El Coneval como Organismo Constitucional Autónomo

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El Coneval como Organismo Constitucional Autónomo
El Observatorio de Política Social y Derechos Humanos de INCIDE Social ve riesgos en
los cambios promovidos para el CONEVAL.
Entre los cambios que trae la reforma política aprobada semanas atrás, está el de
otorgarle autonomía constitucional al CONEVAL, hasta ahora un organismo público
descentralizado; ahora bien, ¿qué implicaciones tiene esta transformación?
Un organismo constitucional autónomo es aquél que se crea en el propio texto
constitucional y que sin guardar relación de subordinación con el Poder Ejecutivo, el
Legislativo o el Judicial, sí mantiene relaciones de coordinación. A estos órganos se les
otorga autonomía1 para que se ocupen de desempeñar tareas especializadas relativas a
importantes necesidades sociales que necesitan realizarse con independencia de criterios
dictados por los tres poderes y de la situación coyuntural dada.
El surgimiento de estos organismos se debió a la necesidad de establecer controles y
equilibrios –checks and balances-, en el ejercicio del poder público, pues los habituales
excesos en que incurrían los tradicionales poderes y otros factores reales de poder
justificaron la búsqueda de mecanismos para tratar de “evitar la concentración del poder
en manos de pocos centros dominantes”2, cuestión que los organismos autónomos, en
teoría, deberían de aportar.
1
La autonomía puede ser de varios tipos: técnica, que es la posibilidad de decidir por sí mismos acerca de la materia que tiene
encomendada; orgánica, es decir, que no hay relación de subordinación o dependencia a alguna otra entidad; financiera, que implica la
facultad de proponer su presupuesto y ejercer el que hayan recibido; normativa, o la facultad para darse a sí mismos sus normatividad
interna; de funcionamiento, que combina las anteriores y plena, que es el grado total de autonomía. UGALDE CALDERÓN, Filiberto
Valentín, “Órganos constitucionales autónomos”, en Revista del Instituto de la Judicatura Federal, México, Instituto de la Judicatura
Federal, núm. 29, 2010, p. 258.
2
GARCÍA PELAYO, Manuel, Las transformaciones del Estado contemporáneo, Madrid, Alianza Universidad, 1987, pp. 121-148,
Cit.Pos. CÁRDENAS GRACIA, Jaime F., Una Constitución para la democracia, propuestas para un nuevo orden constitucional,
México, IIJ-UNAM, 2000, p. 243.
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Hilario Pérez de León No. 80, Col. Niños Héroes de Chapultepec, Benito Juárez, México D.F., 03440
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El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, CONEVAL, se
encarga de normar y coordinar la evaluación de las políticas y programas de desarrollo
social y establecer criterios para definir, identificar y medir la pobreza, cuestiones con
evidente complejidad técnica y de importancia capital si tomamos en cuenta la inquietante
situación de marginación y pobreza que azota al país.
Ha sido un logro importante en la construcción de democracia el establecimiento de
instituciones como el CONEVAL, que ha producido un abanico de información relevante y
pertinente tanto para los tomadores de decisiones en el terreno de la política social, en un
contexto en el que se tienen que maximizar los recursos tratando de dar respuesta a
urgentes necesidades de los grupos más desfavorecidos de la población, como para las
organizaciones de la sociedad civil y la población en general, a quienes permite conocer
datos que tienen que ver con el estado que guarda el goce de los derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales (DESCA) de las y los mexicanos: empleo, servicios
básicos, alimentación o salud, por ejemplo, y que tiene un impacto directo en las
posibilidades de exigibilidad3 de los mismos.
Hasta ahora, la naturaleza jurídica del CONEVAL había sido la de un organismo público
descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios, y con autonomía técnica y
de gestión4. La elección de consejeros se hacía mediante convocatoria pública y era la
Comisión Nacional de Desarrollo Social -en la cual participaban los titulares de desarrollo
social de todo el país-, la encargada de designarlos, cuestión por la que la posibilidad de
elección de los consejeros por sus méritos y no por sus lealtades era más factible;
además, los consejeros debían ser investigadores académicos miembros del Sistema
Nacional de Investigadores (actuales o pasados), tener amplia experiencia en la materia y
3
La exigibilidad es “…un proceso social, político y legal. La forma y medida en que un Estado cumpla con sus obligaciones respecto de
los DESC no solamente ha de ser materia del escrutinio de los órganos de verificación del cumplimiento de las normas que los consagran
y garantizan, sino que debe abarcar la participación activa de la sociedad civil en esta tarea como una condición sustancial del ejercicio de
su ciudadanía”. Declaración de Quito, proclamada el 24 de julio de 1998 en el Primer Encuentro Latinoamericano sobre la Exigibilidad
de los DESC, celebrada en Quito, Ecuador, por un conjunto de OSC de derechos humanos.
4
La descentralización se diferencia de la autonomía, entre otras cosas, por que el órgano descentralizado está subordinado
al poder ejecutivo; los órganos autónomos tienen la facultad de establecer la normatividad que los rija; la designación de los
funcionarios de los autónomos corre a cargo del legislativo o de una de sus cámaras, mientras que en el caso de los
descentralizados corre a cargo del poder ejecutivo. UGALDE CALDERÓN, Filiberto Valentín, Op. Cit., p. 260.
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colaborar en instituciones de educación superior y de investigación inscritas en el Padrón
de Excelencia del CONACyT, perfil a todas luces acorde a la labor altamente
especializada que corre a cargo del CONEVAL.
Con su transformación en órgano constitucional autónomo, los consejeros de CONEVAL
serán electos por las dos terceras partes de la Cámara de Diputados; a este respecto cabe
llamar la atención sobre experiencias recientes en la selección de consejeros de órganos
autónomos y que no ha recaído sobre los candidatos con mayor autonomía y perfiles
técnicos adecuados, que es el riesgo a que ahora está expuesto CONEVAL.
Otorgar autonomía constitucional, con las aparentes bondades que ella supone, pero
sujetar el nombramiento de los consejeros al riesgo de ser elegidos por cuotas de partido,
sacrificando el aspecto técnico y ciudadano, en la práctica se traduce en una decisión que
con una mano da y con la otra quita, poniendo en duda cualquier compromiso real con la
democracia, pareciendo en cambio una mera simulación, muy preocupante dada la
naturaleza y relevancia de las tareas propias del CONEVAL y
el avance que ha
significado contar con el caudal de información que hasta ahora ha producido con rigor
técnico y de manera seria y objetiva.
Aquél intento por evitar la concentración de poder en pocas manos está a punto de sufrir
un revés si se trastoca una institución que ha estado rindiendo buenos frutos. Es necesario
no dar por sentado que la creación de organismos constitucionales autónomos es la
solución idónea en todos los casos para garantizar imparcialidad e independencia de
actuación; debe tenerse cuidado de no descomponer lo que había estado funcionando de
manera adecuada transformándolo a un modelo que plantea posibilidades de “partidizar”
al CONEVAL, dándole un golpe a la rendición de cuentas y la transparencia. El objetivo de
los organismos autónomos de servir como un contrapeso se pierde por completo en el
momento en el que los dados para seleccionar a los consejeros vienen determinados por
negociaciones entre los partidos políticos.
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