La Vaga de Tramvies

Anuncio
Textos complementaris sobre
La Vaga de Tramvies
Tranvías Y conflictividad social en Barcelona
(marzo de 1951): actitudes políticas y
sociales de una huelga mítica
Gemma Ramos Ramos
Universidad Autónoma de Barcelona
En la primavera de 1951 se desarrolla en Barcelona uno de los episodios
fundamentales de la lucha de la oposición. Tradicionalmente, se ha considerado el boicot a los tranvías y la huelga general que le sucede como el punto
de referencia histórica que marca el final de la posguerra l . Tal como señala
J.M. Colomer, los sucesos de marzo de 1951 constituyen «una clara manifestación del agotamiento de las fórmulas políticas de la larga posguerra, tanto
por parte del régimen como por parte de la resistencia»2 y se sitúan en una
encrucijada de cambio de planteamientos de ambos. Sin embargo, si bien
hasta el momento el tema ha merecido un tratamiento exhaustivo desde la
perspectiva de la oposición, faltan estudios que revelen el impacto de la
huelga en el seno de las instituciones del poder y que profundicen en la actitud
de las clases dominantes durante el conflicto. En el presente artículo se intentarán ofrecer algunos elementos de reflexión partiendo de esta perspectiva.
De la huelga de tranvías a la huelga general:
breve crónica de los hechos
El relato pormenorizado de los hechos se ofrece en la obra de Félix Fanés,
que continúa siendo el mejor y más completo estudio sobre la huelga de tranI Max GALLO, Histoire de I'Espagnefranquiste. París. Robert Laffont. 1969, págs. 248-253.
2 Josep M. COLOMER i CALSINA. Els estudia/ltS de Barcelona sota elfranquisme, Barcelona. Curial. 1987.
vol. l. p. 86.
203
Gemma Ramos Ramos
vías 3 . Ante todo, ha de señalarse que los sucesos de Barcelona no constituyen
un episodio aislado, sino que es el primero de una serie de protestas que estallan en diferentes puntos del estado español -Granada, Madrid y, especialmente, Euskadi y Navarra- y que tienen como telón de fondo la precariedad de
las condiciones de vida. En Barcelona, el conflicto se desencadena a raíz de una
subida de las tarifas de los tranvías -el medio de transporte habitual en la
época- de 50 a 70 cts. y, sobre todo, cuando se sabe que el precio del billete
en Madrid es sólo de 40 cts.
A comienzos de febrero, circulan unas octavillas que invitan a los ciudadanos a no tomar el tranvía4 . A lo largo de todo el mes se multiplican las octavillas, aparecen pasquines, se producen manifestaciones, enfrentamientos
entre estudiantes y policía y apedreamientos de tranvías. Paralelamente, se registra un progresivo descenso del número de pasajeros. El punto álgido del
boicot tiene lugar entre el 1 y el 5 de marzo, en que únicamente suben al
tranvía entre el 0,1 y el 3% de los usuarios habituales. Ante la gravedad de la
situación, las entidades económicas se reúnen los días 3, 4 Y 5 de marzo y
llegan a la resolución, con el delegado provincial de sindicatos, un representante del ayuntamiento y de la compañía de tranvías y gobernador civil de restablecer las antiguas tarifas. Así, el 5 de marzo, tras previa autorización del
ministro de Obras Públicas, el billete de tranvía vuelve a costar 50 cts.
El éxito del boicot propicia la canalización de la protesta hacia una huelga
general. El 6 de marzo se celebra una reunión de enlaces de la CNS en el
curso de la cual el delegado provincial de sindicatos atribuye a la eficacia de
sus gestiones el retomo a las antiguas tarifas. Los enlaces, que habían sido
escogidos en las elecciones sindicales de 1950 y entre los cuales había elementos de claras convicciones antifranquistas, logran expulsar a los jerarcas
sindicales y hacerse con el control de la asamblea. De esta reunión parte la
consigna de convocar una huelga general para el 12 de marzo contra la carestía
de la vida y para conseguir la libertad de los detenidos a raíz del boicot.
3 Félix FANES, La vaga de lraml'jes de 1951, Barcelona, Laia, 1977. La tesina de Gloria GARCIA DE LAS
HERAS, La huelga general del 12 de marzo de 1951, Universitat Central de Barcelona, 1980, no aporta novedades substanciales a la obra de Fanés.
4 La famosa octavilla inicial que da origen al boicot, decía lo siguiente:
«Barcelonés:
Si eres un buen CIUDADANO a partir del 10 de Marzo y hasta que igualen las tarifas de la Compañía de
Tranvías con la Capital de España (0,40 ptas., según puedes leer en LA VANGUARDIA del día 28-1-51 pág.
3' Crónica de Madrid).
TRASLADATE A PIE a tus habituales ocupaciones. En tu propio beneficio y lo más rápidamente posible,
haz cuatro copias de esta CADENA y mándalas a cuatro amigos distintos. Si quieres ser CIUDADANO DE
HONOR, haz ocho copias o más.
¡ESPAÑA UNA Y PARA TODOS IGUAL!»
204
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951 )...
La consigna se difunde y el 12 de marzo la huelga se extiende desde los
barrios industriales hasta el centro de la ciudad. Establecimientos industriales
y comercios paralizan sus actividades mientras que la no intervención inicial
de la policía armada y del ejército (que permanece acuartelado) favorece la
concentración de huelguistas y la formación de manifestaciones en diferentes
puntos del centro (la Rambla, plaza de Cataluña, calle Pelayo, Via Layetana,
etc.) Al mediodía, el gobernador civil, el delegado provincial de sindicatos y el
delegado provincial de trabajo radian notas amenazantes conminando a la población a volver al trabajo. En los días siguientes, los paros prosiguen en algunos talleres del cinturón industrial y se extienden a otros centros fabriles del
Prat de Llobregat, Sant Adria, Cerdanyola, O1essa, Sant Boi, Sabadell, Manresa y Terrassa.
La huelga se saldó con un muerto, varios heridos, numerosas detenciones
y la destitución de las principales autoridades: el gobernador civil, el delegado
provincial de sindicatos, el alcalde y el inspector general de la policía armada.
La huelga y la oposición: aportaciones historiográficas
Durante años, las organizaciones de la oposición y, particularmente,
anarquistas y comunistas, han sostenido un estéril debate en torno a la paternidad y el protagonismo de los sucesos de marzo y, sobre todo, de la huelga
general. La discusión fue incentivada por el propio régimen que, como era
habitual, y más en un contexto de guerra fría, atribuyó la responsabilidad de
los hechos a «agitadores comunistas»5. Por otra parte, a pesar de que la represión y encarcelamiento también alcanzó a diversos núcleos de la CNT, se dio
una mayor publicidad a las detenciones efectuadas de militantes del PSUC,
entre los que se encontraba Gregorio López Raimundo. Según Miquel Caminal, las direcciones del PCE-PSUC orquestaron una extraordinaria campaña de
solidaridad en torno a estos encarcelamientos con el fin de capitalizar el éxito
de la huelga, potenciar al PSUC y a su nuevo líder (Gregorio López Raimundo) y desbancar definitivamente al ex-secretario general loan Comorera6 .
Otros au-tores han atribuido al PSUC el papel de promotor de la huelga adu5 Ver notas del gobernador civil, del delegado provincial de sindicatos y del ministro de gobernación reproducidas en La Vanguardia. l3-IlI-1951. p. 11. La indignación de los anarquistas ante la voluntad del régimen
de atribuir la responsabilidad de la huelga a los comunistas puede verse en los envíos del corresponsal de
prensa clandestino de Solidaridad Obrera de París. recogidos en Abel PAZ. CNT. 1939-1951, Barcelona, ed.
Hacer. 1982. págs. 376-380.
6 Miquel CAMINAL. loan Comorera. Comunisme i nacionalisme (1939-1958), Barcelona, Empúries. 1985,
págs. 314-315. Según Gregario MORAN. López Raimundo ni siquiera se hallaba en el mes de marzo en
Barcelona, sino que estaba en Francia, en Miseria y grandeza del PCE 1939-1985, Barcelona, 1985. p. 183.
205
Gemma Ramos Ramos
ciendo que los enlaces de la CNS no hicieron más que recoger la convocatoria
que, mediante un manifiesto, el PSUC había realizado el 4 de marzo, es decir,
dos días antes de la asamblea7 . Fanés relativiza el papel jugado por este panfleto (que no ha sido posible encontrar) debido a la limitada difusión que durante aquellos años tenían estos documentos 8 .
Finalmente, la huelga de 1951 también se ha presentado como fruto del
éxito de una nueva táctica planteada por el comité central del PCE, en octubre
de 1948, de infiltrarse en la CNS. Así, la introducción de militantes
comunistas en el sindicato vertical a partir de las elecciones de enlaces de
1950 explicaría, en buena parte, la convocatoria de la huelga en la reunión del
6 de marz09 . Gregario Morán, sin embargo, niega esta posibilidad arguyendo
que el abandono de la política de guerrillas y la adopción de la "táctica entrista" no se produce "de facto" hasta abril de 1951, es decir, después de la
huelga de tranvías y como resultado de sus enseñanzas 10. De todas maneras,
tanto si era fruto de una táctica de partido o sindicato, como si respondía a la
iniciativa individual o colectiva de algunos trabajadores, el caso es que esta
infiltración en el sindicato vertical de elementos antifranquistas se había ido
produciendo, y no únicamente en las elecciones de 1950, sino también en las
de 1947. Veamos, por ejemplo, uno de los varios informes que sobre este
respecto recibió el gobernador civil de Barcelona, Eduardo Baeza Alegría, a
raíz de las elecciones de 1947:
«Un problema que conviene hacer resaltar, empieza a presentárseles
a los Sindicatos y es el de los vocales y enlaces sindicales que fueron
elegidos en las pasadas elecciones y que provienen de campos izquierdistas, sobre todo de la CNT, estos individuos en un principio y seguramente para granjearse la confianza sindical y el de la empresa, observaron una actitud nada sospechosa, pero una vez conseguida ésta y
además cierta libertad de acción dentro de las empresas donde prestan
sus servicios, han empezado a alejarse de los Sindicatos y a realizar
muchas de las veces una labor personalista... »ll
También algunos autores anarquistas han atribuido a la CNT un papel
protagonista en el conflicto. Duramente castigada por la represión entre 1948
y 1950, la huelga de tranvías habría sido, según estos autores, la última gran
7 psuc: Per Catalunya, la democracia i el socialisme, Barcelona, Avance, 1976, págs. 78-79.
8 Félix FANES, op. cit., p. 118.
9 Son numerosas las obras que recogen esta idea. Puede citarse, por ejemplo, Historia del PCE, París, ed.
Sociales, 1960 y Fernando CLAL'DIN, "El nuevo movimiento obrero español" en Movimiento obrero y acción política, México, Era, 1975.
10 Gregorio MORAN, op. cit., págs. 183-184.
11 Boletín Decenal, n° 21,23 julio 1948, Archivo del Gobierno Civil de Barcelona.
206
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951 )...
acción de la central anarquista. Para J.M. Molina, las huelgas de Barcelona y
Euzkadi de 1951 constituirían los últimos episodios animados y dirigidos por
la CNTI2. Los autores de Apuntes para una historia del movimiento obrero
español, si bien reconocen que el sindicato anarquista no inició la protesta,
consideran que «el movimiento fue recogido y canalizado anteriormente por
elementos libertarios» 13. En obras más recientes, incluso del propio campo
anarquista, se abandona este afán de capitalizar los hechos. Así, por ejemplo,
Cipriano Damiano señala que «nadie se puede adjudicar la promoción de unos
acontecimientos que fueron logrados por la gran mayoría popular»14. Finalmente, para Abel Paz, la huelga de tranvías constituiría el punto de arranque
de unas nuevas formas de lucha en las que no tendrían cabida las tradicionales
organizaciones obreras l5 .
En la actualidad, se ha asumido la tesis de Félix Fanés según la cual la
huelga de tranvías fue un movimiento espontáneo, sin organización premeditada. Los grupos tradicionales de oposición no ejercieron un papel de dirección
política, aunque sus militantes sí intervinieron a título personaL junto a otros
nuevos participantes como católicos, estudiantes e incluso falangistas. Una
vez iniciado el boicot, concretamente el de marzo, apareció un comité de
huelga integrado por Estat CataUl, FUC, FNC, CNT, UDC, MSC e, indirectamente, PSUe, pero, al parecer, su labor se limitó a la edición y difusión de
panfletos. Este comité se disolvió cuando se restablecieron las tarifas de los
tranvías y no intervino en la huelga general posteriorl6 .
Otra cuestión polémica es la de considerar la huelga de tranvías como el
fin del movimiento obrero dirigido por los sindicatos tradicionales. Esta idea,
difundida tradicionalmente por la historiografía, presupondría que las movilizaciones y conflictos precedentes habrían sido orquestados por estas organizaciones. Pere Ysas y Carme Molinero han puesto en discusión esta tesis, aduciendo que, en el caso de Cataluña, en la mayoría de estas acciones (registradas
fundamentalmente entre 1945 y 1947) las organizaciones de oposición jugaron un papel limitado y modesto y las movilizaciones tuvieron un carácter
espontáneo y se basaron en la reivindicación de mejoras materiales 17 .
12 J.M. MOLINA. El mOl'imienro clandestino en España
457.
1939-1949, México, ed. mexicanos unidos,
1976. p.
13 Apuntes para una historia del movimiellto obrero español de la postguera (1939-1970), Fondo de Documentación para la información anarco-sindicalista, p. 31.
14 Cipriano DAMIA:'-/O. La resistencia libertaria 11939-1970), Barcelona, Bruguera, 1978, p. 183.
15 Abel PAZ, op. cit., págs. 374-386.
16 Félix FANES. op. cit.. págs. 91-92.
17 Comissions Obreres de Catalunya 1964-/989. Barcelona, Empúries, 1989, págs. 33-34.
207
Gemma Ramos Ramos
En suma, la huelga de tranvías de Barcelona pennite constatar, en primer
lugar, el fracaso de los planteamientos de los grupos de oposición tradicionales con base en el exilio (duramente castigados, por otra parte, a causa de la
represión franquista y de las luchas intestinas). En segundo lugar, revela la
efectividad de formas de acción de masas caracterizadas por la infiltración y el
aprovechamiento de las instancias legales del régimen, por incorporación de
nuevos sectores -estudiantes, católicos y falangistas- y por un contenido reivindicativo no exclusivamente político y, en definitiva, más próximo a las
necesidades cotidianas de la población.
Católicos, falangistas y burguesía catalana
en la coyuntura de 1951
Una perspectiva menos conocida, aunque parcialmente apuntada en algunos estudios sobre la huelga de tranvías, es la del análisis de la actitud de los
grupos dominantes en el curso del conflicto y de su impacto en las instancias
de poder. Frecuentemente se ha señalado que la movilización genera un gran
desconcierto y perplejidad entre las autoridades franquistas. En primer lugar,
debido a la falta de experiencia del régimen en hacer frente a movimientos de
masas; en segundo lugar, por el carácter "legal" que inicialmente adopta la
protesta y, finalmente, por la participación en la huelga de elementos tradicionalmente contrarrevolucionarios y aliados del poder: la Iglesia y las
organizaciones católicas, la Falange y la burguesía catalana.
La participación de las organizaciones obreras católicas en la huelga de
tranvías ha sido destacada en más de una obra. Se ha considerado la posibilidad
de que la consigna inicial partiera de estos grupos, si se tiene en cuenta que la
octavilla repartida en los primeros momentos (ver nota 4), reproducía el método de transmisión de "cadena" que la Iglesia utilizaba para difundir estampas
y oraciones 18 . Los autores de Las huelgas contra Franco han constatado las
múltiples referencias que sobre las deficientes condiciones de vida y el mal
funcionamiento de los tranvías habían aparecido en el semanario de la HüAC
Tú, a lo largo de 1950 19 . En este sentido, la suspensión de Tú (poco después
de la huelga de 1951) no ha de entenderse únicamente, como señala Guy Hermet, como resultado de la irritación del gobierno por el éxito y difusión del
semanari020 , sino como fruto de la represión por la participación de la HüAC
18 Apuntes para una historia del movimiento obrero..., op. cit., págs. 31-32.
19 Llibert FERRI; Jordi MUIXI; Eduardo SANJUAN, Las huelgas contra Franco (1939-1956), Barcelona,
Planeta, 1978.
20 Guy HERMET, Las cat6licos en la Españafranquista, Madrid, CSIC, 1980, p. 234.
208
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951)...
en los conflictos. La siguiente nota informativa, remitida al gobernador civil
de Barcelona -Felipe Acedo Colunga- el 24 de octubre de 1951 por el jefe
superior de policía resulta suficientemente explícita:
«Debido a la fuerte presión que en su día hizo el Ministerio de Gobernación, en relación a los disturbios ocurridos en Barcelona. Bilbao.
Navarra, en cuanto a la organización de las últimas huelgas. fue suspendido el semanario de la HüAC Tú a la vez que toda manifestación
externa de las organizaciones de cariz Social-Demócrata Cristiano epigrafiadas»21.
Como es sabido. la HOAC fue creada en el seno de Acción Católica en el
año 1946 con el objetivo de preparar cuadros para un futuro sindicato católic0 22 . De esta manera, la Iglesia pretendía recuperar un ámbito de acción del
que había sido apartada en los primeros años del régimen 23 . El discurso doctrinario que animaba inicialmente estas entidades recogía los elementos básicos de la corriente católico-social anterior a la guerra civil convenientemente
aderezados por el nacional-catolicismo y el anticomunismo imperantes. Cabe
señalar que la aparición de la HOAC se produce bajo los auspicios del cardenal
Enrique Pla i Deniel, que había sido presidente de Acción Popular, plataforma
que aglutinaba inicialmente católico-sociales en Cataluña antes de la guerra.
El problema se planteaba en tomo al tema de cómo podía captar la Iglesia las
masas que integrarían este futuro sindicato. En este sentido, hay que constatar
que no se ha otorgado la importancia debida a la creación, en la delegación
nacional de sindicatos, de una Asesoría Eclesiástica a finales de 1944.
En la CNS de Barcelona, esta medida significa la irrupción en el sindicato
vertical de conocidos propagandistas católico-sociales. El cargo de asesor
eclesiástico de la Delegación provincial de sindicatos de Barcelona es ocupado
sucesivamente por: Martí Brugarola, Josep Ricart y Antoni Parés (en el momento de la huelga de tranvías). La asesoría eclesiástica centraba sus actividades en la organización de conferencias, cursillos, misas y ejercicios espiri~ua­
les -tanto para funcionarios de la CNS como para empresas-, en el desarrollo
de campañas benéficas y en la censura y "correcto encauzamiento" de los espectáculos patrocinados por la Obra Sindical de Educación y Descanso. Pero
21 "Nota informativa. Asunto: actividades social-demócrata cristianas HOAC/JOAC'. archivo de Gobierno
Civil de Barcelona.
22 Jordi ESTIVILL y Josep Maria DE LA HOZ. La cultura política del5 treballadors a Catalullya: e5tudi sobre le5 eieccioll5 silldicals (1944-1987), Barcelona, La Magrana, 1988. p. 35.
23 La Ley de Unidad sindical del 1940 abría el camino para la disolución y la integración en el aparato vertical de las organizaciones sindicales católicas (como la CONCA 1. )\jo obstante. los católicos mantuvieron el
control de la red de cooperativas y cajas rurales que este organisnw habia ido desplegando. Ver J.1. CASTILLO, Propietarios muy pobres, Servicio de Publicaciones Agrarias, 1979.
209
Gemma Ramos Ramos
la labor principal de la Asesoría era destacada por Josep Ricart en mayo de
1948:
«Mis atenciones más cariñosas han sido para ir a la formación de un
grupo de obreros católicos, llamados a intervenir en la vida sindical.
La formación y viabilidad de un grupo obrero católico, limpio de toda
demagogia, pero íntegramente social en lo católico...»24.
Unos meses después, el padre Ricart reconocía que «... a través de la asesoría se controlan 155 enlaces sindicales, cuya misión es velar por la justicia
social, en una continuada tarea de orientación social en defensa de intereses
comunes o individuales de quienes les eligieron»25. En 1951, según la policía
gubernativa, Josep Ricart constituye el personaje clave que aglutina la captación de militantes y el desarrollo de las actividades de la HOAC y la JOAC en
Barcelona:
«No obstante, en Barcelona, se siguen dando normas internas que
se transmiten por correo a todos los militantes de HüAC y JüAC y sigue ocupando el cargo de Consiliario Diocesano el P. José Ricart, Pbro
en las mismas, cuya sede oficiosa sigue siendo el local de la Acción
Católica Diocesana, sito en Lauria, núm. 7, Barcelona (...).
'" a pesar de la prohibición gubernamental, estas organizaciones
se mueven intensamente y en la dirección del semanario Tú (...) se sigue trabajando intensamente, con el fin de agrupar en torno al Padre
Ricart, al margen de lo dispuesto, a todos aquellos que quieran actuar en
dichas organizaciones»26.
La Iglesia barcelonesa y, particularmente la Acción Católica, despliega
una extraordinaria actividad en 1951 en este ámbito. El año se inaugura con el
anuncio de nuevos organismos católico-sociales: la Asociación Católica de
Dirigentes y el Instituto Católico de Estudios Sociales, pero el momento
culminante tiene lugar durante la celebración en la ciudad condal de la XI Semana Social de España, entre el 16 y el 22 de abril, es decir, un mes después
de la huelga de tranvías. A los actos se inscriben la mayor parte de las entidades económicas, colegios profesionales y organismos oficiales. Entre los
conferenciantes cabe destacar nombres como el de Pedro Gual Villalbí que,
entre otros cargos, era el secretario del Fomento del Trabajo Nacional; el director de El Correo Catalán, Claudio Colomer Marqués, y el presidente de la
Sociedad Económica de Amigos del País de Barcelona, Joaquín M a de Nadal,
24 "Hoy para usted: el Rdo. Padre Ricart, asesor religioso de la DPS", Producción, 30 de mayo 1948, p. 2.
25 Josep RICART, "Balance apostólico sindical", Revista Sindical de la Territorial de Barcelona, nO 63-64,
noviembre-diciembre 1948, pág. lO.
26 "Nota informativa. Asunto: Actividades social-demócratas cristianas. HOAC/JÜAC. 24 octubre 1951",
archivo del Gobierno civil de Barcelona.
210
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951 J...
que además ejercía como vicepresidente de la Junta Diocesana de Acción
Católica27 .
En definitiva, a partir de la propia Iglesia, y desde una perspectiva claramente contrarrevolucionaria (propiciar la armonía de clases, luchar contra el
comunismo, Oo.), se propicia la aparición de una plataforma sindical alternativa que, con el tiempo, jugará un importante papel en la oposición. Se ha
señalado la infiltración de propagandistas católico-sociales en el aparato vertical como una de las posibles vías de captación de militantes, actuando especialmente a través de los enlaces. Y no ha de olvidarse que estos enlaces estarán presentes en la reunión del 6 de marzo de 1951 de la que surgirá la consigna de la huelga general. No cabe duda de que deben realizarse más
investigaciones que profundicen en este campo, así como en el posible impacto que el catolicismo social produce en las clases dominantes catalanas:
creación de plataformas aglutinantes, aplicación concreta en algunas empresas
de determinadas tácticas inspiradas en la doctrina social de la Iglesia con el fin
de frenar actitudes contestatarias, etc.
Las tensiones existentes entre un sector de la Falange y Eduardo Baeza
Alegría, el gobernador civil de Barcelona, se hallarían también -según Félix
Fanés- en los orígenes de la huelga de tranvías 28 . Nacido en Zaragoza, Eduardo
Baeza había ejercido como gobernador civil de su ciudad natal, antes de ser
nombrado para el mismo cargo en Barcelona, en junio de 1947. En el verano
de 1950, Baeza destituyó al subjefe provincial del Movimiento y vicepresidente de la Diputación, José Fernández Ramírez. Esta acción avivó, al parecer,
el malestar de un sector de la Falange hacia el gobernador civil.
Resulta extraordinariamente complejo y, con los medios disponibles en la
actualidad, prácticamente imposible. establecer una sistematización de la red
de camarillas que integraban la Falange barcelonesa en 1951. Hay que descartar simplificaciones superficiales como las de considerar a la Vieja Guardia
como un bloque monolítico, sin fisuras. Pueden citarse múltiples grupos,
generalmente enfrentados entre sí, que se articulan en tomo a personalidades
determinadas. En ocasiones, estas camarillas están vinculadas a intereses económicos concretos; otras veces, grupos de presión sin aparente vinculación
con el partido, se procuran su apoyo ante coyunturas determinadas, como las
elecciones municipales. Se tiene constancia de la intervención de, al menos,
27 Ecos y voces del campo social, Publicación del secretario social de la Junta Diocesana de Acción Católica.
n" 22, mayo 1951.
28 La participación de falangistas en la huelga de tranvías es corroborada por el testimonio del historiador y
político Miquel Coll i Alentom en J. FABRE; J.M. HUERTAS; A. RIBAS, Vint anys de resistencia catalana
(1939-1959). Barcelona, La Magrana, 1978, p. 219.
211
Gemma Ramos Ramos
dos grupos de Falange en la huelga de 1951: el liderado por José Ramírez
Fernández y Francisco Eyré Fernández y el que se articulaba en torno al exgobernador civil de Barcelona, Antonio Correa Véglison.
José Fernández Ramírez había militado en la Falange barcelonesa desde el
periodo anterior a la guerra civil. Desde su creación, fue el jefe provincial de
la Obra Sindical de Artesanía y en 1946 se le otorgó el cargo de secretario
provincial del Movimiento. Durante estos años desempeñaba la función de
delegado provincial de sindicatos José Montero Neira (entre 1946 y 1949), que
había llegado a Barcelona después de ejercer los cargos de secretario local del
Movimiento y delegado provincial de sindicatos en Albacete. Su gestión en la
ciudad condal provoca un gran malestar entre las jerarquías de la CNS por su
"mal carácter" y, sobre todo, porque desarrolla una política de ceses y cambios, llevado de su "rectitud mal entendida", que conduce a los mandos de la
CNS a socilitar repetidamente su dimisión. Tal como se señala en este informe dirigido al gobernador civil:
«La mayoría de los funcionarios sindicales coinciden en que tal medida sería altamente beneficiosa, más que nada por la impopularidad alcanzada por el actual Delegado a quien le califican de déspota y de neurasténico basando tal afirmación en el detalle de que en lo que va de año
el Departamento Contencioso Disciplinario lleva iniciados doscientos
cuarenta expedientes por diversas causas»29.
Fueran justificados estos expedientes o no, esta actitud genera grandes
tensiones en el seno de la CNS. José Fernández Ramírez se convierte en el
portavoz de los descontentos, se enfrenta personalmente con Montero en
repetidas ocasiones y se niega a aceptar su cese como jefe de la Obra Sindical
de Artesanía, en un momento en que todas las jefaturas de las obras sindicales
se estaban suprimiendo para pasar a depender directamente a la vicesecretaría
de Obras Sindicales. Por otra parte, y siempre contando con el apoyo del jefe
de la Asesoría Jurídica de la CNS y también miembro de la Vieja Guardia,
Francisco Eyré Fernández, solicita en diversas reuniones su dimisión. En este
enfrentamiento personal entre Montero y Fernández Ramírez se observa una
lucha soterrada por el poder, ya que, entre los nombres que se barajan para
sustituir al delegado provincial de la CNS se encuentran los de José María
Poblador (jefe de las Falanges del Mar) y José Fernández Ramírez.
El conflicto se salda con el nombramiento de José Montero Neira como
secretario nacional de Sindicatos en noviembre de 1949, y, respecto al cargo
29 Boletín decenal, nO 5, 13 febrero 1948, archivo de Gobierno Civil de Barcelona. Es útil también la consulta de Producción y la Revista Sindical de la Territorial de Barcelona.
212
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951)...
de delegado provincial de la CNS, no será ocupado por ningún miembro de la
Falange barcelonesa, sino por el ex-delegado provincial de sindicatos de Lérida, Claudio Emilio Sánchez García. Si bien la postura de Fernández Ramírez
había sido derrotada, no cabe duda que se erigía en el representante de un sector
de la Falange de Barcelona que se hallaba resentida por el progresivo arrinconamiento de que estaba siendo objeto, en general, por otros grupos de poder, y
en la propia CNS, por elementos falangistas foráneos. No se conocen datos
sobre el papel jugado por el gobernador Eduardo Baeza en el "affaire" (resulta
probable que no se inclinara en favor del subjefe provincial de Falange), en
todo caso, parece comprensible que la destitución de José Fernández Ramírez
acabara de exacerbar los ánimos, dado el mar de fondo existente.
El otro grupo de Falange que participa en el conflicto es el de los simpatizantes del que fuera gobernador civil de Barcelona entre 1940 y 1945, Antonio Correa Véglison. Pese a mostrar un gran respeto por los aspectos más
formales de la Falange, su mandato contribuyó a reducir el radio de acción del
partid0 3o . No obstante, el populismo y la demagogia que caracterizaron su
gobierno, imperaron simpatías en álgún sector del Movimiento y, especialmente, en el Frente de Juventudes, al que le había dedicado una especial atención. La actuación de este grupo en la huelga de 1951 se destaca en el siguiente informe del gobierno civil:
«Aquí todo el mundo recuerda como muestra de insolvencia e indisciplina, la actuación destacada de elementos de la Falange en los actos
deplorables que el pasado febrero tuvieron lugar en esta ciudad con
ocasión de las tarifas tranviarias. Es un hecho cierto y sabido por todos, que en aquello hubo una actuación muy importante de la Falange y
recordamos los barceloneses que en la tarde y noche de 25 de febrero
las centurias del Frente de Juventudes iniciaron los actos de vandalismo contra los tranvías. Querían hundir al Gobernador Dr. Baeza y lo
lograron ... »31.
No fue ésta la única actividad que desarrollaron algunos falangistas en el
curso del boicot a los tranvías. Cabe destacar la edición y difusión de octavillas, el acompañamiento en su propio vehículo de grupos obreros que iban
caminando en la misma dirección y, sobre todo, la puesta en circulación del
rumor sobre el supuesto idilio entre Baeza y la actriz Carmen de Lirio. Estas
actitudes explican que José Fernández y Francisco Eyré Fernández fueran detenidos después de los hechos de marzo.
30 Borja de RIQUER y Joan B. CULLA, Elfranquisme i la trallsició democrática (/939-1988). Barcelona.
ed. 62, 1989, p. 44.
31 Carta de Carlos Capdevila al gobernador civil, 29 de febrero 1951. archivo del Gobierno Civil de Barcelona.
213
Gemma Ramos Ramos
No todos los falangistas, sin embargo, participaron en el boicot a los
tranvías; algunos se mantuvieron fieles a las consignas del gobernador e incluso colaboraron en la represión. Lo que sí parece improbable es la intervención del partido en la huelga general. Como ha señalado Fanés, las llamadas
telefónicas a las empresas en nombre de la CNS para propagar la consigna de
la huelga partieron en verdad de elementos de la oposición. Este hecho otorgó
un "cierto carácter legal" a la protesta, cosa que incidió favorablemente en su
generalización. Parece ser que durante el paro general los falangistas actuaron
fundamentalmente como esquiroles 32 .
A pesar de que la huelga de tranvías implicó la destitución del gobernador
civil Eduardo Baeza, resulta exagerado hablar -como se ha hecho en ocasionesde una «victoria política de Falange»33. Como consecuencia de su intervención en el conflicto, la Falange barcelonesa recibirá serias llamadas al orden
desde diferentes ámbitos. En primer lugar, el secretario general del Movimiento, Raimundo Fernández Cuesta, en un discurso pronunciado el 20 de
marzo recordará: «Ser un falangista y no obedecer es un contrasentido. El falangista debe tener una fe ciega en el que le manda»34. En segundo lugar, en el
parlamento que el nuevo gobernador civil de Barcelona -Felipe Acedo Colunga- realizará en la jefatura provincial del Movimiento con motivo de su
toma de posesión:
« ... Os pido a todos verdadera obediencia: la lealtad y sumisión que
habéis aprendido y como dijo el Caudillo, el sacrificio en aras de la
disciplina (...). La obediencia y la disciplina son las virtudes esenciales para conseguir que nuestro esfuerzo no sea baldío (...).
Yo me limito a solicitar, nuevamente, obediencia y sacrificio, ya
que estoy dispuesto a exigir tales virtudes a quienes, desoyendo estas
supremas razones, se desvíen»35.
Las relaciones entre Acedo Colunga y el Movimiento no resultaron fáciles. Los falangistas se sintieron molestos, por ejemplo, cuando en el acto en
memoria de José Antonio celebrado en noviembre de 1951 el gobernador se
presentó vestido de uniforme militar en lugar de llevar la camisa azul. También surgieron tensiones a raíz de la destitución de determinados elementos
como el secretario local de Falange, Cava de Llano, y el inspector provincial
del Movimiento, Abelardo del Río, a finales de 19513 6 . Sin embargo, tal co32 Pélix PANES, op. cit.
33 "L'ajuntament de Barcelona (1901-1983)", L'Avene<, nO 58, mare< 1983, p. 230.
34 Reproducido en MAX GALLO, op.cit., p. 251.
35 El correo catalán, 20 de marzo 1951, p. 3.
36 Caja 884, archivo del Gobierno Civil de Barcelona.
214
Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951 ¡...
mo señala Borja de Riquer durante su mandato (1951-1960), los sectores falangistas contestatarios fueron sometidos por complet0 37 .
Sobre la actitud y participación de la burguesía catalana durante el conflicto, han de destacarse, fundamentalmente, dos aspectos: de un lado, el papel
mediador que asumen las entidades económicas y comerciantes con los
huelguistas durante el paro general. Respecto al primer punto, Josep M. Colomer ha hecho notar que la intervención directa y "poco usual" de la gran
burguesía en la resolución del tema, al margen de las instituciones oficiales,
ponía de manifiesto la inoperancia del ayuntamiento y del gobierno civil y, en
definitiva, del aparato franquista en Barcelona38 . Esta sugerente interpretación
merece, no obstante, una serie de reconsideraciones. En primer lugar, ha de
cuestionarse, o como mínimo, se ha de matizar, el tema de la "inoperancia"
del aparato franquista en la ciudad condal. Hasta el momento, la contundencia
represiva del régimen, entendida en un sentido amplio -desde la eliminación
física de la oposición y la elaboración de leyes coercitivas, hasta el encuadramiento de los trabajadores en el sindicato vertical- sí se había revelado eficaz
en una cuestión de gran interés para la clase dominante del Principado: el
mantenimiento del orden social. En segundo lugar, resulta inexacto calificar
de "inusual" la intervención de la burguesía en estas circunstancias. La reunión de las corporaciones económicas en momentos de conflictividad social
constituye un hecho habitual en Barcelona desde la época de la Restauración.
La representación de las fuerzas vivas, es decir, los presidentes de las Cámaras
y entidades de mayor peso social y económico, constituían una comisión que
actuaba en estrecha conexión con las autoridades locales. En el seno de esta
comisión se proponían vías de solución concilatorias, pero también se
planteaban fórmulas de tipo represivo, en connivencia con las autoridades locales, con el fin de "resolver" el conflict039 .
La plataforma creada en el curso de la huelga de tranvías reunía a los presidentes de la Cámara Oficial de Comercio y Navegación -Amadeo Maristany
y Oliver-, de la Cámara Oficial de Industria -Antonio M. Llopis Galofré-, de
la Sociedad Económica de Amigos del País -Joaquín María de Nadal-, de la
Cámara Oficial Sindical Agraria -Luis Pascual Roca-, del Instituto Agrícola
Catalán de San Isidro -José de Fontcuberta y de Casanova- y los presidentes
accidentales del Fomento del Trabajo Nacional -Pedro Gual Villalbí- y de la
37 Borja de RIQUER y Joan B. CULLA, op. cit., p. 44.
38 Félix FANES; op. cit., págs. 108-109. Josep M. COLOMER, Els estudiants de Barcelona sota el franquisme, op. cit., p. 89.
39 Soledad BENGOECHEA y Gemma RAMOS, "La patronal catalana y la huelga de 1902", Historia social,
núm. 5, otoño 1989, p. 77-95.
215
Gemma Ramos Ramos
Cámara Oficial de la Propiedad Urbana -Ignacio de Bufalá y de Ferrater-. A
estos personajes se suman dos miembros de la CNS (el delegado provincial de
sindicatos -Claudio Emilio Sánchez García- y el procurador en Cortes, vinculado al Sindicato de Transportes -Vicente García Ribes) y una representación
del ayuntamiento y de la compañía de tranvías. Las reuniones tienen lugar los
días 3,4 Y 5 de marzo y concluyen con la propuesta de dejar en suspenso el
aumento de las tarifas.
Pese a que la intervención de las entidades económicas no constituye una
novedad, sí que se aprecian diferencias remarcables respecto a su actuación durante la guerra civil. En primer lugar, quien canaliza la actividad de la comisión no es el presidente de la Cámara de Comercio, como sucedía anteriormente, sino el de la Cámara de Industria. Las reuniones se llevan a cabo en la
sede de esta entidad y es J.M. Llopis, su presidente, el que asume el papel de
portavoz ante el gobernador civil y el que percibe una condena frontal al boicot, ya que Llopis la define como «actitud de disconformidad, en su origen y
planteamiento inicial, espontánea y cívica»40. Estas consideraciones, y el temor a que la protesta se radicalizase y derivase en un conflicto social de
mayores dimensiones (como de hecho ocurrió) llevaron a la comisión a
considerar una propuesta conciliatoria. En todo caso, el papel clave que esta
plataforma jugó durante el conflicto, conduce a pensar que la burguesía mantenía vigentes unos canales de representación y articulación que, en un momento dado, les permitía cohesionarse y mantener una considerable capacidad
de maniobra en el ámbito local.
Debe recordarse que durante el régimen franquista, la patronal catalana había conservado sin problemas sus organizaciones corporativas e incluso, en
algunos casos, con los mismos consejos directivos de antes de 1936. Su
obligada incorporación al Sindicato Vertical se tradujo simplemente en el
añadido "Servicio Sindical" antes del nombre de la entidad (Servicio Sindical
del Fomento del Trabajo Nacional, etc...).
Respecto a la extensa gama de organizaciones que antes de la guerra articulaban a los empresarios de los distintos ramos, ha de decirse que se mantienen en el interior de la CNS hasta que, a finales de los años cuarenta, resurgen
con el apelativo de "gremios sindicales", integrados en la CNS pero gozando,
en la práctica, de una actuación autónoma. Por otra parte, la patronal catalana
no sólo se hallaba plenamente representada en los organismos de dirección
económica del sindicato (CRASS, Consejo Provincial de Ordenación Econó40 La Vanguardia, 6 de marzo de 1951, p. 13. Además es útil la consulta de Comercio y navegación y La Industria española, órganos de la Cámara de Comercio y de la Industria de Barcelona.
216
Tranvías y conflictividad social en Barcelolla (marzo de 1951)...
mica y, posteriormente, Vicesecretaría Provincial de ordenación económica),
sino que durante la década de los cuarenta ejercía la jefatura de la mayor parte
de los sindicatos de ram0 4l . Además de las organizaciones de tipo económico,
debe ser convenientemente estudiada toda la gama de asociaciones culturales,
religiosas, recreativas y deportivas existentes durante el periodo, como posibles plataformas de articulación y cohesión de la burguesía durante el franquismo.
Sin embargo, las actitudes de algunos empresarios y comerciantes de colaboracionismo con los huelguistas en los sucesos de marzo de 1951, tantas
veces puestas de manifiest0 42 , evidencian un malestar generalizado que no
afectaría únicamente a los sectores populares. El propio régimen recibirá el
impacto de estas tensiones y se verá obligado a iniciar una serie de cambios,
cuyos efectos se harán notar en la década de los cincuenta. Estos cambios se
orientarán, en primer lugar, al logro de la ampliación de la base social del régimen; por otra parte, a la transformación de las directrices de la política económica. Tal como señala Borja de Riquer, la etapa del gobernador civil Acedo
Colunga posibilita la incorporación en el ámbito del poder local y,
fundamentalmente, en el ayuntamiento de Barcelona, de nuevos elementos procedentes de la Lliga, por ejemplo- que por su pasado catalanista no había
podido contar con esta posibilidad durante la etapa anterior4 3 .
Respecto al cambio en las directrices económicas, las huelgas de marzo
inciden en la remodelación ministerial de julio de 1951 que abre el camino a
la liberalización económica y al abandono de la fase autárquica. Meses después, desaparecerán progresivamente las cartillas de racionamiento, las
restricciones en el suministro eléctrico y se registrará un perceptible aumento
de salarios -fruto de las protestas- que dará lugar a una mejora de las condiciones de vida y de la demanda interna. El incremento del poder adquisitivo, sumado a la concesión de créditos de Estados Unidos y a la integración de España en la economía occidental -en un momento en que ésta se halla en una
fase de crecimiento- permitirán el inicio de una cierta recuperación en la economía en la década de los cincuenta+l.
41 Gemma RAMOS. "EI sindicat vertical: mecanisme de control social i instrument de poder" en Frallquisme, Barcelona, Crítica, 1990.
42 Ver las obras mencionadas de Max GALLO, Félix FANES y Apuntes para ulla historia del movimiellto
obrero,
43 Borja de RIQUER, op. cit. p. 44.
44 Frallquisme, Barcelona, Crítica, 1990. p. 100-103.
217
VAGA DE TRANVIES 1951
Franquisme i post GC: Destruccions de les grans infrastructures i del transport;
xarxa viària, Marina mercant i destrucció ponts,…S'imposa un fort intervencionisme de
l’estat en la vida econòmica. Creant la “Comissaria General de Proveïment i transport”.
Moment d'ESCASSETAT GENERALITZADA: afecta de manera integral a la societat.
+ les restriccions elèctriques. Sobre els productes de primera necessitat (el sistema
de racionament estatal no funcionava). L’escassetat condiciona la vida quotidiana
perquè implica buscar solucions per sortir d’aquesta (mercat negre).
CONFLICTIVITAT:
Aquest malestar s’expressa en protestes obreres i en formes de boicot, que
implicaran una participació obrera i protesta ciutadana
1) març 1951, Barcelona BOICOT ALS TRAMVIES: l'increment del preu dels
tramvies de la ciutat aprovat per l'estat serveix de desencadenant per expressar
el malestar social. Boicot al transport: no utilitzar-lo, destrucció de vagons,...
Boicot sorprèn a les autoritats que no saben que fer davant la situació, no hi ha
accions repressives contra els que no utilitzen un servei. Treuen les forces
policials per evitar l'organització de grups al voltant del boicot. Boicot durà 1
setmana, estat cedí i anul·là la pujada de preus.
El problema per a les autoritats fou que la cosa no va acabar aquí, que la
situació no es va normalitzar. Es convoca els 12 i 13 de març una vaga general
amb un ampli seguiment, amb ocupació massiva dels carrers de la ciutat. Fins i
tot també per part de les mitjanes i petites empreses, de molts comerços i de les
activitats de serveis. Aquesta vaga paralitzà la ciutat.
La vaga durà uns 3 dies perquè, a diferència del que havia passat amb la vaga
de tramvies, van haver empresonaments, tortures, penalitzacions…). Les
autoritats utilitzen la repressió contra els manifestants posant fi a la vaga.
Boicot i la vaga general va ser espontània, sense organització de cap grup.
S'anà generalitzant pel “boca orella” o efecte “bola de neu” des de febrer i que
continua difonent-se pel descontentament real de la població. Era la confluència i
després la multiplicació de la campanya la que provocà aquest moviment. Els
dirigents sindicals havien convocat una reunió, però aquesta es complicà i
perderen el control dels enllaços sindicals.
La difusió del boicot als tramvies i la vaga general fou per les emissores
estrangeres, estimulant protestes a altres llocs com el País Basc o Madrid. Com:
- vaga general 23-24 d’abril al País Basc. Acabà en repressió violenta i
immediata.
- protestes obreres a Victòria i també a Pamplona el maig.
- A Madrid, vaga de transports, premsa i espectacles al maig, també amb
immediates mesures repressives.
Així, al gener del 1957 hi ha un nou boicot als tramvies de Barcelona degut a
l’intent de tornar a apujar el preu del bitllet. Aquest cop però, les autoritats
mantindran el control de la situació mitjançant una sèrie d’obligacions. Per
exemple: obligant als funcionaris a usar el tramvia i presentant dit bitllet al
treball, etc. Mesures que faran que el boicot fracassi.
1957 nova vaga de transports a Madrid, aquest cop més important.
Primavera del 1958 3 focus diferents de vaga: mineria asturiana (s'aplica l’estat
d’excepció), País Basc i Catalunya
A mitjans de l’any 1958, el govern, mitjançant les condemnes, la repressió dura,
etc., farà disminuir el moviment vaguístic i acabar amb les protestes fins 1961.
Aquesta situació del període 1951-1958, s’ha de situar en el marc de tensió
econòmica, de tensió de política interna i també amb el canvi governamental al
1957 i en el pla d’estabilització
Totes aquestes expressions de conflictivitat i protesta, apareixen a partir de la
persistència d’un malestar intens com a conseqüència d’una vida extremadament
dura i severa. No hi ha factors polítics en el desencadenament d’aquestes
protestes. Les seves demandes són socio-econòmiques, no polítiques, però
donades les característiques del govern franquista, les protestes adopten una
dimensió política ja que impliquen una confrontació amb el poder polític. Per
exemple, els salaris són signats pel govern, no pels empresaris, els preus són
intervinguts pel govern, etc. Així, independentment del seu origen, les protestes
tindran un caràcter polític i encara més, perquè significaran vulnerar la legalitat.
FALANGE,
AUTARQUIA
I CRISI 3 (2010), 95-124
Segle
xx. Revista
catalana d’història,
ISSN: 1889-1152
95
Falange, autarquia i crisi.
La vaga general de 1951 a Barcelona
Michael Richards
University of the West England (Bristol)
«Donde
menos se piensa, salta la liebre»1
Als mesos de febrer i març de 1951, Barcelona va viure l’onada de protestes populars més important d’ençà la revolució esdevinguda a la ciutat durant la
Guerra Civil de 1936-1939. Milers de persones de diferents estrats socials i filiacions polítiques van fer pinya en un seguit d’aldarulls de tres setmanes de duració contra l’explotació i la violència imposades durant onze anys per la dictadura
del general Franco. El moviment popular, iniciat amb un boicot a l’empresa de
tramvies, va culminar en una vaga general, seguida per uns 300.000 treballadors,
que va paralitzar la ciutat i la producció als centres industrials.2 Mesos després
de les protestes a Barcelona van tenir lloc més vagues, tant a la mateixa capital catalana com en altres regions espanyoles, principalment als centres urbans.
Aquests esdeveniments van reflectir les frustracions contingudes i les identitats
reprimides sota la dictadura: la consciència de classe, el catalanisme progressista i
la solidaritat cívica.3 L’agitació popular no assoliria els nivells de 1951 fins a les
manifestacions massives de 1976, que van antecedir l’arribada de la democràcia
a Espanya després de quaranta anys de franquisme.4
Vell refrany castellà.
L’estudi més exhaustiu n’és el de Fèlix Fanés: La vaga de tramvies del 1951: una crònica de Barcelona, Laia, Barcelona, 1977.Vegeu també Llibert Ferri, Jordi Muixí i Eduardo Sanjuán: Las huelgas contra Franco, 1939-1956, Planeta, Barcelona, 1978, pp. 148-174; Sebastian Balfour: Dictatorship, Workers
and the City: Labour in Greater Barcelona since 1939, Clarendon Press, Oxford, 1989, pp. 22-30; Gemma Ramos Ramos: «Tranvías y conflictividad social en Barcelona (marzo de 1951): actitudes políticas y sociales de una huelga mítica», Historia Contemporánea, Universidad del País Vasco (1991), n.º 5.
3
Vegeu Amando de Miguel: España cíclica: ciclos económicos y generaciones demográficas en la sociedad
española contemporánea, Fundación Banco Exterior, Madrid, 1986, p. 183.
4
Vegeu Manuel Vázquez Montalbán: Barcelonas, Empúries, Barcelona, 1987, pp. 174-177; Sergio
Vilar: Historia del antifranquismo, 1939-1975, Plaza & Janés, Barcelona, 1984, p. 238.
1
2
96
MICHAEL RICHARDS
És improbable que aquests successos constituïssin un perill real per al règim
de Franco. Les protestes no podien suposar més que un lleu ensurt per al poderós aparell repressiu dirigit al control armat de la població; unes forces repressives
que el 1951, per raons analitzades en aquest article, no van ser gaire visibles als
carrers de la ciutat.5 A més, l’anticomunisme militant del règim comportava que
l’Espanya franquista es convertís en una peça important en el marc de la guerra
freda, per la qual cosa rebia el suport i l’ajut financer del govern dels Estats Units.6
Malgrat tot, combinada amb altres factors, la vaga general de 1951 a Barcelona va contribuir a un canvi lent en la manera en què el franquisme imposava el seu domini. El règim, els seus partidaris i les potències occidentals es van
veure obligats a avaluar els perills potencials d’un creixent malestar social a Espanya en un moment en què la guerra freda s’estava escalfant visiblement. A
principis de la dècada, Espanya començà a incorporar-se gradualment a la comunitat internacional de nacions capitalistes. Al mes d’agost de 1950, el president
nord-americà va ratificar la concessió d’un préstec a Espanya per valor de 62,5
milions de dòlars. El mateix dia en què es produïa el convingut inici del boicot popular contra els tramvies barcelonins, Franco estava gaudint de la pompa
i cerimònia de la presentació de credencials per part de l’ambaixador dels Estats
Units al Saló del tron del Palau Reial de Madrid. Finalment, al març de 1952,
en part a causa de l’ajut econòmic provinent de l’exterior, però també pressionat pel seguit de protestes populars, el govern espanyol va relaxar la dominació
sobre la població que, d’ençà la fi de la Guerra Civil, havia exercit mitjançant
el racionament del pa.
La repressió i el control s’experimentaven en part a través de les relacions
econòmiques. Garantir el treball i l’aliment —allò necessari per a la subsistència— va esdevenir un assumpte polític. La política econòmica autàrquica del règim, que reflectia la victòria del franquisme i els interessos protegits de l’elit, es
basava en la producció laboral intensiva, els sous baixos, l’absència d’un control
eficaç dels preus dels articles de primera necessitat i un alt nivell de corrupció al
si de l’administració local. Les autoritats promovien el creixement d’un immens
mercat negre i se’n beneficiaven. Poc abans de les protestes de 1951 a Barcelona, el govern havia rebut diverses advertències dels governadors locals —un
dels quals seria temps després secretari del consell d’administració de l’Instituto
Nacional de Industria (INI), el gegantí conglomerat industrial de l’Estat— en
el sentit que, si es volia restablir l’equilibri del mercat, s’hauria d’ajornar el pla
5
El 1945, a Catalunya hi havia uns 40.000 soldats sobre un total de 345.000 efectius de l’Exèrcit de Terra, incloses casernes a les ciutats industrials de Manresa i Mataró. Hi havia també més de
6.000 guàrdies civils (aproximadament 1 per cada 400 habitants), enquadrats en dues divisions comandades des de Barcelona i Girona.Vegeu Borja de Riquer i Joan Culla: El franquisme i la transició
democràtica (1939-1988), dins Història de Catalunya, Edicions 62, Barcelona, 1989, vol. 7, pp. 41-42.
6
Ángel Viñas: Los pactos secretos de Franco con Estados Unidos: bases, ayuda económica, recortes de soberanía, Grijalbo, Barcelona, 1981.
97
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
d’industrialització autosuficient i s’haurien d’importar més aliments. La constant
pujada dels preus amenaçava amb una crisi econòmica i, «sobre todo, política. La
gente está exhausta [...] el sistema de intervención actual ha fracasado por completo [...]
Debemos ensayar otras vías más eficientes y flexibles [...] Lo que me importa es salvar
a Falange y al régimen».7
Va ser en aquest context d’opressió que va esclatar la vaga general de 1951 a
Barcelona. El sistema franquista es fonamentava en la cohesió entre les diferents
«famílies», o grups polítics, que integraven l’estructura de l’Estat,8 pressuposició
que la vaga de 1951 posaria en dubte, ja que va palesar fortes tensions al si de
l’aparell estatal, a escala tant local com nacional. La Falange havia estat «en primera línia» de la guerra civil econòmica que va començar un cop finalitzada la
contesa militar, i la corrupció va desacreditar encara més el «Movimiento», que les
elits econòmiques sempre havien vist amb hostilitat.9 De llavors ençà, el règim
ja no podria seguir ignorant les veus dissidents. Com els mateixos funcionaris
falangistes van reconèixer, el fet que les autoritats depenguessin d’una forma de
colonització interna com a mètode de control social i de complaure els lleials
al règim, comportava molts riscos. Els informes d’intel·ligència redactats per Falange en el moment culminant de la crisi fan palesa aquesta situació caòtica: «Si
el principio de autoridad no se fundamenta en un orden social justo, al menos en su sentido más elemental, carece de justificación y caerá por su propio peso, ya que [...] emergerán colaboradores del malestar, actuando a través de la solidaridad o la simpatía con las
causas que lo provocan».10
Conflicte
dins
Falange
Als anys quaranta, Barcelona va presenciar una lluita política, limitada però
perjudicial, entre les forces del «Nuevo Estado» franquista. La principal disputa
va produir-se entre sectors del partit estatal i representants de les elits socials de
la ciutat.
El partit únic de l’Espanya franquista estava integrat per Falange Española, la
formació feixista espanyola, i els carlins de Comunión Tradicionalista, fusionats
ambdós per ordre de Franco, gairebé contra la seva voluntat, l’abril de 1937, i
7
Les moderades reformes liberalitzadores s’haurien d’haver portat a terme abans de provocar la
vaga general de Barcelona. Governador civil d’Astúries, Francisco Labadié Otermín, 13 de febrer de
1951, AGA, Presidencia, c. 73. Per les seves crítiques, un ministre va acusar Labadié de ser un «demagog», i Suanzes va proposar que fos destituït. Carta de Labadié, 26 d’abril de 1951.Vegeu també
l’opinió dels falangistes dissidents després de la vaga a l’informe intern de FET-JONS, Barcelona,
«Algunas consideraciones políticas a cuenta de los sucesos de Barcelona», 14 de març de 1951, AGA,
Presidencia, c. 73.
8
Amando de Miguel: Sociología del franquismo, Euros, Barcelona, 1975.
9
FET-JONS, Delegación Provincial de Barcelona, 30 de novembre de 1940.
10
«Algunas consideraciones políticas a cuenta de los sucesos de Barcelona», cit.
98
MICHAEL RICHARDS
coneguts després senzillament com «el Movimiento». Aquesta unificació formava
part d’una estratègia concertada dels militars i polítics conservadors del «Nuevo
Estado» per a sotmetre l’ala radical de Falange. Entre el setembre de 1939 i el
juliol de 1940, quan va ser formalitzat, el procés va continuar amb el desarmament de la milícia falangista —que, al febrer de 1939, comptava a Catalunya amb
uns 26.000 efectius— sota la supervisió de l’Exèrcit.11 A més, molts dels milicians s’havien presentat voluntaris per lluitar a la División Azul durant la guerra mundial, raó per la qual, òbviament, havien quedat delmats. Però res de tot
això va apaivagar les contínues tensions a Barcelona entre el partit i l’Exèrcit.12
En l’àmbit estatal, el partit havia estat numèricament feble abans de la Guerra
Civil i no havia crescut fins que es va produir la victòria del Front Popular en
les eleccions parlamentàries de febrer de 1936, quan molts antics afiliats de partits oficialment democràtics se’n van passar a Falange.13 Tanmateix, al juliol de
1936 el partit encara era poc nombrós a Barcelona, de manera que menys d’un
centenar de falangistes van prendre part en el fracassat cop militar a la ciutat.14
Com a conseqüència de tot plegat, el Movimiento s’aniria omplint cada cop més
d’arribistes delerosos de participar en el sistema d’espoli que l’administració oferia i de protegir interessos econòmics específics.15 Tot i que molts militants dels
anys trenta havien caigut en combat durant la Guerra Civil, el partit va créixer
després enormement, quan es va garantir l’afiliació als excombatents, excaptius i
funcionaris «purificats».16 Aquesta entrada massiva de gent va causar força ressen11
Rafael Casas de la Vega: Las milicias nacionales en la guerra de España, Editora Nacional, Madrid, 1974, p. 170.
12
Informe de Secretaría Provincial, Barcelona, 19 de setembre de 1939, AGA, Presidencia, c.
31. També «Proyecto de creación de las milicias de Falange», 1940, Fundación Nacional Francisco
Franco, Documentos inéditos para la historia del general Franco, vol. II, 1, pp. 38-43.Vegeu també els informes de la Delegación Nacional de Información e Investigación (DNII) sobre oficials de l’Exèrcit
«sospitosos» (per exemple, 7 de maig de 1942, Boletín, Madrid, AGA, Presidencia, c. 16; 15 de maig
de 1942, Barcelona) i sobre les crides a restablir la milícia («Informe sobre la situación en Cataluña»,
informe de FET-JONS, agost de 1940, AGA, Presidencia, c. 31).
13
Vegeu Martin Blinkhorn: «The Iberian States», a Detlef Muhlberger: The Social Basis of European
Fascist Movements, Croom Helm, Londres, 1987, pp. 320-348. Milers de militants de les joventuts de la
CEDA van afiliar-se a Falange al febrer de 1936. És difícil precisar l’evolució del nombre d’afiliats al
partit abans de la Guerra Civil, donat que no s’han conservat els arxius.Vegeu, sobre Barcelona, «Memoria que quema», El País, 1 de novembre de 1992, p. 10. Els càlculs sobre el nombre d’afiliats a tot
Espanya al començament de 1936 oscil·len entre els 6.000 i els 25.000.Vegeu Ricardo Chueca: El fascismo en los comienzos del régimen de Franco. Un estudio sobre FET-JONS, CIS, Madrid, 1983, pp. 130-132.
14
Josep M. Solé i Joan Villarroya: «La trama civil del 19 de juliol a Catalunya», L’Avenç, 90 (febrer de 1986), p. 7; Carles Viver Pi-Sunyer i Teresa Climent: «El personal polític de la província de
Barcelona», L’Avenç (gener de 1979), p. 31.
15
Paul Preston: «Populism and Parasitism: the Falange and the Spanish Establishment, 1939-75»,
a Martin Blinkhorn (ed.): Fascists and Conservatives, Unwin Hyman, Londres, 1990, pp. 138-156; Sebastian Balfour: «From Warriors to Functionaries: The Falangist Syndical Elite, 1939-1976», a Paul
Preston i Frances Lannon (eds.): Elites and Power in Twentieth-Century Spain, Clarendon Press, Oxford, 1990, pp. 229-248.
16
Guy Hermet apunta que hi havia 36.000 membres al juliol de 1936; 240.000, el 1937 i 650.000,
el 1939. Al principi de 1940 n’hi havia, segons Hermet, 725.000. Tot i que els diplomàtics britànics
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
99
timent entre els falangistes veterans de la «Vieja Guardia», alguns grups dels quals
es rebel·larien el 1951.17 Al maig de 1949, va crear-se a Barcelona un grup dissident radical, les Juntas de Agitación Nacional Sindicalistas (JANS) —organització
que participaria després en la protesta—, amb l’objectiu d’«hacer proselitismo en
los puestos de trabajo [...] a favor de la revolución nacional-sindicalista».18 Però l’«esperit revolucionari» dels radicals falangistes quedaria arraconat en darrera instància
en benefici de l’interès superior per mantenir l’ordre social existent abans de la
República.19 La rebel·lió va fracassar perquè els falangistes no van poder controlar la protesta popular que les seves accions van desfermar. La vaga, la van haver
de sufocar les forces de l’Estat conservador, amb les quals els falangistes van optar finalment per cooperar en comptes de canalitzar-la en una direcció radical.
Així doncs, els esdeveniments de febrer i març de 1951 es poden considerar un
pas important en el camí cap a la subjugació i burocratització del Movimiento.
El conflicte va agreujar-se perquè Madrid no facilitava suficients mitjans materials als governs locals i restringia el marge de maniobra polític de les províncies. En una carta escrita el dia de la seva destitució, al novembre de 1939, el
llavors cap provincial del partit, Mariano Calviño de Sabucedo Gras, es queixava al secretari general del Movimiento que s’havia deixat l’administració local
«completamente desprovista de recursos con los que cumplir sus más elementales obligacio­
nes».20 En les primeres dècades, un dels principals propòsits del governador civil
sota el franquisme era actuar com a agent d’aquesta estratègia restrictiva.21 El
fet que el governador ocupés també el càrrec de cap provincial del partit feia
que els falangistes locals sentissin amb més intensitat aquesta força centralitzadora. A Barcelona, aquest viratge conservador va iniciar-se al desembre de 1940
amb el nomenament del populista i demagog Antonio Correa Veglison com a
cap del partit i governador. Quan el 1945 el panorama internacional va canviar
en detriment dels falangistes «radicals», va caldre prescindir de Correa, un gran
van calcular que Falange tenia al voltant de tres milions de membres en aquesta època, altres han
calculat que, el 1942, en tenia un milió i mig a tot el territori espanyol. Despatx, 2 de gener de 1940,
PRO/FO371/24507/C380/40/41. Guy Hermet: Los católicos en la España franquista, vol. I, p. 373.
Sobre Catalunya, vegeu Riquer i Culla: El franquisme..., cit., pp. 65-69.
17
Sobre la Vieja Guardia, vegeu Emilio Romero: Los papeles reservados, Plaza & Janés, Barcelona,
1985, vol. I, pp. 119-130. El 1939, laVieja Guardia representava a Barcelona menys de l’1% dels afiliats.
18
«Copia literal del Informe que emite la Conserjería Provincial de JANS de Barcelona, al Mando Nacional de la Vieja Guardia», 21 de març de 1951. AGA, Presidencia, c. 73.
19
El partit estava amarat de faccionalisme fins i tot durant la Guerra Civil.Vegeu l’informe del
SIFNE (Servicio de Información de la Frontera del Nordeste), «Información sobre la situación de
FET-JONS en Barcelona», 31 de gener de 1938,AGA, Presidencia, c. 31. El SIFNE, el servei d’intel·li­
gència català al servei de l’Estat franquista, era dirigit per un destacat membre de la burgesia barcelonina, José Bertrán Musitu, antic president de la Lliga Regionalista. Al febrer de 1938, el SIFNE va
fusionar-se amb el Servicio de Información y Policía Militar (SIM).
20
AGA, SGM, 17 de novembre de 1939, c. 30.
21
Vegeu Daniel Criach i Singla: «El paper dels governadors civils», a Ramon Garrabou et al.:
Franquisme: sobre resistència i consens a Catalunya (1938-1959), Crítica, Barcelona, 1990, pp. 151-156.
100
MICHAEL RICHARDS
admirador del nazisme i del feixisme. Tot i que havia fet ben poc per alterar la
posició subordinada del partit a Barcelona, la seva destitució, l’agost de 1945, va
provocar una manifestació de dos mil camarades de les joventuts del partit, el
Frente de Juventudes, que va ser dispersada per la policia muntada.22 Una de les
exigències d’un sector del partit el 1951 seria la tornada de Correa.23 Va desenvolupar-se un faccionalisme perjudicial que va perpetuar el declivi de l’autoritat
estatal a Barcelona alhora que aquesta queia fàcilment en la corrupció. Aquest
fou el context en què va sorgir el ressentiment cap a l’impopular governador
civil durant les protestes de 1951, Eduardo Baeza Alegría, considerat un «enemic
intern» al si de la Falange barcelonina.24
Baeza s’havia afiliat a Falange un cop iniciada la Guerra Civil, i era vist pels
conservadors com un membre «discret», treballador i eficient del partit, decidit a
guanyar-se la confiança de les «fuerzas vivas» —és a dir, de les classes mitjanes— de
Barcelona. El 1947, per desig personal de Franco, havia substituït l’antifalangista
Bartolomé Barba Hernández, un reaccionari coronel de l’Exèrcit, i n’hi havia
molts que esperaven —i d’altres que temien— que el seu nomenament suposés
un revifament de les activitats del partit a la província; per a consternació de la
Vieja Guardia, això no havia succeït.25 Metge de professió, Baeza no era un falangista «obrerista» a la manera de l’heroi de la Vieja Guardia José Antonio Girón
Velasco, ministre de Treball entre 1941 i 1957. El Caudillo l’havia nomenat com a
premi per haver organitzat una recepció sumptuosa per a ell i Eva Perón el 1947.
Així doncs, el principal antagonisme es donava entre els militants falangistes
que havien participat en els preparatius i l’execució de l’aixecament de juliol de
1936, i una massa heterogènia d’afiliats més recents que s’havien adherit al Movimiento després d’aquella data, molts d’ells per pur oportunisme. La vaga de
1951 a Barcelona es va percebre en aquells moments com el resultat d’aquesta
tensió al si de FET y de las JONS, «entre la vella Falange i la nova, donat que
la primera havia estat privada de les seves posicions a expenses de la darrera».26
En els esdeveniments de Barcelona van participar-hi dos grups falangistes identificables. El primer l’encapçalaven José Fernández Ramírez, un membre de Falange Española des d’abans de la Guerra Civil, i el seu lleial camarada Francisco
Eyré Fernández, un altre membre de la Vieja Guardia i cap de l’assessoria jurídica
FET-JONS, DNII, Parte, 2 d’agost de 1945, AGA, Presidencia, c. 165.
Vegeu, per exemple, el fullet reproduït a Fanés: La vaga..., cit., pp. 184-185.
24
Riquer i Culla: El franquisme..., cit., p. 44.
25
PRO/FO371/73356/Z5846/596/41, 31 de maig de 1948;Viver Pi-Sunyer: «El personal...»,
cit., p. 33.
26
PRO/FO371/96158/WS1016/47, 21 de maig de 1951, segons informació tramesa pels representants del govern basc en l’exili. També van assenyalar que la situació a Bilbao era força diferent: allà «no hi havia Falange». Al juny de 1940, les autoritats estatals van reprimir una manifestació
falangista «oficiosa» per commemorar el tercer aniversari de l’entrada de Franco a Bilbao. Carta de
José Finat, director general de la DGS, a Pedro Gamero, vicesecretari general del Movimiento, 1 de
juliol de 1940, AGA, SGM, c. 67.
22
23
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
101
de la Central Nacional Sindicalista (CNS), l’organització sindical estatal a Barcelona.27 José Fernández havia estat vinculat al grup d’extrema dreta liderat pel voluble doctor José María Albiñana, conegut com a «Legionarios de Albiñana», que,
en els primers dies després de l’aixecament de juliol de 1936, va tenir un paper
destacat en l’execució de gent d’esquerres.28 El 1946, Fernández fou nomenat
secretari provincial del Movimiento a Barcelona. El segon grup estava vinculat al
cap provincial de la CNS, el delegat sindical José Montero Neira. Montero era un
nouvingut provinent d’Albacete l’objectiu del qual sembla que era revitalitzar la
xarxa d’organitzacions empresarials de la província dins de l’estructura sindical, en
detriment dels elements radicals de la Falange d’abans de la guerra.29 José Fernández cobejava el càrrec que ocupava Montero. Al novembre de 1949, aquest darrer
va ascendir a secretari nacional de sindicats i el seu càrrec de delegat provincial
fou atorgat no a un «radical» de la capital catalana, sinó a Claudio Emilio Sánchez,
l’antic delegat de la província de Lleida. La Vieja Guardia barcelonina fou, per tant,
marginada al si de l’estructura sindical. Temps després, el 1950, Eduardo Baeza,
l’assetjat governador civil, destituiria el «radical» Fernández, la integritat del qual
seria qüestionada en un fullet posat en circulació a la província, on s’assegurava
que sempre havia tingut un «apetito por la intriga y por ocupar cargos», que el 1934
havia dividit Falange Española a causa de la seva ambició desmesurada i que, com
a conseqüència d’això, José Antonio Primo de Rivera l’havia expulsat del partit.30
Però hi havia més contradiccions ideològiques profundament arrelades en
l’Estat franquista. L’autarquia econòmica implicava mesures dràstiques d’intervenció estatal mentre, simultàniament, el règim fomentava la propietat i la iniciativa
privades. Aquesta contradicció, i la propensió de Franco a recompensar amb alts
càrrecs i beneficis materials aquells que li eren lleials,31 van comportar una estesa
corrupció que agreujà els patiments econòmics sota la dictadura.
Ramos: «Tranvías y conflictividad...», cit., pp. 211-214.
Fernández era secretari de la Vieja Guardia barcelonina a principis dels anys quaranta. Anteriorment, als anys vint, havia donat suport a la Unión Patriótica del general Miguel Primo de Rivera. FET-JONS, DNII, Boletín 582, Barcelona, 1 de març de 1941, p. 7, AGA, Presidencia, c. 16.
29
Vegeu Gemma Ramos i Ramos: «El sindicat vertical: mecanisme de control social i instrument
de poder», a Garrabou et al.: Franquisme..., cit., p. 149.
30
Jáuregui i Vega: Crónica, p. 140. Fernández fou denunciat ja el 1941 per activitats «anti nacional-sindicalistas». FET-JONS, DNII, «Notas confidenciales», gener de 1941, AGA, Presidencia, c. 51.
Un dels fundadors de la Falange barcelonina, Carlos Trías, que seria per poc temps cap provincial
del partit, va confirmar que, al començament, el grup al qual estava vinculat Fernández havia tractat
de fer fora del poder Primo de Rivera. Després de la vaga de març de 1951, Fernández Ramírez i
Eyré van ser defensats per altres membres de la Vieja Guardia.Vegeu, per exemple, carta de Francisco
Sáenz Iñigo a Fernández Cuesta, sense data, probablement març de 1951, AGA, Presidencia, c. 73.
Ramos: «Tranvías...», cit., p. 212; Joan Thomàs: Falange, Guerra Civil, franquisme: FET y de las JONS
de Barcelona en els primers anys de règim franquista, PAM, Barcelona, 1992, pp. 356-358; Jaume Fabre,
Josep Huertas i Antoni Ribas: Vint anys de resistència catalana (1939-1959), Barcelona, 1978, p. 23.
31
Dionisio Ridruejo: Casi unas memorias, Losada, Buenos Aires, 1962; Ramón Garriga: FrancoSerrano Suñer: un drama político, Planeta, Barcelona, 1986, p. 178.
27
28
102
MICHAEL RICHARDS
L’empresa barcelonina de tramvies va ser un dels blancs predilectes dels falangistes a l’hora de criticar, per bé que de manera força confusa, aquesta situació.
Cap al final del segle XIX, el transport públic havia esdevingut decisiu en l’èxit o
el fracàs dels esclats de protesta política urbana. La identificació dels tramvies com
a objectiu de la protesta popular a Barcelona tenia molts precedents històrics:32
«En el decurs de la seva història més recent, el poble de Barcelona ha apedregat
els tramvies cada cop que ha esclatat una vaga general». Si s’endegava una vaga
general i els tramvies seguien circulant, el fracàs estava gairebé garantit.33 L’única opció era apedregar-los, bolcar-los i calar-los foc; s’havia de trencar «el ritme
de la vida normal».34 Els tramvies esdevingueren un problema d’ordre públic.35
Durant els tumultuosos anys de la Segona República, els treballadors del tramvia, pobrament pagats però ben organitzats, van atiar el conflicte polític.36 L’abril
de 1933, centenars de membres de les joventuts d’Estat Català van conduir els
tramvies per rebentar una vaga convocada per la CNT en suport dels estibadors.
El 1934, els tramvies van esdevenir el principal objectiu d’incendiaris nocturns
que tractaven d’obligar l’empresa a readmetre vaguistes acomiadats al desembre
de 1933 per llur afiliació política d’esquerres.37 Un d’aquests treballadors acomiadats per organitzar vagues era el militant cenetista Ponciano Alonso, que l’empresa va haver de readmetre arran de la victòria electoral del Front Popular al
febrer de 1936. Durant la Guerra Civil, va formar part del comitè obrer creat per col·lectivitzar l’empresa de tramvies i va dedicar-se a «empaitar» gent de
dretes. Arran de la derrota de la República el 1939, va fugir a França per evitar
ésser executat, tot i que, jutjat en absència, se li va «prohibir» tornar a Espanya i
tots els seus béns van ser confiscats sota la Llei de Responsabilitats Polítiques.38
Els tramvies de la ciutat no formaven part d’un servei municipal explotat
en benefici de la comunitat, sinó que estaven en mans d’una empresa privada
la major preocupació de la qual era augmentar els beneficis sota la protecció de
les autoritats locals, en especial de la Diputació franquista i del Sindicat Vertical. Veterans de guerra nacionals, molts d’ells exsoldats de Valladolid, plaça forta falangista, havien substituït els treballadors d’esquerres, acomiadats de l’empresa després de la victòria de Franco, com a «premi» pels seus serveis al front
32
Per a una anàlisi d’activitats similars durant la vaga general de 1902 a Barcelona, vegeu, per
exemple, Temma Kaplan: Red City, Blue Period: Social Movements in Picasso’s Barcelona, University of
California, Berkeley, 1992, p. 63.Vegeu també «“¡Quietos! No lo queméis. El tranvía es amigo nuestro”. Acción colectiva y revoluciones en España, 1917-1936», Sociología del Trabajo, 22 (1994).
33
Ferri et al.: Las huelgas..., cit., p. 154.
34
CNT, «Sindicato único de la industria del transporte: sección tranvías», fullet de propaganda,
Barcelona, 1931.
35
Fanés: La vaga..., cit., p. 63.
36
L’empresa tenia 3.500 empleats el 1931.
37
Vegeu Norman Jones: «Regionalism and Revolution in Catalonia», a Paul Preston (ed.): Revolution and War in Spain, 1931-1939, Londres, 1984, pp. 97-101.
38
Vegeu l’expedient 343, Arxiu General del «Tribunal de Responsabilidades Políticas» del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, Barcelona.
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
103
de batalla.39 Però aquest fet no comportava una lleialtat infrangible a l’empresa.
Alguns informadors falangistes que treballaven per l’empresa havien alertat del
que consideraven una relació massa estreta entre el cap del sindicat tramviari i el
responsable de donar treball al si del Sindicat Vertical. L’últim augment de tarifes
abans de la protesta de 1951, imposat suposadament per finançar un increment
salarial, no havia tingut cap efecte perquè, alhora, s’havia suprimit una hora extra que s’acostumava a treballar. El sentiment predominant va ser que l’empresa
havia revelat a la perfecció la natura explotadora de la «plutocracia» barcelonina.40
Havia esclatat una vella disputa entre l’empresa i un sector de l’organització
del partit a Barcelona. Ja al març de 1940, un informador de FET havia comentat
que, des de la «liberación», s’havien observat certes «anomalías» a l’empresa. Alguns
càrrecs importants del consell directiu i de la gerència eren ocupats per individus amb «antecedentes socio-políticos» sospitosos que tenien «las manos manchadas de
sangre» perquè havien donat suport al govern autonòmic català escollit durant
la República.41 Tothora s’exigia als treballadors una actitud d’«absoluta subordinación», una imposició que, segons Falange, havia portat en el passat a l’«atmósfera
bolchevista» que desencadenà la revolució dels anys trenta. La gerència es resistia
davant els esforços del partit per influir en el funcionament de l’economia barcelonina. La doctrina de Falange s’interpretava «caprichosamente» i la legislació del
«Nuevo Estado» s’aplicava «arbitrariamente», sense sentit de l’«espíritu falangista».42
Les fortes tensions entre el partit i l’empresa tampoc no es van apaivagar pel
«violento despido» —que un informador del partit va titllar d’«ultraje terrible»—
d’un dels representants de FET quan els directius van descobrir que el treba­
llador en qüestió havia estat subministrant informació a la Delegación Nacional
de Información e Investigación del partit.43 Aquest incident només va fer que
Víctor Alba: La oposición de los supervivientes, 1939-1955, Planeta, Barcelona, 1978, pp. 99-100.
«Copia literal del Informe que emite la Conserjería Provincial de JANS de Barcelona», 21 de
març de 1951.
41
El consell directiu incloïa membres de les famílies més riques i influents d’Espanya. El seu president abans de la Guerra Civil havia estat el comte de Gamazo, partidari dels generals monàrquics
després de 1939. Un altre dels seus membres era Juan Villalonga Villalba, el germà del qual, Ignacio, un banquer valencià, havia estat un dels dirigents de la Lliga Regionalista, el moviment polític
de la classe mitjana nacionalista catalana, i més tard de la CEDA, com a president de la Generalitat
catalana entre l’octubre i el desembre de 1935. Informe, SGM,Vice-Secretario de Servicios, c. 21.
42
Alguns directors van ser acusats d’haver dirigit «fábricas de material de guerra» durant la contesa. D’altres havien ocupat càrrecs «en el Ejército de Negrín» o s’havien passat tota la guerra «viviendo
espléndidamente en el extranjero y sólo habían regresado a la España Nacional poco antes de que Barcelona
fuera liberada».
43
La DNII estava en mans de falangistes radicals. Comptava amb serveis d’informació paral·lels
als dels diferents cossos policials de cada localitat. El 1941 tenia 693 agents arreu del país i va afirmar
que, en el decurs d’aquell any, havia tramès 570.000 informes al partit i al govern. A més, comptava
amb uns 6 milions de referències al seu arxiu. Arriba, 8 de maig de 1942, citat a Sheelagh Ellwood:
Spanish Fascism in the Franco Era, Londres, 1987, p. 73. Fins el 1945, la DNII va gaudir d’una influència considerable, però, potser per aquesta raó, va ser dissolta l’any següent. Vegeu «Parte», febrer
de 1946, AGA, Presidencia, c. 165.Vegeu també Riquer i Culla: El franquisme..., cit., pp. 47 i 66-67.
39
40
104
MICHAEL RICHARDS
confirmar la manca d’autoritat de Falange a les gran empreses, que només sentien «odio» envers el Movimiento.44
L’empresa de tramvies va rebre un munt d’acusacions. Sense consultar-ho
abans amb les autoritats, va ignorar les regulacions laborals vigents el 18 de juliol de 1936, que l’Estat franquista va declarar vàlides mentre se’n preparaven de
noves, i el mateix va fer amb el període de la Guerra Civil a l’hora de calcular
els ascensos, els sous i les pensions dels treballadors que havien donat suport als
militars rebels, amb la qual cosa, segons el partit, va negar els seus drets a aquells
que havien «pasado tiempo en “chekas” por apoyar al Glorioso Movimiento Nacional».
A la vídua d’un treballador de dretes que havia estat empresonat pels «rojos» i que
havia mort poc després de sortir de la presó, se li va negar qualsevol ajut econòmic.45 En resum, l’empresa havia «incrementado el número de enemigos internos [de
Falange]» portant a terme una política de sabotatge i derrotisme en relació amb
la revolució nacional-sindicalista, i s’havia negat a lliurar pagues extraordinàries
per a celebrar el «Día de la Victoria» tot i tenir «más de 10 millones de pesetas» en
beneficis. En comptes d’això, l’empresa no havia acatat l’ordre del governador
civil d’augmentar els salaris un 25% a fi que els treballadors poguessin menjar
en una època d’inflació rampant i de proliferació del mercat negre. L’empresa
va afirmar que només compliria l’ordre si es permetia que apugés les tarifes.46
Tot i així, els serveis continuaven deteriorant-se. Un barri obrer dels afores
de la ciutat amb 40.000 habitants només comptava amb una línia de tramvia.47
Als treballadors que necessitaven una segona, tercera o fins i tot quarta feina, o
que als anys quaranta havien de conrear els seus aliments per a sobreviure i no
es podien permetre el luxe de perdre temps, els van prometre nous tramvies,­
però aquests mai no es van fer realitat.48 Els falangistes es preguntaven com es
podia esperar que els treballadors «cumplieran con sus obligaciones» si la mateixa
empresa no ho feia.49
A principis de 1945, semblava que l’empresa estava aplicant una estratègia
deliberada dirigida a mantenir la insatisfacció entre els «productores» i les «organizaciones de tipo revolucionario» tot esperant una victòria de les potències aliades
en la guerra. La DNII falangista veia l’empresa gairebé com un cau de subversió50 que només atiava les activitats d’elements anarquistes clandestins que estaInforme de la DNII, 28 d’agost de 1940, AGA, Presidencia, c. 30. Sembla que el treballador va
ser acomiadat oficialment per certes «actividades rojas» als anys vint, abans de la dictadura del general
Primo de Rivera, una pràctica que la legislació franquista facilitava.
45
Informe del Jefe Provincial, «Información Relativa a la Compañía Tranvías de Barcelona S.A.»,
març de 1940, AGA, Presidencia, c. 30.
46
Informe del Jefe Provincial, 16 de maig de 1940 i juliol de 1940, AGA, Presidencia, c. 30. Per
a una autojustificació de l’empresa un cop finalitzada la vaga, vegeu El problema de las tarifas en las
empresas concesionarias de servicios públicos, Barcelona, 1952.
47
Despatx, febrer de 1946, p. 70.
48
Vilar: Historia del antifranquismo, cit., p. 238.
49
Informe de la DNII, gener de 1941, AGA, Presidencia, c. 31.
50
Despatxos, Barcelona, octubre de 1945 i gener de 1945, AGA, Presidencia, c. 165.
44
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
105
ven portant a terme una campanya de robatoris armats, exigint diners a punta
de pistola a industrials i botiguers.51
Aquesta interpretació fou confirmada pel descobriment que els enemics polítics del règim estaven utilitzant els tramvies per recaptar el «socorro rojo», col·lectes
de diners organitzades pel que quedava dels moviments polítics republicans clandestins amb vista a ajudar econòmicament els presoners o llurs famílies, que no
podien dependre de l’assistència estatal o d’un sou, discriminats com estaven per
ser parents de «rojos».52 Les col·lectes es feien per mitjà del conductor del tramvia, que venia fitxes d’argent als passatgers. El departament d’investigació de FET
afirmava conèixer la identitat dels principals activistes, que prèviament havien
estat detinguts «por sus actividades durante el periodo rojo».53 Sembla que molts dels
responsables de les col·lectes eren els mateixos que l’empresa havia acomiadat durant el procés de «purga» de la força laboral després de la caiguda de la ciutat.54
Els treballadors boicotejaven amb freqüència els tramvies, i, sovint, el que es
deia que eren accidents fortuïts eren en realitat sabotatges deliberats. Es podien
provocar «avaries» conduint els vehicles a tota velocitat i, de sobte, accionant els
frens, la qual cosa feia que el sistema se sobreescalfés, o bé accelerant als encreuaments de rails per aconseguir que el tramvia descarrilés o trenqués la catenària. Aquest era un estratagema particularment efectiu a l’hora punta. Així mateix, la policia va preocupar-se quan va descobrir que als tramvies es repartien
nombrosos exemplars del butlletí de la BBC, que oferia traduccions dels comunicats de guerra britànics i russos, propaganda enemiga al parer de la majoria de
falangistes i partidaris de Franco. No resulta gens sorprenent, doncs, que el dia
del novè aniversari de la derrota de l’aixecament militar a Barcelona, al juliol de
1945, esclatés una bomba en un tramvia al centre de la ciutat.55
51
Ibid.; per exemple, PRO/FO371/79684/Z/5655/10154/41 24, agost de 1949, i 89481/
WS/1015/5, 9 de gener de 1950.
52
Segons la Falange, hi havia tres organitzacions operant als tramvies al començament dels anys
quaranta. En primer lloc, l’anomenat Socorro Rojo Comunista, integrat per comunistes i socialistes.
En segon lloc, la CNT-FAI comptava amb un sistema propi per als treballadors «afiliats» a la central
anarcosindicalista. Per últim, hi havia el Socorro Rojo d’Estat Català, operat per simpatitzants del
partit populista de Francesc Macià. A l’igual que Falange, la policia de la ciutat també estava al corrent d’aquestes activitats i les estava investigant.
53
Els diners recaptats s’entregaven llavors a còmplices que pujaven al tramvia sota el pretext que
havien de subministrar canvi al conductor o al cobrador. Els dies de col·lecta solien coincidir amb
els de paga (els dies 2, 12 i 22 de cada mes).
54
FET, DNII, Boletín n.º 677, 15 de maig de 1942, Presidencia, c. 16.
55
FET-JONS, DNII, despatx, juliol de 1945. També van esclatar artefactes el dia que Franco
va visitar Barcelona el juny de 1949 i un mes després, l’aniversari de l’aixecament militar. PRO/
FO371/79719Z/5241/1101/41; 79684/Z/5025/10154/41.
106
MICHAEL RICHARDS
Estudiants
i falangistes: el boicot contra els tramvies
Al desembre de 1950, les autoritats municipals, a través del Ministeri d’Obres
Públiques, i pressionades per l’empresa de tramvies, van rebre el vist i plau del
Consell de Ministres per apujar de manera gairebé immediata les tarifes un 40%,
de 50 a 70 cèntims de pesseta per trajecte. Les autoritats barcelonines ja portaven
un temps avaluant un augment dels bitllets. Al mes d’octubre, havien estat advertides sobre les possibles reaccions davant aquesta mesura. Atès l’incessant increment del cost de la vida, que havia assolit un «nivel peligroso», el delegat provincial de sindicats, Claudio Emilio Sánchez, havia deixat clar que una mesura tan
impopular seria «inoportuna». Mentre que, el 1936, el cost setmanal dels aliments
de primera necessitat per a una família de classe treballadora era de 77,35 pessetes, el 1950 era de 742, i es preveia un nou augment imminent dels preus.56
El Consell de Ministres franquista ja havia estat informat d’un possible increment de 10 cèntims de les tarifes tramviàries a Madrid, però, gràcies a la pressió
de la Falange madrilenya, a la fi de gener de 1951 havia resolt prohibir aquest
augment i fixar les tarifes en 40 cèntims.57 Aquesta manca d’equitat en el tractament que rebien ambdues ciutats va ser un dels principals motius de queixa
durant les fases inicials dels disturbis a Barcelona.
La protesta va començar fent una crida a la població, com a ciutadans de
Barcelona, a actuar.58 El 8 de febrer va començar a circular-hi un fullet anònim,
escrit en català i castellà i distribuït probablement per l’HOAC (Hermandad
Obrera de Acción Católica, l’única organització obrera independent permesa pel
règim i controlada oficialment per la jerarquia de l’Església catòlica), en què es
feia una crida a boicotejar els tramvies a partir de l’1 de març, fins que les tarifes s’igualessin amb les de Madrid. La crida a l’acció fou ben rebuda, i els fullets van ser àmpliament distribuïts per gent que, com s’hi suggeria, en donava a
amics seus o a companys de feina.59 Els falangistes radicals eren hostils a l’HOAC,
que consideraven una amenaça per al partit i la «revolució», però es van veure «obligados a evitar un ataque frontal», perquè el règim mantenia unes relacions
cada cop més amistoses amb Acción Católica i alguns dels seus dirigents havien
entrat en el govern un cop finalitzada la Segona Guerra Mundial.60 Al partit li
Informe del Delegado Provincial a Secretaria General del Movimiento (SGM), octubre de
1950, Presidencia, AGA, c. 59.
57
Ferri et al.: Las huelgas..., cit., pp. 150-151.
58
El boicot als tramvies, una protesta interclassista, s’ha vist com «el gest d’una comunitat ciutadana, arrelada en velles tradicions i lluites». Aquesta forma d’identitat col·lectiva va periclitar amb el
desarrollismo dels anys seixanta, que va donar peu a l’aparició d’un nou moviment obrer.Vegeu Balfour: Dictatorship,Workers and the City, cit., pp. 25-28.
59
Fanés: La vaga..., cit., p. 179. Pel seu paper en el boicot, el diari ¡Tú! de l’HOAC va ser clausurat al juny de 1951. Basilisa López García: Aproximación a la historia de la HOAC, 1946-1981, HOAC,
Madrid, 1995, pp. 49-60.
60
Vegeu carta de la Inspección Nacional de la Vieja Guardia, 31 de maig de 1951, i articles falangistes hostils publicats a Pasquín, febrer, octubre i desembre de 1949 i octubre de 1950, AGA, SGM, c.
56
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
107
calia reaccionar. Van començar a circular més fullets; alguns d’ells, cridant a una
«huelga de pasajeros», estaven signats per la Vieja Guardia.61
Alhora, van començar a aparèixer pintades als murs de llocs públics, sobretot
al voltant de la Universitat, que arremetien contra els directius de l’empresa de
tramvies «y sus cómplices de la Diputación», pregonaven la diferència de tarifes entre Barcelona i Madrid, i feien una crida a la població perquè «se levante contra
los saqueadores de Barcelona».62 La campanya va esdevenir molt popular i «la población [estaba] evidentemente dispuesta a apoyar el movimiento de “resistencia”».63 Es va
dir que l’organització oficial del partit a la universitat, el Sindicato Español Universitario (SEU), havia ordenat als seus membres que donessin suport a l’acció
contra la pujada de les tarifes, tot i que els funcionaris del SEU van negar-ho.64
El més probable és que les protestes estudiantils inicials les endeguessin grups
nacionalistes com la Federació Nacional d’Estudiants de Catalunya (FNEC), que
s’havia reconstituït clandestinament el 1946 i era fervorosament antifalangista.65
Van produir-se intents de convèncer la gent que no viatgés en tramvia fins
i tot abans de la data fixada per al començament del boicot. Això comportava
un risc considerable. Al barri d’Horta, un guàrdia municipal franquista va arrestar un noi de setze anys per haver incitat els passatgers d’un tramvia a baixar-ne
en senyal de protesta. Al principi els passatgers no van adonar-se’n; va ser només
quan els agents van detenir el noi que la gent va reaccionar unànimement i va
desallotjar el tramvia.66 El 22 de febrer per la tarda van produir-se manifestacions a la ciutat, i l’esclat d’alguns artefactes va aconseguir que els passatgers baixessin dels vehicles en llocs estratègics.67 Els primers apedrecs de tramvies van
tenir lloc l’endemà i van durar més de dues hores, mentre els vianants aplaudien
i la policia practicava detencions. Aquests arrests només van servir per empitjo71. El principal representant del catolicisme en el govern era Alberto Martín Artajo, president d’Acción Católica i nomenat ministre d’Afers Exteriors el 1945, que estava amoïnat per la «infiltració
comunista» a l’HOAC.Vegeu Javier Tusell: Franco y los católicos, Alianza, Madrid, 1984, pp. 214-225.
El diari falangista Arriba va culpar posteriorment l’HOAC dels disturbis (editorial del 24 d’abril de
1951, a Feliciano Blázquez: La traición de los clérigos en España, Madrid, 1991, p. 128).
61
FET-JONS, informe, 26 de febrer de 1951, AGA, Presidencia, c. 73.
62
Informe del SEU, «El problema de los tranvías y sus repercusiones en la Universidad», sense
data, AGA, Presidencia, c. 73, p. 1.
63
Informe al SGM, 26 de febrer de 1951, AGA, Presidencia, c. 73.
64
Sobre el SEU, vegeu Miguel A. Ruiz Carnicer: El Sindicato Español Universitario (SEU), 19391965: La socialización política de la juventud universitaria en el franquismo, Siglo XXI, Madrid, 1996. Sobre els estudiants barcelonins i la vaga, vegeu Josep Maria Colomer i Calsina: Els estudiants de Barcelona sota el franquisme, Curial, Barcelona, 1978, vol. I, pp. 85-93.
65
L’eslògan de la FNEC era «Todos unidos contra los señoritos del SEU y los falangistas». La FNEC
competia amb el SEU pel reconeixement de les organitzacions internacionals, com les organitzacions estudiantils catòliques. Colomer: Els estudiants..., cit., pp. 68-91; Catalunya sota..., pp. 356-359.
Els estudiants ja havien protestat el 1947, quan van bolcar tramvies i van calar-los foc. International
Union of Students: La lucha de los estudiantes españoles contra el fascismo (1950), p. 41.
66
Informe de FET-JONS, 26 de febrer de 1951, pp. 1-2.
67
La Vanguardia Española, 27 de febrer de 1951.
108
MICHAEL RICHARDS
rar la situació, i cap al vespre centenars de persones estaven llançant pedres als
tramvies. Quan la policia va carregar, els manifestants van buscar refugi a l’edifici de la Universitat. Les forces d’ordre públic es van veure incapaces de sufocar
el moviment de protesta, doncs els disturbis s’havien estès a diferents punts de
Barcelona. La policia, obligada a moure’s d’un lloc a un altre de la ciutat, estava
convençuda que els manifestants estaven coordinant les accions mitjançant un
pla ordit amb antelació.68
Els esclats inicials de la protesta no van ser reprimits amb eficàcia, probablement perquè alguns dels agents de policia simpatitzaven amb els manifestants.69
El governador civil, Eduardo Baeza, va optar per refiar-se de la resposta reflexa
del règim i va responsabilitzar dels fets a «agitadores comunistas»,70 quelcom desmentit pel fet que no es tenia constància que cap dels detinguts formés part
d’algun grup opositor al règim. En realitat, molts eren membres del SEU que,
temps enrere, havien col·laborat amb les forces d’ordre per tal d’«aniquilar» grups
de «bandidos» que havien estat «aterrorizando a la población de Barcelona».71
El dissabte 24 de febrer, els estudiants van aixecar les primeres barricades davant la Facultat de Medicina, la qual cosa va provocar un seguit de càrregues de
la policia armada a cavall i més detencions. En altres zones, lluny de la universitat, s’estaven mobilitzant més manifestants. La situació s’estava deteriorant ràpidament i s’estava creant «una psicosis de inestabilidad», que s’estava «reflejando en
todas las actitudes de la gente».72
Aquell mateix dia, va reunir-se la junta de govern de la Universitat. El cap
del SEU va proposar prendre mesures per impedir que els estudiants es barregessin en «asuntos no universitarios». A més, va afirmar que la protesta no l’havien
iniciat els estudiants i que aquests estaven essent utilitzats pels instigadors reals
de la rebel·lió, i va advertir que hi havia el perill que aquelles accions portessin
a disturbis més grans.73 El principal temor era que els oprimits i mal alimentats
obrers de la ciutat s’hi involucressin.
Ibid., p. 3.
Aquesta era l’opinió dels informadors del partit.
70
Alguns falangistes van afirmar que el govern subestimava la intel·ligència de la població en
parlar tothora de «provocadores clandestinos». La manca de noms, afiliacions i notícies sobre el corresponent càstig va posar-se àmpliament en qüestió, pp. 6-7.
71
Una referència als guerrillers antifranquistes, probablement anarquistes.
72
Informe de FET-JONS, p. 2.
73
Es va proposar sotmetre els estudiants a «sanciones académicas». El rector de la universitat va ser
denunciat per no haver actuat amb suficient fermesa contra els «malechores». No obstant això, el 26
de febrer va llegir-se una nota dirigida als estudiants advertint de les conseqüències si no desistien del seu comportament subversiu. Un sol professor va negar-se a participar en la lectura de l’avís
oficial. Molts estudiants van seguir sense anar a classe. La policia armada va acordonar la Facultat de
Medicina, la qual cosa va fer revifar la resistència. Encara no hi havia notícies de l’estat en què es
trobaven els més de cent estudiants que restaven detinguts.Va organitzar-se una manifestació i, quan
li van denegar l’entrada al campus, el comandant de la policia va insistir, pistola en mà. Davant llurs
amenaces d’obrir foc, els estudiants van començar a escridassar-lo, xiular-lo i a llançar tomàquets. La
nodrida rotllana d’espectadors que s’havia format va animar els estudiants fent molta cridòria. Quan
68
69
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
La
109
protesta s’estén: els obrers i la vaga general
Les autoritats ja eren conscients que s’enfrontaven al moviment de dissidència més seriós des de la fi de la Guerra Civil el 1939. Durant els últims dies de
febrer, el malestar als barris de classe treballadora va anar augmentant. Va informar-se d’obrers que manifestaven sense embuts la «imposibilidad de seguir viviendo
bajo las condiciones actuales».74
En el decurs de tots aquells esdeveniments, el governador civil va veure’s obligat a prendre decisions sense saber del cert quin grau de suport tenia per part de
les forces sota el seu control teòric.75 El 24 de febrer havia ordenat la detenció
de «conocidos antifranquistas» que temps enrere havien estat excarcerats i que estaven llavors en «libertad vigilada», sotmesos a la vigilància de la policia. Mentrestant, va endegar-se una batalla propagandística contra el boicot, basant-se en la
fràgil lleialtat dels funcionaris del SEU i del CNS. El 25 de febrer va publicarse un primer avís oficial a la premsa provincial en què s’amenaçava amb mesures per garantir que l’ordre rígidament mantingut d’ençà 1939 no fos posat en
perill.76 El dia 26 per la nit, el cap de la policia va informar que «la ciudad tiene
el aspecto de una población bajo ocupación policial». Es van mobilitzar tots els efectius
armats de la policia i de la Guàrdia Civil per organitzar un servei de vigilància
i se’ls va ordenar dissoldre «enérgicamente» qualsevol grup de més de dues persones. S’havia d’aplicar «violencia sin contemplaciones».77
A mesura que els treballadors industrials de la ciutat s’hi involucraven cada
cop més, va quedar clar que la resistència front la connivència de les autoritats
amb el mercat negre de productes alimentaris era una motivació important de
la protesta. Aquesta no anava només contra l’empresa de tramvies, sinó també,
com deixaven clar els fulls volants, «contra la Diputación, contra el Ejército y contra
los periodistas, que entre otros individuos importantes, están participando en tratos intolerables con los que unos pocos intentan enriquecerse en el menor tiempo posible a expensas
de la mayoría». Els mercats de Barcelona van ser els primers llocs sotmesos a una
la policia va rebre permís per entrar, va detenir quaranta estudiants a l’atzar. El governador civil, adonant-se de la provocació, va ordenar que fossin posats en llibertat. Al vespre, van tancar-se les portes
de la Universitat i es van suspendre les classes. Informe sense data del SEU, AGA, Presidencia, c. 73.
74
Informe de la DNII, «Incidentes en Barcelona con motivo de la elevación de tarifas del transporte urbano de superficie», 1 de març de 1951, p. 2.
75
En teoria, controlava totes les forces d’ordre tret de les militars, i tenia també accés a la Guàrdia Civil, que, estrictament, formava part de l’Exèrcit. El març de 1941 es van crear dos cossos nous
de policia: a) el Cuerpo General de Policía (dividit en les brigades «criminal» i «político-social»), integrat a Catalunya, cap a finals dels anys quaranta, per 800 funcionaris no uniformats, i b) la Policía
Armada, creada després de la dissolució de la Guàrdia d’Assalt republicana; hi havia uns 2.000 policies armats a les acaballes dels anys quaranta, la majoria a Barcelona. Així mateix, hi havia una bateria de cossos parapolicials i de forces integrades per ciutadans voluntaris. Riquer i Culla: El franquisme..., cit., pp. 45-46. El poder residia en darrera instància en el capità general i les forces de l’Exèrcit.
76
La Vanguardia Española, 25 de febrer de 1951.
77
Informe de FET-JONS, 27 de febrer de 1951, p. 1.
110
MICHAEL RICHARDS
forta vigilància policial quan els disturbis van esclatar. Als barris obrers es parlava d’utilitzar mètodes similars als empleats amb els tramvies contra els mercats
«y los comercios en general».78
L’1 de març al matí, el boicot contra els transports va començar de debò i
els tramvies van circular sense passatgers.79 A les 11.30, un grup de treballadors
van tractar d’entrar per la força al mercat de la Boqueria, però la policia els va
obligar a retrocedir. No va passar gaire temps abans que hi hagués més incidents
violents a altres mercats de la ciutat, activitats que van tenir cert èxit. Així, a
Gràcia les protestes públiques van forçar finalment les autoritats a posar carn als
aparadors i a vendre-la al preu oficial.80 Es tractava d’un assoliment important
atesa la importància repressiva del mercat negre. Els mercats van ser el lloc on
va esclatar la ira continguda de la gent. Segons un informe del servei d’investigació sindical, al mercat del Born la multitud va rodejar dues persones que havien intentat viatjar en tramvia, les va despullar, les va apallissar i les va empastifar
amb tomàquets podrits. Aquell vespre, van posar-se en circulació nous fullets en
què es proclamava que el boicot dels tramvies era només el primer pas i en què
s’exigia la destitució de tots aquells que amb les seves activitats havien impedit
que els articles de primera necessitat arribessin a la població.
En el decurs de la tarda, van tenir lloc manifestacions i marxes parcialment
improvisades a diferents punts de la ciutat. Al voltant de tres-centes persones,
segons els càlculs de la policia, van marxar Via Laietana avall cap a l’edifici del
Govern Civil. A diversos llocs, la policia simplement va carregar contra qualsevol
grup de vianants que veiés i va utilitzar les porres amb contundència.81 Segons
les autoritats, la gent cridava «¡Larga vida a Franco! ¡Muerte al gobernador!»; sembla
que a Franco se’l considerava per sobre de les pràctiques corruptes, la repressió
i la ineficàcia administrativa. En una d’aquestes manifestacions, a la cruïlla dels
carrers de València i Marina, un nen de cinc anys, fill d’un obrer de la Pegaso,
va resultar greument ferit per una bala quan les forces d’ordre públic van obrir
foc sobre els manifestants.82
A les 6.30 va tenir lloc una reunió, preparada a corre-cuita, al despatx del
governador civil, amb l’assistència dels capitosts de les diferents organitzacions
del Movimiento, amb l’objectiu d’idear una estratègia per fer front a la creixent
Informe de FET-JONS, «Incidentes en Barcelona», p. 8.
«Ni una ànima va utilitzar els tramvies» entre els dies 1 i 5 de març. Carta del cònsol general
britànic de Barcelona, PRO/FO371/96156/WS1016/17, 6 de març de 1951.
80
El nou governador civil imposat a Barcelona després de la vaga va prometre al principi que
controlaria els preus dels aliments i va visitar els mercats de la ciutat. A més, l’Estat va endegar una
campanya propagandística per negar que el govern tingués cap responsabilitat en els preus dels aliments. Informe, «Informaciones de Barcelona», 27 d’abril de 1951, AGA, c. 73; «Anglo-French Hatred the Cause of Our Penury», Madrid, 18 de maig de 1951; PRO/FO371/96157/WS/1016/27,
16 d’abril de 1951. Malgrat tot, poc després els preus van pujar de nou (vegeu «Situación política»).
81
PRO/FO371/96156/WS1016/7, 6 de març de 1951.
82
Ferri et al.: Las huelgas..., cit., , p. 160. A partir de llavors, va ordenar-se a la policia que «reduís
la marxa» i es «prengués les coses amb més calma». Consolat General, 6 de març.
78
79
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
111
crisi. El governador va comunicar-los que el ministre de l’Interior, Blas Pérez, li
havia ordenat no mantenir contactes amb la premsa (de fet, els fortament censurats diaris espanyols gairebé no es van fer ressò dels successos a Barcelona). No
obstant això, Baeza va explicar-los que els recents esdeveniments eren una «maniobra política» i que no estava interessat a defensar cap interès privat, sinó només
a mantenir l’ordre públic.83
La formalitat de portes enfora contrastava amb el pànic de les autoritats. Un
cop aixecada aparentment la moral del partit, els falangistes lleials es reunirien
ràpidament, formarien grups de deu i pujarien als tramvies vestits de paisà, com
si fossin simples passatgers. No portarien armes atès que, segons va afirmar Baeza, fins llavors no s’havien disparat trets; la classe obrera s’havia mostrat pacífica
en tot moment, i el millor seria no provocar-la. El governador també viatjaria
en un tramvia per donar exemple a les bases del partit.84
Aquell vespre, en batudes casa per casa de la policia, tres-centes persones van
ser detingudes i posades a disposició de les autoritats militars. L’endemà, però, el
boicot va prosseguir. Per la tarda es va difondre la notícia que el nen ferit acabava de morir. Immediatament va celebrar-se una manifestació fora de l’hospital, reprimida per les càrregues de la policia muntada. A diverses fàbriques, inclosa la factoria de Pegaso on treballava el pare de la víctima, van organitzar-se
aturades i van celebrar-se assemblees d’obrers. Va ser en aquest moment que les
organitzacions tradicionals d’esquerres van realitzar la seva primera intervenció
com a grups polítics. Va crear-se el primer comitè de vaga a Barcelona des del
fervor revolucionari de principis del 1937.
Tanmateix, el comitè mai no va aconseguir prendre el control del moviment
de protesta ni de la posterior vaga general. El boicot tenia una dinàmica pròpia,
espontània i autònoma, i el comitè de vaga, integrat per representants de les organitzacions polítiques gairebé liquidades durant la Guerra Civil,85 no va poder
disposar de forces suficients per canalitzar el que estava succeint al carrer. El comitè es va dissoldre un cop finalitzat el boicot als tramvies i no va prendre part
en la vaga general.86
El 3 de març van produir-se més manifestacions per demanar la dimissió immediata de Baeza; de nou, la policia va dispersar-les. El Sindicat Vertical s’havia
El Correo Catalán, 3 de març de 1951.
«Incidentes», p. 10. Per a consternació dels militants de Falange, l’empresa de tramvies va penjar un avís en un tauló d’anuncis demanant els treballadors que no cobressin als passatgers que mostressin el carnet del partit, la qual cosa va arruïnar la tapadora dels esquirols falangistes. El partit va
interpretar-ho com un intent de posar la població contra ell (un cop més, l’objectiu del descontentament popular). Com a conseqüència d’això, a partir del 3 de març fins i tot els militants falangistes
més lleials van negar-se a pujar als tramvies.
85
El comitè estava integrat pels següents grups: el PSUC; el Moviment Socialista de Catalunya;
el Front Nacional de Catalunya; Estat Català; Unió Democràtica de Catalunya, i els principals sindicats clandestins dels socialistes i dels anarquistes, la UGT i la CNT, respectivament.
86
Ferri et al.: Las huelgas..., cit., , p. 161.
83
84
112
MICHAEL RICHARDS
mostrat pràcticament inútil a l’hora de resoldre un conflicte social que s’estenia
dia rere dia. La clara contradicció entre la retòrica de la justícia social i la rea­
litat de l’explotació i la repressió comportava que el sindicat estatal tenia poc
poder de persuasió. Aquesta impotència va sortir plenament a la llum quan les
organitzacions de les elits econòmiques barcelonines, les vertaderes posseïdores
del poder a la ciutat, van mobilitzar-se per assossegar la situació, que es considerava que posava en greu perill el fràgil teixit productiu de la ciutat. Aquests
grups feia temps que actuaven amb una relativa autonomia, fora de l’estructura
sindical de la qual formaven suposadament part integral. Al vespre, els seus representants van reunir-se amb el delegat provincial del CNS, Claudio Emilio
Sánchez.87 Les reunions van durar tres dies i van culminar amb la decisió de
retornar a les tarifes antigues. Però era massa tard. Els esdeveniments posteriors
demostrarien que això hauria estat una resposta llastimosament inadequada. En
qualsevol cas, Baeza va acabar rebutjant la idea, doncs pensava que el que estava
en joc realment era la seva autoritat personal.88
Els industrials de la ciutat estaven actuant portats per la por i van distanciar-se
ràpidament de la postura de línia dura de Baeza. Tot i que la indústria barcelonina havia aconseguit carregar sobre la classe obrera les conseqüències draconianes
de la política econòmica i social autàrquica del règim, cada cop era més acceptat
que els inconvenients de la intervenció estatal pesaven més que el monopoli i
el proteccionisme garantits per l’autosuficiència. Així doncs, els representants de
la indústria, el govern central, la Diputació barcelonina i l’empresa de tramvies
van arribar a un acord, a esquenes del governador civil. En les primeres hores
del dimarts 6 de març, el Ministeri d’Obres Públiques va enviar un telegrama
a Baeza per comunicar-li el retorn a l’antiga tarifa. Madrid havia usurpat l’autoritat del governador civil.89 Aquell mateix dia, va anunciar-se la destitució de
l’alcalde de Barcelona, el baró de Terrades, oficialment a causa d’una malaltia.90
Contingents de militants falangistes posarien fi al boicot, tot «trencant el gel» i
pujant als tramvies. Tanmateix, la resistència popular va prosseguir. Al mercat de
Sant Antoni, un nombrós grup de dones van formar equips per tractar d’impe87
Van assistir a la reunió els presidents de la Cambra Oficial de Comerç, Amadeo Maristany
y Oliver, de la Cambra Oficial d’Indústria, Antonio M. Llopis Galofré, de la Societat Econòmica
d’Amics del País, Joaquín María de Nadal, de la Cambra Oficial Sindical Agrària, Luis Pascual Roca,
de l’Institut Agrícola Català de Sant Isidre, José de Fontcuberta y de Casanova, de Foment del Treball Nacional, Pedro Gual Villalbí, i de la Cambra Oficial de la Propietat Urbana, Ignacio de Búfala
y de Ferrater.Vegeu Ramos: «Tranvías», cit., pp. 215-216.
88
Baeza estava decidit a restablir la seva deteriorada imatge, sobretot a ulls del director general
de la DGS, que Madrid havia enviat a Barcelona per supervisar els esdeveniments. Ferri et al.: Las
huelgas..., cit., p. 162.
89
«El Ministro de Obras Públicas suspende las vigentes tarifas de los tranvías de Barcelona», El
Correo Catalán, 6 de març de 1951.
90
Terrades era l’amo d’una de les empreses tèxtils més grans de Barcelona, L’Espanya Industrial.
Havia exercit d’alcalde —força ineficaçment— d’ençà 1945.
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
113
dir que els tramvies circulessin i convèncer els passatgers que en baixessin.91 El
desplegament d’escamots falangistes va dispersar finalment la multitud.92
El boicot popular a l’empresa de tramvies havia obert un espai públic per a
la protesta política i social. El moviment inicial havia assolit un seguit de victòries i era clar que les autoritats havien caigut en cert grau de desorganització. La responsabilitat de salvar una estructura de control a partir de la situació
va correspondre-li en bona mesura a la secció barcelonina del Sindicat Vertical.
Una vegada més, els sectors de l’aparell de poder de la ciutat més estretament
vinculats a Falange s’haurien de fer càrrec de restablir públicament l’autoritat.
No obstant això, va ser en part la resistència d’alguns elements del propi partit
a una simple tornada a l’statu quo d’abans el que va determinar que la protesta
popular no acabés amb un triomf sobre les tarifes tramviàries.
Quan va convocar-se una assemblea de delegats del CNS per al 6 de març
al matí, va ser gairebé inevitable que les coses no anessin com havia planejat la
jerarquia sindical. Entre els més de dos mil delegats reunits, hi havia un nombre
considerable d’elements antifranquistes. En concret, va garantir-se la presència
d’alguns militants del PSUC mitjançant l’estratègia de l’«entrisme», aplicada pels
comunistes a Espanya d’ençà 1948.93 No obstant això, grups de falangistes dissidents també van jugar un paper rellevant en el manteniment de la protesta. Fou
en aquesta assemblea crucial on va fer-se una crida a una vaga general contra
l’elevat cost de la vida i per exigir l’alliberament dels detinguts durant el boicot.
L’assemblea va presidir-la el delegat provincial de sindicats, Claudio Emilio
Sánchez, acompanyat de la resta de jerarques del CNS. La seva estratègia inicial
fou afirmar, fal·laçment, que el problema dels tramvies s’havia resolt mercès a la
intervenció de l’organització sindical, que havia aconseguit una baixada de les
tarifes. En realitat, durant el boicot els dirigents sindicals havien demostrat més
simpatia per l’actitud de línia dura del governador civil, i sembla que la influència més forta sobre l’empresa no van exercir-la els buròcrates del sindicat, sinó el
president de la Cambra d’Indústria. Llavors, Sánchez va cometre la ximpleria de
demanar als delegats sindicals que pugessin simbòlicament als tramvies.94 L’escepticisme dels delegats va donar pas a un gran xivarri. El discurs de Sánchez gairebé no es va poder sentir i va ser interromput «por todo tipo de insultos y ofensas».95
91
Durant la vaga general de 1902 també va haver-hi dones que van impedir el funcionament
dels tramvies, van persuadir la gent que en baixés i van pressionar els comerços perquè tanquessin.
Vegeu Kaplan: Red City, Blue City..., cit., pp. 63-66.
92
«Copia literal del informe que emite la Conserjería Provincial de JANS de Barcelona al mando nacional de la Vieja Guardia», 21 de març de 1951, AGA, SGM, c. 73, p. 3.
93
Resulta difícil precisar el nombre o la influència d’aquests «entristes» en aquella època. Tanmateix, és probable que a les eleccions sindicals de 1950 hi haguessin participat força antifranquistes —alguns vinculats a les velles forces polítiques de l’esquerra i altres com a demòcrates independents—, sovint per la insistència d’altres treballadors que volien obtenir una representació efectiva
dins l’estructura.Vegeu Ramos: «El sindicat...», cit.
94
Ferri et al.: Las huelgas..., cit., p. 164.
114
MICHAEL RICHARDS
Les autoritats sindicals van ser «incapaces de controlar la situación» i només podien «tartamudear» i pronunciar «frases entrecortadas». «Pálidos como muertos a causa
del miedo y completamente desmoralizados», van sortir de la sala. «La cúpula sindical
desapareció como si se la hubiera tragado la tierra y no volvió a dar señales de vida». Tot
seguit van poder escoltar-se fortes crítiques contra l’empresa, les autoritats locals,
els «traidores» i tots aquells «desprovistos de moral», i fins i tot contra «el mismísimo
Caudillo», quelcom inaudit i «sin precedentes hasta ahora bajo cualesquiera circunstancias». Les «masas» aplegades a la sala, ara «incontrolables», van ocupar els seients on
s’havien assegut els dirigents sindicals i van celebrar una assemblea pròpia, negant-se a moure’s d’allà fins que tots els detinguts fossin alliberats.Van enviar una
delegació al despatx del governador civil Baeza per comunicar-li llurs exigències.
Quan la delegació va tornar, i després d’haver rebut garanties per part del governador, els assemblearis van seguir mostrant-se reticents a marxar i van insistir
en que s’alliberés alguns dels presos per certificar que no els estaven prenent el
pèl. Finalment la policia va dissoldre la reunió, però una cosa havia quedat clara:
la secció barcelonina del CNS, en teoria el lligam orgànic vital del règim amb
els treballadors, havia quedat fet miques.96
Com a conseqüència de l’assemblea, van distribuir-se avisos en què s’assenyalava el 12 de març com la data fixada per a la vaga general. Al menys un d’aquests
fullets va imprimir-lo el PSUC, i va ser repartit sobretot entre els obrers de La
Maquinista i de Vulcano a la Barceloneta, i als centres fabrils de les grans empreses tèxtils. El centre de gravetat del moviment de protesta s’estava desplaçant
cap als centres de la indústria barcelonina.97
Altres exemples de propaganda van procedir clarament d’elements dissidents de
Falange. Un fullet distribuït els dies 11 i 12 de març, falangista quant al llenguatge i
l’estil, contenia algunes crítiques demolidores. Afirmava que tota Barcelona s’havia
revoltat unànimement contra l’«egoísmo sin límites» de l’empresa de tramvies i contra els seus roïns protectors, inclosos Juan Antonio Suanzes, ministre de Comerç i
Indústria i arquitecte de l’estratègia d’industrialització autàrquica del règim, i, per
descomptat, Baeza, el governador civil. Després d’haver aconseguit una victòria
tan clara per a Barcelona, es preguntava el fullet, «¿a qué están esperando estos caballeros para dimitir?». Així mateix, demanava la destitució del ministre de l’Interior,
del cap de la policia, del delegat sindical de transports i del delegat d’Abastos,
així com la supressió del departament d’aquest últim per ser un cau d’«intrigas
[...] y apaños; es decir, el organismo que ha traído tantas privaciones al pueblo español».
L’estat de confusió de les autoritats barcelonines, evident durant la primera
setmana de març, van confirmar-lo les reaccions davant la crida a una vaga gene95
Més oprobi va rebre el vicesecretari del partit, el seu «despotismo», «la inmoralidad de su vida privada» i la seva incapacitat per a exercir el càrrec. «Copia literal».
96
Ibid.
97
També van organitzar-se vagues al suburbi industrial de l’Hospitalet.Vegeu Carles Santacana
i Torres: Victoriosos i derrotats: el franquisme a l’Hospitalet, 1939-1951, PAM, Barcelona, 1994, p. 352.
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
115
ral. El dia 10 va celebrar-se una reunió entre el governador, el cap de la Guàrdia
Urbana, el cap de la Policia Armada, el delegat del Sindicat Vertical, el delegat
de Treball i els comissaris de la Brigada Político-Social i del Serveis Especials de
la policia. El governador, tractant de justificar retrospectivament la seva actuació
durant el conflicte, va redactar un informe sobre aquesta reunió uns dies després:
«Aunque la opinión de todos los presentes coincidía en que la huelga no iba a tener lugar, yo reconocí que la acción era más que probable, y todos estuvieron dispuestos a actuar
desde el primer momento con la máxima firmeza y el máximo vigor».98
A les vuit del matí del 12 de març, les autoritats van ser informades que petits
grups, i en molts casos persones soles, estaven anant de fàbrica en fàbrica demanant,
«en nombre del sindicato», que els obrers es preparessin per a la vaga. Al governador
civil va sorprendre’l «la absoluta ausencia de fuerzas policiales». Els caps de les forces
d’ordre pensaven que, o bé els obrers no gosarien portar endavant la seva amenaça de convocar una vaga, o bé volien arriscar-se a fer alguna protesta a costa de
Baeza. En qualsevol cas, la velocitat amb què la crida a la vaga va estendre’s va fer
inútils les mesures que el governador civil havia ordenat que la delegació sindical
prengués en cas que es produïssin conflictes aïllats. La producció es va aturar a les
nou en punt. Era l’hora en què les oficines i les botigues estaven a punt d’obrir,
però els empleats del sector tampoc no van presentar-se a la feina. La vaga va ser
absoluta a la indústria tèxtil, les fàbriques de maquinaria, la construcció i la indústria química. Els serveis de gas, aigua, electricitat, correus i telèfons van quedar
gairebé paralitzats, i les comunicacions amb Madrid va quedar interrompudes. Als
punts neuràlgics de la ciutat van començar a aplegar-se grans multituds, nodrides
pels treballadors que es dirigien al centre des dels barris obrers de la perifèria. Els
tramvies van ser un dels principals blancs del descontentament de la gent, que va
bolcar-los i incendiar-los. Milers de persones van ocupar la plaça de Sant Jaume
i allà van exigir la dimissió de tots els membres de la Diputació i la supressió dels
Abastos. Seguidament, una «riuada de gent» va baixar per Via Laietana i va corejar l’eslògan «sindicatos de hambre» davant les oficines del Sindicat Vertical, on van
aixecar una barricada. No va quedar intacte cap vidre de les finestres de l’Ajuntament o de l’edifici de la Diputació.99
El caos regnava als despatxos de les forces d’ordre. La sensació de pànic es,
de nou, gairebé còmica. Baeza va relatar-ho així:
Al darme cuenta de la escasez de medios y la actitud pasiva de la Policía Armada,
llamé por teléfono al Jefe de Policía, quien me dijo que había dado órdenes por escrito
que no se habían obedecido. Ante unas palabras tan serias, colgué el auricular y, precipitadamente, con un secretario como chófer, me dirigí a la Jefatura de Policía en un
pequeño coche puesto que el mío oficial no estaba disponible.100 Conseguimos llegar
Informe del governador civil, «Informe de sucesos ocurridos en Barcelona durante los días 12
y 13 de los corrientes», 14 de març de 1951, AGA, Presidencia, c. 73, p. 1.
99
Vegeu també Jáuregui i Vega: Crónica..., cit., p. 141.
100
Un «pequeño coche» no era tan cridaner com la limusina oficial.
98
116
MICHAEL RICHARDS
hasta allí con ciertas dificultades porque las grandes masas que bajaban por la Vía
Layetana hicieron que al coche le fuera muy difícil avanzar. Al llegar al despacho del
Jefe de Policía llamé al Coronel de la Policía Armada, Sr. Cadenas. De una manera
bastante brusca, le hice ver la gravedad del momento; que las masas habían tomado
posesión de la calle, que las fuerzas no estaban preparadas y que él era absolutamente
responsable de todo. Me respondió que si la policía no había salido era para evitar
tomar una actitud provocativa que agravaría el problema. Le ordené salir de inmediato
a las calles con todas sus fuerzas y que tomara todas las medidas a su alcance, que se
impusiera el orden y que se evitara la catástrofe que yo veía que se estaba produciendo.
Regresé rápidamente al edificio del Gobierno Civil, esta vez acompañado del Jefe
de Policía, y como nos fue imposible proseguir nuestro camino por la Vía Layetana [y] Paseo Colón porque las manifestaciones cerraban por completo esas anchas
avenidas, tuvimos que tomar una ruta más larga por calles adyacentes que no estaban bloqueadas. Al ver lo desmoralizado que estaba el Jefe de la Policía Armada,
mandé de inmediato a la Guardia Civil que preparara con toda urgencia todas sus
fuerzas disponibles y que saliera a las calles, tomando posesión del centro de Barcelona. Al cabo de unos pocos minutos grandes grupos se detuvieron ante al edificio
del Gobier­no Civil y, al ver la actitud pasiva de la Policía Armada, ordené a los
Comisarios Quintela101 y Polo, que estaban en mi despacho, que salieran a fuera
para levantar la moral de los agentes; dos disparos al aire bastaron para que la gran
multitud se dispersara a toda prisa [...] Casi inmediatamente se recibió la noticia
de que a lo largo de la Vía Layetana y del Paseo de Colón se había formado una
gran manifestación, que ahora avanzaba hacia la plaza donde está situado el edificio de Correos y Telégrafos. Ordené a los Comisarios de la Brigada Social y de los
Servicios Especiales que se dieran prisa y la dispersaran; en esta ocasión no bastaron
salvas de disparos y, enfrentados a la agresión de los alborotadores y en un acto de
legítima defensa, fue necesario emplear fuego real, consiguiéndose en seguida dispersar la multitud tras provocar un muerto y varios heridos entre los alborotadores.102
El dia 12 de març al matí, el governador civil també havia visitat el sever
capità general de Barcelona, el general antifalangista Juan Bautista Sánchez, per
assegurar-se que l’autoritat militar de la ciutat estava al corrent de la situació. El
governador Baeza va demanar-li garanties que, davant la possibilitat d’una vaga
general, es podria comptar amb l’Exèrcit per tal de garantir els subministres i els
serveis públics. Ja s’havien pres mesures i hi havia efectius llestos per a l’acció en
cas que calguessin. Tanmateix, el capità general va dir que no intervindria per
sufocar els aldarulls perquè les seves tropes no tenien l’obligació d’endreçar el
desordre causat per la incapacitat del governador civil a l’hora de controlar els
seus propis subordinats i partidaris polítics.103 El propi general Franco es va pren101
Eduardo Quintela Bóveda era cap de la «Brigada Social» catalana del Cuerpo General de Policía i un veterà de la lluita contra la CNT d’abans de la Guerra Civil.
102
Segons funcionaris del consolat britànic, tres persones van morir y algunes van resultar ferides el primer dia de la vaga. PRO/FO371/96158/WS1016/45; The Times, 23 de maig de 1951.
103
Balfour a Morrison, 21 de març de 1951, PRO/FO371/96156/WS1016/19; Fanés: La vaga...,
cit., pp. 137-141. A manca de forces militars disponibles immediatament, «l’almirall en cap del Sector
Naval dels serveis militars» va oferir-li a Baeza, «personalment», la solució de nomenar-lo la màxi-
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
117
dre prou seriosament la situació com per ordenar l’enviament de tres destructors
i un dragamines al port de Barcelona, i un destacament d’infants de marina va
marxar pels carrers de la ciutat. En tot cas, la reclusió de la guarnició local a les
seves casernes va evitar que es produís un bany de sang.104
Les forces policials van ser enviades per controlar els aldarulls i, finalment,
van dispersar les manifestacions que s’estaven produint a altres parts de la ciutat.
Cap a la una de la tarda, la Guàrdia Civil s’havia desplegat pels carrers i s’havia
restablert l’ordre. La Policia Armada, encoratjada per l’acció de la Guàrdia Civil, «empezó a hacer uso de sus fusiles». A les dues Baeza va emetre una nota oficial «dando cuenta de las verdaderas causas del Movimiento que había sido intentado y
advirtiendo de que el principio de autoridad sería mantenido inflexiblemente». Segons el
governador civil, els esdeveniments s’havien produït com a conseqüència d’una
conspiració comunista, amb un objectiu ben clar: «Los mismos que desde el extranjero han provocado el bloqueo diplomático y económico de nuestra Patria, lo intentan de
nuevo ahora que el bloqueo se ha desvanecido, cuando cabe esperar que sus consecuencias
económicas también se desvanecerán».105
Cap a les vuit del vespre, Baeza va afirmar que havia estat caminant pel passeig de Gràcia i per les Rambles comprovant per si mateix que «la normalidad
reinaba». Després va trucar al ministre de l’Interior per informar-lo dels últims
detalls i per dir-li que, al seu parer, era innecessari decretar l’estat d’excepció donat que «el intento de revuelta había sido aplastado por completo».
Durant l’acció, s’havien organitzat «grups d’acció» de funcionaris de la Falange barcelonina per prestar els seus serveis sempre que fossin requerits. Lluny
de donar-li suport, els falangistes no havien vist amb bons ulls la vaga tal i com
s’havia desenvolupat després del boicot a l’empresa de tramvies. Aquests grups
van jugar un paper important, reeixit només en part, a l’hora de convèncer els
obrers que tornessin a la feina l’endemà. La Delegació Sindical va formar vuitanta
equips de funcionaris que, a bord de vuitanta taxis, van passar-se el dia donant
ma autoritat militar. El governador va assegurar-li que era plenament capaç de controlar la situa­ció
i que només caldria donar aquell pas si el govern declarava l’estat de guerra.
104
Telegrama, Madrid al Foreign Office, PRO/FO371/96156/WS1016/18, 14 de març de 1951;
Balfour a Morrison, 21 de març de 1951.Vegeu també Preston: Franco, p. 609. S’ha indicat que monàrquics destacats veien la vaga com una oportunitat per efectuar un cop contra Franco i restaurar un
govern promonàrquic.Vegeu Vilar: Historia del antifranquismo, cit., pp. 242-244. Sembla que a Franco
l’amoïnava el tema. Potser va ser en part per aquesta raó que el dictador va enviar els vaixells de la
Marina al port de Barcelona. Es va pensar en Juan Bautista Sánchez com a possible candidat d’un nou
govern monàrquic, amb Franco com a simple cap de les forces armades.Vegeu Pedro Sainz Rodríguez:
Un reinado en la sombra, Planeta, Barcelona, 1981, pp. 163-164. El capità general Sánchez va ser gairebé
l’única autoritat estatal de Barcelona que va seguir en el seu càrrec després de la vaga de 1951. Més
endavant, durant la vaga dels tramvies de 1957, va tenir una de les seves nombroses topades amb el nou
governador civil, el franquista convençut Felipe Acedo Colunga, sobre l’estratègia repressiva d’aquest
últim, i, segons es va dir, va patir un atac de cor mentre mantenia una acalorada conversa telefònica amb
Madrid. Sembla ser que Franco va dir que allò almenys li estalviaria «el problema de tener que despedirlo».
105
Diario de Barcelona, 13 de març de 1951.
118
MICHAEL RICHARDS
voltes pels barris obrers per «incitar» la gent que tornés a la feina i contrarestar «la propaganda» contra la represa de la producció. Altres grups van tractar de
convèncer els comerciants i botiguers que obrissin les portes dels seus negocis
per tal de donar una imatge de normalitat.106
Segons el governador civil, «aunque la gente quería volver al trabajo», no tardà en
quedar palès que «aproximadamente el 50%» de la població treballadora continua­
va en vaga. Donat que semblava que al centre de la ciutat, a la zona comer­cial,
regnava una normalitat relativa, la Guàrdia Civil va ser transferida als suburbis
industrials. Així mateix, van arribar reforços de Madrid, València i Saragossa.
Tot i els esforços per assolir la «normalitat», a les nou del vespre el ministre
de l’Interior, Blas Pérez, va veure’s obligat a ordenar el tancament de tres fàbriques importants i va encarregar una investigació sobre els motius pels quals els
obrers seguien revoltats i sobre la identitat dels «promotores» de la vaga. El cap de
la policia i el capità general van posar en dubte l’encert d’aquests lockouts, doncs
els serveis d’informació els havien donat garanties que l’endemà la gent tornaria
a la feina i temien que poguessin ser contraproduents.
El 14 de març els obrers, patint pels seus llocs de treball i les seves famílies,
van tornar poc a poc a la feina. Les forces d’ordre i els militants falangistes van
prosseguir amb la seva tasca de «persuasió», però encara hi havia fogars de resistència. A les fàbriques tèxtils de Poblenou, per exemple, un grup de dones van
deixar un cop més la feina en un intent de revifar la protesta. Baeza va informar
que a Terrassa els obrers havien tornat a la feina, tot i que a Manresa i Badalona
la vaga continuava a certes empreses.107 La policia va seguir fent detencions «preventives». En previsió de futures protestes, previstes per al 22 de maig, les autoritats van enviar milers de cartes a tots aquells que se sabia havien estat «amnistiats» després d’haver estat a la presó per «delictes polítics» d’ençà la Guerra Civil, amenaçant-los amb tornar a empresonar-los per a que complissin la totalitat
de les condemnes.108 S’esperava que la tasca d’investigació fos llarga i lenta, però
s’havia de fer una feina rigorosa. El governador civil no estava gens disposat a
mostrar-se compassiu. Les forces d’ordre van ser preparades davant la possibilitat
que el dissabte següent, dia de paga, hi hagués problemes, donat que «mis órdenes son tajantes y estamos dispuestos a imponer las máximas sanciones si algún patrón
106
En total, van mobilitzar-se 3.500 militants de Falange i 1.500 membres de la «Guardia de
Franco» i de la «Vieja Guardia» per trencar la vaga i restablir l’ordre. Durant la crisi, es van desplegar
militants de Falange per tal que protegissin els edificis estratègics de la ciutat, com les emissores de
ràdio i les redaccions del diaris, Correus, els edificis de la Telefònica i de Telègrafs, i la Diputació. Es
van formar escamots falangistes per actuar contra els grups de vaguistes, tres-cents dels quals van assistir directament les forces d’ordre públic en les seves operacions. Homes del partit també van oferir
ajut pel que fa al manteniment dels subministres. Per exemple, van fer-los responsables de custodiar
i transportar cent tones de carbó des del port fins a la central elèctrica.
107
FET-JONS, DNS, Informe del sindicat tèxtil, «Relación de industrias en paro a las 11.30 del día
13 de marzo de 1951»,AGA, Presidencia, c. 73; PRO/FO371/96158/WS1016/44, 9 de maig de 1951.
108
PRO/FO371/96158/WS/1016/46, 23 de maig de 1951.
119
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
paga sueldo alguno por las horas de trabajo perdidas. Todos los detenidos quedan automáticamente despedidos de sus empresas. Bajo el principio de autoridad ahora impuesto, es
esencial que el castigo, en el marco de la justicia más estricta, tenga la necesaria ejemplaridad para evitar, en la medida de lo posible, que se repitan acontecimientos de este tipo».109
Les
conseqüències de la vaga
La prioritat principal era restablir l’autoritat a Barcelona. Segons informació
rebuda pel govern britànic, van produir-se al voltant de mil detencions com a
conseqüència de la vaga.110 Els principals caps de turc detinguts pel règim van
ser 34 obrers, tots ells antics membres de les JSU o del PSUC. Entre ells hi havia l’antic dirigent del PSUC Gregorio López Raimundo, els obrers del tèxtil
Francisco Pedral i Isabel Vicente, i el treballador del transport José Pagès. López
Raimundo fou torturat i va enfrontar-se a una possible condemna a mort; finalment, després d’un rebombori internacional, van expatriar-lo. El mes de juliol,
van detenir 22 «agitadors comunistes» més, van culpar-los dels esdeveniments de
la primavera i van acusar-los de tractar de «reorganitzar» el PSUC.111
Tanmateix, les crides a l’acció dirigides «al poble de Barcelona» van continuar
i va convocar-se una gran manifestació el Primer de Maig a la plaça de Catalunya
per exigir sous dignes i «para expresar nuestra protesta contra la política de represión
y terror, de hambre y de guerra franquista, y nuestra solidaridad con las miles de víctimas
de las represalias por los sucesos del 12 y 13 de marzo».112 Un mes després de la vaga
de març, el govern va imposar un tancament patronal que va afectar els 9.000
treballadors, la majoria dones, que s’havien mobilitzat a les fàbriques tèxtils de
Manresa, tot i que els patrons estaven disposats a pagar l’augment de 70 pessetes
que les obreres reclamaven.113 Així mateix, el Primer de Maig, tot i el fort desplegament policial (les autoritats ja n’estaven avisades), molta gent, sobretot dones,
va deixar novament la feina per unir-se a la protesta, abans que la dispersessin
escamots de la Guardia de Franco i de la Policia Armada pro­veïts de fusells.114
PRO/FO371/96156/WS1016/8, 14 de març de 1951.
Carta del Departament International del Partit Laborista al govern britànic, a petició del
PSOE en l’exili, març de 1951, PRO/FO371/96157/WS1016/21. Sir Robert Hodgson, que havia estat el representant britànic a la zona franquista durant la Guerra Civil, i que simpatitzava amb
Franco i el seu règim, va calcular que els arrestos havien assolit la xifra de vuit-cents. Spain Resurgent, Londres, 1953, p. 240.
111
PRO/FO371/96164/WS1016/134/135. PRO/FO371/96159/WS1016/85, 30 de juliol
de 1951.
112
FET-JONS, Secretaría General, Gabinete de Prensa, maig de 1951, AGA, SGM, c. 73.
113
«Informaciones», p. 2; PRO/FO371/96158/WS1016/40, 9 maig de 1951; 96157/WS/1016/33,
25 d’abril de 1951.
114
La protesta va ser particularment forta a Gràcia, Sans, Poblenou i Mataró. Informe de FETJONS, «Situación política y social de Barcelona», 5 de maig de 1951. La Guardia de Franco era una
109
110
120
MICHAEL RICHARDS
La qüestió potencialment més preocupant per a les «renovades» autoritats de
la província era l’evident paper que elements dissidents de la Falange barcelonina
havien jugat durant la protesta. Raimundo Fernández Cuesta, el secretari general
de FET, va donar un toc d’atenció indirecte als rebels del partit en el decurs d’un
discurs pronunciat a Galícia el 19 de març: «El nacional-sindicalismo no [es] sólo la
base para la defensa de los trabajadores, sino también el fundamento de la organización
política, económica y social de España [...] Éstas son las ideas y principios defendidos
en el pasado, en el presente y en el futuro por los auténticos falangistas, y no por los que
pertenecen a la organización sólo para desacreditarla». Alguns camarades havien, «sin
proponérselo y de buena fe, caído instintivamente en el marxismo de extrema izquierda».115
La vaga va donar peu a una onada de dimissions entre les autoritats barcelonines, inclosos el cap provincial del CNS i el governador civil, Baeza, el 17
de març, la qual cosa va despolititzar profundament l’autoritat a Barcelona.116
El maig de 1951, l’inspector nacional de la Vieja Guardia va escriure al secretari general per remarcar-li la necessitat d’establir un clar lligam entre el partit i
l’Estat en interès d’una «transformación radical que la vida española necesita» i d’una
«primacía absoluta» per a les organitzacions d’«apostolado ideológico».117 Va nomenar-se un nou cap provincial de la Vieja Guardia barcelonina, qui, tanmateix, al
partit només va trobar una «atmósfera de escepticismo».118
Un cop asserenada la tempesta, es van dissoldre les JANS com a càstig per la
seva participació en les protestes barcelonines.119 Les relacions «de camaraderia»
esdevindrien quelcom del passat. El nou governador civil, l’implacable general
Felipe Acedo Colunga, va començar per abolir l’ús del col·loquial «tú» i va ordenar que a ell se’l tractés únicament de «Su Excelencia». Així mateix, va defugir
tot contacte amb els homes del partit.120 A posteriori, el «Consejo Provincial» de
mena de succedani de milícia falangista. Cada província tenia una «Guardia de Franco» pròpia, utilitzada a les concentracions. Tot i que els seus membres portaven un uniforme distintiu, anaven oficialment desarmats.
115
Citat en un informe del cònsol britànic, PRO/FO371/96156/WS1016/9, 21 de març de 1951.
Es pot percebre un to semblant en els discursos pronunciats per Fernández Cuesta i Sanz Orrio al
Congreso de «Trabajadores Nacionales» Falangistas, celebrat a Madrid entre el 4 i l’11 de març de 1951.
116
Informe de FET-JONS, «Informaciones de Barcelona», 27 d’abril de 1951, AGA, SGM, c. 73.
117
Carta d’Alberto García Ortiz, 19 de maig de 1951, AGA, SGM, c. 71. El cap provincial de Falange a València va veure’s obligat a escriure al secretari general el novembre de 1951 per queixar-se
que a la premsa local s’havia anunciat que s’augmentarien les tarifes del transport de la ciutat i que
el partit no en sabia res. Ho va considerar un altre intent de desacreditar Falange. 27 de novembre
de 1951, FET-JONS,València, AGA, SGM, c. 71.
118
Carta al secretari general del Movimiento, 12 de febrer de 1952, AGA, SGM, c. 87.
119
Vegeu carta de Raimundo Fernández-Cuesta, secretari general de FET-JONS, 11 d’abril de
1951, AGA, SGM, c. 71. El delegat nacional de sindicats, Sanz Orrio, ja s’havia posat en contacte
amb la Inspección Nacional de la Vieja Guardia i havia arribat a la conclusió que la JANS havia estat
involucrada en la vaga. La JANS havia culpat l’organització sindical de la «difícil situación económicosocial».Vegeu la seva carta a Fernández-Cuesta, 6 d’abril de, 1951, AGA, SGM, c. 71.
120
«Informaciones de Barcelona» i «Situación política», cit.
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
121
les JANS va reflexionar sobre la «verdadera crisis» que havia provocat les vagues.121
El cost de la vida s’havia desbocat mentre que els sous havien disminuït, i, segons
els descontents, els preus eren més alts a Catalunya que a qualsevol altra indret
del país. Tanmateix, encara que havien donat suport al boicot, aquests falangistes no havien fet el mateix en el cas de la vaga. Oficialment almenys, les JANS
només criticarien les accions portades a terme per la jerarquia del partit pel que
fa a la crida a la vaga. No s’hauria produït aquella escalada, va afirmar-se, en cas
que al capdavant del CNS hi hagués hagut un «auténtico falangista»: «Existe una
verdadera oligarquía que se reparte los cargos más importantes, y [...] al gobierno le falta
la agilidad necesaria para acometer la destitución de los que están agotados [...] reemplazándolos por gente nueva». A alguns els semblava que «la inmoralidad, la debilidad y
la falta de honradez se premiaban con ascensos», i que els nomenaments es feien en
funció dels contactes abans que de la capacitat.122 No obstant això, no va fer-se
cap intent de definir com podia ser més atractiu un «auténtico falangista» per als
treballadors. Així doncs, la «crítica» va reduir-se a denunciar una manca d’«ética
falangista» i a exigir una «purga» al si de la cúpula. La vaga, va adduir-se, es podria
haver evitat si la cúpula hagués donat ordres més clares i emfàtiques als delegats
sindicals i si no hagués permès que «elementos infiltrados» s’aprofitessin de la situació. En tot cas, els militants de les JANS, i la Vieja Guardia en general, van poder revelar la seva lleialtat real cooperant en les operacions de «neteja» portades
a terme després de la vaga. Els militants de les JANS van afirmar amb orgull que
al CNS es va mantenir l’ordre «por temor a sufrir represalias por nuestra parte».123
El desencant va estendre’s més enllà de Catalunya. En el precís moment en
què s’estava produint el boicot als tramvies barcelonins, la inquietud del govern
va augmentar arran dels indicis de malestar que emanaven de certs sectors de la
Falange madrilenya, així com pels aldarulls que la classe obrera estava protagonitzant al País Basc i fins i tot a Valladolid, el gresol del falangisme.124 Aquestes
protestes es van veure com exemples que calia seguir. A Alacant va convocar-se
una vaga per al 22 de maig:
Hace unas pocas semanas fue Barcelona, luego Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, ahora
son los navarros, de quienes no se dirá que son comunistas; como un solo hombre el
Informe, 21 de març de, 1951, «Algunas consideraciones políticas a cuenta de los sucesos de
Barcelona», SGM, AGA, c. 73.
122
Tot i la ineficiència i la corrupció que això comportava, era normal que els governadors, en
prendre possessió del seu càrrec, fossin nomenats cap d’un sindicat industrial. «Informaciones de
Barcelona» i «Situación política».
123
«Copia literal del Informe que emite la Conserjería Provincial de JANS de Barcelona, al Mando Nacional de la Vieja Guardia».
124
Vegeu Sueiro i Diaz Nosty: Historia del franquismo, vol. II, Sedmay, Madrid, 1977, pp. 168-169;
PRO/FO371/96158/WS1016/45, 23 de maig de 1951; 96159/WS1016/56, 5 de juny de 1951;
AGA, Presidencia, c. 73, «Nota informativa respecto al ambiente y orden público en Valladolid», 14
de març de 1951. El 25 d’abril de 1951, el Daily Telegraph va publicar que 80.000 obrers del País Basc
s’havien posat en vaga durant dos dies.
121
122
MICHAEL RICHARDS
22 de mayo es nuestra fecha. Todo el mundo en casa, que no se diga que somos el
hazmerreír de los buenos españoles. PROTESTAMOS PORQUE TENEMOS
HAMBRE, hay demasiados cargos, coches oficiales, intervenciones y derrochadores.
Los hombres de buena voluntad sólo quieren una cosa, trabajar y poder vivir de su
trabajo. Alacant honra vuestro deber. ¡¡¡Viva España!!!125
Indicis de descontentament organitzat ja havien aparegut a Madrid al llarg de
l’hivern de 1950 i els primers mesos de 1951. Al metro, per exemple, falangistes
dissidents van distribuir fullets en què posava: «Nadie debería culparnos por lo que este
Estado, que comercia con nuestro nombre, hace o planea». El títol del fullet, «La conquista
del Estado», recordava els anys inicials de Falange després de la proclamació de la
República. Afirmava, a més, que en els setze anys transcorreguts des de la fusió
dels principals moviments feixistes espanyols, tot i els «sacrificios de sangre» que s’havien fet, res no s’havia fet per portar a terme la revolució. Els «pseudo-falangistas»,
segons els crítics del partit, només havien fet concessions «efímeras» als treballadors.
La Brigada Social va posar en marxa investigacions per enxampar els malcontents de Madrid. Al parer de l’oposició monàrquica a Franco, paraules com
aquelles posaven en perill l’apropament entre el règim i els Estats Units. En descobrir que es distribuiria propaganda falangista en una manifestació organitzada
per coincidir amb la presentació de credencials de l’ambaixador nord-americà,
el general Antonio Aranda, líder de la camarilla de generals monàrquics i peça
clau en l’establiment de relacions diplomàtiques amb Washington, va assegurarse que al govern dels Estats Units li quedava clar que «Franco no depèn de Falange».126 Tanmateix, el que Aranda més temia és que l’agitació s’estengués a la
mateixa cúpula del partit, dirigit per José Luis Arrese, secretari general del Movimiento entre 1941 i 1945 i estretament vinculat en aquella època a Ramón
Serrano Suñer, el filonazi ministre de l’Interior. L’amoïnava que aquella propaganda pogués aparèixer en el mateix text mecanografiat com ho feien moltes
de les «coses oficials» del partit, i és ben curiós que, tot i que Franco estava al
corrent de l’existència de la propaganda radical falangista, quan el Caudillo va
plantejar l’assumpte en una reunió del Consell de Ministres, Fernández Cuesta
«permaneció sentado ahí, boquiabierto».
També van distribuir-se fullets convocant una manifestació pacífica a Madrid aquell mateix
dia per exigir l’abolició dels sindicats estatals. Arran de la repressió per part de les forces d’ordre, la
protesta es va circumscriure a un boicot parcial dels tramvies. PRO/FO371/96157/WS1016/29, 24
d’abril de 1951; 96158/WS1016/46, 23 de maig de 1951. Sobre les amenaces del govern a la premsa,
vegeu Arriba, 13 de maig de 1951; ABC, 17 de maig de 1951; Ya, 18 de maig de 1951; Arriba, 17 de
maig de 1951, on es podia llegir: «La Ley debe actuar sin clemencia contra el menor intento de desorden».
126
FET-JONS, informe, «Hoja Clandestina; “La Conquista del Estado”», 1 de març de 1951,
AGA, Presidencia, c. 73, p. 14. Aranda creia que l’oposició en l’exili havia estat organitzant les vagues del mes d’abril. El règim «no havia complert amb el seu deure», la qual cosa havia portat als
esdeveniments de Barcelona, els quals, al seu torn, havien donat embranzida a la dissidència política
popular. Conversa de funcionaris de l’ambaixada britànica amb el general Aranda, PRO/FO371/
WS1016/37, 30 d’abril de 1951.
125
FALANGE, AUTARQUIA I CRISI
123
Els esdeveniments de Barcelona van posar immediatament a la defensiva a
cúpula del Sindicat Vertical. Ja el 13 de març, el delegat nacional de sindicats,
Fermín Sanz Orrio, va escriure al secretari general del partit, Fernández Cuesta —amb qui havia estat en contacte permanent al llarg de tota la crisi—, per
prometre-li que actuaria amb duresa contra tots els delegats sindicals o funcionaris, sobre els quals «no debería haber habido el menor motivo de preocupación en estas circunstancias extremadamente serias».127
Alhora, Sanz desitjava treure importància al suport donat pels delegats sindicals
a la vaga. Segons la informació amb què comptava, aquells que no havien «atendido sus obligaciones» eren molt pocs, sobretot si es tenia en compte, com va tenir
el plaer de recordar-li al ministre, que hi havia entre vuit mil i deu mil enllaços
sindicals a la ciutat. A més, en un intent de minimitzar els suggeriments que la
pròpia estructura sindical havia resultat quelcom contaminada, va recordar-li al
ministre quin era el caràcter del càrrec d’enllaç sindical. Era «puramente representativo», «excesivamente» depenent dels grups de treballadors que l’escollien. La feina
no tenia en si mateixa caràcter oficial, i els enllaços no eren els «depositarios» de
l’autoritat dels alts funcionaris. Gairebé el seu únic deure era votar els membres
dels consells de la Secció Social sindical de cada lloc, amb la qual cosa «evitaban el
movimiento de grandes masas de votantes». A banda d’aquesta tasca, portada a terme
cada tres anys, només havien de comunicar les reclamacions dels treballadors al
sindical adient i transmetre les ordres de la cúpula sindical a la força de treball.
La dificultat era, com Sanz va admetre, que en cas que aquests enllaços no fossin elegits pels propis treballadors, «no nos serían en absoluto de ninguna utilidad».
Sanz Orrio va insistir que s’havia aconseguit molt mitjançant aquest sistema. Els
problemes els havien ocasionat només uns pocs defectes «de los que no hemos sido
los autores sino las víctimas».128
Tanmateix, Sanz difícilment podia deixar d’admetre que, tot i que la onada
de conflictes laborals que s’estaven produint estava sota control, «las causas que
indudablemente los motivaron» no ho estaven. Es tractava d’una clara referència a
les condicions socials patides per la població i a la corrupció endèmica del règim, ambdós factors criticats prèviament per Sanz, per bé que amb cautela. El
fet era que Sanz era massa conscient dels punts febles de l’autoritat que subjeien a la crisi. És irònic que, mentre que després de la vaga havia criticat les «especulaciones» sobre la «caída de la organización sindical de Barcelona», un any abans ja
havia tingut que respondre un informe titulat precisament «La caída de la Organización Sindical».129 De portes enfora, però, va preferir identificar culpables:
en cas que les forces d’ordre de la ciutat s’haguessin utilitzat enèrgicament en
Carta del Delegado Nacional de Sindicatos, SGM, AGA.
Carta Reservada del Delegado Nacional, 15 de març de 1951, SGM, AGA, c. 73. Al cap d’uns
mesos, Sanz fou destituït del seu càrrec i nomenat ambaixador al Pakistan.
129
AGA, Presidencia, c. 59.
127
128
124
MICHAEL RICHARDS
el moment adient, «tal vez la huelga no habría tenido lugar». Segons Sanz, la classe
treballadora s’havia mantingut relativament tranquil·la fins que la va exaltar «la
actitud de protesta de elementos burgueses de la población».130
Al juliol de 1951, quatre mesos després dels successos a Barcelona, va anunciar-se amb gran pompa y entusiasme oficial un nou Consell de Ministres.131
El règim va exalçar la formació del cinquè govern de Franco com la primera
reorganització completa de l’administració de l’Estat d’ençà l’agost de 1939.132
Diplomàtics britànics van informar que hi havia hagut discussions acalorades i
angunioses al Consell de Ministres i que Franco havia rebut pressions perquè
«reconstruís» el gabinet. El Caudillo, però, més partidari de la repressió que de
la reforma, s’hi havia resistit.133 La innovació més destacada fou la creació d’un
Ministeri de Comerç, deslligat del Ministeri d’Indústria i, per tant, relativament
independent de l’estratègia d’industrialització basada en la substitució de les importacions. Suanzes, l’arquitecte de l’autarquia, va ser destituït com a ministre, tot
i que va retenir el control de l’INI.Va ser una fita que assenyalà un gir liberalitzador en virtut del qual es reconeixia la necessitat de comerciar amb l’estranger per
satisfer les necessitats bàsiques de la població.134 Tant el boicot als tramvies com
la vaga general que esdevingué després van contribuir a aquesta reestructuració.
Malgrat que s’organitzarien moltes més protestes àrdues i renyides abans
que la democràcia arribés a Espanya a mitjan dècada dels setanta, la vaga de
Barcelona va constituir una mena de punt de no retorn. Va assenyalar un trànsit del brutal feixisme militarista dels anys quaranta a un autoritarisme més
racional-burocràtic als anys cinquanta,135 i d’una continuació de la Guerra Civil a una «oposició social» basada en aquesta nova situació.136 El mite grandiós
de l’autosuficiència i totes les seves conseqüències repressives, als quals Franco
i llurs subordinats més lleials s’havien aferrat en el decurs dels anys quaranta,
es van dissoldre a partir de 1951. La mística de la Guerra Civil, la principal
influència­ formativa del règim, va debilitar-se poc a poc, no només per la insistència dels «derrotats», que mai no hi havien cregut, sinó també pel desencís
d’alguns dels «guanyadors» que sí ho havien fet.
[Traducció de l’anglès de Carles Mercadal]
130
«Algunas consideraciones políticas», cit. Es tracta d’una visió qüestionable. La fam atomitzava
els grups socials, però no hi havia una «tranquil·litat» real.
131
La Vanguardia Española, 20-21 de juliol de 1951.
132
Malgrat tot, el 1941 i 1945 s’havien produït dues remodelacions relativament menors del
gabinet.
133
PRO/FO371/96158/WS1016/41, 16 de maig de 1951.
134
Pablo Martín Aceña i Francisco Comín: INI: 50 años de industrialización en España, Madrid,
1991, p. 111.
135
Josep Fontana, «Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del franquismo», a Fontana (ed.): España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona, 1986.
136
Alba: La oposición..., cit., p. 321.
a les 19’00
Debat - taula rodona:
Les lluites pel transport públic,
de la vaga dels tramvies a les lluites presents.
Després del Mobil World Congres
com continuem?
+
Kafeta i tapeo
fins les 24’00
al CSOA La Llamborda
M L5 i L4 Maragall
Organitza Grup de treball del transport públic
de l’Assemblea Social del Guinardó i Can Baró
Descargar