La prohibición de las corridas de toros en Barcelona sigue

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La gaceta
L
a lidia está hecha para que
el toro esté ahí y muera. Es
inevitable. El choque entre
el hombre y la fuerza natural
del toro de lidia ha producido chispas no sólo en la arena si no también
fuera de ella. Muchos son los que
desdeñan esta práctica y no pocos
son los que la festejan y la apoyan.
Con toda su polémica de peligro,
dolor, esperanza y grandeza, la corrida de toros es una tragedia, no un deporte. El toro es sometido a un estrés
significativo, agotamiento antes de
la corrida, pues será la primera vez
en que pise la superficie arenosa y se
enfrente al matador que ya ha entrenado. Según la página www.ganaderoslidia.com del año 1734 hasta 1987
han muerto alrededor de 55 toreros
y miles de toros por temporada, es
decir, no existen condiciones de paridad; hay peligro para el hombre, pero
muerte segura para el animal.
El objetivo de la lidia se cifra en
que el torero entra a matar de frente,
con la muleta en la mano busca hacerle algunos pases para que el toro
se tropiece, se maree, baje la cabeza,
y es en este momento, cuando con
la sangre fría, siendo observado por
toda la plaza, el matador acaba con
la bestia introduciendo el estoque en
la parte superior del ángulo que forman los omóplatos, el morrillo, que
al hincharse muestra la furia del animal. Lo introduce al momento que
evita que el toro moje sus imponentes cuernos con la sangre propia. Esa
muerte es el problema.
El escritor Ernest Hemingway,
Premio Nobel en 1954, y gran afi-
La
fiesta,
matar
y
5
Fermín Spínola,
lidia a su primer
toro de la tarde,
en la segunda
corrida de la
temporada en la
Nuevo Progreso.
Foto: José María
Martínez
morir
La prohibición de las corridas de toros en Barcelona
sigue levantando polémica. Incluso filósofos como
Fernando Savater se pronuncian en contra de la
intromision del Estado en materia de costumbres
cionado a los toros, escribió en 1932
Muerte en la tarde, en el que advierte con seguridad que “el único lugar
donde se podía contemplar la vida y
la muerte ahora que las guerras han
terminado es en la plaza de toros”.
Es el mismo autor el que sostiene que “el toro de lidia es al toro doméstico lo que el lobo es al perro”.
Jamás uno poseerá las cualidades
fieras del otro. Hemingway justifica
la lidia del toro al suponerlo un animal salvaje por naturaleza, al que se
le vio en España enfrentarse a un
tigre de bengala dentro de una jaula
de acero y matarlo; embestir un automóvil e incluso una locomotora .
Sin embargo, el zoólogo Jordi Casamitjana señala que los toros son
“animales muy pacíficos que pasan
gran parte de su vida comiendo
pasto, durmiendo y jugando entre
sí. Según la doctora por la Universidad Computlense de Madrid, Susan Muñoz, “durante todo el tiempo
que dura la esta tortura psicológica
el toro está sufriendo un intenso estrés. El toro sufre muchísimo”.
La intromisión del Estado
El 28 de julio de 2010 el Parlamento
autónomo catalán aprobó la prohibición de las corridas de toros con 68
votos a favor y 55 en contra. Dicha
toreo
Gonzalo Jáuregui Dávila
8 de noviembre de 2010
11
medida entrará en vigor hasta el 1
de enero de 2012. Ante esta coyuntura, el torero Eloy Cavazos lamentó le decisión tomada por la comunidad autónoma, pero se mostró
escéptico ante la posibilidad de que
pase lo mismo en México.
El empresario Alfredo Sahagún,
gerente de la Plaza de Toros Nuevo
Progreso en Guadalajara, cree que
no prosperará la medida: “¿Qué van
a hacer, también ir en contra de la
caza, de la pesca? Si quieren hacer
algo por los animales cuiden las
condiciones que hay en los rastros”.
(El País 28/07/2010)
La Asociación Mexicana por los
Derechos de los animales, AMEDEA, es un grupo formado por ciudadanos de a pie que desde 2007 se
dedican a desplegar espectaculares
antitaurinos por todo el país “con el
objetivo de erradicar las corridas de
toros, novilladas, pamplonadas en
las que se torturan a bovinos y equinos para satisfacer la enfermiza diversión de gente inconsciente”.
En el portal de internet www.
mexicoantitaurino.org,
Gustavo
Velasco, activista de la AMEDEA
define la lidia como “circo romano”
y sostiene que más de 200 países la
prohíben y sólo los ocho estados “de
los más violentos del país la mantienen como legal”.
Pero la fiesta brava sigue, y el futuro sobre su prohibición en México es incierto: seguirá asistiendo
quien quiera, seguirá siendo una
tragedia en la que al final, el toro,
como debe de ser, tiene que morir.
Y el matador, como debe ser, tendrá
que salir en hombros esbozando
una sonrisa. [
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