Carlomagno: la unidad en la diversidad

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Cátedra de
Empresa Familiar
APRENDIENDO DE PERSONAJES HISTÓRICOS
Newsletter nº 59
1 de julio de 2010
Carlomagno: la unidad en la diversidad
Por Salvador Rus, profesor de Historia del Pensamiento y
director de la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de León
C
arlos I el Grande, llamado Carlomagno, no es seguro, pero parece que nació un 2 de abril de
742 y murió un 28 de enero de 814. Fue rey de los francos desde 768 hasta su muerte, es
decir, que gobernó durante 46 años. Se le recuerda como el primer precursor de la unidad
europea, porque convirtió la mayor parte del viejo continente en dominio suyo, gracias a las
conquistas que realizó al frente de su ejército.
Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un Imperio. Conquistó Italia y fue
coronado Imperator Augustus por el Papa León III el día de Navidad, 25 de diciembre del año
800, en Roma. Con esta solemne ceremonia de coronación, el Papa mostraba que tenía un
sucesor al Imperio Bizantino como protector de la cristiandad.
Durante su reinado se produjo el llamado renacimiento carolingio, un intento de renovar y
conservar la cultura y el arte latinos a través del Emperador, una iniciativa que consiguió atraer a
la Corte de Aquisgrán a un buen número de sabios del momento.
“El ascenso de su dinastía se
fundamentó en la fidelidad
sin fisuras de la aristocracia.
Conquistar territorios
nuevos era una forma de
recompensar a la nobleza y
a los soldados.”
Por medio de sus conquistas en el extranjero y sus
reformas internas, Carlomagno sentó las bases de lo que
sería Europa Occidental en la Edad Media, en las
monarquías francesa, alemana y en la restauración del
Sacro Imperio Romano, que gobernó con el nombre de
Carlos I.
Durante su largo y fecundo reinado movilizó al ejército
casi todos los años. No hubo prácticamente un territorio
que conociera una paz prolongada. ¿Por qué tantas
guerras y campañas militares? Porque obedecía una
concepción de la política. El ascenso de su dinastía se fundamentó en la fidelidad sin fisuras de la
aristocracia, cuya unión en torno a la figura del rey descansaba sobre los beneficios que recibía
en forma de tierras, cargos y otros dones. Conquistar territorios nuevos era una forma de
recompensar a la nobleza y a los soldados. Por ejemplo, Carlomagno compartió con ellos el
tesoro del rey lombardo Desiderio y las riquezas amasadas por los ávaros, que fueron
transportadas a Aquisgrán en quince carros.
Por otra parte, la primera función de un rey germánico era la de dirigir la guerra. Precisamente
porque los últimos reyes merovingios dejaron esta función en manos de sus mayordomos de
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palacio, fueron suplantados por éstos. El padre de Carlomagno, Pipino el Breve, fue proclamado
y ungido por el Papa como el primer rey de los francos sustituyendo a la monarquía de “reyes
holgazanes”.
Carlomagno tuvo muchos enemigos, a los que combatió y venció en diferentes campañas:
eslavos, sajones, bretones, vascones, musulmanes, lombardos, bávaros y ávaros. Todos ellos
amenazaban la integridad del imperio y su posición hegemónica, pero ninguno pudo con él. Hay
que decir que cada ampliación del imperio traía consigo el germen de nuevos enfrentamientos.
Sus éxitos fueron reconocidos, como se ha dicho, con la dignidad imperial.
Una gran capacidad de liderazgo
El emperador, desde joven, incluso cuando no llegaba a los treinta, supo ejercer el liderazgo
entre la nobleza del reino y de los obispos. Le ayudó su estatura: 1,92 m., un verdadero gigante
para la época, y su habilidad para planear las campañas militares, sus tácticas en las batallas y su
porte magnífico, que infundía miedo y temor.
A su habilidad como jefe de un ejército, se sumaba una cualidad fundamental para aquel que
deseaba constituir y asentar un imperio agregando nuevos territorios conquistados: la paciencia
para someter a un reino o un pueblo cuando necesitaba
más de una campaña para conquistarlos, por ejemplo,
“Una cualidad por la que
contra los lombardos y los sajones. Una vez reducido un
Carlomagno sobresalió fue
pueblo, no soportó nunca ataques contra la unidad de su
su tenacidad en la
poder, tomando medidas a veces muy drásticas como las
persecución de los
deportaciones masivas. Pero, otras veces, sabía atraer a la
nobleza para integrar el reino. En el vasto imperio que se
objetivos.”
extendía entre el Rin y el Loira, incorporó hacia el sur
Aquitania, España hasta el Ebro, Borgoña, Alamannia (la Alemania del Sur entre el Lech, el Main
y el Rin), Turinga y Baviera, los territorios de los sajones entre el Rin y el Weser, la Lombardía
que abarcaba toda la Italia septentrional y central, y llegó a dominar por el Este hasta la llanura
de Panonia y por el norte hasta la Marca Danesa. Es decir, toda Europa Central y gran parte de la
Oriental hasta la actual frontera rusa,creando un mosaico de pueblos unidos por un poder que
supo ordenar de forma racional, manteniendo la diversidad en una unidad indestructible.
Una cualidad por la que Carlomagno sobresalió fue su tenacidad en la persecución de los
objetivos, como por ejemplo en las campañas en la Lombardía o en España, donde tuvo
dificultades importantes para conquistar poblaciones fuertemente fortificadas y no cejó en su
empeño hasta conseguirla. Esa tenacidad también le llevó a aprender a hablar, escribir y leer
latín, y a comprender el griego para mostrarse como un rey capaz de asumir el legado de la
cultura clásica y, como se ha dicho, rescatarla del olvido. Eginhardo elogia sus cualidades:
“sabiendo muy bien cómo afrontar y sostener cada situación según las circunstancias, no cedía
en la adversidad, ni se dejaba llevar en la prosperidad por el falso halago de la fortuna”.
Como militar entendió bien cuáles eran los puntos débiles de un imperio tan extenso basado en
el poder de un ejército: la intendencia y la logística. Fue consciente de que no podía poner en pie
un gran ejército sin asegurar el avituallamiento de las tropas durante largas campañas, porque
de lo contrario el ejército se desmembraría. Para hacernos una idea, un ejército compuesto por
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10.000 hombres, con 3.000 de ellos a caballo, necesitaba para su avituallamiento durante una
campaña de tres meses 6.000 carros tirados por 12.000 bueyes. Por eso, su capacidad
estratégica le llevó a tener que dividir su ejército en más de una ocasión en dos y hasta tres
cuerpos diferentes, como se narra en la Canción de Rolando y también en la conquista del
territorio de los ávaros.
Carlomagno también se distingue por ser muy calculador. Así, la planificación precisa de la
logística le permitió reunir y lanzar sobre los territorios enemigos ejércitos muy superiores, bien
alimentados y pertrechados, lo que junto con la calidad de la caballería, le condujo a la victoria
en muchas batallas. Un ejemplo, de esta capacidad es el canal que construyó para unir las
cuencas del Rin y del Danubio para facilitar el aprovisionamiento del ejército.
El imperio de Carlomagno mantuvo una continua expansión desde el principio y llegó a abarcar
un extenso territorio diverso, pero unido bajo un mismo monarca, que era el que gracias a la
fidelidad de sus colaboradores, nobles, etc. lo estructuraba y le otorgaba unidad. Pero eso no
generó una organización política que pudiera subsistir por sí misma a las amenazas que se
cernían sobre el imperio. Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario y bien ganado prestigio,
su mano firme, su férrea y tenaz voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las
conquistas territoriales, hicieron que se le obedeciera por encima de las tentaciones de
desintegración que amenazaban su unidad.
Ya en vida de Carlomagno se produjo un hecho que amenazó la integridad y unidad del imperio.
En el verano del año 807 se presentaron a la asamblea muy pocos de los señores y guerreros de
los convocados y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin
precedentes. Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a sus missi,
legados con amplios poderes, a investigar cada condado y castigó esa creciente deserción.
Lecciones para la empresa familiar
La enseñanza de Carlomagno para la empresa familiar es la siguiente: fue capaz de generar la
unidad en territorios muy dispersos, formando un Imperio fuerte, cohesionado y con capacidad
para imponer su poder y hegemonía a todos sus potenciales enemigos. Su error fue basar esa
unidad y el compromiso de sus colaboradores en la fidelidad a su persona y no a la institución
real e imperial, que se mantenía siempre que esas personas vieran incrementadas sus haciendas
y riquezas. Es decir, la fidelidad se fundamentaba en lo cuantitativo y no en lo cualitativo, en el
bien que podía reportarles y no en la lealtad a las instituciones.
Como pasa con muchos grandes hombres, cuando
“Sus sucesores no estaban
inició el proceso de sucesión, el elegido, al que había
preparados, o no los supo
encomendado delicadas misiones y había formado en
preparar, para asumir la
el arte de gobernar y luchar, murió. Entonces, no tuvo
responsabilidad a la que
más remedio que confiar un territorio amplio,
estaban destinados.”
disperso y que había que gobernar con mano de
hierro exigiendo una presencia física continua al
frente del ejército, a un hijo débil de carácter, timorato y acomplejado. Muerto su padre y dado
el poco talento político de su sucesor, Ludovico Pío, el imperio comenzó a mostrar signos
evidentes de debilidad. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el prestigio
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del emperador. La fidelidad, que sólo se mantenía por la extraordinaria figura de Carlomagno,
desapareció, y el imperio, ya herido de muerte, terminó de naufragar gracias al empuje y
habilidad militar y política de sus enemigos.
Pese a todo, el genio político y la capacidad para gobernar de Carlomagno hicieron viable una
empresa que a todas luces parecía inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales
de la época. Sólo la fortísima personalidad y el talento de líder como el emperador pudieron
construirlo, mantenerlo, engrandecerlo y legarlo íntegramente y en excelentes condiciones. Sus
sucesores no estaban preparados, o no los supo preparar, para asumir la responsabilidad a la
que estaban destinados. Como escribió Hegel en sus Lecciones filosofía de la historia universal,
“cuando la enérgica mano de Carlomagno dejó caer el cetro, cayó también toda la institución del
Estado, sobre todo, la organización del poder militar”.
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