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Significado clínico de los anticuerpos antinucleares
A. Robles Marhuenda y M. Ramos-Casals
Servicio de Enfermedades Sistémicas. Hospital Clínic. Barcelona. España.
Puntos clave
Los anticuerpos antinucleares son inmunoglobulinas
capaces de reconocer estructuras moleculares proteicas
localizadas en el núcleo celular.
Es la prueba de laboratorio más utilizada para la
orientación diagnóstica inicial en un paciente con
sospecha de enfermedad autoinmune sistémica.
La técnica de detección más utilizada es la
inmunofluorescencia indirecta, que posee una gran
sensibilidad, y los resultados expresados son
semicuantitativos (valores).
En la práctica clínica se suele exigir valoraciones iguales
o superiores a 1/80, aunque la presencia de un valor de
1/40 puede considerarse como un resultado positivo.
Su interpretación puede tener un significado distinto
según la edad y el sexo del paciente, ya que la
prevalencia de anticuerpos antinucleares en la población
general aumenta con la edad y es mayor en las mujeres.
La determinación de las especificidades antigénicas de
los anticuerpos antinucleares nos permitirá confirmar en
numerosos casos la enfermedad autoinmune sistémica
sospechada.
¿Qué son los anticuerpos
antinucleares?
Las enfermedades autoinmunes sistémicas se caracterizan por
la producción de autoanticuerpos, que son inmunoglobulinas
que reaccionan contra estructuras celulares del propio organismo y que se encuentran en una cantidad suficiente para ser
detectados. Los principales autoanticuerpos son el factor reumatoide (FR), los anticuerpos antinucleares (AAN), los anticuerpos anticitoplasmáticos (AAC), los antifosfolipídicos y los
anticuerpos contra el citoplasma del neutrófilo (ANCA). Estos
autoanticuerpos tienen importancia como marcadores de enfermedad, y en muchos casos contribuyen al diagnóstico, al
pronóstico y al seguimiento clínico y terapéutico de las principales enfermedades autoinmunes. No obstante, la detección
de autoanticuerpos no siempre indica por sí misma la presencia de una enfermedad autoinmune, y deben cumplirse diver-
sos requisitos para que estos anticuerpos puedan considerarse
patogénicos/patológicos.
En la presente revisión vamos a centrarnos en la detección
y el significado clínico de los AAN, inmunoglobulinas capaces
de interaccionar específicamente con macromoléculas integradas en estructuras de los núcleos celulares. Están constituidas por proteínas unidas a ADN o ARN, cuya cantidad o
distribución se modifica sustancialmente a lo largo del ciclo
celular y que se han conservado a lo largo de la evolución. En
algunas de sus subunidades se encuentran frecuentemente
epítopos repetitivos o determinantes antigénicos comunes.
Los AAN pueden clasificarse de acuerdo con las estructuras
reconocidas en el núcleo celular (tabla I).
¿Cómo se detectan?
La técnica de detección más utilizada es la inmunofluorescencia indirecta (IFI), que posee una gran sensibilidad a costa de
su menor especificidad. Los resultados son semicuantitativos
(valoraciones) y su valoración precisa de personal experto para su lectura. La prueba consiste en incubar el suero del paciente diluido sobre un sustrato poliantigénico celular. Se realizan varios lavados para eliminar los anticuerpos no unidos al
sustrato y otras proteínas séricas. Posteriormente, el sustrato
se incuba con un antisuero (anticuerpos antiinmunoglobulinas
humanas) conjugado con fluoresceína, lo que da lugar a diferentes intensidades y patrones nucleares de fluorescencia que
se corresponden con las diversas especificidades antigénicas.
Los distintos patrones de fluorescencia que se obtienen en la
IFI se resumen en la tabla II.
Aunque el sustrato habitualmente utilizado es el hígado de rata u otros tejidos congelados, el uso de células cultivadas en monocapa (especialmente el HEp-2 resultante de una línea celular
de carcinoma humano laríngeo) está sustituyendo al tejido de
Tabla I.
Clasificación de los anticuerpos antinucleares
(AAN)
Estructura nuclear reconocida
Tipo AAN
Nucleosoma
Anticromatina
Anti-ADN
Antihistona
Proteínas no histonas asociadas al ADN
Anti-Scl 70
Anticentrómero
Proteínas no histonas asociadas al ARN
o ENA (antígenos extraíbles del núcleo)
Anti-Sm
Anti-U1RNP
Anti-RA 33
Anti-Ro/SS-A
Anti-La/SS-B
Antisintetasa (anti-Jo1)
Nucleolo
Anti-PM/Scl
Anti-P ribosomal
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roedor, pues presentan núcleos y nucleolos de mayor tamaño,
así como mayor número de células en división, y de todo ello resultan patrones más fácilmente reconocibles. Particular interés
tiene, como sustrato, el hemoflagelado Crithidia luciliae, que
presenta una mitocondria gigante con abundante nADN con ausencia relativa de otros antígenos nucleares como las histonas,
por lo que resulta de gran utilidad para detectar anti-nADN.
¿Cuál es su significado clínico?
Interpretación
En la práctica clínica se suelen exigir valores superiores a
1/80., aunque la presencia de un valor de AAN igual o superior
a una dilución 1/40 puede considerarse como un resultado positivo, Además, su interpretación puede tener un significado
distinto según la edad y el sexo del paciente. La prevalencia de
AAN en la población general aumenta con la edad. Se sabe que
el 18% de las personas mayores de 60 años puede presentar
valores bajos sin que ello tenga ninguna significación clínica.
Por otra parte, los AAN positivos pueden orientarnos inicialmente a distintas entidades si tenemos en cuenta la edad del
paciente: en la infancia nos orientarían hacia una dermatomiositis/polimiositis (DM/PM), en personas entre los 15 y los 40
años pensaremos en primer lugar en un lupus eritematoso sistémico (LES), y entre los 40 y los 60 años, en un síndrome de
Sjögren (SS) o en la esclerosis sistémica. Respecto al sexo, hay
una mayor prevalencia de todas las enfermedades autoinmunes sistémicas en la mujer, salvo en el caso de la DM/PM paraneoplásica, que predomina sobre todo en varones mayores de
50 años con neoplasias de pulmón, próstata o colon.
Otro de los aspectos importantes que debe tenerse en cuenta
es la interpretación de un resultado positivo de los AAN en el
contexto de una infección vírica. Se ha descrito la presencia de
diversos autoanticuerpos, habitualmente de forma transitoria y a
valores bajos, en relación con numerosas infecciones víricas. No
obstante, en determinadas infecciones víricas de evolución crónica (virus de la inmunodeficiencia humana, parvovirus B19 o virus de la hepatitis B y C) se pueden detectar de forma persistente valores elevados de diversos autoanticuerpos (tabla III).
Por tanto, dado que pacientes con enfermedades inflamatorias (autoinmunes o no), infecciosas, hepáticas o neoplásicas,
e incluso hasta el 25% de la población sana, pueden presentar
valores bajos de AAN, su interpretación exige la adecuación
Tabla II. Patrones de fluorescencia de los anticuerpos
antinucleares mediante técnica de
inmunofluorescencia indirecta
Patrón homogéneo o difuso
Anticuerpos contra desoxirribonucleoproteínas o histonas (fenómeno LE)
dentro de un contexto clínico sugestivo. También puede darse
el otro extremo, es decir, pacientes con una enfermedad autoinmune con AAN negativos.
Valoración del contexto clínico
Como todas las pruebas de laboratorio, los AAN deben valorarse dentro de un adecuado contexto epidemiológico y clínico. Los AAN pueden ayudar en el proceso discriminador y
diagnóstico, pero no pueden ser el elemento guía fundamental
para el diagnóstico de una enfermedad autoinmune sistémica.
Una vez comprobada la positividad de los AAN, interrogaremos detenidamente al paciente sobre la existencia de manifestaciones clínicas sugestivas de enfermedad autoinmune
(tabla IV), centrándonos especialmente en las enfermedades
más frecuentes según la edad y el sexo.
Especificidades antigénicas
de los anticuerpos antinucleares
Técnicas de detección de especificidad antigénica
Los patrones de inmunofluorescencia son sólo orientativos y
no aportan la identificación definitiva de la especificidad de
Tabla III. Autoanticuerpos asociados a infecciones víricas
Autoanticuerpos
Infección vírica
AAN
Epstein-Barr
Coxsackie
Hepatitis A, B y C
VIH-1
Influenza
Sarampión
Parvovirus B19
Varicela
Anti-ADN
Coxsackie
Influenza
Sarampión
Parvovirus B19
Varicela
Anti-músculo liso
Varicela
Epstein-Barr
Sarampión
Parotiditis
Hepatitis B y C
Ro/SS-A, La/SS-B
Parvovirus B19
Antitiroideos
Epstein-Barr
Hepatitis C
Antimicrosomales
Epstein-Barr
Hepatitis C
ANCA
VIH
Factor reumatoide
Epstein-Barr
Hepatitis A, B y C
Herpes zoster
Influenza
Sarampión
Parotiditis
Parvovirus B19
Varicela
Anticardiolipina
Adenovirus
Varicela
Epstein-Barr
Hepatitis A
VIH-1
Sarampión
Parvovirus B19
Rubéola
Patrón homogéneo con refuerzo periférico
Anticuerpos anti-ADN nativo
Patrón moteado grueso
Anticuerpos frente a proteínas no histonas extraíbles del núcleo (ENA)*
Patrón moteado fino
Anticuerpos anticentrómero
Patrón nucleolar
Anticuerpos frente a distintas estructuras nucleolares (esclerodermia)
Mixto
Combinaciones de varios patrones.
*Ocasionalmente,
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Ro y La pueden mostrar un patrón moteado fino.
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AAN: anticuerpos antinucleares; ANCA: anticuerpos contra el citoplasma
del neutrófilo; VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
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los anticuerpos existentes. Así, una vez se ha comprobado la
positividad de los AAN, debemos detectar contra qué especificidad antigénica nuclear van dirigidos estos autoanticuerpos,
responsables del patrón de fluorescencia observado. Para ello
se utilizan técnicas de detección más sensibles y específicas
basadas en la reacción antígeno-anticuerpo, tales como el immunoblotting, la contrainmunoelectroforesis, el radioinmunoanálisis (RIA) o el enzimoinmunoanálisis (ELISA), en las
que se utilizan extractos de tejidos animales ricos en antígenos nucleares o citoplasmáticos. Las más utilizadas en la actualidad son el immunoblotting y el ELISA. El inmunoblotting o inmunotransferencia es la técnica más utilizada para el
estudio de la especificidad de los AAN, en el que el antígeno
utilizado es una suspensión de proteínas celulares obtenidas
mediante la solubilización de las membranas celulares. Mediante electroforesis se separan las proteínas según su peso
molecular y se transfieren a una membrana de nitrocelulosa,
que se enfrentará con el suero del paciente. La técnica de
ELISA es un método inmunométrico que utiliza antígenos obtenidos mediante purificación celular o bien mediante síntesis
in vitro de la proteína recombinante, y es más rápida y eficaz.
Especificidades antigénicas según la enfermedad
Lupus eritematoso sistémico
Anticuerpos anti-ADN. Son inmunoglobulinas capaces de reaccionar contra el ADN celular, de los que se han descrito 4 tipos distintos:
– Anticuerpos que reaccionan frente al ADN de hebra simple o desnaturalizado (ADN-ss). Tienen poco valor como
dato diagnóstico de LES, ya que no son específicos de éste y pueden detectarse en otras enfermedades (LES inducido por fármacos, artritis reumatoide [AR], esclerosis sistémica, SS, hepatitis crónica activa o mononucleosis infecciosa).
– Anticuerpos contra el ADN de doble cadena (ADN-ds).
Los anticuerpos anti-ADN-ds son infrecuentes y su papel
patogénico no se conoce.
– Anticuerpos contra el ADN de cadena simple y doble cadena (ADN-n). A los anticuerpos anti-ADN-ds y anti-
Tabla IV. Manifestaciones clínicas sugestivas de enfermedad
autoinmune sistémica
Lupus eritematoso sistémico
Artralgias
Artritis simétrica
Serositis
Eritema en vespertilio
Fotosensibilidad
Aftas orales o nasales indoloras
Síndrome de Sjögren
Xerostomía
Xeroftalmía
Esclerosis sistémica
Fenómeno de Raynaud
Endurecimiento cutáneo
Esclerodactilia
Microstomía
Enfermedad mixta del tejido conectivo
Fenómeno de Raynaud
Esclerodactilia
Artritis
Neuralgia del trigémino
Dermatomiositis/polimiositis
Debilidad muscular proximal
Dolor muscular
Pápulas de Gottron
Eritema en heliotropo
ADNds-ss se les denomina genéricamente anti-ADN-nativo (ADN-n) y, aunque se han descrito de forma aislada en
algún caso de hepatitis crónica activa, AR o miastenia grave, son los más frecuentes y específicos del LES, y son criterio de clasificación de esta entidad. La frecuencia de anticuerpos anti-ADN-n en el LES activo es del 80-95%, y
del 15-20% en el LES inactivo. Un valor alto de ADN-n de
la clase IgG (fijador de complemento) se relaciona con la
presencia de enfermedad activa, implicando con mayor
frecuencia nefropatía y afectación del sistema nervioso
central. Es un indicador de gravedad clínica y predictor
de episodios de exacerbación del cuadro. Estos anticuerpos son responsables del patrón periférico observado en
la IFI. Los métodos más específicos para detectar los anticuerpos anti-ADN-n son la IFI y el RIA sobre Crithidia
lucilae, y los más sensibles, el RIA (que detecta anticuerpos de alta avidez) y el ELISA (detecta anticuerpos de alta y baja avidez). El aumento de los anti-ADN-n durante
los brotes es inversamente proporcional a la disminución
de C3.
– Anticuerpos que reaccionan contra el ADN-Z. Son anticuerpos anti-ADN dirigidos contra el ADN de hélice levógira, en lugar de dextrógira. Este tipo de anticuerpos se ha
detectado en las formas más agresivas de LES. También
aparecen, aunque a valores muy bajos, en el 18% de AR y
en el 50% de esclerodermias.
Anticuerpos antihistonas. Las histonas son 5 proteínas nucleares básicas (H1, H2A, H2B, H3 y H4) que forman parte del
nucleosoma (estructura octomérica que envuelve al ADN).
Existen anticuerpos antihistonas individualizados (H1, H2A,
H2B, H3 o H4) y anticuerpos frente al complejo H2A-H2B o
H3-H4. Los anticuerpos antihistonas individualizados se han
podido demostrar en el 30-70% de pacientes con LES, en más
del 95% de los casos de LES secundario a fármacos y en el
15% de AR, y pueden aparecer también en la artritis idiopática juvenil, esclerosis sistémica, en procesos infecciosos y neurológicos e incluso en individuos sanos. Los anticuerpos contra el complejo H2A-H2B o H3-H4 se detectan en el 50% de
LES y en el 95% de LES secundario a fármacos. Los anticuerpos antihistonas son responsables de un patrón homogéneo o
moteado en la IFI. La positividad de estos anticuerpos se relaciona con un LES con mayor afectación cutánea y articular y
menor afectación renal, neurológica y hematológica. En el
LES idiopático y en el LES inducido por procainamida o quinidina, la diana fundamental de estos anticuerpos es el complejo
H2A-H2B, mientras que en el LES por hidralazina los anticuerpos reaccionan frente al complejo H3-H4.
Anticuerpos anti-U1RNP y anti-Sm. Los anticuerpos anti-Sm
se presentan de forma específica en un 20-40% de los LES y,
dada su alta especificidad, se han incluido como criterio clasificatorio de LES. No obstante, son menos frecuentes en pacientes caucasianos (5-15%) que en afroamericanos y asiáticos.
Tienen además interés pronóstico, ya que un aumento de los
valores de anti-Sm se relaciona con la aparición de complicaciones neurológicas en un 60% de los pacientes lúpicos y con
recidiva de la enfermedad en un 50% de los casos. Se ha pretendido asociar, además, a una mayor prevalencia de fenómeno
de Raynaud, vasculitis, leucopenia, trombosis y nefropatía. Los
anticuerpos anti-Sm van siempre acompañados de anticuerpos
anti-U1RNP, pero no al contrario.
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Los anticuerpos anti-U1RNP no son marcadores serológicos
de ninguna enfermedad, aunque durante mucho tiempo se
han considerado diagnósticos de la enfermedad mixta del tejido conectivo (EMTC). Se encuentran valores altos de estos
anticuerpos en la AR, SS, lupus cutáneo discoide, pero con
menor frecuencia que en la EMTC (95-100%) y en el LES (3050%). Se asocian con mayor frecuencia al fenómeno de Raynaud en enfermos con LES, y ocasionalmente aparece un cuadro clínico que remeda a una EMTC (con miositis, hipomotilidad esofágica, edema de manos…), con un curso más benigno
de la enfermedad y una menor incidencia de nefropatía.
Anticuerpos antirribosomales (anti-P ribosomal). Están
presentes en un 10-49% de los enfermos con LES. Los anticuerpos antirribosomales son un marcador específico de LES,
aunque puede presentarse en casos de enfermedades parecidas al lupus. Cabe destacar la alta frecuencia de manifestaciones neuropsiquiátricas en los enfermos con anticuerpos antirribosomales positivos. La mayoría de pacientes con antirribosomales y manifestaciones neuropsiquiátricas presentan
positividad para los anti-Sm. La afectación cerebral en el LES
es un trastorno heterogéneo, con manifestaciones focales y difusas, en cuya patogenia intervienen distintos autoanticuerpos, aparte de los antirribosomales, como por ejemplo los anticuerpos antifosfolipídicos.
Anticuerpos anti-Ro/SS-A y anti-La/SS-B. Son marcadores
serológicos que imprimen caracteres diferenciales en el LES.
Los anticuerpos anti-Ro/SS-A aparecen en el 40-50% de la población afecta de LES, y se asocian con una mayor incidencia
de FR y SS asociado. Se ha visto una elevada frecuencia de estos anticuerpos en pacientes con mayor fotosensibilidad, en
madres con recién nacidos con lupus neonatal (100%), en el lupus AAN-negativo y en el lupus cutáneo subagudo (casi el
100%), asociado en el 75% al HLA-DR3. El 50% de los enfermos con déficit homocigótico de C2 presenta anticuerpos antiRo, lo que podría relacionar genéticamente el complejo mayor
de histocompatibilidad con la producción de estos anticuerpos.
En el LES, los anti-Ro se asocian con una mayor frecuencia de
lesiones cutáneas por fotosensibilidad, vasculitis cutánea, fenómeno de Raynaud y trombopenia, así como con un SS asociado.
Los anticuerpos anti-La/SS-B están presentes en un 10-20% de
LES y prácticamente siempre van asociados con anti-Ro/SS-A.
En este caso, son pacientes con una baja incidencia de nefritis
(9%) y de anticuerpos anti-ADN-n (30%), y no hay déficit de
C2. Tanto los anticuerpos anti-Ro/SS-A como los anti-La/SS-B
desempeñan un papel patogénico importante en el lupus neonatal, dada la estrecha relación entre la presencia de estos anticuerpos y las lesiones cardiológicas (bloqueo cardíaco) y dermatológicas en el recién nacido (lupus neonatorum).
Anticuerpos anticromatina. Dirigidos contra diferentes estructuras de la cromatina (especialmente contra el nucleosoma y el complejo ADN-histona nativo formado por series repetidas de nucleosomas), en los últimos años son motivo de un
gran interés por su alta sensibilidad y especificidad en el LES.
Se detectan hasta en el 70% de los pacientes con nefropatía
lúpica, aunque pueden positivizarse en otras enfermedades
del tejido conectivo. Por tanto, dejando a un lado su interés en
el diagnóstico del LES, son de gran utilidad como marcadores
de actividad lúpica y de riesgo de nefropatía, especialmente
entre los pacientes anti-ADN negativos.
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Síndrome de Sjögren
Anticuerpos antinucleares. En el SS primario se suelen detectar AAN en más del 80% de los casos. La mayoría de los autores no han encontrado relación entre las manifestaciones
clínicas y la positividad de los AAN, y sí con los anti-Ro/SS-A y
anti-La/SS-B. Esto sugiere que la positividad de los AAN traduce en gran porcentaje de casos la presencia de anticuerpos
anti-Ro/SS-A y anti-La/SS-B. Por otro lado, la presencia de
AAN a valores altos con negatividad de anti-Ro/SS-A y antiLa/SS-B puede asociarse con una mayor frecuencia de afectación pulmonar y fenómeno de Raynaud.
Anti-Ro/SS-A y anti-La/SS-B. Los anti-Ro/SS-A y anti-La/SSB sólo suelen presentarse en los pacientes con SS y LES, y su
positividad es excepcional en otras enfermedades autoinmunes sistémicas. Los anticuerpos que se asocian al SS con una
mayor especificidad son los anticuerpos anti-Ro/SS-A y antiLa/SS-B. Son anticuerpos que van dirigidos contra el mismo
sistema antigénico que los anti-Sm y anti-RNPn (ENA), es
decir, contra pequeñas partículas ribonucleoproteicas presentes en el núcleo o en el citoplasma. Ambos anticuerpos son
marcadores serológicos que forman parte de los criterios clasificatorios del SS. Los anticuerpos anti-La/SS-B se asocian
casi siempre a la presencia de anticuerpos anti-Ro/SS-A, pero
no al contrario. El inmunoblotting es el mejor método de
detección de estos anticuerpos por su alta especificidad y
sensibilidad. La presencia de anti-Ro/SS-A se asocia con los
antígenos HLA-DR2 y DR3, y aparecen en hasta el 70% de los
SS primarios. Clínicamente se asocia con la aparición de citopenias, hipergammaglobulinemia, crioglobulinemia, FR y manifestaciones extraglandulares, tales como adenopatías, afectación cutánea en forma de púrpura o vasculitis, afectación
neurológica (tanto del sistema nervioso central como del sistema nervioso periférico), miositis y bloqueo congénito cardíaco. Los anti-La/SS-B se determinan en el 50% de los SS primarios. Clínicamente se asocian con una afectación preferentemente articular y cutánea, así como por la presencia de
parotidomegalia (aunque la infiltración linfocitaria glandular
se asocia al anti-Ro), alteraciones tiroideas y fenómeno de
Raynaud.
Otros autoanticuerpos no AAN. El FR aparece en torno al
50% de los pacientes con SS, en parte posiblemente en relación con la presencia de crioglobulinemia, y donde más frecuentemente se encuentra es en la enfermedad autoinmune
sistémica (en el LES aparece en torno al 30%). El interés particular del FR en el SS radica, junto con su asociación a artritis y vasculitis cutánea, en la posible implicación de células B
productoras de FR con la aparición de linfomas. El SS, con
frecuencia, se asocia a otras enfermedades autoinmunes sistémicas (AR, LES) u organoespecíficas (diabetes mellitus, hepatitis autoinmune, cirrosis biliar primaria [CBP], tiroiditis de
Hashimoto o gastritis crónica atrófica), lo que explica la frecuente presencia de autoanticuerpos típicos de estas patologías. Así la presencia, en un SS primario, de anti-ADNn y/o
anti-Sm sugiere la evolución hacia un LES con SS asociado.
También es frecuente encontrar anticuerpos antimitocondriales, y no es rara la asociación entre el SS y la CBP. Aunque,
probablemente, los anticuerpos organoespecíficos más prevalentes en el SS sean los antitiroideos y los anticélula parietal
gástrica.
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Esclerosis sistémica
En los pacientes con esclerosis sistémica se detectan AAN positivos en un 90% de los casos, por lo que ante AAN negativos
deberíamos plantearnos otras posibilidades diagnósticas, como la fascitis eosinofílica, el síndrome de eosinofilia-mialgia u
otros cuadros esclerodermiformes (escleromixedema, escleredema de Buschke…). Los anticuerpos asociados característicamente con la esclerodermia son los anti-Scl-70, anticuerpos
anticentrómero y diversos anticuerpos antinucleolares.
Anticuerpos anti-Scl-70. Son anticuerpos que reaccionan
contra la topoisomerasa I, una enzima nuclear que actúa en el
ADN rompiendo transitoriamente el esqueleto fosfodiéster del
ADN y recomponiendo los finales del ADN libre. Estos anticuerpos dan lugar al patrón nuclear difusamente granular en
la IFI. Están presentes en el 25-35% de enfermos con esclerosis sistémica, la gran mayoría pertenecientes a la forma difusa
(75%), aunque no permiten diferenciar entre ésta y la limitada (10%), a pesar de ser específicos de esta enfermedad. La
positividad de estos anticuerpos implica un peor curso (difuso) de la enfermedad, con afectación cutánea más grave y mayor frecuencia de afección articular y pulmonar. Su positivización en pacientes con fenómeno de Raynaud primario suele
orientar hacia el desarrollo de una esclerosis sistémica.
Anticuerpos anticentrómero. Son responsables de un patrón
moteado característico en la IFI, aunque este patrón puede
cambiar según el momento del ciclo celular en el que nos encontremos. Aparecen en el 50%, dos tercios de ellos enfermos
con la forma limitada. Particularmente, estos anticuerpos son
marcadores serológicos del síndrome CREST o forma limitada
y aparecen en el 60% de estos pacientes, frente al 8% de pacientes con esclerosis sistémica difusa. Se asocia con calcinosis, fenómeno de Raynaud, hipertensión pulmonar, hipomotilidad esofágica, esclerodactilia, telangiectasias e isquemia arterial con úlceras y necrosis digital. También aparecen estos
anticuerpos en el 20 al 30% de pacientes con fenómeno de
Raynaud idiopático, hepatitis crónica activa, cirrosis biliar primaria y fibrosis pulmonar idiopática.
Anticuerpos antinucleolares. Son un grupo heterogéneo de
anticuerpos característicos de la esclerodermia y otros síndromes de superposición asociados a ella, que dan lugar a distintos
patrones nucleolares en la IFI. Los mejor caracterizados son los
anticuerpos antifibrilarina, anti-PM/Scl y anti-ARN polimerasa 1.
Cada uno de ellos presenta distintas asociaciones clínicas. Los
anticuerpos antifibrilarina suelen detectarse en mujeres con esclerodermia y afección de pequeñas articulaciones. Los anticuerpos anti-PM/Scl se dan en pacientes con solapamiento entre esclerosis sistémica y miositis (50%), y son menos frecuentes en
casos de esclerosis sistémica o polimiositis aisladas. Finalmente,
la presencia de anticuerpos anti-ARN polimerasa 1 se han asociado con un subgrupo de esclerodermia de peor pronóstico.
Enfermedad mixta del tejido conectivo (enfermedad de Sharp)
Es una enfermedad que se caracteriza por un cuadro clínico
en el que se superponen aspectos de 3 enfermedades autoinmunes: LES, esclerodermia y polimiositis. Los anticuerpos anti-RNPn (específicamente anti-U1RNP) aparecen en casi el
100% de estos enfermos, generalmente con valores superiores
a 1/10.000. No en vano, dentro de los criterios diagnósticos
mayores para la enfermedad de Sharp se encuentra la presen-
cia de anti-ENA en torno a 1/10.000 tipo anti-U1RNP con antiSm negativos. No obstante, los valores de estos autoanticuerpos fluctúan durante la evolución del proceso, y se han descrito casos de negativización.
Miopatías inflamatorias
En más del 90% de pacientes con DM/PM se detectan anticuerpos AAN y ENA, por lo que ante una negatividad de éstos deberíamos pensar en otros diagnósticos, como una distrofia muscular o una miopatía inducida por fármacos. Sin embargo, debemos
tener en cuenta que la incidencia de AAN por IFI es inferior (2060%) a la observada en otras enfermedades autoinmunes sistémicas, por lo que se requieren técnicas más sensibles.
Anticuerpos anti-Jo1. Es el anticuerpo mejor conocido, que
precipita proteínas asociadas al ARN de transferencia (sintetasas), presente en un 30% de pacientes con polimiositis. Raramente se detectan en la dermatomiositis, y está ausente en
otras conectivopatías. Estos autoanticuerpos suelen definir un
grupo clínico caracterizado por presentar fiebre, “manos de
mecánico”, artritis simétrica, fenómeno de Raynaud y enfermedad pulmonar intersticial, cuadro que se denomina “síndrome
antisintetasa”. Los anticuerpos anti-Jo1 pueden preceder y ser
predictores del desarrollo de miositis. Sus valores varían específicamente con la actividad de la enfermedad, y pueden desaparecer cuando la miositis está en remisión. Esto permite distinguir la enfermedad crónica activa de la miopatía inducida
por fármacos. Los pacientes afectos de miositis con anticuerpos
anti-Jo1 positivos son HLA DR-3 positivos en un 64% de los casos, frente a un 22% de los pacientes con anti-Jo1 negativos.
Anticuerpos anti-Mi. Dirigidos contra las helicasas (antiMi2), son un marcador específico de dermatomiositis. Aparecen, según las series, en el 5-14% de los casos de dermatomiositis, y se relacionan con las lesiones cutáneas floridas, y menos frecuentemente con la presencia de miositis.
Anticuerpos anti-PM/Scl y anti-Ku. Son anticuerpos dirigidos contra los exosomas, y se asocian con un síndrome de superposición miositis-esclerodermia. Tienen una prevalencia
del 5 al 10%.
Artritis reumatoide
AAN. Aunque el marcador inmunológico más importante dentro
de la AR es el FR, hasta el 25% (aunque varía mucho según las
series: 12-70%) de estos pacientes presenta AAN, especialmente entre los FR positivo o en los que padecen un SS asociado.
Por inmunofluorescencia suelen presentar un patrón moteado
grueso, que suele ser inespecífico. Si se evidencia otro patrón se
debe descartar la posibilidad de LES o un solapamiento AR-LES
(“rupus”). Aunque se han descrito pacientes con AR portadores
de la mayoría de los diferentes subtipos de AAN (antihistonas,
anti-ADN, anti-Ro, anti-La…), no parecen indicar ninguna particularidad clínica, salvo la posibilidad de un solapamiento.
Anticuerpos contra las proteínas citrulinadas. Aunque
técnicamente son anticuerpos dirigidos contra proteínas del
citoplasma, su novedad e importancia emergente en los pacientes con AR obliga a hablar de ellos. Están integrados por:
– Anticuerpos antifilagrina y antipéptido citrulinado cíclico
(anti-CCP). Son 2 formas de detectar anticuerpos antiJANO 30 SEPTIEMBRE-6 OCTUBRE 2005. N.º 1.578
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Interpretación de resultados
Significado clínico de los anticuerpos antinucleares
A. Robles Marhuenda y M. Ramos-Casals
AAN (+)
Patrón homogéneo
Patrón moteado
≤ 1/40
> 1/40
≤ 1/40
> 1/40
Fármacos
Infecciones víricas
ENA
Otras EAS
ADNn
Patrón periférico
Patrón nucleolar
ADNn
ESP
Nuevo control en 3-6 meses
Ro/La
RNP
Sm
SS
–
+
–
LES inactivo
LES fármacos
Otras EAS
LES
CBP
Otras EAS
LES
LES
Afectación
renal
No afectación
renal
LES
EMTC
Figura 1. Algoritmo diagnóstico ante un resultado positivo de anticuerpos antinucleares (AAN) en función del patrón de fluorescencia. CBP:
cirrosis biliar primaria; EAS: enfermedad autoinmune sistémica; EMTC: enfermedad mixta del tejido conectivo; ENA: antígenos
extraíbles del núcleo; ESP: esclerosis sistémica progresiva; LES: lupus eritematoso sistémico; RNP: ribonucleoproteína; SS: síndrome
de Sjögren.
Conclusiones
AAN (–)
Ro/SS-A
Jo-1
PL-7
PL-12
AL
AAC
SS
DM/PM
SAF
Figura 2. Autoanticuerpos que pueden ser positivos a pesar de
un resultado negativo de los anticuerpos antinucleares
(AAN). AAC: anticuerpos anticitoplasmáticos;
AL: anticoagulante lúpico;
DM/PM: dermatomiositis/polimiositis; SAF: síndrome
antifosfolípido; SS: síndrome de Sjögren.
queratina y antifactor perinuclear. Los antifilagrina se detectan por ELISA en un 30-65% de pacientes con AR, con
una gran especificidad y valor predictivo positivo. Estos
pacientes presentan una enfermedad más grave, con nódulos reumatoideos, AAN y FR. Los anti-CCP pueden detectarse con ELISA en un 60-80% de los pacientes, con
una especificidad cercana al 100%. Su utilidad radica en
que aparecen tempranamente y se asocian con lesiones
articulares graves y extensas.
– Anticuerpos anti-Sa. Evidenciados en algunos pacientes
con LES, donde se desconoce su relación clínica; su prevalencia es del 40% en los pacientes con AR, y se asocian con destrucción articular grave y manifestaciones
extraarticulares.
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Los AAN representan actualmente la herramienta diagnóstica
inicial ante un paciente con sospecha de una enfermedad autoinmune sistémica. La técnica de detección de los AAN más
utilizada es la IFI, que presenta una elevada sensibilidad. Ante
un resultado positivo, lo más importante es realizar una detallada anamnesis y exploración física, encaminadas a orientar la
probable enfermedad autoinmune subyacente. Finalmente, la
determinación de las especificidades antigénicas de los AAN
nos permitirá confirmar en algunos casos el diagnóstico sospechado, y, en otros casos, descartar con una alta probabilidad
determinadas enfermedades y orientarnos hacia otras patologías (fig. 1). Ante una sospecha clínica elevada de enfermedad
autoinmune sistémica, deben determinarse ciertos autoanticuerpos que pueden ser positivos a pesar de un resultado negativo de los AAN (fig. 2).J
Bibliografía recomendada
Bizzaro N, Wiik A. Appropriateness in anti-nuclear antibody testing:
from clinical request to strategic laboratory practice. Clin Exp
Rheumatol. 2004;22:349-55.
Muro Y. Antinuclear antibodies. Autoimmunity. 2005;38:3-9.
Sawalha AH, Harley JB. Antinuclear autoantibodies in systemic lupus erythematosus. Curr Opin Rheumatol. 2004;16:534-40.
Vincent C, Nogueira L, Clavel C, Sebbag M, Serre G. Autoantibodies
to citrullinated proteins: ACPA. Autoimmunity. 2005;38:17-24.
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