¿Soy agradecido con Dios?

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¿Soy agradecido con
Dios?
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da
la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Así que, hermanos míos amados,
estad firmes y constantes, creciendo en la obra
del Señor siempre, sabiendo que vuestro
trabajo en el Señor
no es en vano.”
1 Corintios 15:57-58
Es una interacción común entre padres e hijos. Los padres, indicándoles con un ligero
empujoncito, les susurran a sus niños, “¿Cómo se dice?” Las dos veces que más comúnmente
sucede esto, es cuando los padres están intentando enseñar a su hijo a decir … “¡POR
FAVOR!” y “¡GRACIAS!” En la vida diaria, el decir “por favor” y “gracias” es aprendido bajo el
cuidadoso tutelaje de los padres dedicados a enseñar a sus hijos el respeto, los modales y la
etiqueta. ¿Han notado que el respeto, los modales y la etiqueta han experimentado una seria
decadencia en nuestra cultura? ¿Existe una decadencia similar dentro de la iglesia de
Jesucristo, en cuanto al respeto, los modales y la etiqueta, cuando se trata de nuestra relación
con Dios?
En nuestras vidas espirituales el agradecimiento y la gratitud son atributos adquiridos y
aprendidos. Éstos no surgen naturalmente. No nos sentimos inclinados a decir, “Gracias,”
porque nuestra antigua naturaleza promueve el egoísmo y el egocentrismo.
En la Biblia, el agradecimiento y la gratitud están bajo el paraguas del SIEMPRE. Combinado
con el siempre gozosos, y orando siempre, tenemos una tríada de mandatos que, cuando se
siguen, promueven nuestro crecimiento espiritual (ver 1 Tesalonicenses 5:1618). Humanamente hablando, esta es una meta imposible de alcanzar. Ese “siempre” no
puede ni podrá ser logrado en esta vida. Por esto, hay una tendencia a encontrar alguna forma
de concluir que “siempre” no significa realmente “siempre.” Bueno, “siempre” no significa
“siempre.” Por lo tanto, dos cosas son ciertas. Primero, la meta ha sido establecida para
nosotros por el Señor. Segundo, todos nosotros necesitamos crecer en nuestra participación
en gozarnos, orar y dar gracias.
En realidad las tres – gozo, oración y gratitud – están interrelacionadas y son
interdependientes. Aquí nos concentraremos en una: ¡DAD GRACIAS SIEMPRE!
Mientras que el tema de dar gracias, orar y regocijarse aparece cientos de veces en la Biblia,
consideraremos cuatro de las veces en que Pablo usa la frase: ¡Gracias a Dios! Necesitamos
tomar esta gran frase del Evangelio – Gracias sean dadas a Dios - como el fundamento
mismo para el agradecimiento que debe estar creciendo en abundancia y profundidad de
expresión. Cuando esto ocurra, descubriremos que es posible ser agradecidos en todas las
circunstancias.
Rescatados de la Esclavitud del Pecado – ¡Gracias a Dios!
“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser
siervos de la justicia.” (Romanos 6:17-18)
Habiendo nacido con una naturaleza caída, una naturaleza de pecado, nos volvemos expertos
en el arte de pecar. El pecado es todo lo que no alcanza los perfectos estándares de
Dios. Puede ser un pensamiento, una actitud, una palabra o una acción. No somos capaces
de evitar el pecado. Esta es una perfecta ilustración de la muy limitada naturaleza de cualquier
libre albedrío que pudiéramos poseer. Nadie, jamás, ni nadie alguna vez, ejercerá su libre
albedrío y se mantendrá sin pecar. Esto significa que tenemos un problema que no podemos
resolver – nuestro problema de pecar. La Biblia llama a esto ser “esclavos del pecado.” Sin
embargo, las Buenas Nuevas, el Evangelio, es que Dios ha resuelto ese problema por nosotros,
a través de Jesucristo. Él nos rescató de nuestra esclavitud del pecado, haciéndonos esclavos
de la justicia. Gracias sean dadas a Dios…. ya no somos esclavos del pecado. En vez de ello,
Él nos ha hecho esclavos de la justicia.
Resucitados de los Muertos – ¡Gracias a Dios!
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por
Jesucristo Señor nuestro.” (Romanos 7:24-25a).
No solo éramos esclavos del pecado, sino que estábamos muertos en nuestros
pecados. Espiritualmente muertos. Eternamente muertos. Merecidamente muertos. Los
muertos no pueden hacer nada, a menos que, y hasta que ellos sean revividos. Eso es
exactamente lo que tuvo lugar a través del Evangelio de Jesucristo. Nosotros,
estando muertos, fuimos resucitados en Cristo. Somos liberados de este cuerpo de
muerte. Gracias sean dadas a Dios…. hemos resucitado de los muertos. Tenemos vida, vida
abundante, y lo más grandioso de todo, ¡la vida eterna!
Él Nos ha Dado un Don Inefable - ¡Gracias a Dios!
“… a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a Dios por su don
inefable! (2 Corintios 9:14b-15).
La palabra “inefable” es traducida en la versión D.H.H. como “¡.. tan grande, que no tenemos
palabras para expresarlo!” Este inexplicable, inexpresable e indescriptible regalo, es
la“superabundante gracia de Dios en vosotros.” La gracia es verdaderamente un regalo que
nunca deja de producir. La gracia es la palabra que mejor expresa la relación entre un Dios
santo y perfecto, y una humanidad pecadora. La gracia nos enseña que todas y cada una de
las bendiciones que provienen del Señor, son inmerecidas. La gracia es un regalo. Pablo la
etiqueta como la “superabundante gracia.”
Todo comienza con la gracia salvadora. Esta gracia salvadora es vertida en nuestras vidas al
momento en que confiamos únicamente en Jesucristo para nuestra salvación. “Porque por
gracia sois salvos….” (Efesios 2:8a). Este es un don inefable.
Continua momento a momento en nuestras vidas con la gracia fortalecedora. “… esfuérzate en
la gracia que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 2:1). En cuanto a nosotros, somos débiles y
frágiles. Pero afortunadamente, la superabundante gracia de Dios es vertida en nuestras vidas
constantemente como nuestra fuente de fortaleza espiritual. Es por lo que Pablo declara
audazmente que él podía hacer todas las cosas a través de Cristo que lo fortalecía (ver
Filipenses 4:13).
Sin embargo, la gracia, siempre está ligada a Jesucristo. Por tanto, no es aventurado afirmar
que el inefable don de la gracia de Dios es Jesucristo. “La gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con vosotros.” es la forma en que Pablo termina su carta a los Tesalonicenses. (1
Tesalonicenses 5:28) ¡Gracias a Dios,… Él nos ha dado un don inefable!
Tenemos la Victoria a Través de Nuestro Señor Jesucristo – ¡Gracias a Dios!
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:57-58).
Estos son los dos últimos versos del glorioso capítulo de Pablo sobre la resurrección. La
resurrección es la victoria espiritual que ha sido obtenida para nosotros y aplicada a nosotros a
través de la resurrección de Jesucristo con Su victoria sobre el pecado y la muerte.
Pablo concluye sus mensajes sobre este importante tema con una aplicación a la vida. Esta
muy práctica aplicación a la vida, es para todos los seguidores de Cristo, de todos los tiempos,
en todos los lugares y en todas las situaciones de la vida. La victoria de Cristo nos hace ser
constantes, firmes y fructíferos en la obra del Señor. Nuestras vidas pueden hacer una
diferencia. Nuestra misión es una misión eterna. Nuestra obra por el Señor es fortalecida a
través de la victoria de Cristo y nuestro creciente y profundo agradecimiento. Estos versos
llevan la acción de gracias más allá de las palabras que expresemos para la vida que vivimos
para el Señor. Esta es una vida de gratitud a nuestro grandioso Dios y nuestro Señor
Jesucristo. ¡Gracias a Dios – tenemos la victoria a través de nuestro Señor Jesucristo!
Todas las cuatro declaraciones de “gracias a Dios” trascienden las limitaciones humanas,
terrenales o temporales. Todas estas permanecen vigentes, independientemente del conjunto
de circunstancias en que nos encontremos. Sin importar al situación que estés viviendo ahora,
sin importar cuán difíciles puedan ser las cosas, sin importar el nivel de dolor físico o emocional
que puedas estar experimentando, sin importar cuánto desees que las cosas fueran diferentes
en tu vida, hay cuatro certezas espirituales que son el fundamento de tu continuo y creciente
agradecimiento al Señor.
Rescatados de la Esclavitud del Pecado – ¡Gracias a Dios!
Resucitados de los Muertos – ¡Gracias a Dios!
Él Nos ha Dado un Don Inefable - ¡Gracias a Dios!
Tenemos la Victoria a Través de Nuestro Señor Jesucristo – ¡Gracias a Dios!
Esta es una sencilla alabanza con un magnífico mensaje: gratis
¡Gracias Señor, por salvar mi alma,
Gracias Señor, por haberme renovado
Gracias Señor, por haberme dado
Tu gran salvación tan rica y gratuita!
Gracias Señor, por cargar con mi pecado,
Gracias Señor, por vivir en mí,
Gracias Señor, por haberme libertado,
Ahora vivo mi vida con agradecimiento a Ti.
© 1940 New Spring, S&B Sykes. Verso adicional por James F. Engle, 2011
Pastor Jim Engle
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