debate - Aula de Historia

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DEBATE
Estudio de fuentes históricas
(Análisis comparativo)
En la siguiente actividad nos reuniremos por grupos y nos repartiremos las siguientes
visiones de la Independencia, elaboradas por connotaos historiadores.
INSTRUCCIONES:
El curso se dividirá en 3 grupos, a cada uno de ellos se le asignará una fuente histórica la
cual deben analizarla y preparar una exposición.
Una vez que los grupos exponen sus argumentos defendiendo su postura comienza el
debate.
Alfredo Jocelyn-Holt, La Independencia de Chile. Tradición, modernización y mito,
Editorial Mapfre, Madrid, 1992, pp139 y 140.
La fuerza de las circunstancias y la improvisación llevaron a la conformación de un
Estado independiente.
Los sucesos de España produjeron desconcierto, temor y perplejidad. Se reaccionó con
medidas de emergencia y ensayos constitucionales. Y así, contingentemente, con una curiosa mezcla de prudencia e improvisación, se fue tomando conciencia del vacío de poder
dejado por una monarquía acéfala y del consiguiente potencial autónomo que ello implicaba para la sociedad local. El desmoronamiento final de la antigua legitimidad fue
accidental, su sustitución sé hizo a tientas.
A la crisis, institucional de la monarquía le siguió un período de autonomía jurídica y
política que se manifiesta en el establecimiento de la Primera junta de Gobierno y en la
convocatoria del primer Congreso Nacional. Una vez consolidada la autonomía, esta etapa
se paraliza, al producirse un equilibrio de fuerzas con estrategias opuestas, situación que
comienza a resolverse con la aparición del personalismo caudillesco de José Miguel
Carrera. convirtiéndose en acelerador de cambio. Dicho personalismo se trata de legitimar
en términos político-ideológicos de corte abiertamente republicano, acrecentando la
distancia con una monarquía meramente formal.
Esta creciente escisión se profundiza aún más con el fracaso del ejército patriota frente a
las expediciones ordenadas por el virrey del Perú. La guerra acelera el proceso de
distanciamiento y termina por constituirse en el mecanismo resolutorio ulterior. En síntesis,
la fuerza de los acontecimientos, la contingencia coyuntural, la improvisación y el ensayo
hacen derivar las opciones hacia un orden nuevo autónomo e independiente.
Simon Cullier y William Sater. Historia de Chile, 7808-9994,
CambriM Unisersity Press, Madrid, 1998, pp. 40 y 41.
La independencia chilena fue consecuencia directa del trastorno provocado por las
guerras napoleónicas en Europa.
La llegada de la independencia de la Capitanía General (y de la mayor parte del resto de
la América española) fue una consecuencia directa del gran trastorno provocado por las
guerras napoleónicas en Europa. (...)
La noticia de que Fernando VII había sido destronado llegó a Chile en septiembre de
1808. La reacción inmediata fue de intensa y ferviente lealtad a la madre patria. Una vez
más, los criollos enviaron donaciones para ayudar a la guerra; los jóvenes de alcurnia de
Santiago (Francisco Antonio Pinto, entre ellos) lucían imágenes de Fernando VII en sus
sombreros. A medida que pasaban los meses, sin embargo, este espíritu de lealtad cambió.
Puesto que la propaganda española apuntaba a una estructura más liberal para el imperio,
algunos criollos comenzaron a sopesar si no sería deseable tomar el control de los asuntos
de la colonia. La presión en este sentido provenía de tres fuentes principales: Los criollos
instruidos, que ya antes habían promovido la reforma económica y social sentían ahora que
este cambio podía lograrse mejor a través de la creación de un gobierno chileno autónomo,
aunque siempre en el interior del Imperio español. Un mayor número, quizá, veía el
régimen nacional como un medio para obtener más fácilmente el tan deseado acceso a los
cargos públicos. Y también estaba ese ínfimo puñado de separatistas y revolucionarios a
ultranza, para los cuales las dificultades de España eran la oportunidad para Chile. Para el
gobernador y la Audiencia, de más está decirlo, incluso la más leve de estas proposiciones
sonaba a subversión.
Sergio Villalobos, Tradición y reforma en 1870. Ediciones de la
Universidad de Chile, Santiago, 1961, p.11.
Es indispensable, también, para enfocar los antecedentes (de la independencia), tener
una visión total del proceso hasta sus últimas etapas, en lugar de basarse
exclusivamente en la documentación de un momento. Así, por ejemplo, antes de
decidir si el desarrollo de Chile hacia 1810 era suficiente para provocar la
Independencia, forzosamente hay que compulsar una documentación que llega hasta
1818, y aun más allá. Sólo de este modo pueden apreciarse correctamente las ideas y
sentimientos que movían a los hombres en los comienzos de la revolución. Aunque en
nuestro t r a b a j o a n a l i z a m o s una etapa que concluye en 1810, no por eso hemos
dejado de estudiar la documentación posterior y de tenerla presente en cada una de
nuestras aseveraciones.
Para una comprensión adecuada de la revolución emancipadora, se hace necesario
distinguir dos etapas separadas por el año 1810: Antes de ese año, hay .te considerar
principalmente el desarrollo que el país ha experimentado bajo el período colonial,
con su secuela de aspiraciones y descontento. Después de 1810, entran en juego, cada
vez con mayor insistencia, influencias venidas de fuera, que son determinantes en la
peligrosa inclinación por la cual se deslizan los hechos. Debe agregarse a ello el odio
profundo contra el español, que surge y alcanza su momento más vívido en la
Reconquista, 1814-1817, resultando el factor esencial del rompimiento.
Estructura del debate:
 3 minutos máximo de exposición de la visión del historiador
 2 minutos puntos en conflicto.
 1 minuto réplica
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