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CÍENCÍAS
NATURALES
ral, en quien la tribu o Clan, reconocía a un antepasado,
un protector y un estandarte, o signo de reunión. Estos
objetos son los que están pintados en las rocas y cavernas; y ante ellos, hacen danzas, ritos, culto, magia y
demás demostraciones de homenaje y adoración. Como
los Clanes se agrupan entre sí y cada uno tiene su tótem;
por eso son varios los animales pintados. De estas analogías, entre las tribus salvajes actuales, sus pinturas y
ritos, con las pinturas rupestres de las citadas cuevas y
con el grado de cultura y disposiciones fisiológicas de los
hombres del paleolítico superior, deducen los sabios: que
en aquellas apartadas edades, los hombres tenían Culto y
Religión y cuál debía de ser; es decir, la Zoolatría.
También de la disposición de las sepulturas en que se
han encontrado los restos del hombre del paleolítico superior, deducen el respeto a los muertos, Ta creencia en
otra vida después de la presente; en suma, el Culto, que,
de una u otra forma, representan el sepulcro, el menaje
fúnebre y demás circunstancias del enterramiento.
Realmente tienen valor todas estas razones en lo que
se refiere a la época a que corresponden las pinturas, los
sepulcros, los túmulos, dólmenes o menhires; es decir,
desde el Auriñacense, o sea desde la primera etapa del
paleolítico superior.
Menéndez Pelayo, en el primer tomo de la segunda
edición de la «Historia de los Heterodoxos», se ocupa
felizmente de estás cuestiones y recoge con acierto cuanto
los ¡autores han consignado en libros, memorias y revistas; pero, repito, no traspasan estos estudios los límites
de antigüedad que acabamos de fijar.
¿Y antes, el paleolítico inferior, en el Chelense, Acheulense y Mnsteriense, los hombres tuvieron Religión? A
priori, apoyados en nuestras creencias y respetos a la
Santa Revelación, contestamos: que la tuvieron y seguramente más espiritual y elevada.
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