REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 6 de Marzo de 2016 IV Domingo de Cuaresma (Ciclo C) Lectura del santo Evangelio según San Lucas 5:1-3, 11-32 En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publícanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: Ése acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menos de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte que me toca de la fortuna. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido , y lo hemos encontrado. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Este le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." El se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y el replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado. El padre le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Comentario breve: ¡Tanto en los evangelios nos habla de lo que Jesús creía sobre Dios! Mas significante es que Jesús vivió y trato a los demás de tal manera que expresaba lo que el creía sobre Dios y como el se relacionaba con Dios, pero también de tal manera que revelaba la manera misma en que Dios se relaciona con nosotros. Su compasión hacia los pecadores y los necesitados, su perdón hacia los que lo rechazaron, su llamado hacia un cambio de mentalidad y vida hacia los que vivian y actuaban contrario a la voluntad de Dios, sus gestos de amor genuino y preocupación hacia el excluido, todo da testimonio a su relación con su Padre. Las enseñanzas y parábolas de Jesús igualmente expresan mucho sobre lo que el pensaba sobre Dios, y el evangelio de hoy – situado en el contexto del tiempo penitencial de la Cuaresma – nos asegura que, sin excepción, Dios es amor misericordioso infinito. Para apoyar la lectura del evangelio la Iglesia nos ofrece la lectura del Éxodo en que encontramos una ‘teología de misericordia’: Dios “extirpa el reproche” de su pueblo a cual ha provisto misericordiosamente a lo largo de su jornada hacia la Tierra Prometida. El salmista nos exhorta a “probar y ver la bondad del Señor,” mientras que Pablo enfatiza como Dios nos ha misericordiosamente reconciliado con el de tal manera de que nosotros mismos podemos ser “embajadores de reconciliación.” Pero es la parábola del Hijo Prodigo – que es realmente especialmente la parábola del misericordioso Padre celestial – que ha ofrecido esperanza y consuelo, gozo y nueva vida a todo cual ha escuchado el mensaje de este evangelio a lo largo de la historia. Esta parábola ha probablemente hecho mas para conmover innumerables corazones, transformando corazones y vidas, y avanzado una teología de misericordia que cualquier otro texto en la historia. La parábola revela mucho sobre la conducta de Jesús mismo hacia los pecadores y marginados, ya que expone en términos de narrado los sentimientos y razones detrás de muchas de sus palabras y acciones en revelando a Dios. Al mismo tiempo, como una parábola del evangelio de Lucas, expresa la experiencia común cristiana de haber sido misericordiosamente amado, aceptado, y redimido por Dios en Cristo. Esta parábola en el contexto de la Cuaresma nos asegura de que, así como el hijo perdido, también nosotros podemos retornar a Dios arrepentidos pero con confianza en su amor profundamente personal por cada uno de nosotros, a pesar de lo que hemos hecho. También nos recuerda – junto con el mensaje de Pablo – de que, así como hemos sido perdonados y reconciliados, también nosotros hemos de ser agentes de la misericordia de Dios en el mundo. También nosotros hemos de perdonar como hemos sido perdonados, aceptar como hemos sido aceptados, amar como hemos sido amados. Los cristianos son los que han experimentados la gracia del amor misericordioso de Dios de tal manera que son transformados en agentes de ese amor misericordioso ‘en y para’ el mundo, y así vivir como “el cuerpo de Cristo” por el cual el continua tocando al herido y abraza el pecador. Aproximándonos a la conclusión de la Cuaresma esta parábola nos debe estimular hacia el Sacramento de la Reconciliación, inspirando en nosotros una conversión mas profunda y completa, y convertirnos en misioneros de reconciliación en nuestras familias, comunidades, sociedad y mundo. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: A través de parábolas como la del hijo prodigo la teología de Jesús es revelada; una teología de incomparable misericordia que inspira fe, esperanza y amor. En la Cuaresma esta parábola es un llamado directo a nuestros corazones a retornar a Dios de todo corazón. La manera propia de Jesús de llegar a los rechazados y perdonar a los pecadores revela como Dios se relaciona con nosotros como sus hijos e hijas. Cada pecador pueda acercarse a Dios con esperanza y confianza en su amor redentor. Los cristianos son personas quienes han experimentados la misericordia y el perdón de Dios, y con gozo se convierten en embajadores de reconciliación en el mundo. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cómo he experimentado la misericordia y el perdón de Dios en mi vida? ¿Qué es lo que la vida, palabras y acciones de Jesús me enseña sobre Dios? ¿Cómo soy un embajador de la reconciliación? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 410-21, 1420-84