Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1854)

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Ensayo sobre la desigualdad
de las razas humanas (1854)
Conde de Gobineau. Editorial Apolo, Barcelona, 1937
¿Hay entre las razas humanas diferencias de valor intrínseco realmente serias
y es posible apreciar estas diferencias? [...]
(*) un negro de la costa occidental de África (...) recuerda involuntariamente la
estructura del simio (*). Vienen luego las tribus cuyo aspecto halaga menos
todavía que el del negro congoleño el amor propio de la humanidad. Tiene la
Oceanía el mérito particular de proporcionar los ejemplares más degradados,
más abyectos, más repugnantes de esos seres miserables, formados, al
parecer, para servir de transición entre el hombre y el bruto puro y simple. [...]
He observado ya que, de todos los grupos humanos, los que pertenecen a las
naciones europeas y a su descendencia son los más bellos. (...)
¿Poseen todos los hombres, en idéntico grado, el poder ilimitado de progresar
intelectualmente? Dicho en otras palabras, ¿poseen las diferentes razas
humanas la facultad de igualarse unas a otras? Esta cuestión es, en el fondo,
la de la perfectibilidad indefinida de la especie y de la igualdad de las razas
entre sí. Sobre ambos puntos contesto negativamente.
(*) el Europeo no puede aspirar a civilizar al negro y que no logró transmitir al
mulato más que una parte de sus aptitudes; que ese mulato, a su vez, unido a
la sangre de los blancos, no creará tampoco individuos perfectamente aptos
para emprender algo más que una cultura mestiza de un grado más avanzado
hacia las ideas de la raza blanca, me siento autorizado a establecer la
desigualdad de las inteligencias entre las diferentes razas.
La raza blanca poseía originariamente el monopolio de la belleza, de la
inteligencia y de la fuerza. A raíz de sus uniones con las otras variedades,
aparecieron mestizos bellos pero carentes de vigor, fuertes pero desprovistos
de inteligencia, y si inteligentes sumamente feos y débiles. (...) Esto nos
demuestra que toda civilización proviene de la raza blanca, que ninguna puede
existir sin el concurso de esta raza, que una sociedad no es grande ni brillante
sino en el grado que conserva al noble grupo que la creara, y en que este
mismo grupo pertenece a la rama más ilustre de la especie.
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