Madrid si tus piedras hablaran

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Madrid
Si tus piedras hablaran………….
Casa de Lope de Vega
Caminando desde la Calle Cervantes, Plaza de
Santa Ana,…………… Puerta del Sol.. . …
hasta la Cuesta de la Vega
Madrid
Año de 1626
Madrid se mostraba en todo su esplendor: Las innumerables torres de las iglesias y
conventos, la muralla construida sobre los cimientos de la antigua fortificación árabe y en lo
alto ,maciza e imponente, la mole del Alcázar Real con la torre dorada avanzando como la
proa de un galeón sobre la cortadura que dominaba el exigüo cauce del rio, cuyas orillas
estaban salpicadas por las manchas blancas de la ropa que las lavanderas tendían a secar en
los arbustos.
Era hermosa la vista y la admiré tanto que Don Francisco sonrió comprensivo: “El ombligo
del mundo”.
La mayoría de las casas eran de una sola planta, de tapial. Había un impuesto a las casas de
dos plantas y la gente de pocos recursos evitaba los pagos ,como resultado presentaba una
imagen de pueblo menos bella que otras ciudades como Sevilla una de las urbes más
hermosas de Europa y puerto de entrada y salida hacia las indias.
Las calles de Madrid eran sucias, de malos olores , apenas empedradas , muy peligrosas y
poco iluminadas al caer de la noche ,en la que se podía escuchar algún entrechocar de
aceros y el aullido de un perro.
2. La calle francos ( hoy Cervantes ), calle de Niño (Quevedo)
En la Calle Quevedo, esquina con Lope de Vega, vivió primero Don Luis de Góngora y
después Don Francisco de Quevedo los cuales eran enconados enemigos Don Francisco
compró la casa tras el embargo que sufrió por deudas de juego Don Luis por darse el gusto
de poner los muebles en la calle a su odiado rival.
He aquí una muestra como ejemplo de desprecio mutuo.
(Quevedo a Góngora)
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.
( Góngora a Quevedo )
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego.
3.
Convento de las Trinitarias.
En algún lugar de este convento descansan, perdidos, los huesos del buen y
honrado Cervantes, compartiendo quizá la tierra con los huesos de su mujer e hijas.
Quiso así agradecer el ser rescatado de su cautiverio por los Padres Trinitarios.
Aquí profesaron como monjas Marcela, la hija de Lope y, a su vez, otra hija del
mismo Cervantes.
Allá por el año 1629 un joven llamado Pedro Calderón de la Barca violó la clausura
de este monasterio espada en mano mientras perseguía a un tal Villegas, que
acababa de apuñalar al hermano de éste en el mentidero de la Calle del León.
El tal Villegas se había refugiado entre las monjas y Calderón fue levantando velos
uno a uno. Lope protestó como padre de una profesa.
En el año de 1635 pasó el cortejo fúnebre del gran Lope por la Calle Huertas
hacia la iglesia donde fue sepultado.
4. Los rincones del teatro.
En la actual Plaza de Santa Ana, frente al convento de dicho nombre, hoy desaparecido,
estaba el Corral del Príncipe y, en la calle del Príncipe, el Corral de la Cruz.
Los madrileños, desde el más analfabeto al más erudito se morían por el teatro y había
bofetadas y cuchilladas para ver un estreno teatral.
A la entrada solía escucharse aquello de:
“Voto a Dios que no sabe vuesa merced a quien ha pisado”.
El rey Felipe IV, entusiasta del teatro , acudía disfrazado para no ser visto y en el Corral
de la Cruz, se enamoró de la famosa actriz del momento María Calderón. De estos
encuentros nació Don Juan José de Austria, hijo bastardo de aquellos amores
licenciosos.
5. A la Puerta del Sol, por la Calle del Príncipe, pasando por la Carrera de San Gerónimo.
La Puerta del Sol era muy concurrida por la confluencia de la del Arenal y la Calle
Mayor.
Allí estaba la ramería y mancebía pública más importante de la Villa y Corte; también el
mentidero de San Felipe, ubicado en las gradas de la desaparecida iglesia. Era lugar de
bulos y divulgación de toda clase de noticias y enredos. Aquí los frailes preparaban el
mejor chocolate de Madrid. También era lugar de llegada de postas y correos, donde
venías frescas noticias de todo el imperio. Centro de caballerías, carros y herrerías.
6.
Por la Calle Mayor hacia la gran Plaza Mayor.
En la esquina de la Calle Mayor con la de Felipe III, entonces Boteros, un veintiuno de
agosto de 1622, pasaba la carroza en la que asesinaron a Don Juan de Tasis, Conde de
Villamediana, supuesto amante de la reina Isabel de Borbón.
7.
Pasadizo e Iglesia de San Ginés.
Muy famoso en la villa por ser lugar de concurrencia de delincuentes y huidos de la justicia,
los cuales se acogían a sagrado para eludir la justicia mundana y ampararse en la divina.
8. Plaza Mayor.
Sitio de grandes acontecimientos: embajadas, toros, justas poéticas, canonizaciones,
autos de fe y mercado popular.
9. Las Cavas.
Calles situadas en las fosas de la antigua muralla árabe, confluencia de valentones, bravos,
soldadesca, y pícaros que frecuentaban garitos de juego y tabernas.
10. Al caer la tarde.
Los madrileños salían de paseo por el Prado, la ribera del Manzanares y la Calle Mayor,
unos con carros y otros a pie, según su condición.
Eran estos lugares objeto de encuentros amorosos y galanteos.
11. Alrededores del Alcázar Real, camino de la Puerta de la Vega.
Hoy ya no existe el viejo alcázar, más austero que el actual palacio. Desapareció en la
Nochebuena de 1734 a causa de un incendio provocado por unos criados del pintor
Rana; seguramente achispados tumbaron un velón y el fuego se propagó por todo el
edificio. En el incendio se perdieron cuadros de Tiziano, Velázquez, así como otras
pinturas de la colección de Felipe IV, amante de la pintura.
Madrid, si tus piedras hablasen,
dirían que aunque no fuiste tan hermosa como la Roma de los Césares,
por tus teatros, calles y tabernas
pasearon gentes con el ingenio más alto
que vieron los pasados siglos ni verán los venideros.
Maestros:
Juan José Romero Ariza y Juan José Ontiveros Díaz
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