PERFIlES dE lA APARIEnCIA y dE lA FE. RETRAToS dE lA

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p u e r t a s
a f u e r a
Núm. 2 | mar z o | 2012
Perfiles de la apariencia
y de la fe. Retratos de la
colección Munal
Exposición del Museo Nacional de Arte en
el Museo del Centro Cultural Mexiquense
Bicentenario en Texcoco, Instituto Mexiquense
de Cultura
Dibujos mexicanos
del siglo XX
Colección del Museo Nacional de Arte
La colección del Munal viaja a Estados Unidos para
transmitir los ideales de un México posrevolucionario
plasmados en los impulsos plásticos de los artistas.
E
Julio Ruelas
Retrato de los esposos Larque, 1896
Óleo sobre tela
L
os bienes culturales de categoría patrimonial que custodia el Munal revelan el legado
artístico producido en México durante el periodo que va de 1550 a 1954, a través de
los artistas más representativos y sus obras mejor logradas. El Munal resguarda su acervo
en las bodegas y en las áreas de exposición permanente y temporal de su majestuosa
sede: el ex Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas concebido en las postrimerías del
Porfiriato. Los convenios de colaboración cultural con instituciones y museos demandan
responder a la solicitud de préstamos de obra, para integrarse de manera temporal a las
exposiciones que tienen lugar fuera de los muros del Munal, a nivel nacional e internacional. La movilidad es constante debido a la trascendencia de nuestros artistas, temas,
estilos y periodos.
Con rigurosos compromisos para el traslado y la preservación, las obras de la colección
están presentes en exhibiciones de toda índole, en diálogo con otros legados. No obstante,
el Munal sabe que el acervo es un tesoro apreciado por otros públicos, por lo que genera
estrategias para llegar a esas miradas distantes. Por ejemplo, los proyectos extramuros con
curadurías pensadas y estructuradas con obras de la colección.
Un ejemplo es la exposición Perfiles de la apariencia y de la fe, compuesta de 57 pinturas
del género del retrato que se resolvieron temáticamente para inaugurar el área temporal del
nuevo complejo del Instituto Mexiquense de Cultura en Texcoco: el Museo Centro Cultural
Mexiquense Bicentenario, dependencia que costeó el restauro de buena parte de las obras
prestadas. De esta forma, la comunidad del Estado de México recibió, entre otros beneficios,
una exposición permanente, talleres para cursos, una monumental biblioteca y un amplio
auditorio, así como la respectiva muestra de efigies que han trascendido gracias a la pericia
de los artistas del Virreinato y de los del siglo xix y xx. En Texcoco, el espectador puede
apreciar producciones de pintores como Juan Rodríguez Xuárez, José María Estrada, Hermenegildo Bustos, Julio Ruelas, Raúl Anguiano, Juan Soriano y Roberto Montenegro, entre otros,
en cuatro núcleos temáticos que van más allá de órdenes cronológicos, pues se definen por
los roles sociales de género y condición: El hábito hace a la monja, Perfiles de la inocencia,
El recato y la coquetería y Prestigio y arrogancia.
La naturaleza de la exposición explora tanto una línea del tiempo de la identidad del
mexicano por sus rostros y apariencias, como asuntos psicológicos y enigmáticos que surgen
a partir de mirar esos perfiles del pasado. Como afirmó Octavio Paz:
sta muestra es una oportunidad para dar cuenta de las características de una producción, ciertamente poco conocida, dentro del arte mexicano del siglo xx. El cultivo del
dibujo tuvo especial relevancia en el marco de la conformación de una política cultural
y educativa posrevolucionaria: insignes artistas fueron convocados por José Vasconcelos
—impulsor del proyecto de creación y fundador de la Secretaría de Educación Pública en
1921— para hacerse cargo de la enseñanza de este arte, que conformó el programa de
reelaboración de los códigos identitarios de la nueva nación, formulados a partir de un
ideario que tomó como origen la vocación artística connatural al mexicano, herencia que
resultaba de las elevadas cotas que alcanzó el arte precolombino y hizo eclosión con el
trabajo insigne de los muralistas.
La selección de obra que compone esta muestra se funda en criterios de calidad artística,
pero también, de experimentación plástica: recurre a piezas que fueron creadas durante los
primeros años del siglo y que refieren una acusada influencia del simbolismo y del decadentismo europeos. A la par de la búsqueda por afianzar la aprehensión de los cánones del arte
occidental, búsqueda protagonizada por artistas que tuvieron la oportunidad de viajar al Viejo continente y de contemplar la producción plástica del Renacimiento hasta finales del siglo
xix. Esta exhibición cuenta con ejemplos de dibujos cultivados en la más pura tradición de la
Academia de San Carlos, es decir, en el ejercicio de la copia de modelos escultóricos y vivos
en interiores y de la influencia que maestros extranjeros, como Antonio Fabrés, ejercieron en
el marco de la enseñanza sistematizada del dibujo y la pintura.
La mano de artistas como Saturnino Herrán, Ángel Zárraga, Ramón Alva de la Canal y,
por supuesto, Gerardo Murillo, Dr. Atl, constituyen una muestra de cómo el deseo personal
de experimentar con nuevas técnicas, recursos y temas se apropió de la producción gráfica
mexicana de la segunda y tercera décadas del siglo, hasta llegar a propuestas plásticas abiertamente vanguardistas, como es el caso de las obras de Antonio Pujol, Fermín Revueltas y
Francisco Eppens. Otros, como Diego Rivera, artista consagrado por su papel en la reconstrucción nacional desde el punto de vista de las campañas de reeducación cultural, se ven
representados en esta selección gracias a obras que rinden testimonio de su habilidad como
dibujantes y retratistas. Por último, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, los otros
dos autores de grandes murales practicados en edificios públicos, dan cuenta de su producción más intimista, a partir de una selección de dibujos que evocan la libertad y fuerza que
conforman escenas simbólicas o abiertamente trágicas, ya como bocetos preparatorios de
ideas que, posteriormente, plasmaron en los enormes formatos avalados por el Estado; ya
como registros o apuntes sobre la expresividad que, eventualmente, pueden llegar a alcanzar
detalles de cuerpos humanos, escenas de la vida cotidiana o vistas urbanas.
Gracias a la iniciativa del Museo de El Paso, el Instituto Nacional de Bellas Artes, a través
de la Coordinación Nacional de Artes Plásticas y del Museo Nacional de Arte, encuentran la
coyuntura idónea para presentar una selección representativa de la tradición, la experimentación y la reconfiguración del horizonte plástico mexicano, a partir del ejercicio del dibujo,
en las primeras décadas del siglo xx.
El retrato es el testimonio, fijo y momentáneo, del encuentro de dos personas
—diálogo, combate, descubrimiento— resuelto en un reconocimiento. El otro
se presenta como una presencia corpórea. Esa presencia nos habla, nos
mira, nos oye y nosotros la oímos, le hablamos y la miramos. Así descubrimos
que la presencia es una persona o, como se decía antes, un alma. Un ser
único, semejante a nosotros, vulnerable y enigmático.1
José Clemente Orozco
Torzo, 1943
Temple sobre papel
1.Octavio Paz, Los privilegios de la vista II. Arte de México, México,
Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 166.
14
1917
El 14 de marzo de 1917, murió en la Ciudad de México, Manuel Vanegas Arroyo, el editor poblano, reconocido por
la circulación de libros y hojas volante ilustradas por el grabador José Guadalupe Posada.
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