131-01-2009

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CRÉDITO DE VIVIENDA, PROCESO EJECUTIVO, SOLIDARIDAD SOCIAL
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. M. P. Pedro Octavio Munar Cadena.
Sentencia del 9 de febrero de 2009. Expediente 00131 01.
Síntesis: El accionante se halla en estado de indefensión pues es una persona de la tercera
edad ,está en situación de vulnerabilidad económica, por su retiro forzoso del servicio
público y la imposibilidad de reincorporarse al mercado laboral; está expuesto a perder
su vivienda ante el inminente remate por cuenta del proceso ejecutivo hipotecario que le
adelanta la entidad financiera y la mora en el pago de su obligación hipotecaria tiene
como causa eficiente la negación del reconocimiento y pago de su pensión de jubilación.
Se ordena se incluya al accionante en la nómina de pensionados y que se suspenda el
proceso ejecutivo hipotecario y que se consulte la situación de vulnerabilidad del
peticionario, sin que implique un mandato expreso y sin que se quebrante el principio de
la autonomía privada. No es razonable que se persiga su vivienda a través de las acciones
judiciales, pues repugnaría a la solidaridad social que debe imperar entre el Estado y los
asociados y apadrinaría la negligencia de la burocracia que administra la seguridad
social.
«(…)
CONSIDERACIONES
1. La acción de tutela es un mecanismo extraordinario, consagrado por la Constitución
Política de 1991, para la protección inmediata de los derechos fundamentales de las
personas, frente a la amenaza o violación que, en cuanto a ellas, pueda derivarse de la
acción u omisión de las autoridades públicas o de los particulares, en los casos previstos en
la ley, sin que pueda erigirse en una vía sustitutiva de los medios ordinarios de defensa que
la misma Constitución y la ley consagran para salvaguardarlos. Su invocación contra
providencias judiciales es viable si éstas representan una vía de hecho, es decir, si
responden al capricho o a la arbitrariedad del funcionario que las emite, apartándose
abiertamente del ordenamiento jurídico imperante.
2. Descendiendo al caso que convoca a la Sala, es claro, en primer lugar, que las
providencias emitidas por los juzgados civiles accionados, en el proceso ejecutivo
hipotecario (4 de octubre de 2007 y 3 de abril de 2008) no están impregnadas de errores
mayúsculos que entrañen una vía de hecho, con identidad suficiente para vulnerar el
debido proceso y el derecho a la igualdad, pues el ejercicio hermenéutico efectuado por los
funcionarios de primera y segunda instancia frente a la aplicación analógica de los alivios
económicos previstos en la Ley 1001 de 2005, planteada por el accionante como excepción
de mérito, no responde a razonamientos absurdos, sino a una interpretación razonable que
los jueces, en desarrollo del principio constitucional de autonomía e independencia
judiciales, deben fijar respecto de las normas aplicables en un caso concreto. Nótese que el
cuerpo normativo en cuestión está dirigido a unos sujetos determinados que, por sus
condiciones especiales y en desarrollo de la potestad de configuración legislativa que
ostenta el Congreso de la República, fueron favorecidos con tales beneficios, sin que esta
diferenciación positiva comprometa el derecho a la igualdad del accionante, pues los
rasgos fácticos y jurídicos de su caso son diferentes. En segundo lugar, la Sala prohija el
planteamiento del juzgador de primer grado, según el cual es inaceptable que el accionante
haga uso de la acción de tutela para remediar su incuria en el proceso ordinario tramitado
ante el Juzgado Laboral del Circuito de Ocaña, habida cuenta que aquél dispuso del
recurso de apelación como medio judicial idóneo para que se examinara el punto
cuestionado, pero no lo utilizó, imponiéndose, por tanto, su improcedencia, sin pasar
inadvertido que frente a ella no se cumple el requisito de inmediatez, ya que la providencia
fue dictada el 14 de diciembre de 2007.
3. Diferente será el tratamiento que la Corte dará a las reclamaciones hechas frente a la
Caja Nacional de Previsión Social y al Fondo Nacional de Ahorro, relacionadas con la
inclusión del peticionario en la nómina de pensionados y la suspensión del proceso
ejecutivo hasta que se cumpla con esa obligación, pues el caso amerita una solución
equilibrada que consulte el postulado constitucional de solidaridad social, de tal manera
que se concilie el derecho a la vivienda digna y el principio de la autonomía de la voluntad
que gobierna a los contratos civiles, evitando de esta forma la consumación de un daño
irreparable a una persona en evidente estado de vulnerabilidad (arts. 51 y 95-2 C. N.). El
principio de solidaridad social, desarrollado ampliamente por la jurisprudencia
Constitucional, contempla i) una pauta de comportamiento conforme a la cual deben obrar
las personas en determinadas situaciones; ii) un criterio de interpretación útil en el análisis
de las acciones u omisiones de los particulares que vulneren o amenacen los derechos
fundamentales; y iii) un límite a los derechos propios. La buena fe y el deber de
solidaridad, previstos en los artículos 83 y 95-2 de la Constitución Política, han sido
extractados en una multiplicidad de ámbitos como el régimen tributario, la seguridad social
en salud y pensiones, las personas de la tercera edad, las obligaciones alimentarias, los
servicios públicos y, últimamente, en la actividad financiera, particularmente, respecto de
las cargas que ese principio y ese deber imponen a las entidades financieras cuando los
deudores se ven avocados a circunstancias de debilidad manifiesta, ante situaciones como
el secuestro o el desplazamiento forzado.
En consonancia con lo anterior, la Constitución Política de 1991 privilegió a las personas
de la tercera edad, al tenerlos como sujetos especiales, que requieren de una protección
reforzada por parte de la familia, el estado y la sociedad, máxime si se hallan en estado de
indefensión económica, física o mental, so pena de violentar su dignidad humana (arts. 5°
y 46 C. N.). De otra parte, la actividad financiera es un servicio público que por su
naturaleza especulativa debe estar sujeta a comportamientos que evidencien su sensibilidad
social, especialmente cuando se trate de entidades estatales, frente a deudores que se ven
avocados a situaciones de debilidad manifiesta, por circunstancias provocadas por otras
entidades públicas que menoscabaron sus condiciones económicas, o agravaron las
derivadas de la edad, salud o marginalidad, de tal modo que se imponga la primacía de los
derechos inalienables de la persona sobre el derecho patrimonial de la acreencia. El
principio constitucional de la separación armónica de los poderes impone como norma de
conducta que las entidades y funcionarios oficiales deben adelantar su gestión pública
concertadamente, atendiendo siempre los fines esenciales del Estado, entre ellos el bien
común, el servicio a la comunidad y la solidaridad de las personas.
Por tanto, si un servidor público, como ocurre en este caso, incurre en mora en el pago de
su obligación hipotecaria contraída con una entidad financiera oficial, porque la respectiva
caja de previsión social no le reconoce oportuna y debidamente su pensión de jubilación,
privándolo del ingreso para atender esa acreencia y demás necesidades básicas, no es justo
ni razonable que se le persiga su vivienda de interés social a través de las acciones
judiciales, pues tal actitud, de un lado, repugnaría a la solidaridad social que debe imperar
entre el Estado y los asociados y, de otro, apadrinaría la negligencia de la burocracia que
administra la seguridad social. Retomando el caso, es irrefragable que el accionante se
halla en estado de indefensión por las siguientes razones: i) Es una persona de la tercera
edad que cuenta 70 años de edad; ii) Se encuentra involucrado en una situación de
vulnerabilidad económica, por su retiro forzoso del servicio público y la imposibilidad de
reincorporarse al mercado laboral; iii) Está expuesto a perder su vivienda familiar, ante el
inminente remate por cuenta del proceso ejecutivo hipotecario que le adelanta el Fondo
Nacional de Ahorro; y iv) La mora en el pago de su obligación hipotecaria tiene como
causa eficiente y determinante la negación del reconocimiento y pago de su pensión de
jubilación por parte de la Caja Nacional de Previsión Social, entidad que, pese a existir
sentencia estimatoria, inclusive, mandamiento de pago y orden de seguir adelante la
ejecución, no ha satisfecho aún esa acreencia laboral ni lo ha incluido en la nómina de
pensionados. En consecuencia, se confirmará el fallo impugnado respecto de los juzgados
accionados, pero se revocará con relación a la Caja Nacional de Previsión Social y, en su
lugar, se ordenará a ésta que en el término improrrogable de 10 días incluya al accionante
en la nómina de pensionados, suspendiendo el proceso ejecutivo hipotecario que se
adelanta en el Juzgado 1° Civil Municipal de Ocaña por el término de 2 meses.
Con todo, se invita al Fondo Nacional de Ahorro a propiciar un escenario de concertación,
que consulte la situación de vulnerabilidad del peticionario, sin que implique un mandato
expreso y sin que se quebrante el principio de la autonomía privada.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación Civil,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
REVOCA PARCIALMENTE la sentencia de fecha, contenido y procedencia
puntualizados en la motivación que antecede y, en su lugar, dispone:
PRIMERO: CONFIRMAR el fallo impugnado, en cuanto negó la acción de tutela frente a
los juzgados accionados y al Fondo Nacional de Ahorro, por las razones expuestas en este
proveído.
SEGUNDO: TUTELAR los derechos a la dignidad humana, igualdad, vivienda digna y
seguridad social en pensiones, en conexidad con la vida, de (…).
TERCERO: ORDENAR a la Caja Nacional de Previsión Social que en el término de diez
(10) días, contados a partir del día siguiente de la notificación de esta providencia,
incorpore al accionante en la nómina de pensionados de esa entidad, de conformidad con la
sentencia emitida el 14 de diciembre de 2007 por el Juzgado Laboral del Circuito de
Ocaña.
CUARTO: ORDENAR al Juzgado Primero Civil Municipal de Ocaña que suspenda el
proceso ejecutivo hipotecario iniciado contra el accionante por el Fondo Nacional de
Ahorro, por el término de dos (2) meses, contados a partir de la notificación de este
proveído.
QUINTO: COMUNICAR por el medio más expedito lo resuelto en esta providencia a los
interesados. Por Secretaría, envíeseles copia del fallo a la Caja Nacional de Previsión en
Liquidación, al Juzgado Primero Civil Municipal de Ocaña y al Fondo Nacional de
Ahorro.
SEXTO: REMITIR el expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
(…).»
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