Muere Provenzano, el “capo” que cambió a la Cosa

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LATERCERA Jueves 14 de julio de 2016
Mundo
[MAFIA] Bernardo Provenzano fue el
jefe de la mafia siciliana. Astuto y
sanguinario, era un hombre a la
antigua: comía ricota y ensalada en su
Corleone natal, pero era implacable.
Por Franco Nicastro (Ansa)
Muere
Provenzano, el
“capo” que cambió
a la Cosa Nostra
L
a mañana del 11 de
abril de 2006 las
fuerzas de seguridad italianas dieron
un duro golpe a la
Cosa Nostra: en una
casa de campo de
Corleone lograron arrestar a Bernardo Provenzano, “capo” de la
mafia siciliana quien falleció ayer
a los 83 años de edad. El arresto
marcó no sólo una derrota para el
crimen organizado sino también
la captura de un hombre que estaba prófugo de la justicia desde
hacía 43 años. De hecho, el fantasma de Provenzano se materializó ese día tras casi medio siglo de búsquedas.
Provenzano tenía en ese momento el aspecto de un hombre
anciano, casi desvalido: una imagen completamente diferente a la
del “capo” astuto y sanguinario
cuyo rastro la policía italiana siguió a lo largo de décadas. Un
hombre a la antigua, que hacía
una vida espartana y que comía
RR Carteles de Bernardo Provenzano en Bagheria, en una imagen de 2005. FOTO: AFP
ricota y ensalada en su Corleone
natal, pero que dentro de Cosa
Nostra tenía la fama de ser un
jefe implacable y con la habilidad
suficiente para seguir estando
prófugo.
Como buen “padrino”, Provenzano sospechaba de todo y de
todos. Pedía a sus amigos hablar
en voz baja y controlar si los lugares donde estaba había micrófonos o cámaras escondidas.
También transmitía sus órdenes con breves mensajes escritos
en papelitos: los célebres “pizzini” preparados con una máquina
de escribir con lenguaje codificado y un italiano primitivo, pero
muy expresivo. Esas hojitas explican lo que era su mundo: algo
que uno de los mafiosos arrepentidos, Angelo Siino, describió a la
justicia como un “sistema” de
empresas, licitaciones, negocios,
dinero reciclado a través de los
canales de la economía legal.
Provenzano logró escalar dentro
del “holding Cosa Nostra” a par-
tir del influyente grupo mafioso
de Corleone y a través de amigos
de infancia, como por ejemplo
Totó Riina, el “capo de los capos”, y Luciano Liggio. Fue el
mismo Liggio quien lo definió
como a un hombre que disparaba “como un Dios”, pero que tenía “el cerebro de una gallina”,
razón por la cual nunca faltó a las
operaciones más sangrientas.
Este fue el camino utilizado por
Provenzano para llegar, paso a
paso, al vértice de Cosa Nostra.
Por años fue de hecho el “número dos” detrás de Totó Riina.
“Riina y Provenzano son la misma cosa”, se afirmaba en los ambiente mafiosos, aunque la verdad es que la visión que los dos
Como buen “padrino”
mafioso, Provenzano
sospechaba de todo y de
todos. Pedía a sus amigos
hablar en voz baja.
“capos” tenían sobre como administrar la Cosa Nostra fue muy
diferente: impulsivo y sin tapujos
el de Riina, reflexivo y más riguroso el de Provenzano.
Provenzano puso en evidencia
su enfoque “moderado” tras el
arresto de “don Totó”, el 15 de
enero del 1993. Ese fue el momento más duro para la Cosa Nostra, después del contraataque impulsado por el Estado italiano de
la mano de las investigaciones de
los dos fiscales símbolo de la lucha a la mafia, Giovanni Falcone
y Paolo Borsellino, ambos asesinados por sicarios en 1992.
Esos homicidios y otros ataques pasaron a la historia como la
“ofensiva de las masacres” con
los que el crimen organizado siciliano reaccionó a su vez a la
contraofensiva del Estado.
Con el tiempo, Provenzano fue
corrigiendo esta estrategia: en
otras palabras hizo cesar el fuego mafioso y puso fin a los ataques. Impulsó una estrategia que
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no apuntaba al corazón del Estado, sino a dos objetivos.
Por una parte, permitió que la
Cosa Nostra volviese a sus negocios tradicionales y por la otra
abrió una “negociación” con el
Estado incluso al costo de “entregar” a Riina: las interceptaciones
de la policía demuestran las sospechas que “il capo di tutti i capi”
tenía de Provenzano.
De una u otra manera, con Provenzano al frente, la mafia cambió de rumbo: su fuerza militar
pasó a segundo plano y abrió las
puertas en cambio a profesionales insospechables y a sectores
de la política, hecho que permitió así suculentos negocios en
áreas como obras públicas y la
salud. Tras ser capturado, Provenzano se presentó a la justicia
como un anciano que había perdido la memoria: y en efecto en
los últimos años fue perdiendo
no sólo su poder dentro de la mafia sino también su fuerza física
y mental.b
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