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Nº 28, abril de 2014
Doctrina
Sobre la valoración judicial de la prueba pericial
El artículo 348 de la Ley de Enjuiciamiento Civil establece que
«el tribunal valorará los dictámenes periciales según las
reglas de la sana crítica». En consecuencia, este medio
probatorio, junto con las restantes pruebas practicadas en el
procedimiento, será la base sobre la que el tribunal, en el
marco de la regla de libre valoración y con sujeción a su
propio criterio racional, deberá dictar sentencia.
Juan Carlos Rodríguez Maseda
Abogado
Socio de Dictum Abogados
C
omo abogado, es un tema que me irrita: la pasividad
con la que muchos jueces –no todos– valoran la
prueba pericial, con abandono de los elevados
designios de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000. Sí, pues
parece que hemos olvidado que la concepción que la ley
procesal civil profesa del "perito" comprende a todos los que
en el proceso intervienen como tales y que merecen la misma
valoración, cualquiera que sea el modo y momento de su
designación. Cuando la valoración probatoria debe partir –
para que sea razonable y conforme a las exigencias de la sana
crítica– de la autoridad del perito. Es decir, de la solidez,
claridad, contundencia y justificación documental, de su
pericia.
Sin embargo, la práctica forense acostumbra a dar
al perito de designación judicial una especial consideración de
“forense” u “hombre de confianza” del juez. Y esta elevada
consideración parece residir, únicamente, en el hecho de no
haber sido designado por ninguna de las partes.
El
argumento
es,
ciertamente,
pueril.
Intelectualmente, pobre. Con el único condicionante de su
designación judicial, el perito que comparece en tal calidad,
sabe que va a decidir el pleito: En un gran número de casos,
el juez, de forma acrítica, confirmará su versión.
Esta práctica habitual del juzgador –nunca
confesada ni confesable–, además de merecer nuestra crítica
como intelectuales y profesionales del Derecho, es
inaceptable en aplicación del sistema procesal español.
En consecuencia, el juzgador, en ningún caso
quedará vinculado por el contenido de un informe pericial
concreto, ni siquiera aunque provenga de un perito
designado por el propio juez. En este sentido, el Tribunal
Supremo ha declarado que «el dictamen de peritos no
acredita irrefutablemente un hecho, sino simplemente el
juicio personal o la convicción formada por el informante con
arreglo a los antecedentes suministrados, sin vincular en
absoluto a los jueces y tribunales, quienes no están obligados
a sujetarse al dictamen pericial» (STS 16 de marzo de 1999).
El juzgador, cuando se enfrenta a dictámenes
periciales aportados a instancia de las diversas partes –por
regla general, contradictorios entre sí– tendrá que llegar a la
convicción acerca de cuál de ellos le resulta más creíble,
sirviéndose para tal operación de sus propias máximas de la
experiencia y de la solidez argumental, derivada de la
intensidad y contundencia del proceso deductivo. Y tendrá
que decidir explicando o fundamentando suficientemente su
decisión, llevando la argumentación deductiva a la resultancia
fáctica de la sentencia.
En tal sentido, el Tribunal Supremo ha declarado
«que debe ser apreciada (la prueba pericial) por el Juzgador
según las reglas de la sana crítica, sin estar obligado a
sujetarse a un dictamen determinado; que las indicadas
reglas no están previstas en ninguna norma valorativa de
prueba, equivaliendo este reconocimiento, salvo casos
extraordinarios, a declarar la libre valoración de este medio
probatorio; no permitiéndose una impugnación abierta y libre
de la actividad apreciativa de la pericia, a menos que el
proceso deductivo realizado choque de una manera evidente
y manifiesta con el raciocinio humano, vulnerando la sana
crítica, u omitiendo un dato o concepto que figure en el
dictamen, estableciendo con ello aspectos fácticos distintos
de los que realmente se han querido llevar a los autos» (STS
de 7 de enero de 1991; RJ 1991, 109).
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Nº 24, diciembre 2013
En orden a la adecuada valoración de la prueba
pericial, resulta de capital importancia el papel activo del juez
en la práctica de este medio probatorio: en la vista, debe
solicitar a los peritos las aclaraciones y explicaciones que
pudieran arrojarle luz sobre las cuestiones del informe que no
tuviera suficientemente claras. Y ello, a tenor de la soberanía
que le asiste al juzgador de instancia para la valoración
probatoria; valoración que, como regla, no podrá ser revisada
en sede casacional, pues como nos recuerda el Tribunal
Supremo, en Sentencia de 31 de mayo de 2007 (RJ
2007/3610) –en relación con la alegada infracción del artículo
632 de la Ley de Enjuiciamiento Civil–, "la apreciación de la
prueba pericial corresponde a los tribunales que ostenten
funciones de instancia, sin que este Tribunal cuando actúa en
función de casación, [...] pueda cambiar la misma, salvo que
se constate que la valoración impugnada sea, total o
parcialmente, arbitraria o palmariamente equivocada [...]".
Igualmente, aleccionadora es la doctrina contenida
en la Sentencia del Tribunal Supremo de 8 de Noviembre del
2007 (JUR 345592/1997):
"...En el presente caso, la Audiencia realizó un
examen crítico de las conclusiones establecidas en el
dictamen pericial realizado por el ingeniero topógrafo
insaculado en el curso del procedimiento, teniendo en cuenta
su carácter incompleto y no del todo esclarecedor, que se
pone, en efecto, de relieve cuando afirma que el deslinde en la
zona de unión de los linderos Norte y Este de la propiedad a
delimitar "supondría un artificio de imaginación y
aproximación de cálculo, ya que el punto final de la linde E. se
ha obtenido artificialmente, como ya se ha descrito",
concluyéndose que "se considera necesario la toma de una
definición de la linde N., por parte de ese juzgado, a la vista
del presente informe, antes de poder ser replanteada en el
terreno, si es que no es considerada válida la que establecen
los mojones existentes en el terreno". Dicha valoración crítica
del dictamen pericial condujo al tribunal de instancia a
apreciar, ante todo, su carácter no concluyente y su
insuficiencia para resolver el deslinde entre las heredades en
aquel punto que resultaba conflictivo, lo que, a su vez, le llevó
a buscar la respuesta a la cuestión debatida en el plano
topográfico unido al dictamen, apreciado en conjunción con
los datos sobre la cabida de las fincas afectadas por el litigio
que figuraban en sus correspondientes títulos de propiedad
debidamente inscritos y, a partir de los demás datos
resultantes del informe pericial de autos, en lo que no es sino
una valoración conjunta del material probatorio de que
dispuso, cuyo resultado no puede verse alterado por la
denuncia casacional que se contiene en el motivo examinado,
so pena de desvirtuar la función, el objeto y la finalidad de
este recurso. No se está, pues, ante alguno de los supuestos
que autorizan la revisión de la prueba pericial, pues la
valoración crítica que de él ha hecho el tribunal sentenciador
no es arbitraria ni se revela como irracional, vistos los
términos del informe, y no ha tergiversado ni alterado
arbitrariamente las conclusiones del perito, sino que ha
atendido a su insuficiencia probatoria para acudir a los demás
medios de prueba aportados al proceso; del mismo modo que,
por esa razón, no es dable sustituir la resultancia probatoria
así obtenida por la que preconiza la parte recurrente,
imponiendo por encima de ella las conclusiones que extrae del
dictamen pericial".
En definitiva, como juristas (abogados, jueces, o
desde el puesto que coyunturalmente ocupemos), es decir,
como intelectuales y en aplicación del Ordenamiento jurídico,
no podemos caer en la fácil tentación de asumir el unilateral
criterio de un técnico, atendiendo únicamente al sistema de
su designación.
En materia científica, la designación es un elemento
menor: la doctrina, el conocimiento, en definitiva, la verdad
(aunque sea procesal) se alcanza sobre la base de
argumentaciones sólidas, pruebas irrefutables y la conciencia
clara de que solo la convicción intelectual puede albergar la
solución sobre un conflicto concreto.
Esta crítica persigue que se tengan en cuenta todos
los criterios que reportan los informes periciales: que sean
comparados. Y que en el proceso, y específicamente en el
acto de la vista, los profesionales sean activos y los jueces
inquisitivos en la búsqueda de la verdad técnica, en función
de la prueba propuesta por las partes.
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