Analice y compare las características de “El sí de las niñas” de Moratín con la obra de Molière que haya leído, destacando también de esta última sus aspectos fundamentales. El sí de las niñas es la comedia más perfecta de estilo neoclásico del siglo XVIII. En ella se respetan las reglas preceptivas de la época: unidad de espacio (la obra se representa en una posada de Alcalá de Henares), unidad de tiempo (la obra transcurre en diez horas) y unidad de acción (hay un único hilo argumental). La obra está escrita en prosa y logra una gran eficacia dramática en los diálogos. Le lengua utilizada se adecua a los personajes. En cuanto a la estructura, la obra se desarrolla en tres actos con un ritmo teatral perfecto. Cada uno de los actos responde al tradicional esquema de planteamiento-nudo-desenlace. Ya en la primera escena de la obra se presentan todos los elementos que la configurarán. Don Diego, un hombre de 59 años, dialoga con su confidente, Simón. Le explica que han ido a buscar a Doña Paquita, una jovencita de 16 años que vivía con sus tías en un convento, con la que Don Diego piensa casarse. Simón entiende, equivocadamente, que con quien se casará Doña Paquita es con Don Carlos, el sobrino de Don Diego. Este proceso de anticipación permite al público conocer los entresijos del conflicto antes que los propios personajes. De esta manera el espectador espera que el conflicto dramático se revele dando lugar al desenlace final. El tema central de la obra será, pues, la crítica al matrimonio desigual. En el conflicto Don Carlos juega un papel fundamental, ya que por una parte ama sinceramente a Doña Paquita y por otra parte debe respeto y obediencia a su tío y tutor. La obra tiene un carácter racional y una finalidad educativa. Moratín utiliza la comicidad, la exageración y la ironía para llegar mejor a la audiencia, formada especialmente por la burguesía. El primer acto, en el que se ha presentado el conflicto, muestra cómo Don Diego está ilusionado con el matrimonio concertado, aunque desea oír de boca de Doña Paquita cuáles son sus sentimientos y si su elección es libre. Doña Irene, madre de Doña Paquita, siempre habla por boca de su hija e impide a Don Diego conocer la verdad. El espectador sabrá gracias a los diálogos de Doña Paquita con Rita, su criada, que está enamorada de otro hombre (Don Carlos). Al final de este primer acto se anuncia la presencia de Don Carlos, con lo que Doña Paquita piensa que el conflicto tendrá una pronta solución (Doña Paquita no sabe que Don Diego y Don Carlos son tío y sobrino). El segundo acto es el de mayor tensión dramática. Don Carlos (que ha ocultado su identidad desde el principio a Doña Paquita, que cree que se llama Félix) habla con Doña Paquita prometiendo enfrentarse al futuro marido. Más adelante, Don Carlos descubrirá que su oponente es su propio tío. Don Carlos debe elegir entre sus sentimientos hacia Doña paquita o la obediencia y el respeto que debe a su tío y tutor. Don Carlos no le cuenta a su tío el motivo de su presencia en la posada y su tío le obliga a volver a Zaragoza. Doña Paquita, que no entiende nada, se siente abandonada y engañada. El tercer acto significará la resolución del conflicto. Al principio Don Carlos vuelve y lanza por la ventana una nota en la que explica a Doña Paquita por qué debe huir. Esta nota caerá en manos de Don Diego que, tras hablar primero con Doña Paquita y luego con su sobrino, aclarará el conflicto a la luz de la verdad y de la razón: Doña Paquita debe casarse con Don Carlos, un joven del que ella está enamorada. Este es, pues el mensaje de la obra: los matrimonios concertados por interés entre cónyuges de edades muy separadas no son buenos ni razonables, y hay que escuchar a las jóvenes para saber cuáles son sus sentimientos. Por eso Moratín titula la obra El sí de las niñas, porque nadie se puede fiar del sí de una joven dado contra su naturaleza y voluntad. Moratín basa su argumento en una situación carente de autenticidad. El autor va mostrando por medio de la ironía y la ridiculización (en especial en el caso de la madre y las tías de Doña Paquita) todo aquello que impide a los personajes ser ellos mismos. El personaje principal es Don Diego, que muestra una evolución racional a lo largo de la obra. Primero parte de un punto de partida equivocado, sin ninguna autenticidad: cree realmente que Doña Paquita puede estar enamorada de él y que pueden tener un matrimonio feliz. Pero a medida que va conociendo la verdad aparece como es: un hombre bueno, recto y racional, que deja que triunfe la lógica de los sentimientos. Un caso totalmente opuesto es el de Doña Irene. Es una mujer ridícula, beata, charlatana y superficial. Es un personaje cuyas circunstancias, aparte de inverosímiles, resultan cómicas: tres maridos, 21 hijos muertos, un tío abuelo obispo de las Américas… Ha sido educada en la ocultación de los sentimientos, y en unos valores que el Neoclasicismo quiere desterrar. Sus continuas referencias a la buena sangre o al honor denotan una mentalidad de cristiano viejo, más propia del Barroco. Por ejemplo, cuando al final ve amenazados sus planes, recuerda al padrino de la niña y a uno de sus esposos que podría restituir la honra mediante la violencia. Su manera de educar a Doña Paquita (enseñándola a ocultar sus sentimientos y a mentir si es preciso) es uno de los elementos más criticados en la obra. Doña Paquita es la gran víctima de la obra: educada en la represión de los sentimientos, ve cómo su madre y sus tías la han preparado para un matrimonio de conveniencia. Ella, que ha conocido a Don Carlos, de quien se ha enamorado perdidamente, lucha entre la obediencia a su madre (una obligación, tal y como ha sido educada) y sus sentimientos. Don Carlos también, como queda dicho, se encontrará en ese mismo dilema. Ambos optarán, en un primer término, por la obediencia a sus mayores, hasta que la pasión sana que hay entre ellos sale a la luz. El sí de las niñas es, en resumen, una comedia didáctica que pretende mostrar determinados vicios y malas costumbres de la sociedad española del siglo XVIII; en este caso, un tipo de educación dirigida a reprimir los sentimientos, y que permite matrimonios desiguales que llevan sin duda a la infelicidad. Es una obra muy característica de la mentalidad de la Ilustración: formalmente perfecta y con una intención moral y didáctica. La obra de Molière que he leído es Tartufo. La obra explica las artimañas de una persona intrigante (Tartufo) que se hace pasar por buena persona y se aprovecha de la inocencia de Orgón para tratar de mandar en casa de este y hacerse con su fortuna. La obra se publicó en 1669, tras diversas polémicas con la Iglesia católica francesa. En cuanto a los aspectos formales, la obra se organiza en cinco actos, está escrita en verso y respeta las unidades de acción, lugar y tiempo. El esquema de la comedia sigue los pasos habituales de las comedias de Molière, que son los siguientes: - Dos jóvenes se aman y desean casarse. - El padre de ella, personaje negativo, se opone a la unión y le prepara otro matrimonio descabellado. - Ciertas personas sensatas (parientes, criados…) apoyan a los jóvenes y liogran hacer triunfar su amor. La acción, a lo largo de los cinco actos, se desarrolla de forma muy hábil. Así, el primer acto es el planteamiento, en el segundo acto aparecen los primeros efectos negativos (en este caso, el amor amenazado), en el tercer acto se llega a un clímax con el aparente triunfo de Tartufo y en los dos últimos actos aparecen nuevas acciones y peligros que solo serán vencidos al final del último acto. Molière presenta un dominio de los giros inesperados de la acción. En la obra se pueden clasificar los personajes en dos grandes grupos. Por un lado, los personajes negativos, que son Tartufo, Orgón y la señora de Pernelle. Tartufo es el hipócrita hñabil y sin escrúpulos y los otros dos son los ridículos beatos, incapaces de ver la verdad hasta el final. El resto de personajes son los positivos: Elmira, la madre y Cleantes, el hermano; Damis y Mariana, los hijos, Valerio, el enamorado de Mariana, y Dorina, la doncella. Son los personajes que defienden la verdad, la moderación y los derechos del amor. Los personajes se caracterizan a través de lo que hacen, de lo que dicen y de lo que se dice de ellos. Para muchos, la intención de Tartufo es la crítica a la beatería (representada por Orgón y la señora de Pernelle), de la que se aprovecha Tartufo (que, en la primera versión de la obra, prohibida por la Iglesia, era un clérigo). Lo cierto es que la obra enfrenta dos maneras de ver el mundo: la beata e irracional frente a la racional. Autores ilustrados como Voltaire han señalado esta oposición. Especialmente en los discursos de Cleantes (ejemplo de virtud verdadera e ilustrada) frente a los de Orgón (ejemplo de devoción necia e irracional). Las comparaciones con El sí de las niñas son muchas. Por un lado, en el aspecto formal, Tartufo se escribe en cinco actos y en verso, mientras que El sí de las niñas se escribe en tres, y en prosa. En cuanto al resto de unidades, ambas obras respetan las unidades de acción, lugar y tiempo. En cuanto al desarrollo de la acción, en ambas obras se puede ver cómo hasta el final no se llega a la solución del conflicto, y que en muchos momentos de cada obra esta solución “feliz” parece inalcanzable. En cuanto a los temas e intenciones, parece claro que ambas obras pretenden demostrar que la razón debe triunfar frente a la sinrazón. En ambas obras, la razón es el amor entre dos jóvenes, y la sinrazón viene representada por elementos sociales que cada autor quiere criticar. En Tartufo se critica la beatería ciega y necia, mientras que en El sí de las niñas se critica la educación que algunas madres daban a sus hijas. En ambas obras existen también personajes “positivos” o racionales y “negativos” o irracionales. En Tartufo los personajes positivos serán más numerosos que en ESN. En ambas, los personajes “positivos” defenderán el triunfo del amor frente al matrimonio deshumanizado, impuesto y descabellado, con argumentos parecidos. En El sí de las niñas la principal diferencia es la implicación de uno de los personajes “positivos”, Don Diego, con la propia acción. Don Diego, en El sí de las niñas es juez y parte y actúa anteponiendo lo racional a sus propios intereses personales. En cuanto a los personajes “negativos” (Orgón y la señora de Pernelle en Tartufo y Doña Irene en El sí de las niñas), en ambas obras ponen trabas al amor libre y puro de dos jóvenes, basándose en principios que cada autor ridiculiza de manera clara y exagerada. Tan exagerada es la beatería inocente de Orgón como los argumentos de Doña Irene para defender el matrimonio de su hija de 16 años con un sesentón. En ambos casos, por tanto, los autores toman partido sobre aquello que presentan y por ello se puede hablar de intenciones parecidas: criticar actitudes o vicios anticuados, perjudiciales y no basados en la razón.