140 disponible en http://www.neumologia-pediatrica.cl Infección por Mycoplasma pneumoniae María de los Angeles Paul(1), Cristián García B(2,3), Luis Vega-Briceño(2) (1) Interna, Escuela de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Departamento de Pediatría(2) y Radiología(3). Escuela de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Resumen La infección por Mycoplasma pneumoniae es causa frecuente de infecciones respiratorias agudas en niños, siendo responsable de hasta 40% de las neumonías adquiridas en la comunidad (NAC). El grupo de mayor riesgo son los escolares, sin embargo también lo constituyen los menores de 5 años. Si bien las manifestaciones clínicas son inespecíficas, los síntomas más frecuentes son fiebre, tos, compromiso del estado general y cefalea. El diagnóstico se puede establecer determinando niveles de IgM en fase aguda, aunque recientemente se ha sugerido el rol de la reacción de polimerasa en cadena para efectos clínicos, permitiendo aumentar la sensibilidad diagnóstica. Las alteraciones de laboratorio son inespecíficas y no permiten distinguir la infección por M. pneumoniae de la producida por otros microorganismos. Los hallazgos radiológicos pueden sugerir el diagnóstico, destacando la presencia de infiltrados pulmonares focales, de predominio intersticial. El cuadro clínico tiende a ser benigno y autolimitado, aunque en ocasiones puede producir neumonía fulminante o manifestaciones extrapulmonares con compromiso neurológico, dermatológico, hematológico, cardiaco, renal y osteoarticular. El tratamiento antibiótico ha demostrado que disminuye la morbilidad asociada a NAC, acorta la duración de síntomas y disminuye la frecuencia de episodios de sibilancias recurrentes; sin embargo no ha demostrado disminuir el riesgo de contagio o transmisión a otras personas. Palabras Claves: Mycoplasma pneumoniae, infección, epidemiología, niños. INTRODUCCIÓN Las infecciones respiratorias son una causa importante de morbimortalidad en población pediátrica; se estima que en el mundo mueren alrededor de 2 millones de niños al año por esta causa(1). En nuestro país, la neumonía adquirida en la comunidad (NAC) representa la segunda causa de hospitalización en niños, y se estima que la mortalidad varía entre 0,5 y 4 x 1000 recién nacidos vivos(2). Si bien los virus son la etiología más frecuente de NAC en niños, algunas bacterias como Streptococcus pneumoniae(3) son agentes muy frecuentes en algunos grupos etarios. Desde principios del siglo XX se han descrito cuadros de NAC denominadas “neumonías atípicas”, donde el cuadro clínico se diferencia significativamente del producido por bacterias como S. pneumoniae(4). En 1944, se describió por primera vez la existencia de un microorganismo, conocido durante años con el nombre de “agente Eaton” (en honor quien lo aisló por primera vez), que era capaz de producir cuadros de neumonias atípicas en humanos(5). Casi dos décadas después, se determinó que este agente correspondía a una bacteria de la familia de los Mycoplasmas siendo denominado posteriormente como Mycoplasma pneumoniae(6). Correspondencia: Luis E. Vega-Briceño. Pediatra Broncopulmonar. Departamento de Pediatría. Pontificia Universidad Católica de Chile. Teléfono: 354 37 67 Email: [email protected] ISSN 0718-3321 Actualmente, la infección por M. pneumoniae es causa frecuente de infecciones respiratorias en niños(7); sin embargo, en nuestro medio existe poca información en relación a esta infección. El objetivo de esta revisión es brindar algunos conceptos generales de la epidemiología, microbiología, cuadro clínico, diagnóstico, complicaciones y tratamiento de la infección por M. pneumoniae en niños. EPIDEMIOLOGÍA La infección por M. pneumoniae afecta tanto a niños como adultos en forma endémica sin grandes variaciones estacionales. Sin embargo, la proporción de casos aumenta significativamente durante el verano en países con clima templado, debido a una menor incidencia de otros patógenos respiratorios y este ha sido denominado periodo ventana(8). Diversos investigadores han descrito brotes epidémicos aproximadamente cada cuatro años(9) preferentemente en verano e inicios de otoño(10-12). En Estados Unidos y Europa, M. pneumoniae fue responsable de hasta el 40% de las NAC en niños (13-15) y del 18% de las NAC que requirieron hospitalización(7,16). En otras regiones del mundo, las cifras parecen ser similares: En Asia se han reportado hasta 44% de NA C causadas por M. pneumoniae en niños japoneses(17,18), mientras que en África las cifras alcanzan hasta 34% de las NAC en niños(19,20). Estudios latinoamericanos revelaron una prevalencia de infección por M. pneumoniae de 15% en niños argentinos NEUMOLOGIA PEDIATRICA 141 Infección por Mycoplasma pneumoniae Tabla 1.- Síntomas asociados a infección por M. pneumoniae Porcentaje de pacientes Síntomas Stevens et al (32) Tos Rinorrea Principi et al * (33) Principi et al ** (33) John et al (34) Esposito et al (35) 90 64.7 98 60.4 44.4 59 *** 14.5 7.4 86.2 81.4 31 Othman et al (36) Shenoy et al (37) 34.2 22.7 100 Fiebre 59 CEG/ Letargia 86 85.2 43.4 90.1 Vómitos 39 42.1 Dolor abdominal o 34 4.5 torácico Cefalea 32 Rash cutáneo 20 4.5 Disnea 36.8 Diarrea 15.8 Odinofagia 4.5 13.6 *pacientes con NAC; **pacientes con bronquitis; ***rinorrea y/o odinofagia; CEG: compromiso del estado general. hospitalizados por NAC(21) y 7% en niños panameños con NAC ambulatoria(22) . En Chile, no se conoce la prevalencia de esta infección; sin embargo, un estudio realizado en nuestro medio(23), que investigó la presencia de M. pneumoniae en secreción faríngea de 185 niños asintomáticos, reveló un 2% de portación faríngea. MICROBIOLOGÍA Los Mycoplasmas son los organismos autoreplicativos más pequeños descritos por el hombre(24). Existen 16 especies de Mycoplasma reconocidas como patógenos humanos, siendo M. pneumoniae el más estudiado(7). El M. pneumoniae carece de pared celular por lo que no tiñe con la tinción de Gram, y no responde a tratamiento con ß-lactámicos(25). Se transmite a través de gotitas de aerosol, y tiene un periodo de incubación aproximado de 2 a 3 semanas(8). Una vez inoculado, causa deterioro estructural y funcional de cilios y del epitelio respiratorio, lo que se traduce en sus manifestaciones clínicas(24). CUADRO CLÍNICO La infección por M. pneumoniae afecta de manera similar a hombres y mujeres(8) y clásicamente se ha descrito como infrecuente en menores de 5 años, siendo el grupo de mayor riesgo los niños escolares entre 5 y 15 años(2,26,27) y disminuye considerablemente en la adolescencia y edad adulta(8). En años recientes se ha reportado un aumento de la infección en niños menores de 5 años(13,14,17,28), lo que podría deberse a una mayor asistencia a salas cuna y jardines infantiles en este grupo etario con respecto a años anteriores(7). La infección por M. pneumoniae puede ser asintomática en hasta 20% de los casos, o puede afectar la vía aérea superior y/o inferior(7). L as manifestaciones clínicas se desarrollan gradualmente, en un período de varios días, inicialmente con síntomas de la vía aérea superior, como odinofagia y/o disfonía, que luego progresan a la vía aérea inferior, agregándose tos(9). El cuadro clínico se acompaña de cefalea, malestar general y fiebre, manifestándose más frecuentemente como cuadros tipo faringitis y/o bronquitis(29,30). En menos del 10% de los casos el cuadro evoluciona a una NAC(26). En general, las manifestaciones clínicas son inespecíficas y no permiten distinguir la infección por M. pneumoniae de la producida por otros agentes etiológicos, incluso virales(31). L a sintomatología puede persistir por semanas o meses(7,9). La tabla 1 resume los síntomas más frecuentes en varios estudios. John y colaboradores(34) describió como cuadro sospechoso de infección por M. pneumoniae aquella con más de una semana caracterizada por tos seca persistente, fiebre baja (menor a 38,5° C) o ausencia de fiebre, asociado a cefalea o mialgias, siendo la rinorrea y/o congestión nasal infrecuentes. Según Waites y colaboradores(7) , los síntomas más frecuentes en la infección por M. pneumoniae son fiebre, tos, compromiso del estado general, cefalea y odinofagia. A su vez, pero con menor frecuencia: presencia de calofríos, disfonía, otalgia, coriza, diarrea, nauseas, vómitos, dolor torácico, rash cutáneo y conjuntivitis. La tos se describe como inicialmente seca que luego presenta expectoración escasa(9) . Braun y colaboradores(38) describieron la infección por M. pneumoniae como “influenza-like”, y sugirieron sospecharla en pacientes con tos con expectoración, fiebre, cefalea y mialgias. Con respecto al examen físico, se han descrito la presencia de crépitos, roncus y/o sibilancias espiratorias(7). En la tabla 2 se observa lo descrito en varios estudios. Las manifestaciones clínicas varían según la edad del paciente(8). Se ha descrito que en menores de 5 años habitualmente predominan síntomas respiratorios altos y sibilancias, aumentando la prevalencia de NAC en el grupo entre 5 y 15 años(9,28,32). Por ultimo, es importante mencionar que M. pneumoniae tiene un conocido rol como gatillante de exacerbaciones de asma tanto en niños como adultos(39,40). 142 Paul MA et al. Tabla 2.- Signos al examen físico asociados a infección por M. pneumoniae Porcentaje de pacientes Signos Stevens et al (32) Taquipnea Crépitos 59 Sibilancia Roncus 32 Principi et al * (33) Principi et al ** (33) 14.5 18.5 John et al (34) Esposito et al (35) Othman et al (36) Shenoy et al (37) 11.7 55.3 18 84.6 77.7 62 88.2 72.4 40.9 12.9 11.1 19 14.7 35.5 9 11.2 66.6 17 27.3 *pacientes con NAC; **pacientes con bronquitis. DIAGNÓSTICO Para la detección de M. pneumoniae existen múltiples métodos. El cultivo se puede realizar a partir de muestras de secreción faríngea, pero es difícil de realizar debido a los altos requerimientos nutritivos del M. pneumoniae(41) . Su sensibilidad no supera el 60%, pero tiene la ventaja de ser 100% específico(8). El tiempo de incubación depende en gran parte del inóculo inicial y varía entre 4 días a varias semanas(41). El valor del cultivo radica en su utilidad para estudiar las características biológicas del M. pneumoniae y para determinar la susceptibilidad antimicrobiana(25), pero desde un punto de vista clínico, el cultivo es de poco valor, por lo que no se recomienda como método diagnóstico de rutina(9). El método más utilizado actualmente para el diagnóstico de infección por M. pneumoniae en pediatría es la serología(23). La aparición de aglutininas frías es la primera respuesta humoral al M. pneumoniae; tienen la ventaja de ser fáciles de detectar, pero el inconveniente de elevarse sólo en 50-60% de los pacientes con una infección aguda(41). Por otro lado, las aglutininas frías pueden elevarse en otras condiciones, tanto infecciosas como no infecciosas, por lo que no se considera confiable para el diagnóstico de infección por M. pneumoniae(7). Durante años se consideró la detección de anticuerpos mediante técnica de fijación de complemento como el gold standard para la detección de M. pneumoniae, pero actualmente se privilegia el uso de fluorescencia indirecta o inmunoanálisis ligado a enzima debido a su mayor sensibilidad y especificidad(8). La IgM aparece a los 7-9 días de iniciada la infección, presentando un peak a la 4-6 semanas y luego inicia su descenso a partir de los 4-6 meses(26) . Clásicamente se ha considerado diagnóstico un aumento de cuatro veces del título de IgM entre muestras de suero en fase aguda y en fase de convalecencia(9), pero se ha visto que en población pediátrica basta un único título positivo en etapa aguda para hacer el diagnóstico(42). La sensibilidad de la detección de IgM varía entre 42-67% para la muestra en fase aguda y entre 75-100% para las muestras de fase aguda y crónica combinadas; la especificidad varía entre 92-98% y 89-98%, respectivamente(43). La gran desventaja de la serología en el diagnóstico de M. pneumoniae radica en que depende de la indemnidad del sistema inmune para la producción de anticuerpos detectables, y además debido a que una vez producidos, éstos demoran en desaparecer, a veces no permite distinguir una infección aguda de una reciente(8). Debido a esto, la utilización de PCR esta cobrando cada vez más importancia, por ser rápida, sensible y específica para la detección de M. pneumoniae(29,44,45) . En un estudio reciente de Souliou y colaboradores(43) se comparó el uso de PCR con serología y cultivo en muestras de secreción faríngea de 75 niños con infecciones respiratorias; la sensibilidad de la PCR para detectar M. pneumoniae fue de 75% con una especificidad de 96,8%. Es importante recordar que se ha descrito la presencia de M. pneumoniae en secreción faríngea de individuos sanos asintomáticos (tanto niños como adultos), lo que resta valor desde un punto de vista clínico al uso de PCR(23,46). Al combinar el uso de PCR con detección de IgM en fase aguda la sensibilidad aumentó a 100%, por lo que cuando ambos exámenes son positivos el diagnóstico de infección por M. pneumoniae es definitivo(43). Souliou sugiere que cuando sólo uno de estos exámenes es positivo, estaría indicado iniciar tratamiento antibiótico que cubra M. pneumoniae; en este caso, el diagnóstico definitivo estará dado finalmente por la detección de IgM en fase de convalecencia. LABORATORIO Y RADIOGRAFÍA Las alteraciones de laboratorio en la infección por M. pneumoniae son inespecíficas, y no permiten distinguirla de la producida por otros microorganismos(47). Hasta un tercio de los casos pueden presentar leucocitosis(26,32) , generalmente asociado a elevación de la VHS(29). Se ha descrito un aumento leve de transaminasas hepáticas en adultos(48), pero lo habitual es que los exámenes de laboratorio generales no presenten alteraciones(7). En el Gram de expectoración puede haber mononucleares o neutrófilos y flora habitual(27,34). En relación a la radiografía de tórax, algunos investigadores sostienen que los hallazgos pueden ser muy variados(25,27) y no permiten distinguirla de NAC por otras etiologías(32,49). Clásicamente se describió la presencia de infiltrados reticulares difusos, siendo infrecuentes los focos de condensación(9,27) y los derrames pleurales significativos(26,29). Predomina el compromiso de lóbulos inferiores(29,50), y hasta 20% de los casos pueden mostrar compromiso bilateral(8,9). En la Tabla 3 se observa la descripción de la radiografía de tórax de varias series; en algunas destaca una alta frecuencia de condensación y derrame pleural, contrario a lo recientemente expuesto. No es infrecuente que exista discordancia entre los hallazgos radiológicos y la clínica(7,27). Las alteraciones en la radiografía de tórax pueden persistir por semanas(9). 143 Infección por Mycoplasma pneumoniae Tabla 3.- Radiografía de tórax en pacientes con NAC asociada a M. pneumoniae Porcentaje de pacientes Alteraciones radiológicas Normal Patrón reticular focal Patrón intersticial difuso John et al (34) Esposito et al (35) 5 Othman et al (36) Shenoy et al (37) Reittner et al ***(50) 2.8 31.8 11 52*/10** 7 30.5 Condensación 33 27.9*/7.4** Engrosamiento broncovascular 12 4.4 Derrame pleural 17 5.9 Adenopatías 7 Atelectasias 29 16.7 4.5 8.3 4.5 1.4 Hiperrinsuflación 14.7 Infiltrado retículo-nodular 39.7 Opqacidades lineales 60.3 86 18 7 10 16.7 10 Nódulos 50 Opacidades bilaterales 22.9 Opacidades perihiliares 18.2 4.5 *compromiso unilateral; **compromiso bilateral; ***incluye pacientes pediátricos y adultos. En la experiencia personal -no tabulada- de uno de los autores (CG), la gran mayoría de los pacientes presenta sombras focales de predominio intersticial, con compromiso variable del espacio alveolar (Figuras 1, 2 y 3). Estas sombras comprometen en orden de frecuencia una o ambas bases pulmonares (lóbulos inferiores, lóbulo medio derecho, segmento lingular del lóbulo superior izquierdo) o un lóbulo superior y pueden presentar más de un foco. Si bien pueden contener áreas de compromiso alveolar, nunca tienden a confluir de la manera que lo hacen las neumonías bacterianas. De la misma manera, en una neumopatía focal sin un componente intersticial es baja la posibilidad de una infección por Mycoplasma pneumoniae. En este mismo sentido, si la neumopatía es intersticial, pero no focal, sino más bien bilateral, A simétrica y de predominio central, debe considerarse el diagnóstico de una infección viral. Es frecuente que la neumopatía por Mycoplasma se acompañe de un componente atelectásico, pero nunca como un factor predominante (Figura 1). También puede existir derrame pleural, pero este derrame es siempre de muy pequeña cuantía. Toda vez que se observe un derrame pleural de moderada o mayor cuantía, no debería considerarse la posibilidad de infección por Mycoplasma pneumoniae y debe plantearse el diagnóstico de una infección bacteriana. Creemos que la radiografía de tórax y el cuadro clínico son muchas veces suficientes para sospechar el diagnóstico de infección por Mycoplasma pneumoniae e instaurar tratamiento antibiótico específico. Otras formas de presentación radiológica B Figura 1.- Radiografía de tórax AP (a) y lateral (b), muestran sombras parcialmente confluentes en los lóbulos superior y medio derechos (flechas), con un componente atelectásico. 144 Paul MA et al. A B Figura 2.- Radiografía de tórax AP (a) y lateral (b), muestran sombras de predominio intersticial, con algunas áreas de compromiso alveolar, en ambos lóbulos inferiores y en el lóbulo medio derecho (flechas). son mucho menos frecuentes. En pacientes inmunodeprimidos pueden verse formas más agresivas, con compromiso pulmonar bilateral y a veces difuso. COMPLICACIONES El cuadro clínico de la infección por M. pneumoniae tiende a ser benigna y autolimitada(25,51). En la mayoría de los casos sólo requiere manejo ambulatorio(8); se estima, que del total de NAC causadas por M. pneumoniae el 2-4% requerirá hospitalización(52). A pesar de esto, en algunas ocasiones puede producir una neumonia fulminante con compromiso pulmonar severo(53,54) . Se han descrito casos de neumatocele, absceso pulmonar, bronquiectasias, fibrosis intersticial crónica y sindrome de distress respiratorio(25). En niños, se han descrito hasta 37% de alteraciones en tomografía computada luego de 1-2,2 años de haber presentado una NAC por M. pneumoniae(55), destacando alteraciones de la perfusión A pulmonar , atrapamiento aéreo y bronquiectasias. Por otro lado, se han descrito alteraciones en la capacidad de difusión pulmonar en niños 6 meses después de una NAC por M. pneumoniae(56) . En adultos, se describe hasta 11% de necesidad de ventilación mecánica convencional asociado a neumonía graves por M. pneumoniae(8) con una mortalidad asociada de 3-5%(53). No existen datos respecto a la mortalidad en niños con NAC por M. pneumoniae, pero ha habido reportes de muertes en pacientes con encefalitis secundaria a M. pneumoniae(57) . En niños, el riesgo de presentar una enfermedad severa aumenta en casos de infecciones concomitantes, inmunosupresión, anemia de células falciformes, sindrome de Down y disfunción cardiopulmonar(7,9). Por otro lado, M. pneumoniae puede producir manifestaciones extrapulmonares hasta en un cuarto de los casos, con complicaciones neurológicas, dermatológicas, hematológicas, cardiacas, renales y osteoarticulares(26,58); pueden estar precedidas por una infección respiratoria o pueden coexistir B Figura 3.- Radiografía de tórax AP (a) y lateral (b), muestran sombras parcialmente confluentes en los lóbulos superior y medio derechos (flechas), con un componente atelectásico. 145 Infección por Mycoplasma pneumoniae con ella(8) o incluso pueden ocurrir en ausencia de enfermedad respiratoria(59,60). L as complicaciones varían ampliamente en su severidad; en pacientes ambulatorios las manifestaciones más comunes son rash cutáneo y artralgias (estas últimas hasta 40% de los casos(26) ); en cambio, manifestaciones más severas en pacientes hospitalizados incluyen meningoencefalitis, anemia hemolítica y carditis(27). Las manifestaciones dermatológicas pueden presentarse en hasta 25% de los casos(7) y generalmente aparecen luego de 1-2 semanas de iniciados los síntomas respiratorios(26). Estas comprenden diversos exantemas, eritema multiforme y síndrome de Stevens-Johnson(29,59,61), éste último se asocia a infección por M. pneumoniae en hasta 1-5% de los casos(9). L as manifestaciones neurológicas se pueden observar hasta en 6-7% de los casos(7) ; estas comprenden meningoencefalitis, mielitis transversa, meningitis aséptica, ataxia cerebelosa, parálisis de Bell, sordera, síndrome troncoencefálico, encefalitis desmielinizante aguda y síndrome de Guillain-Barré(29,60,62). L as complicaciones neurológicas habitualmente aparecen a los 14 días de iniciados los síntomas respiratorios, pero en hasta 20% de los casos no hay compromiso pulmonar previo(26,60) . En general las complicaciones hematológicas, gastrointestinales y cardíacas son poco frecuentes; se han descrito casos de hemólisis, trombocitopenia, hepatitis leve, pancreatitis, gastropatía hipertrófica perdedora de proteínas, miocarditis, pericarditis y arritmias(29). TRATAMIENTO La infección por M. pneumoniae es muchas veces autolimitada(25,51); sin tratamiento la fiebre, cefalea y compromiso del estado general se resuelven en aproximadamente 10 días, con persistencia de tos, que se resuelve más lentamente(9). A pesar de esto, un tratamiento adecuado disminuye la morbilidad por NAC, acorta la duración de los síntomas y disminuye la frecuencia de episodios de sibilancias recurrentes(25) . Además, el inicio temprano del tratamiento disminuye el riesgo de alteraciones posteriores de la capacidad de difusión pulmonar(56). A pesar de esto, el tratamiento antibiótico no disminuye el riesgo de contagio a otras personas ya que se ha documentado persistencia de transmisión a contactos familiares de pacientes con infección por M. pneumoniae a pesar de haber recibido un tratamiento antibiótico adecuado(52). Debido a que no posee pared celular, el M. pneumoniae no responde a tratamiento con ß-lactámicos(29,31); tampoco son efectivas las sulfonamidas, el trimetoprim o la rifampicina(8). El M. pneumoniae es susceptible a antibióticos que interfieren con la síntesis de proteínas o ADN, como tetraciclinas, macrólidos y quinolonas(7,29). De estos últimos, sólo pueden utilizarse macrólidos en forma segura en niños, debido a los posibles efectos adversos asociados al uso de tetraciclinas y quinolonas en niños pequeños(25,31). Los macrólidos producen mejoría clínica, radiológica y erradicación microbiológica del M .pneumoniae(14,33,63); se prefiere el uso de macrólidos nuevos, como claritromicina y azitromicina, por sobre la eritromicina, debido a que son más fáciles de administrar y a su mejor tolerancia(7,9). Se ha descrito resistencia in vitro del M. pneumoniae a macrólidos(64,65). Un estudio reciente evaluó la relevancia clínica de esta resistencia(66), y demostró que pacientes con M. pneumoniae resistente tratados con macrólidos presentaban tres días más de fiebre en comparación con aquellos tratados con otros antibióticos, a pesar de esto, la severidad de la infección fue similar en ambos grupos; no se evaluaron otros parámetros clínicos. En la actualidad no se recomienda el estudio de susceptibilidad antimicrobiana en la práctica clínica(8). En una revisión reciente de la Colaboración Cochrane, los autores concluyen que por el momento existe evidencia insuficiente respecto al tratamiento antibiótico de elección en infecciones respiratorias bajas por M. pneumoniae en niños; sugieren que el tratamiento debe ser individualizado según el contexto clínico del paciente y según los efectos adversos asociados al uso de antibióticos(67). L a recomendación actual de la Academia Americana de Pediatría(30) es el uso de macrólidos como tratamiento de primera línea en la NAC por M. pneumoniae en niños menores de 8 años, se puede utilizar eritromicina (20-50 mg/kg/día por 10-14 días), claritromicina (15 mg/kg/día por 7 días) o azitromicina (10 mg/kg por un día, seguido de 5 mg/kg/día completando un total de 5 días)(7). En niños mayores de 8 años, podrían utilizarse además tetraciclina o doxiciclina(30). Con respecto al uso de tratamiento antibiótico profiláctico en casos de epidemias por M. pneumoniae en ambientes cerrados, existen estudios que demuestran que el uso de azitromicina profiláctica disminuye la tasa de transmisión y la aparición de síntomas(68,69). A pesar de esto, el autor de uno de ellos, sugiere que al decidir el uso de tratamiento profiláctico deben considerarse también otros factores, como el costo involucrado, los posibles efectos adversos al tratamiento, la severidad de la enfermedad en la población en cuestión y el riesgo de desarrollo de resistencia antimicrobiana(69). CONCLUSIONES En conclusión, la infección por M. pneumoniae produce manifestaciones inespecíficas y variables de un caso a otro, a veces difíciles de distinguir de otras infecciones respiratorias, incluso virales. La epidemiología y el cuadro clínico observada en años recientes presenta cambios con respecto a lo descrito clásicamente. Una descripción adecuada del cuadro clínico permite conocer los signos y síntomas más frecuentes de presentación, lo que lleva a un mayor índice de sospecha, permitiendo un inicio precoz del tratamiento antibiótico específico, acortando así la duración de la enfermedad y disminuyendo el riesgo de sus complicaciones. Ante la sospecha clínica, la radiografía de tórax puede ser de mucha utilidad diagnóstica. REFERENCIAS 1. 2. WILLIAMS B, GOUWS E, BOSCHI-PINTO C, BRYCE J, DYE C. Estimates of world wide distribution of child deaths from acute respiratory infections. Lancet Infect Dis 2002; 2: 25–32. Consenso nacional pediátrico en neumonias adquiridas en la comunidad. Rev Chil Enf Respir 1999; 15:107-36 146 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. KLIG J. Current challenges in lower respiratory infections in children. Curr Opin Pediatr 2004; 16: 107–12. 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