Es un órgano de carácter judicial que tiene su sede en San

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Manual básico de Litigio Internacional para la protección de los derechos laborales
Es un órgano de carácter judicial que tiene su sede en San José, Costa Rica. Fue creado en
1969 por la Convención Americana, pero su establecimiento no fue hasta diez años después, en
1979, cuando se eligieron sus primeros jueces.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos es una institución judicial autónoma cuyo
objetivo es la aplicación e interpretación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y,
en su caso, de otros tratados concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados
americanos. El quórum que necesita para deliberar es de al menos cinco jueces y las decisiones
son tomadas por mayoría simple de los jueces presentes; en caso de empate, decidirá el voto de la
Presidencia. Tal como se infiere de su nombre, la CorteIDH es un tribunal interamericano especialista en
derechos humanos al que le han sido reconocidas dos tipos de competencias, a saber: una contenciosa
y la otra consultiva9. La primera se refiere a la resolución de casos (peticiones individuales) en virtud de
las cuales se denuncia a uno de los Estados Partes por una presunta vulneración ocasionada a alguno
de los derechos contenidos en la CADH o en alguno de los instrumentos que otorgan competencia en
razón de la materia a la Corte. Es dentro de esta función donde reside la facultad de dictar medidas
9.
Artículos del 61 al 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Capítulo dos: Sistema Interamericano de Derechos Humanos
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provisionales de protección en casos de extrema gravedad y urgencia y cuando se haga necesario
evitar daños irreparables a las personas. La segunda es consecuencia de la posibilidad que tienen los
Estados o la Comisión Interamericana, entre otros, de consultar a la Corte Interamericana acerca de
la interpretación de la Convención o de otros “tratados concernientes a la protección de los derechos
humanos en los Estados Americanos”10. Es importante señalar que tanto en los casos contenciosos como
en las opiniones consultivas cualquier persona interesada puede participar mediante la presentación
de un escrito llamado amicus curiae11.
Importante es indicar que, en virtud de la competencia contenciosa, la CorteIDH determina
si un Estado ha incurrido en responsabilidad internacional por haber violado alguno de los derechos
contenidos en la CADH o en cualquier instrumento que le otorga competencia, tal como el “Protocolo
de San Salvador”, específicamente en sus artículos 8 y 13 que consignan los derechos sindicales y a la
educación, respectivamente. Para que la Corte Interamericana conozca sobre peticiones individuales,
el Estado deberá haber declarado expresamente que acepta la competencia contenciosa de dicho
tribunal. Esto significa que no basta con que se ratifique la Convención Americana u otro instrumento,
sino que se deberá hacer un acto expreso de reconocimiento de la competencia de la Corte para
que puedan someterse peticiones individuales contra un Estado. Así, por ejemplo, si bien Jamaica
ratificó la CADH desde 1978, no ha aceptado la competencia contenciosa de la CorteIDH, de modo
que aún no se puede conocer casos jamaicanos. Por ahora, son 21 los países que han reconocido la
competencia contenciosa de la CorteIDH; los seis Estados centroamericanos y República Dominicana
se encuentran entre este grupo.
Conforme a la Convención Americana y al Reglamento de la CorteIDH recientemente
reformado, sólo los Estados Partes en ese instrumento y la Comisión Interamericana pueden
someter un caso ante la CorteIDH. Como se explicará más adelante, la CIDH iniciará este proceso
cuando presente ante la CorteIDH el informe estipulado en el artículo 50 de la CADH, de conformidad
con lo establecido en el artículo 35.1 del actual Reglamento de la Corte Interamericana. Esto implica
que, para que la CorteIDH conozca de un caso contencioso, éste deberá tramitarse previamente ante
la Comisión Interamericana y se deberán agotar todos los procedimientos previstos en los artículos
48 al 50 de la CADH.
Cabe resaltar que mediante la reforma del Reglamento de la Corte que entró en vigor el 1
de enero de 2010, se modificaron algunos aspectos relativos a la participación de la Comisión en
el procedimiento de un caso contencioso ante la Corte. Como resultado de esta reforma, quienes
tendrán el protagonismo principal durante el litigio de la controversia serán los representantes de
las presuntas víctimas y el Estado demandado. Por otro lado, es preciso indicar que la Convención
Americana compromete a los Estados “a cumplir la decisión de la Corte en todo caso que sean
partes”12. A este hecho se le suma que los fallos que pronuncie la CorteIDH son de carácter
“definitivo e inapelable”13. No obstante, en “caso de desacuerdo sobre el sentido o alcance del
fallo, la Corte lo interpretará a solicitud de cualquiera de las partes”14, siempre que la solicitud
cumpla con lo establecido en la Convención Americana.
Por último, hay que destacar que la Corte Interamericana también supervisa el cumplimiento
de lo ordenado en las sentencias y de la implementación de las medidas provisionales. Para ello
puede solicitar información al Estado sobre las actividades desarrolladas en aras de cumplir
Artículo 64.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Véase el artículo 44 del Reglamento de la Corte Interamericana.
12.
Véase el artículo 68 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
13.
Véase el artículo 67 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
14.
Ídem.
10.
11.
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Manual básico de Litigio Internacional para la protección de los derechos laborales
con el fallo o resolución, así como obtener las observaciones de la CIDH y de las víctimas y sus
representantes. Mediante esa información, el Tribunal puede apreciar el estado de cumplimiento
de lo ordenado y, a su vez, orientar al Estado para lograr ese objetivo.
Derechos Laborales y el Sistema Interamericano
La Convención Americana reconoce varios derechos relevantes para la protección del
trabajador en su relación laboral. Por ejemplo, toda persona trabajadora tiene el derecho a no ser
discriminado por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier
otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social (Art. 1.1); a que sus derechos sean reconocidos en la ley nacional (Art. 2); al respeto a su
derecho a la vida y a condiciones de vida digna en el trabajo (Art. 4); al respeto a su integridad
personal y a su libertad personal (Arts. 5 y 7); a no ser sujeto a esclavitud, servidumbre o trabajo
forzoso (Art. 6); a ser oído por un juez para la determinación de sus derechos laborales (Art. 8);
al respeto a su honra, dignidad y vida privada (Art. 11); a manifestar su religión y creencias (Art.
12); a recibir y difundir información (Art. 13); a reunirse pacíficamente (Art. 15); a asociarse con
fines laborales (Art.16); a la protección de su familia (Art. 17); a medidas especiales de protección
si son niños (Art. 18); a la propiedad privada, incluyendo cualquier bien o remuneración producto
de la relación laboral (Art. 21); a la igual protección de la ley (Art. 24); y al acceso a los tribunales
para garantizar la protección de los derechos laborales y demás derechos reconocidos por las
constituciones, leyes nacionales o el derecho internacional (Art. 25).
Además, en su artículo 26 establece que:
“Los Estados Partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la
cooperación internacional, […] para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se
derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura […]”.
Con el propósito de complementar los derechos reconocidos en la CADH, en 1999 entró en
vigencia el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conocido como “Protocolo de San Salvador”, que
contiene una enumeración más amplia y detallada de tales derechos y se le atribuye competencia a
la Corte Interamericana para conocer, entre otros, los casos referentes a derechos sindicales. Como
todo tratado, el “Protocolo de San Salvador” crea derechos y obligaciones que son vinculantes
para todos los Estados Partes, que en la región son Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Panamá.
En este sentido, el Protocolo obliga a los Estados Partes a presentar informes periódicos a la OEA
sobre las medidas progresivas que hayan adoptado para asegurar el debido respeto de los derechos
reconocidos en él (Art. 19). Adicionalmente, el Protocolo también permite que se presenten
peticiones individuales ante la Comisión Interamericana, y cuando corresponda ante la CorteIDH,
en aquellos casos que se traten la vulneración a los derechos sindicales (Art. 8 a) y al derecho de
educación (Art. 13), no así, por ejemplo, el derecho al trabajo (Art. 6). En ese sentido, una violación
a derechos laborales ignorada, tolerada o no resuelta en el ámbito interno puede dar lugar al inicio
de una petición por violación a derechos humanos en el Sistema Interamericano siempre que se
cumplan los requisitos para presentar peticiones individuales ante la CIDH y, en su caso, ante la
CorteIDH.
En conclusión, toda persona trabajadora que considere que se le han vulnerado los
derechos que el Estado está obligado a garantizarle, ya sea por norma nacional o por derecho
internacional aplicable al Estado, puede recurrir, en determinadas circunstancias, ante el SIDH para
reivindicar sus derechos.
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