Convertidos desde el Islam - Bisbat de Sant Feliu de Llobregat

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13 DE ENERO DE 2013
ECO DE LA PALABRA
Convertidos desde el Islam
Recordamos la importancia que tuvo el
testimonio de fe de algunos musulmanes en la
conversión a Cristo que vivió Carlos de
Foucauld. El Islam fue para él una mediación
providencial para redescubrir a Dios y, una vez
recuperada la fe en Cristo, se entregó
apasionadamente a amar y ayudar a sus
hermanos musulmanes.
No salimos del espacio geográfico y cultural del
norte de África. De allí nos llegan no pocos
testimonios de conversión a la fe de Cristo. Nos
conviene su recuerdo, porque estamos aún
respirando aire de las últimas celebraciones, en
las que hemos contemplado al Dios hecho
hombre, una de las verdades más difíciles de
aceptar para un musulmán.
Los caminos por los que el Dios de Jesucristo
llega a nosotros realmente son insospechados.
Antonio tendrá hoy unos cuarenta y siete años.
Eligió este nombre cuando se convirtió al
cristianismo, en recuerdo del gran San Antonio
Abad, el africano, que vivió en Egipto hace
diecisiete siglos. Antonio, argelino de
nacimiento, se educó en el seno de una familia
profundamente musulmana. Su juventud está
marcada por dos factores. Uno, externo,
inquietante y trágico: la violencia y la guerra
entre el Frente Islámico de Salvación y el
Grupo Islámico Argelino por un lado,
fundamentalistas radicales, que pretenden
imponer una islamización de toda la sociedad,
y el Frente de Liberación Nacional, en el poder,
por otro. Este enfrentamiento provocó en
Argelia un auténtico infierno entre 1991-1995,
conocido entre nosotros por el asesinato de
siete italianos, siete monjes trapenses
franceses en Tibherine y dos religiosas
españolas. El otro factor, interno, es la
honradez intelectual, unida a la capacidad para
preguntarse valientemente sobre lo que ve.
“¿Cómo es posible perpetrar semejantes
atrocidades en nombre de Dios?”. Sumido en la
perplejidad, pedía a Alá que no le abandonara
en sus dudas.
Gran aficionado a las lenguas, se había
propuesto aprender italiano. Para practicarlo
logró sintonizar una emisora italiana, que emitía
desde Erba. Un día, a las ocho de la tarde,
escuchó el rezo del rosario: “Ave María, el
Señor está contigo…” La oración le impactó
profundamente. Él mismo quedó repitiendo
esta frase, como si fuera lo que siempre había
anhelado escuchar: la cercanía de Dios
presente en la historia y adherido a la
humanidad. Había aprendido en el Islam que
Jesús fue un gran profeta y que María, su
madre, merecía la veneración de todos. Ahora
descubre que Jesucristo es Dios “empapado”
de humanidad. Será el punto de partida de todo
un proceso de búsqueda y profundización
ayudado por un sacerdote francés. A pesar del
riesgo que ello suponía, llega a pedirle el
bautismo, pero antes debía pasar un tiempo de
catecumenado. Lo realizará en Italia gracias a
los amigos conseguidos a través de la emisora.
Entre ellos llega a “sentirse integrado en esa
Iglesia concreta, como en casa”: Jesucristo se
le aproximaba presente en su Iglesia. De
regreso a Argelia ha de afrontar problemas y
obstáculos, sobre todo en su familia.
Conseguido un permiso y un trabajo en Italia,
fue bautizado en junio del 2001. Como dirá él
mismo:
“Después de tanto tiempo pasado implorando a
un Dios invisible y sin rostro, después de
haberlo buscado con tanta insistencia, Él había
venido a mí”.
Inmerso ya en la sociedad y cultura
occidentales, gracias precisamente a su
sensibilidad educada en el Islam, no deja de
mantener una posición crítica con esta cultura
secularizada que, reivindicando los derechos
humanos, ha llegado a degradar la persona
sometida a los mitos del consumo y del placer y
“ha relegado la religión a la condición de un
mero adorno social”.
† Agustí Cortés Soriano
Obispo de Sant Feliu de Llobregat
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