Política aristotélica

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Aristóteles (384−322 a.C) filósofo y científico griego, considerado como uno de los pensadores más
destacados de la antigua filosofía griega y posiblemente el más influyente en el conjunto de toda la filosofía
occidental. Se convirtió en tutor de Alejandro (más tarde Alejandro III el Magno), hijo menor del rey Filipo II.
Aristóteles en el siglo IV a. C., reconocía ya la existencia ya de un zoon politikon (animal político), que se
caracterizaba por sus posibilidades políticas del resto de la especie humana.
Es interesante el poder tener acceso al pensamiento clásico y darse cuenta que a pesar de que nos separan
varios siglos, es un pensamiento que todavía tiene aplicaron y gran influencia en las sociedades actuales, que
aunque complejas no niegan llevar en sus cimientos la estructura de las antiguas sociedades de las que nos
habla este gran filosofo griego; quien concibe al ser político no como resultado de la civilización, sino por el
contrario, un ser que deriva a esta.
• Sabio. Divino y pasional; bestial son para Aristóteles las grandes analogías del hombre político, quien
en su misión terrenal debe estar en constante búsqueda del equilibrio de ambas partes. Y solo aquel
que logra colocarse y posicionarse en la balanza del equilibrio puede llamarse hombre político;
porque a sido capaz de controlar sus grandes deseos por la inclinación hacia la vida voluptuosa, y a
alcanzado un cierto grado de inteligencia que domina sobre la imaginación y mejor aun sobre las
sensaciones.
Aquí es donde encontramos el punto medular del por que de los distintos géneros de vida, el causante de de la
variedad de creencias, usos, costumbres y tradiciones es sencillamente la autoridad, responsable directo de la
vida de los diferentes pueblos.
• La autoridad. Fenómeno humano por excelencia, es una relación entre lo que manda y lo que
obedece, entre lo que gobierno y lo que es gobernado. Hay un autoridad ahí donde lo inferior se
subordina a lo superior; primero en el propio individuo para consigo mismo, después en la relación
que este se sostiene con sus inferiores, sus iguales y sus superiores.
A un hombre con autoridad conviene obedecerlo, y obedecerlo de la manera mas alegre posible; pero a quien
únicamente busca imponerse bajo la apariencia de la autoridad, a ese ni siquiera es aconsejable sufrirlo.
Las pasiones o la vida voluptuosa de los seres humanos, son los factores que corrompen toda autoridad, toda
posibilidad de clasificar en el género activo o eolítico de vida.
Desgraciadamente desde la antigüedad y si nos trasladamos a la época actual en pleno siglo XXI, nos
podemos dar cuenta que es solamente una minoría la que se concentra en la vida activa (sabia), política, de las
grandes masas siempre están ubicadas en el plano de la vida mundana, pasional, guiada y regida por constante
deseo de satisfacer el dolor, de siempre situarse en el marco de la conformidad, comodidad, mediocridad, de
ser depositarios de responsabilidades en los demás, por que no son capaces de gobernarse así mismos y les es
necesario la búsqueda de alguien que represente esa toma de decisiones.
Así es como la vida pasional a través de los años ha venido rigiendo el desarrollo de la historia de la
humanidad, ejemplo de ello lo podemos situar en los grandes pasajes de la antigüedad, por mencionar
algunos, encontramos a Edipo Rey; que no pudiendo frenar la desembocadura de sus pasiones, mata a su
padre y termina casado con su madre; de igual manera podemos citar a otro legendario personaje, como lo es
Cómodo, quien ciego de envidia y deseos de venganza y poder, mata a su padre, mata a Máximo y retiene a su
lado a su hermana; otro ejemplo puede ser el acaecido en Sodoma y Gomorra que llego a tal su degradación
que tuvo que ser destruida.
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Las pasiones destruyen, empobrecen, envejecen al pensamiento y el alma, existe una gran variedad de ellas,
pero en la que podemos enfatizar mas y reconocerla como la madre de todas las demás pasiones es la ira
porque de ella se desprenden los mas drásticos irracionalismos y degradaciones del ser humano, la cólera hace
a los hombres temerarios o cobardes, desvergonzados o tímidos, inconscientes o insensibles, y en general,
seres propensos a adquirir un carácter pasivo antes que activo, pasional antes que político.
El iracundo, con ese modo de habitar el alma, sin posibilidad alguna para llevar una vida de concordia
alimentada por la soledad, busca y desarrolla uso y costumbre acordes, hábitos y disposiciones de alma que le
vuelven posible, al menos en la imaginación, lo que para el es posible de hecho. Ante todo se impone el
imperativo de mimetizar emociones, sentimientos y efectos de los que carece, pues incapaz de albergarlos por
cuenta propia, decide adquirirlos mediante estallidos de cólera, droga en todo semejante al papel que juega la
bebida para el alcohólico.
Es claro entonces que las sensaciones imponen sus propios intereses y afecciones alejándose de las
sensaciones dolorosas buscando como único fin las sensaciones placenteras; por tanto el individuo al no
contar con autogobierno carece de autoridad y se rige por el mando despótico de las sensaciones mas
elementales, toda vez que la persecución de lo que siente placentero y la huida de lo que se siente doloroso le
impone, en toda circunstancia la primacía de su interés sobre los demás.
Es necesario reconocer que el hombre (como alguna ves lo dijera Thomas Hobbes), es el lobo del hombre
Homo homini lupus, pues al situarse en el degradado mundo de las pasiones, se convierte en un ser tirano y
despótico, incapaz de gobernar con la razón, sino únicamente persigue la satisfacción de sus necesidades mas
inmediatas y de sus propios intereses; que para conseguirlo se hace valer del dominio, la fuerza, el control y el
poder, fuentes autenticas de temor y sometimiento.
Trasvolando todo esto a la vida practica de gobierno encontramos las grandes clasificaciones que Aristóteles
llama formas de gobierno que son las encargadas de representar en su momento cada fase del acontecer
histórico de la humanidad.
Hasta el momento lo que el autor de Lecciones de Política (Patricio Marcos), pretende fundamentar la
concepción clásica de la estructura del hombre político, para de ello esclarecer el porque de las diferentes
formas de gobierno.
Nos dice que Aristóteles, nada lejos de la realidad, y una vez conocido la razón de la variedad de los géneros
de vida, de lo que implica cada uno, se permite hacer un estudio sobre la forma en que a consecuencia de la
evolutiva degradación social se va adquiriendo modelos de gobierno.
Comparada con la inteligencia, la primera parte de una sociedad es el rey, semejante a la imaginación, la
segunda parte de las comunidades humanases la clase de los hombres nobles; de manera similar a lo que son
las sensaciones en el alma, la tercera parte de la vida colectiva de los pueblos es la clase de los hombres libres,
clase pasional o esclava.
Sombras de las primeras, las derivadas o posteriores son corrupciones de las partes originales o primeras.
Cuando la vida política de una comunidad se vuelve pasional y pasa del género activo al pasivo, entonces,
frente al rey, la parte primera y mejor, aparece la peor parte de todas, el tirano. En oposición a la clase de los
hombres con nobleza, la segunda parte superior en rango, conocida asimismo como clase aristocrática,
aparece la clase de los ricos. En fin, ante la clase de los hombres libres, la parte inferior entre las primeras y
mejores, surge la clase de los pobres.
Las sociedades gobernadas por las pasrtes originalesson comunidades verdaderas, centradas no en la
imaginaria y el poder sino en la educación. En ellas prevalece la prudencia y la amistad, la honorabilidad y las
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acciones generosas como la libertad y la magnificencia, (la justicia); constituyéndose como verdaderas
sociedades políticas.
En las despóticas imperan las diversas modalidades de la vida pasional o pasiva, los gobernantes solo buscan
su propio beneficio, corrompiendo así la autoridad y la dignidad de la soberanía.
Se entiende por ende que se establece un limite entre soberanía y tiranía, como lo es la justicia apolítica, parte
aguas que distingue a las sociedades gobernadas de las sociedades compuestas por hombres esclavos, no
libres, sujetas a la arbitrariedad de la vida pasional y al desgobierno. Por ello conviene aclarar, que es libre
quien tiene capacidad para pertenecerse llevando una vida independiente, sin obstáculo sobre su cuerpo y
apetitos. Por el contrario será esclavo todo aquel a quien le resulte difícil actuar y pensar por si mismo,
incapaz de vivir sin pertenecer a otro del que reclama mando para sobrevivir, obstaculizando por el dictado de
sus pasiones e impedido por causas exteriores.
Algo que nos puede ejemplificar de manera precisa la existencia de la superioridad de determinadas
sociedades humanas es quizá Alejandro Magno el gran rey macedonio que llevo a la cúspide el imperio
macedonio; donde se refleja la existencia de las grandes virtudes, el honor, la unificación, etc., partes
determinantes para la hegemonía del pueblo de Macedonia.
Caso contrario a la existencia de verdaderas sociedades políticas podemos citar al corrompido nazismo
alemán, tomado de la mano le acompaña el fascismo italiano, la Guerra Fría, etc., por mencionar algunos.
Siendo aquí donde se toca fondo a la interpretación clásica heredada por Aristóteles, presentando a la realeza
como el estado del individuo más excelso, la aristocracia la constitución de los mejores (minoría), y la
república el gobierno de los ciudadanos, palabra sinónima de hombres libres.
Aristóteles se da a la tarea de enumerar detalladamente lo que tan acertadamente para él son las formas de
gobierno.
La primera forma de gobierno es la monarquía o la soberanía que es el mando de una persona: tanto de la
realeza como la tiranía. Esa homonimia de la palabra aconseja reservar el nombre de realeza, gobierno regio o
Estado mayestático a la constitución del hombre mas excelente de una comunidad, y el nombre de tiranía al
desgobierno despótico, la constitución o el falso estado de una persona. En el primer caso se trata de la
autoridad soberana del individuo mas excelso., en el segundo del peor de los desgobiernos posibles, debido a
la corrupción que padece la autoridad soberana en mando supremo o poder despótico a manos del tirano, por
que la corrupción de lo mejor es siempre de lo peor.
Las dos formas de gobierno que asumen los pocos (las oligarquías) son regimenes de calidad en los que es
indispensables discernir el honor de la deshonra, es decir, la verdadera riqueza humana de la falsa. El primero
da por resultado el gobierno el Estado o la constitución noble o aristócrata de los pocos y mejores en virtud
política; en tanto que el segundo es la oligarquía en sentido estricto, el desgobierno de los pocos ricos que
corrompen el honor en simple acumulación de bienes materiales a través de la vergonzante pasión por la
ganancia. Finalmente la república y la democracia son los gobiernos y desgobiernos de los muchos (las
multitudes), si se les compara a los gobiernos de uno o de pocos, no obstante que en el régimen republicano la
mayoría se componga únicamente de la clase de los hombres libres, en tanto que la democracia sea la
muchedumbre integrada por la masa de los pobres. Un ejemplo de ello es que en nuestro país nos representan
500 diputados y 128 senadores, surgidos por elección popular, es una clara semblanza de la degradación y del
desgobierno que no solo impero en la antigüedad sino aun en evocas modernas.
El ciclo político de la realeza se cambia a la realeza de la aristocracia; se muda a la republica; del ultimo de
los gobiernos anteriores republicanos o constitucionales de la tiranía, monarquía, y se revoluciona hacia la
oligarquía, se convierte finalmente a la contraparte de la república.
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Existe pues, una cadena donde cada eslabón esta estrechamente ligado como parte estructural uno del otro,
para poder representar la disolución de uno hacia el otro.
Es así como podemos concluir que en las sociedades despóticas imperan las pasiones, mientras que en las
políticas prevalecen las distintas especies de la vida activa, y es donde los gobernantes ejercen los honores y
cargos políticos (la causa publica), solo en las sociedades políticas se puede hablar de Estado de manera
propia y donde no hay vida política, se tiene un conglomerado de animales mas que una comunidad de seres
humanos como es el reflejo de las comunidades contemporáneas que se ven revestidas por la falta de valores,
la guerra y la globalización.
Gracias al trabajo realizado por Patricio Marcos en Lecciones de Política de la filosofía clásica, es que queda
entendido lo importante que era el aprendizaje, análisis y reflexión para la antigüedad el estudio de la vida
política, donde la delimitante era lo divino (religioso), y aunque ya para la actualidad el fundamento no esta
en lo sagrado, no deja de ser una clara aplicación de lo sustentado por los clásicos.
Sus expresiones son: las creencias, usos, costumbres y tradiciones
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