papel del maestro (a) en la transformación social

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PAPEL DEL MAESTRO (A) EN LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL
"Con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar:
el arroyo de la sierra, me complace más que el mar..."
José Martí, Versos sencillos, 1891
Para analizar el papel del maestro en la coyuntura actual y sobre todo su contribución a la
transformación social, tenemos primero que preguntarnos en qué pais vivimos, en que
situación estamos y en ese marco contextual preguntarnos acerca del rol que debe
desempeñar el profesional de la docencia.
Para contextualizar nuestro papel como educadores hay preguntas iniciales que surgen:
 ¿Cuál es la educación pertinente en un país en permanente conflicto social y
armado?
 ¿Cuáles son las razones de éste conflicto interno?
 ¿Cuáles son los retos que tiene la educación en Colombia y en el mundo actual?
 ¿Qué tipo de país, de sociedad, queremos forjar?
 ¿Qué tipo de jóvenes vamos a contribuir a formar?
 ¿Nos conformamos con ser agentes-operarios del sistema para reproducirlo o
como sujetos autónomos generamos alternativas para construir un mundo mejor?
 ¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos?
En el contexto actual la educación exige un replanteamiento de su misión, de la escuela y
de los educadores.
En su sentido más profundo, educar no significa enseñar y mucho menos entrenar para
pensar, actuar o sentir de una determinada manera. Educar significa abrir horizontes que
hagan posible la afirmación del sujeto y su participación de forma responsable en la
elaboración cotidiana de la vida en sociedad. El acto educativo es un acto liberador que
apela a la razón a través del diálogo para que cada persona reconozca tanto su riqueza
interior como las características de su cultura y las ponga en interacción con el propósito
de tomar las riendas de su propio destino y de participar con otros en la construcción de
la historia. El significado más amplio de la educación es formar sujetos autónomos, que
tengan capacidad de poder individual y colectivo, no sólo en la toma del poder, sino
también en el poder cotidiano, que sean capaces de exigir sus derechos, mejores
servicios,
funcionarios competentes, lograr el reconocimiento de los otros y
comprometerse con un proyecto social y político fundado en la dignidad humana y la
solidaridad, para transformar la realidad existente.
El compromiso del sujeto con un proyecto social y político significa su capacidad para
generar organización y, desde allí, ejercer poder ciudadano sobre los asuntos públicos.
Este proyecto debe potenciar y favorecer la dignidad humana, entendida como la
posibilidad de satisfacer las necesidades, la realización personal y social en armonía con
la convivencia y el medio ambiente, teniendo en cuenta que la dignidad se contextualiza
en un proceso histórico; el vivirla implica, si es preciso, reformar la normatividad y el
modelo social existente. El objetivo es formar sujetos autónomos, integrados, felices,
críticos, comprometidos con la justicia.
Se precisa una educación que, además de defender la diversidad, reconozca en cada
sujeto y en cada colectividad una historia personal y colectiva que sea el fundamento de
cada acto pedagógico y sobre el cual se construya el sentido del saber universal para
cada pueblo y cada sujeto.
Urge, así mismo, replantear tanto el sentido como las funciones y tareas de las
instituciones educativas, orientándolas hacia la preservación de los saberes ancestrales,
la producción de formas diversas de comprender y solucionar los problemas locales, y la
formación de conciencias libres preparadas para formular alternativas que se
correspondan con la historia de nuestros pueblos y, a su vez, puedan responder a los
retos que demanda el mundo actual, global, intercomunicado y regido por las leyes del
mercado impuestas por los más ricos. Compleja paradoja que va mucho más allá de
enseñar, y requiere de un compromiso con la construcción colectiva de saberes acerca de
nuestro propio mundo y de las múltiples maneras de hacer la vida en él.1
El quehacer de los maestros (as) hoy en día presenta muchos retos y desafíos. Aquí
plantearemos los siguientes:
 Evitar la transformación del docente de pedagogo a operario tecnológico de la
educación, apegado a la norma, como quiere el MEN, restringiendo su libertad de
acción, para convertirlo en facilitador del desarrollo de pruebas (saber, censales,
del ICFES, etc.) y reproducir el sistema actual.
 Restituir la autonomía escolar, la libertad de cátedra y la estabilidad, como
condiciones fundamentales para el respeto de los derechos políticos, para
construir democracia y construir la política educativa desde la base magisterial y
evitar quedar sujeto a las relaciones de poder.
 Ser el principal agente político para formar en la convivencia democrática y el
respeto a los derechos humanos, reconociendo el conflicto, los acuerdos, y la
capacidad de convivir en la diferencia, no sólo de la institución escolar, sino
también de la esfera social y cultural del país, orientando un proceso donde
todos importan y entre todos construir colectivamente.
 Interpretar los nuevos tiempos para redefinir la misión social de la profesión
docente, en la perspectiva de comprender los cambios generacionales, el impacto
de la revolución científica y tecnológica, el papel de los medios de comunicación,
las nuevas lógicas culturales de la globalización neoliberal etc.
 Ser un intelectual con alto nivel de formación cultural, un pensador. Plantearse
una reorganización de su gestión en función de la comunidad educativa, para
cambiar las relaciones que se dan dentro de la escuela y liderar la formación
intelectual, política, cultural, y ética de la comunidad educativa e incidir para que
ésta pueda trascender a nuevas formas de organización social.
1 RODRÍGUEZ, José Gregorio. Educar y ser maestro: mucho más que enseñar. Educación y cultura, No. 68.
Riesgos y desafíos de la profesión docente.
 Articular la actividad profesional con la actividad gremial, reivindicativa y sindical
para fortalecer la educación pública, gratuita, obligatoria, de calidad y a cargo del
estado, contra la privatización y las formas de exclusión y control a la profesión
docente que se imponen desde la banca internacional.
 Desarrollar una conciencia social y conciencia de clase para reconocer los
factores que causan la miseria, la injusticia, la opresión y la exclusión y
redimensionar su papel
para lograr la emancipación humana, superar la
alienación y llegar a la construcción de un nuevo orden económico y social.
 Cumplir un papel más político, más solidario, para ejercer liderazgo social y ser
cada vez más interlocutor de nuevos procesos, fortaleciendo los encuentros con
los sectores populares, de mujeres, jóvenes, gestores culturales, trabajadores,
etc.
Es necesario que a los maestros (as) no se nos olvide pensar. El primer riesgo para la
profesión docente es que abandone su capacidad de pensar y se dedique a obedecer. No
hay ningún estado capaz de controlar lo que hace el maestro en el aula, es allí donde
tenemos el mejor espacio para actuar, no
como simples administradores de “las
competencias” sino para ejercer nuestro rol, como educadores.
Los maestros (as) deben asumir el reto de su profesión, el papel de conciencia pública,
es decir de conciencia social; quien forma las nuevas generaciones, tiene que formar no
solo conciencia social, sino también conciencia de clase, para cambiar la realidad actual
por un proyecto integral de transformación social y política que genere otra alternativa de
civilización.
Elaborado por Marta Figueroa M.
Coordinadora departamental de Escuela de Formación Sindical.
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