VIII ARISTOFANES VIII.1. Vida y Tiempo de Aristófanes Aristófanes

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TEMA VIII
TEMA VIII: ARISTOFANES
VIII.1. Vida y tiempo de Aristófanes
VIII.2. Obras
VIII.3. Composición y presentación escénica
VIII.3.1. Fantasía, realismo, sátira
VIII.3.2. Rotura de la ilusión escénica
VIII.3.3. Escenas finas
VIII.3.4. Estructura de las obras de Eurípides
VIII.4. Aristófanes y la polis
VIII.4.1. La función didáctica
VIII.4.2. Crítica e ideales
VIII.4.3. Progresismo y tradición
VIII.4.4. Comedia política y utopía
VIII.5. Temas de Aristófanes
VIII.5.1. La aversión contra los sofistas
VIII.5.2. La degradación social
VIII.5.3. La figura de la mujer
VIII.5.4. La crítica literaria
VIII.6. Lengua y estilo
VIII.7. Transmisión y pervivencia
VIII ARISTOFANES
VIII.1. Vida y Tiempo de Aristófanes
Aristófanes debio nacer hacia el año 445 a. C. en Atenas, del demos de Cidateneo (al pie de la
Acrópolis) y murio después del año 388 a. C., fecha del Pluto, su ultima comedia. En su demos
probablemente conoció a algunos de los personajes a los que daría vida en sus comedias; del mismo
demos era Cleón, el rico curtidor que basaba su poder en la mísera población que, durante la guerra del
Peloponeso, se hacinaba en los muros de la ciudad; como defensor de una política de guerra a ultranza,
Aristófanes, claro pacifista, hizo objeto a su paisano Cleón de sus ataques. Ello le acarreó una querella
del político por difamar a la ciudad en presencia de los aliados (las Dionisias eran fiestas abiertas a estos
aliados), aunque el poeta no cesó en su empeño. Es, pues, notablemente más joven que los trágicos; pero
como la mayor parte de las obras de Sófocles y Euripides que se nos han conservado son de la epoca de
la guerra del Peloponeso (431-404), y la mayor parte de las conservadas de Aristófanes son también de la
misma, para nosotros esos dos tragicos y Aristófanes son prácticamente contemporáneos. Son testigos de
una misma edad que se complementan.
No hay mejor retrato de la sociedad ateniense que la obra de Aristófanes. Por más que los
personajes que presenta sean más bien "tipos" (el general belicoso, el sabio jactancioso, el viejo, la
mujer, el esclavo, etc.), ha sabido darles la suficiente realidad para que presenten una galería inolvidable
de retratos. Sólo algunas pinturas de atenienses en los discursos de Lisias y otros abogados pueden
compararse.
Conocemos así la manera de hablar y de pensar de las distintas clases de ciudadanos, de edades y
sexos diferentes, de partidos e ideas tambien diversos. Vemos a los grandes personajes de Atenas a la luz
con que los veían sus conciudadanos, con frecuencia deformados por una crítica superficial, pero con
rasgos verídicos. Y bajo la risa vivimos la gran tragedia de la guerra del Peloponeso, que arruinó la
ciudad, hundió sus cimientos morales, enfrentó a los atenienses unos con otros. Hay una gran humanidad
debajo de la risa de Aristófanes, que comprende a las mujeres, a los agricultores, a los viejos que se
ganan unos óbolos en los tribunales; por más que no esté de acuerdo con tal o cual rasgo de su conducta.
Sabe que el fanatismo de los viejos de los tribunales proviene de su miseria, que el belicismo de los
agricultores sale de la rabia de ver sus campos talados por los peloponesios.
Por eso Aristofanes propugna una reconciliación general dentro de Atenas y entre las naciones
griegas. Trata, como los trágicos, de favorecer un nuevo temple humano, quiere que los atenienses
tengan "temperamento de corderos". Es, lo imaginamos, pesimista respecto a los resultados que espera
conseguir. Pero, al menos, devuelve a su público, durante unas horas, la felicidad, gracias a su risa, a sus
recetas fantásticas. Fuera de eso, es uno más de los grandes espíritus del siglo V que contribuyen a crear
para el futuro un ideal de humanismo.
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VIII.2. Obras
No sabemos con exactitud el número de obras que Aristófanes compuso. De su producción
conservamos once comedias completas más veintinueve atestiguadas por sus títulos o citas de otros
autores antiguos. Igualmente desconocemos el número de sus victorias, si bien sabemos que algunas de
sus comedias de las que más orgulloso se encontraba, como las Nubes, fueron derrotadas. Damos a
continuación una idea de las once obras de Aristófanes que se nos han conservado. Su carrera empezó
con dos obras que no nos han llegado: Los Comensales, del 427, que trataba el tema del contraste entre la
educación antigua y la educación moderna de los hijos, como luego Las Nubes; y Los Babilonios, del
426, un alegato a favor de los aliados de Atenas, supuestamente tiranizados, que le valió las iras del
poderoso demagogo Cleón.
En cambio se nos conserva Los Acarnienses, del año 425. Los atenienses había sufrido durante
seis años los horrores de la Guerra del Peloponeso, la devastación de sus territorios, la peste que
invadió la ciudad superpoblada, y la escasez de comida, por lo que sus espíritus estaban abatidos. Los
acarnienses (habitantes del demos ático de Acarnia) eran los que más había padecido, puesto que su
territorio había sido saqueado repetidas veces. La obra empieza con la intervención de Diceópolis
("Ciudad justa")", granjero ateniense que está sentado esperando la reunión de la asamblea, suspirando
por los felices tiempos de la paz. Anfiteo ("semidios") aparece, enviado por los dioses para concertar
la paz con Esparta, pero desgraciadamente carece del dinero necesario para el viaje. Diceópolis se lo
proporciona, a condición de que el tratado con Esparta sea privado y le afecte únicamente a él. Anfiteo
concierta el tratado y luego se ve obligado a huir del coro de belicosos y enfurecidos acarnienses.
Diceópolis prepara una procesión en la que participan su hija y sus esclavas, lo que provoca una
disputa entre Diceópolis y el coro sobre el tema de la paz o la guerra, en la que toma parte Lámaco,
que representa al típico general. A Diceópolis se le permite pronunciar un discurso antes de ser
ejecutado como traidor y, para darle un tono más partético, toma prestados de la tragedia de Eurípides
algunos de los recursos escénicos que hacían más conmovedoras sus obras. Logra con ello que el coro
acepte la postura a favor de la paz de Diceópolis. Después de la PARÁBASIS, en la que el poeta
defiende su punto de vista, se encadenan una serie de divertidas escenas que ilustran los beneficios de
la paz. Un megarense se dirige a Diceópolis para comprar comida (Atenas había intentado conseguir la
rendición de Megara por inanición mediante un bloqueo) y le ofrece a cambio a sus hijas pequeñas
disfrazadas de cerdos en unos sacos. Un beocio ofrece anguilas y otros manjares, y quiere a cambio
productos típicos del Ática; se le entrega un delator envuelto en un saco. Un granjero quiere ungüento
de la paz para sus ojos pues había llorado amargamente a causa de la pérdida de sus bueyes; y así
sucesivamente. Al final Lámaco tiene que marcharse a través de la nieve contra los beocios, y vuelve
herido por un sarmiento de vid con el que se ha golpeado, mientras Diceópolis celebra las Antesterias
con el sacerdote de Dioniso.
Del 424 es Los Caballeros, brutal ataque contra Cleón, el jefe del partido radical de Atenas, que
era al propio tiempo el más imperialista. Cleón fue el objeto de sus ataques, en el momento en que gozaba
de gran fama tras su victoria en Pilo el año anterior. La obra es alegórica en cierto sentido; el dueño de la
casa se llama Demos ("pueblo") y sus esclavos Demóstenes y Nicias (nombres de generales ateniense) son
aterrorizados por un nuevo esclavo, Cleón, el plafagonio (cf. paphlazein = "fanfarronear"). Demóstenes y
Nicias se lamentan de los malos tratos que sufren de manos del paflagonio, un espía adulador de su amo, y
consideran la deserción como única solución posible. Se enteran por un oráculo de que el paflagonio va a
caer en desgracia en beneficio de un choricero que va camino del mercado. Precisamente a un choricero
que va camino del mercado se encuentran y se le anuncia el destino de gobernar el imperio ateniense y lo
tranquilizan respecto a las perspectivas del conflicto asegurándole que los "caballeros" (hippeis) lo
apoyarán frente al paflagonio. Éste último entra amenazante, pero llaman al coro de caballeros que entra
aporreando el estrado y profiriendo su grito de guerra (paie, paie = "¡al ataque, al ataque!). El paflagonio y
el choricero pelean por el favor de Demos mediante lisonjas, sobornos, interpretación de oráculos e
insultos mutuos. Luego se dirigen a la boulé ("consejo"), hacen lo mismo y el salchichero anuncia su
victoria. Le sigue inmediatamente el paflagonio y continúa la competición con lisonjas a Demos. El
choricero lo aventaja en las lisonjas, en el certamen de oráculos y en la competición final y se le juzga el
más beneficioso para Demos. Después el paflagonio descubre que el choricero responde a la descripción
del hombre destinado a derrocarlo y se retira desesperado. El choricero resulta vencedor y se descubre que
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su nombre era Agorácrito ("elegido por la asamblea) y que será el reformador y salvador del estado.
Demos reconoce sus errores pasados y promete un comportamiento mejor en el futuro.
El año 423 Aristófanes presenta Las Nubes, ataque contra Sócrates, a quien, falsamente, convierte en símbolo de todas las nuevas corrientes que se abren paso en Atenas. No sólo le atribuye las
doctrinas de los físicos y el arte sofístico de "hacer fuerte el argumento débil", es decir, de hacer que lo
injusto parezca justo, sino que le echa la culpa de la relajación de costumbres de la juventud ateniense, de
su falta de gusto por la disciplina y los valores tradicionales. Las Nubes intervienen en la obra como
coro, representando las nuevas divinidades de los filósofos, tildados de impíos, descreídos de la vieja
religión. En la obra se ridiculiza a Sócrates como un sofista típico y propagador corrupto de ideas nuevas
y ridículas. Estrepsíades ("retorcido"), un campesino poco honesto entrado en años, se ha visto en
bancarrota por los caprichos de su mujer y la pasión por las carreras de caballos de su hijo Fidípides. Ha
oído hablar de Sócrates, un hombre capaz de hacer que la causa peor parezca la mejor, y alberga la
esperanza de que enseñe a su hijo cómo engañar a sus acreedores. Como el hijo se niega a entrar en la
escuela de Sócrates, el Phrontisterion ("el Pensadero"), Estrepsíades se decide a acudir él mismo. Se le
dice que debe renunciar al trabajo duro y a la vida sencilla, y es presentado a las Nubes, que resultan ser
las deidades que provocan el trueno y la lluvia (no Zeus, como se creía generalmente). Pero Estrepsíades
es demasiado tonto y está demasiado atareado con sus deudas como para aprender mucho; así que
Fidípides debe ocupar su puesto como alumno. Sócrates lleva a Fidípides a que le enseñen el
Razonamiento Correcto y el Razonamiento erróneo en persona. Sigue una disputa entre estos dos (una de
las escenas sustituidas) en la que triunfa el Razonamiento Erróneo. Estrepsíades, con la ayuda de lo
poquito que aprendió, es capaz de confundir a sus acreedores. Pero se cambian las tornas cuando, como
resultado de las mismas enseñanzas, Fidípides comienza a golpear a su padre (y amenaza con golpear
también a su madre) y demuestra que tiene razón al actuar así. Estrepsíades, decepcionado con la nueva
educación y arrepentido de su falta de honradez, prende fuego a la escuela de Sócrates y expulsa a sus
alumnos..
El año siguiente, el 422, Aristófanes pone en escena Las avispas, que toca otra vez el tema del
enfrentamiento de las generaciones. La obra es una sátira del sistema de tribunales de justicios en Atenas
que en esta época proporcionaba, por medio del pago de tres óbolos por cada día de servicio como jurado,
una forma de subsistencia para un elevado número de ciudadanos atenienses pobres y ancianos. A
Filocleón ("el que ama a Cleón") le consume la pasión por actuar como jurado. Su hijo Bdelicleón ("el
que odia a Cleón") ha intentado curarle y finalmente le ha encerrado en su casa. Los amigos de Filocléon,
el coro de viejos jurados, vestidos como avispas para infligir el castigo, pasan por allí antes del alba para
llevarle con ellos a los tribunales y tratan de ayudarle a escapar. Se produce una refriega y finalmente
Bdelicleón convence al coro de que le escuche mientras urge a su padre a cambiar de costumbres. Sigue
una discusión entre el padre y el hijo, en la que el padre le explica con detalle los placeres y beneficios que
resultan del ejercicio irresponsable del poder, mientras que el hijo demuestra que el poder de los jurados
es una ilusión; en realidad son manipulados por los políticos, que desvían los ingresos de la ciudad en
provecho propio. El coro se convence, pero Filocleón es reacio y como consuelo Bdelicleón lo dispone
para que haga de jurado en casa, siendo el perro de la casa, Labes, que ha robado un queso, el primero en
ser sometido a juicio. Engañado por su hijo, Filocleón absuelve sin querer al prisionero, el primero al que
ha dejado libre. Bdelicleón se ocupa ahora de la vida social de su padre, puliendo sus modales para los
placeres más relajados de una cena. Filocleón se aficiona a éstos con entusiasmo y vuelve a casa borracho
y alegre, con una esclava secuestrada y perseguido por las amenazas de los comerciantes a los que ha
asaltado de camino a casa. Bdelicleón está consternado, pero la pieza termina con una desenfranada
danza.
La Paz, del 421, es muy poco anterior a la firma de la paz, la llamada paz de Nicias. El
demagogo y general ateniense Cleón y el general espartano Brásidas ha caído muertos en Anfípolis en el
verano del 422, por lo que Aristófanes anticipa el feliz resultado de las negociaciones para la paz de
Nicias (que concluyeron unos diez días después de la representación). Trigeo, un cultivador de viñas ático
que, con su familia está padeciendo la escasez de alimentos, decide imitar al mítico héroe Belerofonte
sobre el caballo alado Pegaso, y cabalga hasta el cielo montado en un escarabajo, al que, con este
propósito, se había engordado para que tuviera un tamaño gigantesco. El viaje al cielo se realiza con éxito,
pero Hermes, en la puerta, contestando a su llamada, le cuenta que Zeus y los demás dioses se han
mudado para estar más lejos de la guerra de allá abajo, y que Polemós ("Guerra") está al cargo de todo; ha
arrojado a la Paz al fondo de una profunda cueva, de la que tal vez nunca pueda salir, y se dispone a
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machacra a todos los estados en un mortero. Mientras Polemós busca una mano de mortero (renunciando
a pedir una prestada a Esparta o Atenas, porque sus "manos de mortero para la guerra", Brásidas y Cleón,
se han malogrado), Trigeo y los labradores áticos (el coro), que él ha convocado, después de haber
sobornado a Hermes con extravagantes promesas de fiestas y con una copa de oro, sacan de la cueva a la
Paz, y a sus dos servidoras, Opora ("Cosecha") y Teoría ("Día festivo"; literalmente "observación de los
festivales"), regresando con ellas a Grecia. Se produce el regocijo general (excepto por parte de los
fabricantes de armas) y se hacen preparativos para la boda de Trigeo y Opora.
No tenemos luego comedias de Aristófanes hasta el año 414, fecha de Las Aves. La guerra se ha
reanudado con la expedicion de Atenas contra Siracusa, que al año siguiente terminará en un terrible
desastre. Aristófanes escribe una obra alegre y un tanto irreverente. Las Aves son una fantasía escapista
en la que dos atenienses, Pistetero ("persuasor") y Evélpides ("optimista"), insatisfechos de la vida de
Atenas con sus pleitos interminables, se van a buscar al mítico Tereo, que fue convertido en pájaro y debía
de conocer un lugar más adecuado para vivir. Tereo sugiere varios países, pero ponen objeciones a todos
ellos. Pistetero tiene entonces una idea brillante: reunir a todos los pájaros y construir una gran ciudad
amurallada en el aire, y desafiar tanto a los hombres como a los dioses, para lo cual interceptarán el humo
de los sacrificios, del que los dioses se nutren. Convencen al coro de pájaros, al principio hostil, y
rápidamente se ponen a construir la ciudad, que se llamará Nephelokokkygia ("Nebulocuquía"; cf. nephele
"nube", kokkyx "cuco"), bajo la dirección de Pistetero y Evélpides, a quienes les salen alas para adaptarse
a su nueva condición. Entonces llegan varios visitantes indeseados: un sacerdote, un poeta indigente con
un himno en honor de la nueva ciudad, un traficante de oráculos, el famoso astrónomo Metón (para
diseñar las calles), un superintendente y un vendedor de estatuas. A todos se les da el tratamiento
adecuado. La nueva ciudad está ya terminada, cuando viene un centinela con la noticia de que uno de los
dioses ha burlado el bloqueo de las aves. El dios, que resulta ser Iris, que había sido enviada a preguntar
por qué habían cesado los sacrificios en la tierra, es capturado, se le informa de que ahora los pájaros son
los dioses y, finalmente, se va llorando, a lamentarse ante su padre. Mientras tanto, la gente se ha vuelto
entusiasta de los pájaros y quiere tener alas. Llegan más visitantes: un parricida, porque los gallos jóvenes
luchan contra sus padres (se le recuerda que las cigüeñas jóvenes deben alimentar a sus padres); Cinesias,
el poeta lírico, que quiere remontarse a las cumbres más aéreas; un delator, que cree que las alas le serían
para servir a las autoridades; y el dios Prometeo, que se esconde de Zeus bajo una sombrilla mientras les
habla de la escasez de comida entre los dioses y aconseja a Pistetero que les imponga condiciones duras e
insista en tener a Basilia ("soberanía"), hija de Zeus, como esposa. Entonces llegan los embajadores de los
dioses, Posidón, Heracles y un dios de los bárbaros tribalos (la democracia estaba en pleno vigor también
entre los dioses del Olimpo). Gracias a la glotonería de Heracles, dioses y aves se reconcilian. Pistetero
consigue el cetro de Zeus junto con Basilia, es aclamado como el mayor de los dioses y se hacen
preparativos para su boda
Las Tesmoforias, del 411, es una sátira contra Eurípides. Las mujeres, presentadas por este poeta
como lascivas y borrachas, deciden. Las mujeres están a punto de celebrar su fiesta exclusiva de ellas,
las Tesmoforías (de las que los hombres están excluidos). Eurípides ha oído que las mujeres tienen
intención de tramar su muerte, ya que éste, con sus descripciones de legendarias mujeres malvadas, ha
dado mala fama a todas las mujeres. Llevando consigo un pariente anciano, intenta persuadir al
afeminado poeta trágico Agatón para que se disfrace de mujer, presencie los ritos y abogue por la
causa de Eurípides. Agatón rehúsa, después de lo cual, el anciano se ofrece para ir en su lugar. Se le
afeita y se le viste de modo conveniente, y se marcha a la fiesta, una vez que ha hecho jurar a
Eurípides acudir en su ayuda si ocurre algún percance. Las mujeres se congregan y pronuncian
discursos contra Eurípides. El viejo le defiende diciendo que serían mucho peores los cargos que él
podía presentar en realidad contra las mujeres. La indignación general que provoca se ve interrumpida
por la llegada de Clístenes (famoso por su afeminamiento) con la noticia de que un hombre ha entrado
en la fiesta disfrazado. Comienza la búsqueda, se encuentra al anciano y se le pone bajo custodio.
Imitando al héroe de la tragedia Palamedes (perdida en la actualidad) de Eurípides, el anciano escribe
un mensaje en una tabla votiva del templo y la arroja fuera. Luego asume el papel de Helena, de la
tragedia de Eurípides y el propio Eurípides aparece como Menelao. Hay una escena de agnición (la
única conservada de Aristófanes de la que poseemos el original), pero los guardias evitan que la pareja
se reúna. Eurípides reaparece como Perseo y el anciano asume el papel de Andrómaca (de la tragedia
homónima de Euripides) atada a una roca. Sin embargo el escita detiene el intento de rescate.
Eurípides llega a un acuerdo con las mujeres: nunca más volverá a calumniarlas si dejan en libertad a
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su pariente. Ellas están de acuerdo, pero todavía se debe negociar con el escita, lo que se consigue con
facilidad al serle prometida una bailarina. El anciano y Eurípides se escapan.
Si esta es una obra de evasión, otra del mismo año, Lisístrata, plantea el tema de la paz. Era ésta
una época inquietante para Atenas: la expedición de Atenas a Sicilia había fracasdo el 413 y una gran
parte de su imperio se había rebelado y su enemiga Esparta había logrado una ventajosa alianza con el
sátrapa persa Tisafernes. Pero aunque Atenas estaba seriamente debilitada, no había peligro inmediato de
derrumbamiento: de momento podía resistir. Aristófanes se atreve, una vez más, a presentar una trama
cómica que, por medios cómicos, trae una paz, bien ilusoria por cierto, a la ciudad. El argumento es el
siguiente: No habiendo podido los hombres acabar con la guerra, se le ocurre a Lisístrata ("dispersora de
ejércitos") que las mujeres deben tomar el control de los asuntos y forzar una paz, en primer lugar
eludiendo las relaciones sexuales y segundo tomando posesión de la Acrópolis y de la reserva de dinero
del estado en el Partenón, sin el cual la actividad bélica ateniense se vendría abajo. Reúne a las nujeres,
incluyendo a Lampito de Esparta y mujeres de otros estados enemigos. Después de algunas reticencias
aceptan su proyecto y juran llevarlo a cabo. Los extranjeros marchan a sus propios países y Lisístrata,
junto con las esposas atenienses, ocupa la Acrópolis, que ya ha sido tomada por un gripo de mujeres
mayores. Un coro de hombres viejos intenta reconquistarla, pero son disuadidos por un segundo coro de
ancianas con cubos de agua. Un Comisario (proboulos) viejo es también rechazado junto con su grupo de
arqueros escitas (la fuerza policial de Atenas). En lugar de una PARÁBASIS los dos coros intercambian
insultos. Entonces Lisístrata se ve en la obligación de animar a las mujeres, que intentan escabullirse, a
seguir hasta el final. Un marido ansioso, Cinesias, viene a recobrar a su mujer Mirrina, es seducido por
ella y finalmente engañado, mientras ella vuelve a la Acrópolis. Un heraldo de Esparta, igualmente
desolado, viene a anunciar la intención de su país de pedir la paz, y a esto sigue una conferencia entre
ambas partes. Lisístrata les regaña y les insta a la reconciliación, la paz se consigue y atenienses y
espartanos van a la Acrópolis a celebrar un banquete. Como se ve, al tema de la paz se añaden el del
enfrentamiento hombres y mujeres y el del mundo al revés: las mujeres derrotando a los hombres. Y hay
final erótico de reconciliación de los sexos. La obra es una expresión del deseo natural de paz, siempre
que se pueda lograr con compromiso, sin exponer a Atenas a un peligro real. No contiene PARÁBASIS, lo
que supone el principio de un cambio en la forma de la Comedia Antigua.
Del 405 es Las Ranas. Los grandes poetas trágicos, Esquilo, Sófocles y Eurípides, han muerto,
los dos últimos recientemente. Atenas, a pesar de su victoria en la batalla naval de Arginusas el año
anterior, está agotada; necesita sobremanera un consejo digno de confianza como el que podrían darle los
mejores poetas. La obra comienza con el dios de la Tragedia, Dioniso, caracterizado como poseedor de las
flaquezas humanas de los atenienses (débil, vanidoso, crédulo y con pasión por Eurípides) partiendo hacia
el Hades disfrazado de Heracles para traer nuevamente al mundo a Eurípides. El viaje en la barca de
Caronte por el lago se acompaña con el croar de un coro (secundario) de ranas, que da nombre a la obra;
el coro principal lo componen iniciados en los misterios de Eleusis. Tras llegar al Hades, Dioniso sufre
varios percances, al ser confundido con Heracles, pero finalmente es identificado y se le pide que ejrza de
juez en una disputa entre Esquilo y Eurípides por la posesión del trono de la tragedia, tras haber
renunciado Sófocles a su pretensión a favor de Esquilo. Esquilo defiende sus tragedias como superiores en
grandiosidad y propósito moral; Eurípides las suyas como más realistas, aduciendo cada uno críticas a la
obra del otro. Ambos añaden que la obligación del poeta es hacer mejores a los hombres; Esquilo dice que
sus héroes son modelos a imitar; Eurípides que él hace pensar a la gente; pero Esquilo objeta que los
depravados caracteres de Eurípides son la causa de la decadencia moral. Los poetas atacan entonces la
composición de las obras de su antagonista, su lengua, métrica y música. La prueba final, consistente en
que cada poeta recite un verso subido a una balanza para determinar cuál de ellos es el poeta de más peso,
es fácilmente ganada oor Esquilo. Dioniso, aún indeciso, para realizar la elección les pide a cada uno de
ellos que den un consejo para salvar la ciudad. Eurípides pronuncia una de sus características réplicas
enigmáticas y Dioniso elige a Esquilo como representante del viejo espíritu ateniense.
Las dos últimas comedias conservadas, La Asamblea de las Mujeres (391) y el Pluto (388), son
ya del siglo IV y pertenecen a otro ambiente. Disminuyen los ataques personales, los temas son privados
más que políticos, el papel del coro pierde en importancia. Son obras que, en realidad, abren el camino a
la llamada comedia media, a la que sigue, al final del siglo, la nueva, cuyo principal representante es
Menandro. El tema es, las dos veces, el del reparto de los bienes, cosa caracteristica de una época en que
interesan más los temas económicos que los políticos.
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En la Asamblea las mujeres éstas desplaza los hombres e implantan una especie de comunismo, de
reparto de los bienes por igual. El tema desemboca en una serie de episodios cómicos relativos a la
implantación de ese comunismo en la vida sexual. El tema de la obra, unas mujeres que toman la
dirección de la ciudad (de lo cual estaban excluidas en la realidad) y que introducen un sistema
comunitario, tiene algo en común con la Lisístrata; ambas obras representan a las mujeres de Atenas
tomando la iniciativa política y social bajo la dirección de un carácter femenino fuerte, Praxágora. Un
rasgo destacable de la obra, que anuncia el camino que seguirá el teatro en el siglo IV, es el reducido papel
del Coro, que no canta y baila hasta el final. De esta forma, el comediógrafo no tiene que escribir largos
pasajes líricos, que no están ya integrados en la obra, sino que sirven simplemente de entretenimiento en
las rupturas de la acción. No hay PARÁBASIS, ni ruidoso ataque a los políticos, y sí un nuevo estilo de
diálogo del tipo que encontramos más tarde en la Comedia Nueva. La similitud de las reformas de
Praxágora y la propuesta de Platón para la clase legisladora en su república ideal, que no debía de poseer
ninguna propiedad privada, ha sugerido la posibilidad de que Aristófanes esté satirizando a Platón, pero
esto es improbable cronológicamente y además faltan en el texto pruebas de ello. Como resultado de una
conspiración de mujeres dirigida por Praxágora, ella y sus compañeras disfrazadas de hombres lleban la
asamblea, y deciden por gran mayoría una moción que transfiere a las mujeres el control de los asuntos de
estado, hasta ahora en manos de los hombres. Praxágora, una vez que ha sido elegida al frente del nuevo
gobierno, regresa junto a su marido, al que ha puesto en un gran aprieto al haberle cogido sus ropas.
Explica el nuevo sistema social que se va a implantar: comunidad de bienes, comunidad de mujeres y
niños, una participaci´pn equitativa en las relaciones sexuales por parte de viejos y feos, tanto hombres
como mujeres, asegurada por la legislación. A continuación, va al ágora para preparar la recepción de
todas las propiedades privadas y administrar el reparto de lotes para la cena. Un ciudadano decente
asegura que entrega su propiedad; otro escéptico espera a ver qué acarreará el nuevo sistema. Las
consecuencias sexuales van a ser inmediatamente visibles. Un hombre joven llega para encontrarse con su
joven amiga, pero tres mujeres viejas declaran sus derechos de prioridad sobre él, y una triunfa en su
derecho de llevárselo. La obra finaliza con el coro que se apresura para una cena comunal.
En el Pluto este dios de la riqueza, que era ciego, es sanado, y implanta un reparto de las
riquezas conforme a los méritos de cada cual. Crémilo está tan indignado al ver que los malvados
acumulan riquezas mientras los hombres honrados permanecen en la pobreza que, acompañado de su
esclavo Carión, ha ido a consultar al oráculo délfico si debe educar a su hijo para ser bueno o para ser
malo, en el caso de que esto último le haga triunfar en la vida. El dios aconseja a Crémilo abordar a la
primera persona que se encuentre al salir del santuario, y la invite a entrar en su casa. Esa persona resulta
ser un ancianociego; importunado por Crémilo y Carión revela que es Pluto, dios de la Riqueza, a quien
Zeus, por su aversión a los hombres, ha privado de la vista, de manera que, siendo incapaz de distinguir a
los buenos de los malos, los ha de recompensar de forma indiscriminada, sin consideración a la virtud.
Crémilo decide devolver la vista a Pluto, para que se acerque sólo a los hombres honrados. Pluto se
ateroriza ante la venganza de Zeus, pero le persuade de que él mismo es más poderoso que este dios:
puede acabar con los sacrificios de Zeus, al no proveer a los hombres del dinero necesario para
comprarlos. Entonces Pluto consiente en que se le lleve al templo de Asclepio para curarse. Interviene la
diose de la pobreza, y trata de amedentrar a Crémilo, indicándole los desastrosos efectos de lo que se
propone realizar, pues ha sido la Pobreza, principio de todo esfuerzo y virtud, la que ha hecho de Grecia lo
que es. Mas Crémilo no se deja convencer y, junto con Carión, conduce a Pluto hacia el templo. Carión
regresa para contar a la esposa de Crémilo el éxito de la curación con muchos detalles divertidos.
Enseguida llega Pluto y enriquece la casa de Crémilo. Luego acude una serie de visitas: un hombre
honrado, que había sido pobre largo tiempo, ahora ha prosperado; un delator, despechado al verse
empobrecido; una vieja, que ha perdido a su joven amante, pues éste ya no necesita más su dinero; el dios
Hermes, con un hambre atroz; por último, el sacerdote de Zeus, que también está hambriento, puesto que
ya no puede quedarse con la parte correspondiente de los sacrificios. Crémilo busca identificar a Pluto y
sugiere instalar a Pluto en el Tesoro de la Acrópolis. A continuación tiene lugar una procesión con dicho
propósito. Obsérvese que, por mucha que sea la diferencia respecto a las comedias anteriores, continuan
vigentes ciertos rasgos comunes: utopía lograda mediante medios fantásticos, mundo al reves,
enfrentamiento de hombres y mujeres, etc.
VIII.3. Composición y presentación escénica
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VIII.3.1. Fantasía, realismo, sátira
La union de la fantasia y el realismo, la burla y la seriedad, es la esencia misma del arte de
Aristófanes. En sus comedias encontramos la lengua ática de la calle y, al lado, la lengua artificiosa de
los coros. Hay personajes fantásticos y, al lado, otros en que campea la observación del poeta, sin dejar
por eso de estar exagerada o deformada su pintura. El viejo campesino Estrepsiades de Las Nubes,
gruñón y ahorrador, es tan real como su hijo Fidipides, acostumbrado al lujo y al derroche, falto de
respeto y sobrado de desverguenza. Con Estrepsiades pueden compararse Diceópolis, Trigeo y el mismo
Filocleón. Entre todos presentan una imagen del viejo ateniense tradicional. Personajes deformados
caricaturescamente como Sócrates, Eurípides o el general Lámaco no por eso dejan de reconocerse como
verdaderos. La parodia y la satira son también esenciales. Constantemente hay parodia de la epopeya, la
lírica, la tragedia, el lenguaje de los oraculos. Ciertos pasajes son aducidos en momentos intempestivos o
en los que se deducen del contexto sentidos ridiculos; o se deforman las palabras. Hay, incluso, escenas
enteras que parodian pasajes de tragedia. Por ejemplo, cuando Diceopolis va a argüir, en Los
Acarnienses, a favor de Esparta, con la cabeza puesta encima del tajo y con previa promesa de dejársela
cortar si no convence al coro, el poeta imita la escena del Télefo de Eurípides en que este héroe hace la
defensa de los troyanos ante Agamenon. Aunque la libertad de palabra era reconocida a la comedia,
defender a Esparta, incluso en el teatro de Dioniso, requería valor. Aristófanes lo hace sirviéndose de la
parodia: hace reír y plantea una tesis seria al mismo tiempo.
VIII.3.2. Rotura de la ilusión escénica
El arte de Aristofanes practica, siguiendo sin duda lo que era usual en toda la comedia, la rotura
de la ilusión escénica. Esto se ve tanto en la escena coral llamada parábasis como en escenas sueltas. En
la parábasis el coro, sin mascara, se dirige a los espectadores hablando en nombre del poeta. Suele tener
dos partes: una en que, con argumentos cómicos, recomienda la presente comedia para recibir el premio;
otra en que critica al público por no saber reconocer los méritos del poeta o por otras razones. Se trata de
un resto de los antiguos rituales en que un coro lanzaba denuestos al público, lo que se consideraba de
buen aguero.
Aparte de este elemento tradicional, en escenas aisladas el poeta puede romper la ilusión cómica.
Por ejemplo, Trigeo, cuando es llevado por el escarabajo al cielo, se dirige al maquinista rogándole
cuidado no vaya a hacerle caer; o al hacerse un sacrificio en escena, se deja ver que el animal sacrificado
es un simple muñeco; o un coro se burla de su propio disfraz. Por otra parte, pueden lanzarse alusiones o
burlas a ciudadanos atenienses que nada tienen que ver con la trama de la obra. Todo esto es tan
característico como puedan serlo los tipos de escenas cómicas y los tipos de argumentos, sobre los cuales
algo hemos dicho.
VIII.3.3. Escenas fijas
Una comedia comienza con un prólogo en que dialogan varios personajes, generalmente
secundarios, que acaban por contar al público la "invención" cómica. Es usual que después entre el coro
y que haya una serie de enfrentamientos o agones: ya del héroe y el coro contra el antagonista, ya al
revés, ya de dos coros. A lo largo de estos agones, interrumpidos por la parábasis y por escenas
episódicas, se llega al triunfo del heroe. Vienen entonces las consecuencias: una serie de individuos
aprovechados llegan para disfrutar de las ventajas de la paz de Diceopolis o de la ciudad de las aves, etc.,
y son implacablemente expulsados por el heroe en escenas generalmente sin coro. Suele haber también
un sacrificio y escenas de fiesta, que simbolizan la felicidad lograda mediante ese triunfo. En ellas hay
abundante comida y bebida y también, casi siempre, una escena erótica en que interviene el heroe, tratese
o no de una boda. Esta es la coronación de su triunfo.
Se trata de esquemas bastante fijos, en los que intervienen, como hemos dicho, enfrentamientos
de viejos y jovenes, hombres y mujeres, etc., así como intervenciones de dioses, muertos resucitados,
etc., y de recursos mágicos que convierten en posible lo imposible. En definitiva se trata siempre de lo
mismo: de una restauración de la antigua felicidad, abundancía, erotismo, acabando con un sistema
injusto y opresivo. Y a lo largo de la trama hay hueco para presentar, con deformación cómica, desde
luego, pero también con realismo, a los hombres la sociedad ateniense.
VIII.4. Aristófanes y la polis
VIII.4.1. Función didáctica
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TEMA VIII
Al igual que en la tragedia, la comedia presenta una relación de estrecha interacción con el
público. Pero mientras que la relación del tragediógrafo con el público era en cierto modo indirecto y los
valores ético-políticos estaban mediatizados a través de la vivencia mítica, la relación del poeta cómico
con el espectador era más directa y se fundaba sobre una explícita toma de postura sobre los hechos y
personajes de la polis.
En la parábasis de las Ranas dibuja la relación ideal entre comedia y colectividad, asignando al
comediógrafo el papel de suministrar enseñanzas y consejos útiles a la ciudad. Al comediógrafo le estaba
reservada la posibilidad de intervenir, desde una especie de palco privilegiado, al debate comunitario. Es
natural pensar que el estrecho control ejercido por el público debió impedir la toma de posiciones
individualistas por parte del comediógrafo, inclinado a satisfacer los gustos y opiniones de sus
espectadores. Pero con la decadencia de la polis (tras la derrota de Atenas en el 405 en Egospótamos) se
observa una evolución hacia posturas más objetivas, anticipando la Comedia posterior.
VIII.4.2. Criticas e ideales
Un poeta cómico no es un ideólogo: no presenta un programa concreto para la reforma de la
ciudad. Y algunas de sus ideas de salvación no podían ser tomadas en serio por él mismo, evidentemente.
Pero ataca concretamente situaciones como son la guerra, el abuso de poder, las desigualdades en el
reparto de los bienes, la introducción de nuevas ideologías y maneras de pensar. Hay en él un temple
pacifista y humano, igualitario en cierto modo por lo que respecta a las relaciones entre los sexos o al
problema de la distribución de la riqueza. Está, evidentemente, enfrente de la política belicista e
imperialista, del abuso de poder de ciertos políticos. No del regimen democrático en si.
Su ideal de vida está puesto en los buenos viejos tiempos, incluso en la edad de Crono: en la
alegría de la fiesta, la comida, la bebida, el sexo. La comedia, que se representa en las fiestas dionisiacas,
en cierto modo pone en escena, como un ideal, esos rasgos. Pero resulta que ese pacifismo y ese
igualitarismo son al mismo tiempo idea de los espíritus más modernos de Atenas, como Eurípides y
ciertos sofistas. Aristófanes, que los critica, no deja de tener puntos comunes con ellos.
Y, sin embargo, se obstina en censurar la nueva educación, las nuevas costumbres alejadas de la
antigua austeridad: el poeta cómico, por definición, es contradictorio. Todos los representantes del
espiritu "moderno", un Euripides, un Sócrates, los sofistas, son condenados precisamente como
desmoralizantes. Eurípides, nos dice Aristófanes en Las Ranas, presenta en la escena mujeres
enamoradas en vez de guerreros llenos de valor, como hacia Esquilo.
Es que para Aristófanes el papel del poeta sigue siendo el del maestro del pueblo. El considera
que personalmente desempeña ese papel cuando ataca a los belicistas de Atenas. Al tiempo, no deja de
añorar la vieja educación austera, basada en inculcar valores tradicionales y despreocupada de las
especulaciones filosoficas.
VIII.4.3. Progresismo y tradición
La pregunta de si Aristófanes es un progresista o un conservador no puede, por lo tanto, ser
contestada de una manera tajante. Tiene de lo uno y de lo otro, combinando ambos elementos en una
forma extraña para nosotros. Sus tendencias pacifistas, igualitarias, humanitarias, volcadas a la vida
privada, no solo nos recuerdan las de sus contemporáneos más avanzados, como Eurípides, sino que nos
llevan a la edad helenística. Otras veces, sin embargo, es extrañamente reaccionario. No es capaz de
distinguir entre las doctrinas socráticas y la idea de que la justicia es la voluntad del poderoso o la del
hombre hábil.
Más todavía, Aristófanes critica duramente el sistema habitual de la democracia ateniense de
pagar un salario a los jueces y a los que detentan los cargos públicos: para él esto es puro abuso, pura
induccion a la vagancia. Pero el régimen democrático sólo de esta manera podía hacer participar en la
política activa a personas que tenían que ganarse la vida con su trabajo. En este punto Aristófanes
suscribe posiciones de los oligarcas.
En lo relativo a la religión, hay que introducir muchos matices en el juicio que se haga sobre
Aristofanes. En líneas generales, hay que decir que sostiene la religiosidad como una más de las viejas
virtudes que admira y que critica a las nuevas generaciones de gente atea y descreiída. Ahora bien, la
parodia de los dioses y del mito era habitual en la comedia y Aristófanes no es una excepcion en esto: era
parte normal de la fiesta, no se consideraba irrespetuoso. No nos extrañe, pues, encontrar una escena
como aquella de Las Aves en que Pistetero logra embromar y burlar a Heracles, aprovechándose de su
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credulidad y glotonería. Y, sin embargo, aquí y allí hallamos ciertos toques de crítica de los dioses que
nos parecen excesivos. Da la impresión de que la ideología de los sofistas, que tanto combate, no ha
dejado de afectarle de alguna manera. Los trucos y recursos de sus héroes, su desverguenza, pueden ser
una prueba más de lo mismo.
VIII.4.4. Comedia política y utopía
La comedia ateniense del s. V es fuertemente política, centrada en la vida de la polis, y censora
mordaz de la política ciudadana; una comedia que sólo se entiende en el seno de la democracia, o sea, de
un sistema político en que los individuos pueden rivalizar por prestar al estado sus más honestos y
desinteresados servicios. La “comedia política” es, por tanto, inseparable de la lucha política, de la
oposición de partidos, de un público interesado en la cosa pública, de unos espectadores con capacidad
para tomar decisiones. La comedia política la crea el poeta para deleitar con ironía y la sátira y, a la vez,
para exponer grandes ideas, nobles y patrióticas. La comedia política pretende enseñar, formar al
ciudadano de la polis, salvar a la ciudad. Es, con frecuencia, reaccionaria porque solo es posible
caricaturizar lo actual, lo conocido, y sólo se piede idealizar lo pretérito, lo pasado. Censura para hacer
reír, porque la esencia de lo cómico es un contraste entre lo que se percibe y lo que se esperaría percibir.
Utopía significa irrealidad, falta de suelo (ou=”no”, topos=”lugar”) en que apoyar los pies, mera
teoría fruto del pensar abstracto que no encuentra lugar en que realizarse sobre este mundo. Se
comprenderá, pues, el relevante papel que la utopía desempeña en la comedia política. Es un medio del
que se vale el poeta para someter a crítica cómica los males de la época y censurar con ironía
desesperanzada los desarcetados rumbos de una política que ya es imposible enderezar. Este es el caso
de obras como Las Aves, Lisístrata, y Asambleístas. En esta última se aprecia con claridad la función de
la utopía: en la Atenas de este momento, donde había que pagarles una paga a los ciudadanos como
señuelo para que acudieran a la Asamblea, el comunismo de bienes aprobado en la obra por votación de
la Asamblea es el más impensable de los decretos que puede votar un pueblo más interesado en ganar
una miseria que en atender a la política ciudadana, por la que no siente la más mínima preocupación.
Escenas como éstas nos demuestran la consanguineidad de lo cómico y lo utópico. Lo uno y lo otro
suponen un escape de la realidad, un contraste respecto a los esquemas normales y previsibles. Los
famosos chistes marrones que han hecho las delicias de nuestros infantiles oídos y los no menos famosos
chistes verdes que relajan la tensión de tantos sesudos varones, no son en el fondo más que una evasión
de las estrictas normas que impone el tabú social. Quien los cuenta y quien los escucha se abstraen de sus
prosaicas preocupaciones y se toman un respiro festivo.
La comedia ática busca la carcajada apotropaica que permite, al igual que el estornudo, que los
malos espíritus traspasen el “cerco de los dientes”, como decía Homero. La catarsis se realiza tanto en la
tragedia como en la comedia; en la primera, como consecuencia de la contemplación de un modelo
ejemplar e inimitable con el que el espectador se identifica; en la segunda, por las aspiraciones que el
inferior héroe cómico hace surgir en el ciudadano normal. Si la tragedia por efectos de la piedad y el
miedo que produce la purificación de nuestro espíritu, la comedia nos embriaga con la ilusión
momentánea que nos produce contemplar la distorsión de la vida real, una deformación conscientemente
apetecible por nuestras ansias de evasión. También la utopía responde al propósito de escapar de un
mundo que no satisface, de buscar a la sola luz de la razón teórica nuevos planes de acción aún no
probados que sustituyan a los existentes, que han resultado ineficaces.
VIII.5. Temas de Aristófanes
Coherente con la orientación con la orientación conservadora en el campo político, en el campo
cultural Aristófanes también defiende los valores tradicionales
VIII.5.1. La aversión contra los sofistas
Criticó la nueva filosofía sofística que, con una cierta dosis de distorsión, quería ver
personificada en la figura de Sócrates (como probablemente era opinión común entre los atenienses de la
época). La polémica contra Sócrates se relaciona con la defensa de la educación tradicional frente a la
nueva teoría educativa de tipo retórico-sofístico (en las Nubes –v. 992 y ss.- el matemático Metón
personifica todos estos sofistas que dedican su inteligencia a estudios inútiles y peligrosos).
VIII.5.2. La degradación social
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Tras algunos otros problemas sociales denunciados por Aristófanes está el del delator (en griego,
el sikophante, un ciudadano que lleva a juicio a otro, bajo cualquier acusación, para llevarse, si éste
último es condenado, parte de su riqueza), un personaje puesto particularmente en el punto de mira de su
comedia, en el cual el autor personifica la degradación de la solidaridad comunitaria (sobre la corrupción
y corruptibilidad del pueblo véase los Caballeros) y la decadencia de una correcta práctica judicial (las
Avispas).
VIII.5.3. La figura de la mujer
En lo que se refiere a la posición de la mujer en la sociedad ateniense (ver las Tesmoforías,
Lisístrata y Asambleístas), según los esquemas de una comicidad ideológicamente conservadora,
Aristófanes no ahorra a la mujer ninguna de las críticas típicas de una sociedad integralmente machista.
Verdaderos catálogos de los defectos femeninos se encuentran en las Asambleístas (224) y Tesmoforías
(392) donde la mujer es acusada de traicionera, adúltera, borracha, sexualmente desenfrenada, etc.
VIII.5.4. La crítica literaria
En su ideología conservadora Aristófanes continuó viendo la literatura con una principal función
educativa; por esta razón ve en Eurípides la causa de la decadencia de la tragedia y el corruptor de las
tradiciones, asociándolo a sofistas y retores, condenándolo por su realismo privado de perspectiva ética,
por su racionalismo corrosivo de valores arcaicos. En realidad, sobre el plano propiamente teatral fue un
atento observador, e incluso imitador, de la sabiduría dramática de Eurípides.
VIII.6. Lengua y estilo
Aristófanes constituye un testimonio fundamental para nuestro conocimiento de la lengua ática,
a pesar de que el registro de fondo sea un habla urbana (lengua coloquial de Atenas). Sin embargo,
algunos personajes hablan griego macedónico (Tríbalo en las Aves, el arquero escita en las Tesmoforías),
otros reproducen el habla retóricamente ordenada de los jóvenes aristócratas (Caballeros). Para
personajes de regiones distintas del Ática se usan dialectos acordes con su procedencia. En fin, gracias a
Aristófanes nuestro conocimiento de la lengua griega es bastante mejor.
VIII.7. Transmisión y pervivencia
No se tiene noticia de la fortuna escénica de la comedia debido a la representación de los
concursos: mientras que la tragedia se volvía a reponer una y otra vez, a la muerte del último gran
trágico, esto no ocurrió con la comedia, lo que preservó el texto de la comedia de la corrupción del texto
a manos de los actores que las reponían, tan frecuente en el texto trágico. El primer momento de fortuna
de Aristófanes es la actividad de los filólogos alejandrinos, para quienes la comedia era apreciada como
fuente de buen hablar ático, de palabras arcaicas y ya no usadas, etc. Diversos factores han
obstaculizado, más tarde, la fortuna de Aristófanes: la estrecha relación de la comedia con su realidad
contemporánea, lejana y desconocida ahora, la presunta inmoralidad de los temas, etc. Las dos comedias
que más fortuna han tenido son las Nubes (testimonio de Sócrates)y las Ranas (como testimonio directo
del teatro trágico). En el medievo y en el humanismo la más imitada ha sido el Pluto, por su alegoría del
tema de la riqueza/pobreza fácilmente utilizable con miras moralizantes (Ben Jonson The Staple of News
1625). En las Aves se inspiraron P. Le Loyer (1578) y Goethe (1780), mientras que las Avispas lo hizo
Racine en Les Plaideurs (1668). El siglo pasado fueron las comedias sobre tema feminista las que más
fortuna tuvieron, en particular Lisístrata por su disponibilidad a una interpretación en clave simbólica de
la oposición entre los sexos.
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