El encargo de Jesús a sus discípulos Domingo 7ºde

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Domingo 7ºde Pascua - Ascensión del Señor- Ciclo A
Junio 1 de 2014
“¡Dios el Señor ha subido a su trono entre gritos de alegría y toques de trompeta!”
Salmo 46
Ven Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar
dirección al progresar
y perfección al acabar. Amén.
Cardenal Verdier 1
Mateo 28, 16-20
El encargo de Jesús a sus discípulos
16
Así pues, los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. 17Y cuando vieron a
Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. 18Jesús se acercó a ellos y les dijo:
—Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. 19Vayan, pues, a las gentes de todas las
naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
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y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes
todos los días, hasta el fin del mundo.
Algunas preguntas para comprender el texto…
¿Cuántos discípulos fueron a Galilea? ¿Qué hicieron cuando vieron a Jesús? ¿Todos estaban seguros de lo
que estaba pasando? ¿Cuál fue el mandato que Jesús les dio? ¿Qué les prometió Jesús?
1
http://www2.fiu.edu/~mirandas/bios-v.htm#Verdier
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Algunas pistas para comprender el texto…
Padre Daniel Kerber
Con este domingo llegamos a la fiesta de la Ascensión del Señor, unos cuarenta día después de la Pascua
(ver Hch 1,3). El evangelio de Mateo que estamos leyendo este año, no narra este episodio, sino que está en
el evangelio de Marcos (16,19) y Lucas (24,50ss; Hch 1,9ss).
El pasaje de hoy narra las palabras de Jesús resucitado en el último encuentro con sus discípulos en el monte
de Galilea donde Jesús los había convocado (ver 28,10). El texto tiene una primera parte narrativa que ubica
el lugar, las personas que están y la circunstancia (v. 16s) y luego las palabras de Jesús, que concluyen el
evangelio (vv.18-20). Mateo es el único evangelista que culmina su relato con un discurso de Jesús.
La primera parte no solo es una descripción circunstancial. Se habla de los once. Esperaríamos a los Doce,
que ya son conocidos en el evangelio, pero aquí falta uno, Judas, que se ahorcó después de devolver las
monedas a los sacerdotes (ver 27,3ss). De modo que no son once, sino Doce menos uno. Mateo presenta a
la comunidad del resucitado como una comunidad herida, en la que el dolor y el pecado forman parte, y sin
embargo, esos son los convocados. Estos vienen a adorarlo, y sin embargo, ¡algunos todavía dudaban! Otra
vez resalta la fragilidad de la comunidad, amada y convocada por el Resucitado.
En las palabras de Jesús podemos distinguir tres partes, la primera y la tercera referidas a Jesús: “Dios me ha
dado toda autoridad…” y “yo estaré con ustedes todos los días…” y en el medio el mandato a los once:
“Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos…”. Esta forma de hablar,
comenzando y terminando con Jesús, marca de alguna manera el “abrazo” en el que Jesús envía a su
comunidad, la iglesia. Es él que ha recibido toda autoridad del Padre, es él que permanece siempre con los
suyos, por eso no hay lugar al temor o al desánimo.
Las palabras de Jesús están marcadas en una tonalidad de plenitud, de fuerza y confianza. Cuatro veces repite
“todo”: “toda autoridad”, “todas las gentes”, “todo lo que les he enseñado”, “todos los días”. Por otra parte,
el mandato de hacer discípulos no está basado en la capacidad o fuerza de los once. Ya veíamos cómo Mateo
los presenta frágiles y dudosos. Jesús dice “vayan pues…”, en ese “pues” se está indicando una
consecuencia: “Dios me ha dado toda autoridad… por eso, vayan y hagan discípulos…” El motivo, la razón
y la fuerza del envío a hacer discípulos está en la autoridad de Jesús que recibe del Padre en su resurrección.
La fuerza de la iglesia está en la autoridad del Resucitado y no en la condición de sus discípulos.
Jesús envía a hacer discípulos, seguidores; que lo conozcan a Él y lo sigan. Y a bautizar, no sólo en sentido
sacramental, sino en sentido vital de “sumergir” en la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Finalmente
destaca la importancia de la enseñanza de lo que él transmitió.
El evangelio culmina retomando la profecía del Emanuel: Dios con nosotros (ver 1.23): Jesús resucitado
cumple esa profecía diciendo “yo estoy con ustedes todos los días…
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Estamos cerca de cumplir un año de habernos encontrado con el Papa Francisco en la Playa de Copacabana, Rio de
Janeiro (Brasil), el 28 de julio. El día de la clausura de la JMJ Rio 2013, el Papa nos hizo este desafío evocando el envío
misionero de Jesucristo:
“Vayan. En estos días aquí en Río, han podido experimentar la belleza de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, han
sentido la alegría de la fe. Pero la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en su vida o en el
pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de su comunidad. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que
arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se transmite, para que todos conozcan, amen y
profesen a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia (cf. Rm 10,9).
Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, sino: «Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos».
Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el Evangelio es el mandato que el Señor confía a toda
la Iglesia, también a ti; es un mandato que no nace de la voluntad de dominio o de poder, sino de la fuerza del amor,
del hecho que Jesús ha venido antes a nosotros y nos ha dado, no algo de sí, sino todo él, ha dado su vida para
salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios. Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres
libres, amigos, hermanos; y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de
amor.
¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El evangelio no es para algunos sino
para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No
tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más
lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.” 2
Ahora preguntémonos:
¿Quiero asumir el compromiso de anunciar a Jesucristo? ¿Cuáles son los mayores obstáculos que debo
superar para cumplir el mandato de “hacer discípulos”? ¿Siento la compañía de Jesús todos los días?
"Oh, amado Jesús. Ayúdame a esparcir Tu fragancia por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente,
que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mí y permanece tan dentro de mí,
que cada alma con que me encuentre
pueda sentir Tu presencia en la mía.” Amén
Madre Teresa de Calcuta
2
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130728_celebrazione-xxviiigmg.html
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Dame Señor la fortaleza para cumplir tu mandato de
“Anunciar el Evangelio y hacer discípulos”
Les recordaré a mis amigos la promesa del Señor, él está siempre con nosotros…
Esta presencia debe alegrar y fortalecer nuestra fe cada día.
“Haz Señor que yo conozca la alegría y pueda llevarla a los demás”
Santo Tomas Moro
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