Regís
Dcbray.
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el proyecto revolucionario pueda efectivamente encarnarse en la historia y de que el nuevo sistema
social a que de lugar la revolución permita en mayor grado la realización de los derechos fundamentales para todos los ciudadanos, kis mismos que son
violados permanentemente por el sistema actual 7 .
¿Cómo evaluar las posibilidades reales de éxito del
proyecto revolucionario? ¿Cuál será el costo social
de la acción violenta? Preguntas que muestran bien
las dificultades inherentes al tema de la legitimidad de la violencia revolucionaria. Pero se olvida
de que no toda la violencia es de tipo revolucionario
o político: hay también violencia como reacción de
sesperada de los oprimidos —sin ninguna intención
política explícita— dirigida contra la violencia institucionalizada presente hoy en el sistema social.
Veamos más de cerca cómo se institucionaliza en
América Latina.
Raíces históricas de la violencia: la conquista,
la colonia y la emancipación
Para comprender la violencia instaurada en las
estructuras sociales debemos caracterizar el sistema
social en el cual vivimos. El capitalismo subdesarrollado de América Latina es más que una mera forma de organización económica de la sociedad: debe
considerarse en su globalidad socio-cultural que resulta históricamente de la expansión hacia nuestras
tierras del mundo ibérico y posteriormente del capitalismo occidental. Las primitivas colonias dependientes de España y de Portugal se convierten después de tres siglos en Estados nacionales cada vez
más económicamente dependientes del surgente capitalismo británico y luego del norteamericano.
Recordemos que desde el inicio la violencia
se institucionaliza en nuestra región.
Los conquistadores, "menos quijotescos y más
oportunistas" que los inspiradores del ideal misional
de la conquista —Alejandro VI dona en 1493 el
patronato a los reyes de Castilla, nombrados "Patriarcas de las Indias", para que salven las almas
de los indios dispuestos a abrazar la fe católica—
olvidan este ideal en el fragor de la lucha y se mueven más por el deseo de enriquecerse y de adquirir
poder, bajo la anuencia "del muy humano Consejo
Ver del autor, Doctrina, utopia y subversión en MFNSAfE, N?
161, (Agosto 1967) pp. 34C-347 en que se analiza más largamente
esta problemática.
de Indias" 8 . Así no sólo diezman a los incas, aztecas, chibchas, y otros, sino que además trasplantan
formas culturales señoriales, restos decadentes del
mundo medieval, que encuentran terreno fértil en
América y se revitalizan en instituciones como las
encomiendas, repartimentos, mitra y otras que más
tarde dan origen a la hacienda y al dominio indiscutido de las minorías blancas. En ciertas regiones
como Brasil y el Caribe la importación de esclavos
africanos para las plantaciones tropicales contribuye
a consolidar el sistema de castas y estamentos. La
dominación de las élites coloniales se ejerce desde
las ciudades costeras ligadas mercantilmente a la metrópolis: el indio despojado de sus tierras y el negro arrancado de sus lares son los nuevos siervos
de amos señoriales.
De este modo, en nombre de un alto ideal cristiano, sin menudear el uso de la pólvora, el robo y
el látigo y a pesar de las denuncias de un Bartolomé de Las Casas, se impone sobre las poblaciones
americanas no sólo el arado y el hierro, una nueva
lengua y religión, sino también leyes o instituciones
capaces de estabilizar el poderío de la península sobre las colonias y de las élites criollas sobre la población ya sometida. La economía también se desarrolla en función de los intereses de la metrópolis.
Nace así el nuevo sistema colonial producto del
ajuste entre una cultura ibérica dominante y las culturas aborígenes desde entonces dominadas. En la
"paz hispánica" que perdura hasta los albores de la
• Ver O. Fals Borda, op. cil. p. 62-66. Sobre instituciones coloniales en Chile ver Mario Góngora, Origen de las Inqulllnos de
Chile Central, Universidad de Chile. 1960.
Notemos que la legislación de Indias era bastante avanzada
para su tiempo: el aborigen era considerado un subdito de la
Coronti y sujeto de derechos y obligaciones, aunque sometido a
le condición de relativamente incapaz con el fin de que el Corregidor velara por sus intereses F.sle espíritu se ve reflejado especialmente en las instituciones propias del derecho laboral. La
Recopilación de Leyes de Indias exigía que a los indios se les
pagase "jornales acomodados y justos, y que los virreyes y gohernudores en sus distritos lasen con la moderación y justificación
que conviene estos jornales y comidas"; la jornuda de trabajo
era de 8 horas y, en ciertos casos, de 7. La Tase de Esquiladle,
de 1621, reglamentó varios punios relativos al trabítio de los
indios. Conviene también señalar que la encomienda era concebida por el derecho indiano en forma muy diferente a lo i|iie
comunmente se piensa. F.n efecto, se la definía corno "un beneficio otorgado por el Rey de España a un benemérito de las
Indias para recibir por sf y por su inmediato sucesor al tributo
que un grupo de indios, en calidad de subditos de la Corona
de España, estaban obligados a pagar, con la obligación de proveer a su bien espiritual y temporal". La ley obligaba al indio
a pagar un tributo a un particular como representante del Rey,
el que, a su vez, contraía una serie de obligaciones respecto del
encomendadu. El régimen de encomiendas mantenía ía libertad
de trabajo del indio y no implicaba cesión de tierras; era una
concesión de la facultad real de percibir los tributos que tenía
una duración máxima de dos generaciones. Era un beneficio indivisible e intransferible. Poco a poco, sin embargo, los indios fueron sustituyendo la prestación en especies o dinero hecha al encomendero por el servicio personal. De esta forma se transformó
en una verdadera esclavitud. Un abismo separaba, pues, ia ley
—tanto en la letra de sus palabras como en su espíritu— de la
realidad. Las autoridades de ludías abusaron de su poder discrecional hasta convertir la ley en letra muerta o declaración romántica. Famosa se ha hecho la fórmula que usaban cuando
llegaba una real cédula: "Se acata, pero no se cumple".
independencia la violencia está institucionalizada
contra el pueblo en la organización económica y social de haciendas y plantaciones, en el trabajo de
las minas, en el derecho y la administración civil,
judicial y aún eclesiástica —sometida al Estado por
el Patronato Regio— que transforman los hechos
sangrientos e inicuos de la conquista militar inicial
en formas más sutiles de exploración, pero quizás
aún más despersonalizantes.
El paso de las colonias a la vida política independiente no destruye sino lentamente el sistema de
castas estamentales que se transforma en otro dominado por oligarquías agrarias y comerciantes. Las
élites criollas bajo el influjo de una filosofía liberal
—el de la revolución francesa y norteamericana—
encabezan la rebeldía contra la monarquía ya decadente pero sólo adoptan formalmente instituciones
democráticas dentro de los Estados en formación '.
Para el campesino, el minero y el pobre de la ciudad
ahora "iguales en derecho" la violencia sigue instalada bajo nuevos ropajes jurídicos —se pasa de una
sociedad estatual a otra contractual— y apariencias
de libertad.
Tampoco cambia radicalmente la dependencia
económica externa con la emancipación política. Sólo
muda el centro al que se liga la economía periférica:
antes España y Portugal, después Londres y más tarde el capitalismo norteamericano son los que se
benefician del comercio con América Latina convenientemente "balcanizada" en naciones pequeñas. Pero el dinamismo para el desarrollo continúa proviniendo de afuera K; el colonialismo se transforma en
neo-colonialismo pues la independencia política no
'
Evidentemente el proceso asume características propias y ritmos
diferentes en los distintos países. Ver la tipología de Gino Germanl en que propone seta etapas de la transición: 1) Guerras de
liberación y proclamación formal da la independencia; 2) Guerras
civiles, caudlílismo, anarquía: 3) Autocracias unificadoras: 4) Democracias representativas con participación "limitada" u "oligarquía"; 5) Democracias representativas con participación ampliada;
6) Democracias representativas con participación total; y como
una posible alternativa u las aludidas formas de democracia, "revoluciones nacionales populares" en Política y sociedad en una
época de transición. Paidos, Bucnus Aires, 1966.
10
Ver lu tipología de dependencia externa propuesta por Fernando H.
Cardoso y Enzo Faletto: 1) situación con fuerte clase económica
local que munlicnc el dominio del sector exportador de la economía y que, a la vez. cumple las funciones de clase política.
directora del Estado, p. cj. economía del azúcar y del café; S)
incorporación al mercado mundial a través tle producción de productos primarlos, directamente controlados por capitalistas extranjeros. Existe una clase politicamente dominante a nivel local que
pasa a depender en parte de las relucigncs políticas y económica»
(impuestos) que logra establecer con el sector de comercio exterior: p. ej. economía "de enclave" del cobre y del estaño; I) se
manifiesta cuando se inicia una fase de "desarrollo hacia adentro", por medio de la creación de un sector industrial basado
en la inversión de capitalistas externos. Dependencia y desarrollo
en América Latina, ILPES. policopiado, 1967. Ver también de
Aníbal Pinto, Chile un caso de desarrollo frustrado, Ed, Universitaria, Santiago, 1959, y la posición polémica de Andre Gundcr
Frank, Capilalism and underdcvclopment in Lalin America. Historlcal Studies of Chite and Brazil, Monthljr Rcview Press. 1967,
New York.
537
3.— Meniaje
produce cambios internos en la organización económica y social. La europeización es más aparente
que real: incide sobre todo "en los niveles de aspiración de las clases dominantes o de sus altas élites dirigentes, no siempre en los modos de actuar,
raramente en los modos de ser y superficialmente
en el estilo de vida accesible a todos" u . De estos
resulta que los nuevos países son incapaces de evolucionar hacia un capitalismo autónomo y de crecimiento autosustentado, pese a sus posibilidades
—en términos de recursos naturales— iguales o
mejores que algunos países secundarios de Europa
occidental, que lo lograron pero en un proceso inducido desde adentro por sus innovadores élites ca-
Capitalismo dependiente y sus contradicciones
No se pretende negar que la política de industrialización "hacia adentro" iniciada entonces —es
decir para substituir importaciones de productos manufacturados de consumo— en países como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, México y
otros no haya traído beneficios. América Latina por
su infraestructura y estructura productiva industrial
ya algo diversificada —sin olvidar que según los
países subsisten sectores precapitalistas sobre todo
campesinos y que la industria pesada le está vedada
por la faka de capitales y la oposición del capitalismo externo dominante—, por la creación más avanzada de un mercado de trabajo —aunque hay vastas
poblaciones ¡en economía de subsistencia, subempleadas y sin capacitación técnica—, por su urbanización creciente —pero inorgánica y creadora de
miserables poblaciones marginales suburbanas— y
por otras razones, está en su conjunto en un grado
de desarrollo más avanzado que la generalidad de
los países de África y Asia. Sin embargo, la política
de industrialización destinada a independizar las
economías nacionales de la dependencia externa ha
fracasado notoriamente u y el capitalismo dependiente a que ha dado lugar no sólo agota después
de un tiempo su dinamismo para llegar a un relativo
estancamiento ", sino también crea tensiones socia1!
pitalistas. Esto es de suma importanncia para comprender por qué desde el siglo XIX y hasta ahora
América Latina, en su conjunto, dentro del espacio
económico capitalista fue y es exportador de productos agrícolas y mineros que intercambia por productos manufacturados e industriales producidos por
las potencias dominantes y que sólo a partir de la
década de los años 30 comienza a tomar real conciencia —a raíz de la crisis en los precios del mercado internacional— que esta división internacional
del trabajo no sólo la empobrece cada vez más en
comparación a los países desarrollados, sino además
la mantienen en una dependencia extrema de las
fuerzas capitalistas internacionales que internamente
crean condiciones estructurales totalmente inhibidoras del desarrollo y por lo tanto opresoras del
pueblo.
11 Florestán Fernándes, Sodedade de classv c subdesenvolvlmenlo,
Comunii.ai.iiu a Segunda Conferencia dos Países de Ultramar de
Münsler, 1967.
538
11
Según Sunkel la dependencia se manifiesta internamente: 1) por
la subsistencia de una estructura agraria tradicional incapaz de
responder a la demanda creciente de alimentos —estimulada por
la explosión demográfica— situación que presiona internamente
sobre los precios y también sobre la balanza de pagos; 2) por
una estructura de comercio exterior especializada en mono-exportación que tiende a agravarse con el deterioro de los términos
del intercambio internacional; 3) por una industrialización frustrada pues la producción interna —pura sustituir las importaciones de bienes manufacturados de consumo— exige con todo \fi
importación de maquinarlas y bienes intermedios sólo producidos
por los países industriales: esta política, diseñada para superar la
dependencia y extrema vulnerabilidad externa manifestada en la
crisis de 1929-30, más bien ha contribuido a incrementarla. La
Industria latinoamericana está hoy sometida a altos costas financieros externos —además de los Internos— provenientes no sólo
de su control progresivo por empresas extranjeras —subsidiarias
de firmas multinacionnles— y del hecho que se fabrican muchos
productos bajü licencia o con onerosas cláusulas de asistencia
técnica extranjera, sina también porque esta industria requiere de
préstamos públicos y privados externos para instalarse y progresar;
4) por un Listado cada vez más amplia y actuante, aún en el
mismo proceso de industrialización, pero con débil base tributaria
y de captación de recursos internos y externos que Ic paraliza
en su acción de promover el desarrollo económico y social y lo
conduce a un endeudamiento externo creciente. Estos cuatro procesos configuran sígún Sunkel la situación de dependencia externa
de los países latinoamericanos que se constituyen en "países —
sucursales" del centro dominante. Ver Osvaldo Sunkel. Política
nacional de desarrollo y dependencia exlerna, en Estudios Internacionales, N« I, (Abril 1967).
El estancamiento del crecimiento su inicio sobre todo a partir
de la década de los años 1960 en que el producto interno sólo
ha tenido un aumento promedio de 1.5% anual por habitante,
es confirmado en 1967 por los indicadores! el producto per cápita
creció sólo en un 1,6% mientras que la agricultura continúa en
su relativo estancamiento, la industrialización disminuyó casi a
la mitad de su ritmo de crecimiento con incidencia en la desocupación abierta y disfrazada. En el mismo año las exportaciones
tienden a disminuir y los precios mundiales de productos básicas
a bajar; hay persistencia de procesos Inflacionarios, aumento de
la deuda externa pública y privada y encarecimiento de los créditos internacionales, Ver Celso Fuñado, Subdesarrollo y estancamiento en América Latina, Eudeba, Buenos Aires, 1966.
les y políticas sin solución aparente dentro del sistema l4 Esas tensiones y conflictos tienen su causa
profunda en las estructuras que generan injusticia,
la violencia institucionalizada.
"DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO" '
La Violencia es toda demostración de desccmtento contra el llamado "orden establecido" y que muchas veces no es más que un desorden afirmado
por la fuerza brutal de las tirantas militares o civiles. Negras, blancas o tujas.
La violencia no sólo existe en la actualidad en
Chile y en América Latina. Existe en ti mundo
y . . . desde el principio del mundo. Si hemos de
creer en la Biblia, Adán y Eva fueron los primeros "coléricos" violentos. Caín ejerció un acto ilegítimo de violencia contra SU hermano. Y de ahí
para adelante hasta terminar en las "tomas" de catedrales y universidades, pasando por las sublevaciones de los esclavos.
La mayoría de las personas de edad madura —o
sea biológicamente "respetables"— reaccionan contra la violencia. La condenan y la atacan; muchas
veces sin averiguar sus raíces. Esas damas y caballeros tan respetables y tan ordenados se han olvidado que ellos, cuando fueron jóvenes, fueron violentos, a su modo. No se tomaban la Universidad y
habían considerado sacrilegio tomarse una Catedral.
Pero salían a la caza de indios. A las campesinas
que tenían la desgracia de ser madres, se les separaba de sus guaguas recién nacidas para que esa
leche materna sirviera a un niñito rico cuya madre
no quería deformar sus pechos, ¿No eran aquellos
actos viólenlos?
La diferencia está en que ahora son los eternamente explotados y humillados los que están contestando ojo por Ojo y diente por diente. De ahí la
alarma y el escándalo. Se dice impostando la voz:
"La juventud debe estudiar y obedecer. Hay que
castigar a los muchachos de miéchica". Pero resulta
que también —en la historia de la humanidad— la
juventud cometió actos legítimos o ilegítimos de violencia. Está- en su sangre. Ahora existe una violencia más organizada y, si se quiere, más caótica.
Propia de un mundo que se está transformando
desde el átomo hasta la conquista de las estrellas.
La violencia armada es una variante de la violencia global. El fenómeno se generaliza en América
Latina, y en los demás continentes sumergidos, porque los militares aparecen como los únicos núcleos
organizados, disciplinados, con espíritu de jerarquías.
Es decir con disposición y con los "argumentos" para
imponer su voluntad. También ¡-e ha hecho mucha
escándalo sobre la materia. Así como Hitler decía:
"La mujer para los niños, la iglesia y la cocina", te
repite: "los mililares a sus cuarteles". Se olvida que
la lucha por la independencia en América, la hicieron militares - políticos. El militar latinoamericano
lleva en su sangre la aspiración al poder político. Y
los políticos civiles se encargan de Facilitarles la larea . . .
Luis Hernández Parker
Periodista
La violencia de las estructuras
No se puede dejar de considerar la violencia
institucionalizada en su relación con la globalidad
del sistema. El capitalismo subdesarrollado tiene su
máxima contradicción en que simultáneamente genera aspiraciones propias de las sociedades desarrolladas de consumo y mantiene estructuras socio-económicas, cuyas raíces se remontan a la historia co11
En forma esquemática se pueden distinguir dos posiciones respecto
a la viabilidad del sistema capitalista en América Latina. Ksisle
una lesls "optimista" anteriormente sostenida pur CEPAL y que
hoy está sustentada por los partidarios de una ideología "desarrolllsta": la Iniciativa privada —al amparo de un capitalismo
internacional cayo realidad más vale nu desconocer— enmarcada
dentro de un sistema de planificación indicativo, mediante la reforma de algunas estructuras arcaicas y deficientes, es capaz de
desarrollar los ingentes recursos naturales existentes en nuestros
países. El crecimiento industrial de países como México o la
región de Sao Paulo, estaría probando las posibilidades de una
industrialización para [ogrnr un crecimiento económico nacional
autosustentado, sobre lodo en los países más grandes de la
región. Este crecimiento económico a la larga irradiaría sus beneficios sobre toda la población. Para los países más pequeños
siempre quedaría el recurso de la integración regional.
Contra estas razones, la tesis "pesimista" sostiene la inviabilidad total del desarrollo dentro de las actuales estructuras capitalistas consideradas en su glouulidud de sistema. Sus argumen'
tos, en síntesis, son los siguientes: primeramente cualquier ideología "desarrollista" o "reformista" busca el desarrollo sobre la
base de la emergencia de unu clase empresarial iiuciunal capuz de
impulsar el üesarotlo. Tero los estudios empíricos demuestran que
en América Latina no ha existido tal clase. Un segundo argumenlD se basa en el agotamiento del rilniu de crecimiento del
actual proceso de "industrialización hacia adentro" que van sufriendo los distintos países, una vez que dejan atrás la primera
fase de sustitución fácil de Impoilacionea 411c po^eu un dinamismo
relativamente mayor. La lasa actual de crecimiento de las economías latinoamericanas, salvo raras excepciones, está aún por
debajo de la de muchos países >o desarrollados —sin problemas
de explosión demográfica y con un nivel de vida mucho más alto—
y también de la de los países socialistas. Este serio estancamiento
del crecimiento económico responde u los problemas cungénltos
ni mundo subdesarrollado: distribución desequilibrada del ingreso
que incide en una baja tasa de ahorro interno, escasez de recursos
para emprender una Industrialización que caüa vez más exige e!
uso altamente intensivo de capitales, mercados muy restringidos
como para fomentar una escala de producción que permito biliar
los costos promedios, exportaciones de productos primarios declinantes e incapacidad para abrir mercados a productos manufacturados! procesos inflauariarios persisten tes provenientes en gran
parte de condiciones estruclurctles arcaicas que distorsionan el
cálculo económico, escasez de mano de obra capacitada y de
técnicos, etc. Sin emhargo conviene señalar que el estanajtniento
económico de América Latina no es total, sobre todo en ciertos
países. Un tercer tipo de argumentos proviene de la imposibilidad
de la actual economía de satisfacer, por una parle, las aspiraciones crecientes al consumo de las masas periféricas urbanas y
rurales —aún en los países de más rápido crecimiento como
México y Venezuela— sometidas a lu propaganda cupilalista difundida ampliamente por ios medios de comunicación social y
por otra parte, de procurar empico productivo n poblaciones que
crecen a un ritmo muy acelerado y que ya sufren desocupación
abierta o al menos disfrazada en el sector rural o en trabajos de
baja productividad del sector terciario. La tecnología de origen
capitalista ocupada en la industria latinoamericana es ahorrativa
de mano de obra, 1o que está indicada ñor el ritmo decreciente
de creación de nuevos empleos. El problema de la desocupación
es más grave aún para aquellos países como Brasil, Méjico, Perú
con alta tasa de crecimiento demográfico y con gran porcentaje
de población rural que aún no ha emigrado a la ciudad. Un
cuarto argumento es de tipo político. Las aspiraciones crecientes
de ías masas no están dirigidas sólo a aumentar su nivel de
consumo, sino también representan una presión para obtener una
mayor participación política Sin embargo, nada indica que se
prepara el tránsitu a "la democracia de participación total" de
que habla Gino Germani porque lo propio de la situación de
subdesarrollo es geaerar tensiones sin solución.
Estu entrevista y las olrus que aparecen a lo largo de
este número, han sido hechas por la periodista Srla.
Ximene Abogobir.
lonial, incapaces de satisfacer esas aspiraciones. Hay
una distancia insalvable entre el idealismo a que "el
hombre aspira, a causa del contenido y la organización de su horizonte cultural, y aquello que realiza
en la práctica" IS.
11
Florestán Fernández, Ibid.
539
Esto se transparenta en la conciencia falsa del
empresario subdesarrollado o dependiente que vive
con el bienestar y estilo de vida del mundo desarrollado, pero que actúa vanamente —y a la larga para
su propio perjuicio— según las reglas del capitalismo avanzado y autónomo: por ejemplo, adoptando
tecnologías que exigen exceso de capitales y producen desocupación de mano de obra. Se transparenta
aún más en la del empleado, obrero y más recientemente en la del poblador suburbano y campesino
que, impelidos por sus aspiraciones crecientes al consumo y a sentirse "alguien", exacerbados por la propaganda masiva y el ejemplo conspicuo de los grupos adinerados que les muestran un mundo aparente
de felicidad capitalista y burguesa en el cual piensan podrían escapar a su miseria y frustración, se
chocan a diario con la dura realidad de otro mundo
de infelicidad en el trabajo, en la familia y en el
barrio, en que lodo —instituciones, leyes y organismos—, conspira para impedirles esa satisfacción
a la cual creen tener derecho.
Un sociólogo norteamericano describe el nuevo
tipo de hombre de la sociedad industrial como alguien que "tiene mejor educación, goza de mejor
salud, vive más y dispone de mayor tiempo libre que
los miembros de las sociedades tradicionales". Sus
niveles de vida son materialmente superiores IS. Esa
expectativa que poco a poco engendra el sistema capitalista subdesarrollado, aún en el campesino más
remoto, es precisamente la que al frustrarse produce una situación de violencia institucionalizada. Las
estructuras se muestran cada vez más incapaces de
dar niveles de vida superiores, mejor salud y educación a una población explosiva en crecimiento y
también en sus aspiraciones conscientes.
Veamos algunos datos. A pesar de la falta de
datos precisos sobre la distribución del ingreso, la
CEP AL se atreve a afirmar que en gtneral ésta muestra en América Latina un grado de concentración
"relativamente alto" en comparación con la de países desarrollados 17. De los siete países considerados
poT el estudio, sólo en uno —México— el 5% de
la población con ingresos más altos concentra menos del 30% del total: en los demás, estos grupos
plutocráticos acaparan un porcentaje aún mayor 18.
" Citado por Fernando H. Cardoso, Cuestiones de sociología del
desarrollo de América Latina, Editorial Universitaria. Santiago.
1968. pp. 16-17.
" CEPAL Estudios sobre la distribución del ingreso en América Latina. (F./CN.12/770/Add. I) Santiago, 1967, p. 5. Notemos que
huy diferencias de ingreso per cápila entre los distintos países.
" Comparemos con países desaralludosi el mismo grupa concentra
en el Reino Unido en 16% y en Estados Unidos un 20%.
540
Si miramos al otro extremo de la escala social, el
50% de la población con ingresos más bajos recibe
en Perú y Ecuador, apenas un 12c't. del ingreso nacional; la situación es poco mejor en los demás,
pues en Chile, México, El Salvador, Venezuela, Costa Rica y Brasil percibe menos del 20% — y sólo
en Colombia, Argentina y Panamá sube ligeramente
del 20% lo que indica claramente la situación desmedrada de la clase baja. El desequilibrio es aún
mayor en el sector rural. Según otro estudio, el grupo de ingresos más bajos —de mera subsistencia—
formado por alrededor de 70 millones de personas
que constituyen un 64% de la población rural, percibe sólo el 30% del ingreso agrícola —o sea
USS 85 por persona— mientras que el grupo superior que sólo incluye el 2% de la población rural
—sobre todo latifundistas y empresarios— concentra el 20% del total y percibe un ingreso personal
superior a los US$ 1.800, es decir alrededor de 22
veces más, que los campesinos del otro grupo '". Este
desequilibrio distribucional del ingreso reside en
gran medida en la injusta distribución de la tierra:
por una parte, concentración de ella en pocas manos —subsistencia de la hacienda colonial y la plantación— y por otra, existencia de una masa ingente
de campesinos sin tierra —peones, aparceros, pequeños arrendatarios y ocupantes ilegales— o con
masiado poca —minifundismo m.
El actual sistema social tampoco garantiza la
salud: en general, el nivel alimenticio, sobre todo
de la población rural, es sumamente bajo y adolece
de deficiencias nutritivas debido al escaso consumo de proteínas y vitaminas 21 . En lo que respecta
a hospitales América Latina en su conjunto sólo dispone de 31.5 camas por cada 10.000 habitantes; en
Estados Unidos la cantidad aumenta a 91 y en Europa a 85,2 2:. A la vivienda que ha sido y continúa
siendo extraordinariamente insalubre en áreas rurales, se agregan además las poblaciones marginales
de las grandes ciudades que han emergido en los
" Dalos de la División Agrícola Conjunta, CF.PAI., FAO, Sept. 196?.
Según los estudios CIDA pora 7 países de América Latino, las
familias campesinas sin tierra u eon propiedades subfamiliares
alcanza en 1960 a 86.2% del total en Perú, S6,K'ii en Ecuador,
70.2% en Colombia, 60,9% en Argentina. > en 1950 a un 6Í
en Guatemala, un 70,7*íó en Chile y un 68,4'.'i. en Brasil. Ver
Solón Darraclough, Notas sobre tenencia de la tierra en América
Latina, ICIRA. Santiago. 1968. p. 106. Según CEPAL-KAO habría actualmente 8.7 millones de minifundistas que poseen salo
5% de la superficie (16.2 millones tle bes.) y más de 15.2 millones
de asalariados sin tierra en un nivel de subsistencia.
21
Según las Naciones Unidas la disponibilidad de alimentos en
América Latina es de 2.Í24 calorías y de 68.8 gramos de proteínas por persona y por día mientras en Estados Unidos es respectivamente de 3.110 y 92.0 y en Europa de 2.925 y 83.S. Ver
Betty Caberas de G. América Latina, Uua y Múltiple, HerUer.
Barcelona, 1968, p. 304.
* Ibld, p. 303.
20
últimos 20 años 23 . La población en constante crecimiento se concentra en áreas suburbanas: mientras
la población urbana creció de 61 a 95 millones entre 1950 y 1960, la rural ha aumentado en igual período sólo de 99,5 a l l í millones. El proceso migratorio del campo a la ciudad asume características
de invasión urbana más que de verdadera urbanización con las consecuencias de cesantía, subempleo,
delincuencia, prostitución infantil, etc. que configuran los distintos grados de marginalidad urbana M,
Notemos que todos los indicadores promedios regionales que se han presentado tienden a presentar la
situación más favorable de lo que verdaderamente
es, pues la alimentación, salud, vivienda, son notoriamente peores para las clases bajas, mientras que
las altas gozan de condiciones de vida comparables
a la de países desarrollados25.
Los datos presentados hacen constatar con tristeza la razón por qué un latinoamericano promedio
tenga al nacer una esperanza de vida de sólo 42.8
años; en cambio en países desarrollados se acerca
a 70 años. Los millones de vidas humanas tronchadas por bajas condiciones de salubridad, alimentación y viviendas equivalen en verdad a la peor de
las guerras y cataclismos. Pero esta violencia que se
inserta calladamente en el sistema es apenas perceptible para los grupos adinerados que se acostumbran
a considerarla como un mal tan irradicable, como la
enfermedad o el crimen.
Pero el sistema también favorece la discriminación racial y social. Hay poca conciencia de la
explotación y discriminación a que están sometidos
los 30 o más millones de indígenas. Estos descendientes de los legítimos ocupantes del territorio de
América, despojados de gran parte de sus tierras,
son los que forman el mundo más marginado de los
23
La nroplitud del fenómeno es difícil de diagnosticar. Con todo,
no hay duda du que las poblaciones marginales en forma de barriadas, favelas, alegados, ranchus, callampas, han adquirido proporciones extraotdifiatlas en li*»s últtmos 20 años. En algunos
países, como Chile, ha habido programas habitacionales considerables y en otros se han realizado algunas obras üü infraestructura
—Bguu. electricidad— que han aliviado en algo la situación. Ver
DESAL. Marginalidad en Américu Latina, Herder, Barcelona.
1968.
1A
Estos fluctúan entre un grado extremo formado por tos que están
impedido- casi totalmente de lo que se considera propio de la
sociedad industrial en cuanto a ingreso, salario, vivienda, educación, seguridad social, etc. Son pobladores en lechos de ríos,
junto a basurales, en chozas de cartón, latíi, barro, sin ninguna
organización de biiie. iin títulos de dominio. Al contrario, has
oíros que tienen sitio propio, con viviendas de materiales más
durables, con algunos servicios hásicos de urbanización y equipamiento, con cierta organización ¡mema en jumas vecinales, cooperfitivfls, fitc. y que comienzan a actuar máa organizadamente
frente a la sociedad, ibid, cap, II. sección C.
-
1 amblen conviene señalar que puede haber diferencias notables
entre algunos países o áreas más adelantadas y otros más atrasados
lo que no manifiestan los indicadores promedio para América Latina en su conjunto.
CHILE: VIOLENCIA DISIMULADA
Violencia es todo lo que impide la realización
de las expectativas razonables du las personas, solas
• dentro de un contexto social.
Yo deseaba junto con un grupo estudiar algo a los
li años. Tentamos una visión muy bonita de la vida: vivir era un darse. Ahora todos esos compañeros
eslán trabajando en las minas o en las fábricas. O
se han adaptado o son rebeldes como yo. Rebeldes
contra un sistema que frustró nuestras expectativas
sin siquiera darnos una explicación. Esto es violencia. También es violencia el que una madre no pueda
lener un hijo; que no pueda arreglar mi casa a mi
gusto. Ks violencia elegir a alguien y luego ser traicionado por esa cpeisona, como sucede con los políticos.
La violencia ha existido siempre. Existe la violencia disimulada bajo un prctexlo de democracia, y
exisle una violencia evidente, que se expresa a través de un régimen militar o cié una rebdión popular.
Cuando !a violencia disimulada no basta para reprimir las necesidades del pueblo, brota la violencia
evidente, en cualquiera de sus dos formas.
En Chile exisle la violencia disimulada. Se trata de modificar las aspiraciones del pueblo para que
busque más confort que dignidad. El pueblo se da
cuenta que está siendo engañado y exige cada vez
más una rebelión. No existe el problema de la violencia o no violencia. No es una opción porque la
violencia es algo demasiado evidente. Frente a esta
situación sólo importa la dirección que se le va a
dar: o concreta las aspiraciones del pueblo o concreta la situación de los opresores.
No creo en la revolución armada en Chile, porque
la clase obrera está dividida en muchas sub-clases.
La violencia popular en este casu sería revanchista
porque no hay madurez. Por otra parte, las condiciones latinoamericanas influyen al respecto, pues
el cinturón militarista que ciñe a la mayoría de
nuestros países, sofoca cualquier revolución popular.
Un tipo de violencia reflexiva y dirigida es necesaria. Pero su inspiración y motivación deben ser el
sacrificio y no la simple "ganancia de pescadores a
río revuelto"'. Se hace necesario mostrar gestos concretos que indiquen soluciones públicas, como por
ejemplo tomar fábricas para seguir trabajando y demosirar que los obreros solos podemos echar a rodar la industria. Es necesario este tipo de acciones
para concientizar, ya que lo legal está obsoleto o es
demasiado burocrático (Juntas de vecinos, Sindicatos, etc.). Para esto se necesitan ideólogos populares que violenten y destruyan esquemas, no las
cosas.
Víctor Arroyo
Dirigente obrero
beneficios del desarrollo. Están a menudo sin
organizaciones, sin partidos, sin derechos, sin voto y
lo que es más grave, sin inlermediarios efectivos que
presionen permanentemente por la solución de sus
problemas M. La población indígena alcanza en alnos países porcentajes muy altos, Bolivia 64,1%,
Guatemala, 53,6%, Perú, 45,9%, Ecuador 40%. En
24
Pablo González Casartovs, La democracia en México, Ediciones
ERA, México, p . 124.
541
otros es también numéricamente importante y au- cesante o subocupada que aspira emigrar desde el
menta a través del tiempo en números absolutos, Nordeste. De ahí que en América Latina se conficomo en México, donde 1.104.000 indios son total- gure una estructura ocupacional con características
mente monolingües: es decir, hablan sólo en lengua propias: existencia de desempleo, que se presenta
o dialecto indígena 27. Más numerosos son aún si se sobre todo bajo la forma de desocupación disfrazada
consideran indígenas, según el criterio antropológico, en el sector rural, en la construcción y la artesanía
a todos aquellos que se sientan pertenecer a una co- y en ciertas actividades de baja productividad del
munidad distinta de la nacional: según ese criterio sector terciario, muy abultado en relación al de paíen México alcanzarían a 6 y hasta 7 millones. Sólo ses desarrollados en la misma etapa de crecimiennovelistas como Ciro Alegría, han logrado transmitir to 32. Según estimaciones esta desocupación disfraen su profundidad la tragedia de una comunidad zada alcanzaría a unos 10 millones de la población
acorralada como la de Rosendo Maqui. Las tasas de activa, cifra que muestra en forma descarnada cómo
mortalidad, la sanidad y alimentación, el analfabe- el actual sistema es incapaz de garantizar uno de los
tismo hablan del verdadero "colonialismo interno" derechos más fundamentales que es el del trabajo.
a que estos grupos están sometidos, marginados ade- Tampoco sabe compensar de otra manera —p. ej.
más de la justicia, de los servicios de seguridad so- seguridad social— a aquellos impedidos forzosacial, de educación, etc. La ladinización y cholifica- mente de participar en la vida productiva y econóción del indígena no eliminan la discriminación que mica del país.
tiende a tornarse social y económica 2S. Algo semeLa educación es sin duda uno de los derechos
jante pasa con la importante población negra en los más fundamentales de la persona en la sociedad mopaíses del Caribe y en Brasil29.
derna. Sin ella el individuo está imposibilitado de
Otro factor económico - social que resulta indis- participar en el desarrollo, de establecer una convipensable mencionar dentro de la situación de vio- vencia con los integrantes de la sociedad nacional.
lencia institucionalizada es el desempleo o subem- En América Latina, el sistema educacional es tal que
pieo que aqueja a sectores importantes de las clases si bien el porcentaje de analfabetos ha disminuido
trabajadoras M.
en los últimos años, el número absoluto de ellos
No se puede negar que la industrialización ha aumenta". El promedio de analfabetos es de más
mostrado cierta capacidad de absorción de mano de de un tercio de la población y según la UNESCO
obra y que en los centros industriales ha hecho acce- hay entre 15 y 20 millones de niños latinoamericader a nuevos grupos de obreros a salarios más ele- nos que al no encontrar matrícula están destinados
vados, a una capacitación técnica y a niveles de vida por el sistema a engrosar las filas de los analfabetos M. Esto sin contar aquellos "analfabetos por demás altos. Estos grupos, al organizarse también en
sindicatos, se han incorporado en cierto grado al suso", aquellos que no poseen escolaridad media o
sistema social. Pero tampoco se puede invalidar la técnica y la inmensa mayoría sin acceso a la educaafirmación de que el sistema de libre empresa es in- ción superior. Pero no sólo la educación, canal de
capaz de absorber el excedente de mano de obra comunicación social, está cortada para muchos:
proveniente de áreas rurales y de poblaciones perifé- también la prensa, el cine y otras formas culturales
ricas; lo que es más grave aún, el ritmo de ocupa- son extranjeras para el pueblo pues representan la
ción de nuevos obreros tiende actualmente a dismi- cultura de consumo de las minorías burguesas y están
al servicio de sus intereses.
nuir en la industria H . Esto es especialmente notable
en países como Brasil, con su foco industrial de Sao
Paulo, y sus áreas rurales con abundante población
Violencia y contraviolencia
Ibid.
Ver el análisis de Franco!» Bourricaud Poder > sociedad en el
Perú conicmpoiiinco, Sur, Hílenos Aires. 1966 y de !• H. lioomen,
Tipuiogía socio-económica de los países latinoamericanos, en Revlsla Interamericnno de Ciencias Sociales, Vol. 2, Número Tspecial, 1963, pp. »5 y ss.
Ver Florestán Fernandos, A inlegracao do negro na sociedade de
clases, Hdüora de Univcrsidade de Sao Paulo, 1965.
No hay cifras precias al cfocio. especialmente en el caso del
suri-empleo u desocupación disfrazada: con toda se puede abarcar
el fenómeno en forma cuantitativa por lo menos aproxJtDAúamcnte.
Fernando H. Cnrdoso. Cuesiioncs de Sociología del desarrollo de
América Lmina, Ed. Universitaria, Santiago, p . 86.
542
El somero examen de algunos rasgos estructurales de la sociedad latinoamericana muestra como
son desgraciadamente los menos los que alcanzan
" Ibid., pp. 82-83.
' l'or ejemplu en Brasil, entro I9M y 1950 el número absoluto de
analfabetos suhió de 6,371.700 a 15.272.600, En ese país, en
¡957, sólo un 42% de la población rural En edad escolar estaba
matriculada.
» UNESCO, La situación educativa en América latina, 1960, p. 266.
mejor educación, gozan de mejor salud, viven más
y disponen de mayor tiempo libre . . . " mientras al
contrario, la mayoría de los hombres, mujeres y niños de cada país, ven violentadas sus aspiraciones,
sufriendo tanta mayor frustración en cuanto las sientan con mayor intensidad y sean motivadas por derechos más fundamentales.
De este modo el uso de la fuerza y aún de métodos ilegales que aparece en una manifestación callejera o mítines, en una rebelión, en ocupaciones
de predios y saqueos, y que también se extiende
al ámbito de la familia y la religión, puede ser interpretada dialécticamente como violencia reactiva o
contraviolencia. Cuando un ser humano es incapaz
de hablar con otro, tiene que recurrir a gestos. Así
lambién si las instituciones actuales oprimen a muchos y éstos no tienen canales jurídicos ni periodísticos para expresar sus quejas, no tienen una cultura común para dialogar, ¿qué más les queda sino
callarse o, en un momento de máxima desesperación, lanzarse a la calle a destruir, atacar, quebrar
vitrinas, agredir al policía mantenedor del ''orden"
que lo condena a la abyección?
Pero en condiciones normales calla "porque
cualquier acto de violencia individual o colectivo,
le cuesta a él mucho más que a nadie . . . puede estar
al borde de la violencia o de la desesperación, tener sueños, cuentos y danzas llenos de fobias, de inseguridad y agresividad, pero mientras no ocurre
una explosión, "pacienta", mientras no pierde todo, es
el ser más hierático, cortés y tranquilo . . .3S. La psicología del "marginal" incluye un fuerte sentido de
abandono, de dependencia, de no pertenecer a nada;
se siente extranjero en su propio país, convencido
de que las instituciones existentes no sirven a sus
intereses y necesidades *.
La agresividad que experimenta contra "los
ricos" —que intuye vagamente como sus opresores—
su desconfianza del gobierno, de dignatarios y políticos, se diluye recurriendo al uso frecuente de la
violencia física en la formación de sus hijos, en los
golpes propinados a su esposa o en el ritualismo de
una religión fatalista de santuarios. Pero súbitamente la agresividad se desencadena contra la sociedad
y aparece empuñando armas en México y Bolivia,
destruyendo y saqueando en Bogotá a raíz del asesinato de su líder Gaitán o invadiendo tierras en
Puno. "Después de años de ¡rrealismo, después de
» Pablo Gon?ález Casanova, Op. cit. p. 119.
Ver Osear Lewis la descripción de la •'Subcultura de la pobreza"
en Los Hijos de Sánchez, Mortis, México, 1965, lntre.ciuci.ian.
M
haberse revolcado entre los fantasmas más increíbles,
el colonizado, empuñando la ametralladora se enfrenta por fin a las únicas fuerzas que negaban su
ser . . ." 37 . La explosión llegó, pero ¿es posible preverla aún en un clima de violencia?
Aparte de esta violencia anárquica y esporádica
que surge de los grupos que sienten en carne propia
la violencia del sistema, existe un segundo tipo de
violencia que se quiere intencionadamente subversiva y revolucionaria y cuyo sujeto es el militante político, el estudiante universitario, el saboteador, el
guerrillero. Su punto de partida reside en la puesta
en cuestión global del sistema capitalista, que a la
vez engendra en los miembros de la sociedad aspiraciones crecientes de bienestar y participación, y las
reprime mediante la violencia institucionalizada en
las estructuras. Corresponde a un enfoque conflietualista —opuesto a otro integracionista— de la sociedad 3S. Este tipo de violencia tiene más cabida en
ciertos momentos de la historia, como los que se
viven actualmente en América Latina en que la sociedad está sometida a un proceso creciente de anomia. Los valores y normas que otrora generaban consenso y eran integradores de la nación, son hoy rechazados por una parte considerable de la ciudadanía, la cual ve engrosada sus filas por grupos periféricos que despiertan, incitados por la propaganda capitalista y las nuevas ideologías en circulación. Dentro de este tiempo es cuando el inconformismo. la
crítica social y también la contraviolencia surgen con
fuerza virulenta contra el orden establecido que pierde poco a poco su legitimidad, y no sólo afectan al
sistema político, sino también debilitan la autoridad
en general.
Se pueden distinguir varios grados de racionalidad en la violencia subversiva. Por ejemplo, existen
distintas formas de extremismos utópicos y verbalistas que pueden desembocar en un cierto anarquismo
y aún en el terrorismo aislado y criminal. Otras
corresponden a ideologías revolucionarias con mayor
grado de racionalidad, en las cuales la acción violenta contra el sistema es parte de una estrategia política. Entre las más comunes está la movilización
del proletariado y del campesinado hacia huelgas políticas, ocupación de fábricas y tierras, etc., fomentadas por partidos de izquierda .como preparación
a la toma revolucionaria del poder —pues las con" Frantz Fanón. Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura
Económica, México, 1963, p. 51.
'- Huir Dahrendopf, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad
industrial, Riuip, Madrid, 1962, p. 207.
543
diciones objetivas no se darían aún en América Latina. Por su parte, la guerrilla como una forma
de lucha armada que, partiendo del campo, apoyándose en el pueblo contra el ejercito y mediante focos
insurreccionales, crearía las condiciones para la revolución con independencia de los políticos ortodoxos de izquierda, que "forman parte del sistema".
Se podría quizás calificar también de "violencia subversiva" los movimientos universitarios como expresión de una acción política revolucionaria y algunos
conflictos de menor violencia desalados en la vida
social y religiosa.
Esta conlraviolencia en forma de estallido popular o de acción subersiva provoca de parte de los
grupos en el poder la represión violenta policíaca o
militar. Aparentemente nuestro capitalismo subdesarrollado, sobre todo en ciertos países, se caracteriza por generar conflictos y tensiones que no puede
resolver sin acudir a la fuerza represiva, y a veces
con violencia brutal como en los disturbios universitarios de Ciudad de México. Si los que detentan
el poder juzgan que la acción subversiva amenaza
la seguridad del sistema, éste se rigidiza atrepellando
las libertades públicas y aún las normas constitucionales. Así algunos populismos vigorosos como los
de Brasil y de Argentina, son sustituidos más temprano o más tarde por dictaduras militares: la revolución boliviana desemboca en el régimen militar de
Barrientes y Uruguay, el modelo democrático de
América Latina, entra en una crisis institucional aparentemente sin salida inmediata fuera del control
militar. La tendencia a corto plazo en la región no
es de aliviar la violencia institucionalizada en el sistema, ni de ampliar la participación popular, sino
mas bien de fortalecer regímenes minoritarios y represivos M.
Por eso en el horizonte político, la perspectiva
próxima no es el desarrollo sino el reíroceso instiLas fuerzas conservadoras, a medida que se radicalizan el descontento, las huelgas política*, los conflictos campesinos y sobre
lodo lü acción subversiva, favorecen regímenes militares c incluso
esperan ayuda de potencias exteriores —por ejemplo del proyectada ejército inleramerlcano de paz— para consolidar el '"estnbllshment". Las fuerzas políticas de izquierda favorables a los
cambios de estructuras, desesperan de encontrar soluciones institucionales o legales y manifiestan una tendencia creciente a considerar la revolución como una lucha armada, cuyas formas y
momento están 5¡n embargo en discusión.
tucional —-militarista o parafacista— frente a la insatisfacción creciente del pueblo y a la impaciencia
de las fuerzas revolucionarias, las cuales aunque incapaces en el presente de instaurar un orden nuevo,
son bastante fuertes como para impedir que en la
mayoría de las naciones latinoamericanas, se establezca una paz social —bajo la égida de las oligarquías del sistema— que permitiera operar con
tranquilidad una posible vía de desarrollo capitalista, dependiente del exterior.
Al finalizar este análisis podría uno preguntarse quién es responsable del ambiente subversivo que
pervade a tantos países de la sociedad latinoamericana, de la crisis de autoridad y del desaliento que
parece invadir todos los ámbitos, de las tensiones y
conflictos cada vez más agudos presentes en la política, en la vida social y la universidad. ¿Quién es
culpable? ¿Sólo el que quiebra el orden institucional? ¿El inconformista y subversivo —a veces extremista y utópico— cada vez más presente en la familia, en los partidos, en la vida social y en la comunidad cristiana? Un acusado de subversión guerrillera interroga a sus jueces: " . . . ¿dónde están los
inocentes? Todos aquí somos cómplices de crímenes, jueces y reos. Uds. no representan la ley y la
felicidad y nosotros la violencia y el dolor. Entre la
violencia militar y la violencia guerrillera, entre la
violencia que reprime y la violencia que libera, cada
uno escoge su lado. Crímenes contra crímenes ¿de
cuáles decidiremos ser corresponsables o cómplices
o encubridores? Uds. eligieron a unos, yo elegí a
otros; y punto" 40 .
Nosotros los cristianos que creemos en la fecundidad de la paz ¿hemos hecho algo más que
hablar de cambios globales de estructuras, hemos
empeñado todos nuestros esfuerzos en la acción de
suprimir la injusticia institucionalizada? Si no lo
hacemos hoy, no lancemos la primera piedra.
'" Regís Debray, Quién era, quien es, su alegato en Camlrl, Sundino.
Montevideo 1%8, p. 72.
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