448 B O L E T Í N D E L A R E A L SOCIEDAD E S P A Ñ O L A hállase, principalmente en regiones superficiales, filamentos netamente fibrinosos, que forman redes en los espacios intercelulares; en las pequeñas hendiduras del estrato córneo; allí donde los corpúsculos neoplásicos están muy separados, y, sobre todo, en el interior de muchas células cuyo protoplasma posee cavidades quísticas, que suelen encerrar uno o más filamentos largos y apelotonados. Todas estas observaciones prueban la existencia frecuente, tanto en el interior de los vasos como cerca de ellos y en los espacios linfáticos de los tejidos y quistes celulares, de filamentos rígidos o flexuosos, agrupados de maneras diversas, que se tiñen como la fibrina y si son largos y abundantes no pueden distinguirse de ella. Son evidentemente formas cristaloides de una substancia disuelta en el plasma sanguíne.0, que, si no es la fibrina misma no se aleja mucho de ella. Tiene, pues, la fibrina, o el fibrinógeno, un carácter especial, poco conocido, que es el de adquirir formas cristaloides, tanto cuando existe en la sangre vascular como cuando se halla disuelta etí el plasma que impregna los tejidos y las células. Ahora bien; dada la identidad de caracteres cromáticos de los cristaloides encerrados en las células hepáticas y de los contenidos en los vasos y la semejanza de su forma y agrupación, es lógico pensar en la existencia de una relación estrecha entre unas y otras formaciones. Podría suponerse que los cristaloides hepáticos no son producto endógeno, pero sí una substancia extraña infiltrada en las células, tal vez fibrinógeno disuelto en el plasma sanguíneo, que Igualmente se difunde en los espacios intercelulares y lagunas linfáticas que penetra en las células enquistadas. Pero cuando ocurre la impregnación plasmática de las células, suele verse en los espacios areolares o quísticos redes fibrinosas verdaderas. Aparte de esto, ningún motivo existe para que solamente en las células hepáticas ocurra tal imbibición. Trátase, pues, seguramente, de un producto elaborado por el hígado, que verosímilmente se halla disuelto en el citoplasma, para adquirir formas cristaloides después de la muerte o en circunstancias especiales indeterminadas. Teniendo en cuenta que el hígado elabora fibrinógeno, según afirmaciones indiscutidas de los fisiólogos; que en el hígado existen cristaloides morfológica y cromáticamente 'parecidos a otros