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Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
PAISAJE Y MUJER ANDALUCES EN EL ROMANTICISMO,
PROTOTIPOS DE LA IDENTIDAD NACIONAL PARA LOS
VIAJEROS DECIMONÓNICOS: IRVING Y FORD.
David Caballero Mariscal
Universidad de Granada
INTRODUCCIÓN
alzaba en esa especie de “antesala” por la que todas las disciplinas debían
pasar para ser consideradas como lícitas (Kant, KRV), la idea del viaje y el
interés por otros espacios se había tornado en una tónica relativamente
frecuente respecto de España. Si bien lo curioso procede del cambio de
tendencia, puesto que la época de la colonización hispánica de las colonias
de ultramar, España era la viajera por antonomasia. No obstante, y
aunque la idea del viajero y sus crónicas es muy antigua, parece que el
siglo de las luces se convierte en un momento propicio para redescubrir el
paisaje español y las diversidades de la cultura que este espacio ofrece.
Pero esta situación se ve totalmente poten-ciada con la llegada de la época
romántica. En efecto, parece que el momento propicio para el desarrollo de
una actividad viajera acompañada de las crónicas oportunas se da cita
desde los albores del XIX. España, y como representante absoluta de su
identidad más recóndita, Andalucía, va despertando un interés entre
intelectuales y pensadores extranjeros que conlleva la inevitable visita a la
región para ratificar o desmontar, según el caso, los posibles mitos que
surgen a propósito de la tan mencionada “realidad nacional”.
Europa como de América, responde al interés suscitado por la cultura y
las tradiciones, que demarcan la identidad genuina de sus habitantes. En
el caso de Andalucía, la mayor parte de los viajeros quedarán sorprendidos
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La llegada de viajeros extranjeros al país, procedentes tanto de
Página
D
esde el siglo XVIII, época ilustrada por antonomasia y en la que la razón se
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por la riqueza y diversidad de la región, y al mismo tiempo, frustrados por
el cambio de realidades que los llevan a pensar en que la diversidad
esconde un trasfondo de atraso respecto a las naciones de las que proceden. Ninguno de ellos pondrá en tela de juicio las maravillas que cada
una de las ciudades o los paisajes esconde. Pero al mismo tiempo, será
inevitable el surgimiento de mitos arraigados, cuyas consecuencias siguen
estando en parte vigentes en al actualidad, y la visión de contraste entre
las maravillas del pasado andaluz, cuya gloria se tenía en consideración
más allá de las fronteras del mítico-histórico Al-Andalus, y que en la
actualidad han dado paso a la desidia y la indiferencia.
Muchos son los viajeros que han pasado por la región y han dado
testimonio escrito de las situaciones vividas y lo observado en primera
instancia. Pero en este caso nos centraremos en dos: Washington Irving y
Richard Ford. Ambos fueron partícipes de la realidad andaluza del momento y además, de “primer mano” puesto que se introdujeron de lleno en
la sociedad y cultura del momento para comprender mejor aquello a lo que
se enfrentaban. Y sin duda, los dos supieron descubrir en el interior de
Andalucía aspectos que no esperaban y elementos con los que no
contaban. Pero hemos de tener en cuenta que mientras que Irving toma el
marco de referencia de la Alhambra para componer relatos de tipo
romántico que incluyen aspectos históricos, sociales y culturales, Ford
profundiza en elementos más pragmáticos y decididamente útiles para el
viajero, reafirmando una cierta “vocación” positivista.
Tomaremos como referencia dos elementos primordiales y que sirven
de prototipo del “romántico” para entender las posturas, en ocasiones, divergente: el paisaje y la mujer. Ambos en relación de integración o de
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posición ideológico-cultural de cada uno de ellos.
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contigüidad forman un todo que conlleva una mejor comprensión de la
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1. Consideraciones previas
Mujer y paisaje constituyen dos realidades prioritarias en los escritores
románticos, al tiempo que suponen recursos constantes para la comprensión de sus creaciones y motivaciones de inspiración.
Hemos de tener en cuenta la concepción de ambas realidades preferentes para el romántico, puesto que las impresiones que procedan del
exterior estarán, en gran medida, filtradas por sus percepciones subjetivas. Pero al mismo tiempo, en el caso de los viajeros románticos en nuestro país, los crecientes tópicos desarrollados a lo largo de la historia se
verán acrecentados, trasformados o simplemente matizados por las proyecciones literarias que muestren quienes en primera persona han sido
partícipes de la realidad que se pretende reflejar.
Independientemente de que los escritores-viajeros se acerquen a
España desde el intento sincero de ser objetivos y tratando de absorber
informaciones desde un presunto desconocimiento, son muchos los prejuicios que traen al acercarse al país. De hecho, muchas de las motivaciones
que les han llevado a viajar proceden del peso de la opinión y del deseo de
participar de ese “microcosmos” cargado de magia del que tanto han oído
hablar.
Ante todo esto que hemos mencionado, cabría plantearse primeramente qué importancia tiene para el romántico en general el paisaje y
cuáles son las implicaciones que posee la mujer como representante de un
espacio y de una idiosincrasia concreta.
El paisaje supone para el romántico la proyección de la subjetividad
y un medio de expresión de sentimientos. De esta manera, el giro subje-
darse de forma casi bilateral, puesto que parece la naturaleza la que es
capaz de comprender toda vivencia interna del romántico y mover sus elementos a placer del escritor, en una especie de “empatía” extrema de
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cómo se siente identificación entre el medio y su interior. Pero ésta parece
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tivista se concretará en el consuelo que encuentra el autor al comprobar
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consecuencia. Pero, por otro lado, y dado la inclinación de artistas y pensadores de este periodo por indagar en la propia identidad nacional y
reivindicar todo aquello que supone originalidad y diferenciación de todas
las demás realidades, el paisaje en el romanticismo sirve de vehículo para
entender mejor un pueblo, una nación, una región. Y además, es el medio
adecuado y eficaz para investigar sobre todos esos aspectos olvidados que
a su vez suponen la puesta en relieve de la auténtica “gloria” de un lugar.
Por ello, paisaje se identifica y al mismo tiempo es testigo del acontecer
diacrónico de una nación. Y tiene en su esencia toda las maravillas que las
personas, pueblos y acontecimientos han dejado impresas en su proceso
de evolución. Así, la cultura se reflejará en todos esos elementos propios
de una nación como lengua, tradiciones específicas de cantos, literatura
popular y fiestas. Pero todos éstos, a su vez, se hallan integrados en un
medio natural que los ha determinado y condicionado.
Por su parte, la mujer para el autor romántico representa una fuente
de inspiración primordial, y un aspecto base de su temática. Existe plena
identificación entre mujer, arte y belleza, tal y como nos manifestó Bécquer
en su teoría de la inspiración. Por tanto, y concretando en el caso específico de los viajeros del siglo XIX, la figura femenina representa otro
paradigma básico para la comprensión de la identidad propia de España,
siempre teniendo en consideración que, en el caso de la mujer andaluza
ésta presentará una serie de características específicas que imprimirán
una identidad específica (Hernández Pacheco, 1995). En cualquier caso, ha
de tenerse en consideración que el escritor romántico aplica también el
filtro de la subjetividad a la mujer, aportando una profunda idealización.
Además, puede que se convierta también en un personaje-tipo o repre-
modo de pertenencia mutua e indisoluble. La mujer está absorbida por la
naturaleza en la que se halla integrada. Tiene una serie de cualidades que
no son sino producto de los condicionantes impuestos por el medio, a mo-
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integración de la mujer en el paisaje. Ambas forman parte de un todo, a
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sentativo, paradigma absoluto. Por otro lado, hemos de comprender la
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do de determinismo irremediable. Como veremos, las representantes
femeninas románticas dentro del ámbito español en general y andaluz en
particular son pasionales, llenas de vida, cargadas de iniciativa y rebosantes de cualidades. Poseen un encanto que arrastra al observador,
enamorándolo hasta extremos recónditos. Al igual que la naturaleza, se
comprende la explosión de temperamento que surge del choque con ciertas
realidades. La naturaleza, el paisaje responde ante el curso de los acontecimientos interiores del autor, o por las circunstancias que éste quiere
expresar. De igual modo, la mujer cambia su estado de humor y su actitud
ante las relaciones en consonancia con su vida interior y con la interacción
con el medio.
Por último hemos de entender la búsqueda de formas de evasión por
parte del romántico. Ante el inconformismo que produce la adecuación a la
realidad, éste opta por el refugio en épocas pasadas y lugares exóticos. Así,
y dados los prototipos desarrollados a propósito de España desde el siglo
XVIII, ésta representa la conciliación entre ambas cosas. Por un lado,
debido a su pasado y al rigor de su desarrollo histórico, muchos son los
factores que han intervenido para que una mirada sobre la realidad
nacional hispana suponga la evocación constante de su pasado y de la rica
aportación de las culturas que han contribuido a su actual identidad. Por
otra parte, ha de ponerse en relieve que el pasado andaluz está ligado, en
términos generales y en relación con marcados tópicos y estereotipos, a lo
exótico y orientalista. Así, debido a la necesidad de adentrarse en lo desconocido y explorar nuevos aspectos motivadores de realidades insólitas, el
viajero romántico se inmiscuye en el contexto del paisaje andaluz para dar
salida a sus necesidades diversas, alentadas por el peso de tradiciones,
indicaremos posteriormente, en Washington Irving, que conjuga casi todos
los elementos expresados, combinando la audacia de la documentación
con la vivencia personal y directa. No obstante todos los viajeros del siglo
Página
dos (Núñez, 2001). Esta perspectiva especial la podremos encontrar, como
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leyendas y costumbre que vienen a confirmar los prototipos ya estableci-
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XIX hallarán en el paisaje andaluz diversos elementos dignos de análisis,
si bien cada uno de ellos contribuirá de muy diversa forma a la construcción de una imagen específica en consonancia con su experiencia
empírica, intereses específicos, aplicación de los patrones preconcebidos
con anterioridad a la contemplación más directa, e impresión subjetiva.
En el caso de los dos autores que vamos a considerar, hemos de
contemplar que, aunque casi coetáneos tanto en sus viajes como en sus
experiencias vitales, responden a motivaciones distintas y persiguen objetivos en ocasiones totalmente divergentes. Aunque la huella del subjetivismo
se halle en cada momento, es cierto que la intención de Irving puede
tildarse de más cercana a lo literario. Por otro lado, Ford parece que
resulta más analítico a la hora de arrostrar tanto paisaje como cultura y
tradiciones. Es más, parece que éste último, en términos genéricos, se deja
llevar más por impresiones específicas que despiertan tanto interés como
sorpresa, y a veces, incluso incomprensión. En cambio, Irving magnifica la
importancia del paisaje y de todo lo que éste conlleva, abandonándose a la
experiencia de lo mítico y tratando de trasladar al lector a un espacio
mágico que nada tiene que envidiar a los universos orientales de las
milenarias leyendas antiguas. No obstante un elemento parece subyacer a
la perspectiva de ambos: la fascinación por el mundo que aparece ante
ellos, que interpela y arranca sensaciones completamente desconocidas. El
encuentro con el mundo de raíces diversas supone una experiencia que
puede generar todo, menos indiferencia.
2. Paisaje andaluz, sinécdoque de la realidad española
Hemos de considerar una perspectiva muy común a lo largo del siglo XIX
español con el andaluz. Es por ello que consideramos la visión de todo el
conjunto desde una especie de “sinécdoque”, en la que el todo se incluye
Página
un fundamento específico y generalizado: la identificación del paisaje
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entre viajeros y estudiosos de la realidad española, y que en parte posee
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sólo en una parte o se identifica con ésta. Sería como una metonimia de la
realidad en la que la por cercanía, relación o inclusión, se identifican
realidades en contacto. En este caso, y dado el interés que despierta la
región andaluza en el contexto tanto de viajeros españoles como
extranjeros, parece volcarse todo el interés de éstos en una porción de
España, puede que muy representativa, pero parcial dentro de la globalidad de un rico escenario de diversidades. No obstante, este rico entramado
de mundos en contacto contribuirá a distribuir prototipos y arraigar imágenes muy específicas con las que se tendrá que convivir posteriormente.
2.1.
La búsqueda y el encuentro de lo exótico: los Cuentos de la Alhambra de
Washington Irving.
Washington Irving será uno de los primeros viajeros americanos en llegar a
nuestro país con el afán de indagar en todas esas realidades de las que
había sido partícipe en la distancia y de modo diferido (García-Montón y
García-Romeral, 2000, p. 263-267). Permaneció en nuestro país por
periodo de tres años y consiguió de esta forma contactar y conocer la
realidad nacional española en profundidad, especialmente, la andaluza,
puesto que la mayor parte del tiempo estuvo en esta región. Su investigación, fundad no sólo en una proyección literaria, sino también en un
afán cientifista de carácter antropológico y cultural, no se basó exclusivamente en la observación empírica. Es más, Irving llevó a término una
labor de documentación, en espacios tales como los Archivos de Indias
sevillanos, e investigación sociohistórica ejemplares. No obstante, se distancia de la posición tradicional del viajero romántico, ya que su obra,
como hemos mencionado, no encarna el ideal tradicional de relatos de
la perfección la ficción y la realidad. Si bien no podemos obviar el
conocimiento bien documentado de la vida de Andalucía, de su historia y
Página
cano llevará a término la redacción de unas leyendas en las que combina a
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viajes, documental, empírico y pragmático. Es más, el autor norteameri-
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de los aspectos más relevantes de su cultura, hemos de destacar, no
obstante, una clara vocación por parte de Irving hacia el mundo de lo
exótico, lo mítico, e incluso lo legendario. Este hecho se manifestará
claramente en su obra más renombrada, Cuentos de la Alhambra, que desde
su
publicación
en
1831
ha
tenido
una
gran
trascendencia,
contribuyendo a crear una imagen de Granada, Andalucía, y por extensión, España, que quizá aún perdura hasta nuestros días (García-Montón
y García-Romeral, p. 265). No obstante, y a pesar de la tendencia marcadamente literaria del escritor romántico, su contacto con la sociedad
granadina del momento, tanto en sus niveles más altos, como en sus
estratos más populares, lo condujeron a comprender con acierto la
sociedad andaluza del XIX, y este hecho se refleja en su narrativa.
La inclinación por la valoración de lo exótico se hace latente en la
narrativa del autor norteamericano. Por supuesto, la nueva sensibilidad
romántica, tal y como indicábamos en el capítulos anterior, toma
importancia y muestra su eco en los visitantes extranjeros (Serrano, 1993,
p. 3). Para Irving, a priori, la visita a nuestro país suponía la llegada a un
universo lejano e insólito. Una vez se sitúa en escena, aún todavía la
resulta más rebosante de sorpresas y novedades, pues, tal y como nos
manifiesta el propio escritor, “la más miserable posada está tan llena de
aventuras como un catillo encantado (Irving, 2005, p. 34).
Pero vamos a tratar de desmenuzar los aspectos más destacados de
la realidad paisajística presentes en los relatos del viajero y escritor
norteamericano. Primeramente, y antes de proceder a su serie de cuentos,
contextualiza y sitúa con precisión la escena en la que van a tener lugar
los acontecimientos narrativos. No sólo describirá la Alhambra y su en-
de la Alhambra. En este fatigado, aunque interesante trayecto, Irving
descubre muchos elementos desconocidos para él del paisaje, la cultura y
la sociedad española. Algunos aspectos le resultan sorprendentes. En
Página
describe muy brevemente parte de su viaje desde Sevilla hasta la ciudad
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torno; Irving queda tan maravillado ante las vivencias que tiene que
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otros, el papel del prejuicio y de los estereotipos estará vigente antes de
emitir cualquier descripción u opinión. De cualquier modo, Irvig parece
que el primer aspecto que destaca es la sobriedad del territorio español,
muy en consonancia con el ideal romántico perfecto de austeridad y
misterio:
Un país áspero y melancólico, de escarpadas montañas y desprovistas llanuras de árboles, de indescriptible aislamiento y aridez
que participan del salvaje y solitario carácter de África (Irving, p.
29).
Otro aspecto muy interesante a tener en consideración es la identificación
del sur peninsular, y por extensión, de toda España, con África. El tópico
de que “África empieza en los Pirineos” (Dumas, 1989) difundido por
autores europeos del momento como Dumas, toma bastante fuerza en este
momento. Y dada la tendencia orientalista de los viajeros románticos por la
búsqueda de ese pasado exótico y fascinante para Andalucía.
A pesar de la sobriedad del paisaje peninsular, como bien destaca el
autor al referirse a Castilla y sus inmensas llanuras, no obstante ha de
tenerse en cuenta que ofrece contraste y elementos sorpresivos. Todo ello
se conjuga para la perfecta comprensión del carácter personal del hombre
español, sobrio, hospitalario y amistoso, aunque bastante austero en
expresividad y en sus formas. Esta visión tan cargada de estereotipos, no
obstante, conjuga aspectos positivos y negativos, pero que confieren al
habitante de estas insólitas tierras una idiosincrasia única en el mundo.
Uno de los elementos que causa más sensación en Irving es la
anteriormente, se alzan montañas majestuosas que no dejan sino de sorprender al visitante, pero que siguen dando cuenta del carácter particular
de sus habitantes. Los caminos causan fascinación y al mismo tiempo,
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granadina. Tras los paisajes monótonos a los que hacíamos mención
108
montaña abrupta que compone la sierra andaluza, en especial, la sierra
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estupor. Y frente a la posible falta de vegetación y cultivos de los campos
castellanos y las campiñas andaluzas, se alzan las montañas intrabéticas,
llenas de vida, y en las que incluso una piedra o el más recóndito de los
rincones es capaz de hacer brotar una semilla.
Para generar mayor expectación, y dado el carácter mítico de
algunos lugares andaluces, Irving comienza su viaje en Sevilla y describe
su recorrido hasta la llegada a la Alhambra, donde desarrollará su actividad narrativa. En este camino, son diversos los tópicos que se hacen
presentes y vienen a ratificar toda la preconcepción ideada en la mente y
pensamiento del autor. Primeramente, a la peligrosidad del medio rural
andaluz, se añaden otros factores que parecen formar parte intrínseca de
la identidad de este “microcosmos”. De un lado, la presencia de bandoleros
y asaltantes perdidos por los campos andaluces, se convierte en una
constante que manifiesta la identidad más profunda de los andaluces. El
misterio, el riesgo, la improvisación son notas constantes en los entresijos
del paisaje regional específico al que estamos haciendo mención. Esto da
espacio a numerosos tópicos que se proyectarán en el futuro y que permanecerán anclados en la memoria colectiva de los norteamericanos,
constituyendo a fortalecer clichés muy arraigados.
Otro de los factores que contribuirán a fortalecer una imagen
particular, y en relación directa con su paisaje, es el toro. Muy relacionado
con todos los iconos que se relacionan con el país, y muy particularmente,
con Andalucía, éste parece ser un elemento conocido ya por el escritor, y
que causa expectación y al mismo tiempo, estupor profundo:
También otras veces, al cruzar por un angosto valle, se ve uno
lidiados en una plaza (p. 33).
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del prado una vacada de toros andaluces destinados a ser
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sorprendido por un ronco mugido; y pronto divísase por encima
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En cualquier caso, las posadas en lugares insólitos, en las que se improvisa la fiesta y el vino acompaña a sus moradores, creando rápidos nexos
de fraternidad, sorprenden al viajero. Pero le hacen evocar esos otros
componentes de la rica realidad española en general y andaluza en
particular. Así, en paisaje hace evocar no sólo las andanzas quijotescas
por los campos de Castilla (en este caso, en relación de sinécdoque entre
Andalucía y el resto del país, tal y como partíamos al principio de este
capítulo), sino las glorias del pasado árabe de Al-Andalus, y el papel de
Isabel la Católica en la reconquista de las tierras que formaban el antiguo
Reino de Granada.
A llegar al espacio del recinto de la Alhambra el escritor norteamericano se hace eco de las descripciones minuciosas del espacio, mostrando
tanto su encanto natural como los rigores del paso del tiempo y la
decadente situación actual. Se marca con exactitud esa tendencia orientalista tan marcada en los viajeros románticos por España, valoración de lo
exótico, relación con la nueva sensibilidad romántica que había acaparado
el pensamiento del viajero del XIX (Serrano, 1993). Hemos de poner en
relieve que el afán orientalista no es algo nuevo introducido por Irving, y
que tiene su única génesis en los románticos decimonónicos. En siglos
anteriores la atracción hacia Oriente fue una realidad manifiesta en
algunos viajeros. Esta se manifestó en el interés comercial y en las ventajas que podía reportar el contacto con culturas y realidades insólitas. En el
caso de España, a pesar de la posible cercanía y de la relevancia del país
en la historia, la percepción externa se situaba en la de una tierra exótica,
remota y llena de misterios por descubrir. De esta manera, el viajero no se
podía sino dejar seducir por estas tierras, sus gentes y cultura.
de evasión se lleva a cabo por parte de los románticos también en las
épocas pasadas. En este caso, la condición gloriosa de los antiguos pobladores del sur de la Península se hace patente en las narraciones. Todas se
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con el pasado medieval. Como ya mencionábamos, la búsqueda de formas
110
Por otro lado, este presunto “exotismo” hace relacionar directamente
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sitúan en el marco del monumento más representativo de esta cultura. Y
esto nada tiene que ver con el actual estado de la Alhambra, sumida en la
ruina y cuyos habitantes, “los hijos de la Alhambra”, tal y como los tilda el
autor, pertenecen al estrato social más bajo (Irving, p. 70). Este contraste
es algo sorpresivo para el escritor, quien no deja de contemplar con
pesimismo y cierta resignación el estado actual de una “maravilla” perdida
en el tiempo.
Respecto de los relatos hemos de comprender con precisión la
importancia del paisaje como elemento constituyente. Es el marco en el
que tendrá lugar cada una de las narraciones. Pero toma una importancia
crucial, puesto que, aunque como sabemos, la Alhambra es producto directo de la genialidad arquitectónica nazarí, también es cierto que la
concepción árabe se fundó en la necesidad de continuar en el interior la
naturaleza, creando un continuum preciso. De ahí la preponderancia del
jardín, el agua en cada rincón o la apertura al paisaje. Así, la Alhambra se
sitúa en una ladera rodeada de ríos y llena de bosques. De fondo, Sierra
Nevada se alza con todo su esplendor. Y los jardines llevan a cabo una
labor silenciosa de permanencia paisajística. Todos estos elementos son
una constante en los relatos del viajero americano. Y Granada, como ya
sabemos, supone un punto de referencia totalmente necesario para el
conocimiento de la realidad andaluza. En ella se conjugan todos los
aspectos importantes del paisaje que relacionan la cultura española con lo
oriental y exótico, manifestados en todos los detalles, y en toda su grandeza tal y como Gautier (1920) expresaba al referirse que “el sol poniente
lucía majestuosamente en sus torres de color bermejo a medida que nos
acercábamos y daba un suave tono al paisaje de la vega, un mágico
ocasiones platónico e idealizado, se tornará en una constante. Y en este
contexto, el paisaje se volcará en la comprensión del protagonista, quien
encontrará comprensión e identificación en el medio que está a su alrede-
Página
cuentos encarnan las temáticas propias del romanticismo. Así, el amor, en
111
resplandor lucía sobre el lugar” (p. 41). Como es lógico, muchos de los
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dor. Tal será el caso de “EL relato del príncipe Ahmed Al Kamel o el
peregrino del amor”, en el que el hijo del monarca vuelve su mirada hacia
el entorno para buscar consuelo:
Pasó el invierno y volvió la primavera con sus galas y su verdor y
con ella el tiempo feliz en que llegaron los pájaros para hacer sus
nidos y empollar sus huevos. De repente empezó a oírse en los
bosques y jardines del Generalife un concierto general de dulce
melodía, que llegó hasta los oídos del príncipe, encerrado aún en
su solitaria torre (p. 143).
Las referencias al paisaje andaluz en general también se hallan intrínsecamente ligadas a la misma esencia del relato de Irving. De tal modo, las
alusiones a las diversas serranías, a los montes, a las llanuras o los
paisajes agrestes del interior de la región se convierten en referencias
precisas, a modo de mirada contemplativa a todo aquello que supuso la
grandeza del reino nazarí en el pasado. También es una pequeña estrategia
por parte del escritor para ratificar su vasto conocimiento de la región y de
todos los rincones que la componen.
El ritmo de las estaciones y el paso del tiempo vienen a dar cuenta
de dos aspectos prioritarios: la forma en que tuvieron los árabes medievales andaluces de regir sus principios vitales, gracias al ritmo de los
procesos naturales. Y por otra parte, la observación empírica del medio,
como instrumento que organiza la vida y determina el ritmo del hombre.
Este hecho está ligado a otro aspecto que no puede soslayarse: la
astrología. Sin duda, la naturaleza, el ritmo del año y la noche están en
profunda relación con la observación de las estrellas. La noche es el
luza del romanticismo es el momento adecuado para lo sorpresivo y el
encuentro con lo inesperado. Por otro, la noche en la Alhambra es única:
Página
voz que sólo el sabio es capaz de comprender. Por un lado, la noche anda-
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espacio propicio para el abandono a la meditación y a escuchar esa otra
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Algunas veces me salía a medianoche, cuando todo estaba en
silencio, y me paseaba por todo el edificio ¿Quién se figurará tal
como es una noche al resplandor de un luna en este clima y en
este sitio? (p. 68).
La observación de las constelaciones y los astros constituye un hecho
inherente al ser humano, pero que toma fuerza en la cultura musulmana
por la profunda vocación de astrólogos que se deriva de lao grandes hombres sabios del antiguo islam. Esto aparecerá en gran parte de las
leyendas. Así, el “Astrólogo árabe” es capaz de ver en los signos de la
naturaleza y causa respecto y asombro entre todos los que se hallan a su
alrededor. De igual modo, los astros tendrán reservado para el príncipe
Ahmed muchos hechos favorables, en un fatum del que no podrá escapar
por designio prácticamente divino.
En términos generales podemos considerar que la imagen del paisaje
reflejada por Irving en su narrativa contribuyó a conocer muy diversos
aspectos de su geografía, su paisaje, y todo lo que conlleva, esto es, sus
gentes, cultura y tradiciones. No obstante, hemos de entender que a partir
de la difusión de la creación literaria de nuestro autor, aumentó la opinión
acerca de nuestro país en el extranjero, en especial en el contexto anglosajón. Pero ésta estuvo profundamente ligada a la experiencia del viajero y la
proyección de su subjetividad fundada en prototipos y clichés difíciles de
cambiar a lo largo de la historia. Así, como manifiesta Caballero Bonald
(2002), la visión plasmada por estos distintos viajeros románticos de la
primera mitad del siglo XIX contribuyó a la difusión de la “España de
relativizan la riqueza total de una realidad tan amplia y plural. No
obstante, en el curso de un análisis más profundo de sus relatos se puede
comprobar cómo el escritor aumenta su admiración y la diversidad de
Página
parece centrarse casi exclusivamente en algunos aspectos parciales que
113
charanga y pandereta” (p. 6). Es verdad que Irving, en primera instancia,
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posibilidades que ofrece. La identificación con la realidad africana y el
pasado musulmán glorioso, se une a la sobriedad inicial para ir dando
paso poco a poco a una dimensión más amplia y diversa. De todos modos
Irving manifiesta interés y expectación por la tierra andaluza. Y eso servirá
de estímulo e impulso a otros viajeros para despertar de igual manera la
curiosidad por nuestro país, y en particular por Andalucía.
Irving refleja con decisión el contraste existente entre el pasado
glorioso y la realidad que le es coetánea. Este hecho se comprende con
precisión al acercarnos al paisaje. La sobriedad de éste, sus contrastes y al
fuerza derivada de sus accidentes variados ponen en relieve toda la fuerza
del carácter andaluz, mixtura de muy distintos pueblos que han impregnado su huella en las sendas de sus llanuras y montañas.
En el caso específico de la Alhambra, hemos de destacar que en ella
se conjugan los aspectos paisajísticos y urbanos en una armonía y consonancia inverosímiles. De igual modo combina pasado y presente y es capaz
de evocar leyendas que combinan la historia y la ficción con una precisión
exquisita. Y a pesar de la reiteración en los aspectos míticos, hemos de
entender
que
este
conjunto
de
breves
relatos
sirve
también
de
documentación útil para el viajero, puesto que además abre las puertas a
la sugerencia y la imaginación. Irving, al igual que otros viajeros románticos, centra su atención en el monumento nazarí por suponer éste el
elemento más destacado que posee toda la esencia oriental y exótica,
perviviendo aún a pesar del paso del tiempo y de los rigores de la situación
de decadencia en la que se halla sumida la ciudad y la fortaleza árabe en
Entre la subjetividad y el pragmatismo: las orientaciones de Richard Ford.
El caso de Ford, en su acercamiento a la realidad andaluza, es completamente divergente al de Washington Irving, si bien parece encarnar con
Página
2.2.
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los albores del siglo XIX (Serrera, 1990).
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mayor convencionalidad a la figura del viajero en sus crónicas. Ford, en su
Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa, plasma sus
vivencias pero en forma de crónica que sirva con utilidad a cualquier
viajero que visite estas regiones.
Son varios los aspectos a tener en cuenta en el caso concreto del
británico. Primero, el peso de los estereotipos marcados y los prejuicios
arraigados. Así, la visión de los ingleses sobre España está ligada a clichés
muy relacionados con elementos del pasado. El origen de la leyenda negra
se halla en parte relacionado con los factores históricos. Y en el caso de
Gran Bretaña, los avatares de la historia han conllevado a una continua
fricción entre ésta y nuestro país. Por ello se ha de comprender que Ford
se acerque a Andalucía desde unos marcados estereotipos. Y aunque sus
informaciones objetivas resulten de gran validez y utilidad, no por ello
hemos de dejar de ver la huella de la subjetividad en sus descripciones. De
este modo el viajero emite juicios precisos y cargados de impresiones
personales muy significativas.
Algunos aspectos descriptivos tienen mucha relación con la
perspectiva de Irving en sus Leyendas. Pero la perspectiva cambia totalmente. Mientras que el norteamericano se dedica a la escritura de relatos
de tono legendario y en los que prevalece la ficción y lo mítico sobre la
realidad, Ford nos presenta crónicas de viajes en forma de rutas precisas
que sirven al lector de información práctica útil, tanto en caso de viaje,
como en el supuesto de que algún lector tuviera interés preciso por
forjarse una idea de la región en su mente desde la distancia. A pesar de la
admiración por la belleza del paisaje, el británico destaca también algunos
terreno. Las cabras y los contrabandistas siguen siendo los
ingenieros de camino de camino, y a pesar de que los rondeños se
parecen quizá a nuestros cabreros galeses por sus tendencias
Página
A pesar de la apatía española y de la naturaleza alpina del
115
aspectos tópicos en tono irónico y algo negativo:
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
caprinas, es cierto que parecen desenvolverse mejor (Ford, 1980,
p. 11).
Mientras trata de que el lector se inmiscuya en los entresijos del paisaje,
Ford va aportando informaciones de tipo histórico y cultural, dando
explicaciones muy detalladas sobre el origen, la evolución y la importancia
del lugar exacto que describe. Así, las descripciones se acompañan datos
geográficos, como la orografía, el clima y los cultivos. También se incluyen
elementos legendarios e informaciones sobre cómo se siente en cada caso
ante la realidad que vive. Existen varios ejes en los que se fundamenta a la
hora de emprender las rutas. Principalmente son Ronda, Málaga, Jerez,
Jaén, Córdoba, Sevilla y Granada. Todos ellos son muy representativos de
la diversidad paisajística de la región, y de igual modo, de la riqueza
humana arraigada en este contexto natural. No obstante, a pesar las
maravillas presuntas que ofrece Andalucía, esto contrasta con la condición
de sus gentes, mezcla de valores y al mismo tiempo, de rudeza y
simplismo. A veces destaca en exceso los valores negativos. Y aunque
admira la decisión de ciertos personajes famosos en el trascurso de la
historia de la región, también es cierto que Ford destaca la nobleza de las
gentes sencillas en detrimento de los gobernantes, únicos culpables de la
degradada situación en la que está la región:
Pero también es cierto que ésta es la única manera posible de
corregir las anomalías de los errores de las aduanas y el
Ministerio de Hacienda; en esta tierra tan mal gobernada las
normas fiscales son tan ingeniosamente absurdas, complicadas e
irritantes que el comerciante honrado y el amigo de la legalidad se
que Ford continúa en la misma línea de puesta en relieve de estas concep-
Página
Respecto al orientalismo y la identificación con África, hemos de destacar
116
ve incordiado (p. 13).
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
ciones. Parece que el papel de los prejuicios ha contribuido a forjar una
idea muy remarcada en la opinión externa de Andalucía, quizá por los
condicionantes de la historia. Pero es cierto que el británico viene a confirmar las sospechas que tenían otros viajeros anteriores sobre la naturaleza
del paisaje andaluz, cargado de exotismo, de buen clima en las costas y de
mayor rigor en las montañas.
Lo orientalista también se pone de manifiesto en el valor conferido al
pasado árabe, esplendor cultural sin precedentes que lleva a considerar
que sólo a propósito de la irrupción de los Reyes Católicos en el desarrollo
de la historia, cambia hacia la degeneración y su situación de declive en
los albores del siglo XIX:
Granada, que bajo los moros tenía medio millón de habitantes,
apenas si cuenta ahora con ochenta mil. La fecha de su ruina es
el 2 de enero de 1492, cuando el pendón de Castilla ondeó por
primera vez sobre las torres de la Alhambra (p. 97).
Se pone de manifiesto en este caso los rigores de la “enemistad” hacia la
España del siglo XV en la que su perspectiva a nivel internacional se
transformó radicalmente dando lugar a una proyección imperial que
despertó el recelo y los mitos más oscuros entre los todavía
inactivos
imperios vecinos (Noya, 2002, p. 59-62).
En el caso específico de Granada y la Alhambra hemos de contrastar
la perspectiva del Irving y el escritor británico. Si bien Irving describe con
cierto detalle la situación espacial del monumento nazarí de forma breve y
se centra en lo literario, a partir de la cual abre la perspectiva al
fortaleza árabe. Tras describir con detalle cada una de sus estancias, su
utilidad en el contexto de los reinos nazaríes y las historias que circulan
sobre los espacios explicados, también se detiene y pone un cierto interés
Página
mucho más detalladas. El británico explica con detalle la disposición de la
117
conocimiento integral del lugar, en el caso de Ford las descripciones son
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
en la visión que tiene la población granadina del lugar, traducida en tono
de indiferencia. Pero Ford, en su tónica de pragmatismo habitual, aplica el
paisaje a la Alhambra de forma muy distinta a Irving. Si éste concebía el
entorno como una continuidad de los espacios naturales, Ford contrasta y
distingue entre los entornos naturales propiamente dichos, y la naturaleza
artificial creada por “la mano del moro” (p. 111) que viene a demostrar la
genialidad de sus iniciativas aunque no es propiamente el entorno
propicio. En sus continuas rutas por toda la geografía andaluza Ford
descubre paisajes insólitos, zonas de costa que ofrecen todo tipo de
cultivos exóticos. Pero frente a esta maravilla de la naturaleza, también se
sitúan otras zonas deprimidas, carentes de interés y que no han producido
ningún eco en el observador. Así sucede con los parajes más desolados del
interior de las provincias de Almería y algunas zonas de Jaén. En ambos
casos hay ausencia de aspectos que llamen la atención, tal y como ocurría
en Irving. Pero es verdad que frente a esos espacios carentes del mínimo
resquicio de emoción, se alzan los picos de Sierra Nevada, donde la
majestuosidad de la nieve se impone con su grandeza. Este “telón de
fondo” de la Alhambra está más consonancia con la importancia del paisaje en el contexto del romanticismo. Así, la proyección de los estados de
ánimo y la comprensión del romántico a partir de la naturaleza se ven
expresadas en la noción paisajística del entorno granadino:
La fría sublimidad de estas nieves eternas y silenciosas se siente
de lleno sobre el pináculo mismo de estos montes alpinos, que se
levanta solo, para tener nada en común con nada de lo que le
rodea a sus pies. En esta altura barrida por el viento estéril de
sugiere una grandeza por medio de recursos expresivos muy marcados que
engrandecen el marco que describe.
Página
Hay identificación con los elementos naturales, al mismo tiempo que se
118
vegetación y la vida cesan (p. 161)
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
Ford es otro de los viajeros que hacen referencia precisa a la noche
andaluza y sus encantos. Si bien destaca lo negativo de sus posadas,
espacios que resultan según el propio viajero tan nefastos como sus
pésimos caminos, también es cierto que la noche en las regiones meridionales de Europa presenta una visión del cielo y sus estrellas, única, como
manifiesta el escritor al poner en relieve cómo “ningún diamante” sería
capaz de “relucir jamás como las estrellas vistas aquí a medianoche, a
través de este medio enrarecido, en el hondo firmamento” (p. 161). La
divergencia marcada entre ambos viajeros se cifra en un aspecto marcado:
Irving no sólo se deja llevar por la admiración de la belleza del paisaje en
los rigores nocturnos, sino que le añade el aspecto mítico y casi mágico
que lo entronca con la perspectiva exótica del pasado musulmán. En
cambio, Ford sólo se queda en una línea perceptiva y descriptiva, sin darle
un aspecto central o medular, ni trascender a sus intenciones. En cualquier caso hay un hecho a favor de la objetividad del autor británico: las
ilustraciones que lleva a cabo sobre los paisajes y rutas que describe.
Estos escenarios, tanto urbanos como rurales, son presentados a manera
de fotografías para darnos a conocer una realidad externa por medio de lo
visual, tratando de establecer un marco de referencia preciso que deje
menos espacio a la opinión, la subjetividad y la ambigüedad.
Al igual que ocurría en Irving, Ford nos presenta Granada, y por
extensión o inclusión, la Alhambra, como un punto de referencia necesario
e ineludible para la comprensión del paisaje andaluz. Y esto debido principalmente a los contrastes ofrecidos por la ciudad, en sus espacios
naturales y en sus paisajes urbanos, muestra evidente del orientalismo
exótico que ofrece la realidad interna de Andalucía, como espacio de
con ese incipiente carácter positivista del siglo XIX, consigue plasmar en
sus relatos un cuadro de viajes y costumbres muy ilustrativo y real, colmado de datos objetivos y en consonancia con su marcada intencionalidad
Página
El británico, gracias a su labor de indagación y al afán por documentar
119
recreación y al mismo tiempo de descubrimiento de nuevas perspectivas.
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
analítica. Gracias a ello aporta una visión general de la realidad paisajística andaluza, trascendiendo a meras consideraciones subjetivas y
situando su relato a la altura de un importante tratado para viajeros. Permite su lectura un conocimiento directo de la geografía escarpada del
interior de la región, y de los aspectos más significativos de su historia,
costumbres y tradiciones. La documentación del autor es precisa y aunque
se desmarque de sus intenciones en ocasiones por la adherencia a sus
puntos de vista personales y la impresión que le causa la grandeza de la
realidad española y en concreto, el entorno andaluz de Granada. Sierra
Nevada supone también un espacio privilegiado que valora el autor con
ahínco y admiración. Esta diversidad, excepcional creación de la naturaleza, ha conseguido llevar en su seno una variedad humana que se
manifiesta en costumbres, tradiciones y un carácter que genera en el
visitante extraño admiración, en algunos casos, y desconcierto, en otro.
3. LA MUJER ROMÁNTICA ANDALUZA: ENTRE EL SILENCIO Y LA PASIÓN
Son muchos los factores que hacen evidente la exclusividad del paisaje
andaluz ante la mirada del viajero romántico. Existen elementos múltiples
que nutren esta realidad de vida y la hacen situarse en un punto digno de
análisis tanto en su conjunto como en cada uno de los detalles que
componen el mosaico de diversidad tan variopinto y rico del sur de
España. No obstante, y aunque hemos apuntado algunos ya en páginas
anteriores, hemos de destacar un factor ineludible en el contexto del
romanticismo artístico-literario y es la búsqueda recurrente de la identidad, tanto propia como ajena. De ahí quizá el interés por la otredad en
términos de curiosidad pro el conocimiento y la difusión de una imagen
general del romanticismo andaluz y las imágenes que se arrojan sobre ella
en relación al paisaje.
Página
de interés destacado si nos acercamos al papel de la mujer en el contexto
120
predeterminada (Díaz Larios, 1989, p. 452). Esta cuestión tiene un aspecto
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
La mujer es, como indicábamos, un tema central para los autores
románticos por las connotaciones que su sensibilidad poseen, en contraste
con cualquier otra criatura presente en la naturaleza. Es bien conocido el
papel que juega como agente inspirador y fuente de sentimientos, en
ocasiones muy contradictorios y dispares. Al mismo tiempo, su sensibilidad parece tan acusada que quizá posea una exclusividad absoluta a la
hora de captar y percibir todo lo que se forja a su alrededor. Esto parece
que lleva a los escritores románticos a dar una imagen de la mujer en clave
de idealización absoluta. Y en cierta medida es así, pues el personaje femenino tradicionalmente se relaciona con el amor platónico y toda la gama de
emociones extremas que es capaz de arrancar en lo más recóndito del ojo
observador y la mente creativa.
De todos modos, no hemos de perder de vista que la mujer, en este
contexto específico que estamos analizando, no escapa a ciertas valoraciones ya preconcebidas y que suponen toda una proyección de los
estereotipos más difundidos. Así, hay valoraciones específicas sobre el
género femenino que contribuyen a formar una idea global y bastante
unitaria de la identidad española y, en este caso, andaluza, su posterior
exportación al exterior. En este sentido, y siguiendo las indicaciones de
Beatriz Hoster (1998) hemos de destacar algunos tópicos aplicados al roll
femenino en la época romántica y que han dado un salto universal para
ser comprendidos como la esencia misma del país. Primeramente, la
autora señala la inseparabilidad general del binomio “mujer-Andalucía”
(p.2) a lo largo de la historia de la literatura. Pero es en el romanticismo, a
propósito de tópicos legendarios como Carmen, donde se forjan todos los
ingredientes para el logro de una perspectiva quizá parcial, pero bastante
esencia con tal maestría que no deja indiferente al viajero. La contribución
de diversos artistas, algunos externos al ámbito anglosajón, ha sido
prioritaria y medular para la difusión de esta realidad. Así, la Carmen de
Página
Andalucía en el exterior y combina todos los elementos que conforman su
121
unitaria y completa. Así, esta mujer se torna en el prototipo femenino de
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
mito y leyenda es una especie de embajadora oficial de la mujer a nivel
cultural y sociológico, por encarnar aspectos dispares que reúnen multitud
de facetas. Es la fémina que ha resultado de la interacción histórico-étnica
que Andalucía ha vivido en su historia, en la que los pueblos más
sublimes y variados han contribuido con la impresión de su esencia. Pero
es, además, la mujer de ojos negros y rasgos orientales que proyectan el
exotismo anhelado por el viajero romántico. Asimismo, su explosión de
sentimientos deja entrever el carácter marcadamente pasional, al igual que
el propio paisaje andaluz, lleno de recónditos espacios inesperados que en
pocas leguas contrasta sobremanera. Pero una de las notas más representativas de su naturaleza intrínseca es la capacidad de seducción decidida.
Arrostra las dificultades y los rigores sociales y al mismo tiempo arrastra
al hombre a sus pasiones, creando un hechizo sin precedentes que condiciona al que ha sucumbido a los encantos de su belleza hacia la perdición
y las extremas consecuencias. Por ello es una combinación de exotismo y
maravilla, buenos sentimientos y las más terribles pasiones.
Por todo lo que hemos mencionado, y tal y como apuntábamos,
existe una clara relación entre mujer y paisaje. Son realidades difícilmente
separables. Al igual que ocurre en la novela venezolana Doña Bárbara, de
Rómulo Gallegos, hay una evidente correlación entre la vorágine y la
mujer, que encarna todo el salvajismo y exotismo seductor en un mundo
que está por conquistar y causa sensaciones únicas; pero que al mismo
tiempo hay que conocer y compartir sólo en la justa medida por el peligro
de que arrastre a la perdición. Y aunque el caso de este ejemplo de la
novela de la tierra pueda considerarse bastante extremo, no obstante,
resulta parecido en el caso de las imágenes proyectadas por viajeros del
Página
femenina desde la desconfianza y el estupor.
122
XIX, que admiran la belleza en ocasiones, y en otras contemplan la figura
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
3 .1. Proyecciones de la mujer en Irving y Ford: entre la justificación de la belleza y
los límites del carácter.
Richard Ford, en su tónica constante de mostrar posturas analíticas y
objetivas, resulta en el presentación de la mujer, muy esquemático y
reduccionista. Así, y aunque el peso del encanto femenino le haga manifestar algún pequeño “cumplido” hacia ella, lo general es que se mantenga
firme en sus propósitos y no trascienda a otras intenciones informativas.
Pero hemos de distinguir el efecto que produce en él la mujer andaluza
según su espacio concreto, esto es, en relación con la ciudad de la que
procede y el espacio con el que se relaciona. Así, la mujer sevillana parece
para el viajero británico de mayor interés y gracias. A sus rasgos
personales, combinación de elementos bellos únicos, se añade una simpatía y carácter afable. Por el contrario, la mujer granadina es más proclive a
la inexpresividad y la indiferencia. Produce en el viajero menor afinidad y
no conduce a la pasión que pueda esperarse:
Las mujeres granadinas son inferiores tanto en su modo de andar
como de hablar; les falta el verdadero meneo y gracias aunque se
asegura allí que las granadinas son muy finas (Ford, p. 108)
Hemos de tener presentes, de todos modos, el papel de los prejuicios y las
impresiones subjetivas del autor. Parece que en su recorrido por la
geografía andaluza no le resulta de igual agrado la ciudad de Sevilla,
rebosante de iniciativas, vida y esplendor, que Granada, a la que el viajero
observa desde la decepción de haber encontrado una realidad en decadencia que nada tiene que ver con lo que él esperó por la riqueza histórica que
caracterización exacta de la mujer en su contexto, hemos de comprender
que a Ford, la Andalucía romántica lo sedujo de una manera intensa. Y
Página
aunque es bastante austero y limitado a la hora de plantear una
123
se le atribuye a la ciudad de la Alhambra. En términos generales, y
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
este aspecto también ha de tenerse presente a la hora de atender a la
mujer. Puede que adopte posturas a veces muy escuetas y algo distantes,
pero los pocos rasgos que refleje referidos a la fémina dejan entrever su
carácter puro y único, proyección de una idiosincrasia desconocida para el
autor que demarcan su genuinidad de raza exclusiva. Otra postura, en
cambio, es la adoptada por Irving en los Cuentos de la Alhambra. En éstos
la mujer sí adquiere un protagonismo intenso, acorde con su ya
mencionada vocación orientalista y en consonancia con los paisajes tanto
urbanos como agrestes.
En primera instancia se presenta el personaje femenino demarcado
dentro del contexto particular que le es coetáneo, lleno tanto de prejuicios
como de observaciones directas que contribuyen abiertamente a acrecentar la imagen de tono folclórico de la mujer andaluza:
Pero de las muchachas presentes ninguna podía compararse con
la linda hija de mi posadero, Pepita, que había desaparecido de
pronto para hacerse el tocado que el caso requería: se adornó su
cabeza con rosas, y se lució danzando en bolero con un bizarro
soldado (Irving, pp. 35,36)
No sólo no pone el autor en duda la valía de la mujer en su belleza externa,
sino que además destaca y pone en relieve las capacidades de
improvisación y el arte intrínseco que le es inherente, causando expectación y maravilla. Pero debido al arraigo cultural, la belleza femenina única
de las andaluzas está condicionada por el peso de las tradiciones, y los
condicionantes del sufrimiento que la hace padecer. Es el reflejo positivo
de la pasión que le es propia y la impulsa a perseverar en la existencia a
cuya adornada basquiña de seda negra con franjas de abalorios
Página
Hallábase al frente de él una joven y hermosa viuda andaluza,
124
pesar de la falta de las dificultades:
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
dejaba ver los encantos de sus graciosas formas y de sus
torneados y flexibles miembros. Su andar era firme y delicado;
sus ojos, negros y llenos de fuego; y la coquetería de su porte, y
los variados adornos de su persona indicaban que estaba acostumbrada a que la admirasen (p. 40).
Podemos deducir varios aspectos que parecen al autor destacables en la
figura femenina y hacen de ésta en el contexto de Andalucía alguien único
y genuino, distinto del resto y colmado de características especiales. Así, a
la belleza y el porte especial se unen otros factores como la consciencia de
su belleza y la función específica que tiene de servir para que los
observadores la admiren. No obstante, y como vemos en este caso específico de la joven y bella viuda, el peso de la tradición resulta un lastre
irrenunciable y la ata a condicionantes de los que no puede deshacerse.
Esta descripción específica nos sirve de marco referencia para entender la importancia de la mujer en Irving, ocupando ésta un espacio central
de su literatura y en consonancia con el paisaje en el que se sitúa. Por otro
lado, sirve de contraste con la imagen parcial, analítica y reducida que nos
ofrece Richard Ford. Y es que la finalidad de ambos, aunque pueda presumirse de ser similar, difiere. Irving, tal y como apuntábamos, se recrea en
universos literarios que aportan datos de interés al lector, y reflejan su
experiencia de viajero en Andalucía. Pero en su afán por presentar
escenarios literarios en los que recrearse, no niega la época en la que se
inscribe su producción y la influencia de temas, tópicos y visiones de la
realidad. Por ello nos presenta auténticamente diversas facetas de la
mujer, esto es, mil caras femeninas en sus cuentos. Todas hacen gala de
ese pasado orientalista de raíz árabe que parece presente todavía en la
desarrollo de los acontecimientos literarios en cada momento.
Página
la hora de la verdad, dependiendo del relato, el tema específico o el
125
mujer granadina del XIX. Pero algunas facetas se realzan más que otras a
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
Quizá el cuento que lleva por título “El peregrino de amor”, cuyo
protagonista es el príncipe mítico Ahmed Al Kamel, sea el de temática romántica más destacada. Así, el príncipe busca el amor. Pero éste resulta
una utopía sin límites porque no está totalmente idealizado. El amor
platónico romántico, encarnado en la mujer, y de una belleza sin límites
que cautiva y hasta hace perder la razón, se representa en un cuadro,
cuya protagonista es la “musa” que despierta los sentimientos más profundos en el corazón del joven noble. Es ilusión que no llegará a hacerse
realidad. Pero al mismo tiempo es realidad porque condiciona la vida del
ya atormentado príncipe. Referido a la mujer andaluza en general nos
puede pensar en el simbolismo aplicado a dos realidades. De un lado, la
mujer en sí, inalcanzable y algo idealizada para los ojos del observador
anglosajón, que queda maravillado, pero que sabe que nunca podrá formar
parte de este entresijo de múltiples elementos culturales y étnicos que
suponen para él el sur de España. Por otro, hemos de interpretar este hecho también desde la distancia que existe entre el recuerdo de la mujer
árabe que pobló Andalucía en épocas pasadas, de la que sólo queda un
leve reducto que nada tiene que ver con la gloria del Medievo, y de ahí que
aparezca en un lienzo evocador en siglos anteriores. Y en integración con el
paisaje hemos de ver también su relación, de pertenencia o de analogía. El
paisaje, agreste y hermoso, seduce con su belleza natural. Es único y bajo
los atuendos de sus elementos diversos esconde encantos que están aún
por descubrir. No obstante, en la actualidad, y debido a la falta de valoración por parte de sus propios “naturales”, ha quedado reducido a un
esquema de lo que fue.
Otra de las múltiples facetas de la mujer que nos describe Irving es
cristiano que manifiesta sus herencias del pasado árabe:
Página
cuenta de ello, aunque en este caso, situada ya la historia en un contexto
126
la referida a su carácter pasional. La “Leyenda del legado del moro” nos da
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Y gritaba y lloraba la mujer, y se destrozaba las manos, y, desgarrándose el pecho exclamaba: ¡Cuán desgraciada soy! ¿Qué va
a ser de mí? ¡Mi casa robada y saqueada por alguaciles y
escribanos! (p. 178).
Como decíamos en páginas anteriores, uno de los rasgos atribuidos tradicionalmente a la mujer, prototipo y tópico muy extendido, era el de su
carácter pasional y expresivo. En este caso se pone en relieve de forma
muy precisa y acertada, añadiéndole además ese tono de misterio que se
atribuye a los espacios de Andalucía, donde cualquier rincón puede estar
lleno de sorpresas y cambiar radicalmente la vida de sus habitantes. Tal es
el caso de los protagonistas de este cuento, y en especial, de la mujer, que
verá cambiada su vida por el curso de los acontecimientos y sin haberlo
buscado directamente. En el fondo, el “legado” del que se nos habla también posee una gran carga simbólica. Así, el tesoro encontrado no es otro
sino toda la riqueza cultural que los árabes regalaron a Andalucía con su
estancia en ella durante varios siglos, y que se manifiesta en sus ciudades,
gentes, tradiciones y cultura en general. Y de esta tradición de influencias
tampoco escapa por supuesto la mujer.
La admiración de Irving por la mujer no conoce límites. De esta
forma, cualquier espacio es propicio y lícito para encontrar una mujer y
llevar un análisis exhaustivo de sus características. Pero ésta es también
víctima de las circunstancias en las que vive y por ello lleva el autor se
compadece de su suerte. Existen múltiples rasgos culturales casi
inverosímiles para el autor a los que éste no es capaz de hacer frente con
objetividad y que vienen a sacrificar todo el encanto que tiene el marco
noté varias circunstancias que me despertaron una gran
simpatía por la suerte de la tierna joven que iba a ser
enterrada viva en una tumba. Me cercioré a mi satisfacción
Página
Vi la procesión de una novicia que iba a tomar el hábito, y
127
geográfico-cultural de la “Andalucía profunda”:
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
de que la joven era hermosa, y que a juzgar por la palidez de
sus mejillas, era una víctima más bien que profesa
voluntaria. Un hombre alto y de fruncido ceño iba junto a la
novicia en la procesión; era sin duda el tiránico padre, que
por fanatismo o sórdida avaricia le había compelido a este
sacrificio (p. 84).
Irving concibe en los entresijos de Andalucía un determinismo inevitable
que marca la vida de sus habitantes y los conduce, en ocasiones, sin
desearlo, a destinos no elegidos pero a los que no se podrá renunciar bajo
ningún pretexto. Es el caso de la bella religiosa, avocada a un mundo de
encierro del que no podrá huir, y que ahogará una juventud a favor de los
intereses paternos, presentados en este caso por el viajero, en clave de
egoísmo y apología personal. En realidad la visión subjetiva del americano
se encuentra latente y patente al mismo tiempo, como signo inequívoco de
una incipiente sociedad capitalista de mentalidad positivista que hunde
sus raíces en valores muy divergentes de los que él mismo observa en sus
viajes por esta región. Pero no que de verdad nos interesa en este contexto
es ver cómo el personaje femenino está integrado en el paisaje, formando
un todo absoluto al modo de mosaico de piezas que se apoyan entre sí. El
escenario del Albaizín granadino sirve de contexto urbano-natural para el
desarrollo de algunas pequeñas historias. Junto a la Alhambra y el
Generalife, supone en espacio de la ciudad que conjuga todos los aspectos
más destacados de la visión romántica de este lugar: pasado árabe
reflejado en calles y edificios, jardines y fuentes, las montañas de fondo, y
la gran fortaleza nazarí de fondo, observadora eterna de todo lo que
Por último hemos de ver una última perspectiva femenina que
Irving contempla con gran acierto y decisión. Se trata del perfil de las
“grandes mujeres” que han estado alrededor de la Alhambra. Primeramen-
Página
la ciudad y su entorno.
128
acontece y punto estratégico desde el que se llega a todos los rincones de
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te, y al margen de todas las consideraciones, hemos de tener en cuenta el
papel de Ayxa, la madre de Boabdil, mítica y recordada por las palabras
crudas que lanzó a su hijo tras la pérdida de la ciudad en 1492, pero que
en este caso es alabada por su valor y por la relevancia de su actuación en
el contexto de la historia de la región:
Ayxa la Horra, la virtuosa madre de Boabdil, que había sido en
otro tiempo adorada favorita de aquel tirano, fue también blanco
de sus sospechas. La encerró con su hijo en la Torre de Comares,
y hubiera sacrificado en su furia a Boabdil si su madre no le
hubiera descolgado de la torre cierta noche, valiéndose de su
ceñidor y de los de sus esclavas, con lo que quedó en condiciones
de huir a Guadix (p. 79).
Frente a prejuicios que pudieran derivarse de estereotipos marcados
contra la presencia árabe en la Península, en este caso, en relación con la
mujer y su influencia en el desarrollo de la historia, Irving realza el valor,
la decisión y la defensa de la honorabilidad por parte de Ayxa, situándola
en un status al que otras no podrán llegar, incluida su “rival”, esto es,
Isabel la Católica, a quien también menciona, y que en cierta medida
supone la contrapartida de valores respecto de la “reina mora”. De todo
esto podemos deducir el interés y la visión particular del viajero americano
respecto a la cultura española-andaluza y sobre qué aspectos pone más
interés para resaltar e incluso celebrar. Así, y aunque se realce que los
paisajes urbanos y naturales de Andalucía, incluyendo en ellos todo lo que
atañe a sus gentes, cultura y tradiciones, y conciba éstos como el cúmulo
de circunstancias que se han dado lugar en esta región convirtiéndola en
idiosincrasia. La actualidad no pasa, al igual que ocurría en Ford, quien
también hace mención directa a este periodo y al papel de la Reina
Página
que parece poner más en relieve todo lo grande y magnífico de su
129
lo que es en la actualidad, no obstante, el pasado árabe quizá es el factor
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
Católica en la historia de Andalucía, sino por una decadencia que esconde
glorias pasadas y se abre a un futuro incierto. La puesta en relieve de la
famosa leyenda amarilla (Noya, 2002, pp. 45,46 ,57) parece forjarse de
forma decidida y casi definitiva en las proyecciones que se hacen de la
región andaluza por parte de los viajeros románticos.
Conclusiones
Muchos viajeros románticos contribuyeron, como ya hemos mencionado, a
crear una imagen de Andalucía llena de prototipos y algunos prejuicios.
Ésta contribuyó a algunas circunstancias de interés. En primer lugar, a
crear visión de esta región, en ocasiones, olvidada y relegada a un segundo
plano en el contexto de lugares de interés europeos. En segundo lugar
conllevaron una cierta generalización de España por la puesta en relieve de
algunos aspectos parciales que no hacían sino contribuir a un inevitable
reduccionismo. Pero es indudable que por generaciones las “paginas”
redactadas por estos viajeros y escritores decimonónicos fueron el único
referente para conocer las costumbres, historias y tradiciones de nuestro
país.
El paisaje, observado desde una óptica de estupor y al mismo
tiempo, desde marcados filtros románticos que no contribuyeron sino a
potenciar algunos prototipos ya traídos por los viajeros, se tornó en la
realidad más inmediata para comprender, valorar e incluso amar la
realidad andaluza. Y es que la búsqueda de pequeños paraísos orientales,
como marcos propicios para la escritura o para la proyección de una
realidad ya esperada, sirvió de excusa para la recreación y alimentación de
ideas ya presentes en el pensamiento de los viajeros. No obstante hemos
propios ojos supera con creces todas sus expectativas. De todos modos
también se encuentran decepciones en las posturas analíticas de los
Página
“crónicas” que ponen de manifiesto que la Andalucía que han viso con sus
130
de poner en relieve las notas de novedad que éstos incluyen en sus
Revista destiempos n° 28 I Enero- Febrero 2011 I Publicación bimestral I
escritores. Algunas vienen a alimentar las pequeñas heridas históricas que
se derivan de las posturas antagónicas existentes entre los países de
origen y el nuestro. Otras, quizá nacen de la incomprensión de algunas
costumbres y tradiciones por el abismo cultural que se alza entre una
orilla y otra del Atlántico.
Las proyecciones que ofrecen ambos viajeros resultan bastante
divergentes. Irving “litera” sus imágenes de Andalucía. Compone breves
relatos que ensalzan las glorias pasadas de los antiguos moradores de la
región, marcando la diferencia entre lo que aconteció en épocas pasadas y
la decadencia del momento actual. Ford también distingue la brecha
abierta ante él por lo que la historia relata y lo que él encuentra. Pero se
aleja de su coetáneo americano por tratar de plasmar una crónica de viajes
en sentido literal que no hace sino presentar datos objetivos que puedan
ayudar a un posible viajero extranjero en la región. La presentación del
paisaje en ambos, por tanto, difiere sobremanera. Ford trata de
“fotografiar” lo que ve, si bien no renuncia a juicios y opiniones. Irving se
deja seducir por los distintos paisajes rurales y urbanos, y tras la
impresión que éstos le causan, proyecta imágenes con cierto lirismo y aire
de misterio.
Respecto a la mujer, ambos consideran el tema y lo integran dentro
de la realidad paisajística a la que hacen mención. Pero mientras que Ford,
en su tendencia marca objetiva, trata el tema como uno más, sin recrearse
en ella, y sin darle más importancia de la que desea, Irving lo convierte en
un tema central y elemento de cohesión para la comprensión del paisaje,
cultura y tradiciones.
La perspectiva de ambos autores servirá para comprender muchas
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que acapararán no sólo el siglo XIX, sino gran parte del XX.
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de las ideas que se difundirán sobre nuestro país en épocas posteriores y
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