De re metrica. - Actividad Cultural del Banco de la República

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riro molino 60rcés
De re metrica.
BOGOTA
- Arboleda
8\ Valencia
- MCMX1V
Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
DE RE METRICA
=-
CON MOTIVO
DE LOS HEXÁMETROS
ALENCI1
«A POPAVÁN»
i
ENSAYO
DE
SOBRE
LOS
PRESENTADO
RADO
EN
CLASICOS,
PARA EL DOCTO-
EN FlLOSOFIA
EL
COLEGIO
NUESTRA
POR
LA EVOLUCION
METROS
VIRO
SE:'lORA
.\IOLlNA
Y LETRAS
MAYOR
DE
DEL ROSARIO
GARCES
._~.
BOGOT A - Arboleda
&. Valencia
- MCMXIV
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EN
PREPARACION:
Ensayos sobre la evolución de la literatura en el Cauca.
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P ARENTIBVS.
AMORIS.
M V N V S.
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RAPHAELI.
MARIAE. CARRASQVILLA.
ANTO~IO.
GOMEZ.
IOSEPHO.
RESTREPO.
IOACHIM. CASAS.
LVDOVICO. MARIAE. MORA.
HOC. OPVS.
D. D.
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Bogotá,
2 de octubre de 1914.
Seílor Rector del Colegio Mayor de Nuestra
Rosario.--S.
Sellara del
D.
He leido la tesis que ha presentado el se fiar Ciro Molina Garcés para optar el grado de Doctor en Filosolla
y Letras. Es éste un trabajo serio y meditado, que revela no vulgar cultura clásica, mucha lectura, excelente gusto literario, y que contiene observaciones que hasta ahora no se hablan presentado, a lo menos en forma
metódica, por los tratadlstas de métrica castellana. Es
estudio par a especialistas, y los espfritus frivolos quizá
hallen extrafio que se empleen tántas páginas en estudiar una cuestión métrica. En cambio, para quien sabe
apreciar la técnica del arte, no es ocioso, sino de mucho interés. el estudio de la adaptación a nuestra lengua
det metro l:n que escribieron Virglllo, Horacio y Lucrecio, y que ha servido en los tiempos modernos de medio de expresión a la Evangelina de Longfellow, a la lIIada de Voss, y a versos admirables de Carducci y de D' Annunzio. El trabajo del sefíor Molina será apreciado en
los centros doctos, como una contribución erudita y oriv;lnal al estudio de la métrica clásica. Es muy digno de
aplauso el seilor Molina, porque en vez de escribir su
tesis sobre uno de esos asuntos trillados, en que la tarea se encuentra ya hecha, ha preferido tratar un punto
de erudición que ofrece novedad en Colombia y sobre
el cual no puede disertarse sino después de haber hecho
sÚlidos estudios.
Soy de S. S. servidor muy atento,
ANTO:ol¡O GÓMEZ RESTRI!PO.
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DE ~E METRICA
y-; A
critica, a veces ilustrada y sesuda, a ve~
ces paradójica, se ha ocupado del estudio
de la obra y de la vida del insigne maestro caucano, heredero del arte refinado y cultisimo de
JOSÉ A. SILVA, no subjetivo como «el sutil analizador» santafereño, pero igualmente elegante
y Célstizo y más variado y opulento; por desgracia cuantos han estudiado detenidamente la
obra de Valencia se han contentado con descubrir secretas afinidades de escuela, descuidando el estudio completo de la personalidad
compleja del único de nuestros hombres de
letras que haya sabido resumir en sí y hacerse
propias casi todas las modalidades de la evolución del arte contemporáneo. Pero no es mi intento, ni son para tanto mis fuerzas, el tratar
de bucear aquí todas las profundidades y 80r-
.u
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prender los secretos de la grande obra de Valencia, sino simplemente llenar un injusto vacío
de la critica, que ha pasado por alto el estudio
de la forma eximia del canto A Popayán, el
más feliz esfuerzo hecho en castellano para
adaptar a nuestro sistema de versificación el
ritmo amplio y solemne del hexámetro clásico, conservándole su Iibertad,Y la flexible gra- .
cia de sus movimientos. Ejercicio sobremanera laudable, cuyo elogio _oigamos de los labios dulcísimos de ~iguel Costa y L1obera:
«Me sembla, dice, que no es malsa ni int'i1Íl
pera )'idioma exercitarlo dins la classica palestra al joch de les antigues estrofes. Ab tal gimnasia pot cobrar agilitat y v,or, com n'adquirían els joves de Grecia, exercitantse docils
contra les dificultats y preparantse axí a guanyar les corones y palmes de les festes olímpiques» .
Se me perdonará que en este ensayo no diga
nada de los primores íntimos y de la comprensibilidad del canto, que juzgo digno de ser engarzado entre los más hermosos fragmentos de
los Laudes. Nada falta en él para la glorificación de la gran ciudad, fecunda en heroísmos;
orgullosa de sus lejanas y espléndidas epopeyas y madre intelectual del Cauca. Allí, como
en el Libro II de los Laudes, E/ettra, reúne el
poeta en una sola orquestación el elogio del
presente con el épico y luminoso recuerdo de
>
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los tiempos idos, las estrofas se sucedel}.~.con
la pomposa sonoridad de una marcha wagneriana, mientras el tono sibilino del símbolo ata
fuertemente la glorificación de la Cittá jeconda
del extinto imperio de Pubén, de Caldas y Torres, de los Arboledas y Mosqueras, de José
H. López y Albán, con la evocación poderosa
de las Ciudades del silencio de G. O' Annunzio. La oscuridad de muchos pasajes depende
de lo desconocida que es la historia de la ilustre ciudad, aun entre sus propios hijos. Y si
no se puede hablar de un gran poeta sin arrojarle siquiera un venablo envenenado, diré que
el verso
• y el Re)' de¡¡ollado mil veces purpura el Azul.
es el único que, en mi sentir, desentona de la
elegancia suprema del conjunto.
Pero vuelvo al tema de que me había separado, atraído por las seducciones de la belleza interna del canto.
El deseo de reconquistar las lenguas neolatinas la versificación, que fue patrimonio celosamente guardado por la lengua madre desde
que, lleno de vida y dotado de raras prendas
de musicalidad, lo recibió de Grecia, preocupó
a los humanistas que en todo tiempo se han
ocupado en asuntos relacionados con la gramática y la retórica y poética. Y para hablar
sÓlo de España, recuérdense los esfuerzos del
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maestro Antonio de Nebrija para establecer en
castellano la poesía cuantitativa de los antiguos. Oigamos las propias palabras del insigne gramático, muy oportunameute citadas por
Coll y Vehí:
.
«Tiene esso mesmo la sílaba logura de tiempo: por que unas son cortas: e otras luegas: lo
cual siente la lengua griega e latina. e llama
sílabas cortas e breves a las q gastan un tiempo
en su pronuciación. luengas a las que gastan
dos tiepos. como diziendo corpora. la primera
sílaba es luega. las dos siguientes breves. assi
que tanto tiempo se gasta en pronuciar la primera sílaba: como las dos siguietes: mas el
castellano no puede sentir esta diferencia: ni
los que componen versos pueden distinguir las
sitabas luengas de las breves: no más que las
sentían los que compusieron algunas obras en
verso latino en los siglos pasados: hasta que
que agora no se por que providencia divina
comie~a este negocio a se despertar. Y no desespero que otro tanto se haga en nuestra lengua: si este mi trabajo hIere favorecido de los
ombres de nuestra nación».
«La esperanzas del buen Nebrija han quedado defraudadas, comenta el ático autor de
los Diálogos Literarios, y es imposible que jamás se realicen. A pesar de tantas reglas de
prosodia como se han ido inventado, no hemos
12
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~
~
•••
.1
llegado a sentir en lengua castellana la diferencia de largas y breves. Pero lo más gracioso
de todo es que tampoco la sentimos en la griega y latina, tales como las pronunciamos".
El error de Nebrija y sus continuadores Rengifo, don Ignacio de Luzán y Hermosilla, y junto con ellos don Mariano J. Sicilia y el traductor de Virgilio en hexámetros, don Sinibaldo
de Mas, aunque estos últimos estuvieron más
cerca de la verdad que los otros, consistió en
que pretendieron reemplazar el ritmo fundado
en el acento por no se sabe qué sistema cuantitativo, imposible de establecerse en castellano, donde si, como dice don Sinibaldo de Mas,
es indudable que hay diferencia de tiempo al
pronunciar una silaba que conste, por ejemplo,
de un solo fonema como a, y una articulación
como trans, no es menos indudable que esa
diferencia es casi imperceptible y es de todo
punto imposible establecer una poesia cuantitatim en que precisamente una sílaba lar!!a se
pronuncie en un espacio de tiempo equivalente al que se emplee en pronunciar dos breves.
Creo oportuno repetir lo que a este respecto
escribe Menéndez y Pelayo, refiriéndose a Antonio Ranieri da Calle, Claudio Tolomei y sus
amigos: «El error así de estos italianos. como
de Baif, Jodelle y otros poetas de la Pléyade
francesa, estuvo en mirar a uno solo de los
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elementos de la métrica antigua, precisamente
el que hemos perdido, y creer que la cantidad podía tener por sí un valor rítmico, independiente de la arsis y de la tesis ....
El procedimiento no puede ser más sencillo, agrega;
cargar el acento donde en el verso latino había de caer la arsis. Pero Carducci lo simplifica más, atiende sólo al acento».
En italiano hay diferencias mucho más notables que en castellano entre la duración de la
pronunciación de un mismo fonema; por ejemplo, la E abierta de cera, semblante y la E cerrada de cera, cera; la O cerrada de rosa, roída, y la O abierta de rosa, rosa, pero no es
posible fundar en esas diferencias un sistema
de rítmica cuantitativa, por no ser equivalente
el tiempo que se emplee en pronunciar una
abierta al empleado en pronunciar dos cerradas.
Por eso creo sin fundamento lo que escribe G.
D'Annunzio a su exquisito traductor francés M.
G. HereIle (Cf.journal des Débats,31 de mayo de
1895), para felicitarlo por haber pretendido que
la frase traducida tenga no solamente la intensidad representativa del original, sino que también conserve, tanto como sea posible, el movimiento y el ritmo. Podría mostrar algunos esquemas prosódicos de frases italianas en las
cuales la cuantidad está marcada sobre cada sílaba para obtener en la traducción un efecto
aproximativo de largas y de breves».
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Comprendiendo la verdad de la doctrina sentada por Carducci, anteriormente transcrita de
un estudio de Menéndez y Pe1ayo, el insigne
poeta catalán M. Costa y L10bera escribió sus
admirables Horacianes, empleando el mismo
procedimiento de las Odas bárbaras. «En cuanto a la versificación cabe declarar, dice, que no
pretendo con estas odas reproducir exactamente los metros de la lírica griega y romana, porque las lenguas neolatinas no admiten el sistema de pies métricos fundado en la distinción
de sllabas largas y breves. Lo que sí procuro
es lograr una cierta aproximación (certa aproximació) a los versos y las estrofas de la antigua lira clásica, sirviéndome de la versificación puramente rítmica de sílabas tónicas y átonas, propia del catalán, en que el acento tónico vibra tan vivo y poderoso. Axí, pera acostarme al trimetre jambich me serveix el nostre
vers d'onze silabes, com pera imitar el dimetre me valch del vers de set ab, final esdrúxola. Ab la matexa final el nostre vers hipartit de
deu me dona una aproximació al asc(epiadich,..
Después agrega que sus principales innovaciones se reducen a las estrofas alcaicas y las asclepiadeo-gliconias,
pero las Últimas únicamente las emplea en la oda Vora una jont, por ser
de un ritmo muy difícíl en catalán:
Plaume la NAyade qu'en les recóndites
aboca l'am fora,
ab notes tremoles de flauta idilica
y sin¡¡loteig de tórtora.
vcrdors ombrivoles
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Es mercadísima la aproximación de estos versos a los asclepiadeo-gliconíos latinos, como se
puede ver al comparar, por ejemplo, el asdepiadeo horaciano:
Maecenas, atavis-edite
reglbus.-H.
Carm. L. I. i.
con
Plaumc la Náyade-qu'en
les recóndites
anteriormente citado, y se percibirá cierta marcada semejanza, debida únicamente a la acertada colocación de los acentos y a la división
en hemistiquios iguales a los latinos.
Lo propio sucederá si comparamos los dos
gliconios
Miles te duce gesserit.-H.
Carm. l. vi.
y
Singloteig
de tortora.
En cuanto a la estrofa alcaica, definitivamente conquistada para el italiano por Carducci, se
expresa asi Costa y L1obera: «Les estrofes alcaiques me semblan la millor adquisició que presenta aquest Ilibre (Horacianes). Cal, empero,
observar que'ls dos versos derrers guanyan
d'una sílaba als corresponents de I'strofa alcaica
llatina; m'hi vaig permitre aquesta lIibertat pera
arrodonir y fer més assequible a tothom la frase rítmica:
Sus! Vla loral Saupada l' ancora,
inna les veles ratxa Iresquivola,
y s'emporta la nau, lalaguera,
com un ale de joventut y gloria.
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Con lo cual la estrofa alcaíca catalana gana
mucho en sonoridad pero no logra conservar la
fidelidad que guarda, por ejemplo, la estrofa alcaica de Carducci:
Non piú del lempo l'ombra o de ¡'algide
cure su'¡ capo mi senlo; senlomi,
o Ebe, I'ellenica vila
tranquilla ne le vene f1uire.
En la estrofa catalana se conservan asclepiadeos los dos primeros versos, pero el poeta hizo decasílabo el penúltimo, en lugar de trasladarIo eneasílabo. Al último le dio once sílabas,
siendo sÓlo decasílabo el verso dactílico-trocaiea latino.
Costa y L10bera traza así el elogio de la estrofa del «gran Iírich de la iIIa de Lesbos»: «Els
dos primers versos de l'estrofa aldiica semblan
aletejar prenent la volada; el tercer avensa rapidíssim; y'l final, ja més reposat, té I'ayre de
planar a les allures". En seguida agrega que
cno es extraño que la lírica antigua y la moderna del helenismo italiano hayan hecho uso
preferente de una forma tan alada».
Gracias a las facilidades que le dio Costa y
L1obera, tomó carta de ciudadanía en las más
hermosas formas métricas de la poesía catalana, y es de lamentarse hondamente que no haya encontrado en castellano cultivadores del genio altamente horaciano del gran poeta catalán.
2
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En castellano tampoco han escaseado muy
laudables tentativas en este sentido, y Menéndez y Pelayo nos trae el venerable recuerdo de
algunas. Felizmente ha podido asegurar el formidable investigador santanderino que «los eruditos y poetas que, como el Arzobispo Antonio
Agustín, Jerónimo Bermúdez y Villegas, hicieron la tentativa de introducir en nuestra lengua los metros latinos, tuvieron el buen gusto
de guiarse por el acento, y no por soñadas cantidades». En seguida estudiaré algunos de esos
ensayos, deteniéndome solamente en los que
tengan verdadera importancia, como la estrofa
sáfica y el hexámetro.
Creo de poco momento ciertas tentativas de
imitación de algunos traductores de Horacio para remedar la cadencia de sus odas, produciendo a veces un efecto contrario, a causa de lo
inadaptada que resulta en nuestra lengua la nueva forma, como le sucedió, por ejemplo, a don
José Joaquín de Pesado, que tradujo el Maecenas atavis en versos decasílabos que, si bien
imitan algo el ritmo del asclepiadeo, carecen de
la severa elegancia del original latino.
Más afortunada fue la estrofa sáfico-adónica
naturalizada enteramente entre nuestros más difíciles y refinados instrumentos poéticos. La forma definitiva de esta estrofa en verso castellano se debe al arzobispo Antonio Agustín primero y luégo al Brocense, pero logró popula-
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rizarla el gran poeta e insigne humanista don
Esteban Manuel de Villegas, cuyos versos sáficos nada tienen Que envidiar a los mejores
de otras lenguas, y pueden correr parejas con
los d,~ Carducci y de Costa y Llobera. Transcribo algunas estrofas en fa vor de los que no
sean versados en estas materias y a los cuales
va dirigido este artículo.
Horacio canta:
OtiUttl
divos
rogat
prcns\1s Acgaeo,
eondidi!
lunam
in patcnti
atra nubes
simul
ne!]ue
eerta
sidera
lulgent
nautis.
(Cann.
L. 11, XVI).
Que tradujo Costa y Llobera conservándole
todo su encanto:
Calm.1 suplica'l
per
navegan
Ll lIlar ampla
qui's
troba
si ja neRre
núvol
la IInna y cap
tapa
guía
este!
propiei
li dona;
o bien la estrofa sáfica de Carducci tan sonora y ágil como, por ejemplo, cuando canta regiarnente:
Alle fonti
Tullo
ora taee.
la tenue
trema,
del Clitumno
l'\el sereno
miro saliente
e d'un
lieve
pullular
s~Rna
J(or;¡o
vcna:
10 spccC:lio
de l'aeque.
Como tipo de esta estrofa, en castellano, citare ahora una, sacada del coro primero del ac-
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to III de
sino por
dana de
Jerónimo
la Nise Lastimosa, aunque no fuera
dar una muestra de la poesía horanuestro buen trágico, antes citado, fray
Bermúdez:
Teme tus yerros, juventud lozana:
abre los ojos: tus postrimerías
piensa: del tiempo siempre te aprovecha,
que va volando.
o bien la de D. M. M. de Arjona:
Ocio a los Dioses en el ancho Egeo
Pide el piloto, cuando negras nubes
Cubren la luna, y las estrellas vibran
Luces dudosas.
Pero, no obstante los frecuentes aciertos verificados en nuestra poesía, ya traduciendo, ya
imitando a Horado, o bien en poemas originales, creo que la elegante concisión de la estrofa sáfica latina, dada la opulencia y exuberancia de nuestro idioma, no se presta, como
en otras lenguas, para tratar ciertos temas elevados que parecen reclamar la gallarda y pomposa soltura del endecasilabo toscano. En castellano sería completamente
inadecuada, por
ejemplo, para traducir el jam satis terris....
aunque ese sea el metro original.
Nuestro don Rufino José Cuervo, que a par
de ser una de las primeras autoridades filológicas era también un gran artista, se ocupó, quizás por mero pasatiempo, del asunto que trato en este bosquejo, en unos ligeros apuntes
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echados al azar, con el lujo de ciencia que le
era propio, en su Virgilio de Thílo, y que ahora trato de transcribir integramente, para que
mi artículo tenga el mérito de dar a conocer
una preciosa página del insigne humanista, que
quizás de otra manera hubiera desaparecido. La
nota ue Cuervo se refiere especialmente a los
versos de Virgilio, pero precisamente es en este
poeta donde encontramos el hexámetro en su
forma más armoniosa y perfecta.
Es hecho constante, dice Cuervo, que en to-
dos los pueblos que hablan castellano los versos
de Virgilio producen grata impresión al oido, aun
en personas que poco o !lada los entienden; lo
cual no es de difícil explicación. El final del
hexámetro en su forma más común, tiene dos
acentos fijos, UIIO en la penúltima sílaba y otro
en la quinta hacia atrás.
tuu rura
mancbunf,
sub tcgmine tagi;
juera de eso la cesura lo divide en dos partes,
la primera de las cuales tiene acentuada la penúltima o la antepenúltima sílaba; por manera
pues, que el verso forma, para nuestro oido, un
período con TRES ACENTOS, dos fijos y uno variable. Pero el corte de la cesura queda las más
veces hacia la mitad del verso y lo divide en
porciones que o son iguales o se acercan mucho a la igualdad. Sirvan de ejemplo:
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7+7:
Errabant acti fatis-maria
omnia circum. AE. J. 32
Illi se praedae accingunt-dapibusqllc
(lItllris. AR. 1. 210
Claudentur Belli portae;-Furor
irnpius inlus. AE. 1. 29i
Contorsit laevas prorarn-Palinurlls
ad lindas. AE. 3. 562
Regalis inler mensas-Lalicemqlle
Lyaeum. AE. 1. 686
Urbem, quam dicunt Roman,-Mdiboec,
plllavi. Egl. 1. J(l
7+8:
Arma virumqlle cano- Troiae qlli primllm ab oris. AE. 1. 1.
Aequora tuta silent; -tllm silvis scaena coruscis. AE. 1. 1Ii4
Aspera tum pasitis-milescenl
saecula bellis. AE. 1. 291
Solvite carde melum,- Teucri, secludile curas. AE. 1. 562
8+7:
Nudavil caecumquc domus-scelus
omne relex;t. AE. 1. 356
Saeva sedens surer arma el-senlu," vinclus aenis. AE. 1. 295
Qunquaginta ¡ntus lamulae,-quibus
ordine longam. AE. 1. 70
Los cortes del HEXÁMETRO ojrecen suma variedad, pero en juerza de ella, al leer un pasaje se ofrecen, bien cerca unos de otros, períodos
métricos semejantes, en nuestra pronunciación, a
nuestros octasílabos y hectasílabos, como se ve
en el siguiente:
Accipiunt socios alque agmina conscia iungun!. AE. 11267
Sea la que se quiera la opinión que se tenga
del valor que el acento tuviera en la poesla cuantitativa de los antiguos, lo cierto es que al oscurecerse la cantidad, apareció aquél como elemento único de la versijicación, acompañado las
más veces por la fijeza del número de silabas
en cada verso".
Aclararé en seguida la exposición del insigne Cuervo con una ligera observación científica sobre el mecanismo interno del hexámetro
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latino, de manera que salte a la vista la facilidad de adaptación de este verso al castellano,
que es precisamente lo que pretendo probar en
este ensayo de vulgarización.
Ante todo importa notar con Federico Plessis
que la versificación latina y la griega difieren
entre sí tanto como las dos lenguas clásicas, ya
que el hexámetro griego carece del elemento
esencial de acento que el hexámetro dactílico latino recibió del antiguo verso satumiano. Por
eso ha podido asegurar E. Hickm;¡n Du Bois,
en su espléndido ensayo The Stress Aeeen! in
LaUn Poetr)' (New York. The Columbia University Press. 1906), obra luminosa e indispensable para quien quiera profundizar estas materias,que esa supervivencia de un elemento de la
antigua forma, ayudada por la aliteración y asonancía, que le vienen de la misma fuente, explican la inmediata popularidad de los Annales
de Ennío, repercutiendo así como un eco del
antiguo verso en la segunda mitad del hexámetro cuantitativo, lo que lo hizo inteligible inmediatamente para el pueblo (Cf. Opera cita!, página 81).
Por las mismas razones que aduce E. Hickman Du Bois para explicarse la inmediata popularidad del hexámetro de Ennio, creo que sea
un verso perfectamente adaptable al castellano, puesto que tiene como esencial el acento en
la seRunda mitad, y, no obstante la libertad que
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le permite desarrollarse ampliamente entre DIEZ
y SIETE Y TRECE sílabas, según la combinación
que se haga de pies dactílicos y espondaicos,
conserva un ritmo de acento independiente de
la arsis, que deja establecer una proporción poco más o menos del 40 por 100 al 60 por 100
entre las concordancias y las discordancias del
acento rítmico del verso y el de las palabras
(Op. Cit., pág. 81). Pero el número de veces
en C!ue coinciden es suficiente para formar el
verso.
La enorme amplitud del movimiento producido por la alternancia de dáctilos y espondeos
se basa en el isocronismo de los pies:
I
dáctilo
y espondeo
-
I vv
+ -
de aquí su infinita variedad.
Como prueba de la opulenta riqueza del hexámetro dactílico pongo en seguida un cuadro de
las diversas combinaciones de que es capaz
con sólo la introducción de un espondea en el
verso.
-
II-VVI-VV
2--
-vv
3-vv
--
4- vv -vv
15- v v -vv
-vv
116-VV
-vv
-vv
-vv
--
-vv
-vv
-vv
-vv
-vv
-¡ --vv I-vv
-vv
-vv
-vv
-vv
-vv
1----
1-1 --
--1---1
24
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La primera forma (1) corresponde al hexámetro dactílico puro, raro en los poetas del siglo
de Augusto, que en su refinamiento sólo empleaban las combinaciones más armónicas y variadas. En los griegos su uso es mucho más frecuente, por ejemplo en Hornero, citado por D.
Jolln Frederick Christopher Graffe (traduc. ingllesa de J. Edw, Tayler, London, 1827. Appendo pág. 136), en su léxico de prosodia griega:
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01' I of~aTo, ; Xa¿P€ 01' : ev¡;.q)
,
80,
I
e. 483
En castellano se puede imitar el ritmo de este
verso valiéndose de vocablos esdrújulos, como
lo hizo José Eusebio Caro, en su arrebatado
canto Ante el Mar:
Céfiro
j
(,lpido
lánzate!
rápido
empújame
y vivo!
En cuanto a la sexta forma (6) no se debe
olvidar que sólo la usan los buenos autores en
casos de armonía imitativa; por consiguiente,
su adaptación al castellano debe hacerse con
gran cuidado, tratando siempre de buscarle una
razón que la abone.
La regla de adaptación se podrá formular así,
según lo anteriormente sentado: el hexámetro
latino se imita en castellano por medio de un ver-
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so que puede tener un número variado de silabas entre 13 y 17, dividido en dos hemístiquios,
el segundo de los cllales debe tener precisamente acentuada la penúltima sílaba y la quinta hacia atrás, o en su defecto la séptima. En cuanto al primer hemistiquio hay gran libertad, aunque deben preferirse los acentos en la segunda
y quinta sllabas, o en tercera, o cuarta y sexta
para darle mayor ritmo al verso, sin que por
esto, cuando así lo exija la armonía imitativa,
el poeta esté impedido para guiarse por un oÍdo
educado, ya que esta libertad la autorizan los
hexámetros latinos en que no corresponden la
arsis del verso y el acento de las palabras (Cf.
E. Hickman Du Bois, Op. Cit.) (1).
En España el más plausible esfuerzo hecho
en este sentido se debe a don E. M. de Ville(J) Alguna vez suele no ser dáctilo el cuarto pie del hexámetrl)
espondaico, pero esto fue seguramente una licencia y no debe imitarse. Tampoco ha~o mención del hexámetro de doce sílabas, espondaico puro, frecuente en los poetas ¡¡riegos, pero sabido es que
el hexámetro griego no requeria como el latino el dáctilo en el quinto pie, asl en Homero
'o/'vXryv
,wd~OK(j)V 7T'aTpoKIT¡o<; Oetloto
(Il.
'0/'. 221)
y que se encuentra muchas veces en Ennio, Lucrecio, cte., pero sólo
debe usarse cuando asl lo exija la armonla
imitativa. Su forma es
- -1--1--1--1--1--1
Creo, también, superfluo notar que algún verso puede terminar en
esdrújulo, como lo ha hecho Rubén Darío, pues lo autoriza el de
Virgilio (AE., VI, 33)
Bis patriae cecidere mallus. Quum protinus OMNIA.
26
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gas, pero su ensayo quedó como una mera tentativa, debido, sin duda, a la poca flexibilidad y
gracia que le dio a su hexámetro, aunque tiene
el mérito de ser la base de los trabajos posteriores. Compárese el hexámetro de Virgilio
notando la colocación de los acentos:
u:n~){l fj·)f-.':ltL'.';
<1~t.-rtihI1S, Arcades
am~o,
con la aproximación de Vil legas al traducirlo,
con lo cual quedará probada mi opinión acerca
del hexámetro del benemérito humanista:
am~)$
a
mozos
tkrnos.
d()~,
ambos,
Arcadcs
ambos.
Para formar mejor idea de los versos de Villegas, transcribo en seguida unos, tomados al
acaso:
y Coridón,
Lícidas
Pastor
Amhos a
VienJo
V qu"
Al
pUf
CuriLlÓn el amante
el uno de cabras,
¡J03
que
rayos
dd
sol iatigab.11l
v:br.1n .Iu t,~;(,)f~ru!. la Canícula
U
cristal
crí:I
l{lJ~
ovejas,
al orbe,
laLlra
la fu~ntc sOllora ....
Tú, que 10:5 L'r~~liJos sohrepujas
P~11u:Jc.5. gc:wrosn
de Filis,
de blancas
mozos ambo.:), Arc.1des ambos,
lL'fll'J:l,
10;5
el otro
DUqU2,
con
del hundo
tu
ínclita
Timavo
frente ....
Progne lamenta !~ravc, VCi1U3 arde, la fuente susurra,
El fresco arrl1yu~lo rie, y el ayre s~ crespa ....
Seis veces el verde soto corom') su cabeza
De nardo,
de amarillo
En tanto
Al rayo
(1)
del fuegu
ción de VilieRas
M.1drid,
C,);¡sulté
de d'Jil :';arcisl
en el tomo
al castellano
viula
Licoris
su hielo ....
(1)
la muy erudita
Alu:lso
Corté,
21 de I"s
1913. El sabio
rio de la a,1:Iptació:1
de morada
de mi casta
mio deshizo
Cun ¡¡rail pruv~~h'J
da illtroLlucció;¡
I.ertllra,
trébul,
que el pec:lO fria
anota:Jor
y mejor
en su a·jmirable
Clásicos
Castellanos
d~ Villeg.1s
Llel hexálJ1~tro
pensaedide La
no es partida-
latino.
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Entre nosotros don José E. Caro, seducido
por los hexámetros adaptados elegantemente
en la poesía inglesa, de que era profundo conocedor, trató de encerrar en tan espléndidos
moldes su inspiración titánica. Del éxito de su
tentativa nos hablará don Marcelino Menéndcz
y Pelayo, que con tanta sagacidad ha estudiado la obra de Caro: ".... el espíritu impaciente de Caro no podia encerrarse largo tiempo
en una forma cuya virtualidad parecía ya agotada por grandes poetas anteriores, y quiso
abrirse nuevo camino, comenzando por ensayar
la imitación prosódica del hexámetro clásico, ya
solo, ya combinado COIl el endecasílabo. Los
hexámetros de Caro, más parecidos a los ingleses que a los latinos, agrega el gran crítico, cumplen todavía menos que los de Villegas,
con la semejanza o aproximación al tipo clásico y con las condiciones de acentuación que requiere todo verso para serlo-. (Menéndez y Pelaya, Obras completas, t. I1I, pág. 51).
Los hexámetros de Caro En alta m ar tienen
cierta dureza a causa de la poca variedad con
que acentúa los versos, produciendo el efecto
de que estuvieran aprisionados
entre una coraza de acero. Acentúa siempre las sílabas primera y cuarta, como si todo hexámetro principiara precisamente por un dactílíco; el segundo hemistiquio responde siempre, como es
natural, a la acentuación en penúltima sílaba y
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quinta hacia atrás. Por ejemplo, la soberbia estrofa
y un pensamiento de luz entonces 1Ieoa mi mente:
Pienso qu', tú, tan la,:(o, y tan ancho, y tan hondo, y tan vasto,
Eres con toda tu :nole. tus playas, tu inmenso horizonte,
SMo una ¡:ota de agua, que rueda de Dios en la mano!
corresponde aproximadamente a cuatro
metros latinos cuya forma fuera
i
I
1
v v, , .-
-
l
1- v
I
- II -
I
V I .- l' V I I
_
I
-r'
I
-1- v v 1I
1
-vvl-vv!-vV
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¡-VII
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-vvl-- '1
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I
-
I I
V V
-
V
••
v
I1
hexá-
-1'
1
•
-1
i
Caro emplea mucho una forma acentuada como el dactílico puro, sobremanera áspero, en
cambio no he encontrado ninguna aproximación al hexámetro espondaieo. No juzgo con
tanta rigidez, como lo hace Menéndez y Pelayo. la combinación de hexámetros y endecasílabas, aunque resulte inarmónica, pues siendo el pentámetro absolutamente
inadaptable,
por ser meramente fundado en la cuantidad y
no en la cuantidad y el acento como el hexámetro, tuvo que recurrir al endecasílabo,
sin
caer en el barbarismo de Villegas en sus dísticos, que a nadie podrán sonar como versos.
Compárense estos dfsticos de Caro, duros y todo lo que se quiera, pero siempre versos:
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¡Oh, no deseches, muj~r, al hombre que Dios te de:;tina!
El grande amor que el corazón enciende,
¡Ese grande amor que a ti misterioso me inclina
Dios en el fondo de mi sér 10 prende I
con los renglones
de Villegas:
DISTHICOS
¿Cómo el monte sigues a Diana, dixo Citeres,
Dkti'la hermosa, siendo la caza fea?
No me 1,( desprecies, Ciprida, responde Diana,
Tú también fuiste caza, la red lo diga.
o LOS OTROS DlsTHICOS
No el fuerte Ayaces, no los Troyanos acusa
Mis propios Griegos culpo, lIIuriendo dice,
He de advertir que ]a dureza de la opmlOn
de Menéndez y Pelayo respecto del hexámetro de don José Eusebio, se debe a haber transcrito el parecer de don Miguel A. Caro, pues
sabido es que el crítico español consideraba,
casi siempre, como definitivos los juicios de
nuestro gran humanista, pero en esta ocasión
don Miguel Antonio estudió el verso de su padre .guiado por su oído latino, que según parece, por un rarísimo fenómeno, le permitía percibir la cuantidad silábica. Así estudiados los
versos de don José Eusebio, desde el punto de
vista de la cuantidad y el acento y no del solo
acento, sin duda debían sonarle desastrosamente. Don Miguel A. Caro, en la sesuda edición
de las obras de don José Eusebio que coleccionó y prologó (1873), en nota de la página
VII de la introducción, dice: "Elllúmero
aproxi-
30
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mado de si/abas, ciertos cortes y el filial adonio es lo que asimila estos versos a }¡exámetros:
la asimilación es muc}¡o mÚs pl'ljecta en aquellos tan conocidos de Villegas:
Seis
'Jeees el I'erda.' soto corOllÓ
S~l
C"lbezu
.....
~
Fijándose aisladamente en un solo verso puede que nos produzca mejor efecto el de Villegas, pero en su totalidad nos parecen más armÓnicos los d·~ Caro. PMa que se conozca el
tinoso parecer de don José Eust'bio acerca de
la estructura
interna del verso, cito, en squida, una nota suelta, publicada cn la pi¡gina XVI
de la introducción
de don Miguel Antonio (Ob.
Cit.);
«VERSIFICACiÓN
CASTELLANA»
«Es evidente quc lo que constituye el verso
no f~S la medida en cuanto al número de silabaso Los renglones siguientes tienen cada uno
once sílabas, y ninguno es verso cnuecasílabo:
3
Aldanjro
:;
el grande
3
Cristalinas,
!l
10
venció a Dario
5
8
puras, corrknt~s
10
.lg1l3S
3
5
7
10
CristalilJ,1S, p!Jra.;, a:~U:lS corrientes.
«Es clecir, ninguno tiene la cadencia
nen, por ejemplo, los siguientes:
2
4
¡¡
R
que tie-
J,)
E~lt()nCe en mi de amor putencia:.; n'l~vas,
2·1
En ti pcríecta
"
tu belllad
2
~
6
Hermosa tÚ y h~rmoja
:)
Amante
4
yo caal
ti
ID
hoy tr~nca;
R
1')
III is lJur nnnc:l,
8
hoy quisiera
J'J
amar.
31
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«Tampoco 10 constituye la medida en cuanto
a la naturaleza o cuantidad de las sílabas. Los
dos versos siguientes:
2
4
6
10
Y tÚ, Dorila, cuya leve cuna
4
8
10
Entre el silencio de las selvas calmas,
se componen, el primero todo de sílabas breves o simples, el segundo todo de sílabas largas o compuestas; ya pesar de eso, ambos son
versos completos y como tales suenan.
«Lo que constituye el verso esencialmente es
la distribución de los acentos en serie regular;
eso es lo que se llama ritmo. Quien dice ritmo
dice verso. La medida no es una cualidad primitiva en el verso, sino simplemente una consecuencia del ritmo. Así pues, la diferencia esencial que hay entre el verso y la prosa, es la
misma que hay entre la marcha militar y el paso ordinario; la igualdad de los compases que
hay en aquélla y falta en ésta. Lo que hay de
común entre el verso y la música es el compás.
Lo que hay de más en la música es el tono.
La conversación, o sea la prosa, carece de ambas condiciones».
Se me perdonará la transcripción de esta nota, pero la he creído indispensable para apreciar debidamente la factura del verso de Caro,
e ilustrar cuestiones anteriormente tratadas.
Rubén Dario supo también seguir el rastro
de los antiguos poetas, al propio tiempo que da-
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ba al ya gastado verso castellano
más originales y exquisitos de la
cesa, pero su hexámetro no guarda
dio entre una demasiada libertad
mo estrecho. Veamos ejemplos:
los matices
poesía franel justo mey un rigoris-
ILos bárbaros, Francia I ¡Los bárbaros, cara Lutecla I
Bajo áurea rolonda reposa tu gran Paladln.
Del cíclope al golpe ¿qué pueden las risas de Grecia?
¿Qué puedlm las Gracias, si lIerakles agita su crin.
lIay algo que viene como una invasión aquilina
Que aguarda temblando la curva del Arco Triunfal,
¡Tannhauserl resuena la marcha marcial y ar¡¡enlina,
y vese a lo lejos la ¡(loria de un casco Imperial.
Todos estos hexámetros tienen un número
fijo de sílabas (quince) y forman un verso agradabilísimo y muy apto para composiciones cortas de género heroico, pero se haría insufrible
en una composición de cierta extensión, a causa de la monotonía producida por la invariable disposición de los acentos. Este verso corresponde a un hexámetro que tuviera esta estructura:
I-vv
[-vvi
-vv-
o bien
- v v I -- - -- [ -
-- I - v v I -v v I
El verso de Marroquín,
de 16 sílabas,
¡Magnánimo César I Los que van a morir le saludan,
se puede asimilar fácilmente
rrespondería a un hexátnetro
-- v v ¡ -
'1
v v !
al anterior y co-
-l-vvl-vvl
33
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Los hexámetros de Darío en la Salutación al
águila, Salutación al optimista, y la primera parte de su Oda a Bartolomé Mitre, pecan por demasiada libertad, pues emplea ciertas licencias
que son idiosincráticas del latín y aún algunas
inexplicables; no obstante, tiene muchos versos
que se adaptan admirablemente a nuestra versificación, y que quizás tuvo presentes Ouillermo Valencia al determinarse a escribir su oda
A Popayán, en un hexámetro de pronunciado
sabor d'annunziano. Las licencias de Darío le
hacen perder en determinadas ocasiones hasta
el sabor de verso a algunas de sus poesías. Tomo algunos versos entre los más armoniosos,'
poniendo en seguida su aproximación
latina:
Inclitas razas ubérrimas, sanl(re de Hispania fecunda
-vvl-vvl-v
vJ-vvl-vvl-Mira alzarse la torre a que diera cimientos y basas ....
- - I -v v J - V v I - v v I - v v I - Sabe el inte~ro mármol cuáles varones encarna ....
- - I - v v I - - I -v v I - v v I - Súbita y mágica música 6yese en férvidos ímpetus ....
-v vl- v vl- v vl-v
vJ- v vJ- v v
verso este último hipercataléctico.
Ouillermo Valencia, aprovechándose los trabajos altamente meritorios de sus antecesores,
salió gaIlardamente vencedor en la arriesgada
justa en que tuvo que romper su lanza con Villegas, experto gladiador de la palestra clásica,
con Rubén Daría, el gran revolucionario de la
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escuela nueva, con Caro, el coloso de la literatura en Colombia, dándole al hexámetro castellano el ágil movimiento y la majestad real que
al italiano dieron Carducci y G. D'Annunzio.
Comenzaré por transcribir el canto para facilitar más su análisis:
A POPAYAN
Glorll/cate
la Cillú feconda
G.
5
con
10
15
20
25
D'ANNUNZIO
Ni marmoles épicos, claros de lumbre y coronas,
ni muros invidos, que pnisperos hierros defiendan,
y guarden leones de tranquila postura triunfal;
ni erectas pirámides-urnas
al Genio propiciasmagnificarnentc
tu fama dilatan, sonora,
V'lCCS
eternas,
fecunda
ciudad
maternall
Extática, lúgubre, las procelosas cuadri¡:as
tu sueño sacuden, nost.ilgico pozo de olvido I
Abeja; de Jo!:¡a melifican del árbol en flor
que nutres, y al águila, ebria de luz y viento,
las g.1fras febriles y el pecha tremen!e de luchas,
aplacan tus g,~lidas aguas de amargo sabor.
Tú vives del :;i1encio.... Cércante vi¡¡i1antes colinas,
do el Monte puro bajo el aznJ destella.
Sofrenas tu rio, alma vi\'a del gesto fugaz,
y el ánfora esbelta, rica de sangr~ au¡:usta,
perenne derra11as, al brillo de estrell3s insomnes ....
y brotan las bélicas palmas en lírico haz I
Tú vives del pasado. Púrpura de razas soberbias
en prófugo in,tante volaba quemando tus hombros,
y en púberes .c:ajos te reian las pomas de miel. . , .
¡Levánta! la túnica fulge de honor y heridas;
acudan tus buen0s y el ostro marchito restauren
y mullan tus sendas con hojas de nuevo laurel!
Y vives del futuro. Las árticas brumas del Tiempo
rasgas; con oj,¡S sabios interro¡:as la :'I/oche;
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Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia
30
35
tus hijos epónimos magniflcan el prlstino azur
con trémulos halos, y miras tu raza ventura
feliz en la Fuerza, feliz en sondar el Misterio
que puso en el éter el m{stico Signo del Sur ....
Tú vives de tus glorias. En himno sin término vuelan
tu soberbia esperanza con alas de Victoria,
tus bruñidos escudos, tu ¡(ladÍl) de fosco metal.
Con numeroso verbo tus triunfos el ágora cnalba,
y, castálida fuente, sólo por ti murmulla
del héroe aquilino la pródiga voz de cristal.
y vives de tus dones. Tu mísera gente africana
.co
por ti las manos muestra, sin hierros a la Vida,
y, en férvido ahinco, monumentos de lorma sin fin
erige con el bronce vivo de sus progenies
que en móviles ¡¡rupos, de toscas o nobles lig11ras,
relievan tu hazaña-del
uno hasta el otro conlin ....
y vives de imposibles.
45
50
55
60
Al óptimo, audaz C1ballero,
Set10r de la Mancha, de escuálida, triste ligura,
sepulcro le diste, bajo un roble de at10sa virtud.
¡Patético hidalgo! de prez tus armas brillan:
dos veces tus pares probaron al orbe su temple:
en trágico golfo, tu yelmo; tu lanza, en CuaspudJ
Tú vIves del martirio. Monótono arroyo de sangre
afluye de tu pecho al ávido mar sin orillas ....
Del Orto al Poniente ¡¡Ioriliea tu sino-la cruz I
Al ara latldica llevan, cual eterno holocausto,
su genio tu prócer; el mútilo torso, Camilo;
tu vlctima sacra, sus púdicos lirios de luz ....
Y vives del orgullo. Colérica tribu de azores
tus marchas preside. Las vlboras mudas se tuercen
al ¡(olpe moroso de tu cetro de Insigne marfil.
A ti los relámpa~os cit1en radial corona;
a ti las tempestades rinden sus espadas d~ oro;
conquistas evoca tu rostro de liero perfil.
y vives de tu cielo, libélula errante,
cogida
entre las redes que urde la luz de monte a monte.
La tarde se mustia
Figuras ceñidas de tul
agrúpanse pávidas
Arde implacable hoguera;
36
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55
'70
'75
~O
el cóncavl> cruzan torbellinos de nácares y oro,
y el Rey de¡¡ollado mil veces purpura el Azul. ...
En lóbre¡¡as simas tu savia la plebe concentra
como el carbón sepulto, la chispa milenaria.
Tus bíblicas madres, cual espigas al beso de abril,
Inclinanse ¡¡rávidas .... ¡Pluyan eternamente,
como las al(uas mudas entre las selvas mudas,
tus próceros gérmenes de fausto vigor juvenil!
Ni mármoles épicos, claros de lumbre y coronas,
ni muros invictos, que prósperos hierros deliendan,
y guarden leones de tranquila postura triunfal;
ni erectas pirámides-urnas
al Genio propiciaslIlagnificamente tu fama dilatan, sonora,
con voces ekrnas, fecunda Ciudad maternal I
Extática, lúgubre, las procelosas cuadri¡¡as
tu sueño sacuden, nostálgico pozo de olvido!. ..
Abejas de Jonia melilican del árbol en flor
que nutres, y al á¡¡;uila, ebria de luz y viento,
las ¡¡arras febriles y el pecho tremente de luchas,
aplacan tus ¡¡;élidas aguas de amargo sabor.
OUILl.ERMO
VALENCIA
Los 72 hexámctros de la oda de Valencia corresponden, aproximadamente, a versos latinos
que tuvieran la forma que trato de determinar
en el siguiente esquema, y una acentuación semejante a la de los hexámetros castellanos:
vvl-vvl-1- -I-vvl--- ! - - I - v v I - v v 1- v v I - -vvl-I-vvl-vvl-vvl-V
I
I-vvl-vvl-vvl
5
1
I-vvl-vv!-vvl
I
I-vvl-vvl-vvl-V
- v v I - v v I - - I - - I -v v I - --1- - 1- v v! - v v 1- v v 1--
37
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10
--I-vvl-vvl-vvl-vvl-V
--:--I-vvl-vVI--I--. - I - - . - vv I - vv I - vv I - --I--I-vvl-vvl-vvl-V
-vvl-vvl-vvl-vvjvvl---1--1--1--1--1-15 - v v I - vv I - - I - vv I - vv I - V
-vvl--I--I--l-vvl---I--I-vvl-vvj-vvl---I--I-vvl-vvl-vvl-V
20
25
-- vv I - - I - vv I - vv I - vv I - -vvl--I--I-vv!-vvl--vvl--I--I-vvl-vvl--V
--I--I-vvl-vvl-vvl---I--I-vvl-vvl-vv
---I--I-vvl-vvl-vvl-V
-vvl--I-vvl-vv
I-vv
1--
-vvl--I--I--I-vvl--vv I-vv I-vv I-vv I-vv
-vvl-vvl--I--I-vvl---I--I-vv
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-vv I--I-vvl-vvl-vvl---I-vvl--I-vvl--I---I-vvl-vvl-vvl-vvl-V
-vvl--I-vv\
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1--1 -vv 1--1--vvl--I-vvl-vvl-vv
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38
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-vv I--I-vv
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1-- 1-- I-vv 1---vv I--I-vv
I-vv I-vv I--V
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I--I--vv
1--1----vv 1-- i-- l-vv I-vv 1-I - v v I - v v 1 - v v I -- v
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I-vv I-vv 1-45 - v v I - v v I - - I - v v I - v v I -- V
-- v v I - -
I - - I - - I - - I --- vv ! - vv I - vv 1 - -- v v I - - I - - I - v v I - v v ! - V
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--vv I--I-vv
I-vv
I-vv
1--
I- vv I- - I- vv I- vv I- -- v v 1- -- I-v v 1- v v I --v v 1-- V
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-vvl-vvl-vv!--I-vvl----I--I-vv
I-vv
-vv I--I---I-vv
I-vv
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I-vv
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vv I - - I - v v I - vv I - vv I - --I--I-vv
I-vv I-vv 1--vv I--I-vv
I-vv I-vv 1-- V
--I--I-vvl-vvl--I---I-vv
I-vv I-vv I-vv 1---I--I-vv
I-vv I-vv I-V
55 -
60
-vv 1-- I-vv I-vv
- vv I - - I - vv I - --I--I-vv
I-vv
I-vv
1--
I -- v v I - I-vv I-V
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- vv I - vv I - 65 - v v
1 -
-
- - I- -vv
I- -
1- v v I - --
v v I - v v 1 - v v ¡- I - v v I -. v v I - v v I - v
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I--I--I-vv
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-vv 1-- I-vv 1--1-- ¡ --- vv 1- - 1- v v I-v v I-v v 1- V
70 - v v I - v v I - - I - - I - - I ---
--
¡-vv
I--I-vv
-vv
I-vv
I--I-vv
1--1--I-vv I-V
El verso tercero y sexto de cada estrofa es
cataléctico, y se funda en la propiedad que tiene
en nuestra versificación el final agudo, de suplir por una sílaba más, teniendo igualmente
la ventaja de darle cohesión a la estrofa, por
medio de una rima parca, sin hacerle perder
al hexámetro nada de su peculiar libertad.
Las formas más frecuentes son las del segundo verso, que se encuentra 21 veces (2, 4, 6,
8, 11, 12, 17, 18, 22, 23, 29, 30, 36, 42, 44,
47, 53, 56, 60, 63 Y 66), Y la del tercero, que
se repite 15 veces (3, 19, 25, 31, 34, 37, 39,
43, 49, 51, 55, 57,61,65
Y 69); los restantes
están en menor proporción, por ejemplo, la forma del primer verso se encuentra 5 veces (1,
7, 28, 45 Y 64); la del noveno, 3 (9, 33 Y 59);
la del décimotercero, 2 (13 Y 27), Y así de las
otras.
Hay en todo el canto un solo hexámetro espondaico puro (14); Y algunos versos en que
40
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el acento del último hemistiquio no cae conforme a la regla que deduje anteriormente, de acentuar en segunda y quinta hacia atrás (hexámetra dactílico), o bien en segunda y séptima hacia atrás (forma común de hexámetro espondaico), quedan, no obstante, autorizados por su
asimilación con el de Virgilio, Egl. IV, 49:
CJra deutn subolcs, mágnum jóvis incrementum.
t
De la cesura del hexámetro dactílico.-Por
no pecar de nimio me contentaré con examinar la cesura o pausa del verso hexámetro de
Valencia, en una sola estrofa, pues 'eso sobrará para probar el arte y el completo conocimiento del mecanismo del hexámetro dactílico
que posee el excelso poeta caucano.
LIámase cesura o pausa del hexámetro «la división del verso en dos porciones o miembros,
y sirve para dar a la voz un adecuado y conveniente reposo, sin que dicha pausa lastime
el sentido ni la armonía del verso». (Cf. Nociones de Prosodia Latina, por Miguel Abadía
Méndez, página 59).
La cesura en el verso latino y griego las estudia plenamente Charles Anthon, en sus prosodias de las respectivas lenguas clásicas, y sólo debo advertir que esta cesura, aparte de pequefias diferencias, es extensiva a la adaptación castellana del hexámetro, porque no es
causada por particularidades de las lenguas de
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Hornero y de Virgilio, sino que pertenece a la
estructura misma del hexámetro. Por transgredir a las leyes de la cesura chocan muchos versos de Rubén Darío, lo que no sucede con los
hexámetros de Valencia, que las guarda con escrúpulo. Por ejemplo:
Ni mármoles épicos-claros
de lumbre y coronas,
ni muros invictos-que
prósperos hierros defiendan,
y guarden leones -de tranquila postura triunfal;
ni erectas pirámides-urnas
al Genio propicias,
magnlficamente-tu
fama dilatan,-sonora,
con voces eternas,-fecunda
ciudad maternall
La pausa del primer verso y del tercero corresponde a la de un hexámetro latino que la
hiciera después de la cesura silábica pentemímeris, como en
Tatae molis erat-Romanam
condere gentem. Virg.;
Las del segundo y sexto, equivale a la latina
que viniera después de una cesura trocaica del
tercer pie, así en
Tecta metu petiere-ruunt
de montibus amnes. Virg.;
La pausa del cuarto verso se aproxima a la
latina que divide el verso en dos mitades o partes iguales, como en
Expleri mentem nequit-ardescitque
luendo. Vig.;
La primera pausa del quinto verso viene después de una cesura trocaica en el tercer pie
y la segunda después de una cesura enemlmeris.
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Sabida es de sobra la importancia que en el
verso latino desempeña la cesura de los pies
dentro de un verso, y por mera curiosidad señalaré su aproximación castellana en un hexá·
metro de Valencia, para completar este análisis, en la medida de mis fuerzas. Por ejemplo
en el verso siguiente:
Ni mármo-lcs épi-cos cla-ros de lumbre y coronas
la primera cesura remeda la triemimeris latina,
la segunda la pentemimeris, la tercera la heptemimeris, así en el verso de Virgilio, Egloga IV, 4.
Si cani-mus syl-vas, syl-vae sint consule dignae.
Del mismo modo se pueden señalar en casi todos los demás versos.
Termino agradeciéndole debidamente al doctor Rafael María Carrasquilla, que siempre tienE: una frase luminosa para aclarar todo asunto,
una sabia observación sobre las diferencias del
tiempo empleado en pronunciar ciertas consonantes, pero que no pude aprovechar debidamente por estar ya en prensa la parte de mi ensayo referente a cuantidades. Igualmente agradezco a mi querido condiscípulo y ya entendido IingUista don José M. Restrepo Millán, el interés que tomó ayudándome a traducir las obras
inglesas referentes a estas materias.
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CORTAS
Sel10r bachiller don
CITO
Y LARGAS
Molina Oarcés.
Mi querido amigo:
En el excelente ensayo titulado De re meen los nÚmeros 93 y 94 de [a
Revista del Colegio del Rosario, a propósito de
juzgar a nuestro Guillermo Valencia, menciona usted galantemente alguna observación mia
sobre las diferencias del tiempo empleado en
pronunciar ciertas consonantes. Deseo que usted conserve por escrito esas ideas, y algunas
otras que quizá completen las teorías que usted expone muy bien sobre la cantidad de las
síla has en castellano.
Con razón dice ustcd, apoyado en altas autoridades, que cn castellano no existen sílabas
largas y breves, en el sentido de que una de
frica, publicado
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las primeras equivalga a dos de las segundas;
y añade que el tiempo que se gasta en pronunciarlas no altera la versificación en lo esencial. Pero usted conviene con don Sinibaldo de
Más, en que hay unas sílabas más largas que
otras; en que se gasta menos tiempo en decir
a que trans. Añade el autor citado que la diferencia es casi imperceptible. Ese casi depende
del oido del poeta y del lector.
En la casi imperceptible diferencia de la longitud entre las sílabas se funda por mucho la
armonía del verso y aun de la prosa oratoria.
Miguel Antonio Caro, traduciendo el pasaje de
Virgilio relativo al dardo lanzado por Laoconte contra el caballo de Troya, dice:
Párte, clávase, vIbra,
Es sabido que las sílabas que siguen a la
acentuada se abrevian. Hubiera dicho el poeta,
usando pretérito en vez de presente histórico:
Partió, clavóse al punto,
y no existiría
la armonia
imitativa
del
Steti! iIIa tremens.
¡Qué contraste entre esa frase, alada como la
flecha, con lo que sigue:
Conmovido,
Dio el slnl) cavernóso hóndo bramldol
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Fíjese usted en
con el acento en
advertido que el
Aún es mejor
lnl(cnuerunt
el dio, en la sinalefa so-hón,
la última vocal, y no deje inverso tiene cinco acentos:
Virgilio:
Uteroque recuso,
cavac gemitumquc dcdere cavernac (1).
En la prosa, por lo mismo que es menos necesaria y menos notable la distribución recta
de acentos y cantidades, se requiere un oído
más delicado para emplearlos sabiamente. Vaya
un ejemplo. En el incomparable discurso sobre Jesucristo,'dice don Marco Fidel Suárez, hablando de San Francisco Javier: «Mucho tiem~
po después al pasar los marinos de Inglaterra
frente al promontorio donde murió aquel héroe,
detenian sus navíos y hacían resonar las soledades del mar de la India, saludando a Javier
con los honores de Almirante»,
Dígase «muchos años después"; «por la isla
donde murió"; «saludando al misionero con los
honores navales», y el magnífico periodo habrá perdido mucho de su grandiosa sonoridad.
y si mudamos la frase «detenían sus navíos»,
cuya suavidad contrasta con lo anterior y lo
siguiente, diciendo, verbigracia,
«paraban las
naves", le habremos quitado un primor exquisíto al pasaje.
(1) Tanto más si se advierte que en ¡aUn no sonaba v jamás,
sino u. Cejador. Fono/agio p. 105.
4
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Las relaciones entre la cantidad de las sílabas y el acento prosódico son conocidísimas
en latín. La cantidad de la penúltima sílaba decide de la acentuación del vocablo. En castellano es evidente que la vocal acentuada es más
larga que las demás. No insisto en ello, porque, gracias a esa propiedad, se pueden hacer
versos hexámetros, como los que usted analiza y explica. Mas el acento, que dentro del verso sólo alarga la sílaba para darle sonoridad,
cuando ocurre en la sílaba final; hace que una
larga equivalga para el oído a dos sílabas, como
usted lo observa, y aun a tres, como hubiera
podido añadir.
Pombo dice:
Las espumas del naufragio
Tra¡¡o acerbo, pero el último
Que el amor le present6.
El primero de estos versos tiene ocho sílabas, nueve el segundo y siete el tercero; y sin
embargo, todos tres son octosílabos. No puede decirse que en este caso una larga equivalga a dos breves; porque tó (larga) es igual a
jrágio (larga y breve) y a último (larga y dos
breves).
Tan importante es esta propiedad, que ella
sirve para saber si ciertos versos son simples
o compuestos. ¿ Puede, al fin del primer hemistiquio, reemplazarse un vocablo agudo por uno
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grave con una sílaba más, o por un esdrújulo
con dos silabas de sobra? El verso es compuesto. ¿No es lícita la sustitución? El verso
es simple.
Así, el alejandrino a la francesa consta de
trece silabas, con la cesura después de la sexta, que ha de ser acentuada.
En cierta caledral- una campana había
¿ Podrá añadirse una sílaba breve al primer
hemistiquio? Sí, con la condición que forme sinalefa con la vocal en que empieza el siguiente:
Que sólo se tocá-ba alKún solemne día.
Este verso es simple.
Digamos ahora:
En la Ciudad Heroica-dos campanas habla,
En la Ciudad MaKnífíca- dos campanas había
Que sólo se tocaban-al¡¡;ún solemne día.
Estos tres alejandrinos son compuestos, cada
uno de dos heptasílabos.
Las sílabas resultan largas, no sólo por I1evar el acento, sino por el número de letras de
que constan. Compárese el tiempo en que se
dice a, yo, su con el que se emplea en pronunciar trans, cans, subs. Pero hay otra cosa. Algunas consonantes se pueden alargar, y generalmente se prolongan en la declamación y la
lectura, mientras otras no son capaces de pronunciarse en más o menos tiempo. La n y la
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m en articulaciones inversas, la
da, son ejemplos de lo primero;
lo segundo.
El trrueno horrrrennndo
rr, la r líquila p, la 1, de
que enn fragor rrreviennnta.
Claro está que pronunciar así es un colmo de
afectación ridícula, pero el más natural y perfecto de los lectores, alarga un poquitín las erres
y las enes de horrendo y reventar; y para eso
las empleó el grande Olmedo. Por lo contrario, nadie prolonga consonantes al decir:
Por la inflamada esfera.
Como ésta no es tesis científica sino conversación familiar, no estoy oblígado a la ley de
la unidad; y a propósito de Olmedo y del magnífico exordio de su Canto a Bolívar, oiga usted esta estrofa latina, muy anterior al siglo XIX:
Quale, cum creIum lonal alque densae
Fulgurant nubes, ruit et vagatur
FuImen, in partes varias agente
Numinis ira .... (1)
¿ Es una mera coincidencia?
signe vate ecuatoriano conocía
da? Ella forma parte del himno
San Fernando, tal como se reza
de España el día 30 de mayo.
mó la idea del Breviario en el
¿ O acaso el inla estrofa citade vísperas de
en las diócesis
Sí Olmedo topasaje transcri-
(1) Puede traducirse asl: «Del mismo modo que cuando truena el
cielo y se inflaman las densas nubes, revienta y se dilata el rayo, con
todas direcciones, movido por la cólera divina .... »
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to, nada pierde de su mérito excelso; porque
ya se sabe que el robo literario es lícito si está
acompañado de asesinato, como dijo un ingenio francés.
Pero volvamos a las consonantes largas o capaces de prolongarse. La s entra en la categoría o no cabe en ella, según el modo de pronunc:iarla en los distintos pueblos que hablan
castellano.
El du)¡;c són de rumorosas: flautas.
Este verso del Duque de Rivas, dicho por un
vecino de Burgo1', tiene deliciosa armonía imita tiva. En labios de un bogotano del pueblo, en
los de un ecuatoriano, tiene sobra de dulce; en
boca de habitadores de la costa atlántica no tiene sabor marcado.
Sería curioso un estudio, mitad biológico, mitad IingUística, acerca de la influencia de la
zona, el clima, el paisaje y los demás accidentes que llama medio ambiente la ciencia moderna sobre [a pronunciación de las letras y la modulación de [as frases. El modo de pronunciar
[a ese en nuestras costas altánticas, es el mismo de las riberas marinas andaluzas. En [a orilla del mar el s0nido sibilante se apaga; hacia
lo interior, y sobre todo en las montañas, se acentúa. Aquel apagamiento y esta acentuación son
más notables en la gente vulgar que en las clases educadas.
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Al pronunciar la ese en articulaciones directas, no difieren el colombiano del litoral y el de
los Andes: la palabra sota lo mismo suena en
unos labios que en otros. Pero, al decir oscuro,
el andino silba la ese; el costefío la emite blandamente o la reemplaza por una aspiración, muy
suave en las personas letradas, fuerte, casi jota, en el hombre del pueblo. El bogotano dice
pesscado; el coster10 cu !to, pescado o pehcado; el
sin educacióu, pejeado.
Observando lo que ha sucedido con el francés, pudiera pensarse que la elisión de la ese
final de sílaba fuera refinamiento de cultura .. En
los orígenes de aquel idioma se decía y se escribía mesme (del enclítico latino metipsum); teste (latín testa).
A medida que se fueron ablandando las costumbres al contacto del cristianismo, se fue suavizando la ese. De mesme pasaron a nzehmc (como diria un cartagenero), y después a alargar
simplemente la e y decir nzenze.
En las montañas antioqueñas la cosa es distinta. Allá se pronuncia la ese lo mísmo al principio que al fin de una articulación: en señor
y en astro la letra suena lo mismo. Y, pese a mi
orgullo bogotano, la ese antioqueña se parece
más a la castellana que la de estos picos del
Monserrate. Sólo que es más fuerte en Medellín que en Valladolid. La de los compatriotas
de Gutiérrez González tiene algo de la eh frall-
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cesa, la sh inglesa. Me figuro que un castellano viejo, al oírlc a un antioquefío decir cosa,
pensará: iqué exageración!, al escuchárselo a
un bogotano: iqué barbaridad!
Este es el único sonido en que diferimos bogotanos y antioqueños. De los costeños nos diferenciamos también en que ellos pronuncian
la n final de sílaba con un parecido a lo nasal
francés. Bien en boca de un cartagenero y de
un lionés suenan muy semejantes.
Suerte aná.loga, pero más infeliz que la de la
ese, ha correspondido a la eUe. Fuéra de CastilIa y Aragótl, se convirtió en ye. Y aquí en Colombia, la cuitada vive en Cundinamarca, Boyacá, parte de Santander y la noble Popayán;
y aún la invade, la acosa, su rival, traída por
la inmigración, que haría que Bogotá fuera provincia si no fuese porque obliga a las provincias a ser Bogotá.
Pero se preguntará: si apenas los dialectos
colombianos difieren en la pronunciación de una
o dos letras, ¿ cómo cs tan fácil distinguir por
el habla al antioqueño del costefío, al tolimensc del caucano? Aquí vuelve el argumcnto de
su tesis: todo está en lo largo o breve de las
sílabas, en cl canto peculiar con que sc habla,
y (;ue se llama acento (acento andaluz, acento
ara~onés), tomando el efecto por la causa.
Haga usted decir a varios colombianos esta
frase:
"Gregario
Gutiérrcz,'
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El del interior dará a todas las sílabas igual
cantidad, alargando sólo las acentuadas: go y
tie, y hará una pausa marcada entre los dos vocablos.
Los antioqueños pasan fugitivamente sobre
la sílaba go, abrevian la pausa y levantan el tono al pronunciar fié. Sus paisanos del valle del
Cauca cantan la frase como en Antioquia, pero
no suben una nota en la penúltima sílaba. En
Neiva la separación de las dos palabras es marcadisima; las dos sílabas acentuadas se alargan
mucho y se alarga también la final del vocablo. Entre costeños, las voces se distinguen, los
dos acentos se marcan, pero con elevación de
tono en uno y en otro.
Usted, que es estudiante del Rosario, el microcosmos colombiano, conoce las diferencias
de acento y pronunciación en nuestras diversas
regiones mejor que yo; porque cuando sus condiscípulos vienen a tratar conmigo procuran hablar bogotano; mientras que con usted se expresan con toda libertad.
Nuestro Colegio presta, entre otros, el servicio de reunir en su seno jóvenes de todos los
ámbitos de la República, estrechar amistades
entre personas de los departamentos más alejados entre si, limar asperezas y unificar a los
hijos de la misma patria, conservando las diferencias necesarias a la variedad, que es elemento de orden y belleza.
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Cuando converso con mis vieJos discipulos,
que ya no son discípulos y todavía no son viejos, me siento tan a mis anchas, tan en familia,
que me pregunto, parodiando a Víctor Hugo,
traducido por Bello:
¿Soy de provincia como ellos?
¿O cllos son bogotanos como yo?
Usted es de la tierra que ha dado mayor número de grandes hombres a Colombia; del suelo que produjo en lo civil, a Caldas; en lo eclesiástico, al Arzobispo Mosquera; en lo literario,
a lsaacs. Siga ese rumbo, y pueda ser que la
vida me alcance para aplaudirlo.
Su viejo maestro y amigo,
R. M. CARRASQUILLA
Mayo: 1914.
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Si como acabamos de ver los hexámetros castellanos de Ouillermo Valencia logran damos,
en cuanto nuestro idioma lo permite, una perfecta ilusión del más noble y elegante verso latino, los siguientes hexámetros de mi amigo y
maestro doctor José Joaquín Casas imitan, aun
en nimios detalles, los primores del verso virgiliano, dándonos la mejor traducción que de
la égloga IV existe en lengua castellana:
EGLOGA DE VIRGILlO A POLlON
(IMITACIO:-¡
DEL
RITMO
LATINO)
A Ciro
Molina
Garcés.
Más altos asuntos, Musas sicilianas, cantemos:
No a todos placen humildes tamariscos y arbustos;
Sean, si las cantamos, di¡:nas del cónsul las selvas.
La última edad ya lIe¡:a del vaticinio cUllleo;
De si¡:los gran orden sur¡:e y empieza su ¡{ira;
Ya torna la virgen, torna de Saturno el reinado;
Ya nueva pro¡:enie del alto ciclo nos llega.
Tú al niño que hoy nace, por quie:! la férrea casta
Se a¡:ota, y al mundo áurea nación aparece,
10h casta Lucina! asiste: ya reina tu Apolo.
Ya, cónsul tú, la ¡{Ioria de esta edad alborea,
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¡Polión l Y dichosos meses su curso apresuran,
Jefe tú. Si de antiguo crimen duraban vestigios,
Irritos quedando, de miedo libran el mundo.
Aquel vivirá cual los dioses; con ellos los héroes
Verá juntos; él mismo veráse ilustre con ellos,
Digno de su padre, regir pacifico el orbe.
y a ti ¡tierno niño 1, de arado intacla, la tierra
Yedras vagarosas, profuso bácar anuncia,
y entre colocasia tejido acanto risueño.
Cargadas de leche las ubres, irán las cabrillas
Solas; sin recelo de fiera zarpa las greyes.
Ya tu cuna misma florece en tiernos capullos.
Pérfida serpiente, hierba falaz que atosiga,
Morirán; de Asiria hrotará el amomo fragante.
Tiempo vendrá: claros hechos, paternas hazailas
Sabrás, y en qué finca de heroicos nombres la gloria;
Susurrarán, dorando los pingiles campos las mieses;
Rúbidos racimos colgarán del áspero abrojo,
Las duras encinas sudando rócidas mieles.
Mas, como del viejo fraude perduren reliquias,
Habrá quien a Tetls se atreva, quien ciña de torres
Las plazas, quien raje la dura tierra con sulcos.
Entonce otro Tifis será; y Argos nuevo que embarque
Selectos héroes; y otros beHsonos campos;
Y a Troya, famoso irá vez segunda un Aquiles.
De aqul, cuando recio varón te hicieren los años,
Huirá del piélago el nauta, ni en tráfico el pino
Tesoros cambiará; todo lo dará toda tierra.
NI sufrirá el césped rastrillos, ni falce la villa;
Robusto el labriego soltará del yugo los bueyes;
NI lucirá la lana varios mintiendo colores;
Sino entre las hierbas, tintos de múrice y gualdo,
Sus blancos vellones verá mudarse el carnero,
Y el sándix, de suyo dará ropaje al cabrito.
-Tales corred ¡oh siglos 1»- por alto numen dijeron,
Mirando a los husos, y en voz concorde, las Parcas.
El tiempo ya llega: honores singulares recibe,
ICara prole divina, de J ove alumno preclaro I
Rodar vacilante mira fa esfera del mundo,
Y tierras, y mole de mares, y el cielo profundo;
Mira cuál todo se alegra ante el siglo felice.
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Bogotá,
Sulor
doctor
Ciro
Molillo
octubre
de 1914.
Darces.
Amigo estimado:
Verificar que el canto «A Popayán". de Guillermo
l/alencia, es «el más feliz esfuerzo hecho en castellano para adaptar a nuestro sistema de versificación el ritmo amplio y solemne del hexámetro clásico conservándole su libertad y la flexible gracia
de sus movimientos» es un problema de geometría
rilmica, que requiere para su solución, amor por
las disciplinas artísticas, criterio templado al calor
del método y erudición fundamental.
La adaptación del hexámetro clásico al canto seI¡oril de Valencia, como aparece en el final de su
estudio, es para mí, técnica y revela conocimiento
intimo de la prosodia latina y de la versificación
castellana -·ya se sabe lo que esto implica;-y en
Valencia, dominio tal del arte de la rima, que no
encontró, no pudo encontrar usted en todo el canto, con toda su penetrución, «sino un verso que desentone de la elegancia suprema del conjunto».
"Y el Rey degvllado
TI"I veces purpura
el azuln•
Irremediable para el vate payanés haber pensado siquiera en dar aclitud diferente a este verso.
La visión se le ofrece en los atardeceres del lerrulio, la lleva en la retina y no hizo sino exteriori-
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zarla en dos brochazos sencillamente verdaderos. Se
impuso la visión a despecho det ritmo.
Para lograr hacer el análisis formulado en el cuadro final, se requería la exposición previa que sirviera de fundamento a aquél y la hizo usted integralmente. No seria nuevo para usted el que le diga
que es la primera vez que haya leído una explanación sobre la materia, tan completa, con puntos de
vista tan originales y desarrollada con tánta den·.
sidad. Ha hecho usted un trabajo muy suyo y no
será la menor de sus compensaciones el sorprender
el acuerdo en que está usted en ciertos puntos con
maestros de verdad.
Con su t¡'abajo ha cimentado usted gráficamente el canto "A Popayán~ con el cimiento del ritmo
que no muere.
¿eux dieux eux mémes mellrtTlt
Milis les vers souverai1/s
Demeure1lt
Plus forls que les airai1/s.
(Th. Gaulia.
¿'Art.)
Tienen trabajos como el suyo, al que se interese por ellos, el incentivo de engolfarlo a uno en achaques de erudición, y es dificil impartir opinión sin
la estadlstica de las citas. Por esta vez y por tratarse de una carta amistosa he huido el reclamo.
Usted sabe cómo detesto las cartas eruditas, y la
mía no tiene otro objeto en este caso sino el de
felicitarlo por su tesis de Doctor en Filosofía y Letras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
De usted adicto amigo,
CESAR JULIO RODRlGUEZ
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I Oh I si yo hasta entonces vida tuviera, y aliento
Tal que a celebrar te con di~no canto bastara J
Si Lino entonces u Orfeo conrnil{<Jalternasen,
Yo a entrambos vencí era, de excelsa ayuda asistidos,
Este de Calíope y aquél del fúlgido Apolo.
SI Pan compiltera conmigo, siendo árbitro Arcadia,
Yo a Pan, siendo el árbitro Arcadia, también vencer/a.
Sonrfe ya, loh nido I con tierna risa a tu madre:
Esa, a quien pusieron diez meses larga congoja.
Sonríe ya, Iniño 1: a quien su madre no rfe,
Ni a la mesa dioses le admiten, ni .1/ tálamo diosas.
JOSÉ JOAQulN CASAS
IH87.
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