Formato PDF - Generalísimo Francisco Franco

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“ S i Gar z ón qu i er e s aber qu é h ago en t er r ado en el Val l e de l os
Caí dos , qu e m e l l am e”
AB C, 02/09/2008.
S i no fuer a por que a s us 92 años acaba de r egr es ar de una s ingladur a por
el Mediter r áneo, E ugenio de Azcár r aga es tar ía r evolviéndos e en el nicho de
Cuelgamur os que lleva s u nombr e ante la última « patochada» , as í la llama,
del j uez B altas ar Gar zón acer ca de la Guer r a Civil. « Yo es toy enter r ado en
el Valle de los Caídos y por es o s oy el único muer to de la Guer r a Civil que
puede opinar que Gar zón s ólo quier e s alir en los per iódicos ... Y cr eo que
todos los que es tán conmigo en Cuelgamur os es tar ían de acuer do» .
As í de taj ante s e pr onuncia es te « caído» de la contienda acer ca de la
polémica decis ión del j uez de la Audiencia Nacional par a tr atar de cens ar ,
identificar y localizar a una s ola par te de las víctimas de la Guer r a Civil, las
del bando r epublicano. « No s e entiende - dice Azcár r aga- cómo un
r epr es entante de la Jus ticia puede inter es ar s e por los muer tos de un s olo
lado cuando todo el mundo s abe que en los dos bandos s e cometier on
cr ímenes y atr ocidades , y que s igue habiendo des apar ecidos de las dos
zonas . Aunque tampoco s e entiende que es te s eñor pueda s er j uez des pués
de haber s e pr es entado como candidato de un par tido en unas elecciones » .
Le toca de cer ca
A Eugenio de Azcár r aga el as unto de las fos as de la Guer r a Civil le toca de
cer ca. Es tuvo a punto de s er , por dos veces , una víctima de la contienda:
pr imer o como defens or de la ciudad de T er uel, s iendo alfér ez pr ovis ional del
ej ér cito de Fr anco, y des pués como pr is ioner o en manos r epublicanas
dur ante el caos de la r etir ada de Cataluña. E l des tino quis o que hace
cincuenta años s e convir tier a, por un er r or , en el único es pañol al que s e dio
por s epultado en el Valle de los Caídos es tando vivo y coleando. Y ahí s igue.
Nieto de Mar celo Azcár r aga, que fue cuatr o veces pr es idente del Gobier no
dur ante la r egencia de Mar ía Cr is tina, Eugenio nació en Jaén en 1916, de
familia de or igen guipuzcoano. T oda s u vida s e ha cons ider ado un liber al.
« Antes de la guer r a mi ideología er an las chicas y la natación. Nunca he
s ido fr anquis ta, aunque teór icamente s oy un « caído por Dios y por Es paña» .
Per o entr e Fr anco y el comunis mo opté por el pr imer o, por eliminación, as í
que me pas é de Valencia, capital de la República, a la zona nacional» ,
ex plica.
Luchó en los fr entes de Cór doba y de As tur ias y fue her ido en una pier na.
Des pués fue enviado a T er uel como alfér ez de I nfanter ía, pocos días antes
de la ofens iva de las fuer z as r epublicanas s obr e la ciudad, en diciembr e de
1937. En la defens a de T er uel combatió a las ór denes del cor onel Fr ancis co
B ar ba, j efe del s ector del S eminar io, el último foco de r es is tencia, que s ufr ió
800 baj as de una guar nición de 1.200 hombr es . Cuando el S eminar io cayó
definitivamente, fue hecho pr is ioner o y tr as ladado con el r es to de s us
compañer os al cas tillo de Montj uic, en B ar celona.
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E n ener o de 1939, ante el avance de las tr opas de Fr anco s obr e B ar celona,
les montar on en un tr en y los conduj er on hacia la fr onter a fr ances a.
Azcár r aga decidió s altar del tr en en mar cha j unto con otr os doce
compañer os y cr uz ar a pie los Pir ineos par a r efugiar s e en Fr ancia. Unos días
des pués , en Pont de Molins , el r es to de la ex pedición, 40 pr is ioner os , entr e
los que figur aba el j efe de los defens or es de T er uel, el cor onel Rey
D´ Har cour t, y el obis po de la ciudad, mons eñor Ans elmo Polanco, s er ían
as es inados por tr opas r epublicanas en r etir ada.
« Cuando los nacionales r econquis tan T er uel, des entier r an a los muer tos de
la batalla par a identificar los con la documentación que van encontr ando, y
luego volver a inhumar los en el cementer io de la ciudad. Fue unos años
des pués de la guer r a cuando me dij er on que había una lápida con mi
nombr e en un nicho del cementer io: « E ugenio de Azcár r aga Vela, caído por
Dios y por E s paña» . Yo he s os pechado s iempr e que me debier on de
confundir con un alfér ez que s e par ecía a mí, y le debier on de enter r ar con
mi nombr e» .
A finales de los años 50, Azcár r aga s e enter ó por el s epultur er o de que los
r es tos de los oficiales de T er uel que las familias no habían r eclamado s e los
habían llevado al Valle de los Caídos , inaugur ado por Fr anco el 1 de abr il de
1959. « Mi familia, por s upues to, nunca me r eclamó por que des pués de la
guer r a s upo que es taba vivo, aunque en plena contienda me hicier on un
funer al» , cuenta.
S egún la ficha que cons er va hoy Patr imonio Nacional, el s upues to cadáver
de Azcár r aga fue inhumado en el columbar io 1.718, en el ter cer pis o de la
cr ipta der echa de la B as ílica. Un tiempo más tar de, Az cár r aga pudo
confir mar que había s ido ins cr ito como « Al. Azcár r aga, E ugenio» y con el
númer o 8.273 en el libr o de inhumaciones de la B as ílica, al lado de otr os
40.000 es pañoles caídos en ambos bandos en la guer r a.
La pr ovidencia del j uez
« Yo mis mo he vis to mi nombr e en el Valle de los Caídos , aunque ya no he
vuelto por allí des de hace tr einta años . Puede que has ta me hayan
des ahuciado por no pagar el alquiler ... As í es que s i Gar zón quier e s aber por
qué es toy enter r ado en el Valle de los Caídos , no le hace falta dictar una
pr ovidencia par a per der el tiempo, que bas tante mal es tá ya la Jus ticia: le
bas tar ía con llamar me por teléfono» , dice el veter ano.
La pr ovidencia de Gar z ón, en efecto, ins ta al abad del Valle de los Caídos a
que « pr opor cione opor tuna infor mación s obr e los nombr es de las per s onas
que en es te lugar es tán enter r adas , pr ocedencia geogr áfica de los r es tos y
caus as del enter r amiento allí hecho» .
« Los que es tán enter r ados en el Valle de los Caídos - dice- s on de mi
gener ación. For man par te de un pas ado del que no podemos s entir nos muy
or gullos os . Yo, por ej emplo, que combatí con el bando fr anquis ta, s iempr e
condené la ter r ible r epr es ión de pos guer r a, y algunos has ta me llamaban
« r oj o» por es o. Hoy no s e puede envenenar a los j óvenes con el mis mo odio
y r encor » . Además , des de s u punto de vis ta, « Gar zón no es nada or iginal,
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por que lo de mandar policías a las par r oquias ya s e hacía en tiempos de la
República» .
Azcár r aga defiende el der echo de los familiar es a enter r ar dignamente a los
que fuer on as es inados y s epultados en las cunetas , en una y otr a zona. « E s
totalmente lógico, per o otr a cos a es que un j uez apr oveche es to, tanto
tiempo des pués , par a dar s e autobombo» , dice.
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