Los usos y las costumbres de la guerra

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LOS USOS Y COSTUMBRES DE LA GUERRA
José Antonio Martín Pallín
Magistrado del Tribunal Supremo.
A finales del siglo XIX, el Convenio de la Haya apela a las exigencias de
la civilización y proclama que las prácticas y usos de la guerra quedan bajo el principio
del derecho de gentes, tales como resultan de lo establecido entre naciones civilizadas
sin descuidar las leyes de la humanidad y de las demandas de la conciencia pública. La
declaración de guerra exigía del Estado que tomaba la iniciativa, una formal y previa
ceremonia ritual, que advirtiese al contendiente y a la comunidad internacional que
había adoptado una posición beligerante.
Cuando las fuerzas de los antagonistas estaban exhaustas o cuando uno
de ellos se había impuesto de manera definitiva al adversario, se firmaba, en este caso
con gran solemnidad y pompa, la paz de los vencedores que admitían magnánimamente
la entrega de las armas por parte de los vencidos.
Los pintores de estas épocas tuvieron la oportunidad de inmortalizar,
momentos históricos que afortunadamente han pasado a la posteridad como patrimonio
artístico y cultural de la humanidad.
El cuadro de Velázquez, -La rendición de Breda-también conocido por el
más belicoso nombre de las Lanzas, es el símbolo del espíritu de la paz, de la cortesía y
del respeto de los vencedores con los vencidos. Justino de Nassau, inclina ligeramente
su espalda ante Ambrosio de Spinola que mandaba los tercios españoles que sitiaron y
conquistaron la plaza. Esto sucedía el 5 de Junio de 1625.
Si proyectamos nuestra mirada sobre lo que está sucediendo a nuestro
alrededor, se llega a la desoladora conclusión de que no sólo se han perdido las formas,
sino que hemos pasado a extremos increíbles de brutalidad y desprecio por los
sentimientos tradicionales de la humanidad.
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I.- Declaracion de guerra.
Resulta sorprendente, asistir a un debate entre expertos sobre la
verdadera situación jurídica que se ha vivido durante los días en que ha durado el
bombardeo masivo y la ocupación arrolladora del territorio de Iraq. Unos dicen que no
nos encontramos ante una verdadera situación de guerra, en el sentido formal de los
textos pasados de moda y que las consecuencias de las hostilidades, muertos y heridos,
son el resultado de una operación de liberación nacional de los ciudadanos iraquíes, de
la feroz represión de un régimen dictatorial.
Los más formalistas invocan las tan traídas y llevadas Resoluciones del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para manipular su texto y alcance y
considerar que eran una especie de cheque en blanco, emitido inicialmente en el año
1991 y renovado en el año 2002. Una modalidad de guerra aplazada, que se podía hacer
efectiva, en cualquier momento, sin la autorización del organismo que había emitido
ambas resoluciones. Por si faltaba alguna aclaración, los Convenios de Ginebra,
invocados en parte por el Secretario de Estado norteamericano, contemplan su
aplicación, en caso de guerra declarada o de cualquier otro conflicto armado, aunque el
estado de guerra no haya sido reconocido por alguno de ellos.
II.- Integración en fuerza armada.
Abierta la posibilidad de manejar arbitrariamente la semántica, también
hemos asistido, fundamentalmente desde nuestro país, al debate sobre sí el envío de un
buque hospital, con su correspondiente escolta, constituía una integración en la fuerza
armada que había iniciado las hostilidades. Creo que basta con la cita del artículo tres
del Reglamento Anexo al Convenio de la Haya antes citado, que España no ha
denunciado, para poder afirmar, que las fuerzas armadas de las partes beligerantes
pueden componerse de combatientes y no combatientes. En el caso de captura unos y
otros tendrán derecho al trato de prisioneros de guerra.
III.- Los informadores de los medios de comunicación y la guerra.
Los Convenios de Ginebra no contemplan de manera específica, el status
de los corresponsales de guerra, que sólo enfoca desde la visión ya superada de aquellos
que están acreditados por la autoridad militar del ejército que acompañan. Sin necesidad
de realizar nuevas aportaciones o disposiciones específicas, es incuestionable que la
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información es un derecho fundamental de las sociedades democráticas y que no puede
distinguirse entre periodistas oficiales y aquellos que en el uso de su independencia, son
enviados por diversos medios, sin vinculación alguna al ejército beligerante. Para
nosotros la diferenciación, no tiene sentido porque hemos visto morir a dos
corresponsales españoles, uno que acompañaba al ejército norteamericano y otro de una
cadena de televisión que había sido autorizada y acreditada para informar desde Iraq.
IV.- La paz sin rostro.
Al final, los bombardeos han cesado y las famosas divisiones de elite del
ejército enemigo se han difuminado y perdido en las arenas tormentosas del desierto.
Han desaparecido también los líderes y el odiado y perseguido dictador. No se sabe si la
guerra ha terminado o entramos en un período de guerra intermitente no declarada.
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