EL IMPERIO PERSA Y EL FIN DEL DESTIERRO

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U.D. 6
TEMA 2
EL IMPERIO PERSA Y EL FIN DEL DESTIERRO
I El nacimiento del imperio persa
Entre los años 559 y 539 a.C. Nabónides se convierte en rey de Babilonia, quien se olvida de
los problemas relacionados con el gobierno de la nación y prefiere dedicarse al culto de la diosa lunar Sin, enemistándose con los poderosos sacerdotes de Marduk, el dios nacional de Babilonia. Por
otro lado, los medos, que vivían al este del Eufrates, comenzaban a ser una amenaza para el imperio
babilonio. Por eso, Nabónides se alió con el rey persa Ciro II, quien derrotó al rey de los medos,
apoderándose de su reino en 550 a.C. Pero Ciro, fortalecido con esta victoria, continuó su política
expansionista, conquistando cuatro años más tarde también el reino de Lidia, del mítico rey Creso, y
amenazando de cerca a las ciudades griegas del Asia Menor.
Ciro pasó de ser un aliado a convertirse en una constante amenaza para Babilonia; en 539
derrota a Nabónides, que se ve obligado a huir, y entra en la ciudad de Babilonia. Después de la
conquista de Babilonia, el nuevo imperio persa será el más vasto del Antiguo Oriente,
extendiéndose desde el río Indo hasta el mar Egeo, y desde Egipto a los montes del Cáucaso.
II Nueva forma de gobierno
Con Ciro se abre también una nueva fase política: permite a los varios desterrados de
Babilonia volver a la patria, restablecer sus ciudades, templos y tradiciones religiosas propias.
Esta actitud obedece a un proyecto global de Ciro, que usa de modo eficaz el arma de la
propaganda, presentándose como liberador, tanto religioso con la restauración del culto a Marduk,
como en el plano económico, activando el comercio y los intercambios que las tropas habían hecho
inseguros y, en fin, poniéndose del lado de los pueblos humillados por Babilonia, consiguiendo así
su apoyo.
Los hebreos se ven beneficiados con esta política y Ciro autoriza explícitamente a los
desterrados a reconstruir el templo de Jerusalén. La carta de autorización se cita en arameo, la
lengua internacional de la época, lengua en la que se escribió también en parte el libro de Esdras. La
autenticidad de estos textos es muy discutida; en particular, parece extraño que Ciro se ocupara de
los judíos además en el primer año de su reinado. Mas bien se puede pensar en la existencia de
formularios ya dispuestos para los varios decretos promulgados por Ciro para los diversos grupos
étnicos.
III El regreso a la patria
En virtud de este cambio de situación, un pequeño grupo de desterrados vuelve a la patria
después del 538 a.C. El número de repatriados no debía ser muy grande. El historiador bíblico
afirma que gran parte de los hebreos prefirió permanecer en Babilonia para no abandonar la
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posición que se habían labrado.
Los repatriados emprendieron, en medio de muchas dificultades, la obra de reconstrucción
del templo, tropezando en particular con la oposición de las poblaciones locales, la parte de los
israelitas que no había ido al destierro, desconcertados quizás por el radicalismo religioso de los
recién llegados y desde luego no muy proclives a dividir lo poco que tenían con gentes que,
evidentemente, pretendían derechos sobre propiedades precedentes. Estamos probablemente en la
época de Cambises, sucesor del rey Ciro. Después de sobrepasar grandes dificultades relativas a la
construcción del templo y de la sociedad israelita a la vuelta del destierro, se consagra nuevamente
el templo en el 515 a.C.
IV Evolución del imperio persa
El sucesor de Cambises fue el rey Darío (522-485 a.C.), otra figura importante en la historia
de la época. Consiguió apaciguar las revueltas y desórdenes que habían estallado bajo Cambises y
emprendió una completa reforma administrativa de su vasto imperio, que se reflejará también en
Judea. En los años del sucesor de Darío, el rey Jerjes (485-465 a.C.), el imperio persa entra en una
fase de crisis. Darío mismo había sido derrotado en la campaña dirigida contra Grecia (la famosa
batalla de Maratón), y también Jerjes fue derrotado por los griegos, en el mar en Salamina, y en
tierra en Platea; el intento persa de someter a Grecia fracasa, mientras que Egipto intenta recuperar
la perdida independencia.
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