Pobreza y caridad en los orígenes de la asistencia social

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TEMA 1 MODELOS DE ACCION SOCIAL A TRAVES DE LA HISTORIA
POBREZA Y CARIDAD EN LOS ORIGENES DE LA ASISTENCIA SOCIAL
Concepto de pobreza
Las ideas de falta, necesidad y carencia se encuentran siempre como
fundamento de la noción de pobreza.
Santo Domingo de Guzmán: el pobre es el hombre al que la debilidad de
recursos coloca siempre a merced de todos en la sociedad.
M. Mollat: el pobre aquel que de manera permanente o temporal, se
encuentra en una situación de debilidad, de dependencia, de humillación,
caracterizada por estar privado de los medios, variables según las épocas y
las sociedades, de potencia y de consideración social: dinero, relaciones,
influencia, poder, ciencia, calificación técnica, honorabilidad del nacimiento,
vigor físico, capacidad intelectual, libertad y dignidad personales. Viviendo al
día no tiene ninguna posibilidad de levantarse sin ayuda ajena. Este incluye a
los marginados, de ninguna época ni geografía particular incluye a todos
aquellos que practicaron la pobreza de forma voluntaria de acuerdo a un ideal
ascético.
Maza Zorrilla: frente a la idea relativa de carencia que expresa la pobreza, la
indigencia equivale al estado en el cual las necesidades esenciales, de forma
intermitente, no pueden ser satisfechas, y la miseria es la indigencia
permanente.
Cuando la miseria afecta a un conjunto de individuos, hablamos de
pauperismo.
Pobreza y caridad: la Edad Media
Pobreza estructural o estática puede ser agravada, por situaciones
coyunturales como los ascensos demográficos, las guerras con sus secuelas
de muertes, enfermedades, viudeces y un sinfín de carencias debidas a los
grandes esfuerzos económicos dirigidos a mantener los ejércitos. Dentro de
los factores coyunturales que agravaron la pobreza estructural, las crisis
agrícolas ocasionadas por las malas cosechas, consecuencia de fenómenos
naturales adversas como sequias, etc. trajeron la reducción del grano tanto
para la alimentación como para las posteriores siembras, y la consecuente
subida de precios, elemento que se añadía a la escasez permanente de los
sectores sociales inferiores, a los grupos pauperizables: enfermos, viejos,
huérfanos, viudas.
Geremek, analiza al igual que Mollat el fenómeno en el s. XVI, atribuye a las
crisis agrícolas una especial significación puesto que considera que sus
secuelas constituyeron el principal estímulo para la comprensión y
discernimiento del pauperismo como problema de toda Europa; afirma que, a
partir de esta situación, se llega a una toma de conciencia de los problemas
sociales de dimensiones nuevas.
Las raíces profundas del pauperismo se encuentran en el campo, aunque sus
dramas espectaculares se desarrollan en las ciudades.
Las crisis alimenticias coinciden con una desmesurada aparición de mendigos
en las ciudades más ricas y en las rutas que conducen a ellas, seguidas de
una inacabable secuela de enfermedades ya que el umbral biológico y el de la
miseria interfieren estimulándose mutuamente.
La cuestión de la pobreza se plantea con urgencia en el s. XVI, ésta como
otras realidades históricas en la Edad Moderna es una herencia de la Edad
Media. La pobreza fue un componente del orden feudal, un resultado fe la
estructura social. La doctrina de la caridad que aceptada, discutida o
rechazada, perdurara a lo largo de la historia.
En el mundo europeo medieval, predomina el tradicional sentido cristiano de
la pobreza, el pobre representaba a Cristo necesitado en la tierra. El pobre
cumplía una doble función que legitimaba su presencia en aquella sociedad;
por un lado, representante de Cristo en la tierra, era un pecador elegido para
expiar sus culpas y acceder a la salvación eterna. También procuraba la del
rico, quien podía salvarse ejerciendo el acto de la limosna.
Riqueza y pobreza son en la Edad Media, situaciones complementarias que
cobran sentido en un contexto ideológico que hace percibir el orden existente
natural e inmutable.
Limosna, cumple una función espiritual, la salvación del rico y, también una
función social, una forma primaria de asistencia social derivada de un acto
personal, individual.
Limosna, es un acto individual y espiritual adquirió, una dimensión social. La
Iglesia, como receptora de las donaciones, se convirtió en gestora y
redistribuidora de la riqueza de los cristianos y, en representante de los
intereses de los pobres. Realizo, la tarea de redistribución de bienes sin
alterar el orden social ni las condiciones que generaron la dependencia y la
exclusión. Fue una estrategia de salvación y una justificación de la riqueza en
lo personal y, un medio de preservar la estabilidad del orden social
corrigiendo las desigualdades sociales aunque sin suprimirlas.
La limosna verdadera es, por naturaleza, libre, desinteresada, habitual. En
todas las épocas existió el donativo obligatorio o de acuerdo a las costumbres
sociales del momento como la colecta parroquial, la ofrenda en Cuaresma, la
limosna con motivo de un matrimonio o la impuesta por el confesor. En
muchos casos fue acompañada de ostentación y teatralidad por parte del rico
quien llego a tener sus pobres que actuarían, según las creencias religiosas,
como sus intercesores a la hora de su salvación.
Cavillac: lejos de aparecer como una lacra social, la pobreza era una gracia
divina, permitía que el rico se salvara merced al poder purificador de la
limosna. En la práctica tan necesaria venían a ser los indigentes como los
poderosos. A largo de los siglos medievales, pobreza y riqueza no son
nociones antagónicas, sino complementarias. La caridad asume una función
reguladora ya que gracias a ella se subliman las tensiones del cuerpo de la
república. El pobre y rico, socialmente, conservadora y moralmente,
tranquilizadora para las clases acomodadas, domina toda la literatura cristiana
de los Padres de la Iglesia (San Cipriano, San Ambrosio, San Juan
Crisóstomo y San Agustín)
El punto de referencia en la conformidad de actitudes será la Sagrada
Escritura, el mensaje social del Evangelio, donde se originaran no solo las
ideas acerca de la pobreza y las conductas de ella derivadas sino las
acciones misericordiosas dirigidas a ser solución al problema. Los conceptos
medievales de pobreza y misericordia se enraizaron, en la Biblia.
Se dio la paradoja de considerar al pobre como el verdadero rico ya que,
supuestamente, gozaba de las riquezas espirituales.
La elaboración doctrinal alrededor de la pobreza incluye un elemento
complementario que es el elogio de la misericordia considerada como un
deber general que debían cumplir los ricos, la limosna.
La sentencia, atribuida a San Eligio, Dios debiera haber dado la riqueza a
todos los hombres, pero ha querido que haya pobres para que los ricos
tuvieran la ocasión de redimir sus pecados.
Los pobres ejercitaron la teatralidad. Los mendigos inventaron técnicas para
despertar los sentimientos de los posibles donantes; el cuerpo, jugo un papel
fundamental. Para suscitar piedad expusieron enfermedades, los achaques,
las deformaciones físicas a veces exagerados o inventados, simularon
ceguera o cojera, gimieron mostrando llagas o exhibieron una criatura medio
desnuda alquilada a otro mendigo. Estos fraudes a la caridad pasaron al
refranero y la literatura.
El engaño o la sospecha de engaño acompañaron la profesión de
mendicante.
Esa construcción ideológica lleva a mantener el orden social, se sucedieron
estallidos de violencia en que los pobres reclamaron alimentos, vestidos,
cobijo. Estas rebeliones se intensificaron hacia el final de la Edad Media.
Como consecuencia, el sentimiento de compasión comienza a transformarse
en temor y la actitud de acogida en rechazo.
Organización de la limosna
La Iglesia asumió el papel de mediadora entre los pobres y los ricos. De dos
formas:
destinaba una parte de las rentas eclesiásticas a los pobres
gestionaba la caridad de los laicos que se realizaba, en forma de donaciones
a los monasterios.
Con estas donaciones se crearon las instituciones más importantes de la
Edad Media para la asistencia de los pobres, los hospitales.
Pobres de solemnidad: los desamparados
en razón de edad: los viejos, los niños;
en razón de sexo: las mujeres, sobre todos las viudas;
en razón de salud: los enfermos y los leprosos
La enfermedad se podía convertir en drama tanto para el campesino cuya
cosecha dependía en exclusiva de su trabajo, como para el asalariado.
Pobres vergonzantes: eran aquellos que habiendo poseído bienes lo habían
perdido. Avergonzados de su nueva condición tratan de ocultarla bajo
apariencia de honorabilidad. Estos se esconden, disimulan. Solo es pobre por
su precariedad económica, su mentalidad, en cambio, y sus costumbres
formadas en otra situación social le alejan del mundo de los pobres. Este
sector fue uno de los más atendidos.
Pobres laboriosos: aunque trabajan, su trabajo no les permitía asegurar la
subsistencia; la debilidad de sin recursos o la dependencia frente a un
empleador los colocaba a merced de un accidente personal, la enfermedad o
coyuntural, la catástrofe atmosférica, que los podía situar en los umbrales de
la indigencia o en el inicio de una vida de pobreza.
Grupo de los marginados: no aceptados, constituyen el objeto fundamental
del rechazo de la sociedad. Pequeños robos para cubrir las necesidades
solían ser el comienzo de la marginalidad, del vivir fuera de la ley.
Los hospitales: fueron las instituciones de asistencia social más importante
que se crearon en la Edad Media y tuvieron una destacada presencia de los
siglos posteriores. Fueron los destinatarios por excelencia de la caridad
aunque los hubo de iniciativa laica.
Los pobres fueron casi los únicos clientes e estas instituciones durante
muchos siglos. Estas instituciones ofrecían a los pobres la acogida por la
noche o una hospitalización temporal o duradera. En sus inicios fuero casas
de acogidas as que de asistencia sanitaria, con el transcurso del tiempo
comienza a esbozarse una asistencia médica propiamente dicha.
LA POBREZA COMO PROBLEMA EN LA SOCIEDAD MODERNA. LOS
COMIENZOS DE LA INTERVENCION DE LOS PODERES PUBLICOS EN LA
ASISTENCIA DE LOS POBRES
Los inicios de la Edad Moderna, están marcados por un fuerte incremento de
gentes sin hogar, de pobres y mendigos que se echan a los caminos en busca
de la subsistencia.
La naturaleza estructural de la economía actuó como condicionante
fundamental en la composición de los grupos de pobres. Determinadas
situaciones coyunturales agravaron la situación de la población
económicamente más débil.
Wolf: señala los años de crisis que provocaron una devastadora carestía.
B. Geremek: les atribuye, una especial importancia en la toma de conciencia
del problema de la pobreza.
Dentro de este periodo hay que considerar, el aumento demográfico que
genera una dramática incompatibilidad con los recursos alimenticios
disponibles. Entre el desarrollo demográfico y el económico se produjo un
corte, de manera tal que la dinámica del ascenso del primero esta e
contradicción con el estancamiento del segundo.
Consecuencia primera: el aumento de los precios y el descenso rápido del
nivel de vida que afecta a la población pauperizable.
Consecuencia inmediata: el incremento inusitado de la mendicidad.
El mendigo: figura omnipresente en las ciudades y pueblos europeos.
La doctrina cristiana: por sí sola, con su justificación ideológica de riqueza y
pobreza, no podía mantener a los desheredados al margen de los estallidos
de violencia. Las revueltas ocasionadas por los pobres y su presencia
cuantitativamente cada vez mayor, estimularon un cambio en aquella visión
reverencial de la pobreza.
La pobreza: fue aceptada como camino que conduce a la salvación, la
aceptación no era unánime.
El conocimiento de las minorías puede quedar obstaculizado por las que se
manifiestan mayoritariamente.
En el s. XII la doctrina de la caridad cristiana introduce en la reflexión
teológica una distinción entre dos tipos de pobreza, puede considerarse la
raíz de futuras meditaciones y la base de cambios de actitud que se
producirían con la claridad a partir del s. XVI. Se trata de una reflexión que se
detiene especialmente en la pobreza no elegida, involuntaria.
Se distingue entre dos pauperes cum Lázaro (pobres involuntarios) y los
pauperes cum Pedro (pobres voluntarios).
Se produce en sectores minoritarios, una toma de conciencia sobre la
pobreza como fenómeno social, asimismo, el pobre no es solamente el
instrumento de salvación del rico. Se plantea, la oposición entre la pobreza
idealizada y que corresponde al ámbito del espíritu y la pobreza material
situada en el ámbito de la vida social cuyos aspectos degradantes eran cada
vez más visibles.
En la Edad Media la percepción de la pobreza está fundamentada en las
concepciones de los Padres de la Iglesia, no significa que los sentimientos
que los despertaran fueran siempre favorables. La pobreza como camino de
salvación, esta actitud, aunque mayoritaria, no excluye sentimientos de
rechazo.
s. XIV, la peste, sus víctimas mayoritariamente entre los pobres, no resolvió el
problema demográfico y el pauperismo siguió en aumento y, la
disconformidad, el enojo, se hicieron presentes en los estallidos de violencia
que sucedieron en Europa.
El pobre: comienza a dejar de ser el representante de Cristo en la tierra y se
va transformando a los ojos de la sociedad en un potencial peligro, transmisor
de enfermedades y epidemias.
El surgimiento del primer capitalismo que trae consigo una exigencia de mano
de obra desconocida hasta entonces, influirá para potenciar el cambio en la
percepción del pobre y la pobreza. En esta sociedad la imagen del pobre se
aleja cada vez, as de la del Lázaro del Evangelio para transformarse en un
“no trabajador”.
En los inicios de la modernidad, se produce el auge de la estimación de la
riqueza y el envilecimiento de la pobreza y la repulsa de la condición del
pobre.
La pobreza: no es una estricta cuestión moral, se produce poco a poco una
desacralización del pobre, del pordiosero, que comienza a ser percibido,
dentro del ámbito de la configuración de los valores burgueses, como un ser
dañino para el bien público, con una presencia molesta. Se percibe como el
fenómeno de la pobreza.
Se seguirá utilizando el valor de la pobreza y la exigencia de la limosna como
uno de los medios de lograr la vida eterna, la miseria real de los pobres y su
considerable aumento vinieron a demostrar la ineficiencia del sistema
medieval de la limosna y de la asistencia hospitalaria.
Las reformas de la caridad
La reorganización de las acciones sociales con respecto a los pobres, se
toman en el segundo decenio del s. XVI, se produjeron varias crisis agrícolas
con sus secuelas alimentarias. En esta nueva política social está la
clasificación de los pobres verdaderos y los falsos, clasificación que
corresponde a la transformación del concepto de pobreza, al de antes.
Verdaderos pobres: permanecen en la posibilidad de atención a través de la
limosna
Falsos pobres: la obligación de trabajar y el castigo en caso de resistencia.
Esta extraña mezcla de represión y ayuda caracterizara toda la política social
de la modernidad.
Norte de Europa, las formas del primer capitalismo estaban más
desarrolladas, surgieron las reformas más decididas con respecto al
tratamiento de la pobreza y de los pobres. Consistía en la clasificación de los
pordioseros, para obligar a trabajar a los falsos, restringiendo además la
liberta de limosnear de la que habían gozado los pobres hasta entonces.
Las disposiciones legislativas contienen la prohibición de mendigar en público,
la represión de los vagabundos y la asistencia organizada para los verdaderos
pobres. Famoso ordenamiento de Ipres de 1525. Dicha legislación, surgida en
el ámbito económico y social de esta segunda década, puede considerarse
punto de partida de la nueva política social mediante la cual se reorganiza la
asistencia al pobre. En muchas ciudades quedó a cargo del municipio. A
cargo de los poderes públicos.
La propuesta de J. L. Vives
El humanista español (1492-1540) formulo la necesidad de la secularización
de la asistencia a los menesterosos en su obra SE SUBVENTION
PAUPERUM publicada en 1526 y dedicada al cónsul de la ciudad de brujas
en la que residió la mayor parte de su vida.
Esta obra está dividida en dos libros:
El primero: delibera acerca de la indígena material, espiritual y moral como
una característica del hombre que atribuye al desorden introducido por el
pecado original. Se dirige a los ricos, a quienes reprocha el hecho de
abstenerse de procurar beneficios a los menesterosos ya que entiende que la
vida en sociedad exige la ayuda mutua, buena para todos porque conduce a
la cohesión social. No existe exclusivamente en la sola distribución de dinero,
como piensa el vulgo, sino en toda obra con que se alivia la insuficiencia
humana. Amonesta también a los pobres y les exhorta a conformarse con la
pobreza porque han de considerar que la pobreza se la envía Dios justísimo
por un oculto juicio. Y les indica el deber de dedicarse al trabajo, los que
puedan trabajar no estén ociosos, que eso lo prohíbe San Pablo Discípulo de
Cristo.
El segundo: expone una propuesta de acción social como solución al
problema de la pobreza que supone una reforma con respecto a las acciones
anteriormente llevadas a cabo. Defiende la intervención de los poderes
municipales en la cuestión de la asistencia a los menesterosos de manera
que, Vives responsabiliza a los poderes públicos del arreglo de este
problema. La clave de sistemas e reforma estaba en el trabajo obligatorio
para todo aquel que pudiera trabajar. Estas estrategias debían de ir
precedidas de un control que permitiera distinguir entre pobres verdaderos y
falsos. Vigilar las costumbres de los pobres, habría que actuar orientando a
los pobres si trabajo. La mayoría de los artesanos se quejan de la escasez de
los oficiales. No habría lugar a la limosna que, dejaría de ser lícita ya que los
que no pudiesen trabajar recibirían una ayuda municipal.
Las propuestas, que cada uno como su pan adquirido con su trabajo y que
entre los pobres no hayan ociosos, constituyen los ejes fundamentales de
esta reforma, suponía una ordenación racional de la beneficencia que estaría
a cargo de las autoridades municipales y en la que la caridad indiscreta, libre,
estaría sustituida por el trabajo obligatorio o la ayuda municipal en los casos
extremos.
Vives aspiraba, a moralizar las costumbres de una sociedad obsesionada por
el dinero, pero traducía, el espíritu puritano y laboriosa de una burguesía
mercantil, cuyas empresas no podían desarrollarse sin mano de obra.
Cavillac: Vives fue” el primer tratadista que enjuicio la pobreza en términos
sociólogos poniendo al descubierto los límites de la concepción medieval de
la caridad” en la asistencia de los necesitados.
Los historiadores: hacen hincapié en que el pensamiento de Vives se
expresa una convivencia de la concepción tradicional medieval del pobre, y
una mentalidad moderna que le lleva a plantear la cuestión de la pobreza en
termino muy diferentes a los acostumbrados hasta el momento.
Fue atacado y alabado. Esta obra tuvo gran influencia e inspiro las reformas
de la asistencia social en toda Europa, no solo por sus argumentaciones
teóricas sino por el diseño de estrategias de tratamiento y control de los
mendicantes.
En la primera modernidad la pobreza se desvincula del ámbito de lo sagrado;
ya no es virtud sino defecto que hay que corregir inculcando nuevos hábitos,
fundamentalmente lo del trabajo. Una terapia laboral que transformara al
mendigo en pieza importante de una nueva forma económica, el capitalismo.
Originando en las reformas en la legislación contra el vagabundismo y la
haraganería, se produjo en toda Europa un movimiento generalizando de
internamiento de pobres en instituciones creadas para ese fin.
M. Foucault denomino: el gran encierro,
El encierro de pobres conformo el punto culminante de la secularización que
caracterizo la nueva política de la asistencia social, medidas iniciadas en las
primeras décadas del s. XVI. Origino instituciones diversas en las diferentes
regiones europeas, tienen todos unos fundamentos comunes que permiten
señalar esta política como de ámbito continental. El recogimiento de los
pobres se vio como la mejor medida para solucionar los problemas que
planteaba la indigencia porque proporcionaba los mínimos necesarios de
subsistencia para los necesitados, lo aislaba evitando el contagio de
enfermedades y, al obligar a trabajar, las instituciones de encierro aparecían
como un instrumento de corrección de la vida libertina y ociosa de los
vagabundos. A través del trabajo, los pobres, adquiriendo nuevos hábitos,
podían no solo reeducarse en los valores morales sino reintegrarse en la
sociedad.
El trabajo se convirtió en una forma de socialización. En toda Europa se
crearon instituciones de estas caracterisitcas aunque con las diferencias
provenientes del ámbito geográfico, ecográfico e ideológico y con diversos
nombres.
Geremek: realiza un análisis de estas situaciones bajo el título de prisiones
para lo pobres.
D. Melossi y M. Pavarini; ponen de manifiesto el vínculo entre las
instituciones de encierro y la estructura económica.
El encierro, como la penalidad, es algo más que una forma de castigar al
delincuente, constituyen una manera de habituar a los pobres a la disciplina
de producción. Los grupos humanos generados por el mismo desarrollo
capitalista, serán encerrados y puestos a trabajar. Este trabajo se encamina a
transformar a personas devenidas por las fluctuaciones económicas en
vagabundos, en clase obrera. De estas casas de correcciones derivaría la
cárcel moderna.
La política de encierro y represión no siempre fue aceptada unánimemente, el
sentimiento de compasión ante la pobreza rompió la conformidad.
El problema de la pobreza en España
La primera mitad del siglo XVI es una época de optimismo.
P. Vilar dice: vendiendo en mayor cantidad de las q2uie compraba fuera,
acumulaba realmente. Después vino una época de toma de conciencia en la
que empezaron a resaltar los peligros de un parasitismo colonial, de las alzas
irreversibles de los precio, de las importaciones en constante aumento; son
los decenios que rodean la quiebra de 1557.
Afectada también por las crisis agrícolas la proliferación de mendigos cobro
caracteres alarmantes.
Suceden varias disposiciones legislativas que tienen finalidad
En un primer momento, de limitar el limosneo a un área geográfica
predeterminada impidiendo así el desplazamiento de los mendigos entre unas
ciudades y otras. Estas disposiciones introducen una clasificación de los
pobres en verdaderos y falsos pero respetando el derecho de limosnear,
según la tradicional concepción cristiana católica, sin llegar a establecer, una
represión clara de los falsos.
Las medidas más firmes iban dirigidas a limitar el limosneo al área geográfica
propia del mendigo denominado “su naturaleza” y a proporcionar una
certificación que permitiese mendigar dentro de un territorio acotado.
En 1540 dado el incumplimiento de las disposiciones anteriores, se tomara
una medida más drástica contra la mendicidad según una normativa de
Carlos V que, por primera vez en España, establece la prohibición del
limosneo por cuenta propia obligando a trabajar a los que se encuentren en
condiciones para ello.
Esta norma estimulo la manifestación de dos formas de encarar el problema
de la pobreza y la mendicidad.
Fray Domingo de Soto: teólogo del s. XVI. En su obra deliberación en la
causa de los pobres de 1545 critica la política de control y castigo que se
desprende de la normativa de 1540 desde la consideración de que la libertad
del mendigo es un derecho, suprimirlo suponía no solo privar de
desentenderse de los problemas de los pobres. Critica especialemente la
limitación que establece la norma al prohibir la mendicidad fuera de la
naturaleza del mendigo que traía como consecuencia su expulsión. Establece
la protección del pobre desde la defensa de la libertad para pedir limosna
como derecho sagrado.
Los argumentos defendidos por Robles: a favor de una distinción entre
pobres verdaderos y falsos y en la defensa del valor del trabajo de manera
que el mendigo sano, no sería merecedor de asistencia. Por una política
secularizadora de la asistencia, justifica la suspensión de algunas libertades
en las ordenanzas sobre este tema, en la necesidad de un Estado de mirar
por el bien público. En su obra se percibe una clara distinción, casi una
separación, entre las esferas de la vida religiosa y de la vida civil. Su
argumentación constituye un intento de racionalización de la limosna.
En España predomina la concepción tradicional de la caridad fundamentada
en los argumentos de Domingo de Soto. El concilio de Trento, en el que este
teólogo tuvo una actuación destacada, afirmara esta línea del contexto de la
reafirmación de los dogmas católicos frente a las novedades del
protestantismo. En consecuencia, la normativa que suscito la controversia fue
cayendo en desuso. El pauperismo siguió en aumento a pesar de empeños
caritativos de gran importancia como los de Juna de Dios o Antón Martin.
La cuestión de la mendicidad se transforma en tema de preocupación
reiteradamente expresado en las Cortes de Castilla. Varios proyectos dirigidos
a enmendar la situación.
Miguel Giginta: presento a las Cortes de 1576 un Memorial en el que se
proponían estrategia para remediar la pobreza. Poco tiempo después integro
este escrito en su tratado de remedio de pobres publicado en 1576. Allí
proponía una reforma en la que el trabajo formaba parte básica del
tratamiento asistencial al pobre y de la solución del problema de la
mendicidad. Núcleo fundamental de la reforma eran las casas de Misericordia
destinadas a recoger los mendigos y a reeducarlos mediante una reforma de
carácter profesional. La idea de inculcar hábitos de trabajo es, justamente,
uno de los pilares de la reforma, toda la reorganización de la caridad debe
subordinarse al trabajo productivo y los pobres integran una fuerza de trabajo
que hay que aprovechar para el bien común. De ahí que acepte tambien la
clasificación de los pobres verdaderos y los falsos.
El proyecto de Cristóbal Pérez de Herrera: como protomédico de las galeras
de España recogió una importante experiencia en el mundo de la marginación
di de la delincuencia. Esta experiencia conforma el punto de partida de sus
reflexiones sobre la pobreza, que expondrá en su obra Amparo de pobres
publicada en 1598. Éste se aleja de los planteamientos escatológicos
medievales y da cumplido detalle de los males y peligros que suponen los
pobres para el cuerpo de la república, la pobreza no es virtud sino peligro. Se
vincula a las prerrogativas del Estado moderno.
Pieza fundamental de la reforma es la creación del albergue (institución
destinada al recogimiento nocturno de pobres, durante el día estaban
autorizados a pedir limosna. No se prohibía la mendicidad pero quedaba
controlada. Los pobres falsos estaban obligados a trabajar.
El proyecto de los hospicios para pobres, instituciones principales de
prestación de socorros se establecía una administración dependiente del
ámbito estatal. La problemática de la asistencia social, queda vinculada, al
Estado.
La intervención del estado empieza a dejar de considerarse como una herejía.
LA INTERVENCION ESTATAL: DE LA CARIDAD A LA BENEFICIENCIA
PÚBLICA
En la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del XVII empieza a producirse
un cambio en que respecta a las acciones dirigidas a los pobres.
A partir del s. XVII esta tendencia secularizadora de ira acentuando, en la
segunda mitad de este siglo se constata una gran diversidad de reflexiones
sobre la pobreza y aunque los medios para remediarla sigue siendo objeto de
inquietud, pasara a primer plano la preocupación por comprender el
pauperismo como fenómeno de masas señalar sus causas.
La razón critica enfrentada con la razón dogmática, impulsara la búsqueda
de causas; el ejercicio de la racionalidad pondrá en entre dicho el acatamiento
a la tradición y a la aceptación de la autoridad.
No es raro que se produzca una disminución de las motivaciones religiosas
tanto en las acciones como en el pensamiento. Los ilustrados cuestionaron
las funciones asistenciales de la Iglesia y teorizaron sobre la intervención del
Estado en esta materia.
La consideración del trabajo como terapia contra la pobreza se hace presente
ahora y con más fuerza ya que para estos pensadores la etiología de la
indigencia estaría fuertemente vinculada a la holgazanería, por la limosna
dada de forma indiscriminada a los verdaderos indigentes y a aquellos que,
por sus condiciones físicas, podían trabajar.
La primera y mejor solución que los tratadistas del s. XVIII determinaron para
acabar con el problema del pauperismo fuel el trabajo. La idea del trabajo
como regenerador moral es tema recurrente en la literatura del s. XVIII.
Las casas de trabajo llegaron a convertirse en instrumentos de intimidación
para los pobres dada la dureza de las condiciones de la vida en esos
internados.
Estos cambios conceptuales se reflejan, en una disminución de las acciones
sociales provenientes de las obras individuales, fundamentadas en la ética o
en la religión, lo que vino a constituir un estímulo más para que las acciones
de ayuda pasaran al ámbito de la responsabilidad estatal.
La consideración acerca de la importancia del trabajo como método de lucha
contra la relajación social llevó a considerarlo como una forma de asistencia
social. La obligación del trabajo aparece en las estrategias de política social
en relación con la pobreza, tanto en el s. XVIII como en el s. XIX, como la
forma principal de intervención del Estado en las acciones de socorro a los
pobres. La educación forma parte también de los planes contra la pobreza, se
la considero como una forma de prevenir la miseria y de contribuir al progreso
social. También comienza a encargarse el Estado sobre todo a partir de la
Revolución Francesa.
El movimiento de la filantropía basado en el sentimiento de amor al prójimo
pero sin motivaciones religiosas, desde una posición laica (actitud de
protección)
Las instituciones filantrópicas tuvieron una influencia positiva, ofreciendo
un apoyo real a los necesitados, este apoyo logro la escasos logros en el
contexto del deterioro económico de los s. XVIII y s. XIX. Su carácter
paternalista les llevo a realizar una estrecha vigilancia de sus protegidos y
acompañaron sus acciones de asistencia de una excesiva vigilancia de los
pobres, de su forma de visa y de sus comportamientos, lo que despertó la
desconfianza de los destinatarios de ayuda.
HACIA LA JUSTICIA SOCIAL
Las ideas y realizaciones surgidas del pensamiento ilustrado caracterizaron
también la mayor parte de la política seguida con respecto a la pobreza y a
los pobres en el s. XIX.
La concentración de los medios de producción en pocas manos, trajo la
indefensión de un importante sector de los trabajadores, los obreros, sin más
posibilidades que vender su fuerza de trabajo en un desigual intercambio
contractual con los empresarios.
La explotación sistemática, el deterioro de las condiciones de vida hasta
extremos alarmantes de los trabajadores, fue la consecuencia inmediata. En
permanente inseguridad, siempre amenazados por el paro, los accidentes del
trabajo y la vejez no es raro que las palabras pobre y obrero se hayan
identificado en este periodo. La vida de estos pobres estaba sometida al
desempleo, la desocupación se extendió como una sombra en la vida de los
trabajadores del s. XIX.
Este problema se denominó la cuestión social, hacía evidente más dificultases
de un Estado que se abstiene de intervenir en la actividad económica y sus
derivaciones sociales.
Los planteamientos reivindicativos de la función social del Estado se abren
paso como una estrategia para solucionar los problemas derivados,
especialmente, de la industrialización. Esta corriente de pensamiento se
afirma hacia la segunda mitad del s. XIX con la aparición de estudios de
carácter sociológico que conducen a la toma de conciencia de que la pobreza
es un fenómeno raíces socioeconómicas y las iniciativas particulares son
insuficientes. Se debate acerca de si el individuo es responsable o no de su
propia situación, lo que supone debatir sobre la responsabilidad de la
sociedad.
La idea de que la pobreza no puede afrontarse con medidas asistenciales o
represoras, medidas preventivas que van desde el ahorro y las mutualidades
hasta la previsión organizada que culminara en el segundo social.
Del a incertidumbre del trabajador al seguro social hay un gran paso que
expresa un cambio de concepto fundamental y que supone un avance
cualitativo sin precedentes.
El Estado del Bienestar en las sociedades del capitalismo avanzado
La idea de la necesidad de la intervención estatal en los asuntos sociales se
reafirmó en las primeras décadas del s. XX con motivo de la crisis económica
de 1929.
La fe en el mercado como instrumento regulador de la economía quedo
debilitada. Se hizo evidente la necesidad de políticas intervencionistas. Tas la
Segunda Guerra Mundial las economías occidentales vivieron una expansión
sin precedentes lo que permitió el desarrollo de nuevas políticas sociales
estatales que conformaron una nueva manera de intervención que se
denominó Estado del Bienestar (EB)
El E.B., supone la responsabilidad estatal mantenimiento de un nivel de vida
que se define por la provisión pública de servicios sociales universales para
cubrir las necesidades humanas básicas de los ciudadanos como la
educación, la asistencia sanitaria, las pensiones, las ayudas familiares y la
vivienda. Este nivel de vida es entendido del E.B. como un derecho social.
La crisis del petróleo de 1973 redujo el fuerte crecimiento económico que
caracterizo la posguerra y comenzó una marcha en lo que respecta a los
logros alcanzados por el E.B. apoyada en una fuerte crítica a la intervención
estatal por parte de las ideologías neoliberales que responsabilizan al Estado
interventor, de la crisis. La reducción de las políticas sociales estatales como
una forma de hacer prevalecer los intereses de las clases altas sobre los
intereses general porque, opinan, las políticas de estos partidos no implican
una reducción de la intervención estatal sino que esta se sigue produciendo
pero a favor del beneficio privado.
Este modelo de acción social ha suscitado, controversias. Es notoria la
preocupación de un número cada vez mayor de ciudadanos y organizaciones,
política o no, ante las desigualdades entre el norte rico y el sur pobre o entre
sectores sociales de las mismas naciones ricas, desigualdades que invalidan
todas las declaraciones de derechos. De ahí que coexistan con la reducción
de las políticas sociales estatales las reclamaciones para frenar, al menos la
pobreza extrema. La cumbre de la Alimentación (2002) y de la Monterrey
2002 pone en evidencia la gravedad del problema y coinciden en la
necesidad de movilizar los fondos necesarios para alcanzar el objetivo de
reducir la pobreza extrema.
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