CARTA AL MONTE TAIGETO Como casi todo el mundo sabe el

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CARTA AL MONTE TAIGETO
Como casi todo el mundo sabe el monte Taigeto es el monte de Esparta (Grecia) desde donde
se despeñaba a los niños en sus acantilados. Una comisión gubernamental examinaba a los
recién nacidos y mandaba arrojar a los cortos de talla desde un pico del Taigeto. Atentos a la
jugada. No sé si habéis observado que en el periodo vacacional el partido del gobierno ha
mandado a sus escuadras mediáticas con traje y corbata de colores, rayas y demás contrastes
llamativos como grandes gafas de pasta para sus mujeres y demás lindezas que pretenden
llamar la atención, separándose de la plebe deportiva veraniega para defender al gobierno
contra lo que haga falta, aunque sea mentira. Espero que sólo sea una horterada de verano.
Los que andamos un poco despendolados en pantalón corto y camisola suelta en verano y no
cumplimos las normas clásicas de belleza: la relación entre la cabeza, el torso, las piernas y
hasta las uñas, como el discóbolo de Mirón, si además no vamos a misa como los cristianos
viejos, corremos el riesgo de que nos despeñen. No damos la talla ni estética ni físicamente.
Esas gentes que prefieren los músculos de sus votantes más que sus cerebros, nos tomarán la
medida con ese metro de modista inquisidora de la cultura y de la fe y nos convertirán en
carne de horca. No hace falta haber nacido en Esparta para que te despeñen. Con que seas
joven o mayor de cincuenta años, mujer embarazada, inválido, emigrante de cayuco, jubilado
o padezcas cualquier cáncer te despeñan al abismo del paro o de la muerte. Y aquí paz y allá
gloria. Se están metiendo en un fangal de mil pares. Todo lo quieren arreglar con cavilaciones
dialécticas dándole vueltas a los mismos argumentos y mentiras. Ha llegado el esperpento a tal
grado de disparate que con la entrada después de las vacaciones sólo falta poner la guinda:
apretar más la tuerca en la tapa de los sesos de los desheredados y prohibir (entre otras cosas
muy de una democracia seria) la consulta popular para saber si los catalanes quieren ser o no
españoles (dicen que porque es ilegal, esos que cambian la Constitución en una noche), para lo
que si es preciso amenazarán con sacar al ejército y este a su vez amenazará, no con rebanar el
cuello de los desobedientes, como el Estado Islámico, sino, simbólicamente, con levantar la
tapa de los sesos a los toros bravos y con la sangrecilla y las criadillas preparar un almuerzo de
primera, le bromeaba yo a mi flaco amigo Carlos, cuando me tropecé con él en la puerta del
Mercado y al verme con unas chancletas, pantorrillas al aire y camisa suelta, eso sí inarrugable,
tan larga como ancha, se miró a sí mismo y viéndose que llevaba parecido diseño al mío,
exclamó: ¡Mutil (chaval), tal y como somos y tal y como vestimos tenían que habernos
despeñado por un desfiladero, justo cuando nacimos! Por el Taigeto, le repliqué. Y remató:
“Malhecho.” Hice la compra, fui a casa y escribí esta carta casi de un tirón. Retoqué lo de los
militares y leí en la prensa una noticia extraña: sólo el 2´9 por ciento de los navarros se siente
español.
Que usted lo pase bien. Ondo ibili.
Daniel Ezpeleta.
http://danielezpeleta.wordpress.com
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