DISCIPULADOS MIEZ CONDICIONES PARA LLEVAR FRUTO Juan 15:5 | “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” INTRODUCCIÓN El ser humano fue creado par a ser productivo, la orden de Dios para el hombre fue "Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo." (Génesis 1:28 NVI). La labor que Dios designó tenía el propósito de llevarle a ser fructífero en tres áreas: multiplicando el género humano, administrando la creación y cuidando las especies. Luego en su venida Jesucristo añade otras áreas administrativas que completan el propósito de Dios para el ser humano: la expansión del Reino de Dios y administración de los misterios del evangelio. A todo aquel que Jesús salva, lo llena de su espíritu para que sea productivo en el reino (Marcos 3:14; 16:15-16). Pero tal pareciera que no todos entienden ese llamado. Por otro lado hay muchos que lo entienden pero no saben cómo comenzar a desarrollarlo. En esta lección presentamos algunas condiciones necesarias para sensibilizarnos al llamado a ser productivos en el Reino de Dios. EL ARREPENTIMIENTO (Santiago 4:17) Una de las definiciones más claras de lo que es pecado la da Santiago. Estamos tan acostumbrados a pensar que se comete pecado únicamente cuando se quebranta la ley de Dios, que no nos percatamos de la otra definición que Dios da acerca de lo que es el pecado “A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”. Si reflexionemos por unos momentos que el acto más grandioso en favor de la humanidad fue un acto de amor, y lo demostró Dios al enviar a su Hijo a morir por el pecador. ¿Porque fue necesario este sacrificio? Porque sin El, nosotros estábamos condenados a la muerte eterna. Luego Jesús nos dice “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Juan 13:34). Un mandamiento no es una sugerencia, ni siquiera es un llamado a nuestros buenos sentimientos. Para todo el que ha participado del nuevo nacimiento Jesús está estableciendo una nueva regla de vida, esta es el amor. Es muy importante que entendamos que el acto más grande de amor y compasión que podamos mostrar por alguien, es guiarles al conocimiento de Dios, enseñarles lo que Dios dice con respecto a su retorno y la responsabilidad ante él. Si hemos ignorado ese mandamiento de amor debemos arrepentirnos porque “A aquel, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”. CONTACTO CON EL AGUA VIVA (Salmo 1:3) El agua es un elemento vital, es necesaria para la vida del hombre, los animales y las plantas, es tan indispensable que si dejáramos de tomarla moriríamos en pocos días. Así mismo es el Espíritu Santo en la vida del cristiano, cuando nacemos a nuestra vida espiritual, Dios viene a habitar en nosotros por medio de su Espíritu (1 Corintios 3:16), y Dios mismo nos dice que al igual que el agua para el ser vivo, el Espíritu Santo habitando en el corazón del cristiano tiene un efecto vivificador (Juan 7:38-39); Purificador (1Pedro 1:22), fortalecedor (Efesios 3:15) y fructificador (Gálatas 5:22-23). Y quien ama a Dios es como el árbol plantado junto a corrientes de aguas que nunca deja de fructificar. Al igual nosotros para poder fructificar debemos beber continuamente el agua viva de su Espíritu, sin ella no podremos tener vida espiritual, mucho menos fructificar. SEMBRAR EN BUENA TIERRA (Mateo 13:23) No es el tan solo hecho de estar sembrando en algún lugar que hace un árbol fructífero, el tipo de terreno es muy importante al sembrar. El señor Jesús en la parábola del sembrador compara la semilla con su santa palabra y el terreno con el corazón del que la recibe. Jesús nos dice que la semilla fue lanzada y cayó en diferentes terrenos: parte cayó junto al camino y ni siquiera tuvo la oportunidad de producir frutos porque la tierra estaba compactada y las aves devoraron la semilla; esto nos habla de un corazón que se endurece al escuchar la palabra de Dios y de un enemigo que le roba su productividad. Otra parte cayó entre pedregales, la semilla germinó pero el sol la quemó estando muy tierna; aquí las piedras representan las pruebas que desaniman a los que por querer una religión muy superficial, no tienen raíces. Otra parte cayó entre espinas y estas le robaron la productividad, las espinas representan el materialismo y las ocupaciones superficiales en la vida. Y otra parte cayó en buena tierra y produjo mucho fruto. Jesús dijo que el terreno representa nuestro corazón, siendo ese el caso, nosotros somos los responsable de determinar qué tipo de terreno seremos, nadie más puede tomar esta decisión por nosotros, tampoco podemos culpar a otros por las decisiones que ya hemos tomado en nuestro corazón. Es de notar que la semilla tiene el mismo potencial genético, la diferencia la hace la tierra. Solo podremos llevar fruto para Dios cuando dispongamos nuestro corazón a ser sensibles a su palabra. MORIR A LA VIEJA VIDA (Juan 12:24) No se puede edificar una estructura nueva sobre las bases de estructuras antiguas débiles y más pequeñas. Para edificar eficientemente hay que derribar las estructuras viejas y comenzar de nuevo. Dios mismo nos enseña ese principio cuando establece el nuevo pacto. Al cambiar sacerdocio se hizo necesario un cambio de ley (Hebreos 7:12). Ahora Cristo establece un ministerio sobre mejores promesas (Hebreos 8:6), sin embargo, para que Jesús pudiera ser el fiador de este nuevo y mejor pacto, tuvo que sellarlo con la sangre de su propio sacrificio. El cuerpo físico que asumió Jesús al encarnarse representa esta creación; en su sacrificio él estaba propiciando el pago por el pecado de todos los que se acerquen a él para perdón de pecados. Al morir Jesús mismo se estaba sembrando como una semilla que daría frutos de vida eterna para ser ofrendados al Padre Eterno, de su sacrificio Él dice “…si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:23-24). Ahora Dios nos llama y nos dice que si Cristo por amor se dispuso a morir para pagar por nuestro pecado y presentarnos como ofrenda perfecta al Padre, nosotros debemos estar dispuestos a morir al pecado por amor y presentarnos como ofrenda de gratitud a Él (Juan 12:25 y Romanos 6:4 y 8:13). PERMANECER EN CRISTO (Juan 15:5) Cuando decimos permanecer en Cristo estamos hablando de mantenerse arraigados y firmes en constancia y fidelidad. Todo árbol tiene un tiempo para florecer, luego las flores comienzan a caer y solo queda un porcentaje que se desarrolla en fruto, luego viene el tiempo de aires y lluvias y todo el fruto enfermo y subdesarrollado se pierde quedando solo el fruto saludable y este, se desarrolla hasta madurar. Solo el fruto que permanece arraigado al árbol puede continuar disfrutando de la rica savia del árbol y continuar creciendo hasta madurar. Permanecer en Cristo es perseverar en intimidad a través de la oración. Es amar y perseverar en obediencia a su palabra (Juan 14:23-24). Y es perseverar en el cuerpo de Cristo que es la iglesia (Efesios 4:3-5). A esto se refiere Jesús al decir “El que permanece en mí y Yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mi nada podéis hacer.” CONCLUSIÓN El llevar fruto para Dios requiere nuestra voluntad. Hemos sido creados para ser útiles a Dios, y Dios nunca va a violar nuestra voluntad, pero debemos entender que cualquiera sea nuestra decisión, todos daremos cuenta a Dios por nuestra mayordomía. Decidamos hoy presentarnos delante de Dios con nuestras canastas llenas de fruto para honrar al Señor.