Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. (Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2009; 56: 67-68) EDITORIAL “Primum non nocere” “Lo primero es no hacer daño”. Esta máxima atribuida a Hipócrates ha sido suscrita por los profesionales sanitarios desde el siglo XIX, y se considera un principio ético fundamental en nuestra actividad diaria. Al inicio de la era científica los daños producidos al paciente eran, sobre todo, fruto de la ignorancia, de la ausencia de pautas claras de actuación o de la falta de controles eficaces sobre los efectos de la terapéutica. Sin embargo, el aumento exponencial de conocimiento, tecnología y organización sucedido durante las últimas décadas no ha solucionado el problema. Disponemos de más y mejores tratamientos para luchar contra la enfermedad, pero estos tratamientos han aumentado en complejidad, comprenden el uso de complicadas tecnologías y la actuación de múltiples profesionales que deben ser coordinados. Aunque se han conseguido éxitos notables en la lucha contra la enfermedad, también ha aumentado el número de ocasiones en las que se pueden producir errores. En resumen, para los usuarios de los sistemas sanitarios ha aumentado el riesgo de padecer un evento adverso, y además, si éste se produce, es más probable que sea grave. El evento adverso ha sido definido como “daño o lesión que ocurre durante el proceso asistencial, que no está producido por la evolución natural de la enfermedad del paciente”. Se deduce por tanto que está producido por la actividad asistencial. En noviembre de 1999, bien al final del pasado siglo, el Institute of Medicine de Estados Unidos, publicó el informe “To err is human”. Building a safer health system1. Según este estudio, ya clásico, entre 44.000 y 98.000 estadounidenses morían cada año en los hospitales debido a efectos adversos. La mitad de los mismos podían haber sido evitados. Estudios posteriores realizados por diferentes países y organizaciones han confirmado la gravedad y universalidad del problema. El estudio ENEAS realizado en España en 2006, dentro del “Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud” por el Ministerio de Sanidad y Consumo, nos sitúa en una prevalencia similar a la del resto de países desarrollados. El 8,4% de los pacientes hospitalizados en nuestro país sufre algún evento adverso, y el 45% de estos eventos serían evitables. El 0,2% de los pacientes estudiados fallecieron directamente por causa de un evento adverso, o en relación muy directa con el mismo2. La cifra de víctimas es superior a la de los accidentes de tráfico, el cáncer de mama o la infección por el VIH, y no debe dejar indiferentes a los ciudadanos, a los profesionales sanitarios ni a los responsables de la atención. Además, el impacto económico del problema se calcula entre el 12% y el 15% de los costes de la atención hospitalaria, cifra que grava inútilmente a un sistema con recursos limitados. El informe “To err is human” apunta ya en el título las bases para abordar el problema. El ser humano no es per7 fecto, y por tanto va a cometer algunos errores. La búsqueda de “profesionales perfectos” es imposible, y no es por tanto una solución viable para el problema. Es el sistema el que debe contar con procedimientos seguros que reduzcan el riesgo de error, procuren que si se produce se detecte antes de llegar al paciente, y en caso de que llegue produzca el menor daño posible. Estos principios, ya utilizados desde hace tiempo en sectores como la aviación o las centrales nucleares para mejorar de forma continua la seguridad, han sido adoptados por un gran número de organizaciones públicas y privadas que se han propuesto mejorar la seguridad del paciente frente a la atención sanitaria. Herramientas para conocer y prevenir los eventos adversos, como el análisis modal de fallos y efectos, los sistemas de comunicación voluntaria, el análisis de causa raíz o las listas de comprobación (bien conocidas por los anestesiólogos) han sido introducidas con éxito en algunos centros, pero su uso dista de ser generalizado. En este contexto, la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente [creada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2004] nos propone un Listado de Verificación de Seguridad Quirúrgica3, enmarcado dentro del reto mundial “La Cirugía Segura Salva Vidas”. En el mundo se realizan al año 234 millones de intervenciones quirúrgicas, una por cada 25 habitantes. En países desarrollados la tasa aumenta llegando a 1 cirugía cada 8 habitantes en el Reino Unido. Aunque el nivel de seguridad del paciente sometido a un procedimiento quirúrgico es variable según países, en todas partes se cometen errores. Dada la prevalencia de los tratamientos quirúrgicos reducir los errores susceptibles de convertirse en eventos adversos tendrá, sin duda, un fuerte impacto positivo en la salud de la población. Este listado de verificación pretende reducir la probabilidad de daño quirúrgico serio evitable, y sus puntos han sido incluidos basándose en la evidencia científica disponible y en la opinión de expertos. También se ha diseñado para que no suponga un costo añadido. Está disponible en inglés en la página Web de la OMS junto con un manual de instrucciones para su uso4 y puesta en marcha, y ambos documentos han sido traducidos al castellano y están disponibles en el Observatorio para la Seguridad del paciente de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía5,6. La verificación se realiza en tres fases, y se propone que la enfermera circulante realice las preguntas en voz alta y rellene las casillas del listado4. En la primera fase (Entrada o Sing In), antes de administrar la anestesia se confirma con el paciente, identidad, intervención y lateralidad, y se revisan riesgos previstos, como son alergias, vía aérea difícil, aspiración y sangrado. En caso de que exista alguno de estos riesgos deben estar disponibles los medios para su adecuado manejo. Además se comprueba que se hayan realizado los controles de segu67 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 20/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 56, Núm. 2, 2009 ridad de anestesia y que el paciente esté monitorizado con pulsioximetría. Tras realizar la técnica anestésica se realiza la segunda fase (“Pausa quirúrgica” o Time Out), ya recomendada por la Joint Commission, donde se presentan los miembros del equipo, se reconfirma paciente, sitio y procedimiento, y se ponen en común las dificultades previstas por cada parte del equipo en relación con el paciente, la técnica prevista o el material necesario. También se repasa la profilaxis antibiótica cuando está indicada, los indicadores de esterilidad del material y la disponibilidad de las pruebas de imagen precisas. Con todos los apartados correctos se procede a realizar la intervención, completando el listado de verificación al terminar la misma. En esta última fase (Salida o Sing Out), se comprueba el contaje de gasas, la identificación correcta de las muestras biológicas y el registro correcto del procedimiento. Se repasan los problemas que puedan haber surgido con el material o equipos, y por último todo el equipo repasa las preocupaciones y disposiciones para la recuperación del paciente. La OMS propone que esta lista sea revisada y validada por las autoridades sanitarias, sociedades científicas o los propios centros, para adaptarla a cada entorno en particular. Seguro que ninguna de las comprobaciones propuestas nos resulta extraña ni nos sorprende. Probablemente todas se realicen en nuestro centro. ¿Dónde está entonces la novedad de la propuesta? Aunque estemos realizando comprobaciones similares, es difícil que las tengamos agrupadas en un solo documento, y que esté claramente establecido el responsable de realizar cada una de ellas. Tampoco es probable que todo el equipo sea consciente del resultado de todas las comprobaciones. Es novedoso poner en común el resultado de los controles que realiza cada parte del equipo. La verificación en voz alta de cuestiones que son mayoritariamente conocidas de antemano, como la intervención que se va a realizar o el lado de la misma, puede parecer algo ridículo o propio de películas, pero sirve para poner en evidencia que cuando trabajamos en quirófano somos parte de un equipo, y que como equipo es natural poner en común la misión que tenemos encomendada y las dificultades previstas para su realización con éxito. Seguramente, a nuestros pacientes les extrañarían saber que no sea siempre así. Las listas de chequeo llevan muchos años demostrando su utilidad en la prevención de errores y son parte de la rutina de trabajo en muchos sectores. Nuestra especialidad las ha adoptado de forma generalizada en situaciones como la comprobación de la estación de anestesia al inicio de la sesión. Será muy difícil encontrar argumentos para no utilizar esta herramienta, que ocupa unos tres minutos de tiempo, prácticamente carece de costes y disminuye el riesgo de cometer errores injustificables. La administración de anestesia no presenta ningún beneficio terapéutico intrínseco y es vista en muchas ocasiones sólo como algo inevitable. Por ello, la morbimortalidad relacionada directamente con la aplicación de técnicas anestésicas es difícilmente aceptada. La mortalidad debida a la anestesia se calculó en 1954 en 1 muerte por cada 1.560 actos anestésicos, y se consideró un problema de salud 68 pública. Posiblemente por ello los Anestesiólogos han desarrollado una preocupación especial por la seguridad de sus pacientes. Fruto de esta preocupación la mortalidad se ha reducido 50 años después a 1 muerte por cada 250.000 actos anestésicos para los pacientes ASA I. Este riesgo es similar al de realizar un viaje en un vuelo charter y menor que el de conducir un coche de forma cuidadosa. Una especialidad que ha conseguido estos logros y sirve de ejemplo en los foros sobre seguridad no debe dejar pasar esta oportunidad de proteger algo más a sus pacientes. No sólo habrá que colaborar cuando se ponga en marcha el Listado de Verificación sobre Seguridad Quirúrgica de forma institucional, sino que en más de un caso vamos a ser los más convencidos y mejor preparados para liderar su implantación. D. Mulas Lobato*, J. Roldán Osuna** *Jefe Clínico Anestesiología y Reanimación. Grupo de Seguridad. **Jefe de Servicio de Anestesiología y Reanimación. Coordinador de Bloque Quirúrgico. Capio Hospital General de Catalunya. BIBLIOGRAFÍA 1. Conmittee no Quality of Health Care in America, Institute of Medicine. To Err is Human: Building a Safer Health Care System.(report brief) [monografía en internet] National Academy Press, Wasington, D.C., 2000. Disponible en: http://www.iom.edu/CMS/8089/5575/ 4117.aspx 2. Aranaz JM. Estudio Nacional Sobre Los Efectos Adversos Ligados a La Hospitalizacion. ENEAS 2005. Informe feberero 2006, Ministerio de Sanidad y Consumo. 3. World Alliance for Patient Safety. WHO surgical safety checklist. [monografía en internet] . WHO 2008. Disponible en: http://www.who.int/ entity/patientsafety/safesurgery/tools_resources/SSSL_Checklist_final Jun08.pdf 4. World Alliance for Patient Safety. Implementation manual WHO surgical safety checklist [monografía en internet] . WHO 2008. Disponible en: http://www.who.int/entity/patientsafety/safesurgery/tools_resources/SSSL_Manual_finalJun08.pdf 5. Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía Observatorio para la Seguridad del Paciente: Listado de Verificación de Seguridad Quirúrgica [monografía en internet].[actualizado el 25 de junio 2008] Disponible en: http://www.juntadeandalucia.es/agenciadecalidadsanitaria/observatorioseguridadpaciente/export/sites/csalud/estructuraAux/Practicas_Se guras/Listado_de_Verificacixn_de_Seguridad_Quirxrgica/seguridad_q uirurgica_130608_DEF.pdf 6. Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía Observatorio para la Seguridad del Paciente: Manual de instrucciones para el uso del listado de verificación sobre seguridad quirúrgica de la OMS (borrador) [monografía en internet]. [actualizado el 25 de junio 2008] Disponible en: http://www.juntadeandalucia.es/agenciadecalidadsanitaria/observatorioseguridadpaciente/export/sites/csalud/estructuraAux/Practicas_Segu ras/Listado_de_Verificacixn_de_Seguridad_Quirxrgica/listado_instrucciones_v2.1.pdf Nota: Entre la preparación de este escrito y su publicación ha aparecido el primer estudio sobre el impacto de la implantación del Listado de Verificación de Seguridad Quirúrgica en ocho Hospitales de todo el mundo1. Los resultados muestran una reducción de la morbimortalidad tras la implantación. 1. Haynes AB, Weiser TG, Berry WR, Lipsitz SR, Breizat AH, Dellinger EP, et al; Safe Surgery Saves Lives Study Group. A surgical safety checklist to reduce morbidity and mortality in a global population. N Engl J Med. 2009;360(5):491-9. 8