Best Practice Evidence Based Practice Information Sheets for Consumers «Métodos para determinar la colocación correcta de una sonda nasogástrica tras su inserción en pacientes adultos» Introducción La colocación de una sonda nasogástrica es uno de los procedimientos más frecuentes en la práctica clínica diaria. Consiste en un tubo flexible (de polivinilo, silicona o poliuretano), de diferente calibre, que se introduce a través de la nariz y permite llegar directamente al estómago. Estas sondas se utilizan en situaciones clínicas como: 1. Alimentación enteral. 2. Lavados gástricos. 3. Diagnóstico y seguimiento de la hemorragia digestiva alta. 4. Aspiración de secreciones gastroduodenales en caso de paresia gástrica, íleo, etc. 5. Estudio y/o eliminación del contenido gástrico (tóxicos, etc.) 6. Prevención de broncoaspiración en enfermos con bajo nivel de consciencia o problemas de deglución. Aunque se considera un procedimiento inocuo, su colocación a ciegas no está exenta de complicaciones, como neumotórax, infusión de la alimentación en pulmón y espacio pleural, perforación esofágica, etc. Entre los factores de riesgo para presentar problemas están, entre otros, la disminución del nivel de consciencia, la reciente intubación endotraqueal, abolición de reflejo nauseoso, uso de bloqueadores neu- La versión completa gratuita está disponible electrónicamente en castellano en: http://www. isciii.es/htdocs/redes/ investen/Best_Practice.htm http://connect.jbiconnectplus. org/ y en inglés en: http:// www.joannabriggs.edu.au romusculares, etc.1. En una revisión de más de 2.000 inserciones, las investigaciones encontraron que entre el 1,3 y el 3,2% de las sondas nasogástricas estaban mal posicionadas2, por este motivo la valoración de la correcta colocación de la sonda es fundamental para reducir al mínimo el riesgo de estas complicaciones. Los métodos más empleados en nuestro medio para confirmar la correcta localización de la sonda son: insuflar aire seguida de la auscultación sobre el cuadrante superior izquierdo, la aspiración del fluido y la radiografía de tórax. Algunos autores también recomiendan realizar capnografía, laringoscopia o broncoscopia para asegurar la entrada en esófago de la sonda. Objetivo Grados de Recomendación Los siguientes grados de recomendación se derivan de los niveles de evidencia establecidos por el instituto Joanna Briggs en 2006 (http:// www.joannabriggs.edu.au/About%20Us/JBI%20 Approach/Grades%20of%20Recommendation Grado A: Recomendación demostrada para su aplicación Grado B: Recomendación moderada que sugiere que se considere su aplicación Grado C: Recomendación no demostrada El Best Practice se basa en la revisión sistemática de Chau et al. (2009)3, que centra su interés en determinar el método más adecuado para confirmar la correcta localización de la sonda nasogástrica, tras su colocación a ciegas, según la evidencia existente. Características de la revisión sistemática En la revisión sistemática se incluyeron 26 ensayos, diferenciando entre aquellos cuyo objetivo era determinar el método más efectivo para diferenciar la colocación de la sonda nasogástrica en la vía respiratoria de la colocación en la Enferm Clin. 2013;23(2):81–83 81 Best Practice Evidence Based Practice Information Sheets for Health Professionals vía gastrointestinal, y aquellos cuyo objetivo es determinar el método más efectivo para diferenciar entre la colocación gástrica y la intestinal. En el primer grupo se incluyen estudios que evalúan la precisión de métodos como la capnografía, la capnometría colorimétrica, las mediciones bioquímicas (pH, bilirrubina, pepsina y tripsina), manómetro de presión, auscultación e inspección visual de flujo aspirado. En el segundo grupo se incluyen estudios que evalúan la precisión de métodos como mediciones bioquímicas (pH, bilirrubina, pepsina y tripsina), inspección visual de flujo aspirado, auscultación, ecografía y detección magnética. Resultados En los ensayos que evalúan el método más efectivo para diferenciar la colocación de la sonda nasogástrica en la vía respiratoria de la colocación en la vía gastrointestinal, los principales resultados que podemos destacar son: – La capnografía y la capnometría colorimétrica son eficaces para diferenciar entre la colocación en la vía respiratoria de la colocación en la vía gastrointestinal. – El criterio para la colocación pulmonar (pH > 6, pepsina < 100 μg/ml y tripsina < 30) determinaron exitosamente todas las muestras respiratorias. – El manómetro de muelle es 100% sensible y específico para identificar la ubicación de la sonda. – La auscultación y la inspección visual de flujo aspirado, no son métodos fiables para identificar la ubicación de la sonda. En los ensayos que evalúan el método más efectivo para diferenciar entre la colocación gástrica y la intestinal, podemos destacar los siguientes resultados: – Las mediciones bioquímicas (pH, bilirrubina, pepsina y tripsina), se emplean solas o en combinación, destacando que si utilizando un valor de pH < 5 y una bilirrubina < 5 mg/dl para predecir la colocación gástrica, el 98,6% se identificó con éxito y, utilizando un valor pH 82 Enferm Clin. 2013;23(2):81–83 ≤ 6, pepsina ≥ 100 μg/ml y tripsina ≤ 30, se clasifican correctamente el 91,2% de las colocaciones gástricas y el 91,5% de las intestinales. – La inspección visual de flujo aspirado no es un método fiable para identificar la ubicación de la sonda. – La auscultación es un método fiable para identificar la ubicación gástrica o intestinal de la sonda, una vez establecido que esta no se encuentra en la vía respiratoria. – La ecografía es un método sensible para verificar la localización de la punta de la sonda nasogástrica con punta lastrada. – En cuanto a la detección magnética, presenta una alta sensibilidad para detectar si la sonda esta fuera de lugar, pero no para determinar la ubicación exacta. Recomendaciones3 Los siguientes grados de recomendación se derivan de los niveles de evidencia establecidos por el Instituto Joanna Briggs en 2006: – Se recomienda el uso de capnografía o capnometría colorimétrica para identificar la colocación de la sonda de alimentación en pacientes adultos con ventilación mecánica. (Grado A). – Puede utilizarse un manómetro de presión de muelle para diferenciar la vía respiratoria de la gastrointestinal en la colocación de sondas de alimentación en pacientes que no están mecánicamente ventilados. (Grado B). – Puede utilizarse un sistema de seguimiento magnético para determinar la ubicación de la sonda de alimentación gastrointestinal. (Grado B). – Puede utilizarse ecografía para comprobar la colocación de sondas nasogástricas con lastre en la punta. (Grado B). – La inspección visual de aspirado y auscultación no son indicadores fiables de la colocación correcta y no debe confiarse en ellas. (Grado B). Comentario Las recomendaciones que nos ofrece este Best Practice se refieren a situaciones específicas, como son los pacientes con ventila- ción (mecánica o no) y al uso de sondas con punta lastrada, por lo que en otras situaciones habituales en la práctica clínica diaria no son aplicables. En un reducido número de casos la sonda nasogástrica es colocada bajo visión directa, por un anestesista y/o un cirujano; en estos casos no es preciso realizar ninguna prueba que confirme la correcta colocación. Pero en la mayoría de los casos la colocación de la sonda nasogástrica se realiza a ciegas y en estos casos es preciso realizar pruebas que confirmen su correcta colocación. La National Patient Safety Agency (NPSA)4,5 y la American Association of Critical-Care Nurses (AACN)2 recomiendan la medición del pH del fluido y las imágenes radiográficas como pruebas principales para determinar la correcta colocación de la sonda nasogástrica y consideran poco fiables la auscultación y la inspección visual de flujo aspirado, por lo que indican que no se empleen. En 2005, la NPSA4 emitió una guía para la colocación segura y el control de la posición de la SNG, en la que destacaba que determinadas pruebas, como la de insuflar aire seguida de la auscultación sobre el cuadrante superior izquierdo y la prueba de la acidez con el papel de tornasol, no son seguras. En su lugar recomendaba, como prueba de primera línea, la prueba con papel indicador de pH. Como prueba de segunda línea —y no como estudio de rutina— las imágenes radiográficas. La NPSA5 volvió a emitir otra alerta de seguridad en marzo de 2011, centrada en la interpretación segura de las imágenes radiográficas, basándose en el aprendizaje adquirido desde la fecha de finalización de las acciones de alerta (1 de septiembre del 2005); en este periodo se notificaron 21 muertes y 79 casos de daño debido a la alimentación en los pulmones a través de sondas nasogástricas mal colocadas, siendo una mala interpretación de las radiografías el principal factor. En esta nueva alerta, se señala que papel indicador de pH debe llevar el sello CE, estar fabricado para medir el pH gástrico humano y que el rango de seguridad del pH se encuentra entre 1 y 5,5, aunque con este pH hay una pequeña posibilidad de que el tubo esté en el esófago, lo que conlleva un mayor riesgo de aspiración. La radiografía solo se utiliza como una prueba de segunda línea cuando no se puede obtener aspirado o la medición del pH no ha podido confirmar la posición, para lo cual aconsejan que las sondas nasogástricas deben ser radioopacas en toda su longitud y tener marcas de longitud visibles externamente, la solicitud debe indicar claramente el propósito de la radiografía, la sonda nasogástrica debe verse claramente en la radiografía y la confirmación de la correcta ubicación debe darla personal cualificado. Por otra parte, la AACN2 destaca la necesidad de una confirmación de rayos X antes de usar por primera vez una sonda de alimentación. Consideran que el método pH es útil, pero no es suficientemente preciso, pues las secreciones respiratorias típicamente tienen un pH mayor que, sin embargo, debido a fluido gástrico ocasionalmente este pH puede variar. También aconsejan utilizar la capnografía si es posible, aunque esta no es lo suficientemente sensible y específica, pues no puede determinar en que zona del tracto gastrointestinal se ubica la punta de la sonda (esófago, estómago o intestino delgado). Juan José Arnau Alfonso Enfermero, Unidad de Calidad y Seguridad del Paciente, Hospital Virgen del Castillo, Yecla, Murcia, España Correo electrónico: [email protected] Bibliografía 1. Blanco-Pérez JJ, Barreiro Torres M, Tábara J. Hidroneumotórax secundario a colocación de sonda nasogástrica [consultado 28 Sept 2012]. An Med Interna. 2005;22:204-5. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo. php?pid=S0212-71992005000400018&script=sci_arttext 2. American Association of Critical-Care Nurses. Verification of Feeding Tube Placement [consultado 28 Sept 2012]. Disponible en: http://www.aacn.org/WD/Practice/Docs/PracticeAlerts/ Verification_of_Feeding_Tube_Placement_05-2005.pdf 3. Chau Janita Pak-Chun, Thompson DR, Fernandez R, Griffiths R, Lo Hoi-Shan. Methods for determining the correct nasogastric tube placement alter insertion: a metaanalysis. JBI. Library of Systematic Reviews. 2009;7:679-787. 4. How to confirm the correct position of nasogastric feeding tubes in infants, children and adults. Interim advice for healthcare staff – National Patient Safety Agency – NHS. February 2005 [consultado 02 Oct 2012]. Disponible en: http://www.nrls.npsa. nhs.uk/resources/type/alerts/?entryid45=129640 5. Patient Safety Alert NPSA/2011/PSA002: Reducing the harm caused by misplaced nasogastric feeding tubes in adults, children and infants. March 2011 [consultado 02 Oct 2012]. Disponible en: http://www.nrls.npsa.nhs.uk/resources/type/alerts/ THE JOANNA BRIGGS INSTITUTE Royal Adelaide Hospital. North Terrace. Adelaide. South Australia 5000. Enferm Clin. 2013;23(2):81–83 83