TEMA Dar posada al peregrino CITA BIBLICA SUGERIDA Levítico 19:33-34 Cuando un forastero resida junto a ti, en vuestra tierra, no le molestéis. Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo; pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahveh, vuestro Dios Citas Bíblicas sobre la Hospitalidad y Dar posada al peregrino: Hebreos 13:2: 2 ; 1 Pedro 4:9: 9; Mateo 25:34-46: 34 ;Levítico 19:34: 34;Colosenses 3:23-24: Lucas 14:12-14: Hechos 28:2: 2; Efesios 6:7: 7; 1 Timoteo 5:10: 10; Lucas 10:25-37: 1 Timoteo 3:2: 2 :Marcos 9:41: 41: Isaías 58:7: 7 , 2 Reyes 4:8-17: 3 Juan 1:5-8: 5:Génesis 19:1-38: Levítico 19:10: Job 31:32: Lucas 10:38-42: Génesis 18:1-8: 18: Mateo 10:40-42: Levítico 19:33: 33; Mateo 25:40: 40 :Gálatas 5:13: 13: Éxodo 23:9: Lucas 19:1-10: 1 Reyes 17:10-24 1.- ORACIÓN INICIAL Padre misericordioso del cielo, nos ponemos en tus mano, somos peregrinos en este mundo. Dígnate protegernos constantemente, así como acompañaste a tu pueblo Israel en la travesía del desierto hacia la Tierra Prometida. Que experimentemos que eres en verdad un –Dios con nosotros-, un compañero de viaje. Sea tu Espíritu Santo el que nos guíe por los caminos del bien y nos ayude a prepararnos espiritualmente para visitar el Santuario de tu Hijo. Cuida y protege a todos los que están lejos de su hogar. Que encuentren un corazón bueno y generoso que los acoja con misericordia y amor. Acompaña a todos los que trabajan con los migrantes y desplazados. Inflámalos en tu amor. María, Madre de los peregrinos, ven con nosotros al caminar. Amén 2.- INTRODUCCIÓN. Todos somos peregrinos en este mundo, y vamos golpeando en las puertas de los santos y de los ángeles para que nos vayan dando ayuda y alojamiento mientras vamos de camino por la vida. Pues así como nos gusta que ellos nos abran y nos den todo lo necesario para seguir en la senda de la vida, así también debemos saber abrir nuestra casa al hombre cansado y que nos pide un lugar para dormir o descansar y tomar fuerzas. Como dice el Apóstol: “Muchos, sin saberlo, han dado alojamiento a ángeles”. Se puede decir que en estos tiempos hay tanta maldad que los peregrinos tal vez sean ladrones o asesinos encubiertos. Puede ser. Pero no quedará sin recompensa el que les hayamos abierto nuestra morada, y si nos roban o nos matan, seremos mártires del amor y Dios nos coronará en el Cielo como a verdaderos mártires. Pero, además, debemos confiar en Dios que nos sabrá defender de los malvados. ¿O no creemos en el poder de Dios que, en un momento puede poner multitud de ángeles para defendernos, si fuera necesario? El posadero de Belén no quiso dar posada a la Sagrada Familia y se quedó en la oscuridad. Porque se cerró al prójimo, se cerró a Dios. ¡Qué diferente habría sido para él si les hubiera conseguido un lugar a José y a María! ¡Que no nos pase algo similar a nosotros por cerrarle las puertas al peregrino, en quien debemos ver SIEMPRE a Jesús. En este tema veremos lo grandioso que es dar posada al peregrino pues todos nosotros también somos peregrinos en este mundo en el que Dios mismo nos ha alojado. 3.- DESARROLLO DEL TEMA. A. VER. En 1996 estuve en Acatlán de Juárez, Jalisco. Era apenas un joven sacerdote recién llegado a ese nuevo destino. Había hospedado en mi casa a una familia amigos mios de un pueblo vecino. Ya teníamos tres años de conocernos y no era la primera vez que me visitaban y les habría las puertas. Pero en la noche de aquel viernes 4 de octubre sería una noche especial pues recibimos también la visita de Jesús en la persona de un migrante salvadoreño. Después de misa de 8 de la noche lo encontré en la plaza del pueblo, arapiento, mal oliente, de cara ruda, cuerpo fornido pero lleno de miedo. Solo me pedía dos cosas: poder hacer una llamada a su familia y unas botas. Había salido, como muchos, a perseguir el sueño americano sin ningún resultado favorable. Por el contrario había sido golpeado y maltratado por las autoridades mexicanas desde la frontera norte y hasta Guadalajara. Había caminado mucho y sus pies estaban agrietados, sangrando y con los dedos deformados. Fuimos a la caseta telefónica, hizo su llamada pero solo pudo dejar un mensaje en el que anunciaba a su familia que estaba bien y que ya iba de regreso. Les dijo que en dos días se volverían a ver. Se notaba que no sabía lo lejos que estaba de su hogar. Luego le ofrecí algo de cenar y aceptó mi invitación. La familia que me acompañaba estaba extrañada de mi ingenuidad pues no conocía al hombre viajero y le estaba abriendo las puertas de mi casa, le había ofrecido de cenar y hasta la posibilidad de pasar la noche. En efecto, yo no sabía lo que hacía porque cuando se requiere la ayuda, uno no piensa, simplemente lo hace. Resulta que Humberto, mi huésped, era militar. Había asesinado a varias personas en su país, lo habían cesado del servicio y estaba persiguiendo el sueño americano para mantener a su esposa y dos pequeñitas. Con lágrimas en los ojos agradecía enormemente mi hospitalidad. Esa noche nadie pudo dormir: él por los molestos mosquitos de su habitación y nosotros por el miedo y la inseguridad que nos daba aquel viajero. Al dia siguiente lo acompañé a la central de autobuses de la ciudad. Le compré un boleto a la capital y le di mi bendición y mis zapatos para que pudiera continuar su largo peregrinar hacia su hogar, al lado de los suyos. Y tú, ¿Qué hubieras hecho en mi lugar? (Pbro. Román González Sandoval) B. JUZGAR. El hombre en su vida experimenta el ser huésped en este mundo, y al mismo tiempo, el ser extranjero en esta Tierra. Esta doble perspectiva le ayuda a vivir con actitud de peregrino y a practicar la virtud de la hospitalidad. La Iglesia, de cara a esta realidad, nos invita a “dar posada a los peregrinos”. Ésta es una obra de misericordia corporal por la cual la caridad se manifiesta concretamente en hospitalidad. El cristiano, como peregrino físico y espiritual, está llamado a vivir una hospitalidad física y espiritual. La peregrinación física siempre ha existido. Desde los inicios del cristianismo ha brotado un deseo de visitar aquellos lugares donde vivió Jesucristo. Sin embargo, el motivo más profundo de estos viajes era el imitar al Cristo, quien fue peregrino desde su infancia y durante su apostolado, pues iba de ciudad en ciudad predicando el Evangelio hospedándose con personas generosas. El Evangelio de san Lucas, considerado el “Evangelio de la misericordia”, narra diversos episodios con personas que recibieron al Jesús peregrino. Así, vemos el encuentro con Zaqueo: “Baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa. Este se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador” (cf. Lc 19-5-7). También contemplamos el episodio con Marta y María, hermanas de su amigo Lázaro. “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra” (Lc 10, 38-39). Cristo nos enseñó a ser peregrinos y, al mismo tiempo, nos invita a ser buenos anfitriones. Ciertamente en muchas ocasiones no nos será posible peregrinar u hospedar a alguien físicamente. Por ello hay una dimensión espiritual de estas dos realidades. San Agustín decía: “nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. La vida terrena es una peregrinación espiritual hacia la patria eterna porque “nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo” (Flp, 3,20). Para acertar en nuestras acciones cotidianas, siempre nos ayuda recordar esta realidad: estoy de paso por este mundo. A quienes viven con esta actitud de peregrinación espiritual, Cristo les dice “en la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y les tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes” (Jn 14, 2-3). Por ello, el Señor será nuestro gran anfitrión en la eternidad. El Papa Benedicto XVI nos invita a hospedar a Cristo en nuestro corazón y a una nueva peregrinación espiritual al hablar de la Eucaristía. “Queridos amigos, esta no es una historia lejana, de hace mucho tiempo. Es una presencia. Aquí, en la Hostia consagrada, Él está ante nosotros y entre nosotros […] y nos invita a la peregrinación interior que se llama adoración” (Homilía del 20 agosto de 2005). De esta manera, recibir a Cristo en la Comunión y participar en la adoración Eucarística se nos presentan como dos realidades concretas para poder vivir esta peregrinación y hospitalidad espiritual. Al reflexionar sobre la profundidad del “dar posada al peregrino”, nos queda el seguir el ejemplo de Cristo, quien nos exhortó a vivir las obras de misericordia con nuestros hermanos: ¡Vete y haz tú lo mismo! Esta práctica (dar posada) está mandada en la Biblia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y es una da las practicas obligadas en el Medio Oriente. Tanto así que la acción en contra es vista no solo como una descortesía sino como una desobediencia a Dios. Será que en la cultura de Israel era muy común el tener que trasladarse, por lo que es alabada la acción de recibir al caminante, incluso es vista como una bendición de Dios: Abraham que levanta la vista y ve a tres hombres, corre a su encuentro y casi les obliga a detenerse y a recibir sus atenciones (Gn 18, 1-2). En tiempos de Jesús el Edicto de Cesar Augusto obliga a todos a registrarse a sus lugares de origen, a sus lugares de Tribu no de nacimiento; y como José era descendiente de David tenía que trasladarse a Belén, Tierra de Judá, aún en las circunstancias de embarazo por la que pasaba María su esposa. Realmente no deberían tener problemas para encontrar hospedaje y seguramente en la caravana que iban en algún momento pasarían por alguna aldea yendo de Nazaret hacia Belén o incluso pasar la noche a suelo raso. El movimiento humano con motivo del censo sería una práctica obligada y la recepción de viajeros una práctica social y religiosa. Sin embargo, la llegada de muchos ciudadanos a Belén hizo imposible el que fueran hospedados y tuvieron que buscar dónde pasar la noche. Los cristianos también hemos aprendido a vivir la virtud de dar posada y de manera especial a quien peregrina. De hecho, todos los Santuarios que son lugares de peregrinación cuentan con el llamado “Portal del Peregrino” pues quien llegaba a esos centros encontraba un espacio para pasar la noche. Los mismos Conventos eran centros de acogida para los caminantes e incluso encontraban algo de comer y beber para mitigar sus necesidades. La obligación de dar posada en nuestros tiempos y en nuestro México cada día se hace más complicada. Día a día pasan por nuestras ciudades muchos nacionales y extranjeros que buscando llegar a los Estados Unidos, se acercan a pedir alimento y posada. Experiencias negativas hacen que muchos cerremos nuestras puertas; la misma legislación que puede hacer de una obra de misericordia un delito, inhibe esta práctica, los riesgos al robo de arte sacro y de asumir responsabilidades hacen que los templos no puedan servir de albergues además de no contar con instalaciones propias para un fin tan específico como éste. Dar posada al peregrino sigue siendo una de las obras de misericordia pero también uno de los retos de la acción pastoral. Modelos hay varios, como en Oaxaca o ciudades de la frontera norte y sur donde comunidades religiosas están enseñando a los cristianos que aun hoy en día se puede seguir practicando esta obra de misericordia. José y María siguen tocando a nuestras puertas día a día y tal vez por culpa de algunos hemos perdido posibilidades de servicio. Hoy nos ha ganado más el miedo, o la inseguridad que aquella capacidad de servicio. Que no nos pase como a los que vieron pasar a Jesús y María quienes les suplicaban posada y la caridad de un pan, pero que no los reconocieron y solo veían en ellos a unos pobres campesinos venidos de otras tierras y que no tenían ni donde caerse muertos. El romanticismo y lo bello de nuestras posaditas, dista mucho del drama de lo real, de aquellos que necesitan de la caridad de la Iglesia para poder responder como escribe el Papa Benedicto, con una caridad bien organizada y estructurada para dejar atrás el mero asistencialismo y poder ofrecer un servicio de acogida a los migrantes. Formas de dar posada hoy Sin embargo existen formas de atender al peregrino. Durante los días de peregrinaciones, por las fiestas de la Guadalupana, la “romería” a Zapopan, a San Juan de los Lagos, y otras, hay quienes se ofrecen para recibir a los peregrinos, hay parroquias que ofrecen sus salones para el hospedaje, grupos de Iglesia que dan comida e incluso familias que al paso de los peregrinos les ofrecen agua, café, pan o algún servicio que necesiten. La atención al peregrino se amplía a algo más que dar posada sin que esto quite la obligación del hospedaje a quien camina. Y digo quien camina pues el peregrino se entiende como aquel que va con un sentido religioso hacia algún santuario, pero el sentido de la obra de misericordia se refiere a todo aquel que camina, sea de manera legal o incluso de manera ilegal como es el caso de hermanos de centro y Sudamérica que cruzan por nuestro país. Habrá que ver en cada peregrino las figuras de María embarazada, de José yendo de Nazaret hacia Belén y nosotros como aquellos que reciben la petición de ayuda. Podemos sentir compasión como la de Jesús que veía a las multitudes como ovejas sin pastor y se ponía a servirlos. C. ACTUAR. Te proponemos alguna de las siguientes actitudes para trabajar en esta semana: 1.- Detectemos a los viajeros del barrio. ¿conocen a alguien que con frecuencia anda vagando por las calles del barrio? 2.- Procuremos hacer un “banco de ropa” en la casa de alguien para ofrecerle ropa limpia a quienes pasen por el barrio solicitando ayuda. 3.- Consigamos los datos de las casas del migrante de la ciudad para que nuestra ayuda sea más organizada. 4.- ORACION FINAL Podemos hacer juntos el canto a María para que nos acompañe en nuestro peregrinar por este mundo y se intercala el canto entre cada petición. Mientras recorres la vida, Tú nunca solo estás Contigo por el camino Santa María va. Ven con nosotros al caminar Santa María ven (2) 1. Pidamos por tanta gente que no tiene un techo o un hogar, por tantos que por necesidad o por alguna u otra razón se ven obligados a pedir posada, 2. Pidamos por todos los migrantes que dejan su tierra para ir en busca del sueño americano; enfrentando grandes riesgos han dejado su casa y solicitan la caridad cristiana para pasar la noche. 3. Pidamos también por aquellos que no tienen casa propia y mes a mes sufren para poder juntar lo de la renta; por todos aquellos que peregrinan y que con su sola presencia nos recuerdan que existe una obra de misericordia de “dar posada al peregrino”. 4. Pidamos por tantas madres solteras que caminan con sus pequeñitos por las calles pidiendo un taco o una caridad. Que nos recuerde el grande amor que nos mostró nuestro Señor Jesucristo para con los pobres y necesitados y les tendamos la mano. PARROQUIA “EL SEÑOR DE LA MISERICORDIA”