la fraternidad internacional de estambul

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LA FRATERNIDAD INTERNACIONAL DE ESTAMBUL Presencia y servicio para el diálogo ecuménico e interreligioso En el programa de nuestro Congreso, después del diálogo con el ateísmo ya tratado, se me ha asignado el tema del “Diálogo con los Musulmanes” junto con fray Pascal de Paquistán y nuestro hermano musulmán Mulana Abdul Kabir Asad. En realidad el Proyecto Estambul de los Hermanos Menores surgió a partir del diálogo ecuménico y por tanto también lo incluye. Respetando el tiempo a disposición compartiré mi reflexión sobre estos dos campos distintos y complementarios. Un poco de historia ¿Por qué una fraternidad internacional en Estambul? La motivación fundamental de nuestra presencia en un país de mayoría de fieles musulmanes como es la Turquía y nuestro camino de búsqueda del encuentro con otras religiones, especialmente con el Islam, es la herencia espiritual y carismática que nos ha dejado Francisco de Asís, el hermano universal que sabía descubrir la presencia del misterio de Dios en cada persona y en cualquier acontecimiento humano. Concretamente el encuentro con el Sultán Malik al-­‐Kamil en Damieta (Egipto) en 1219 durante la Quinta Cruzada ha marcado el espíritu franciscano y nos ha dejado una instrucción clara y precisa sobre la misión de los Hermanos Menores. En el capítulo XVI de la Regla no bulada aparece por primera vez en la Historia de la Iglesia el envío misionero a tierras de fieles de otras religiones.1 Y en el último capítulo de la Regla bulada2, Francisco no renuncia a este mandato misionero, su corazón abierto a Dios y al Evangelio de su Hijo no puede cerrarse a quienes él conoce y aprecia. A partir del Concilio Vaticano II, nuestra Orden de Hermanos Menores se propuso un camino de renovación en el cual incluyó a los hermanos presentes en los países de mayoría musulmana y convocó a varios representantes de esas entidades en octubre de 1982. De esa reunión resultó una comisión de animación3 que tuvo 15 años de actividad organizando varios encuentros. En 1997 el Definitorio general propuso tres comisiones de diálogo: interreligioso, ecuménico y con la cultura. A excepción de la comisión ecuménica, sostenida por el Instituto de Estudios Ecuménicos de Venecia, las demás comisiones no tuvieron actividades significativas. Por eso en el 2003 se fusionaron las comisiones anteriores dando lugar a una sola comisión que abarca las tres dimensiones antes mencionadas: diálogo interreligioso, diálogo ecuménico y diálogo con la Cultura que prevalece hasta el día de hoy. Proyecto Estambul Si bien la organización de las comisiones no aterrizaba, no por eso se abandonaba la presencia y el servicio de entidades como Marruecos, Egipto, Tierra Santa, Paquistán, Indonesia y otras regiones como Mindanao en Filipinas, Estambul y Esmirna en Turquía. Precisamente en la región de la antigua Asia Menor, el Ministro general fray Hermann Schalück, después de una visita al Patriarca Bartolomé I, en 1995 lanzó la iniciativa de constituir una fraternidad internacional para promover las relaciones con el Patriarcado de Constantinopla, actual Estambul. La UFME hizo un primer intento de realizar el proyecto, pero no se llevó a cabo. Antes de concluir su mandato, nuestro querido y recordado fray Giacomo Bini (Dios lo tenga en su gloria), como ministro general y fray Esteban Ottenbreit, Vicario general promovieron esta iniciativa que finalmente se comenzó el 10 de septiembre de 2003, para ese entonces fue fray José Rodríguez Carballo quien envío a los candidatos para tal misión. De ese inicio al día de hoy la fraternidad ha sido formada por 6 hermanos, en este momento somos cinco y uno está por terminar su servicio; por otra parte dos hermanos indonesios se preparan para unirse al proyecto y otros dos candidatos están en lista de espera. 1
RnB 16, 5-­‐7 RB 12 3
Carta dirigida a los cuatro Ministros generales franciscanos … y a todos los hermanos, Primera Conferencia franciscana sobre el Islam, Asís 5-­‐12 de octubre de 1982. 2
Nuestra experiencia Después de más de diez años de presencia y servicio en Estambul y en varias entidades, habría mucho que contar. Para celebrar los diez años de nuestro proyecto, preparamos un DVD4 en el que compartimos varias experiencias, traducido en cinco lenguas y otras dos en subtítulos. Al término de esta presentación se ofrecerá una copia a cada uno de ustedes. Aquí me limito a cuatro aspectos significativos de nuestra aventura y una conclusión-­‐provocación. Creación del Proyecto Estambul. Cuando fuimos convocados para recibir la primera información sobre lo que la Orden deseaba establecer en Estambul, se nos dijo: La nueva fraternidad debe ser profética, carismática, no debe estar condicionada a estructuras preconcebidas, las prioridades serán los valores; a quienes formen la fraternidad se les pide fidelidad y creatividad: aseguren la vida de oración, la vida en fraternidad y en minoridad… las actividades dependerán de la fantasía de cada hermano, pero siempre caminando juntos. Se trataba de un momento vocacional denso e importante para el diálogo ecuménico e interreligioso, a la manera de las entidades que viven en países de mayoría de otras religiones o de otras confesiones cristianas. Al mismo tiempo se comenzaba una experiencia inédita, más bien parecida a los orígenes de la Orden, cuando los hermanos tenían que inventar todo. Era necesario tener el gusto por la utopía, como S. Francisco cuando fue a Egipto: todo parece imposible, se va sin grandes pretensiones, nuestra misión es establecer la amistad.5 Con estas premisas se constituyó la fraternidad internacional y con la bendición y la misericordia de Dios nos dimos a la tarea de abrir brecha: visitamos las comunidades religiosas presentes en esa ciudad histórica, multicultural, frontera de continentes, de mayoría musulmana y al mismo tiempo de Constitución política laica (en los últimos años la laicidad ha venido a menos y el actual gobierno está re-­‐islamizando el país). Y comenzaron las sorpresas: imaginábamos que en la Iglesia local del Vicariato apostólico de Estambul habría ya una estructura para el diálogo con las Iglesias de Oriente o con el Islam; lo que encontramos fueron pocas personas que tenían un cierto interés y acercamiento a los griegos, armenios o sirios con esporádicos encuentros en visitas protocolares; lo mismo sucedía en relación con los musulmanes y también con los judíos que desde 1492 fueron recibidos por el Imperio otomano al ser expulsados de España. Teníamos el campo libre, lo que intentáramos sería algo nuevo. Ambiente ecuménico: A nuestra llegada percibíamos cierta frialdad en las relaciones con las Iglesias de Oriente, eran cordiales, pero después del saludo había poco que hacer y decir. Comenzamos a frecuentar el Patriarcado de Constantinopla, solicitamos una audiencia con el Patriarca6, quien nos recibió muy amablemente, dándonos un consejo que conservamos como guía para nuestra misión. Nos dijo: Amen a este pueblo, a la gente de este país. Continuamos nuestras visitas con las demás Iglesias y fuimos descubriendo algo muy importante: todos tenían deseos de promover relaciones y encuentros ecuménicos, pero nadie se atrevía a dar el primer paso. Se tenía el temor del proselitismo, que una Iglesia se llevara los fieles de la otra. Cuando nos presentamos abiertamente y sin pretensiones, fuimos recibidos fraternalmente. Con las Iglesias de la Reforma desde un principio fuimos bien recibidos. Con los grupos pentecostales, no todos son igualmente abiertos, pues algunos de ellos se declaran francamente proselitistas. Aún así, podemos compartir momentos de oración y de convivencia fraterna. Otra característica de la convivencia entre las Iglesias es que todos somos minoría, y los católicos somos minoría de esta minoría. Nadie tiene ni pretende privilegios sobre los demás, todos somos extranjeros, incluyendo a quienes tienen ciudadanía turca porque como cristianos pertenecen a otras etnias: griegos, sirios, armenios, caldeos. Luego estamos nosotros de la Iglesia católica que venimos de todos los 4
Antoniano di Bologna Productions, TOGETHER on the WAY, Ten years of Franciscan Presence and Service for Dialogue, Istanbul-­‐Bologna 2013. 5
T. Vetrali (verbalista), Nuova Fraternità d’Istanbul (2), Reunión de candidatos al Proyecto Estambul, Roma 2002. 6
Era el 30 de diciembre de 2003 continentes. Ser minoría como cristianos nos da la ventaja de sentir necesidad de vivir más cercanos unos de otros y preocuparnos por lo que las demás Iglesias viven. La realidad misma nos empuja al ecumenismo. Mas la razón del ecumenismo no es circunstancial, pues el Evangelio que no se anuncia en unidad, no es el Evangelio de Jesucristo. Por esta misma razón me resulta extraño que nuestro congreso no haya incluido el ecumenismo en el programa. Diálogo con el Islam turco. Hablamos del Islam en Turquía para decir de una vez por todas que el Islam, aunque es una religión que tiene como libro sagrado el Corán, no se vive de la misma manera en todas partes. No es posible hablar de los musulmanes en los países árabes del mismo modo que en otros países como Indonesia o Filipinas. Turquía, como lo decía antes, es un país de Constitución laica, étnicamente es un pueblo venido de la región de los montes Urales en el siglo VIII, tiene una índole cultural diversa a los otros países del Medio Oriente. Es verdad que en el pasado el Imperio Otomano fue invasor y conquistador y el gobierno actual es ambicioso en su expansión de islamización, pero el pueblo tiene un profundo sentido de amistad, solidaridad y acogida del extranjero. La convivencia entre turcos musulmanes y cristianos del Asia Menor no siempre ha sido pacífica, pero siempre han vivido en el mismo territorio y en nuestros días la convivencia es pacífica, al menos no es violenta. Como en todas partes y en toda religión, también en Turquía hay musulmanes integralistas, pero son grupos pequeños de menor relevancia. La mayoría de la población se declara musulmanes sunitas. Generalmente la práctica del Islam turco no es de grandes masas: en modo especial la ciudad de Estambul, de unos quince millones de habitantes y muy occidentalizada, resiente el efecto del secularismo. Se habla de un Islam “light”, muchas veces se va a la mezquita para encontrar los amigos y mostrar su pertenencia a una sociedad musulmana y transcurrir largas horas conversando alrededor de una mesa de juego y bebiendo “çay”. Con todo, hemos encontrado personas bien dispuestas a compartir puntos de vista, a intercambiar valores religiosos y espirituales. Frecuentamos algunas mezquitas, cuyos imam(s) son amigos nuestros y nos permiten asistir a la oración del viernes, en ocasiones acompañamos grupos que nos visitan y que se interesan en conocer de cerca la religiosidad del Islam turco. Por otra parte, tenemos muy buenas relaciones con un grupo místico sufí, derviches giradores que hacen su oración con música, canto y danza. Con ellos tenemos una oración interreligiosa anual el 27 de octubre, en el espíritu de Asís7. Otro momento especial durante el año es el período de Ramadán: a veces nos invitan al “iftar” para concluir el día de ayuno y nosotros también organizamos una cena para los amigos más cercanos. Un fenómeno muy especial es el de la religión Aleví, cuyos miembros se cuentan como musulmanes, pero en realidad es otra religión que confiesa un credo trinitario: Allah, Muhamad y Alí. A éste último, yerno del profeta Muhamad, lo consideran como el verdadero intérprete del Corán. En sus ritos tienen también elementos del judaísmo, del cristianismo (su rito de purificación es muy semejante a nuestro acto penitencial) y de religiones animistas. Lo sorprendente es que existen en Turquía unos veinte millones de fieles “alevitas” y no son reconocidos como religión. Los fieles de esta religión se manifiestan siempre abiertos a convivir pacíficamente con cualquier otra religión.8 La occidentalización de la sociedad turca, la Constitución laica, el mosaico multicultural de la población y la convivencia secular con el cristianismo crean en Turquía un Islam menos integralista, de convivencia pacífica, y más convencional. Para nosotros resulta favorable esta situación por la mayor apertura de los fieles del Islam. 7
Cada año celebramos el aniversario del encuentro de los jefes de todas las religiones convocado por s. Juan Pablo II. el 27 de octubre de 1986. 8
El sacristán de nuestra iglesia y el maestro albañil que trabaja con nosotros pertenecen a los alevitas. Mi reflexión. Si me limitara a narrar nuestra experiencia, sería solamente hacer una crónica, y aquí no se me invitó como cronista de Estambul. Por eso quiero compartir una breve reflexión sobre dos puntos importantes: Desafíos en nuestra vida de fraternidad internacional y en nuestra presencia y servicio en medio de los musulmanes. Grandes desafíos. En la vida de fraternidad: 1. Diálogo intercultural al interno de la fraternidad. Impresiona mucho que nos presentemos como fraternidad formada por cinco hermanos venidos de cuatro continentes diversos: África, América, Asía y Europa. Sin embargo, bien pueden ustedes imaginar el desafío de convivencia, de puntos de vista y de organización entre un coreano, un francés, un congolés y un argentino. Y por si fuera poco hasta un mexicano se encuentra en el baile. Una fraternidad numerosa como el Colegio Beato Gabriele Allegra tiene la ventaja de estar organizado en varias fraternidades y quien no quiere participar se puede masificar fácilmente. O como en la Curia general que también las ausencias se notan menos. Pero en una fraternidad de cinco hermanos requiere una respuesta abierta, dispuesta a compartir lo que cada uno aporta de su cultura y su formación franciscana de origen. 2. El grande desafío de la lengua. El conocimiento de una o más lenguas, además de la propia, es una necesidad básica, tanto para la vida de fraternidad como para el servicio del diálogo. Lo ideal será aprender el turco. Hasta ahora nos comunicamos en francés y en italiano, si bien no hay ningún hermano italiano. En la oración combinamos esas dos lenguas con el turco. La lengua turca no es de las más sencillas y aprenderla a 50 ó 65 años, resulta más difícil todavía. En todo caso, hablar más de dos lenguas ayuda a la comunicación. 3. Incomprensión del valor de la presencia. Con frecuencia se nos pregunta: ¿Y tú qué haces en Estambul? Se espera una respuesta de una lista de actividades que justifiquen vivir entre los turcos. Incluso se piensa en una evangelización proselitista que gane adeptos. Para nosotros, antes de hablar de lo que hacemos, lo verdaderamente importante es que nuestro ser franciscano logre transmitir un mensaje evangélico. El la evangelización no estamos acostumbrados a dar prioridad a nuestra “identidad de hermanos menores” ni se entiende la presencia como evangelización, no obstante que es la primera forma que el padre san Francisco nos recomendó. Más aún, damos la impresión de equivocar nuestra misión: todos somos enviados para sembrar, y nosotros queremos inmediatamente cosechar. En el encuentro con el Islam: 4. Vencer el miedo. No me refiero a ser intrépido ni mucho menos a ser un héroe. Al llegar a Estambul, los hermanos que se encontraban allá nos recomendaron tener mucho cuidado con lo que decíamos y hacíamos porque podríamos tener problemas. Es verdad que en los años cincuentas y setentas del siglo pasado hubo varias represiones y agresiones contra judíos y cristianos. Hemos aprendido que cuando están de por medio intereses económicos y de poder, se infunde miedo y se amenaza con intimidaciones para dominar al otro, sobre todo si el otro es extranjero. Además en la sociedad turca el nivel de corrupción es muy alto. Pero la violencia contra los no musulmanes por fortuna ya no existe, sin embargo quienes sufrieron esas situaciones no superan fácilmente los traumas. Por otra parte, evitamos caer en las intimidaciones y eso nos ha traído muchas críticas, denuncias y procesos legales en tribunales. Nuestro buen Dios ha sido bueno con nosotros, los casos legales se han resuelto a nuestro favor y el miedo ha desaparecido. 5. Superar prejuicios. Ya decía que no se puede hablar del Islam como si fuera una realidad compacta. Esto también vale para el cristianismo. No es verdad que un musulmán es un potencial terrorista. El terrorismo no forma parte del Islam, quien se somete a Dios no busca matar a su prójimo. Es verdad que el Corán habla de la “Yihad”, traducida impropiamente como “guerra santa”. En realidad, el sentido propio de Yihad es el combate o esfuerzo espiritual que se libra con la propia alma.9 Este tema suscita muchas discusiones y discrepancias, nuestros hermanos de raza árabe o que viven en países árabes tienen seguramente una experiencia diferente y tal vez más negativa. Apreciamos su testimonio cristiano y su esfuerzo por la convivencia pacífica. En Turquía el Islam no se manifiesta con violencia física. 6. Conocer los límites y las posibilidades. Vivir en un país musulmán exige conocer al menos los fundamentos de su religión para aprender a respetar sus prácticas religiosas y su cultura. En Turquía el laicismo nos pone ciertos límites para nuestra presencia: aunque hay Nunciatura apostólica y relaciones diplomáticas con el Vaticano, no somos reconocidos como Ente religioso, por lo cual las iglesias son consideradas propiedades de quien allí reside, pero sin relación de unas con otras; no se conceden los títulos de propiedad, así el gobierno controla como quiere. Pero se nos permite residir allí y trabajar en nuestra Iglesia. En la búsqueda y promoción del diálogo, si respetamos las normas y no damos muestras de protagonismo, podemos hacer nuestro servicio sin problemas. Por otra parte en las autoridades civiles de nuestro territorio aceptan de buen grado nuestra presencia, viene a felicitarnos por la Navidad y la Pascua. Y nosotros hacemos lo mismo en Ramadán y en la fiesta del Sacrificio. 7. Ventajas de vivir como minoría religiosa. Vivir la vida cristiana como minoría religiosa en un país musulmán tiene muchos desafíos, pero también riquezas. Generalmente pensamos en lo negativo, pero también el Señor nos concede bendiciones. Ser minoría nos enseña a vivir la minoridad: nos ayuda a vivir de lleno el mensaje evangélico de ser sal de la tierra, la sal es para dar sabor y no es todo el alimento. Si toda la comida fuera sal, se nos pica el hígado. Siendo minoría religiosa aprendemos a valorar el don de nuestra fe y nos exige una vida transparente y auténticamente cristiana, nos pone a trabajar para construir una Iglesia de atracción y no de proselitismo. El proselitismo de los fariseos fue criticado duramente por el Señor Jesús10 y una Iglesia proselitista ha sido descalificada últimamente por el obispo de Roma, Papa Francisco.11 En actitud de respeto y apertura, aprendemos también a apreciar los valores que el Espíritu Santo suscita en las otras Iglesias, en las otras religiones y en cada realidad humana que busca el bien y la paz. Y cuando descubrimos la obra de Dios en ellos y en nosotros, logramos compartirla, podemos sentirnos agradecidos y restituir al Señor esos dones que vienen de él. Otro fruto de vivir como minoría religiosa es la purificación de la fe. Estamos acostumbrados a vivir nuestra fe a través de tradiciones y devociones que en generalmente obedecen a la índole cultural de cada pueblo y a circunstancias históricas que muchas veces ya no existen, y corremos el riesgo de mantener ciertas prácticas religiosas que han perdido su sentido y les damos importancia que ya no tienen. Varias personas que nos visitan consideran una grande injusticia no poder hacer manifestaciones religiosas como son las procesiones o propaganda religiosa, o porque no se nos permite vestir el hábito religioso por la calle. Ya en el siglo segundo, la Carta a Diogneto nos ofrece una estupenda reflexión para vivir nuestra fe en el mundo como el alma vive en el cuerpo,12 es vital aún sin aparecer a los ojos corporales. Conclusión -­‐ Provocación De todo lo antes dicho y como una contribución al tema general del Congreso, les comparto una reflexión sobre el evangelizador y la evangelización. La prima expansión de la Iglesia, por cierto en Asia Menor, actual territorio de Turquía, se llevó a cabo en poblaciones de cultura griega gobernadas por el Imperio Romano. Todos conocemos los acontecimientos de los tres primeros siglos, tiempo de fuertes persecuciones e 9
http://www.monografias.com/trabajos85/santa-­‐guerra-­‐islam-­‐mentalidad-­‐musulmana/santa-­‐guerra-­‐islam-­‐
mentalidad-­‐musulmana.shtml 10
Mt 23,15. 11
Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 2013, 14. 12
Daniel Ruiz Bueno en Padres Apostólicos, BAC, Madrid 1950. incomprensión del mensaje cristiano. Al Establecerse Constantinopla como capital del Imperio Romano de Oriente, Constantino dio el edicto de Milán con el cual terminó el tiempo de esas persecuciones. Sabemos también de los beneficios y los perjuicios que causó el hecho de convertir el cristianismo en religión de Estado: muchos privilegios, pero también una Iglesia aliada al poder. Los súbditos del imperio tenían que bautizarse para poder sobrevivir. Sin desconocer la grandiosa obra de evangelización en la historia de las misiones, especialmente de países colonizadores, se tuvieron casos de franca imposición de la religión cristiana. Cuando llegué a Europa en 1985 me resultaba extraño escuchar que había misioneros europeos en la Ciudad de México, Guadalajara, Tijuana y otras grandes ciudades. Mi idea de misión era ir a países de África y Asía y trabajar en selvas y montañas. Sabemos que la misión es el envío y la colaboración pastoral en lugares donde hay escasez de agentes pastorales, independientemente de trabajar en la ciudad o en la montaña. Luego comencé a ver que el servicio de la misión era considerado un trabajo extraordinario y en las revistas de animación misionera, los extranjeros eran los protagonistas y los locales los evangelizados. Y cuando un aborigen se convertía y colaboraba en la misión, no se llamaba misionero, tal vez porque no era extranjero. Este y otros detalles, como es el caso de crear un “hábitat especial” con alimentos y demás comodidades para que el tal misionera sobreviviera… y en la entidad de origen se promovía la obra misionera para enviarle a esos hermanos ayuda económica que nunca llegaba a la economía común de la misión sino que era administrada por el hermano que recibía el dinero convirtiéndose en el héroe ante el pueblo misionado en detrimento del testimonio en fraternidad. En septiembre pasado visitando la Custodia de San Juan Bautista en Karachi, Paquistán, fue una agradable sorpresa encontrarme en una entidad que vive como minoría y en medio de un Islam agresivo y violento trabajando por la paz y la justicia, sin ningún “misionero” extranjero. Y me preguntaba y hoy les pregunto: ¿Es necesario que haya misioneros de países de tradición cristiana para que la obra de evangelización se reconozca como misionera? ¿Nuestra Orden de los Hermanos Menores conoce sus propias misiones donde no hay misioneros extranjeros y sabe aprecia la gracia recibida en tales entidades? Lo mismo se puede decir de la Provincia de la Sagrada Familia de Egipto y de San Miguel Arcángel de Indonesia, con contadas excepciones de hermanos de otras entidades que ahí sirven. Ya estoy escuchando la respuesta, pero ahora necesitamos obrar consecuentemente. No es lo mismo hacer propaganda que ser testigos del Evangelio. Not testimonial, but testimony! Gracias por su atención. Fr. Rubén Tierrablanca, ofm Guardián Fraternidad internacional de Estambul 
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