“LA PARADOJA DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y EL

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“LA PARADOJA DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y EL
DESAFÍO DE LOS DOCENTES”
Carmen Caamaño
FHCE - UDELAR
En relación a las terminologías conceptuales
La revisión bibliográfica nos ofrece evidencias de usos diferentes en las
terminologías utilizadas en distintos ámbitos y en distintos países acerca del tema que
nos convoca. Así se ha hablado y se habla de: ‘sociedad del conocimiento’; ‘sociedad de
la información’; ‘sociedad en red’. O sea, ‘sociedad del conocimiento’ es una más de las
expresiones utilizadas para describir, analizar y reflexionar acerca de los cambios
sociales que se están produciendo actualmente. Sin embargo, se deben hacer algunas
precisiones.
Karsten Krüger (2006)1 ha realizado unos interesantes estudios acerca del uso
de estas expresiones.
Señala que las mismas surgieron en distintos contextos
lingüísticos y se no son sinónimos sino que conllevan diferencias conceptuales, en unos
casos, mínimas y en otros, significativas.
La expresión ‘sociedad del conocimiento’ se habría impuesto desde principios
de la década de los 90 en el ámbito lingüístico germánico, mientras que en el ámbito de
habla hispana y anglosajona la adopción y uso de
tardíamente.
esta expresión se dio más
En estos ámbitos, se hablaba, básicamente, de ‘sociedad de la
información’. Manuel Castells (1996, 1998 – 2006) acuñó la expresión ‘sociedad en
red’, cuyo significado podría ubicarse entre las dos expresiones mencionadas: ‘sociedad
del conocimiento’ y ‘sociedad de la información’.
Actualmente, la expresión ‘sociedad del conocimiento’ ha ido ganando terreno y
ha llegado a desplazar a las otras dos. Evidentemente ello implica cambios conceptuales
que
no serían inocentes.
La idea de ‘sociedad de la información’ se usaría,
básicamente, cuando se trata de aspectos tecnológicos y sus consecuencias en el
crecimiento económico y el empleo.2 La idea se apoya en la consideración de que “…la
producción, la reproducción y la distribución de la información es el principio
constitutivo de las sociedades actuales.”
1
2
Krugüer, 2006, Dra. en Sociología, Universidad de Barcelona
Cf. Krugër (2006:3)
1
Cuando esta expresión es sustituida por la de ‘sociedad del conocimiento’, el
‘conocimiento’ “…como principio estructurador de la sociedad moderna…” (Krugër,
2006:3). Cuando se usa esta expresión se estaría resaltando la importancia del
conocimiento para lograr cambios en la estructura económica y en los mercados
laborales y, por supuesto, cambios para la educación.
La noción que promueve Castels (1996. Vol. 1 p. 47): ‘sociedad en red’ habría
aparecido como un concepto alternativo.
No se trataría de la ‘sociedad de la
información’ puesto que el autor distingue entre ‘información’ (comunicación del
conocimiento, cuestión fundamental para todas las sociedades) e ‘informacional’. Con
esta última expresión, el autor se refiere a “…una forma específica de organización
social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se
convierten en las fuentes fundamentales de productividad y el poder, debido a las
nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico”.
Orígenes históricos de la idea de sociedad del conocimiento
De acuerdo a Krugër (2006), la génesis de esta expresión dataría de los años 60
cuando se analizaron los cambios en las sociedades industriales. A partir de ese
momento se habría incorporado la noción de ‘sociedad post – industrial’. El sociólogo
Drucker (1959)3
pronosticaba la aparición de una nueva capa social: la de ‘los
trabajadores del conocimiento’ y la tendencia hacia una sociedad del conocimiento.
En palabras de Krugüer: “Este tipo de sociedad está caracterizada por una
estructura económica y social en la que el conocimiento ha sustituido al trabajo, a las
materias primas y al capital como fuente más importante de la productividad,
crecimiento y desigualdades sociales”.4
En este sentido, es importante la consideración del trabajo de Bell (1973; 20015)
acerca de la ‘sociedad post – industrial. Al respecto, Krugër (2006:3), aludiendo al
autor mencionado, señala que “Este concepto expresaría la transición de una economía
que produce productos a una economía basada en servicios y cuya estructura
profesional está marcada por la preferencia a una clase de profesionales técnicamente
cualificados. El conocimiento teórico se ha convertido, según este enfoque, en la fuente
3
Citado por Krugër (2006)
Krugüer remite a la obra de Drucker de 1994 (2006:2)
5
Citado por Krugër (2006:3)
4
2
principal de innovación y el punto de partida de los programas políticos y sociales.
Este tipo de sociedad está orientado hacia el progreso tecnológico y la evaluación de la
tecnología y se caracteriza por la creación de una nueva tecnología intelectual como
base de los procesos de decisión”.
A partir de los 90 resurge con fuerza la expresión ‘sociedad del conocimiento’
tanto en la política como en las ciencias sociales. El término, al contrario del de la
‘sociedad de la información’ va más allá de la base tecnológica para caracterizar la
sociedad actual que intentar resaltar las diferencias con la ‘sociedad industrial’. Sin
embargo, al decir de Krugër (2006), no queda lo suficientemente claro qué se entiende
por ‘sociedad del conocimiento’.
En este sentido, Heidenrerich6 señala cuatro definiciones que llevarían a la
construcción de un concepto, en su opinión, demasiado general. El mismo involucrarían
cambios en: las áreas tecnológicas y económicas muy vinculadas a las TIC; cambios en
el ámbito de la planificación de la educación y la formación; cambios en el ámbito de la
organización (gestión del conocimiento); y cambios en el trabajo (trabajo del
conocimiento).
Ante un concepto general, el autor llama a la prudencia y a mantener una postura
razonablemente escéptica.
Krugër (2006:5, 6)
sostiene que “El concepto actual de la „sociedad del
conocimiento‟ no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como
un factor de cambio social entre otros, como, por ejemplo, la expansión de la
educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los
procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades.
Crece la
importancia del conocimiento como recurso económico, lo que conlleva la necesidad de
aprender a lo largo de toda la vida. Pero igualmente crece la conciencia del no –
saber y la conciencia de los riesgos de la sociedad moderna”.7
Este planteo llevaría a la necesidad de preguntarse por los fundamentos del
concepto, empezando por preguntarse ¿qué es el conocimiento? ¿Es una representación
objetiva o subjetiva del mundo o tiene de ambas? ¿Es un esquema cognitivo que se
considera verdadero pero al mismo tiempo es variable? ¿Es la capacidad de acción
social? ¿Es más conocimiento? Etc.
6
7
Citado por Krugüer (2006)
Negrita nuestra
3
Son diversos los autores han intentado dar respuesta a estas preguntas desde
distintas perspectivas y ninguna respuesta parece llegar a la completud.
El crecimiento del no – conocimiento como paradoja de la sociedad del
conocimiento
El sociólogo N. Stehr (2000)8 resalta la fragilidad de la sociedad del
conocimiento al subrayar que lo avances tecnológicos y científicos son una de las
causas de la incertidumbre actual. Pone como ejemplo, entre otros, la fragilidad de los
mercados financieros y comerciales.
Según el autor, el aumento del conocimiento científico y su amplia difusión
causaría incertidumbre, fragilidad y contingencias. En ese sentido podría decirse que el
mayor conocimiento produce también más desconocimiento.
“Mientras los
conocimientos aumentan con gran rapidez, el saber de lo que no sabemos aumenta con
velocidad aún más vertiginosa. Por lo tanto, uno de los rasgos de la „sociedad del
conocimiento‟ es el aumento de las zonas de incertidumbre convirtiendo la ignorancia
– entendida como el desconocimiento del no – conocimiento – en incertidumbre –
entendido como el conocimiento del no – conocimiento (sé que no sé)”.9
Para los autores citados, la ‘sociedad del conocimiento’ no se caracterizaría por
la extensión del conocimiento reduciendo el desconocimiento, sino por ciertas prácticas
experimentales que producirían conocimiento pero, al mismo tiempo, más
desconocimiento, incertidumbre e inseguridad.
La ‘sociedad del conocimiento’ haría pensar en que se puede alcanzar una
mayor igualdad social a través de esfuerzos educativos y formativos. Sin embargo, los
autores estudiados en esta línea de pensamiento son más bien pesimistas al respecto.
Uno de los argumentos que ofrecen es la creencia de que un aumento general del nivel
de cualificación de la población y un aumento de las titulaciones académicas causarían
una devaluación de estos títulos.
“… una alta cualificación no serviría ya para
conseguir subir escalones sociales sino „solamente‟ evitaría bajarlos” (…) Sin que se
cambien los mecanismos básicos de la socialización – en la sociedad moderna –
seguirán produciéndose desigualdades y discriminaciones sociales” (Krugër, 2006:9).
8
9
Citado por Krugüer (2006:7, 8)
Krugër (2006: 7, 8)
4
Gorz (2001)10 va más allá y (cf. con Krugër: 10) “…argumenta que actualmente
no se debe hablar de una „sociedad del conocimiento‟ sino del „capitalismos del
conocimiento‟ que pretende convertir el conocimiento en una forma de capital
inmaterial y, por lo tanto, en propiedad privada de empresa, dándole el mismo trato
que al capital material”.
Krugüer (2006:11) termina diciendo que “Una „sociedad del conocimiento‟ no
es necesariamente más igualitaria que la „sociedad industrial‟”.
Desafíos para la docencia
En relación a la docencia en este contexto de la sociedad del conocimiento, nos
encontramos ante otra paradoja: la profesión misma de enseñar. La misma sería una
profesión paradójica (Hargreaves, 2003). Entre todas las actividades es a la enseñanza a
la que se le exige más. Y ello, a pesar de, como sostiene Meirieu (2001:19)11 es una
profesión que está siempre signada por la sospecha. Justamente, uno de los capítulos de
su libro “La opción de educar”, se refiere a la educación como “Una profesión bajo
sospecha”.
Pero, ¿por qué Hardgreaves se refiere a la enseñanza como una profesión
paradójica. Nos remitimos a sus propias palabras: “De todos los trabajos que son o que
aspiran a ser una profesión, sólo de la enseñanza se espera que cree habilidades y
capacidades humanas que deben permitir a individuos y organizaciones sobrevivir y
tener éxito en la sociedad del conocimiento actual. Se espera de los docentes, más que
de cualquier otra profesión, que construyan comunidades de aprendizaje, que creen la
sociedad del conocimiento y que desarrollen las capacidades para la innovación, la
flexibilidad y el compromiso con el cambio que son esenciales para la prosperidad
económica. Al mismo tiempo, se espera de los docentes que mitiguen y contrarresten
muchos de los inmensos problemas que crean las sociedades del conocimiento, tales
como un consumismo excesivo, una pérdida del sentido de comunidad y la ampliación
de las brechas entre ricos y pobres. En cierto modo, los docentes deben apañárselas
para alcanzar a la vez estos objetivos, aparentemente contradictorios. Esta es su
paradoja profesional” (Hardgreaves, 2003:19).
10
11
Citado por Krugüer (2006)
Meirieu, 2001, La opción de educar
5
El autor en su obra: „Enseñar en la sociedad del conocimiento‟ expone con
lucidez lo que sería el papel de los enseñantes en esta sociedad. Considera que sería
más apropiado hablar de una ‘sociedad del aprendizaje’. Nos alerta acerca de los
peligros que entraña el contexto en el que nos tocó vivir, lleno de inseguridad,
incertidumbre, cambios acelerados, etc. Y, al mismo tiempo, esas mismas dificultades
se constituirían en un desafío que nos invita a afrontarlas con creatividad y compromiso.
Enseñar en esta sociedad del conocimiento exigiría a los docentes enseñar para
la creatividad. Esto no es fácil puesto que nos encontramos con múltiples dificultades
que impiden convertir la enseñanza en una verdadera profesión del aprendizaje, entre
otras cosas porque los enseñantes se ven sometidos a múltiples ataques públicos.
Y aún más, se ha conseguido que el colectivo docente vea erosionada
autonomía de criterio y sus condiciones de trabajo.
la
Se le ha cargado tanta
responsabilidad que se ha logrado apagar vocaciones, provocar abandonos anticipados y
demás.
“Gran parte de su desilusión reciente con la enseñanza, no es tanto el
resultado del envejecimiento y el cansancio, como de su propia reacción hacia la
pérdida de visión dentro del sistema educativo público, y la estrechez de miras cada vez
más creciente en las finalidades. Estos docentes están desmoralizados porque se les ha
robado sus fines” (Hargreaves, 2003:225).
¿Qué significa ser docente en la sociedad del conocimiento?
Aparentemente, ¿sería una triste carga? Los docentes en esta sociedad del
conocimiento estarían acuciados por tres imperativos:
Ser catalizadores de la sociedad del conocimiento y de todo lo que promete.
Ser un colectivo contrahegemónico de la sociedad del conocimiento y de sus
amenazas a la inclusión, la seguridad y la vida pública.
Ser víctimas en esta sociedad del conocimiento en relación a que las crecientes
expectativas de la educación se encontrarían en soluciones estandarizadas de
costos mínimos
Un nuevo profesionalismo hace falta que vaya más allá de la sociedad del
conocimiento. Para Hargreaves (2003), enseñar más allá de la sociedad del
conocimiento implicaría un mandato moral.
En palabras del autor: “…convertir de nuevo la docencia en una profesión
moral, con visión, en la que los docentes conozcan y se preocupen por su mundo a
la vez que por su trabajo, y como parte de éste. Significa que los docentes recuperen
6
su estatus, su dignidad como algunos de los principales intelectuales de la sociedad,
y no sigan siendo técnicos e instrumentos de los programas de otras personas”
(Hargreaves, 2003: .224).
“Comprometernos con la sociedad del conocimiento y sus consecuencias
humanas exige que hagamos de nuevo de la docencia una misión social y una
profesión creativa y apasionada (…) La sociedad del conocimiento pertenece a
todos” (Hargreaves, 2003: 226, 230).
“Ha llegado el momento de que se reconozca, en la educación, el derecho de
todos a tener acceso a ella y a comprometerse con sus más altos niveles. Se precisa
ingenio, inversión e integridad, así como identidad cosmopolita, de todos nosotros.
Si no es así, todo lo que tendremos será inseguridad, o cosas peores, y será lo que
nos merecemos” (Hargreaves, 2003:231).
“Enseñar en la sociedad del conocimiento no puede ser un refugio para
carreras de segunda opción, un sistema de provisión técnica de bajo nivel (…)
enseñar en la sociedad del conocimiento, más bien debería ser una carrera de
primera opción, un trabajo para intelectuales adultos, un compromiso a largo
plazo, una misión social, un trabajo de por vida (…) la enseñanza nunca debería
conformarse con menos” (Hargreaves, 2003:83).
Bibliografía
CASTELLS, M (1996) La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Vol.
1 La Sociedad Red. Madrid: Alianza.
CASTELLS, M (1998) La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Vol.
2. El poder de la identidad. Madrid: Alianza.
CASTELLS, M (2006) La era de la información. Economía, Sociedad y Cultura. Vol.
3. Fin de Milenio. Madrid: Alianza.
HARGREAVES, A. (2003) Enseñar en la sociedad del conocimiento. Barcelona:
Octaedro.
MEIRIEU, Ph. (2001) La opción de educar. Ética y pedagogía. Barcelona: Octaedro.
Revistas
7
KRUGÜER, K. (2006) El concepto de la sociedad del conocimiento, en Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales (Serie documental de Geo Crítica),
Universidad de Barcelona. Volumen XI, N° 683, 25 de octubre de 2006.
www.ub.edu/geocrit/b3w-683.htm
8
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