DOLENTIUM HOMINUM N. 71 – año XXIV – N. 2, 2009 REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS (PARA LA PASTORAL DE LA SALUD) DIRECCIÓN CORRESPONSALES S.E. MONS. ZYGMUNT ZIMOWSKI, Director S.E. MONS. JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor Jefe COMITÉ DE REDACCIÓN BENEDETTINI P. CIRO BOLIS DRA. LILIANA CUADRON SOR AURELIA D’ERCOLE P. GIOVANNI EL-HACHEM DRA. MAYA GRIECO P. GIANFRANCO HONINGS P. BONIFACIO IRIGOYEN MONS. JESÚS JOBLIN P. JOSEPH MAGNO P. VITO NEROZZI-FRAJESE DRA. DINA PLACIDI ING. FRANCO SANDRIN P. LUCIANO TADDEI MONS. ITALO BAUTISTA P. MATEO, Bolivia CASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A. DELGADO P. RUDE, España FERRERO P. RAMON, España GOUDOTE P. BENOIT, Costa de Marfil LEONE PROF. SALVINO, Italia PALENCIA P. JORGE, México PEREIRA P. GEORGE, India VERLINDE SRA. AN, Bélgica WALLEY PROF. ROBERT, Canadá TRADUCTORES CHALON DRA. COLETTE CASABIANCA SRA. STEFANIA FARINA SRA. ANTONELLA FFORDE PROF. MATTHEW QWISTGAARD SR. GUILLERMO Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS (PARA LA PASTORAL DE LA SALUD), CIUDAD DEL VATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139 www.healthpastoral.org - e-mail: [email protected] Publicación cuatrimestral. Suscripción: 32 € comprendidos los gastos de envío Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG) En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri Poste Italiane s.p.a. Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. In L. 27/02/2004 nº 46) art. 1, comma 2, DCB Roma Sumario 4 Intervención de la Delegación de la Santa Sede en la 62ª Asamblea de la OMS S.E. Mons. Zygmunt Zimowski XVII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 11 DE FEBRERO DE 2009 2 6 Crónica Mons. Dariusz Giers 8 Angelus Benedicto XVI 9 Discurso del Santo Padre Benedicto XVI 26 Recursos humanos en las estructuras sanitarias católicas: cuál sostenibilidad para el futuro Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios 34 Los hospitales: lugares de profundización y de ejercicio de la esperanza S.E. Mons. José Luis Redrado, O.H. 40 The Mental Capacity Act 2005 Valoraciones bioéticas P. Bonifacio Honings, O.C.D. 11 La Jornada Mundial del Enfermo en la Iglesia Española Departamento de Pastoral de la Salud Conferencia Episcopal Española 12 Jornada del Enfermo en Bolivia Mons. Walter Pérez Villamonte 12 Jornada Mundial del Enfermo Irak, Bagdad 13 Taiwan, Jornada Mundial del Enfermo 16 Australia S.E. Mons. Philip Wilson, DD JGI 43 Decisiones anticipadas con respecto a la vida. Una guía para los católicos P. Bonifacio Honings, O.C.D. 46 Seguimiento de la familia P. Arnaldo Pangrazzi, M.I. TESTIMONIOS 50 Médico y apóstol. Aproximación a la vida y virtudes del Siervo de Dios Pedro Herrero Rubio S.E. Mons. Rafael Palmero Ramos 55 España, Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos (PROSAC) P. Rudesindo Delgado ARGUMENTOS 20 La fe del sacerdote en las situaciones límite P. Rudesindo Delgado 61 El sufrimiento, escuela de vida. El Siervo de Dios Manuel Lozano Garrido S.E. Mons. José Luis Redrado, O.H. Nombramiento del Sub-Secretario del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios El 31 de julio de 2009, el Santo Padre ha nombrado Sub-Secretario del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, por un quinquenio, al Revdo. Mons. Jean-Marie Musivi Mpendawatu, en sustitución del Revdo. P. Felice Ruffini, M.I. quien ha concluido su servicio por razones de edad. Muchas gracias P. Ruffini, por el servicio que has brindado durante 24 años como Sub-Secretario del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. Las ilustraciones de este número proceden del volumen: L’amore di Dio per noi. Il Vangelo publicado por Editrice Velar, Gorle (BG) DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Intervención de la Delegación de la Santa Sede en la 62ª Asamblea de la OMS GINEBRA, SUIZA, 18-27 MAYO 2009 4 Señor Presidente: Tengo el agrado de presentarle las sinceras congratulaciones de la Santa Sede, junto con nuestro augurio por su designación a este importante cargo. Habiendo sido nombrado recientemente por Su Santidad Benedicto XVI como Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, considero un grande honor compartir con los delegados presentes en esta 62ª Asamblea de la OMS algunas reflexiones y las preocupaciones de la Santa Sede. En lo que se refiere al impacto de la asistencia y de los cuidados a favor de la salud humana en este período de crisis económica global, la Santa Sede comparte las preocupaciones manifestadas oportunamente por otros delegados. La crisis económica actual ha hecho aflorar el espectro de la cancelación o de una drástica reducción de los programas de asistencia externa, sobre todo en los Países en Vías de Desarrollo. Esto pondrá dramáticamente en dificultad sus sistemas sanitarios, que ya se encuentran colapsados por la fuerte incidencia de enfermedades endémicas, epidémicas y virales. En su mensaje al G.20, el Papa Benedicto XVI ha manifestado: “La salida de la actual crisis global sólo se puede lograr juntos, evitando soluciones marcadas por el egoísmo nacionalista y el proteccionismo”, y exhorta a un “valiente y generoso fortalecimiento de una cooperación internacional capaz de promover un verdadero desarrollo humano e integral”1. Asimismo, mi delegación desea poner de re- lieve la gran importancia y la responsabilidad especial de organizaciones de carácter religioso y de miles de instituciones sanitarias administradas por la Iglesia, que proporcionan ayuda y cuidados a personas que viven en la pobreza. La carga económica que pesa en las cajas de los Gobiernos de modo cada vez más creciente debido a la crisis financiera actual, se advierte de modo aún más profundo en las instituciones apoyadas por la Iglesia que a menudo no pueden acceder a los fondos gubernamentales o internacionales. Sin embargo, dichas Instituciones siguen luchando para servir sobre todo a los que se encuentran en situación de necesidad. Los valores que animan dicho servicio de parte de las organizaciones de carácter religioso, además del valor de importancia elemental de la sacralidad y de la dignidad de la vida humana, incluyen algunos principios que se articulan en la Resolución sobre los cuidados sanitarios elementales, examinados por esta Asamblea. Me refiero a los principios como “equidad, solidaridad, justicia social y acceso universal a los servicios”2. Señor Presidente: En 1998 el Pontificio Consejo – animado en este sentido por la Organización Mundial de la Salud – condujo una investigación en las Iglesias locales acerca de los retos que la comunidad internacional debe afrontar para alcanzar el objetivo de la salud para todos. Los resultados de esta investigación han mostrado que uno de los mayores retos ha sido la aplicación del principio de equidad3. Lamentablemente, debo constatar que después de un decenio dicho reto sigue siendo actual en la mayoría de los países. Mi delegación, por tanto, mira con particular atención a la resolución referente a los determinantes sociales de la salud, que esta Asamblea propone para la votación y está interesada particularmente al llamamiento urgente que ella contiene a los Gobiernos “a fin de desarrollar y alcanzar los objetivos y las estrategias que favorezcan la mejora de la salud pública, con particular atención a las injusticias en el campo de la salud”4. Además, existe una preocupación compartida de millones de niños en todo el mundo que no alcanzan su pleno potencial debido a las grandes diferencias e injusticias que existen en el ámbito sanitario. El Santo Padre ha mani- DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 festado esta preocupación también a los participantes en la XXIII Conferencia Internacional del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, solicitando “emprender una decidida acción orientada a prevenir en la medida de lo posible las enfermedades, y cuando éstas se presentan, a curar a los pequeños enfermos a través de los recursos más modernos de la ciencia médica, así como a promover mejores condiciones higiénico-sanitarias sobre todo en los países menos afortunados”5. en la ley natural, inscrita por el Creador en la conciencia de cada ser humano (cfr Rm 2,1415)”6, porque “la justicia no puede crearse en el mundo sólo con buenos modelos económicos, aunque estos sean necesarios. La justicia se realiza sólo si hay justos”7. Gracias, Señor Presidente. Señor Presidente: No podemos permitir que estos niños indefensos, sus padres y los demás adultos de las comunidades más pobres del mundo se vuelvan cada vez más vulnerables debido a la crisis económica global, alimentada abundantemente por el egoísmo y la codicia. Como ha subrayado el Santo Padre, “se necesita una fuerte solidaridad global tanto entre países ricos y países pobres, como dentro de cada país aunque sea rico. Es preciso un ‘código ético común’, cuyas normas no sean sólo fruto de acuerdos convencionales, sino estén radicadas Notas S.E.Mons. ZYGMUNT ZIMOWSKI Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud Santa Sede 1 BENEDICTO XVI, Mensaje al Primer Ministro inglés Gordon Brown con ocasión del Summit del G20, 30 marzo 2009. 2 http://www.who.int/gb/ebwha/pdf_files/EB124/B124_R8en.pdf. 3 Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, Investigación sobre “Project de document de consultation pour l’actualisation de la stratégie mondial de la santé pour tous”, Roma 1998, (texto no publicado). 4 http://www.who.int/gb/ebwha/pdf_files/EB124/B124_R8en.pdf. 5 BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la XXIII Conferencia Internacional del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, Ciudad del Vaticano, 15 noviembre 2008. 6 BENEDICTO XVI, Mensaje para Celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2009, n. 8. 7 BENEDICTO XVI, Discurso a los Párrocos y al Clero de la Diócesis de Roma, 26 febrero 2009. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 5 XVII Jornada Mundial del Enfermo 11 de febrero de 2009 6 Crónica El Santo Padre Benedicto XVI ha manifestado en su Mensaje el deseo de que «la Jornada Mundial del Enfermo ofrezca la oportunidad a las comunidades parroquiales y diocesanas de tomar cada vez más conciencia de ser “familia de Dios”, y las anime a hacer posible en los pueblos, en los barrios y en las ciudades el amor del Señor, que pide “que en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad”». Para poner en práctica este anhelo del Papa es oportuno que dicho Mensaje, junto con el Saludo que ha dirigido a los Enfermos, durante la solemne Celebración en la Basílica de San Pedro el 11 de febrero en curso, sean objeto de una reflexión continua, especialmente en cada Parroquia en cuyo territorio hoy existen numerosos caminos invisibles, con el deseo de que se multiplique la Diaconía de la Caridad, fuente inestimable de vida espiritual y signo del Amor Miseri- cordioso de Dios. Este mismo deseo se dirige a los centros sanitarios y a los grupos de servicio pastoral de los hospitales esparcidos en el mundo. Síntesis del Mensaje “La vida humana es hermosa aunque esté envuelta en el misterio del sufrimiento – Se deben potenciar las leyes en favor de los niños enfermos y de sus familias – “Es necesario afirmar con fuerza la absoluta y suprema dignidad de toda vida humana”, que “es hermosa y debe vivirse en plenitud incluso cuando es débil y está envuelta en el misterio del sufrimiento” – Este año, nuestra atención se dirige de modo especial a los niños, a las criaturas más débiles e indefensas y, entre éstas, a los niños enfermos y sufrientes. Hay pequeños seres humanos que llevan en su cuerpo las consecuencias de enfermedades invalidantes, y otros que luchan DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 con males que siguen siendo incurables no obstante el progreso de la medicina y la asistencia de buenos investigadores y profesionales de la salud. Hay niños heridos en el cuerpo y en el alma debido a los conflictos y las guerras, y otros que son víctimas inocentes del odio de personas adultas insensatas...”. La Solemne Concelebración en la Basílica de San Pedro El 11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen Inmaculada de Lourdes, se celebró en la Basílica Vaticana la Eucaristía presidida por el Cardenal Javier Lozano Barragán. Junto con el Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, han concelebrado los cardenales Agostino Vallini, Ivan Días, Antonio Cañizares Llovera, Bernard F. Law. Entre los obispos estaban presentes el Secretario del Pontificio Consejo José Luis Redrado y Rino Fisi- chella, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. En torno al altar de la Confesión se ha reunido un numeroso grupo de Sacerdotes del mismo Pontificio Consejo, de la Diócesis de Roma y Asistentes Espirituales de UNITALSI y de la Obra Romana Peregrinaciones, las dos organizaciones que han preparado este acontecimiento religioso. En la introducción a la S. Misa, el Cardenal Javier Lozano Barragán, luego de dirigirse a las personalidades presentes, ha saludado a los numerosos enfermos, a los discapacitados, a los voluntarios y a los agentes de pastoral sanitaria que han llegado a la Basílica desde Roma y de otras partes de Italia. El purpurado ha recordado que el dolor y el sufrimiento, especialmente de los más inocentes y pequeños, afligidos por enfermedades, explotados, víctimas del comercio sexual e involucrados en las guerras, nos piden a todos que oremos e imploremos la misericordia de Dios sobre la humanidad. Durante la celebración eucarística se ha conferido el sacramento de la unción de los enfermos a diez personas. El encuentro de Benedicto XVI con los enfermos en la Basílica Vaticana El Santo Padre Benedicto XVI, presente en la Basílica al término de la Eucaristía, ha brindado a los presentes su profunda reflexión sobre el inestimable valor de la vida. “La vida humana debe ser siempre custodiada y defendida – La fe nos ayuda a considerar que la vida humana es hermosa y digna de vivirse en plenitud, a pesar de estar menoscabada por el mal. Con su pasión y muerte Jesús asumió y transformó en su esencia nuestra debilidad. Mi venerado y amado predecesor Juan Pablo II quiso que la Jornada Mundial del Enfermo coincidiera con la fiesta de la Virgen Inmaculada de Lourdes. En ese lu- DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 gar sagrado nuestra Madre celestial vino a recordarnos que en esta tierra sólo estamos de paso y que la morada verdadera y definitiva del hombre es el Cielo. Hacia esa meta debemos tender todos”. Concluido el discurso del Papa, se apagaron las luces y, encendidas las velas, los fieles han cantado el Ave María de Lourdes. Ha sido un momento muy hermoso y sugestivo que ha recordado la atmósfera típica del Santuario mariano con sus procesiones aux flamboux. El Santo Padre, visiblemente conmovido por la atmósfera creada en el encuentro con los enfermos, los ha bendecido y se ha detenido a saludar personalmente a unos veinte de ellos en sillas de ruedas, junto a muchos enfermos más presentes con sus acompañantes que esa tarde se han estrechado en la oración con el sucesor de Pedro. Mons. DARIUSZ GIERS Oficial del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios Santa Sede 7 Angelus PLAZA SAN PEDRO, DOMINGO 8 DE FEBRERO DE 2009 8 Queridos hermanos y hermanas: Hoy el Evangelio (cf. Mc 1, 29-39) – en estrecha continuidad con el domingo precedente – nos presenta a Jesús que, después de haber predicado el sábado en la sinagoga de Cafarnaúm, curó a muchos enfermos, comenzando por la suegra de Simón. Al entrar en su casa, la encontró en la cama con fiebre e, inmediatamente, tomándola de la mano, la curó e hizo que se levantara. Después de la puesta del sol, curó a una multitud de personas afectadas por todo tipo de enfermedades. La experiencia de la curación de los enfermos ocupó gran parte de la misión pública de Cristo, y nos invita una vez más a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad en todas las situaciones en las que el ser humano pueda encontrarse. También la Jornada mundial del enfermo, que celebraremos el miércoles próximo, 11 de febrero, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, nos ofrece esta oportunidad. Aunque la enfermedad forma parte de la experiencia humana, no logramos habituarnos a ella, no sólo porque a veces resulta verdaderamente pesada y grave, sino fundamentalmente porque hemos sido creados para la vida, para la vida plena. Justamente nuestro “instinto interior” nos hace pensar en Dios como plenitud de vida, más aún, como Vida eterna y perfecta. Cuando somos probados por el mal y nuestras oraciones parecen vanas, surge en nosotros la duda y, angustiados, nos preguntamos: ¿Cuál es la voluntad de Dios? El Evangelio nos ofrece una respuesta precisamente a este interro- gante. Por ejemplo, en el pasaje de hoy leemos que “Jesús curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios” (Mc 1, 34); en otro pasaje de san Mateo se dice que “Jesús recorría toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la buena nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt 4, 23). Jesús no deja lugar a dudas: Dios – cuyo rostro él mismo nos ha revelado – es el Dios de la vida, que nos libra de todo mal. Los signos de este poder suyo de amor son las curaciones que realiza: así demuestra que el reino de Dios está cerca, devolviendo a hombres y mujeres la plena integridad de espíritu y cuerpo. Digo que estas curaciones son signos: no se quedan en sí mismas, sino que guían hacia el mensaje de Cristo, nos guían hacia Dios y nos dan a entender que la verdadera y más profunda enfermedad del hombre es la ausencia de Dios, de la fuente de verdad y de amor. Y sólo la reconciliación con Dios puede darnos la verdadera curación, la verdadera vida, porque una vida sin amor y sin verdad no sería vida. El reino de Dios es precisamente la presencia de la verdad y del amor; y así es curación en la profundidad de nuestro ser. Por tanto, se comprende por qué su predicación y las curaciones que realiza siempre están unidas. En efecto, forman un único mensaje de esperanza y de salvación. Gracias a la acción del Espíritu Santo, la obra de Jesús se prolonga en la misión de la Iglesia. Mediante los sacramentos es Cristo quien comunica su vida a multitud de hermanos y hermanas, mientras cura y conforta a innumerables enfermos a través de las numerosas actividades de asistencia sanitaria que las comunidades cristianas promueven con caridad fraterna, mostrando así el verdadero rostro de Dios, su amor. Es verdad: ¡cuántos cristianos – sacerdotes, religiosos y laicos – han prestado y siguen prestando en todas las partes del mundo sus manos, sus ojos y su corazón a Cristo, verdadero médico de los cuerpos y de las almas! Oremos por todos los enfermos, especialmente por los más graves, que de ningún modo pueden valerse por sí mismos, sino que dependen totalmente de los cuidados de otros: que cada uno de ellos experimente, en la solicitud de quienes están a su lado, la fuerza del amor de Dios y la riqueza de su gracia, que nos salva. Que María, Salud de los enfermos, ruegue por nosotros. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los enfermos al concluir la Celebración eucarística presidida por el Cardenal Javier Lozano Barragán, realizada el miércoles 11 de febrero de 2009 en la Basílica Vaticana, con ocasión de la XVII Jornada Mundial del Enfermo, memoria litúrgica de la Beata María Virgen de Lourdes Queridos enfermos; queridos hermanos y hermanas: Este encuentro asume un valor y un significado singulares, pues tiene lugar con ocasión de la Jornada mundial del enfermo, que se celebra hoy, memoria de Nuestra Señora de Lourdes. Mi pensamiento va a ese santuario, al que acudí también yo con ocasión del 150° aniversario de las apariciones a santa Bernardita. Conservo un vivo recuerdo de esa peregrinación y, sobre todo, del contacto que tuve con los enfermos reunidos en la gruta de Massabielle. De buen grado he venido a saludaros al final de la celebración eucarística, que ha presidido el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo pontificio para la pastoral de la salud, al que dirijo un cordial saludo. Asimismo, saludo a los prelados presentes, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, a los voluntarios, a los peregrinos, y especialmente a los queridos enfermos y a quienes los cuidan diariamente. Siempre es emocionante revivir en esta circunstancia, aquí, en la basílica de San Pedro, el clima típico de oración y espiritualidad mariana que caracteriza al santuario de Lourdes. Así pues, gracias por esta manifestación de fe y de amor a María; gracias a quienes la han promovido y organizado, de modo especial a la UNITALSI y a la Obra Romana de Peregrinaciones. Esta Jornada invita a hacer que los enfermos sientan con mayor intensidad la cercanía espiritual de la Iglesia, que, como escribí en la encíclica Deus caritas est, es la familia de Dios en el mundo, dentro de la cual nadie debe sufrir por falta de lo necesario, sobre todo por falta de amor (cf. n. 25 b). Al mismo tiempo, hoy tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la experiencia de la enfermedad, del dolor y, más en general, sobre el sentido de la vida que es preciso realizar plenamente incluso cuando se sufre. En el Mensaje para esta Jornada quise poner en primer plano a los niños enfermos, que son las criaturas más débiles e indefensas. Es verdad. Si ya quedamos sin palabras ante un adulto que sufre, ¿qué decir cuando la enfermedad afecta a un niño inocente? ¿Cómo percibir también en situaciones tan difíciles el amor misericordioso de Dios, que nunca abandona a sus hijos en la prueba? Son frecuentes y a veces inquietantes esos interrogantes, que en verdad, en un plano meramente humano, no encuentran respuestas adecuadas, pues el dolor, la enfermedad y la muerte en su significado siguen siendo insondables para la mente humana. Pero viene en nuestra ayuda la luz de la fe. La Palabra de Dios nos revela que incluso estos males son misteriosamente “abrazados” por el plan divino de salvación; la fe nos ayuda a considerar que la vida humana es hermosa y digna de vivirse en plenitud, a pesar de estar menoscabada por el mal. Dios creó al hombre para la felicidad y para la vida, mientras que la enfermedad y la muerte entraron en el mundo como consecuencia del pecado. Sin embargo, el Señor no nos ha abandonado a nosotros mismos. Él, el Padre de la vida, es el médico del hombre por excelencia y no DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 9 10 deja de inclinarse amorosamente hacia la humanidad que sufre. El Evangelio relata cómo Jesús “expulsaba los espíritus con su palabra y curaba a los enfermos” (cf. Mt 8, 16), indicando el camino de la conversión y de la fe como condiciones para obtener la curación del cuerpo y del espíritu. El Señor quiere siempre esta curación, la curación integral, de cuerpo y alma; por eso expulsa los espíritus con su palabra. Su palabra es palabra de amor, palabra purificadora: expulsa los espíritus de temor, soledad y oposición a Dios; así purifica nuestra alma y nos da paz interior. Así nos da el espíritu de amor y la curación que comienza en nuestro interior. Pero Jesús no sólo habló; es Palabra encarnada. Sufrió con nosotros y murió. Con su pasión y muerte, asumió y transformó hasta el fondo nuestra debilidad. Precisamente por eso, como dice el siervo de Dios Juan Pablo II en la carta apostólica Salvifici doloris, “sufrir significa hacerse particularmente receptivos, particularmente abiertos a la acción de las fuerzas salvíficas de Dios, ofrecidas a la humanidad en Cristo” (n. 23). Queridos hermanos y hermanas, somos cada vez más conscientes de que la vida del hombre no es un bien del que se pueda disponer, sino un cofre valioso que es preciso custodiar y cuidar con el mayor esmero posible, desde el momento de su inicio hasta su término último y natural. La vida es un misterio que, de por sí, exige por parte de todos y de cada uno responsabilidad, amor, paciencia y caridad. Aún más necesario es rodear de cuidados y de respeto a quienes están enfermos y sufren. Esto no siempre es fácil, pero sabemos dónde encontrar la valentía y la paciencia para afrontar las vicisitudes de la existencia terrena, especialmente las enfermedades y todo tipo de sufrimiento. Para nosotros, los cristianos, en Cristo es donde se encuentra la respuesta al enigma del dolor y de la muerte. La participación en la santa misa, como acabáis de hacer vosotros, nos sumerge en el misterio de su muerte y resurrección. Toda celebración eucarística es el memorial perenne de Cristo crucificado y resucitado, que derrotó el poder del mal con la omnipotencia de su amor. Por tanto, en la “escuela” de Cristo Eucaristía es donde podemos aprender a amar siempre la vida y a aceptar nuestra aparente impotencia ante la enfermedad y la muerte. Mi venerado predecesor Juan Pablo II quiso que la Jornada mundial del enfermo coincidiera con la fiesta de la Virgen Inmaculada de Lourdes. En ese lugar sagrado nuestra Madre celestial vino a recordarnos que en esta tierra sólo estamos de paso y que la morada verdadera y definitiva del hombre es el cielo. Hacia esa meta debemos tender todos. Que la luz que viene “de lo alto” nos ayude a comprender y a dar sentido y valor también a la experiencia del sufrir y del morir. Pidamos a la Virgen que dirija su mirada materna a todo enfermo y a su familia, para ayudarles a llevar con Cristo el peso de la cruz. Encomendémosle a ella, Madre de la humanidad, a los pobres, a los que sufren, a los enfermos del mundo entero, y de modo especial a los niños que sufren. Con estos sentimientos, os animo a confiar siempre en el Señor y de corazón os bendigo a todos. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 La Jornada Mundial del Enfermo en la Iglesia Española La Pastoral de la Salud en España acogió con gozo y satisfacción la institución de la Jornada Mundial del Enfermo. Por experiencia propia tenía la convicción de que su celebración sería un gran bien para los enfermos, para los que les asisten y cuidan, para la Pastoral de la Salud y para toda la Iglesia. Desde 1985 se celebraba, el VI Domingo de Pascua, el Día del Enfermo, una celebración acogida con calor e interés desde un principio y que, sin lugar a dudas, era una de las actividades más significativas y fructíferas de la Pastoral de la Salud. Una celebración que iba tomando relevancia y dando resultados: el reconocimiento de los enfermos como sujetos activos; el impulso que se ha dado a la pastoral de la salud en las parroquias; las iniciativas puestas en marcha en muchas diócesis a raíz del Día; la gran riqueza de los materiales catequéticos, litúrgicos y doctrinales que se han elaborado; el trabajo aunado y coordinado de las Delegaciones y de los diversos agentes de esta pastoral; el aprecio creciente de la pastoral de la salud en toda la iglesia española; etc. Cuando Juan Pablo II instituye la Jornada mundial del Enfermo y fija como fecha oficial de la Jornada el 11 de febrero, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, la Comisión Episcopal de Pastoral estima necesario que el Departamento de Pastoral de la Salud estudie con las Delegaciones Diocesanas la forma de integrar la celebración del Día del Enfermo en España – sin perder su enorme riqueza – con la Jornada Mundial. Éramos conscientes de que la Jornada pretendía ser un momento intenso de oración, de comunión, de ofrecimiento del dolor por el bien de la Iglesia y de llamada a todos para que reconozcan en el rostro del hermano enfermo el Rostro de Cristo, que, sufriendo, murien- do y resucitando ha realizado la salvación de la humanidad. Además, había de celebrarse en armonía con las exigencias y las circunstancias locales, y no se podía olvidar la importancia de los destinatarios: el Pueblo de Dios, las múltiples instituciones sanitarias católicas y la sociedad civil. El Día del Enfermo venía a ser la culminación de una campaña que se iniciaba a principio de curso con la Reunión Nacional de Delegados en el mes de septiembre, y que comprendía numerosas acciones, de ámbito nacional unas, de ámbito local y diocesanos otras. Tomando como apoyo la experiencia acumulada durante años y los resultados producidos, se intentó colocar la Jornada Mundial del Enfermo, en el inicio y en el centro de la Campaña del Enfermo. Las Jornadas Nacionales de Delegados, a finales de septiembre, son el inicio del curso y el momento de comenzar: aparece el tema y la orientación que se quiere dar y empieza un primer trabajo de estudio, profundización y preparación de documentación. La Jornada Mundial del Enfermo es el centro del curso y de la Campaña. Hay un primer trabajo de estudio y reflexión, de preparación de materiales y documentación, desde septiembre a febrero, que permite colocar a la Jornada Mundial del Enfermo como el inicio y la inauguración solemne de toda la Campaña. Con el Mensaje del Santo Padre como referente y los materiales elaborados por el Departamento de Pastoral de la Salud y las Delegaciones Diocesanas está ya el terreno preparado para una labor pastoral que se va realizando en cada Diócesis y en el seno de la comunidad cristiana parroquial u hospitalaria. El 11 de febrero es la fecha en que, unidos a la Iglesia Universal, la Iglesia Diocesana celebra la Jornada Mundial DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 del Enfermo. Cada Diócesis tiene su forma específica y su programación: un ciclo de conferencias, una Jornada Diocesana o Interdiocesana, la presencia en los Medios de Comunicación Social (Prensa, Radio y Televisión). Viene a ser un acto diocesano presidido por el Sr. Obispo que da unidad y solemnidad a la celebración. 11 Es el primer acto importante de la Campaña que se va a seguir trabajando a lo largo de los meses hasta llegar el tiempo de Pascua, para celebrar la Pascua del Enfermo. Ambas celebraciones – Jornada Mundial del Enfermo y Pascua del Enfermo – quedan como la inauguración solemne de una Campaña y la clausura o conclusión. Son muchas y variadas las actividades que cada Diócesis va realizando a lo largo del curso y desde una fecha a la otra. El 11 de febrero, para muchas diócesis es una celebración diocesana. El tiempo de Pascua, Pascua del Enfermo, queda como una celebración más particular, en el ámbito de la parroquia, el centro hospitalario la residencia sociosanitaria. Departamento de Pastoral de la Salud Conferencia Episcopal Española Jornada del Enfermo en Bolivia 12 El 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo, ocasión propicia para reflexionar sobre el dolor humano y sobre nuestra solidaridad con estos hermanos necesitados. La enfermedad deja en descubierto la fragilidad humana e introduce a quien sufre en un mundo lleno de interrogantes y de preguntas; como Discípulos-Misioneros de Jesucristo, nos toca llevar esperanza y cuidar de los débiles porque sólo de esta forma manifestamos sinceramente que amamos a Jesús. El evangelio de Mateo nos interroga: ¿Señor cuando te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte? El rey les contestará: les aseguro que lo que hayan hecho a uno de estos mis hermanos menores, me lo hicieron a mí (25,39-40). Queremos expresar nuestra cercanía a nuestros hermanos enfermos y decirles que rezamos por ustedes, sabemos que la oración comunitaria es eficaz porque el Señor nos ha asegurado: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,19). Cuando se está enfermo nos encontramos con un sin fin de preocupaciones, intenciones, recuerdos pero también encontramos la fuerza que nos viene de los demás y que se manifiesta en el descubrimiento de hermanos que están rezando y pidiendo por ti. Agradecemos sinceramente a todos los agentes de la Pastoral de Salud porque con su entrega generosa imprimen un rostro más humano y evangélico en el cuidado de los enfermos. Su presencia gratuita, humilde y de compromiso hace presente a Cristo Buen Pastor que da la vida por aquellos que sufren en su cuerpo y en su espíritu los signos de la fragilidad humana. Convocamos para que todas las personas de buena voluntad se comprometan en lograr la salud integral de las personas, porque la Pastoral de Salud no es solamente de los voluntarios sino de toda la población de Bolivia. No se trata de asistencialismo respecto a los afecta- dos en su salud, sino de reconocer que cada persona merece ser atendida, oportunamente, pues es uno de los derechos humanos. Reconocemos el compromiso de tantos médicos, enfermeras, personal auxiliar que con su dedicación y generosidad están trabajando por humanizar los centros de salud para que todos los enfermos sean tratados como personas humanas y más todavía como Hijos de Dios que buscan su realización a pesar de su enfermedad y dolor. La carta de Santiago nos instruye: ¿Sufre alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo (Stgo 5,13-15) A todos ustedes gracias por el vaso de agua de la solidaridad, fraternidad y de la fe que comparten con los hermanos enfermos, que el Señor Jesús que pasó haciendo el bien y sanando todas las dolencias del pueblo les bendiga abundantemente. Mons. WALTER PÉREZ VILLAMONTE Obispo de la Diócesis de Potosí Obispo presidente Dpto. de salud CONFERENCIA EPISCOPAL BOLIVIANA Jornada Mundial del Enfermo, Irak - Bagdad Unida al llamamiento que el Santo Padre el Papa Juan Pablo II hiciera en su discurso del 11 de febrero de 1992, en el que pidió que se dedicara una jornada a los enfermos, la Iglesia en Irak celebra anualmente la Jornada Mundial del Enfermo con todas las Asociaciones y Comunidades que se ocupan de los enfermos y de los minusválidos. Con la bendición de la Nunciatura Apostólica en Irak y de Su Excelencia Mons. Matti Shaba Matoka, Arzobispo de los Sirios Católicos y de diferentes obispos católicos de la diócesis de Bagdad, y de gran número de los parientes, amigos y conocidos, este año se ha celebrado la Jornada Mundial del Enfermo el 14 de febrero de 2009 en la iglesia de DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Santa María de los Sirios Católicos. La jornada ha iniciado con la procesión del Santísimo precedido por todos los participantes y por los niños vestidos como ángeles, en la Catedral donde esperaba el Pariarca de los Caldeos y otros obispos y el representante de la Nunciatura Apostólica P. Matteo de Mori y otros sacerdotes, monjes y religiosas de varias congregaciones. Ha presidido la Misa el P. Thaer Saad Allah con todos los concelebrantes sacerdotes y representantes de las diferentes iglesias de Bagdad. El P. Philip, dominico, ha presentado las ofertas llevadas al altar (la Biblia, el pan, el vino, pequeñas piedras) mientras se entonaba el canto “Hijos de una Iglesia”. En la liturgia de la Palabra ha habido una lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios (1 Co 12: 12-31) y un texto del Evangelio de Juan (Jn 5: 1-9). La prédica se ha concentrado en el valor salvífico de la fe y del amor que nos hace soportar nuestros dolores y ser solidarios con toda la hu- manidad que sufre. Las intercesiones del pueblo de Dios han orado por la paz y por la prosperidad del país y el cese de la violencia en Irak. Durante el intercambio de la Paz de Cristo algunos enfermos han comenzado a bajar entre la gente para distribuir “corazones de color rojo” preparados para la ocasión, con el fin de celebrar la jornada del amor y decir que el gran amor es el sacrificio de Cristo en la cruz. Al final de la celebración se ha elegido la reina del año: una niña de 12 años (minusválida) de nombre Farah (Gozo) ha sido elegida como reina para el año 2009. Ha sido coronada por la reina del año pasado y ha habido gran gozo en todos. La Jornada se ha concluido con cantos y el intercambio de los augurios y saludos, agradeciendo al Señor nuestro Dios que nos ha dado la gracia de ser cristianos, de sufrir con Él y ser redimidos por su cruz. 13 Taiwán, Jornada Mundial del Enfermo 1. Una misa que ha tocado profundamente nuestros corazones Con la finalidad de poner en práctica la invitación del Santo Padre de no dejar de lado a los pobres y a los débiles del mundo, el domingo 15 de febrero se ha celebrado en la parroquia de Saint John, en Panchiao, una solemne Misa con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo, organizada por la Achidiócesis de Taipei, los Camilos, la Asociación Amigos de los Camilos y la Asociación Nacional Católicos Amigos de los Enfermos. La concelebración ha sido presidida por el P. Raimundo Yang, MI, director espiritual de los Amigos de los Enfermos de la Archidióceis, junto con el P. Antonio Lin, Director espiritual; el P. Giovanni Rizzi, MI, y el P. Francis Hsu, SJ. Los miembros del coro de la Iglesia de San Juan Bosco han tenido a su cargo el acompañamiento musical de la liturgia. Han participado cerca de 350, entre los cuales el P. Lin Chih Nan, Director espiritual de la sala de oración del Hospital Minsheng de Taoyuan, el Director Sr. Chen Bau Ju, los religiosos y las religiosas Camilas, las Misioneras Franciscanas de Nuestra Señora Dolorosa, las Hermanas Misioneras de la Providencia, las Misioneras Siervas del Espíritu Santo, las Hermanas de la Providencia de Portieux, y las Hermanas Misioneras Oblatas de la Sagrada Familia. El Sr. Thaddeus Jao, Presidente del Consejo Archidiocesano del Apostolado Laico de Taipei y su equipo han elevado sus corazones al Señor durante casi dos horas de la Misa de agradecimiento y la bendición eucarística. Los participantes estaban totalmente sumergidos en la DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 oración de alabanza al Señor por su amor. La “Jornada Mundial del Enfermo” fue instituida en 1993 por el recordado Papa Juan Pablo II. El 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes, el Papa exhorta a los enfermos a orar por la salud a través de la intercesión de la Virgen, e invita a los fieles de todo el mundo a unirse en el cuidado a los pobres y a los enfermos. El Santo Padre Benedicto XVI ha afirmado este año la absoluta y suprema dignidad de cada vida humana, subrayando que la “familia de Dios en el mundo” no puede permanecer indiferente frente a estas situaciones: la misma Iglesia es una familia y, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, debe ocuparse de los sufrimientos de estas personas y dar testimonio de la caridad. Las lecturas de la Misa han descrito el amor redentor de Dios, animándonos a imitar a Jesús y a amarnos unos a otros, y nos han recordado la necesidad de compartir los sufrimientos con los pobres y los afligidos. El Evangelio ha recordado 14 los dos mandamientos más importantes: amar a Dios y amar a los demás como queremos ser amados nosotros mismos. En su homilía, el P. Yang ha subrayado que “Dios quiere que amemos, Él nos ama por primero, sólo el amor puede curar el cuerpo, el alma y el corazón”. El egoísmo, el deseo y el pecado crean divisiones entre los hombres y Dios y entre los mismos hombres; por tanto podremos sanar sólo con el amor y el perdón del Señor. Esto significa que, si queremos sanarnos, antes que nada debemos purificar nuestra “lepra” espiritual. No hay otro modo, sólo podemos contar en Jesús. En lo que se refiere a la pregunta que a menudo nos planteamos, es decir, “¿por qué existe la enfermedad?”, el P. Yang ha explicado que Dios nos ha creado sanos y en paz; la enfermedad no era su voluntad original, pero, “dado que el hombre ha aceptado pensamientos y mentalidades equivocados, su capacidad de recuperación es limitada; el pecado bloquea la energía de vida y, por tanto, la enfermedad encuentra su espacio”. Pero la misericordia de Dios envió a su Hijo amado para se haga hombre, para que nos redimiera con la muerte de cruz. Gracias a Jesús el sufrimiento de los hombres se transforma en fuerza de esperanza. Esta fuerza es el amor de Dios, que manifiesta la gracia de redención. Por tanto, la respuesta a la enfermedad y al sufrimiento se puede encontrar sólo en Jesucristo”. Después de la Misa se ha expuesto el Santísimo Sacramento. Los cuatro sacerdotes, arrodillados ante el altar, han guiado a los fieles en la adoración a la presencia de Cristo. Al mismo tiempo, han ofrecido oraciones e himnos por los enfermos que sufren a nivel físico y espiritual, por los pecadores en las familias, por los agentes sanitarios y por los voluntarios que se ocupan de los enfermos, a fin de que se curen y sean liberados de la enfermedad, y han implorado a Dios para que manifieste su gloria y conceda fuerzas tanto a los que deben afrontar el sufrimiento como a los que sirven a Cristo en los que sufren. Cada persona pre- sente en la Iglesia ha aparecido consolada e iluminada por nuestro Señor Jesucristo por medio de la presencia del Santísimo. Se ha tratado de una celebración solemne, calurosa y tranquila; muchos fieles se han emocionado hasta las lágrimas. Para que descendiera en los presentes una bendición especial, el P. Yang los ha bendecido con el Santísimo expuesto en el ostensorio. Los otros tres sacerdotes oraban por ellos con las brazos levantados. Se ha formado una larga cola de en- gos de los Enfermos, se ha dirigido a los presentes. Ha agradecido a la Archidiócesis de Taipei por el gran esfuerzo hecho para hacer conocer la Jornada y por la rica programación hecha junto con los varios grupos. Ha agradecido también por su trabajo a los voluntarios, por el generoso apoyo del P. Ngoc Diep Nguyen y de los parroquianos de la parroquia de Saint John, así como también a los sacerdotes, a los seminaristas, a las religiosas y a los fieles. Al desearles la paz con abundantes ben- fermos para recibir esta gracia especial, acompañada por armoniosos himnos. Uno de los pertenecientes a la Legión de María y a los Amigos de los Camilos, ha dicho que en el momento en que su frente ha tocado el ostensorio, ha recibido una consolación de la luz de Dios. Al recibir el caluroso abrazo del Padre, su herida se ha curado y se ha sentido muy pequeño, pero ¡la gracia y el amor de Dios eran inmensamente grandes! El P. Yang ha animado a los presentes con las palabras de Jesús: “Venid benditos de mi Padre. Entrad en el Reino preparado para vosotros desde el inicio del mundo. Porque estaba enfermo y me visitasteis”. Nos ha recordado que “el servicio a los enfermos no se debe limitar sólo a la Jornada Mundial, sino debe continuar en la vida de todos los días. Esta gracia del Sacramento llenará la vida de los fieles de manera continuada; nosotros compartimos y damos testimonio sirviendo ardientemente al Señor con el gozo en el corazón”. Después de la ceremonia, el Sr. Pan Chung Ching, Director de la Asociación Católica Ami- diciones del Señor, se ha despedido de ellos dándoles una cita para el próximo año. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 2. Rito de la bendición en la Jornada Mundial del Enfermo Diócesis de Taichung En el marco de la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo, el día 14 de febrero se ha desarrollado el rito de la bendición en la Catedral de la diócesis de Taichung, a fin de que a través de la oración y la bendición, los enfermos y sus familias logren salud espiritual y paz. A partir de las horas 13.00, el personal sanitario de las clínicas de las zonas del Mid-West, Jen Ai Hospital, etc., han puesto a disposición servicios y consultas médicos; a las 14.30 el Obispo Su ha presidido el rito de la bendición. Como resultado de la campaña y de la asistencia proporcionada por la Chung Sheng Broadcastin Station, por el Catholic Service Group en el Veterans General Hospital (Taichung), por la Stella Matutina Social Welfare Foundation, por la St. Mary So- cial Welfare Foundation, y por la Tercera Orden de los Dominicos, además de aproximadamente 400 personas en búsqueda de paz física y espiritual, han llegado del St. Coletta’s Training Center for Exceptional Youth, del Catholic Chih Ai Mercy Hospice y del St. Mary Center. Todos han recibido del Señor abundantes bendiciones. Al comienzo del rito de la bendición, S. E. Mons. Su ha esparcido el agua santa sobre los presentes, orando por la curación del corazón. Seguidamente, el Obispo ha animado a los presentes con la lectura del tema del mensaje del Santo Padre por la Jornada Mundial del Enfermo, subrayando la “absoluta y suprema dignidad de la vida humana”, la convicción de las necesidades de los demás, especialmente de los niños. Si un adulto se siente impotente cuando se encuentra frente al sufrimiento, ¿qué podemos decir de aquellos niños que tienen enfermedades incurables, que están afectados física y espiritualmente por la guerra, sin casa, sin el calor de la familia, que viven solos, hambrientos y sin cuidados médicos y obligados a dejar su país? Frente a las infelices situaciones de innumerables niños, el Santo Padre ha agradecido a las organizaciones eclesiales que se dedican a disminuir sus sufrimientos, así como a las numerosas personas que sirven a los enfermos. Ellos son testimonios preciosos del amor de la Iglesia por la vida, especialmente por la vida de los más débiles. Muchos van a Lourdes regularmente. Hacen esta peregrinación porque, la intercesión de la Virgen, además de curar los sufrimientos físicos, logra aún más la reconciliación con Dios y un cambio de vida. Son numerosos los que realizan servicios de caridad porque han experimentado el verdadero valor de la vida. Este es un grande don que viene del cielo. Por tanto, no hay que rechazar la invitación de la Virgen de unir nuestros sufrimientos a los de Jesús. Mediante la fe y la conversión tendremos la fuerza de ayudarnos a renacer otra vez y a vivir la belleza de la vida. A los que no han podido asisitir, hemos ofrecido folletos con ora- ciones de intercesión. Nos hemos empeñado en la adoración a la santa Eucaristía acompañados por la imagen de Nuestra Señora de Lourdes. Jesús ha venido en medio de nosotros bajo forma de sacramento de la Eucaristía y ha sido hermoso nutrirnos de nuestro alimento espiritual. Estaremos en paz sólo cuando abriremos nuestros corazones para acoger a Jesús. Luego de haber guiado a todos los presentes a la oración ante la imagen de la Virgen, el Obispo Su los has bendecido levantando los brazos. Les ha augurado esperanza y deseo, preocupación por los “hermanos más pequeños” con generosidad y sin egoismos, siguiendo el ejemplo de Jesús. Ha auspiciado que aprendan a llevar todos juntos el peso de la penosa situación de sus familias con el fin de hacerles experimentar la potencia del amor de Dios y la abundancia de gracias mediante estos instrumentos de ayuda. 3. El hospital San Martín de Porres: preocupación y bendición por la salud Las actividades por la Jornada Mundial del Enfermo 2009 de la Diócesis de Chiayi han sido organizadas por el hospital San Martín de Porres, con el apoyo del Consejo Diocesano para el Apostolado laico, junto con los miembros de la comunidad de fieles y de los catecumenos. El Obispo Thomas Chung ha iniciado las actividades junto con otros sacerdotes que han impartido bendiciones con los brazos levantados. Han seguido once etapas de actividades. Satisfacción y gozo han translucido de los rostros sonrientes de los organizadores y de los participantes. La atmósfera ha estado animada con canciones de los jóvenes de la diócesis, además de los himnos de los voluntarios y del equipo del departamento de pastoral del hospital. El Obispo y el director del hospital se han dirigido a los presentes con palabras muy calurosas, que les han permitido reconocer su misión de modo más claro, en especial la necesidad de preocuparse de los hermanos y de las hermanas que están enfermos y DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 débiles. Ha seguido un rito de oración por los presentes y los enfermos. Todo ha sido conmovedor, y lo podemos considerar como un hermoso don de Dios. Nos hemos dado cuenta que estábamos invadidos por el Espíritu. La última actividad se ha referido a las “estaciones de la salud”. Durante la primera estación todos los participantes se pusieron anteojos de vista que les impedía una buena visión. Los animadores los ayudaban a caminar o trataban de hacer una cadena con perlitas para hacerles experimentar las dificultades del anciano, y les invitaban a considerar lo que nosotros como personas normales podemos hacer por ellos. Se ha tratado de una actividad muy eficaz. Se ha organizado una segunda estación, en una casa para una comunidad de pacientes enfermos de Alzheimer, mostrándoles como se vive en una comunidad y se lucha contra la enfermedad. Esto ha permitido que los huéspedes aprendan a acompañar a los pacientes y creen una vida de comunidad para ellos. En la tercera estación se ha proporcionado informaciones acerca de la “Our Lady of China Social Welfare Charitable Works Foundation” y la “Huang Ting Social Welfare Charitable Works”. La cuarta estación ha sido una especie de cita con la salud. El Centro para el Control de la Salud ha brindado a los presentes informaciones sobre la forma como mantenerse en buena salud, que es bueno preocuparse primero de la propia salud y luego por la de los demás. Se ha hablado de educación a la salud, se ha descrito las actividades del “Club 120” (amigos de los diabéticos), se ha hablado de la salud de los riñones, del “Club de amigos del hígado”, del “Club de quien desea el bien” (amigos con cáncer al intestino), del “Club de la aurora” (amigos con cáncer al seno), del “Club afectuoso” (amigos enfermos de cáncer a la boca) etc. Con estas iniciativas, guiadas por las comunidades de amigos de los enfermos y por la participación personal, los voluntarios han dirigido un llamado a todos para que pongan particular atención a su salud. 15 Australia CARTA DEL ARZOBISPO DE ADELAIDE A S.E. ZYGMUNT ZIMOWKSI Su Excelencia Mons. Zygmunt Zimowski 16 Excelencia Reverendísima: Con ocasión de su nombramiento como Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios por su Santidad Benedicto XVI, aprovecho la ocasión para felicitar a Vuestra Excelencia y presentarle los saludos y augurios de la Iglesia y de los católicos de Adelaide, Australia del Sur. Esta oportunidad es propicia para hacer un breve informe sobre las iniciativas y los progresos logrados a nivel local a partir de febrero del 2006, fecha en que Adelaide tuvo el honor de acoger la XIV Jornada Mundial del Enfermo, cuyo tema fue: “La salud mental y la dignidad humana”. Conservamos recuerdos muy vivos de la presencia de su predecesor el Eminentísimo Cardenal Javier Lozano Barragán, quien visitó nuestra ciudad en calidad de Enviado Pontificio para la celebración de dicha Jornada. Recordamos con gratitud la visita pastoral que él, junto con otros miembros del Pontificio Consejo, hizo a algunas instituciones sanitarias nuestras y de modo especial al “Hutt Street Centre for Homeless People”, en el corazón de la ciudad. Recordamos también el importante aporte del Cardenal Lozano Barragán y el mensaje que presentó en el curso de los debates realizados en el “Adelaide Convention Centre” y que terminaron el 11 de febrero con la conmovedora concelebración eucarística en la Catedral de la ciudad. La celebración de la XIV Jornada Mundial del Enfermo en Adelaide, además de la presencia y del intercambio entre los miembros del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, los usuarios, los agentes sanitarios, los profesionales y los expertos que llegaron de Australia y del resto del mundo, no sólo concentraron su atención en las cuestiones referentes a la salud mental y a la dignidad humana, sino que han constituido también un estímulo útil para la acción de parte de la Iglesia, del Gobierno y de la sociedad civil. La atención que ha surgido y la acción que le ha seguido en la celebración de aquella Jornada Mundial en Adelaide se pueden resumir en cuatro puntos: 1. Cuidados médicos 2. Pastoral a favor de los individuos y de las familias 3. Instrucción y formación 4. Medios de comunicación advocacy pública Muchos de los temas y de las recomendaciones formuladas en el curso de las sesiones realizadas en el “Adelaide Convention Centre”, han tenido eco en los acercamientos e iniciativas a nivel gubernamental de parte de la “South Australian Government’s Social Inclusion Unit”, bajo la dirección de Monseñor David Cappo. Por tanto, la celebración de la Jornada ha sido para las personas, para las familias y los expertos, una oportunidad para sentir su voz y ha permitido que algunas preocupaciones fundamentales se convirtieran en el centro de una acción gubernamental y comunitaria. 1. Cuidados médicos Durante la Jornada Mundial, el campo de los cuidados médicos se ha concentrado en las preocupaciones y en la voluntad de cambio. Aún manifestando comprensión por los que se ocupan de la administración del sistema sanitario y reconociendo la gran presión ejercida en el sistema, se han recomendado cambios urgentes y mejoras en lo que se refiere a las áreas fundamentales de la coordinación y de la integración de los servicios, la valoración de la necesidad de tutelar la privacy de los pacienDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 tes con un compromiso constructivo con las familias y los agentes sanitarios y el desarrollo de competencias para la profesión médica. En el período que seguirá a la Jornada Mundial del Enfermo, el “South Australian Social Inclusion Board” ha presentado un informe sobre la salud mental titulado Stepping Up: A Social Inclusion Action Plan for Mental Health Reform. Dicho informe, que ha sido redactado luego de una consultación pública, ofrece 41 recomendaciones para un cambio en este ámbito y propone una programación quinquenal de actividades para el período 2007-2012. El Gobierno de Australia del Sur ha redactado nuevas normas referentes a la salud mental y en junio del 2008, ha presentado la Mental Health Bill. Las reformas más importantes incluyen: una clara articulación de los derechos de quienes recurren a los servicios sanitarios mentales y de los que los brindan; mayor énfasis en los cuidados comunitarios además del hospital y los cuidados institucionales; reconocimiento de la situación particular de los niños y de la perpectiva cultural singular de los aborígenes y de los habitantes de la Torres Strait Islander. En la redacción de la legislación se han incluido cambios importantes identificados durante las consultaciones para la XIV Jornada Mundial del Enfermo del 2006: – Acceso de la familia a la información, que debe salir al encuentro de los derechos del individuo así como a las necesidades de los que se ocupan del propio familiar; – Reconocimiento de las particulares necesidades del pueblo aborigen de Australia meridional y de las personas con background culturales diferentes; – Servicios que respondan de modo más adecuado a las necesidades de los que viven en las comunidades rurales; – Reconocimiento de la importancia vital de los miembros de la familia y de los agentes sanitarios y de sus necesidades con respecto a las de los individuos. 2. Cuidado pastoral de los individuos y de las familias La cuestión más importante y que generalmente se ha ventilado durante las celebraciones de las XIV Jornada Mundial del Enfermo, ha sido la urgencia del apoyo necesario para las familias que se deben ocupar de los enfermos mentales. Una parroquia de Norwood ha respondido pastoralmente a la Jornada Mundial del Enfermo creando el Norwood Pa- General de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Australia del Sur. Este programa es administrado y coordinado por dicha Sociedad, con el apoyo de la Archidiócesis a través de agencias diocesanas como Centacare Catholic Family Services y Adelaide Catholic Justice and Peace Commission. Compeer provee a sostener al personal de los que viven una enfermedad mental, acompañando atentamente una selección de individuos con voluntarios formados y supervisados, que regularmente ofrecen compañía y sostén con encuentros y conversaciones. A través de la Sociedad de San Vicente de Paúl, este programa logra voluntarios de las parroquias y de la comunidad local. Compeer proporciona formación, supervisión y sostén con- dar servicios sanitarios de calidad. El gobierno ha proporcionado financiamientos a las organizaciones privadas para acrecentar sus acuerdos a nivel directivo como parte de un programa más amplio tendiente a mejorar los servicios a favor de quienes están afectados por enfermedades mentales. Como resultado del Council of Australian Governments’ Natural Action Plan on Mental Health 2006-2011, a nivel de Gobierno nacional, en Australia del Sur se ha puesto en marcha algunos servicios financiados por el gobierno australiano. Algunos programas incluyen servicios para cuidadores y colaboradores, apoyo en la vida de todos los días y mejor acceso a psiquiatras, psicólogos y médicos generales gracias al Government’s Medicare Benefits Scheme. A nivel de Iglesia local, tanto Compeer como los Norwood Parish Programs ofrecen una preparación inicial y una formación continua para individuos que proporcionan sostén personal y compañía a los enfermos mentales. 4. Medios de comunicación y advocacy pública rish Companions Program, para afrontar las necesidades personales y pastorales de los que viven una enfermedad mental y de sus familiares. El objetivo de la iniciativa es el cuidado del bienestar físico, mental, emotivo, social y espiritual de cada individuo de la parroquia a través de los cuidados y de la información. Dicha iniciativa tiende a colmar el vacío dejado por los servicios sociales y completar el excelente trabajo ya en acto de parte de algunos grupos parroquiales. Se trata de una iniciativa básica, realizada por los parroquianos a favor de la comunidad local. A nivel archidiocesano, en noviembre del 2007 tuve el placer de lanzar el programa Compeer, junto con el Consejo tinuos para preparar a los voluntarios y ponerlos en la capacidad de ser eficaces en este papel. 3. Educación y formación En las discusiones realizadas durante la XIV Jornada Mundial del Enfermo ha surgido como otra recomendación común la necesidad de educar y formar grupos específicos. En línea con el Action Plan for Mental Health Reform 2007-2012 del “State Social Inclusion Board”, el Gobierno del Estado ha anunciado una iniciativa de formación para el sector privado de salud mental con el fin de apoyar el desarrollo de su fuerza laboral y ponerlo en la capacidad de brinDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 En el curso de las sesiones de la XIV Jornada Mundial del Enfermo, se ha subrayado repetidas veces la necesidad de educar al público, de tomar conciencia y de un mayor entendimiento y desestigmatización de la enfermedad mental. A la Iglesia se le reconoce un papel clave cuando presenta una imagen positiva de los que sufren de una enfermedad mental. Muchos han hablado de la necesidad de que la Iglesia realice una obra de advocacy en nombre de los usuarios, de los agentes sanitarios y de sus familias, y emplee su network para contribuir en la obra de formación y toma de conciencia. En los últimos dos años nuestro periódico diocesano, The Southern Cross, ha publicado una serie de artículos en los que se pone en evidencia la situación y se subrayan los retos que encuentran frente a sí los que sufren una enfermedad 17 18 mental, y algunas de las formas como responden la Iglesia y la comunidad local. Monseñor David Cappo, en su calidad también de Comisario de Australia del Sur para la Inclusión Social, ha desarrollado en los forum públicos un fuerte papel de leadership en el Estado de Australia del Sur en cuestiones referentes a la salud mental. El “Social Inclusion Board”, ha sido el artífice de la propuesta del State’s Action Planfor Mental Health Reform 2007-2012, y ahora es responsable también de la supervisión de la actuación de las 41 recomendaciones del Plan. La Comisión católica para la Justicia y la Paz de Adelaide y la Sociedad de San Vicente de Paúl, han colaborado para promover la toma de conciencia sobre cuestiones referentes a la salud mental en la Iglesia y en la sociedad. Con ocasión de las últimas elecciones gubernamentales del Sur de Australia en el 2006, la Comisión ha presentado una serie de interrogantes a todos los candidatos en cuestiones de salud mental y dignidad humana, y les ha pedido que se empeñen para proporcionar niveles adecuados y apropiados de atención a los que tienen problemas de salud mental, especialmente con respecto a grupos vulnerables como niños, adolescentes, ancianos, poblaciones indígenas, a las personas social y geográficamente aisladas y a las que se ecuentran en las prisiones del Estado. Naturalmente, queda mucho aún por hacer en cada uno de estos ámbitos en lo que se refiere al respeto de la dignidad de cada persona independientemente de su condición de salud, pero tengo confianza de que las semillas sembradas DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 gracias a la celebración de la XIV Jornada Mundial del Enfermo en Adelaide en el 2006 serán un estímulo para promover las iniciativas y el empeño que darán abundante fruto más adelante. Una vez más felicitaciones por su nombramiento. El Señor bendiga al Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. Le ruego transmitir mis oraciones y mi calurosa deferencia al Cardenal Lozano Barragán. Asimismo, quiera presentar nuestros mejores augurios a sus colaboradores del Dicasterio, asegurándoles nuestras oraciones y la animación para preparar la XVIII Jornada Mundial del Enfermo del 2010. S.E.Mons. PHILIP WILSON DD JGI, Arzobispo de Adelaide Australia Argumentos La fe del sacerdote en las situaciones límite Recursos humanos en las estructuras sanitarias católicas: cuál sostenibilidad para el futuro Los hospitales: lugares de profundización y ejercicio de la esperanza The mental capacity Act 2005 Valoraciones bioéticas Decisiones anticipadas con respecto a la vida. Una guía para los católicos Seguimiento de la familia La fe del sacerdote en las situaciones límite 20 Se me ha pedido que escriba sobre la fe del sacerdote en las situaciones límite de la vida. Lo haré no con un discurso teórico sino mediante el testimonio de algunos hermanos sacerdotes, que ellos mismos escribieron o que nos han transmitido personas cercanas que tuvieron el regalo de acompañarles y escuchar sus confidencias. Antes, describiré de forma muy breve las vivencias que comporta la enfermedad y la muerte en el ser humano. La enfermedad es casi siempre una sorpresa dolorosa que ocasiona un parón obligado y forzoso en el correr de la vida. Algo con lo que no contaba y que amenaza cambiar nuestra vida nos toca afrontarlo en nuestra propia carne. La enfermedad provoca una convulsión. El cuerpo ya no es el compañero silencioso y obediente, sino que se vuelve molesto y rebelde, desconocido y amenazador. Nos vemos obligados a prestarle una atención cargada de angustia y de dolor físico a veces intenso o de un dolor que lo invade todo. La enfermedad suscita la vivencia de la propia fragilidad. La enfermedad afecta también a la relación y a la comunicación con los demás: la familia, los amigos, el trabajo... Esta sensación de dependencia modifica profundamente nuestras relaciones y, a menudo, nos causa una gran pena y sufrimiento. La enfermedad crea un gran silencio interior en el que van brotando los pensamientos, los sentimientos, preguntas que buscan una razón de lo que nos pasa pero que no tienen fácil respuesta: ¿Por qué me ha tocado a mí? ¿Por qué precisamente esta enfermedad? ¿Por qué precisamente ahora? La enfermedad y la muerte constituye una experiencia singular que afecta a lo más íntimo y sagrado de la persona. Son una de las situaciones límite de la vida que nos llevan a tocar fondo, a encontrarnos con la verdad de nosotros mismos, de los demás y de Dios. La experiencia de la enfermedad y la muerte desafía nuestra libertad y pone a prueba nuestra fe: puede destruirnos o ayudarnos a crecer y madurar, encerrarnos en nosotros mismos o abrirnos más en profundidad a los demás, alejarnos de Dios o acercarnos más a El y purificar la imagen que de él tenemos. En nuestras manos está el don y la tarea de vivirla bien o mal, de convertirla en vino generoso y no en vinagre, de sacar de sus flores amargas – como dice Antonio Machado en su poema 86 de Soledades – blanca cera como las abejas, de que sea un tiempo de gracia para nosotros y para los demás. Vivir humanamente la enfermedad y la muerte no es fácil. Vivir la fe en ellas, tampoco. Pero es posible y así nos lo muestra el testimonio de tantos hermanos sacerdotes, que hemos conocido y conocemos, y de los que son tan sólo una pequeña muestra los que ofrezco a continuación. Mi gratitud a ellos y loado sea el Padre que obra tan grandes maravillas en los hijos que se ponen confiadamente en sus manos. «¡Qué difícil – escribe el P. Congar – es poner en práctica la fe y la esperanza (en la enfermedad) cuando sólo están ellas, cuando el pan de cada día se nos ha quedado duro, sin nada de mantequilla ni de mermelada! Lo difícil es esperar y creer cuando no se tiene nada. Un día las cosas se llenarán de luz. Entonces veremos cuál era su sentido cuando las estábamos viviendo en la noche. Y entonces sin duda descubriremos que, en resumidas cuentas, la prueba fue breve y nos pesará haber dudado tan sólo un momento, haber anhelado la evidencia o la solución y, por tanto, haber querido salir de la fe y de la esperanza. Por el contrario, el recuerdo de habernos sostenido inconmoviblemente en la fe nos dejará un gusto de una increíble dulzura DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 que terminará en acción de gracias»1. «Perder la salud – dice Edilio Mosteo de Zaragoza – me ha concedido un redescubrimiento vital de la fe. Ha sido como un despertar nuevo a algo que estaba dentro de mí; mejor, a Alguien que moraba en mí; con Jacob, una vez más, me siento impulsado a confesar, con estremecimiento, sobre la piedra de mi enfermedad: ¡Así, pues, Yahvéh está en este lugar y yo no lo sabía!… El Señor ha hecho camino de esta enfermedad mía, concediéndome la petición del salmo: Me enseñarás el sendero de la vida. Donde parecía que todo se acababa comenzó un sendero, una vida nueva, pura obra suya, en la que yo he colaborado a trancas y barrancas, torpemente a veces y otras veces mal… Desde la enfermedad, desde el sufrimiento, se ve a Dios también de otra manera. Los enfermos nos dan una mirada privilegiada, clarividente, del misterio de Dios, de su infinita belleza, aunque sea desde la ausencia»2. «Muchas veces – escribía Miguel, sacerdote de Tenerife, enfermo de cáncer – he dado gracias a Dios por la enfermedad. Porque Él se ha valido de la presencia de Jesucristo en mi vida para alentar a otros enfermos, e incluso para alentar la fe de otras personas sanas. Me impresionó mucho cuando, una mañana, me llegan unos jóvenes que desconocía y me dicen: “El profesor de religión nos ha hablado de que la fe en Jesucristo es capaz de mantener con serenidad a una persona amenazada por el cáncer y hemos venido a comprobarlo”. ¡Qué rato tan agradable pasé con ellos! Veía en sus rostros el impacto que les producía algo que no es frecuente. Y ellos decían: “Es verdad, es verdad… Lo que en las lecciones nos decían de la fe en Jesucristo es verdad. Lo que ocurre es que no nos hemos acercado a El con interés”»3. «Procuro evangelizar “a to- pe” desde esta situación, decía Maximino Barrero pocos días antes de su muerte. Antes lo hice con mi vida, con mi salud, con mi voz… ahora lo hago con el dolor, la acogida, el sufrimiento… con esas mil maneras con las que se puede evangelizar desde la cama de un hospital. Tengo una gran paz. Lo que más deseo es vivir en paz y morir en paz. Estoy en la Cruz de Cristo y con Él quiero resucitar. Estoy viviendo momentos verdaderamente cruentos, pero siempre lleno de paz y aceptando la voluntad de Dios»4. «Experimenté – escribe D. Javier Osés – que, en ese momento, Dios es la ayuda más profunda y decisiva y que la salud, para un cristiano, es bastante más que el no estar amenazado de muerte y que nuestro Dios, Creador y Padre, es realmente el Dios de la Vida. Saber que, en esos momentos precisamente, Dios se esmera más en hacer sentir la experiencia de su amor, me dio mucha paz. No tenía ganas de nada, ni de rezar, ni de pensar, ni de hablar. Sólo asomaban algunos sentimientos espontáneos referidos a Dios, a la familia, al personal que andaba por la UCI. Me bastaba saber que Dios me amaba y había que dejarle que fuese conmigo Padre. La enfermedad y la larga convalecencia me han servido para replantear más a fondo mi vida, para experimentar que la enfermedad y la salud son don de Dios, que la enfermedad baja los humos y que en la vida hay cosas que siguen siendo primeras y otras segundas o terceras. Dios, su bondad y su Reino, son lo primero»5. «Cercana ya su muerte – relata Margarita, hermana de Javier Osés – con mucho coraje y serenidad nos dijo que moría y se despidió de todos diciéndonos que había llegado el momento más importante de su vida. Pidió el crucifijo, lo besaba y con voz clara y firme daba gracias a Dios por la familia que había tenido, por ser cristiano, porque Dios le había llamado al sacerdocio, por ser obispo de la diócesis de Huesca. “Ofrezco mi vida por los sacerdotes y por los oscenses. Gracias, Señor, porque me lle- vas contigo… Tengo mucha paz y alegría. Dios es Amor y es Paz… Buscad siempre a Dios y su voluntad. Vivid para El. Preocupaos de los demás y dejad que la vida vaya transcurriendo. Mi vida ha estado en Dios. He vivido para El y ahora me lleva con El. Estoy feliz”»6. «Dios – escribe Jesús Burgaleta – está con el hombre como es: débil, limitado, solo, abandonado; de lo contrario nos rompería. Dios respeta y ama la finitud de lo limitado. Dios no libera al hombre de serlo: lo quiere hombre. Le ayuda a que sea lo que es. Dios ha devenido hombre y no puede ya sino ser el Dios feliz con el que goza, el Dios doliente con el que sufre. Dios, en la enfermedad, no puede hacer con nosotros otra cosa que amarnos amándose y, por lo tanto, respetar lo que somos. Dios no sólo compadece con mi dolor; mi dolor es su dolor. Dios recorre todo mi camino, su camino humanado hasta la muerte. Mi muerte también acontece en él. Dios está en la soledad extrema de mi cama, no como un simple “otro” que enjuga mi sudor, sino como lo más radical e íntimo de mí. A Dios se le vislumbra en la debilidad. A Dios se le abraza en la fragilidad; aunque cuando aprietas los brazos tengas la sensación de no abrazar nada. Asumir la ruptura de todas las representaciones de Dios, aun la más legítima -Padre-, es el culmen de la fe, el amor y la esperanza. A Dios se le reconoce como Dios cuando no se le puede DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 asir de ninguna manera y, a pesar de todo, uno se le entrega con todo su ser. Su palabra es el silencio, largo y profundo silencio que no puede llenar sonido alguno. Dios me concede la posibilidad de vivir y de crecer, también en el dolor. A Dios le pido lo mismo que él me da y quiere: poder ser persona en la salud y en la enfermedad. Le pido comunión con él, conmigo y con los demás. Hágase tu voluntad»7. «Ahora – escribe Iñaki Kámara – me toca vivir el sacerdocio en esta otra situación. Y me diréis si soy feliz de sacerdote así. No voy a ser tan iluso para decir que soy feliz con esta experiencia. Es verdad que es una situación dura. Precisamente en estos momentos y en esta situación uno, con fe titubeante, grita el porqué de esta situación, y como respuesta hay un silencio muy profundo… En medio de ese silencio, poco a poco, con mi fe balbuciente, voy descubriendo la respuesta de Dios. Dios me responde a través de mi familia que desde el primer momento ha estado con una gran entereza y con mucha naturalidad, con mucho cariño y optimismo en los altibajos que uno tiene. Me responde a través de los compañeros y de los amigos que me visitan, y de tantos cirineos y verónicas que, día a día, me atienden, me asean, me peinan, me lavan, me levantan y me acuestan. Y es de agradecer porque así me ayudan a afrontar esta situación, tanto enfermeras, como servicio de cocina y de mantenimiento, a través de Fernando y de Félix, que me ofrecen no sólo sus conocimientos médicos sino también su amistad»8. «Tengo la sensación – escribe D. Fernando Sebastián – de que durante este tiempo no he estado “fuera de servicio”. Sino que el Señor ha querido que aprendiera a servir de otra manera, desde la debilidad, con la oración y el sufrimiento, reconociendo efectivamente el valor de su gracia y la superioridad de los demás. En los días de enfermedad se reza más, se siente más cerca la presencia de Dios que nos consuela y fortalece, resul- 21 22 tan más claras aquellas palabras de Pablo: “Te basta mi gracia”. “La fuerza de Dios se manifiesta en nuestra debilidad”. La aceptación de la propia debilidad ayuda a valorar más las posibilidades de los demás y sobre todo la gran fuerza del amor de Dios que nunca falla. La enfermedad es un tiempo de clarividencia. Se comprende mejor el misterio del dolor, la fuerza del amor, la necesaria solidaridad, la sabiduría definitiva de la Cruz de Cristo, amor inocente realzado en el dolor como camino de libertad y salvación. Mi experiencia se ha visto reforzada por la enfermedad y muerte de dos amigos y hermanos muy cercanos, los Obispos Conget y Osés. Ellos han llegado hasta el fondo de la experiencia y han entrado por la puerta estrecha de la muerte hasta el encuentro glorioso con el Dios del Amor y de la Vida. Los demás hemos aprendido de ellos a morir y a vivir cerca de este Dios que nos espera con paciencia y misericordia. Nosotros somos débiles, pero viviremos y triunfaremos por la fuerza de Dios desplegada en Cristo. Él está con nosotros hasta el final de los tiempos»9. «El sufrimiento – dice el P. Häring – me ha liberado un poco del egocentrismo. He profundizado en la meditación del misterio pascual, aplicándome a mí mismo lo que se dice de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo. Además, he aprendido a confiar en la providencia: Dios no me deja solo y no permite que dude de su presencia, ni ante el dolor, ni ante la enfermedad… ni ante la muerte»10. «Como cristiano, como religioso, como hospitalario – escribe el Hermano de San Juan de Dios, José Luis Redrado – puedo confesar que, durante mi enfermedad, he visto a Dios a través de tantas “mediaciones humanas”, de tantas cosas pequeñas e insignificantes que en otros momentos de la vida pasan desapercibidas. La enfermedad me ha servido para fiarme más de Dios y para relativizar muchas cosas que aparentemente crees que son importantes y no lo son. No es fácil la oración, sobre todo en los momentos más agudos de la enfermedad. Mi oración eran las sencillas jaculatorias y frases de los salmos. He sentido como nunca la oración de los otros; tantos me lo decían que rezaban por mí y, verdaderamente, he sentido este “empujón”, esta fuerza, y pensaba: si los hombres están cerca de ti ¿cómo no lo va a estar Dios?» «Por gracia – escribía José Luis Martín Descalzo – viví siempre en la fe y en un amor a Dios que era algo “normal” en mi vida. Dios era realmente mi Padre, Jesús mi amigo y compañero. En la enfermedad he sentido más cercana esta paternidad y ese compañerismo. Sólo la gracia de Dios ha podido mantenerme alegre en estos últimos años. Y confieso haberla experimentado casi como una mano que me acariciase. Dios no me ha fallado en momento alguno. Sé que no es nada agradable estar en el Huerto de los Olivos, pero tampoco a mí me han faltado “ángeles que me consolasen” como al Señor. Ángeles que a veces se expresaban simplemente a través de la paz interior y que en otras ocasiones – muchas – se vestían de la gente que en estos años me ha querido y ayudado tanto. Mis hermanos, mis amigos, tanta gente misteriosa y desconocida ha ido sosteniéndome y yo llamaría milagro al hecho de que en casi todas las horas oscuras siempre llegaba una carta, una llamada telefónica, un DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 encuentro casual en una calle, que me ayudaba a recuperar la calma. Tengo que confesar con gozo que nunca me sentí tan querido como en estos años. Y subrayo esto porque sé muy bien que muchos otros enfermos no han tenido ni tienen en esto la suerte que yo tengo. La familia, una hermana a tu lado que sufra junto a ti, son regalos que a mí me ha dado la Providencia, pero que – ¡ay! – no todos los enfermos encuentran. Yo no habría sabido estar enfermo sin el ejemplo de Jesús. La fortuna de conocer su camino ha sido, sin duda lo más iluminador en mi enfermedad. Gracias a él, la enfermedad ha iluminado mi fe, al mismo tiempo que la fe, iluminaba mi enfermedad. La enfermedad iluminaba mi fe porque la hacía, tal vez por primera vez, verdadera ¡Que fácil es creer y predicar cuando todo va bien! El dolor me ha permitido descubrir que no creía muchas cosas que creía creer. Pero he de añadir que la fe iluminaba mucho más mi enfermedad… Encontrar que desde mi enfermedad participo más viva y verdaderamente en la pasión de Jesús ha sido para mí la fuente primordial de mi esperanza y mi alegría. Jamás pido a Dios que me cure mi enfermedad, porque me parece un abuso de confianza y, sobre todo, porque temo que, si me quitase Dios mi enfermedad, me estaría privando de una de las pocas cosas buenas que tengo: mi posibilidad de colaborar con él más íntimamente, más realmente. Le pido, sí, que me ayude a llevar la enfermedad con alegría; que la haga fructificar, que no la estropee yo por mi egoísmo o mi necesidad de cariño. Estar, vivir en el Huerto no es ningún placer, pero sí es un regalo, un don, tal vez el único que, al final de mi vida, pueda yo poner en sus manos de Padre»11. «Orar a partir de lo que estaba viviendo – escribe Antonio López Baeza – fue convirtiendo la enfermedad en un tiempo de gracia. Una gracia que el Señor me concedió, fue comprender que el favor que yo le pedía y Él deseaba concederme consistía, sobre todo, en aceptar el resultado de aquel proceso, fuere cual fuere, como lo más conveniente para mí. Encontrarle a la vida el mismo sentido o más que antes, pese a la pérdida de facultades; saber que puedo seguir siendo útil y trabajando por los demás; aceptar los cambios de sentido a que me obligaban los resultados y aceptarlos sin hacer de ello un drama que amargara mi existencia y la de quienes me rodeaban..., ése era el más valioso milagro que el Señor nos quería conceder, o mejor, que ya se había operado en mi interior»12. «Los tres últimos años – escribe el Cardenal Bernardin – han sido para mí un reto, como nunca había experimentado antes, de cara a mantener firmes mis creencias y a confiar en el Señor. Pero mi objetivo principal fue poner mi fe en acción, vivir según los principios que orientan mi vida. Por encima de todo, deseo que la gente sepa que camino con ella en calidad de hermano, de amigo. La decisión de vivir mi cáncer en público ha sido la de compartir un mensaje simple: la fe importa de verdad. Gracias a haberme sustentado en el Señor, gracias a haberme abierto a su voluntad, fui capaz de aceptar mi enfermedad, y ahora mi muerte inminente… El sufrimiento y el dolor tienen poco sentido para mí sin Dios, y mi corazón va en busca de las personas que se sienten abandonadas o solas en sus momentos de mayor necesidad. Fui sacerdote durante cuarenta y tres años y obispo durante veintinueve. Siempre he dicho a los demás que se pusieran en manos del Señor. He aconsejado a mucha gente que estaba afrontando lo que yo afronto ahora. Ha llegado para mí el momento de practicar lo que predico. Durante ese tiempo rogué a Dios que me concediera la gracia para sobrellevar mi operación y mi tratamiento postoperatorio con fe, sin amargura ni angustia indebida. El regalo especial que Dios me ha hecho es un regalo de paz. A su vez, mi regalo especial a los demás es compartir la paz de Dios, ayudarles a sobrellevar la enfermedad, los tiempos difíci- les. Al hablarles de mi paz interior, espero que la gente vea que en la oración y en la fe hay mucho más que meras palabras. Dios en realidad nos ayuda a vivir plenamente incluso en los peores momentos. Y la capacidad para hacerlo depende de la profundidad de nuestra relación con Dios a través de la oración. Durante mi convalecencia, las noches me resultaban particularmente largas, un tiempo en que salían a la superficie varios temores. A veces me sorprendía llorando, cosa que raramente había hecho antes… En aquellos momentos sombríos, aparte de la fe y la confianza en el Señor, me sostenía constantemente la conciencia de que miles de personas estaban orando por mí… Es evidente que en primavera no estaré vivo. Pero pronto experimentaré nueva vida de otra manera. Aunque no sé qué me espera en la otra vida, sé que así como Dios me llamó para que lo sirviera con toda mi capacidad a lo largo de mi vida en la tierra, ahora me llama a casa»13. «El Señor me visita con la cruz – decía el cardenal Pironio – He predicado mucho sobre la cruz, pero qué diferente es experimentarla y vivirla. Sufro mucho, pero estoy feliz y tranquilo en las manos de un Padre que me ama y en el corazón de María mi Madre… Quiero vivir este momento de mi vida que el Señor ha preparado adorablemente para mí. Estoy en una serena disponibilidad a todo lo que el Señor vaya trazando en mi camino… Ahora el Señor me pide el ministerio de la oración y del silencio, el ministerio del ofrecimiento. Más difícil, pero también más fecundo. El modo de rezar ahora para mí, es, sufrir en silencio y ofrecer. Lo tengo todo ofrecido: por la Iglesia, los sacerdotes, la vida consagrada, los laicos, el Papa, los jóvenes, la redención del mundo… Creo que me quedan pocos días de vida. Yo había soñado, a pesar de la enfermedad, que llegada esta época me quedaría tiempo para leer, escribir, retirarme a orar, escuchar a la gente. Pero el Señor ha dispuesto adorablemente DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 otra cosa. No veo, no puedo andar, no puedo hacer nada. Será que terminado mi servicio directo en la Iglesia no me queda nada que hacer. El final se acerca. Sufro mucho, tengo grandes dolores, pero no quiero que los demás se den cuenta para que no sufran. Ya sólo espero la vida eterna, y será en pocos días. A pesar del sufrimiento físico, estoy sereno y tranquilo. Voy a la casa del Padre»14. «Antes de recibir la Unción de los enfermos – decía Don Vecchi, Rector Mayor de los Salesianos a los miembros del Consejo General – deseo manifestar mi confianza en el Padre. Quiero abandonarme en El que me ha amado de amor eterno. Estoy disponible para acoger su voluntad. Le manifiesto mi gratitud por lo que ha predispuesto para mí en todos los años de mi vida. En este tiempo de enfermedad he tenido la ocasión para repensar en la situación de tantos hermanos que se encuentran en mi condición. He palpado que servir es algo grande y que es doloroso encontrarse en la necesidad de dejarse servir. He reflexionado sobre las atenciones que, con extrema delicadeza, me brindan tantos hermanos y hermanas. No todos los hermanos enfermos tienen los cuidados que se me dan a mí. Quiero agradecer al Señor todo esto. Me siento confundido y contento al mismo tiempo por el amor que Dios ha hecho crecer en todos aquellos que viven a mi alrededor… Me siento como uno que sigue un camino entre dos alas de amigos y me nace espontáneo proclamar con el salmo el gozo de caminar hacia la casa del Señor para alabar su nombre. Siento profundamente mi pertenencia a la Iglesia y experimento que ella me acompaña verdaderamente… Mi agradecimiento a todos por todo lo que han hecho… Permanezcamos siempre unidos en la oración. Dios les premie y María Santísima los bendiga.» «Según relata la Hna. María Jesús que le atendió en el hospital, Ricardo Alberdi pedía vivir a su manera la muerte, ya aceptada. Aprovechaba el día: rezando el Breviario, leyendo, 23 24 escribiendo, atendiendo a las visitas que le han dejado agotado. Se le veía preocupado, porque veía en amplios sectores de la vida religiosa una privatización, disociación, entre la fe, el comportamiento y el compromiso. Pedía vivir un poquito más, aún en la situación en que se encontraba, para poder ayudar, incluso, desde una silla… a los que le necesitaban. Sentía miedo y angustia de poder llegar a un límite que le impidiera ser valiente y exclamaba: ¡Dios mío, dame fuerza! y su mirada se fijaba en el Crucifijo. Su enfermedad no resultaba fácil de vivir. Su muerte fue creadora de una realidad espiritual de amor»15. «Después de esta noche de angustia – escribe Joseph Breu, sacerdote misionero que murió en Medellín en 1987 – quiero rezar y sólo me sale esta oración: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Ayúdame, si es posible aparta de mi este cáliz, pero no se cumpla mi voluntad sino la tuya.” La rebeldía, la protesta, el rechazo fuerte de lo que vivimos son sentimientos que afloran y tenemos que expresarlos sin miedo. Sólo la fe, la presencia del Señor, su fuerza, su amor y la solidaridad de los otros nos ayudan a seguir adelante. Mi actividad es abandonarme en las manos del Padre bueno que no me deja y ayudar en todo momento. La enfermedad es una experiencia de desierto profundo. Uno vive los problemas que en la vida ha vivido más intensamente y dentro de un mar profundo de impotencia, mezclado con grandes confusiones y oscuridades. Queda el abandono en Dios dentro de una fe impotente y oscura. La enfermedad nos despoja, nos hace sentir pobres. La muerte no puede con la vida, no vence a la vida. A pesar de estar muriendo estoy vivo, siento la vida y hoy más que nunca experimento cómo la muerte, la enfermedad, no vence; este cáncer no me mata, mina mi salud física pero no la vida. Cristo ha vencido a la muerte, yo estoy llamado también a vencer a la muerte con mi vida»16. «Te pido, Señor, que sepa, en el dolor, pedirte el Espíritu para que mi vida, en esta peregrinación que un día se acabará, y mi muerte estén en tu Cruz. Tiéndeme tu Mano para que contigo, a pesar de la oscuridad del camino, tenga la sencilla certeza de abrir un día los ojos y verte a ti a la derecha del Padre con el Espíritu Santo. Muchos atardeceres, al ganarme el sueño, aguardaba encontrarte en la mañana que nunca tiene fin. Pero sólo Tú, Señor de mi vida y enfermedad, sabes cuándo es el día que jamás tendrá ocaso. Mientras tanto, déjame que no te deje y que dé gracias porque cada instante es un milagro en la espera de otro mayor: la vida eterna, vivir contigo. Me abandono, enfermo y débil, en tus Manos, que me hicieron, y en las de los hermanos que en el camino del dolor me comunican tu calor. Tus Manos están llenas de misericordia. En ellas me refugio y en ellas me escondo con todos los que sienten el anuncio de que la vida terrena es el comienzo de la otra en la que la enfermedad y la muerte quedan para siempre vencidas. Gracias, Señor de mi vida y mi enfermedad, porque me has enseñado que tu gracia vale más que la vida, que la frialdad de la muerte no dejará que se apague el fuego de tu Amor»17. Termino con los poemas escritos por tres sacerdotes poco antes de su muerte: En tus manos estoy. Mi carne rota sigue diciendo: “Amor, lo que Tú quieras”. Feliz te consagré mis primaveras. Feliz te doy la paz de mi derrota. Este cariño de mi sangre brota de saberme prendido en tus hogueras. No es morir el morir, si Tú esperas al final de esta dura bancarrota. En tus manos estoy. Contigo vivo. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Contigo muero, Dios. No soy cautivo del temblor, a las puertas de la muerte. Dame fuerza, Señor, para este salto donde asciende mi amor hasta lo alto y la tierra en el cielo se convierte. Rafael Matesanz, sacerdote de Segovia Algo que es vida de vida cambiando en mí está por dentro. Se muere esta vida mía y otra nueva está naciendo. Se han convertido en escombros los castillos de otro tiempo. Hay arrugas en el árbol porque el árbol se hace viejo. Son más cortas las palabras y más largos los silencios. Hago con calma el camino y más pausados los rezos. Me sobran ya muchas cosas y voy descargando peso. Vivo en mis horas la urgencia de repetir lo que tengo. Me duele el surco vacío y las heridas que he abierto, el pecar de suficiencia y el presumir de sincero. Estoy limpiando la huerta de hojarasca y de cieno. Voy a sembrarla de pinos, de violetas y romero. Para aprender humildades y el amor a lo pequeño, voy a sembrar unas matas de violetas en el centro. Para ser “el buen olor de las gentes”, el romero, y los pinos, cuando crezcan me harán mirar más al cielo. Algo que es vida de vida cambiando en mí está por dentro. ¿Será ya la primavera? ¿Pasó, en verdad, el invierno? Jesús Nieto, sacerdote de Huelva Testamento del Pájaro Solitario IV El esperanzado Sé que voy a perder mi vida. Pero no importa, seguiré, sigo jugando. Y, aunque sé que me estoy desmoronando, voy a esperar, sigo esperando, espero. ¿Dónde quedó mi corazón primero? ¿Dónde el amor que amaneció silbando? ¿Dónde el alegre adolescente? ¿Cuándo mi alma cambié por este vertedero? Pero voy a seguir en esta noria de la esperanza, terco, testarudo. ¡Levantad acta a mi requisitoria! Tal vez un día se deshaga el nudo. Y, si no puede ser, dirán: “No pudo. Pero murió a las puertas de la gloria”. Primer presentimiento de la muerte: VII Viví jugando a demasiadas cosas, a vivir, a soñar, a ser un hombre. Tal vez nazca al morir, aunque me asombre, como nacen, soñándose, las rosas. Dame tus manos misericordiosas para que el corazón se desescombre. Dime si es cierto que, al pensar tu nombre, se vuelven las orugas mariposas. Sé que los cielos estarán abiertos y aún más abierta encontraré la vida. Ya no seremos nunca más cautivos. Ganaremos, perdiendo, la partida. Y, pues hemos vivido estando muertos, muriendo en luz despertaremos vivos. Últimas noticias sobre la muerte del autor: V Y entonces vio la luz. La luz que entraba por todas las ventanas de su vida. Vio que el dolor precipitó la huida y entendió que la muerte ya no estaba. Morir sólo es morir. Morir se acaba. Morir es una hoguera fugitiva. Es cruzar una puerta a la deriva y encontrar lo que tanto se buscaba. Acabar de llorar y hacer preguntas; ver al Amor sin enigmas ni espejos; descansar de vivir en la ternura; DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 tener la paz, la luz, la casa juntas y hallar, dejando los dolores lejos, la Noche-luz tras tanta noche oscura. José Luis Martín Descalzo18 P. RUDESINDO DELGADO Asistente eclesiástico del PROSAC (Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos), España Notas 1 Y. CONGAR, A mis hermanos, Sígueme, Salamanca 1969. 2 Labor Hospitalaria, Orar en la enfermedad. 3 VICO PEINADO J., Profetas en el dolor, Paulinas, Madrid 1981. 4 Departamento de Pastoral de la Salud de la C.E.E. “Vivir el morir” dossier fotocopiado. 1992. 5 Boletín Prosac Nº 14 (2000). 6 Instituto Superior de Pastoral, La misión sanante de la comunidad cristiana, Verbo Divino. 7 ALEMANY C. (Ed.), 14 aprendizajes vitales, DDB, Bilbao 1997. 8 SURGE, El dolor del sacerdote. 9 “Después de la enfermedad”, carta de D. Fernando Sebastián, 30.10.2001. 10 SALVOLDI V., Häring, San Pablo, Madrid 1998. 11 MARTÍN DESCALZO JL., Reflexiones de un enfermo en torno al dolor y la enfermedad, Congreso de las Hospitalidades Españolas de Nª Sª de Lourdes, El Escorial, noviembre 1990. 12 LÓPEZ BAEZA A., Experiencia con la soledad, Narcea, Madrid 1994. 13 CARDENAL BERNARDIN, El don de la paz, Planeta/Testimonio, Barcelona 1998 14 Testimonio presentado por Teresa I., la religiosa enfermera que le acompañó durante la enfermedad, en la Escuela de Pastoral de la Salud Nª Sª de la Esperanza de Madrid. 15 Departamento de Pastoral de la Salud de la C.E.E. “Vivir el morir” dossier fotocopiado. 1992. 16 Departamento de Pastoral de la Salud de la C.E.E. “Vivir el morir” dossier fotocopiado. 17 Alfa y Omega, 29.3.07. 18 JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO, Testamento del Pájaro Solitario, Verbo Divino 1991. 25 Recursos humanos en las estructuras sanitarias católicas: cuál sostenibilidad para el futuro* 26 A través de su sección de estadística y levantamiento de datos, el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios ha realizado una encuesta sobre “Recursos humanos en las estructuras sanitarias católicas: cuál sostenibilidad para el futuro”, cuya finalidad ha sido conocer las problemáticas conexas con las disponibilidades limitadas de los recursos humanos en las estructuras sanitarias católicas, así como las actividades y los programas que se desarrollan en dichas estructuras. La investigación se puso en marcha a comienzos del 2006 en 121 países pertenencientes a las 5 áreas continentales (Africa, América, Asia, Europa, Oceanía), cuando en ese período estaba presente al menos un Obispo encargado de la Pastoral Sanitaria. Para el levantamiento de datos se envió un cuestionario a 1271 Obispos encargados de la Pastoral Sanitaria en estos países. A su vez, los obispos enviaron el cuestionario a las estructuras sanitarias católicas que obraban en sus respectivos países. Además de los Obispos, el Dicasterio envió directamente el cuestionario a tres grandes órdenes que trabajan específicamente en el ámbito sanitario: la Orden de los Hermanos de San Juan de Dios (Fatebenefratelli), de los Camilos y de las Hermanas Hospitalarias del S. Corazón de Jesús, invitándoles para que sus estructuras sanitarias presentes en los cinco continentes rellenaran dicho cuestionario. La estrategia de muestras que se siguió fue de tipo snowball, es decir, se construyó una muestra no probalistica. Se trata de una técnica de muestras que la mayoría de las veces permite alcanzar resultados satisfactorios (aunque no se pueden generalizar al total de las realidades católicas que obran en el mundo), obviamente en una lógica de tipo explorativo de varios objetos de búsqueda. A menudo esta técnica permite adquirir informaciones extrema- damente útiles para conocer los contextos en los que obran cotidianamente las realidades sanitarias católicas. Agradecemos a los nuncios apostólicos por su preciosa colaboración, pues han permitido el contacto con los obispos de las oficinas de pastoral sanitaria, a los obispos encargados de la pastoral sanitaria que han dado su disponibilidad en la fase preliminar de la encuesta identificando las estructuras sanitarias católicas más representativas en su país, así como a las Órdenes religiosas y a todos los responsables de los centros sanitarios que con competencia y solicitud han rellenado el cuestionario, permitiéndonos conocer numerosos aspectos de su servicio a favor del enfermo que sufre. En fin, se precisa que este documento no pretende representar toda la obra de la Iglesia en el ámbito de la salud, pero permite conocer los contextos en los que obran las realidades sanitarias católicas, las problemticas con las que deben confrontarse así como su compromiso cotidiano dirigido en modo integral a la persona. Premisa Las realidades del mundo católico que trabajan en el ámbito sanitario son muy numerosas. Los datos de la Oficina Estadística de la Ciudad del Vaticano han censado al 31 de diciembre de 2005, 5246 hospitales católi- cos que trabajan en los cinco continentes; 17,224 ambulatorios; y un flujo de pacientes asistidos u hospitalizados equivalentes a 184’810,687 y 84’098,396, respectivamente. Ante la evidencia de la presencia y la acción capilar de la Iglesia en el mundo en el campo sanitario, se ha tratado de realizar un estudio que enfocase al menos algunas de estas realidades, la cuestión de los recursos humanos disponibles. Han llegado al Dicasterio 138 cuestionarios debidamente rellenados por estructuras sanitarias católicas que obran en los siguientes países: Australia Burundi Chad Colombia Corea Ecuador Etiopia Francia Ghana Guatemala Irak Irlanda Islas Mauritius Italia México Nigeria Nueva Zelandia Papua Nueva Guinea Portugal República Checa República Dominicana España Tailandia Turquía Uganda Zimbabwe Número de Hospitales y ambulatorios católicos; número de pacientes asistidos o internados según el área continental correspondiente. 31 dicembre 2005. Áreas continentales Africa América Asia Europa Oceanía Total Numerosidad Centros Hospitales Ambulatorios 1.046 5.292 1.712 5.363 1.073 3.626 1.257 2.755 158 494 5.246 17.530 Fuente: Anuario Estadístico de la Iglesia 2005, Librería Editrice Vaticana. * Informe descriptivo de los resultados de la encuesta conducida por el Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. Análisis descriptiva de los datos TABLA 1 En el momento actual de la investigación las estructuras de las que se han registrado los datos se distribuyen equitativamente entre países desarrollados y aquellos desventajados (PVD – 50%). TABLA 2 Las estructuras que han rellenado el cuestionario son ante todo hospitales pero que funcionan también como dispensarios (28% y 27%); como centros residenciales (15%), como ambulatorios y consultorios (11,8%). Patologías más frecuentes en el 2005 En promedio, más del 28% de los pacientes de las estructuras sanitarias católicas entrevistadas presenta problemas conexos con enfermedades infectivas y parasitarias; el 25,5% presenta enfermedades y transtornos del comportamiento; el 13,4% sufre enfermedades respiratorias; y el 10,3% presenta problemas vinculados con éxitos de malformaciones congénitas y anomalías cromosómicas. Naturalmente, no faltan diferencias importantes en la tipo- Tab. 1. Área continental correspondiente del país en donde se encuentra la estructura Áreas continentales Val. absolutos América 32 Africa 18 Asia 27 Europa 10 Oceanía 3 Total 90 Val. % 35,6 20,0 30,0 11,1 3,3 100,0 Tab. 2. Tipología de las estructuras contactadas (de respuesta múltiple) Respuestas % Tipología estructura Val. % de las de casos absolutos respuestas válidos Hospital 45 28,0% 52,3% Ambulatorio 19 11,8% 22,1% Dispensario 43 26,7% 50,0% Centro residencial 24 14,9% 27,9% Centro semi-residencial 11 6,8% 12,8% Consultorio 19 11,8% 22,1% Total 161 100,0% 187,2% Casos válidos: 86 logía de problemáticas con las que se deben confrontar los centros visto los diferentes contextos en los que trabajan. Sin embargo, es interesante observar que los porcentajes de algunas patologías, como por ejemplo aquellas infectivas y parasitarias y las del aparato digerente, presentan semejanzas en las varias latitudes del mundo. Por tanto, se trata de enfermedades que interesan las fajas de pobla- ción que viven en condiciones de grave indigencia, a las que se juntan escasas condiciones higiénicas y falta de adecuación del régimen alimenticio. Se trata de las enfermedades de pobres, signos evidentes de la condición de grave indigencia de la población con la que entran en contacto con mayor facilidad las estructuras católicas. TABLA 3 Tab. 3. Las fuentes de financiamiento en el 2005 (de respuesta múltiple) Tipología de fuentes de financiamiento por macroárea económica Área del desarrollo* Fuentes de financiamiento Fondos públicos Fuentes de entidades públicas locales Donaciones de privados Organis. internacionales ONGs católicas ONGs no católicas Pacientes y sus familias Otras fuentes de financiamiento Total Área en vías de desarrollo** Fuentes de financiamiento Fondos públicos Fuentes de entidades públicas locales Donaciones de privados Organis. internacionales ONGs católicas ONGs no católicas Pacientes y sus familias Otras fuentes de financiamiento Total Val. absoluto % de las respuestas % de los casos 17 9 16 7 12 5 27 24 117 14,4% 7,7% 13,7% 6,0% 10,3% 4,3% 23,1% 20,5% 100,0% 38,6% 20,5% 36,4% 15,9% 27,3% 11,4% 61,4% 54,5% 265,9% 10 3 13 6 9 2 27 20 90 11,1% 3,3% 14,4% 6,7% 10,0% 2,2% 30,0% 22,2% 100,0% 24,4% 7,3% 31,7% 14,6% 22,0% 4,9% 65,9% 48,8% 219,5% * Casos válidos 44 ** Casos válidos 41 DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 27 Tab. 4. Criterios empleados en la colocación de los recursos en el ámbito de las actividades de planificación de las estructuras entrevistadas, por macroárea económica (de respuesta múltiple). Año 2005 Criterios de colocación recursos Val. % de las % de los por macroárea económica absolutos respuestas casos Área del desarrollo* Criterios de colocación recursos Costo/beneficio 20 29,4% 54,1% Costo/expectativa de vida 2 2,9% 5,4% Costo/mejora calidad de vida 24 35,3% 64,9% Solidaridad/subsidiaridad 21 30,9% 56,8% Otros criterios 1 1,5% 2,7% Total 68 100,0% 183,8% Áreas en vías de desarrollo** Criterios de colocacíon recursos Costo/beneficio 22 35,5% 57,9% Costo/expectativa de vida 7 11,3% 18,4% Costo/mejora calidad de vida 28 45,2% 73,7% Solidaridad/subsidiaridad 4 6,5% 10,5% Otros criterios 1 1,6% 2,6% Total 62 100,0% 163,2% 28 * Casos válidos 37 ** Casos válidos 38 El estudio de las fuentes de financiación en las que se funda la sostenibilidad económica de las estructuras sanitarias católicas entrevistadas, se vuelve interesante si se consideran las diferencias entre los centros que obran en los Países Desarrollados (PD) y los de los Países en vías de desarrollo (PVD). Las estructuras que obran en los PVD presentan mayor dificultad de acceso a las fuentes de financiación pública de lo que no ocurre en los PD (14% de las respuestas de los PVD contra el 22,2% de los PD); en cambio, es más fácil, aunque por poco, que reciban donaciones de privados (el 14,4% de las respuestas de los PVD contra el 13,7% de los PD); en fin, no es secundario observar que precisamente en los países más pobres las estructuras católicas reciben mayor sostén de parte de los pacientes y de sus familias (30% de las respuestas en los PVD contra el 23,1% en los PD). Este dato es muy importante, porque pone de relieve la proximidad de relación que se instaura entre las estructuras sanitarias católicas y la población que se dirige a ellas. Su sostén económico constituye un indicador indirecto del grado de satisfacción de los usuarios que pasan por estos centros con respecto a la obra de curación y de asistencia que allí se realiza. TABLA 4 Pero ¿cuáles son los criterios Tab. 5. Problemas más urgentes en la gestión y en la organización de las estructuras entrevistadas, que necesitarían intervenciones inmediatas Respuestas Problemas más urgentes Val. % de las absolutos respuestas Falta de redes de conexión 27 17,5% Escasez de personal sanitario 19 12,3% de inspiración católica Insuficiencia financiera para sostener las estructuras 51 33,1% sanitarias Dificultad de formular 27 17,5% proyectos de formación Imposibilidad de desarrollar 7 4,5% los papeles de competencia en la Pastoral sanitaria Emergencia sanitaria local 23 14,9% Total 154 100,0% % de los casos 38,6% 27,1% 72,9% 38,6% 10,0% 32,9% 220,0% Casos válidos 70 que guían a los administradores de las estructuras sanitarias católicas en la colocación de los recursos disponibles? Sea en los PD que en los PVD el criterio prevaleciente es el que pone en relación los costos con la mejora de la calidad de la vida (35,3% de las respuestas en los PD y el 45,2% en los PVD). Criterio que parecería ir precisamente en la dirección indicada por la OMS años atrás cuando, en una famosa campaña de sensibilización, afirmaba la necesidad de añadir vida a los años y no años a la vida, con evidente referencia a la importancia de mejorar la calidad de la vida de la población de todo el mundo. De estos datos, la calidad de la vida parecería constituir el centro de la programación de las estructuras que DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 obran tanto en los contextos más desfavorecidos como en los más ricos. Sin embargo, no faltan diferencias que surgen cuando se analizan otros criterios que se toman en consideración en otro momento. En efecto, mientras en los PVD el criterio adoptado en segundo lugar es el que emite con respecto a costos/beneficios del cuidado (35,5% de las respuestas), en los PD, se afirma el criterio de la solidaridad/subsidiaridad (30,9% de las respuestas). TABLA 5 A este punto no podíamos dejar de preguntarnos cuáles eran los problemas más urgentes por afrontar en el ámbito de la gestión y organización de las estructuras sanitarias católicas. La cuestión en las que se ha con- centrado el mayor número de respuestas es “la insuficiencia de los recursos financieros” (33,1% de las respuestas dadas por el 73% de las estructuras que han respondido). Esto pone en evidencia una criticidad económica que no deja de repercutirse en el personal, generando un sentido de incertidumbre que provoca insatisfacción y desánimo. Sólo en un segundo tiempo y en diferentes puntos porcentuales de distancia se asoman los problemas de la falta de redes adecuadas de conexión con las demás realidades territoriales y de la dificultad de formular proyectos de formación. Il personal sanitario TABLA 6 Esta tabla pone en evidencia que en las estructuras sanitarias católicas están presentes múltiples figuras profesionales de especialistas, no sólo en las disciplinas médicas, sino también en otros ámbitos disciplinarios, concurriendo así a la curación más integral de la persona que sufre. Prevalecen las figuras de enfermería y médicas, no obstante que ante una valoración del orgánico disponible, los responsables de las estructuras entrevistados hayan puesto de relieve la insuficiencia de enfermeros y de algunas figuras profesionales de especializados de soporte como los psicólogos, los terapeutas de la rehabilitación, los asistentes sociales, los sociólogos, así como los councellor y los care-givers. TABLA 7 Con la encuesta del Dicasterio también se ha tratado de profundizar algunos aspectos de la carga laboral de los agentes de estas estructuras. Con este objetivo se ha solicitado a las estructuras entrevistadas cuáles eran las figuras profesionales para las que se registraba con mayor frecuencia la continuación de su servicio más allá del horario previsto por contrato. 67 estructuras de 90 han respondido a esta pregunta, indicando en los enfermeros las figuras profesionales que más a menudo deben brindar su servicio más allá de su horario normal de trabajo (21,8% de las respuestas). Sigue Tab. 6. Recursos humanos disponibles en las estructuras sanitarias católicas entrevistadas. Año 2005 (de respuesta múltiple) Respuestas % Figuras profesionales de los Val. % de las disponibles absolutos respuestas casos Médicos 74 9,9% 85,1% Psicólogos 50 6,7% 57,5% Sociólogos 25 3,3% 28,7% Terapeutas de rehabilitación 50 6,7% 57,5% Educadores profesionales 33 4,4% 37,9% Asistentes sociales 42 5,6% 48,3% Enfermeros 78 10,4% 89,7% Agentes técnicos auxiliares 55 7,3% 63,2% Auxiliares 71 9,5% 81,6% Administrativos 70 9,3% 80,5% Voluntarios 54 7,2% 62,1% Capellanes 55 7,3% 63,2% Religiosos/religiosas 66 8,8% 75,9% Care-giver, councellor 28 3,7% 32,2% Total 751 100,0% 863,2% Tab. 7. Personal que trabaja más del horario de trabajo. Año 2005 (de respuesta múltiple) Respuestas % Personal que trabaja de los Val. % de las más del horario previsto absolutos respuestas casos Personal médico 45 19,2% 67,2% Personal de enfermería 51 21,8% 76,1% Personal auxiliar 44 18,8% 65,7% Personal administrativo 50 21,4% 74,6% Personal del servicio pastoral 44 18,8% 65,7% Total 234 100,0% 349,3% Casos válidos 67 Tab. 8. Episodios de ausentismo. Año 2005 Verificarse de episodios Valores de ausentismo absolutos SI 46 NO 42 Total 88 Casos que faltan no responde 2 Total 90 Val. % 52,3 47,7 100,0 Tab. 9. Frecuencia con la que se han verificado casos de ausentismo en el año 2005 Frecuencia de episodios Valores Val. % de ausentismo absolutos % acumulado Raramente 17 36,2 36,2 De vez en cuando 22 46,8 83,0 A menudo 6 12,8 95,7 Siempre 1 4,3 100,0 Total 46 100,0 Casos 44 que faltan no aplicable Total 90 el personal administrativo (21,4% de las respuestas) y aquel médico (19,2% de las respuestas). También estos datos parecen confirmar el hecho que la escasez del personal de enfermería, no sólo conduce a una mayor rigidez de las condicioDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 nes de trabajo de estos agentes, sino los obliga a una sobrecarga de trabajo que no puede dejar de tener consecuencias sobre el grado de satisfacción y sobre la motivación al trabajo. TABLA 8 Y 9 29 La sobrecarga de trabajo así como la escasa flexibilidad del horario de trabajo pueden constituir sólo algunas de las razones por las que en más de la mitad de las estructuras entrevistadas en el 2005 se han registrado casos de ausentismo (52,3%). Sin embargo, el fenómeno parecería caracterizarse también por su ocasionalidad, sin constituir, al menos por el momento, una “patología” del sistema. El 83% de los centros ha declarado que sólo en alguna ocasión han experimentado episodios de ausentismo. Sólo en el 17% de los casos se ha tratado de episodios que recurren con frecuencia (cfr. Tab. 9). TABLA 10 30 Para tratar de comprender si las dificultades económico-financieras de las estructuras católicas pudiesen influir en los comportamientos de ausentismo se ha pedido a los entrevistados si en el 2005 se hubiese verificado momentos de dificultad financiera debido a los cuales el personal no había recibido regularmente su sueldo. Sólo 13 estructuras de 90 han declarado haber tenido este tipo de problemas y, de todos modos, ha sucedido muy raramente. Este dato tendería a confirmar – el condicional es obligatorio – que las eventuales razones del ausentismo hay que buscarlas en otro ámbito. TABLA 11 Un dato interesante que es preciso resaltar en lo que respecta a las acciones positivas en sostén y soporte de los recursos humanos empleados en ámbito sanitario, es la adopción de medidas retributivas de incentivos. 57 estructuras de 90 han declarado haberlas adoptado sobre todo a favor del personal médico y de enfermería (22,5% y 22% de las respuestas dadas por cerca el 80% de las estructuras, respectivamente). Siguen los auxiliares y los administradores. Sin embargo, el sistema de los incentivos retributivos parecerían representar una medida transversal utilizada de modo generalizado por los agentes sanitarios (en efecto, cada estructura ha respondido medianamente a 3,5 opciones entre aquellas indicadas). Tab. 10. Momentos de dificultad financiera debido a los cuales el personal no ha recibido regularmente su sueldo. Año 2005 Val. Val. Acreditación irregular del sueldo absolutos % SI 13 14,1 NO 73 85,9 Total 86 100,0 Casos que faltan no responde 4 Total 90 Tab. 11. Formas de incentivos de retribución del personal. Año 2005 (de repuesta múltiple) Respuestas % Tipología de incentivos Val. % de las de los absolutos respuestas casos Incentivos para médicos 45 22,5% 78,9% Incentivos para enfermeros 44 22,0% 77,2% Incentivos para auxiliares 42 21,0% 73,7% Incentivos para administrativos 40 20,0% 70,2% Incentivos para 29 14,5% 50,9% el servicio pastoral Total 200 100,0% 350,9% Casos válidos 57 Tab. 12. Tipología de fórmulas contractuales del personal. Año 2005 (de respuesta múltiple) Respuestas % Tipología fórmulas de los Val. % de las contractuales absolutos respuestas casos Contrato por tiempo 70 42,4% 94,6% indeterminado full time Contrato por tiempo 28 17,0% 37,8% indeterminado part-time Contrato por tiempo 41 24,8% 55,4% determinado full time Contrato por tiempo 24 14,5% 32,4% determinado part-time Asesoría/proyecto 2 1,2% 2,7% Total 165 100,0% 223,0% Casos válidos 74 TABLA 12 Pero ¿cuáles son las fórmulas contractuales que regulan la relación de trabajo entre estas figuras profesionales y las estructuras sanitarias católicas a las que pertenencen? 74 de 90 estructuras han respondido a esta pregunta indicando en los contratos por tiempo indeterminado full-time la fórmula contractual más difundida (42,4% de las respuestas dadas por las 94,6% de los que han respondido). Seguidamente, si se consideran también los contratos por tiempo indeterminado part-time, es posible observar que los dos tercios del personal de las estructuras sanitarias católicas está formado por un orgánico estable. Es un dato muy importante, si se considera la creciente difusión en el mercado del DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 trabajo contemporáneo de contratos por tiempo determinado y por proyecto de carácter temporáneo. Dato que es posible leer según dos directrices diferentes: como indicador de la elección de poner en el centro el valor de invertir en recursos humanos; pero como elemento imprescindible al que hay que unir varias soluciones de flexibilidad del trabajo, que permitan afrontar las dificultades objetivas de orden económico: por esto, a los contratos por tiempo indeterminado sigue un 40% aproximadamente entre contratos por tiempo determinado, por tiempo completo (24,8% de las respuestas) o part-time y contratos por proyecto. TABLA 13 Para verificar la existencia efectiva de condiciones de fle- Tab. 13. Figuras profesionales para las cuales está previsto que puedan organizar su proprio horario de trabajo con respecto a sus exigencias familiares, en el ámbito del monto horas contractuales. Año 2005. (de respuestas múltiple) Personal para el cual está Respuestas previsto que pueda organizar su horario de Val. % de las trabajo con respecto a sus absolutos respuestas exigencias familiares Personal médico 26 23,6% Personal de enfermería 20 18,2% Personal auxiliar 21 19,1% Personal administrativo 20 18,2% Servicio pastoral 23 20,9% Total 110 100,0% % de los casos 72,2% 55,6% 58,3% 55,6% 63,9% 305,6% Casos válidos 36 Tab. 14. Estructuras hacia las cuales en el 2005 se ha transferido el personal que lo ha solicitado (de respuesta múltiple) Respuestas Estructuras hacia % las cuales el personal Val. % de las de los ha pedido su traslado absolutos respuestas casos hacia una estructura pública 13 21,7% 56,5% hacia una estructura privada 18 30,0% 78,3% hacia una estructura 8 13,3% 34,8% de la misma ciudad hacia una estructura 13 21,7% 56,5% de otra ciudad hacia una estructura 8 13,3% 34,8% de otro país Total 60 100,0% 260,9% Casos válidos 23 Tab. 15. Motivos principales que se han manifestado en las solicitudes de traslado a otras estructuras sanitarias. Año 2005. (de respuesta múltiple) Respuestas % Val. % de las de los absolutos respuestas casos Para acercarse a la habitación 6 12,8% 19,4% Para mejorar la propria 14 29,8% 45,2% posición económica Para reunificarse 11 23,4% 35,5% al núcleo familiar Para pasar a una estructura 10 21,3% 32,3% más grande Por motivos de stress/burn out 3 6,4% 9,7% Por mobbing 3 6,4% 9,7% Total 47 100,0% 151,6% Motivos de las solicitudes de traslado Casos válidos 31 Tab. 16. Motivos principales de dimisión del personal sanitario de las estructuras entrevistadas Respuestas % Motivos de dimisión Val. % de las de los absolutos respuestas casos Para pasar a una estructura 21 30,4% 52,5% más grande Por stress/burn out 9 13,0% 22,5% Por falta de incentivos 13 18,8% 32,5% económicos Por motivos de salud 15 21,7% 37,5% Por problemas familiares 11 15,9% 27,5% Total 69 100,0% 172,5% Casos válidos 40 DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 xibilidad en la gestión del monto de horas laborales, se ha pedido a los enrevistados que indicaran las figuras profesionales para las cuales está previsto por contrato que puedan organizar su proprio horario de trabajo con respecto a sus exigencias familiares. Sólo 36 estructuras sanitarias católicas de 90 (poco más de un tercio) han respondido a esta pregunta poniendo en evidencia una mayor flexibilidad de los contratos del personal médico (23,6% de las respuestas dadas por el 72% de los que han respondido) seguido por aquellos de los colaboradores del servicio pastoral (20,9% de las respuestas). El menor grado de flexibilidad se encuentra en correspondencia con las figuras profesionales de enfermería y administrativa. Es un dato que está en sintonía con el hecho que los orgánicos disponen de un número insuficiente de personal de enfermería. Esta carencia se repercute en las condiciones de flexibilidad del trabajo que desempeñan. TABLA 14 30 estructuras sanitarias católicas de 90 han declarado que en el curso del 2005 han recibido solicitudes de traslado de parte de su personal para dirigirse a otras estructuras privadas (30% de las respuestas dadas por cerca del 80% de los casos). Por tanto, vale la pena tratar de comprender las razones de dichas solicitudes. De la tabla 15 se deduce que el principal motivo sea precisamente de carácter económico. En efecto, el 30% de las respuestas de las estructuras indica en la “necesidad de mejorar la posición económica” la principal razón puesta como motivo de la solicitud de traslado. Junto a esta razón está también aquella de insertarse en una estructura más grande y, probablemente, más estable y segura. Además, no faltan razones vinculadas con la necesidad de reunificarse con el núcleo familiar. Se trata aún de pocos casos, pero que de todos modos ponen en evidencia la necesidad de movilidad laboral en este sector. TABLA 15 Y 16 Si las transferencias han sido declaradas sólo por unas treinta 31 32 estructuras sanitarias católicas, las dimisiones del personal han sido puestas de relieve en 40 de ellas. También en este caso no se podía dejar de interrogar acerca de las principales razones de esta elección. Una vez más sobresale el dato económico. El personal elige dimitirse para pasar a estructuras más grandes (y, por tanto, más sólidas financieramente) (30,4% de las respuestas) y por falta de suficientes incentivos económicos (18,8% de las respuestas). Ya se ha observado que las estructuras sanitarias católicas prevén incentivos retributivos para algunas figuras profesionales, pero quizás esto aún no es suficiente para responder a las expectativas del personal. Además, no faltan los motivos de salud y aquellos familiares. La formación TABLA 17, 18 Y 19 Sin duda alguna, la formación constituye una dimensión a la que la administración de las estructuras sanitarias católicas parecería dar una importancia particular. En 78 estructuras de 90 se efectúan con regularidad cursos de actualización y formación profesional. Dicha atención confirma la intención de estas estructuras de invertir en el proprio personal, sosteniendo y mejorando las competencias profesionales, con resultados positivos en término de performance de los servicios. Ya se ha tenido modo de subrayar que el sostén económico de parte de los pacientes y de las familias de los pacientes constituya un indicador de éxito del servicio médico en sentido amplio. Casi el 60% de los cursos ha tenido con una frecuencia al menos trimestral, el 40% restante con un vencimiento anual (cfr. Tab. 18); en la forma de cursos residenciales (35,5% de las respuestas) y de seminarios (32,9% de las respuestas) (cfr. Tab. 19). TABLA 20 Los temas que se afrontan sobre todo en los cursos de formación conciernen la informática sanitaria (19,2% de las respues- Tab. 17. Estructuras en las que en el 2005 se han organizado cursos de formación y actualización profesional médico-sanitario Organización cursos de Val. Val. actualización y formación profesional absolutos % SI 78 87,6 NO 11 12,4 Total 89 100,0 Casos que faltan no responde 1 Total 90 Tab. 18. Frecuencia con la que en el 2005 se han organizado dichos cursos Frecuencia con la que se Val. % Val. han organizado los cursos absolutos % acumulada una vez por año 14 18,4 18,4 dos veces por año 17 22,4 40,8 1 vez cada tres meses 17 22,4 63,2 almenos 1 vez al mes 28 36,8 100,0 Total 76 100,0 Casos que faltan no aplicable 12 no responde 2 Total 14 Total 90 Tab. 19. Tipología organizativa de los cursos. Año 2005 (de respuesta múltiple) Respuestas Tipología de los cursos Val. % de las absolutos respuestas Seminarios 51 32,9% Congresos 49 31,6% Cursos residenciales 55 35,5% Total 155 100,0% % de los casos 67,1% 64,5% 72,4% 203,9% Casos válidos 76 Tab. 20. Ámbitos temáticos afrontados en los cursos de formación y actualización profesional del personal. Año 2005 (de respuesta múltiple) Respuestas Ámbitos temáticos Val. % de las de los cursos absolutos respuestas Ética y bioética 39 17,0% Pastoral 36 15,7% Informática sanitaria 44 19,2% Educación sanitaria 42 18,3% Gestión y administración 40 17,5% Actualizaciones farmacológicas 28 12,2% Total 229 100,0% % de los casos 52,7% 48,6% 59,5% 56,8% 54,1% 37,8% 309,5% Casos válidos 74 tas proporcionadas por el 60% de los casos). Se trata de un aspecto de importancia particular en el que es preciso detenerse para efectuar una breve reflexión. La atención colocada en este tema indica la presencia de una cultura que pone la información en el centro de la programación sanitaria. Vivimos en la sociedad de la información y de la innovación tecnológica. El hecho que las estructuDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 ras sanitarias católicas inviertan en este ámbito es síntoma de que se está radicando una cultura de la información de la que una buena organización y gestión de los recursos no pueden prescindir especialmente si son limitadas. La sensibilidad hacia el empleo de la informática ha sido confirmada también por el éxito que ha tenido el empleo del cuestionario informatizado en la conducción de la encuesta en objeto, sobre todo en los países más pobres. Además, hay cursos de educación sanitaria (18,3% de las respuestas), de gestión y administración hospitalaria (17,5% de los recursos), así como de los temas de la ética médica y de la bioética (17% de las respuestas) y de la actividad pastoral (15,7% de las respuestas). Consideraciones finales Para establecer un cuadro de referencia de tipo valorial, es necesario tomar en consideración sintéticamente los grandes temas tocados por la encuesta relacionados con problemas actuales muy urgentes para entender las condiciones de la misión de la sanidad católica, la situación del personal para identificar la función del sentido de pertenencia y, en fin, las actividades de formación para poner en luz las preferencias en las elecciones de los contenidos. En la lectura de las presentes consideraciones se debe tener en cuenta que la encuesta se ha desarrollado con una muestra y no con la totalidad de las estructuras sanitarias católicas. Como podemos deducir de la Tab. 5, el problema por afrontar como emergencia epocal, consiste en la insuficiencia financiera para sostener las estructuras sanitarias. Debemos tener en cuenta este dato como el resultado conjunto de la atenuación progresiva de los flujos tradicionales de la caridad hacia los PVD y del debilitamiento contemporáneo de los recursos financieros locales destinados a la salud, en contextos socioeconómicos de degrado y subdesarrollo. Aunque la falta de redes de conexión no es vista como una emergencia, sería oportuno poner en el centro de la atención de la Iglesia en la sanidad el tema de la subsidiaridad, para consentir una refundación de la presencia católica en el mundo de la salud. Sin olvidar que, en una situación de incertidumbre económica, los mismos profesionales sanitarios son afligidos por la insatisfacción y el desánimo. En las Tablas 7 al 16, resulta evidente la dificultad de ‘fidelizar’ a los profesionales de la salud empleados en las estructuras católicas por el hecho que a menudo falta la esperanza de futuro. En particular, en la Tab. 14 se ve que 30 estructuras de 90 han recibido solicitudes de traslado de parte de su personal para ir a otras estructuras y, de la Tab. 15 se deduce que el motivo principal puede ser de carácter económico. Dicha situación hace difícil tanto la defensa de la identidad católica de la estructura y de los mismos servicios ofrecidos e impide la madurez de un laicado capaz de asumir tareas de testimonio activo en la Pastoral y en la Bioética. Precisamente de las preguntas sobre los proyectos formativos se deduce, cierto desequilibrio entre la formación de tipo técnico y la de tipo ético-pastoral. La temática afrontada mayormente en los cursos es la informática sanitaria y si esto consuela a los promotores de una justa modernización, impone una reflexión sobre las estrategias formativas globales que no pueden dejar de lado aquella formación necesaria para que las estructuras sanitarias católicas constituyan una obra eclesial de evangelización. Esta exigencia apostólica debe tener por lo menos en el mismo plano la formación técnica y aquella humanista: las dos culturas entrecruzadas y armonizadas éticamente deben ser objeto de formación inicial para cada nuevo agente y de formación permanente para todos. En par- DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 ticular, es necesario incentivar los cursos de pastoral sanitaria que, en la mayoría de las estructuras sanitarias católicas de la muestra, resultan ser poco presentes. La escasez de datos sobre la pastoral sanitaria nos anima a no desestimar esta realidad sino a indicar las necesidades y los programas más adecuados para una misión más incisiva. La evangelización y la identidad propia de una estructura sanitaria católica no puede dejar de prescindir de una fuerte reflexión sobre el hombre, sobre el sentido del sufrimiento, del seguimiento espiritual del paciente; aspectos que la pastoral sanitaria organizada debe garantizar. De todos modos, de los pocos datos a nuestra disposición, se percibe la dificultad de organizar la pastoral como servicio, dado que en muchas estructuras de la muestra, encuentra obstáculos para desarrollar los roles que le competen. No obstante su exigüidad, las figuras que obran en la pastoral sanitaria, capellanes, religiosos/as y laicos garantizan una respuesta suficiente a las exigencias de las estructuras: también porque la mayoría de las veces trabajan más del horario de trabajo y sin percibir incentivos retributivos como ocurre en el extraordinario de otras profesiones sanitarias, como testimonio del amor y del espíritu de caridad cristiana hacia la persona que sufre, que también hoy caracteriza este servicio no obstante las numerosas dificultades. PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS Santa Sede Nota 1 El número de Obispos encargados de la Pastoral Sanitaria es superior al de los Países ya que en algunos casos hay dos Obispos con dicho cargo. 33 Los hospitales: lugares de profundización y de ejercicio de la esperanza* 34 El presente tema: “Los hospitales como lugares de profundización y ejercicio de la esperanza”, es delicado y al mismo tiempo complejo y estimulador. En línea de principio, nada se puede objetar ante dicha afirmación, si se tienen en cuenta el género de servicio, las condiciones de quienes recurren a ellos, y sobre todo las actividades que generalmente se desarrollan en los hospitales. En efecto, el tema refleja de modo especial la aspiración fundamental del hombre actual, así como observa Mons. Ignazio Sanna: «El hombre es un ser histórico, anclado a la cadena de un devenir universal, un ser en cumplimiento, un ser abierto al futuro, que busca un horizonte fijo de significados, una meta estable de felicidad, una garantía segura de vida, de amor, de comunión interpersonal… La sociedad secularizada que el hombre entrevé desde la ventana de su existencia, le ofrece horizontes mutables de sentido, vinculados con el trabajo, la familia, la salud, el bienestar, el compromiso para nobles ideales humanitarios. Suscita en él esperanzas históricas de autorealización y le dilata el deseo de nuevos consumos, cada vez más exigentes y cada vez más radicales. También le ofrece metas realizadas de liberación y de promoción humana, que hacen supérflua la aspiración a otra vida y a otra dimensión. En fin, hace que se olvide de la muerte y de los interrogantes que inevitablemente están vinculados a ella»1. Sin embargo, cuando se asoma la enfermedad con su cortejo de dolores y sufrimientos, de rupturas y preguntas de sentido sin respuestas, entonces se anhela aquella fuerza necesaria, como dice Varillon, que requiere cualquier esperanza humana para poder cumplirse2. Pero se deja sentir casi de inmediato la exigencia de algunas precisiones: ¿de qué hospitales se trata y de qué esperanza? 1. ¿Qué hospitales? Existen diversas tipologías de hospitales según las clasificaciones y las latitudes. De cualquier modo, cada uno de ellos puede ser un lugar de profundización y de ejercicio de la esperanza. El problema será verificar la pertinencia del horizonte valorial de cada estructura hospitalaria así como la exigencia efectiva de medios humanos y materiales que correspondan a las exigencias de las personas que acuden a los hospitales. Como observaba Pier Luigi Marchesi hace algunos años, «se pueden emplear el Evangelio, la oración, la regla religiosa para alejarnos de los hombres, para tenerlos bajo sujeción; la ciencia y la técnica para tener bajo amenaza al género humano. Pero se puede emplear la vida religiosa, acción, ciencia y técnica para favorecer el desarrollo del hombre, para protegerlo en el momento de la debilidad, para asegurarle libertad, responsabilidad, deseo de vivir como hombre»3. No obstante no falten las dificultades, sobre todo aquellas de orden económico, bien se conoce que en el mundo industrializado es tarea del Estado garantizar a los ciudadanos una salud mejor y un adecuado sistema sanitario. En otras partes del mundo, esto sucede relativamente menos o simplemente no hay nada. Esto compromete la esperanza de innumerables seres humanos en el resto del mundo. Desde el punto de vista ideológico y cultural, se suele distinguir entre el hospital católico y aquel civil. El hospital católico, como por lo demás las instituciones sanitarias de la Iglesia, es “una forma específica con la que la comunidad eclesial pone en prática el mandato de ‘curar a los enfermos’”4. Esto lo ha confirmado oficialmente el Siervo de Dios, Su Santidad Juan Pablo II, de venerada memoria, en su Motu Proprio Dolentium Hominum (11 febrero 1985) con el cual instituyó la Pontificia Comisión para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, que luego se convertirá en Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios5: «…En el curso de los siglos, la Iglesia ha sido muy sensible al ministerio para con los enfermos y los que sufren, como parte integrante de su misión, y no sólo ha favorecido entre los cristianos el florecer de diversas obras de misericordia, sino que ha hecho surgir de su seno muchas instituciones religiosas con la finalidad específica de promover, organizar, perfeccionar y extender la asistencia a los enfermos. A su vez, los misioneros, al realizar la tarea de evangelización, asociaron constantemente la predicación de la Buena Nueva a la asistencia y el cuidado a los enfermos» (D.H. 1). Por tanto, el servicio brindado al enfermo en cada estructura sanitaria católica debe apuntar coherentemente a dicha misión. Para responder a este compromiso, además de los estándar que requiere la legislación específica, se exige de parte del hospital católico las siguientes características: la centralidad en la persona enferma, la asistencia integral del enfermo con atención a todas las dimensiones de la persona, la defensa y promoción de la vida naciente, junto con el compromiso por la rehabilitación de los discapacitados y la asistencia calificada de los enfermos moribundos, la formación del personal a nivel humano, cristiano y profesional, la presencia profética en las áreas más difíciles y nuevas de la medicina, la calidad y la eficiencia del ministerio de acompañamiento espiritual y religioso del enfermo y de sus familiares, la salvaguarda de la humanidad de los cuidados y de los servicios y la promoción, en las áreas en las que obran, de una cultura sanitaria inspirada en auténticos valores humanos y cristianos. Todo esto se debe realizar sin dejar de lado una gestión administrativa y económica, transparente y adecuada, * Ponencia de S.E. Mons. J.L. Redrado, O.H. en en ciclo de Encuentros sobre la Encíclica Spe Salvi, Asociación Internacional Carità Politica, 8 de octubre de 2008. aunque, como recuerda oportunamente el Card. F. Angelini, el hospital católico tiene «el deber de trabajar para que el balance humano y espiritual» de su «gestión sea prioritario con respecto al balance económico y administrativo»6. En lo que se refiere al hospital civil o cívico, éste es de propiedad del Estado y tiene un valor más jurídico para distinguirse del hospital religioso; como servicio estatal, es aconfesional y éticamente pluralista. Sin embargo, en el curso de los años la atención a los aspectos legales y estructurales han reducido a lo mínimo, al menos desde el punto de vista jurídico, las diferencias entre el hospital católico y aquel civil7. Ambos hospitales deben afrontar los mismos problemas de orden económico, cultural y técnico-científico. 2. Lugares de aprendizaje y ejercicio de la esperanza El Santo Padre Benedicto XVI, dedica la última parte de su segunda Carta Encíclica “Spe Salvi” a los lugares de aprendizaje y ejercicio de la esperanza y desarrolla tres de ellos: la oración (n. 32-34), el actuar y el sufrir (n. 35-40) y el juicio (n. 41-48). En estas densas y estupendas páginas, el Sumo Pontífice delinea la esperanza en horizontes concéntricos y complementarios (n. 35): es decir, el horizonte humano personal, aquel social y, sobre todo, el horizonte teológico que encierra todo el creado, tal como afirma San Pablo en su carta a los Romanos: “Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios … en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Cf Rm 8, 18-21). En este contexto, nos interesa en particular el actuar y el sufrir como lugar de aprendizaje y de ejercicio de la esperanza. Lo es el actuar ya que todo proyecto humano es inspirado por ella, lo sostiene y recibe su sentido. La esperanza, pues, es una puerta abierta hacia el futuro mientras su horizonte es el Amor de Dios. Según el Santo Padre, tam- bién el sufrimiento es lugar de aprendizaje de la esperanza. Lo es en cuanto constituye una experiencia ineludible de la vida humana, que no es posible eliminar no obstante los esfuerzos y las inversiones para lograrlo. El sufrimiento entra en la existencia personal sin avisar y manda al aire muchos proyectos humanos. De este modo, el sufrimiento nos hace experimentar los límites de nuestro ser y de nuestro actuar. Por tanto, la fe cristiana enseña que la eliminación del sufrimiento, como de la culpa y de la finitud que la implican, sólo puede ser obra de Dios. Desde ya sabemos que, gracias a Jesús, el Hijo de Dios encarnado, sufriente, muerto y resucitado, el sufrimiento puede obtener un sentido e inspirar alabanza a Dios, gozo y esperanza en el corazón (n. 36-37). Además, tanto para el individuo como para la comunidad, la confrontación con el sufrimiento y con el que sufre determina la medida de humanidad desde el momento en que el sufrimiento es aceptado y compartido. A fin de que esto suceda para el individuo y para la sociedad, es necesario que los individuos encuentren en su propio sufrimiento y en el de los demás un sentido, un camino de purificación, de maduración y de esperanza (n. 38). Esto significa especialmente dos cosas: la capacidad de estar-con quien sufre en su soledad, es decir, la actitud a consolar, y la aceptación/soportación del sufrimiento por amor al bien, a la verdad y a la justicia.8 De hecho, nunca debemos olvidarnos que Dios es partícipe de nuestro sufrimiento. 3. El hospital, ¿puede ser considerado como lugar de profundización y de ejercicio de la esperanza? Es preciso que entendamos sobre cuál es la esperanza que hay que profundizar en el hospital. Al comienzo del párrafo n. 35 de la Spe Salvi, el Santo Padre hace una distinción entre esperanzas más pequeñas y aquellas más grandes, según la importancia del campo de su objeto así como de las perspectivas de los sujetos protagonistas: una tarea que se refiere ante DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 todo a la mejora de la situación del individuo y un aporte al posible advenimiento de un mundo mejor, más luminoso y más humano seguramente no tienen el mismo peso y significado. Ahora, la actividad hospitalaria puede corresponder a dos horizontes, personal y social, ya sea que se trate del servicio al enfermo individual o de la actividad de investigación médicocientífica que se dispone a resolver una situación que implica a millones de seres humanos. 35 Por su naturaleza, entran plenamente en los horizontes del actuar y del sufrimiento las actividades hospitalarias, entre las cuales la investigación médicocientífica y el cuidado y asistencia a los enfermos. De hecho, la persona que se dirige al servicio hospitalario es un ser necesitado, cuya vida está amenazada en sus fundamentos por la enfermedad y por el malestar que ésta causa9. Quiere curarse, es decir, quiere ver restablecido el equilibrio de sus funciones vitales. Por tanto, nutre la esperanza de superar la crisis actual y de retomar su vida normal, sus actividades cotidianas, sus proyectos, etc. Pero, ¿qué género de esperanza es ésta y en qué se basa? En su Diccionario enciclopédico del pensamiento de san Tomás de Aquino, Battista Mondin da la siguiente definición de la esperanza: “… Es el senti- miento de confiada espera con respecto al futuro”10. El autor revela en este artículo una distinción importante en el concepto de esperanza, así como de las características que califican su objeto: «Se da lugar ya sea a una esperanza simplemente humana o a una esperanza cristiana: la primera funda su espera confiada en los cálculos y en los poderes humanos; la segunda funda su espera confiada en la Palabra de Dios, en sus promesas, en su gracia»11. con los demás sujetos de la realización de dicho bien, es decir, bajo cualquier título los médicos, lo enfermos, los capellanes y los voluntarios, todos actúan, trabajan y de cualquier modo esperan en el alcance de los resultados suspirados sin complicaciones ulteriores. Lamentablemente, a menudo dicha esperanza choca con una realidad compleja, contrastante y decepcionante. 4. El camino de la esperanza en las estructuras sanitarias y hospitalarias está lleno de dificultades permanentes y siempre obstinadas 36 En lo que se refiere a las características del objeto de la esperanza, podemos mencionar cuatro: debe ser un bien; un bien futuro; un bien árduo y, en fin, un bien posible. Ésta última la contradistingue esencialmente del cercano sentimiento de deseo que «se refiere a cualquier bien …» y «está dirigido a cualquier bien, independientemente del hecho que sea posible o imposible»12. Con respecto a las diferentes actividades hospitalarias de diagnóstica, prognosis, cuidado y asistencia, las dos formas de esperanza, humana y cristiana, idealmente están presentes, a veces contemporáneamente, a veces no, ya sea la persona que se dirige al servicio hospitalario o la que desempeña el servicio es creyente o no. En efecto, la esperanza es requerida en modo imperativo por el bien perseguido ya sea el enfermo o el médico y que consiste en el restablecimiento del equilibrio y de la armonía de las funciones vitales que la enfermedad está comprometiendo. Los enfermos, junto El hecho que ningún sistema sanitario sea ideal forma parte de la naturaleza de las cosas humanas: en efecto, ninguna obra humana se adecúa plenamente a su modelo conceptual. Esto vale también y de modo particular para las actividades hospitalarias que se confrontan con las fuertes esperanzas que suscitan en seres frágiles y necesitados de cuidados médicos. La crónica periodística ya nos ha acostumbrado a los angustiosos hechos de la denominada “mala sanidad”, espejo inequivocable de las dificultades del sistema sanitario vigente, cualquiera que sea, responde a su misión de garantizar un mejor tratamiento y asistencia a quien se dirige a sus servicios.13 Todo esto nos agarra de sorpresa y nos deja asombrados, desde el momento en que la misma crónica presenta los progresos de la medicina en expansión continua y casi ilimitada, gracias al conocimiento muy amplio en varios ámbitos de la medicina y a la técnica aplicada en el sector médico sanitario. Es evidente que los problemas del mundo de la salud no se limitan sólo a las cuestiones de ordinaria corrupción, de culpable distracción o, simplemente, de la evidente incompetencia diagnóstica o terapéutica. También las dificultades graves y crónicas de encontrar los recursos económicos y humanos suficientes constituyen un serio obstáculo al desarrollo y a la eficiencia del sistema sanitario nacional e internacional y lo condicionan mucho. El recurrir DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 al libre mercado y a las inversiones privadas en la sanidad, la transformación de las estructuras hospitalarias en empresas sanitarias, así como la reducción del número de las estructuras que obran en el territorio constituyen un palpable e inconfutable testimonio de estas dificultades de balance14. Además, no hay que subvalorar mínimamente las dificultades de orden ideológico y cultural porque, como afirma la Nota pastoral de la Comisión episcopal de la Conferencia Episcopal Italiana para el servicio de la caridad y de la salud, «el orden actual del mundo de la salud hay que entenderlo a la luz de algunas tendencias de la cultura contemporánea y del progreso científico y técnico que han incidido en el modo de concebir la salud, la enfermedad, la vida y la muerte»15. Se piense, por ejemplo, en los ya numerosos empujes abortistas o eutanásicos16 que cíclicamente animan las crónicas, suscitando de vez en cuando amplios debates que a veces terminan en legislaciones bastante permisivas, que no son respetuosas de la complejidad y delicadeza de la vida humana.17 Por tanto, el horizonte de la esperanza, culturalmente undívago, a veces resulta nuvoloso e incierto. Están concordes los obispos italianos que en el 2001 se expresaban: «A todos queremos hacer llegar una palabra de esperanza. La esperanza no es algo fácil, hoy. No nos ayuda su progresivo redimensionarse: está ofuscado y hasta ha desaparecido de nuestra cultura el horizonte escatológico, la idea de que la historia tenga una dirección, que esté encaminada hacia una plenitud que va más allá de ella» 18. Se plantea, pues, una cuestión no sólo cultural, sino y sobre todo, antropológica. De hecho, el cuidado del hombre que sufre depende absolutamente de la idea que se tiene del hombre en general. Si su horizonte es sólo aquel terreno, entonces el cuidado del enfermo se puede limitar al cuidado sólo de la parte que sufre, reduciendo así la persona a una de sus partes. En cambio, si el hombre es considerado en su integralidad, es decir, en sus dimensiones tanto corporal como psicológica y espiritual, seguramente el cuidado no se detendrá sólo a la parte enferma, sino tratará, al menos tendencialmente, de ocuparse también de la salud de las restantes, ya que se enferma toda la persona y no sólo un órgano. Se puede afirmar, pues, que de un concepto de hombre, se desprende un concepto de salud, de sanidad y de estructura hospitalaria. 5. Estructuras sanitarias católicas y esperanza cristiana No hay que perder nunca de vista que el hospital católico no se contradistingue de los demás por una particular estructura arquitectónica, por el nombre de la entidad propietaria y, menos aún, por la forma organizativa de sus varias divisiones. Antes bien, se caracteriza fundamentalmente por el espíritu y por la orientación ético-moral que subyacen en el servicio brindado a los enfermos que acuden a él. Nos lo hace presente el Cardenal Fiorenzo Angelini en su intervención en la Conferencia Internacional sobre la identidad de las instituciones sanitarias católicas, organizada por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la salud y celebrada en noviembre del 2002: «Como siempre he afirmado, un hospital, en cuanto católico, no tiene el deber de ser diferente de los demás hospitales o estructuras sanitarias análogas; simplemente está llamado a ser o por lo menos a esforzarse a ser mejor de los demás, porque seguir a Cristo en la asistencia al que sufre es poner al servicio del enfermo lo máximo de la propia porfesionalidad con generosa entrega, pero permaneciendo firme – como ha escrito Juan Pablo II – que, por más que sea importante e indispensable, “ninguna institución puede por sí sola sustituir al corazón humano, a la compasión humana, al amor humano, a la iniciativa humana, cuando se trata de ir al encuentro del sufrimiento de los demás” (Salvifi Doloris, 29)»19. Las estructuras sanitarias son, pues, los instrumentos que tienen los agentes sanitarios, como son el saber médico y de enfermería, los medios económicos o tecnológicos, las dife- rentes energías sociales que intervienen en la cabecera del enfermo: todo lo que se debe poner al servicio de este último, en obsequio al mandato del Señor de anunciar el Reino de Dios y de curar a los enfermos (Lc 9,2). De hecho, como observa el Hermano P. L. Marchesi: «Para el enfermo el hospital no es el bar, el cinema o el estadio: es el lugar en el cual puede ser que uno no sea curado bien, puede ser desatendido, se puede morir»20. De aquí una fuerte solicitud de humanizar el hospital para hacer de él un lugar de esperanza ya que la persona internada en el hospital es una persona en crisis, en estado de necesidad fuera de lo ordinario. Es una persona frágil, según como la enfermedad le ha hecho perder el control de su cuerpo, que a veces ya no responde a los estímulos y le parece ajeno. Pero es también una persona acosada por mil interrogantes sobre el por qué de su enfermarse, sobre el sentido de la salud y de la enfermedad, del dolor y del sufrimiento, sobre el sentido de la vida y de la historia, incluso bajo los aspectos personales de realizaciones, de actividades cotidianas, de iniciativas y de expectativas 21. El interrogante sobre el sentido, sin embargo, trasciende la única búsqueda de curación en sentido estrecho, porque como hace notar el Prof. M. Petrini, «La salud en el pensamiento cristiano no (…) se puede disociar de la salvación, y la novedad y originalidad del cristianismo está en haber introducido este concepto de salud compatible con el estado de enfermedad física, ya que la fe hace que la persona sea capaz de valorar su sufrimiento»22. Como recuerda el Motu Proprio Dolentium Hominum de Juan Pablo II que hemos citado, las enseñanzas y la práctica pastoral de la Iglesia a lo largo de los siglos atestiguan la constante solicitud de sus pastores, en los diferentes niveles, en ese sentido. He aquí cómo se expresa al respecto el Siervo de Dios Juan Pablo II que, en otra circunstancia, indica también cuál es el fundamento teológico: «Es el Creador del mundo, el que modeló al hombre en su nacimiento y proyectó el origen de DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 todas las cosas» (2 Mc 7,23). Por tanto, el hombre, en todas las expresiones de su vida, pertenece a Dios, a quien debe responder (…) del uso que ha hecho del gran don recibido. De aquí deriva la nobleza de la medicina que, por definición, es servicio a la vida humana. Como tal, ella comporta una esencial e irrenunciable referencia al hombre en su integridad espiritual y material, en su dimensión individual y social: la medicina está al servicio del hombre, de todo el hombre, de cada hombre»23. Esta es la palabra: El hombre, en todas las expresiones de su vida pertenece a Dios. Precisamente, su pertenecer a Dios constituye el fundamento de la esperanza cristiana y descalifica definitivamente toda forma de ensañamiento terapéutico y cualquier tipo de eutanasia. Por tanto, hay siempre la esperanza, incluso para los que ya nada esperan de la medicina terapéutica, para quienes el único fármaco que les queda es la humanidad, como decía el hermano P.L. Marchesi cuando hablaba de hospital-empresa y de modernidad: «Se puede morir de modernidad, dice un slogan actual. En cambio, de humanidad se vive, se espera y se sana. Y cuando no es posible curar, se muere en paz, porque la humanidad no es algo bueno que se da paternalísticamente, sino un recurso, una competencia, que tiene valor terapéutico, es un “fármaco”, a veces el mejor a disposición del hospital»24. Esto vale para los enfermos que deben convivir con una enfermedad incurable25, así como para aquellos para quienes las terapias se han vuelto ineficaces y tienen necesidad de prepararse a la separación de este mundo para llegar al abrazo paterno de aquel Dios misericordioso y amoroso que tanto amó al mundo que envió a su proprio Hijo para rescatarlo (cf. Jn 3, 17). Para humanizar el hospital y proclamar la esperanza en esta penúltima fase de la vida terrena, la Iglesia debe estar seguramente con su solícito acompañamiento, con la oración y con el sacramento de la unción de los enfermos. Pero también los médicos y el personal sanitario de cabecera no de- 37 38 ben retirarse cuando, con impotencia ven disolverse las posibilidades de sanar a su asistido, porque «incluso cuando ‘no hay nada que hacer’, todavía hay mucho que hacer. Ante todo, hay que aliviar en lo posible el dolor: pero también hay una obra de asistencia, sostén, consuelo… Como deber profesional, el médico se compromete implícitamente a hacer que el tiempo final del paciente sea lo más confortable posible. Ser de ayuda al moribundo para procurarle un tránsito humano, es una tarea que involucra al médico como también a quien actúa en el campo de la asistencia. De modo particular implica a la comunidad cristiana. Es la lógica misma del Evangelio que hace que los discípulos de Jesús pongan en el centro a los que en la sociedad han sido marginados por la lógica del poder. Los que están perdiendo la vida son los más pobres entre los pobres. A ellos la Iglesia es deudora de un servicio de esperanza»26. Concluyamos con esta cita del filósofo Martín Buber que nos habla del nombre de Dios como esperanza última invocada en los momentos terribles de angustia sofocante: «Sí, Dios es la palabra más sobrecargada de todo el lenguaje humano. Ninguna otra ha sido tan ensuciada y lacerada. Precisamente por esto, no debo renunciar a ella. Generaciones de hombres han descargado el peso de su vida angustiada sobre esta palabra y la han aplastado al suelo; ahora yace en el polvo y lleva todos sus pesos. Generaciones de hombres han lacerado este nombre con su división en partidos religiosos; han matado y han muerto por esta idea, y el nombre de Dios lleva todas sus huellas digitales y su sangre. ¿Dónde podrías encontrar una palabra que se asemeje para indicar al Altísimo?... Ciertamente los hombres dibujan caricaturas y escriben debajo “Dios”; se matan recíprocamente y lo hacen “en nombre de Dios”. Pero cuando desaparece toda ilusión y todo engaño, cuando están frente a Él en la oscuridad más profunda y ya no dicen ‘Él, Él’, sino suspiran Tú, Tú’ e imploran ‘Tú’, se refieren al mismo ser y cuando añaden ‘Dios’, ¿acaso no invo- can al verdadero Dios, al único viviente, al Dios de las criaturas humanas?¿No es acaso Él que los oye?¿Que los escucha? La palabra ‘Dios’ ¡no es quizás precisamente por esto la palabra de la invocación, la palabra que se ha vuelto Nombre, consagrada por todos los tiempos en todas las lenguas humanas? ¿Debemos estimar a los que la prohiben porque ellos se oponen al agravio y al atropello? Que tan a menudo remiten a ‘Dios’ para justificarse; pero no debemos abandonarla… No podemos lavar todas las manchas de la palabra ‘Dios’ y tampoco podemos dejarla íntegra; pero podemos levantarla de tierra y, manchada y lacerada como está, levantarla sobre una hora de gran dolor». S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, O.H. Secretario del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios Santa Sede Bibliografía elegida Diccionarios CARRIER Hervé, Dizionario della cultura. Per una analisi culturale e l’inculturazione, LEV, Città del Vaticano, 1997. CINA’ Giuseppe, LOCCI Efisio, ROCCHETTA Carlo, SANDRIN Luciano (a cura di), Dizionario di teologia pastorale sanitaria, Ed. Camilliane, Torino 1997 DUFOUR Xavier-Léon, (a cura di), Dizionario di teologia biblica, Marietti, Genova 1976. ROSSANO Pietro, RAVASI Gianfranco, GIRLANDA Antonio (a cura di), Nuovo Dizionario di teologia biblica, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI) 1988. MODIN B., Dizionario Enciclopedico del pensiero di San Tommaso d’Aquino, ESD, Bologna 1991. Documentos del Magistero CONCILIO VATICANO II, “Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo Contemporáneo, en Enchiridion Vaticanum 1962-1965, EDB, Bologna 1993, p. 1264-1466. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Redemptor Hominis (4 marzo 1979), en ASS, 71 (1979), p. 257-324. JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium Vitae (25 marzo 1995). JUAN PABLO II, Carta Apostólica Salvifici Doloris (11 febrero 1984). JUAN PABLO II, Carta Apostólica Nuovo millennio ineunte (6 enero 2001). JUAN PABLO II, Motu Proprio Dolentium Hominum (11 febrero 1985). BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus caritas est (25 diciembre 2005). BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Spe Salvi (30 noviembre 2007). PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS, Carta de los Agentes Sanitarios, Ciudad del Vaticano 1995. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, “Fe e inculturación”, en Enchiridion Vaticanum, vol. 11, EDB, Bologna 1990, p.846-895. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA, Testimonios de Jesús resucitado, esperanza del mundo. Actas del IV Congreso Eclesial nacional de Verona, 16-20 octubre 2006, EDB, Bologna 2008. COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL SERVICIO DE LA CARIDAD Y LA SALUD (CEI), «Predicad el Evangelio y curad a los enfermos». La comunidad cristiana y la pastoral de la salud, EDB, Bologna 2006. COMITÉ PREPARATORIO DEL IV CONGRESO ECLESIAL, Testimonios de Jesús resucitado, esperanza del mundo. Pauta de reflexión en preparación al Congreso eclesial de Verona 16-20 octubre 2006, EDB, Bologna 2005 Obras ANGELINI Fiorenzo, Quel soffio sulla creta, Citta del Vaticano, 1990. ANGELINI Fiorenzo, L’uomo delle beatitudini, Città del Vaticano, 1986. ASURMENDI Jesús, Job, Éd. De l’Atelier/Éd. Ouvrières, Paris, 1999. BIANCHI Enzo, AIDS vivere e morire in comunione, QIqajon, Magnano 1997. BOVON François, L’Évangile selon Saint Luc 9,51-14,35, Labor et Fides, Genève 1996. FAGGIONI Maurizio Pietro, La vita nelle nostre mani. Manuale di bioetica teologica, Ed. Camilliane, Torino 2004. CHENU Bruno, Dio e l’uomo sofferente, Qiqajon, Magnano 2005. FILIPPI Nella, Le voci del popolo di Dio, Edacalf, Roma 2004. FUKUYAMA Francio, L’uomo oltre l’uomo. Le conseguenze della rivoluzione biotecnologica, Mondadori, Milano, 2002. GRELOT Pierre, Espérance, liberté, engagement chrétien, Médiaspaul/Éd. Paulines, Paris-Montréal 1982. JONAS Hans, Il principio responsabilità. Un’etica per la civiltà tecnologica, Einaudi, Torino 2002. MARCHESI Pier Luigi, SPINSANTI Sandro, SPINELLI Ariberto, Per un ospedale più umano, Ed. Paoline, Cinisello Balsamo (MI) 1985. MARCHESI Pier Luigi, SPINSANTI Sandro, SPINELLI Ariberto, Tecnica, medicina ed etica. Prassi del principio responsabilità, Einaudi, Torino 1997. PEDERZINI Novello, Per soffrire meno, per soffrire meglio, Editrice Pigrizia, Bologna 1967. RAVASI Gianfranco, Fino a quando Signore? Un itinerario nel mistero del dolore e della sofferenza, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI) 2002. SANNA Ignazio, Immagine di Dio e libertà umana. Per un’antropologia a misura d’uomo, Città Nuova, Roma 1990. SANNA Ignazio, Chiamati per nome. Antropologia teologica, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI) 1994. SANNA Ignazio, L’identità aperta. Il cristiano e la questione antropologica, Queriniana, Brescia 2006. SPINSANTI Sandro, Umanizzare la malattia e la morte. Documenti pastorali dei vescovi francesi e tedeschi, Ed. Paoline, Roma 1982. TANGORA Giovanni, POMPILI Domenico (a cura di), Il male e i suoi volti, Ed. San Lorenzo, Reggio Emilia, s.d. VARILLON François, La Pâques de Jésus. Une semaine de méditation d’Évangile, Bayard Éditions, Paris 1999. VARILLON François, Joie de croire, joie de vivre, Le Centurion, Paris, 1981. ZAVOLI Sergio, Se Dio c’è. Dialogo con Piero Coda, Rai-Mondadori, RomaMilano 2000. Notas 1 SANNA I., Chiamati per nome. Antropologia teologica, San Paolo, Cinisello Balsamo (MI) 1994, p. 382-383 2 Es profundamente bella esta página de Varillon: «Sur terre, depuis qu’il y a des hommes, il y a de la religion, une « foison de religions » comme dit Pascal. De la religion ou di sacré. Instinctivement, en effet, l’homme cherche une “puissance” capable de réaliser son espérance. Au delà de ses besoins élémentaires, il éprouve le besoin de vivre plus intensément, plus librement, plus totalement. Il veut échapper à la précarité, à la fragilité de son existence, et du même coup à l’angoisse (la précarité engendre l’angoisse et l’angoisse engendre le désespoir). Ce que l’homme désire, consciemment ou non, c’est une intensité de vie sans limites, une plénitude d’existence sans failles. Ce que Nietzsche et Rimbaud appelleront “l’éternité”, c’est-à-dire, la Béatitude», VARILLON F., Joie de croire, joie de vivre, Le Centurion, Paris 1981, p. 216. 3 MARCHESI P.L., “Humanicemos el hospital”, en MARCHESI P.L., SPINSANTI S., SPINELLI A., Per un ospedale più umano, Ed. Paoline, Cinisello Balsamo (MI) 1985, pp. 17-18. 4 PETRINI M., “Hospital católico”, en CINÀ G., LOCCI E., ROCCHETTA C., SANDRIN L., (a cura di) Dizionario di teologia pastorale sanitaria, Edizioni Camilliane, Strada Santa Margherita (TO) 1997, p. 800. 5 Cf JUAN PABLO II, Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana, n. 152-153, Tipografía Poliglota Vaticana, 1988, p. 69; de esta enseñanza hace eco el Card. Fiorenzo Angelini, Presidente emérito del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios: «… Detrás del significado objetivo (del hospital católico), hay siglos, incluso milenios de historia de pastoral sanitaria, expresión saliente de la evangelización», ANGELINI F., “Primer acercamiento a los hospitales católicos, hoy”, en Dolentium Hominum, 52 (2033/1) 11. 6 ANGELINI F., “Primer acercamiento a los hospitales católicos, hoy”, en Dolentium Hominum, 52 (2033/1) 11. 7 “Dicha entidad específica ha perdido gran parte de su significado, ya que la mayoría de las instituciones hospitalarias son estatales y muchas de aquellas religiosas, gracias a la peculiaridad jurídica de hospital clasificado se pueden asimilar mucho a las estructuras estatales” S. LEONE, “Hospital civil, en CINÀ G., LOCCI E., ROCCHETTA C., SANDRIN L., (a cargo de) Dizionario di teologia pastorale sanitaria, op. cit., p. 804-805. 8 Dice el Santo Padre: “…También la capacidad de aceptar el sufrimiento por amor del bien, de la verdad y de la justicia, es constitutiva de la grandeza de la humanidad porque, en definitiva, cuando mi bienestar, mi incolumidad, es más importante que la verdad y la justicia, entonces prevalece el dominio del más fuerte; entonces reinan la violencia y la mentira. La verdad y la justicia han de estar por encima de mi comodidad e incolumidad física, de otro modo mi propia vida se convierte en mentira (n. 38). 9 Escribe S. Leone: «¿Qué significa fundamentalmente tener que hospitalizarse? Ante todo, experimentar un estado de necesidad fuera de las necesidades ordinarias de la vida cotidiana… Es el signo de una patología y, esto es, de una fragilidad que no se puede resolver de otra manera y, por tanto, que caracteriza una experiencia de finitud, que se advierte mucho más si era más lejano el horizonte del enfermo», LEONE S., “Hospital civil”, en Loc. cit., p. 808; MINO J.-C., FRATTINI M.-O, FOURNIER E., “Pour une médecine de l’incurable”, en Études, 4086 (2008) 753-764. 10 «La esperanza es una fuerza espiritual que interesa al hombre en cuanto hombre. Ella caracteriza y distingue de los demás seres tan bien como la razón, la libertad, el lenguaje, la cultura, la religión, etc. La esperanza es propia del serhombre porque éste es un ser incompleto, en constante tensión hacia el futuro», MONDIN B., Dizionario enciclopedico del pensiero di san Tommaso d’Aquino, ESD, Bologna 1991, p. 576. 11 Ibid. 12 Ibid., p. 577. El autor precisa: «Si se trata de la esperanza como virtud teologal, su objeto debe ser el bien supremo, es decir, la felicidad o Dios y el logro de ella hecho posible por Dios y no por cualquier otra criatura». 13 No raramente, los mass media presentan historias horrorosas de gasas, tijeras, clavos y otras piezas metálicas olvidados en las partes del cuerpo sometidas a intervención quirúrgica; desatenciones graves de quien opera el órgano sano en vez de aquel enfermo; de subestimación de la situación clínica del enfermo, abandonado a sí mismo, con el consiguiente deceso; de muertos por intervenciones consideradas de routine como apendicitis o angina; sin hablar de episodios de corrupción o de situaciones conflictuales que ven contrapuestos a médicos y familiares del enfermo, (para citar casos recientes: el de Terry Schiavo o de Eluana Englaro), etc. Para el estudio de algunos casos, cf PUCA A., Ética de la vida y de la salud, Camillianum, Roma 2004, p. 129177. 14 Pertenecen ya al panorama nacional las protestas contra las decisiones de algunas administraciones regionales italianas, como aquella de la Región Lacio, que se ven obligadas a cerrar cierto número de estructuras sanitarias con el fin de equilibrar los balances financieros, luego que se han excedido en los budget programados. 15 COMISIÓN EPISCOPAL PARA EL SERVICIO DE LA CARIDAD Y LA SALUD, «Predicad el Evangelio. La comunidad cristiana y la pastoral de la salud», EDB, Bologna, n. 8, p. 11. 16 Refiriéndose a la actitud prometeica del hombre moderno, los autores de la arriba citada Nota observan: «Dos síntomas muy evidentes de esta concepción son, aún en la diversidad de las motivaciones y de los éxitos, por un lado el ensañamiento terapéutico y, por el otro, la eutanasia. Viéndolo bien, entre ensañamiento terapéutico y eutanasia hay cierta continuidad lógica, porque en ellos es siempre el hombre que no acepta medirse de modo humano con la muerte: con el ensañamiento terapéutico el hombre emplea todos los medios para posticipar la muerte, mientras con la eutanasia el hombre se arroga el derecho de anticipar y determinar la muerte. En ambos casos, el hombre quiere ejercer un domi- DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 nio absoluto sobre la vida y la muerte», n. 9, p. 12. 17 Escribe el Siervo de Dios Juan Pablo II en su Carta Encíclica Evangelium Vitae: «El hecho de que las legislaciones de muchos países, alejándose tal vez de los mismos principios fundamentales de sus Constituciones, hayan consentido no penar o incluso reconocer la plena legitimidad de estas prácticas contra la vida es, al mismo tiempo, un síntoma preocupante y la causa no marginal de un grave deterioro moral. Las opciones que antes eran consideradas unanimemente como delictivas y rechazadas por el común sentido moral, poco a poco se vuelven respetables socialmente. La misma medicina, que por su vocación está ordenada a la defensa y al cuidado de la vida humana, se presta cada vez más en algunos de sus sectores a realizar estos actos contra la persona, deformando su rostro, contradiciéndose a sí misma y degradando la dignidad de quienes la ejercen. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae, n. 4 (25 marzo 1995). 18 CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA (C.E.I.), Comunicar el Evangelio en un mundo que cambia, Roma, 2001, n.2). 19 FIORENZO ANGELINI, “Primer acercamiento a los hospitales católicos, hoy”, en Dolentium Hominum, 52 (2003/1) 11. 20 MARCHESI P., “Humanicemos el hospital”, en MARCHESI P. L., SPINSANTI S., SPINELLI A., Per un ospedale più umano, Ed. Paoline, Cinisello Balsamo (MI) 1985, p.20. 21 «En los primeros momentos, no me daba cuenta, hasta el punto que me preguntaba: ¿tan grave estoy que me ‘prohiben’ recibir visitas, llamadas telefónicas, etc.? Me cuentan que he sudado muchísimo; debe ser verdad porque cuando me han dado de alta he encontrado gran cantidad de pijamas; tantos cambios, tantas pruebas y tantos controles médicos; ahora una cosa, ahora otra y luego tener que ‘obedecer’ porque la situación era grave: me lo traducía mi cuerpo sin fuerza, sin ganas de nada, ya no era mío, estaba más cansado, tenía necesidad de todo, era de los demás, de los médicos, de las enfermeras…», REDRADO, J. L., “Testigos del amor en el dolor”, en Dolentium Hominum, 63 (2006/3) 51. 22 PETRINI M., “Tradición cristiana. Perspectiva católica”, en PANGRAZI A. (dir.), Salute, Malattia e morte nelle grandi religioni, Ed. Camilliane, Torino 2002, p. 38. Afirma el conocido biblista R. Fabris: «La tradición evangélica de la cual depende Lucas … ha seleccionado algunos milagros de curación o liberación del mal físico y los ha releído bajo un perfil religioso. De modo que, más allá de la curación física, la interpretación envangélica ha entrevisto la salvación tout court, introduciendo un elemento típicamente religioso: la fe (Cf 7,1-10; 8,50)», FABRIS R., “La salvación según Lucas”, en BARBAGLIO G., FABRIS R., MAGGIONI B., I Vangeli, Cittadella Editrice, Assisi 200410, p. 1221. 23 JUAN PABLO II, “La medicina está al servicio del hombre, de todo el hombre, de cada hombre”, en Dolentium Hominum, 7 (1988/1) 6, Cf. ID., Dolentium Hominum (Motu Proprio), n. 2. 24 MARCHESI P., “Humanicemos el hospital”, en loc. cit. p. 27-28. 25 MINO J.-C., FRATTINI M.-O, FOURNIER E., “Pour une médecine de l’incurable”, en Études, 4086 (2008) 754-757. 26 SPINSANTI S., Umanizzare la malattia e la morte. Documenti pastorali dei vescovi francesi e tedeschi, Ed. Paoline, Roma 1982, p. 26. 27 BUBER M., L’eclissi di Dio, Mondadori, Milano 1990, p. 22.23, citado en CHENU B., Dio e l’uomo sofferente, Edizioni Qiqajon-Comunità di Bose, Magnano 2005, p. 19-20. 39 The Mental Capacity Act 2005. Valoraciones bioéticas 40 En abril del 2005 el parlamento británico emanó la ley denominada “The Mental Capacity Act 2005” (MCA). Desde el punto de vista bioético, es interesante examinar algunos puntos clave y sobre todo discutir la cuestión de la administración artificial de alimento y agua. Según algunas reacciones, esta ley permitiría, antes bien, impondría a los médicos la obligación de abstenerse (withhold) de la hidratación y de la nutrición o de interrumpir (withdraw) la administración para los enfermos que ya no son capaces de entender o querer, que habrían decidido anticipadamente el rechazo. Comienzo con un poco de historia y luego me detengo en algunos puntos esenciales y, en fin, insisto sobre la discusión en materia de la hidratación artificial. Un poco de historia Cuando hace años salió el primer draft del documento parlamentario, justamente hubo muchas ansiedades tanto de parte de los juristas como de los médicos. Los juristas temían que se pudiese procurar la muerte a alguien rechazando un tratamiento para sostener su vida. Los médicos temían estar obligados a hacer morir a alguien por negligencia. Grupos representativos de gente vulnerable temían que la nueva ley pudiese legalizar la eutanasia. Por el bien común, tomaron parte activa en el debate los obispos católicos de Inglaterra y Gales y mucha gente. Al menos una cosa se aclaró: la ley no habría cambiado la prohibición en lo que concierne la eutanasia y el suicidio asistido; además, ninguno habría podido tomar una decisión, ni para sí mismo ni para otro, tendiente a satisfacer el deseo de su muerte. Sin embargo, en lo que se refiere a la garantía “pro life”, quedaron por resolver ciertos problemas. Por tanto, es interesante ver qué es lo que se legaliza en materia de bioética y particularmente en lo que se refiere al sostén de la vida del paciente mediante la administración artificial de alimento y de líquidos. Puntos-clave del MCA The Mental Capacity Act quiere poner en claro lo que una persona puede hacer anticipadamente, con respecto a lo que no será capaz de entender y querer más tarde. Mientras no se pruebe lo contrario, se presume que cada adulto tiene el derecho y, por tanto, la capacidad de tomar decisiones. Puede indicar también uno o más procuradores que, entonces, tomarán la decisión sobre lo que hay que hacer para el mayor bien del paciente. De este modo, la ley quiere garantizar el derecho de la persona de decidir acerca de las cosas que los profesionales sanitarios y sociales pueden o no pueden hacer al respecto. En cuanto a la decisión anticipada del rechazo de un tratamiento necesario para sostener la vida, hay que poner en evidencia la importancia de que esta decisión se haga por escrito con testigos, que sea válida y aplicable. Se especifica también que cuando se trata de lo que es para el mejor interés del paciente, esto nunca puede ser motivado por el deseo de conducir a su muerte. Hay que notar también que, en lo referente al rechazo de un tratamiento médico, algunos están más preocupados por el peligro de un “under-treatment” y la negligencia o la falta de hidratación (starvation) para los enfermos ancianos. Otros están más preocupados por el peligro de “over-treatment” y el poder de la medicina moderna para hacer inútilmente oneroso el proceso del morir. El MCA denota que es importante tener en cuenta una u otra preocupación. En este contexto, el MCA se ocupa de la decisión referente a la fin de la vida. Ante todo, se ocupa de la ansiedad sobre el DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 rechazo del tratamiento de sostén de la vida. El punto clave indica que cada vida humana no se puede reemplazar (irreplaceable); por tanto, es importante acariciar toda vida, la propia, incluso cuando la vida es dura y cercana a la fin. La vida del enfermo o moribundo o discapacitado debe ser respetada no menos de aquella del hombre sano. Ahora, una razón del ansia de la gente sobre el rechazo de un tratamiento de sostén de la vida es, precisamente, el temor que el enfermo sea dejado de lado y no reciba el tratamiento del cual tendría necesidad. En fin, se tiene temor del denominado subtratamiento. Existe una segunda y más importante razón porque, aún si la desatención es a solicitud de la persona enferma, esto puede ser porque de parte de la persona hay una falta de valor por la propia vida. El MCA plantea la siguiente pregunta: ¿por qué la persona enferma es ansiosa con respecto a la administración de un tratamiento para sostener la vida? Siendo seres mortales, sabemos que debemos morir. Para vivir bien debemos acariciar este don precioso y aceptar la inevitabilidad de la muerte. Es importante reconocer que la vida acabará y prepararse de la mejor manera posible. Cuando el momento de la muerte se acerca, debemos ser capaces de aceptar esta realidad y no buscar tratamientos fútiles. Mucha gente está ansiosa porque no se les dejaría morir en forma natural, sino que va sujeta a tratamientos no deseados e innecesarios, En fin, es ansiosa porque se recurre al ensañamiento terapéutico. Pero ¿qué es peor, el tratamiento por defecto o el tatamiento por exceso? Se pone de relieve justamente que es necesario tener presentes los dos aspectos: el de acariciar la vida (cherishing life) y el de aceptar la muerte (accepting death). El primer aspecto significa que la muerte no debe ser la tentativa de actuar o no intervenir. El segundo aspecto significa que no hay que es- capar de lo inevitable, buscando todo tratamiento posible para prolongar la vida cuando ésta ya es futil. El MCA declara explícitamente que nada ha cambiado en lo que respecta a la prohibición legal de la eutanasia o del suicidio asistido, aún si esto ha sido solicitado por el interesado con un motivo de compasión. En la ley inglesa, uno y otro son y permanecerán siempre como graves ofensas criminales, y son importantes para las personas vulnerables o deprimidas. La ley no ha cambiado nada al respecto, por lo que queda claro tanto para los profesionales sanitarios y sociales como para quien se encuentra en una posición de poder, que nunca es legal dar u omitir un tratamiento destinado a hacer morir a alguien. Sin embargo, el MCA permite tomar una decisión anticipada de rechazar un tratamiento referente a la vida, conocido comunmente como Living wills’. Visto que encontramos aquí problemas bioéticos, tataré este tema de modo específico. Problemas bioéticos en materia de Living wills El Código de Práctica reconoce los tratamientos demoninados como cuidados básicos o esenciales, necesarios para tener a un paciente de modo confortable, que raramente o nunca se debería rechazar. Si un enfermo puede ingerir y digerir, siempre se le debe ofrecer nutrición y agua por boca. Los profesionales sanitarios deberían seguir proveyendo a dichos cuidados en el mejor interés del paciente sin capacidad de entender y querer. La ley exige que estos pacientes no sean dejados de lado y que no sufran inútilmente por hambre o deshidratación. En el caso de Leslie Burke, Lord Philips dijo: ‘Cuando un paciente competente indica el deseo de ser mantenido en vida a través de la nutrición o la hidratación, cualquier médico que deliberadamente lleva la vida del paciente al final, sin continuar este cuidado no falta simplemente a su deber, sino es reo de homicidio’ ([2006] QB 273 pag. 302). Cuando se pasa a la decisión anticipada del paciente, el MCA declara que la decisión nunca puede ser motivada por querer la muerte1. Por lo demás, si alguien requiere claramente el suicidio, surge la pregunta sobre su capacidad de poder tomar o no una decisión2. Pero es aquí que cambia el tema, supuesto que la decisión anticipada de rechazar el tratamiento es válida y aplicable a la situación, entonces el MCA juzga que es ilegal proporcionar el tratamiento. En estas circunstancias el médico no puede imponer el tratamiento, aún si el tratamiento salvaría la vida de la persona. Dado que, si la decisión del rechazo es legal, ya que es válida y aplicable, la administración artificial de alimento y agua es ilegal, incluso si lleva a la muerte del paciente. Sin embargo, en el caso que sea necesaria la hidratación para quitar un desconsuelo, entonces el Código de práctica permite el fluido, pero que debe ser considerado como parte de la obligación general de tener confortable a la persona, pero no para el sustentamiento de la vida individual. Ciertamente esto es duro para un médico comprometido que se empeña por el mejor interés de sus pacientes. De todos modos, como la decisión que lleva a la muerte no es hecha por el médico, se podría decir y se dice que el agente sanitario no es culpable de la desatención y de los problemas que sigan. Hay límites en lo que se refiere a las ayudas a las personas y, sobre todo, cuando alguien rechaza toda ayuda, entonces ya no queda nada que hacer. No estoy de acuerdo, precisamente porque se trata de un problema de cooperación al mal. Una cooperación al mal por omisión Mi desacuerdo se basa ante todo en la misma ley, porque al prohibir una decisión que comporta la muerte, la juzga ilegal. Además, al exigir que el médico se interese de todo lo que es mejor para el paciente, no puede asistir pasivamente a la muerte del paciente. Por tanto, ¿cómo puede afirmar el legislador que el médico que administra el alimento y el agua comeDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 tería una ofensa criminal al paciente, por qué haría una acción ilegal? Pero alguno podría seguir insistiendo, ya que para el MCA, el acto de “nutrición e hidratación artificial’ (ANH) es un tratamiento médico y, por tanto, puede ser withhold (se puede abstener) o withdraw (se puede interrumpir). El agente sanitario debe tener en cuenta los deseos y sentimientos del paciente. De todos modos, admitido pero no concedido aún si se trata de una ilegalidad médica, ciertamente el comportamiento del médico es inmoral, porque la legislación es injusta. Juan Pablo II declara: “La introducción de legislaciones injustas pone con frecuencia a los hombres moralmente rectos ante difíciles problemas de conciencia en materia de colaboración debido a la afirmación obligatoria del proprio derecho a no ser forzados a participar en acciones moralmente malas”3. Para iluminar estos difíciles problemas, la moral católica recurre a los principios generales sobre la cooperación en acciones malas. Por un grave deber de conciencia los cristianos como todos los hombres de buena voluntad, están llamados a no brindarles su colaboración formal a esas prácticas que, aún siendo admitidas por la legislación civil, están en contraste con la Ley de Dios4. Por tanto, para no actuar de manera ilegal, nunca es lícito actuar de modo inmoral. Ahora bien, la no administración artificial de alimento y agua, para no transgredir la ley civil, sobre todo si 41 42 esto comporta la muerte del paciente, quiere decir colaborar por omisión a la muerte del paciente. Es lo que enseña Juan Pablo II en la Evangelium vitae: “Para un correcto juicio moral sobre la eutanasia, es necesario ante todo definirla con claridad. Por eutanasia en sentido verdadero y propio se debe entender una acción o una omisión que, que por su naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor. «La eutanasia se sitúa, pues, en el nivel de las intenciones y de los métodos empleados»5. Respondiendo a ciertas cuestiones de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de América sobre la nutrición artificial y la hidratación, la CDF declara ante todo que la administración artificial de alimento y agua es moralmente obligatoria, incluso para los pacientes que se encuentran en coma permanente (PVS). De este modo se previene el sufrimiento y la muerte por falta de alimento y de agua (starvation). La CDF declara también que, y esto es muy importante, aunque los médicos competentes juzguen con certeza moral que el paciente nunca recuperará conocimiento, la administración debe continuar porque el paciente “es siempre una persona con una dignidad fundamental y por tanto debe recibir un cuidado ordinario y proporcionado, que por principio encierra la administración de agua y alimento incluso de modo artificial6. Las respuestas de la CDF confirma de modo autorizado la perspectiva católica referente a la administración artificial de alimento y agua: no es un tratamiento médico, sino un cuidado básico que, en línea de principio, debe ser proveida. Para evitar equivocación alguna, cito la declaración del CIC: “La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el «encarnizamiento terapéutico». Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente”7. La diferencia con respecto a la administración es totalmente evidente y pone de relieve la confusión presente en el MCA. ¡Lo que es legal y también moral cuando se habla de procedimientos médicos, no es ni legal y ciertamente nunca moral cuando se habla de cuidados básicos o esenciales! Derecho divino a la objeción de conciencia Sobre el tema de la objeción de conciencia no encontramos nada en el MCA, al menos explícitamente. El Code of Practice añade algo, declarando que los profesionales de la salud y sociales no están obligados a hacer algo que es contrario a su credo. Sin embargo, no deben abandonar simplemente a los pacientes o causarles sufrimientos8. De todos modos, hay que afirmar con claridad que “el rechazo a participar en la ejecución de una injusticia no sólo es un deber moral, sino también un derecho humano fundamental. Si no fuera así, se obligaría a la persona humana a realizar una acción instrínsecamente incompatible con su dignidad y, de este modo, su misma libertad, cuyo sentido y fin auténticos residen en su orientación a la verdad y al bien, quedaría radicalmente comprometida. Se trata, por tanto, de un derecho esencial que como tal, debería estar previsto y protegido por la misma ley civil”9. El Papa DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Wojtyla hace la consecuencia lógica declarando: “En este sentido, la posibilidad de rechazar la participación en la fase consultiva, preparatoria y ejecutiva de semejantes actos contra la vida debería asegurarse a los médicos, a los agentes sanitarios y a los responsables de las instituciones hospitalarias, de las clínicas y casas de salud. Quien recurre a la objeción de conciencia debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional”10. La conciencia del bien inviolable de la vida y de la ley de Dios que celosamente tutela ese bien, antecede a cada ley positiva humana. Cuando esta la contradice, la conciencia afirma su derecho primario y el primado de la ley de Dios: «Hay que obedecer más a Dios que a los hombres» (Hch 5, 29)11. Una confirmación autorizada viene del Papa Benedicto XVI cuando declara que la objeción de conciencia es un derecho también de los farmacéuticos. Lo ha dicho en su discurso dirigido a la Federación Internacional de los Farmacéuticos católicos: La objeción de conciencia es un derecho que debe ser reconocido a vuestra profesión permitiendo no colaborar directa o indirectamente al abastecimiento de productos que tienen como finalidad las elecciones claramente inmorales, como por ejemplo el aborto y la eutanasia. Los farmacéuticos están llamados a desarrollar un papel educativo con el paciente para el empleo justo del cuidado médico y sobre todo para hacer conocer las implicaciones éticas sobre el uso de un determinado fármaco12. Ciertamente, seguir la propia conciencia para obedecer la ley de Dios no siempre es vista como un camino fácil. Esto puede comportar sacrificios y agravios, de los que no es lícito desconocer su peso; a veces se necesita heroísmo para permanecer fieles a dichas exigencias. Sin embargo, es necesario proclamar claramente que la vida del auténtico desarrollo de la persona humana pasa por esta constante fidelidad a la conciencia mantenida en la rectitud y en la verdad13. Conclusión El contraste entre MCA y la perspectiva católica, en materia de administración artificial de alimentación y agua, es «luce clarius». Para un tratamiento intermedio, que puede ser rechazado anticipadamente, y puede ser reducido; por el otro es un cuidado básico que permanece como obligatorio hasta cuando la misma naturaleza la rechaza. De aquí resulta evidente que lo que es legal no por esto es también moral, antes bien, lo contrario. De hecho, precisamente en el campo de la bioética la diferencia es esencial, porque hace que la obligación legislativa de no administrar, im- puesta al médico, sea simplemente inmoral. Por tanto, la conciencia verdadera, cierta y recta, no obliga a oponerse a la ley, sino debería comprometer también a los agentes sanitarios a contestar dicha obligación legislativa. «Hay que obedecer a Dios más que a los hombres» (Hch5, 29). P. BONIFACIO HONINGS, O.C.D. Profesor Emérito de Teología Moral de las Pontificias Universidades Lateranense y Urbaniana, Roma. Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Consultor del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios Miembro ordinario ad vitam de la Pontificia Academia para la Vida, Santa Sede Notas Cf. MCA 1,5 e 4, 5. Cf. Code of Practice 9.9. JUAN PABLO II, Evangelium vitae, 74. 4 Cf. ibidem. 5 EV, 65. 6 (Ver 1 agosto 2007) 7 CIC, 2278. 8 Cf. Código de Práctica, 9.61- 63. 9 EV, 74. 10 Ibidem. 11 Cf. Carta de los Agentes Sanitarios. Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, Ciudad del Vaticano, 1995, 143. 12 Cf. Benedicto XVI, Discurso del lunes 29 octubre 2007. 13 Cf. CDF, Declaración sobre el aborto procurado, 18 junio 1974, en AAS 66(1974) 744, n.24. 1 2 3 43 Decisiones anticipadas con respecto a la vida Una guía para los católicos En el año 20051, el Ministerio de Justicia de Inglaterra publicó “The Mental Capacity Act”, acompañado de un Código de Práctica, con el fin de explicar los detalles de la ejecución y las responsabilidades legales sobre este tema. Por su parte, la Conferencia episcopal de Inglaterra y de Wales ha publicado en el 2008 “The Mental Capacity Act and Living Will – Guía práctica para los católicos”2. En el prólogo, el Arzobispo de Cardiff, S.E. Peter Smith hace ver claramente que esta edición era necesaria después de las perplejidades elevadas en varias partes (ver p. 5-8). La Guía presenta las posibilidades que el Mental Capacity Act ofrece a los interesados en lo que se refiere a la salud futura y el tratamiento (ver p. 13-20). Es interesante poner de relieve la posibilidad de decidir o, en caso de incapacidad mental, de delegar esta decisión a un tercero, en lo que respecta el rechazo o la interrupción de la alimentación artificial: hidratación y/o nutrición, ANH-Artificial nutrition or hidration (ver p. 9-12). Sigamos atentamente las líneas-guía sobre las elecciones anticipadas desde el punto de vista de la conciencia. Elecciones sobre salud futura y tratamiento De por sí no existen dificultades en cuanto a las posibilidades de una elección anticipada, sea personal o delegada, con respecto a un tratamiento médico. Se trata de un derecho que es preciso usarlo con prudencia y los pacientes pueden pedir un tratamiento totalmente adecuado para su mejor bienestar. Pero hay que tener en cuenta también que no todo lo que está permitido por el Act es justo desde el punto de vista moral. Y se pone hincapié de que precisamente la decisión del rechazo de alimento y de líquido es moralmente inaceptable (ver p. 21 últimos renglones). Si este tratamiento fuese rechazado con la intención de hacer morir al paciente, se trataría de un serio crimen. Al rechazar la hidratación y la alimentación artificial, un médico causa la muerte del paciente, no sólo va contra su deber deontológico, sino que es culpable también de homicidio. Se pone como ejemplo Leslie Burke, precisamente en lo que se refiere a la ANH (ver p. 22 al final). Se afirma también que se puede DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 cambiar la ejecución de la decisión anticipada. Obligación moral de aceptar el tratamiento Existe la obligación tanto personal como familiar de curar la salud3. Pero no existe la obligación de cuidados inútiles, es decir, que únicamente prolongan la vida. Sin embargo, hay que tener presente dos cosas: el amor por la vida y la aceptación de la muerte. Por tanto, en ciertas circunstancias se puede admitir que la enfermedad tenga su recorrido natural, aun si esto significa que se desea morir. Para confirmar se cita el Catecismo de la Iglesia Católica4 (ver p. 24 al final e inicio de la 25). A este punto se pone de relieve la diferencia entre la perspectiva católica y aquella del Mental Capacity Act: para la ley, la ANH es un tratamiento médico; para la moral católica es un medio natural para preservar la vida, es un tratamiento de cuidado. El criterio es y será siempre la búsqueda del mejor bienestar para el paciente. Por tanto, un rechazo o la interrupción de la ANH cuando la muerte del pa- 44 ciente no es inminente, sería claramente contra dicho criterio, ya que causaría su muerte. El caso es diferente cuando el mismo cuerpo rechaza o, en otras palabras, ya no absorbe o ya no elimina. Entonces ya no se trata de acelerar la muerte, sino de quitar el fastidio del tubo. Además, toda decisión para interrumpir el tratamiento de cuidado se debe hacer con la recta intención; en sentido negativo, esto significa que nunca se debe hacer con la intención de acelerar la muerte del paciente (ver p. 25-26). Como confirmación se cita lo que dijo Juan Pablo II con respecto al paciente en estado vegetativo, esto es, que existe la obligación de proporcionar el cuidado normal del empleo de nutrición o hidratación. La Congregación para la Doctrina de la Fe manifiesta esta obligación en su respuesta del 1º de agosto de 2007 a la cuestión planteada por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de América (ver p. 27). Cuestiones para los profesionales de la salud y de atención social El primer compromiso profesional es respetar a la persona que está curándose, sin procurarle daño alguno. Los profesionales deben identificar el mejor bienestar para el paciente, demostrar respeto por la vida humana, ocuparse del paciente, proteger y promover su salud. Por tanto, nunca es moralmente lícita la voluntad de rechazar un tratamiento con la intención de hacer morir al paciente, aún si la muerte ha sido querida como medio. Los agentes sanitarios nunca deben juzgar la vida del paciente como si no fuera digna de vivir (ver p. 29-30)5. Por tanto, ¿cómo debe comportarse un agente sanitario con el paciente, cuando está encargado de un tratamiento médico o de un tratamiento de atención? El primer paso para una buena práctica es una ética correcta que evite el peligro de un ensañamiento terapéutico (overtreatment) o de un sub-tratamiento (under-treatment). De todos modos, es importante animar lo más posible una buena praxis. Pero ¿que se debe hacer cuando ya no es más posible aplicar una decisión anticipada en el momento presente para el mejor bienestar del paciente? Aunque imprudente, esta decisión sigue siendo legalmente válida. Supongamos que una persona haya hecho dicha decisión hace muchos años cuando no tenía ningún sufrimiento; en este caso puede haber una duda razonable si esa decisión se puede aplicar aún hic et nunc en la situación específica. Por otro lado, cuando hay una voluntad anticipada de rechazo del tratamiento, aún si esto es válido y aplicable ahora, el tratamiento es ilegal. La ley prohibe que el médico imponga el tratamiento, incluso si ello le salvara la vida. Esto no es fácil para un médico consciente y que se ocupa del mejor bienestar de su paciente. Obviamente, él no es culpable de las consecuencias que derivan al no brindar el tratamiento porque la ley remite su responsabilidad profesional sobre el particular (ver p. 30-32). ¿Qué hacer si la voluntad anticipada es de tipo suicida? The Mental Capacity Act establece dos cosas: la primera que cada acción realizada y cada decisión hecha miran al mejor bienestar del paciente; la segunda, que el juicio al respecto no puede tener como motivación el deseo de conducir a la muerte. Como consecuencia, queda establecido explícitamente que no existe un cambio legal en lo que concierne el no al suicidio asistido y a la eutanasia. Pero, dado que, por lo demás, el motivo de tipo suicidal no es siempre evidente, un agente sanitario debe dar al paciente el beneficio de la duda y no presumir que el rechazo refleje una intención suicidal. Hay que notar también que, si el motivo es claramente de tipo suicidal, puede surgir la pregunta acerca de la capacidad mental de la persona de la que nos estamos ocupando. De todos modos, en los raros casos de rechazo suiDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 cidal debemos considerar dos niveles: el rechazo en cuanto tal y la cooperación con este rechazo. En lo que se refiere al rechazo suicidal en cuanto tal, incluso si es legalizado, se trata siempre de una auto-destrucción y una no-aceptación de la vida como don de Dios; por tanto es siempre una cosa que no se debe hacer6. En lo que se refiere a la cooperación, la Iglesia enseña que la “cooperación voluntaria en el suicidio es contraria a la ley moral”7 (ver p. 32-33). Cuestión del respeto en lo que se refiere al rechazo de la ANH La voluntad debe ser respetada, aun si el rechazo causa la muerte. No por nada el Code of Practice dice que no se puede rechazar, anticipadamente, acciones necesarias para tener a una persona en un estado confortable. Los líquidos deberían ser proporcionados si son necesarios para aliviar el penoso estado en que se encuentra una persona (a person’s di stress). Por otro lado, el Code of Practice considera la nutrición y la hidratación explícitamente como un tratamiento médico, que puede ser rechazado. Los obispos justamente indican y, lo repito, es la diferencia esencial, la nutrición y la hidratación artificiales no se deben colocar en la misma categoría del tratamiento médico. La ANH pertenece al cuidado-básico y, por tanto, en línea de principio sebe ser siempre previsto8. Aun si el rechazo no es suicidal, la falta de aplicación del ANH tiene este efecto. En esta situación, los agentes sanitarios deben hacer todo lo posible para el mejor bienestar del paciente y ver si el rechazo anticipado es específico, válido y aplicable o no. En caso de duda deben proveer al paciente la ANH mientras son responsables de su mejor bienestar. En el caso de discusión deben apelar a la Corte de Protección (Court of Protection). En el caso de que la interrupción de la ANH sea contraria al mejor bienestar del paciente, deben dejar de curarlo (p. 34-35). Cuestiones referentes a las decisiones de los “terceros” La guía pasa a precisar algunos aspectos referentes a quien debe decidir en lugar de la persona incapaz de entender y querer. Es preferible que se trate de una persona indicada por escrito, con nombre y apellido. Por esto según la ley, no vale indicar el oficio de la persona, por ejemplo, el superior o la superiora de una Congregación religiosa. En lo que se refiere a la motivación se indica que la decisión nunca puede ser el deseo de hacer morir a la persona. Sin embargo, las decisiones se deben tomar seriamente. Pero supongamos que el médico no está de acuerdo con la decisión en lo referente a las intenciones, entonces el primer paso es una discusión para ponerse de acuerdo. Si no se logra, el médico se puede apelar al Office of the Public Guardian para pedir su intervención. En el caso de que las intenciones son legales, pero el médico considera que el recorrido de las acciones no corresponde a lo que es para el mejor bienestar del paciente, entonces el agente se puede apelar a la Court of Protection. Mientras tanto, el médico puede aplicar legalmente el tratamiento que considera mejor para su paciente (p.36, 5.8; ver también p. 43-46). Objeción de conciencia The Mental Capacity Act del 2005 no contiene una sección explícita en lo que respecta la objeción de conciencia. Por otro lado el Code of Praxis establece dos puntos: primero, los profesionales sanitarios y sociales no están obligados a hacer algo contra su creencia; segundo, los profesionales sanitarios y sociales no deben abandonar simplemente al paciente. Por ejemplo, un médico que juzga un plan de acción immoral (unethical) en lo que se refiere al rechazo de la ANH, debe hablar y escuchar a sus colegas y a los parientes del paciente. Permaneciendo firme que este plan no sirve al mejor bienestar del paciente, el médico no debe cooperar formalmente, es decir, debe dejar el cuidado de ese paciente. En el caso que se trate de una cooperación material suya, a la luz de su obligación moral el médico debe ponderar prudentemente las alternativas (p. 3738). Consciente de la complejidad de la cooperación material en una situación particular, los obispos no dan reglas generales, sino remiten a la doctrina de la Iglesia sobre el particular. Se necesita mucha sabiduría práctica que sepa tener en cuenta los varios factores implicados para llegar a un juicio de conciencia: ¿Existen alternativas? ¿Cuánto urge la acción? ¿Qué bienes o males se arriesgan? ¿Cuáles son las posibilidades de engaño y de escándalo? ¿Cuáles son las circunstancias precisas de la situación? ¿Esta acción es conforme con el papel particular, las responsabilidades y la vocación del individuo? (ver apéndice p. 47-49). Para mayores informaciones en lo referente a la enseñanza de la Iglesia se indican algunas fuentes autorizadas como el CIC, la CDF sobre la ANH (1º de agosto de 2007), la Carta del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, la Evangelium vitae (1995) de Juan Pablo II (ver p. 40-41). Un glos- DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 sarium de los términos empleados hace que la guía sea aún más preciosa (p. 51-55). P. BONIFACIO HONINGS, O.C.D. Profesor Emérito de Teología Moral de las Universidades Pontificias Lateranense y Urbaniana, Roma. Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Consultor del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios Miembro ordinario ad vitam de la Pontificia Academia para la Vida, Santa Sede Notas 1 Ver http://www.justice.gov.Uk/gui dance/mca-code-of-practice.htm 2 The Catholics Bishops’Conference of England & Wales. Department for Christian Responsibility & Citizenship.The Mental Capacity Act and ‘Living Wills’; a practical guide for Catholics. Published 2008 by the Incorporated Catholic Truth Society, 40-46 Harleyford Road, Vauxhall, London SE11 5 AY. 3 El CIC enseña “La vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios. Debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común” (2288). 4 “La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente” (2278) 5 “Best interests relate to the benefits and burdens of treatment should never reflect a judgement that the patients life is not worth living” (p. 30 al final de 5.2). 6 El CIC afirma: “Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella” (2280). 7 Ver CIC, 2282. 8 El CIC dice: “Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos” (2279). 45 Seguimiento de la familia 46 La biografía de todo enfermo es también la biografía de su familia: inevitablemente sus actitudes, pensamientos, recuerdos, vivencias y proyectos están ligados a la relación con sus seres queridos, cercanos o lejanos. La familia de origen influye de modo fundamental en la articulación de la propia identidad, en el desarrollo de costumbres y tendencias, que puedan plasmar su vida positiva o negativamente. El mapa genético no es sólo la herencia de rasgos somáticos y psicológicos, sino también patrimonio de aprendizajes o de límites con respecto a la comunicación, el modo de administrar las heridas o los secretos familiares, el vivir los conflictos o las diferencias, en el acercamiento a las dificultades o a las derrotas, en el modo de demostrar afecto o desaprobación. La familia educa y ama, dialoga, se abre, soporta, dona, perdona; así como puede tener también prejuicios, criticar, gritar, blasfemar y odiar. Cada familia posee su historia y sus propias dinámicas. Hay quien nace en núcleos familiares en los que se siente acogido, afirmado y estimulado, y quien en situaciones caracterizadas por la violencia verbal y física, por rupturas relacionales y por la falta de ética y disciplina. Es importante tener presente que somos hijos y no esclavos del proprio pasado. También el que ha sido condicionado negativamente, es capaz de superarlo a través de elecciones constructivas y un proceso de madurez interior. Un pasado difícil no hace infelices para siempre. Impacto de la enfermedad grave en la familia Un diagnóstico infausto, que puede amenazar la vida de un ser querido, produce fuertes cambios estructurales y relacionales en su familia. Ante una crisis que quita la tranquilidad, amenaza los equilibrios internos y obliga a asumir nuevos roles y tareas, los diferentes miembros pueden reaccionar con actitudes ansiógenas, agresivas, equilibradas, culpabilizantes, constructivas o depresivas, etc. Cada familia adopta estrategias diferentes cuando debe responder a la enfermedad; entre las actitudes o mecanismos más frecuentes tenemos: – la negación: el rechazo, la no aceptación de la enfermedad, el propósito de comportarse como si nada hubiese ocurrido realmente; – la hiperprotección: por un lado se esconden los propios sentimientos al paciente y, por el otro, se practica la conjura del silencio, se evita comunicar abiertamente acerca de la verdad de las cosas; – la idealización: se nota una confianza excesiva en la “omnipotencia” de los médicos o en el poder milagroso de la medicina o de las terapias; – la sublimación: se busca refugio o consuelo en las seguridades espirituales: “Reza, si deseas sanarte”; “El que cree no llora”; – la dramatización: reacciones desproporcionadas e histéricas; – la aceptación: prevalece una actitud de sano realismo y equilibrio y una colaboración positiva con los agentes sanitarios; – la regresión: cierre e aislamiento social frente a un drama que, se piensa, que los demás no puedan entender. Por lo general, la respuesta de la familia al acontecimiento de la enfermedad prevé un primer impacto de desorganización y de desconcierto. Sigue un momento de búsqueda: los miembros se interrogan acerca del modo de enfrentar la situación activando los recursos del grupo. La tercera etapa consiste en una adaptación gradual del núcleo familiar a los cambios que impone la enfermedad. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 La elaboración positiva o negativa de la crisis depende del tipo de sistema familiar: si es fundamentalmente sano o problemático. Familias sanas o problemáticas Virginia Satir, conocida estudiosa de las problemáticas familiares, ha definido algunos criterios que permiten leer si un tejido familiar es fudamentalmente sano y capaz de afrontar los momentos críticos, o si resulta problemático y contribuye a complicar el impacto con el sufrimiento y la muerte. Las familias sanas se caracterizan por: – el equilibrio emotivo de sus componentes; – el respeto y la valoración de la individualidad y la diversidad de cada uno de sus miembros; – la relación positiva ante la sociedad; – el buen nivel de cohesión y de comunicación entre sus componentes; – la estabilidad general de la estructura familiar, basada en normas y reglas claras; - la flexibilidad y no rigidez en los roles en su interior. Las familias problemáticas se caracterizan por: – actitudes de control y autoritarismo de parte de uno de los miembros con respecto a los demás; – tendencia a la critica destructiva; – ausencia de personas y modelos significativos (p.e. de un padre, debido a muerte o divorcio); – carencia de afecto, las relaciones se basan en la distancia emotiva; – desorganización interna evidente en los roles y en los estilos de vida; – presencia de problemáticas específicas como: la enfermedad mental, el alcoholismo, el abuso sexual, la drogodependencia. Es claro que pertenecer a familias sustancialmente “sanas” o “enfermas” incide profundamente en el modo de ponerse o de vivir el hecho de la enfermedad. En otras palabras, en las actitudes asumidas no se parte de cero, sino del bagage del proprio pasado, del clima creado por los padres y por el modo de relacionarse entre ellos y con los hijos. Tareas fundamentales Son dos las tareas fundamentales que se asumen los que crean una familia: 1. Educar al amor y a la intimidad Ante todo, los padres están llamados a educar a sus hijos, a desarrollar vínculos, a sentirse amados y a amar. Esta experiencia les ayuda para que los hijos se sientan aceptados y valorados y a tener un buen encaminamiento en la vida. Por otro lado, donde no hay afecto y calor, el niño experimenta inseguridad, soledad y a veces un sentido de abandono. En general, esta primera tarea la interpreta la madre que acoge, nutre y sostiene la vida de los hijos. Existe el riesgo de que un amor excesivo se transforme en posesión o celosía e interfiera con el desarrollo sano y la independencia de los hijos. ministrar las emociones al modo de expresar intimidad, de las reglas sobre el trabajo a aquellas del comportamiento, de las reglas sobre la seguridad a las que se refieren a la relación con los demás, de las reglas sobre el sexo a las referentes al modo de afrontar el dolor, la enfermedad y la muerte. Algunas de estas reglas se vuelven muy útiles y son interiorizadas por los hijos para el resto de su vida, otros pueden procurar grandes dificultades y bloquear el crecimiento. Generalmente, la tarea de educar al desprendimiento es interpretada por el padre. Estas dos tareas tan esenciales para afrontar la vida con apertura, realismo y dinamismo, son de extrema importancia incluso en las etapas conclusivas de la propia peregrinación terrena. La experiencia del morir, ante todo permite al enfermo y a sus familiares vivir momentos preciosos de intimidad, dando cabida a los sentimientos de gratitud recíproca y comunicándoles a través de la gestualidad y el lenguaje no verbal. Al mismo tiempo, el aproximarse de la muerte requiere el valor de prepararse a decir adiós, de anticipar la separación asegurando la continuidad del vínculo a través del recuerdo, el horizonte de lo trascendente, la cercanía espiritual. 2. Educar a la separación y al respeto de las diferencias Agentes sanitarios y la familia El hijo no es copia de los padres, antes bien está llamado a realizar su propia individualidad y diferencia. Un proceso sano de crecimiento lo ayuda a establecer límites, a definir los confines entre sí mismo y el prójimo para no fundirse y permanecer absorbido por los demás. La pedagogía de la sepración invita a sacar a la luz la propia unicidad. Una forma para educar al desprendimiento es a través del desarrollo de reglas, manifiestas o tácitas, que los padres transmiten a sus hijos. Dichas reglas pueden referirse a varios ámbitos de la vida: como ad- La crisis de la enfermedad abre las puertas del hospital no sólo al enfermo, sino también a su familia. La familia no es espectadora, sino protagonista directa en un drama que le afecta. En el acompañamiento al enfermo, la familia está en primer plano en un recorrido, largo y difícil, que va de la fase inicial del diagnóstico a la fase aguda de la terapia, de la etapa de la remisión y de la esperanza a aquella de la recaída, cuando todo se complica, hasta el resultado final, cuando las terapias son solamente paliativas y hay que prepararse a la separación. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 A menudo la familia se encarga de la parte más empeñativa de la asistencia, particularmente en el contexto domiciliario. No obstante esto, especialmente en las instituciones sanitarias, la familia es desatendida sistemáticamente por los agentes sanitarios, que dedican su atención exclusiva a la persona enferma. Por tanto, es necesario efectuar algunas consideraciones: – constatar que con frecuencia la familia es tenida al margen o es ignorada por el personal asistencial; – a menudo se nota roce o competición entre los agentes sanitarios y la familia con respecto a los roles en la curación del enfermo; – a veces y con razón, la familia es vista como un obstáculo en el proceso de sanación; – las informaciones que se transmiten sobre la condición de su ser querido o el objetivo de las terapias, se formulan de manera apurada y con un lenguaje técnico poco comprensible; – a veces se advierte la tendencia de excluir a la familia en las decisiones que de algún modo la implican. Las cargas de la enfermedad grave o terminal invocan diálogo y colaboración concreta entre agentes sanitarios y la familia. En particular, es necesario salvaguardar la unidad familiar como objetivo esencial del cuidado y de la asistencia. 47 Retos para un mejor seguimiento de la familia 48 Con la finalidad de obtener los mejores resultados de curación para su ser querido, muchas familias se fian en las instituciones, en los especialistas y en la tecnología. Por la misma razón, a veces se pueden sentir turbadas por la falta de atención y de comunicación, por los límites que imponen los reglamentos y por las relaciones funcionales que inevitablemente resultan despersonalizantes. Pero es sobre todo dentro de las paredes domésticas que la familia debe administrar el largo y continuo sufrimiento de la enfermedad. Muchos se sienten oprimidos por las excesivas responsabilidades, abandonados del soporte médico o de enfermería, y angustiados por los problemas crecientes que comporta el cuidado de un enfermo grave. Las tareas de asistencia, cada vez más costosas, consumen física y psicológicamente a los familiares y corren el riesgo de producir depresión y desesperación. A través de los recursos sanitarios, del voluntariado y de las instituciones religiosas, la sociedad está llamada a hacerse cercana a estas familias, para hacer menos dolorosa su via crucis y para que se sientan menos solas. Algunas líneas de orientación de sostén incluyen: – poner en marcha equipos paliativos formados por médicos, enfermeros, voluntarios y otros profesionales para dar una respuesta mejor a las diferentes necesidades de enfermos y familiares; – crear un clima de colaboración entre agentes sanitarios y familias y una comunicación abierta, que favorezca las informaciones y conceda espacio a la escucha y a las peticiones, con el fin de ayudar mejor al enfermo; – cuidar un acercamiento unitario que contemple no sólo las necesidades del enfermo, sino también las del núcleo familiar; – poner atención no sólo en las exigencias físicas, sino también psicológicas y espirituales para asegurar un servicio global; DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 – monitoreo de los cambios que están ocurriendo en la familia a nivel de relaciones, cambio de roles, reestructuración de costumbres, niveles de cansancio, empleo de recursos, signos de ansiedad o de depresión… – enseñar a los familiares las técnicas del caring y de la asistencia física y psicológica, para promover un cuidado mejor de su ser querido; – acompañar a los familiares no sólo en las etapas del pésame anticipatorio, sino también en aquellas posteriores del luto y de la adaptación a una vida modificada. Según como la familia recibe un soporte psicológico e informaciones prácticas sobre como asistir y consolar a un ser querido el hecho del morir – aunque doloroso – no produce amargura y desconsuelo, sino es vivido bajo el signo de la cercanía humana y de la solidaridad. P. ARNALDO PANGRAZZI Profesor en el Instituto Internacional de Teología Pastoral Sanitaria “Camillianum”, Roma, Italia Testimonios Médico y apóstol Aproximación a la vida y virtudes del Siervo de Dios Pedro Herrero Rubio España Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos (PROSAC) El sufrimiento, escuela de vida El Siervo de Dios Manuel Lozano Garrido Médico y apóstol Aproximación a la vida y virtudes del Siervo de Dios Pedro Herrero Rubio 50 Pedro Herrero Rubio nació en Alicante (España) el 29 de abril de 1904, hijo único de Pedro y de Emilia, familia acomodada la suya. El padre tenía sueldo mensual fijo en la Diputación Provincial de Alicante, y después como interventor del Ayuntamiento de Orihuela. No faltaron medios de formación humana, desde la inicial e infantil, hasta la universitaria especializada en centros de prestigio en España, Francia y Bélgica. Contrajo matrimonio el 29 de abril 1931 en el Santuario de Ntra. Sra. de Monserrate de Orihuela, con la señorita Patrocinio Javaloy Lizón. Ésta, de familia rica, y ambos dotados de una esmerada formación cristiana. Desarrollo de su vida Testimonios: Dr. Don Carlos Mazón, médico de cabecera: “Pedro Herrero fue padre de la pediatría en Alicante; se gozaba hablando de su ciudad, rememorando espontáneamente en sus conversaciones a personajes típicos conocidos en su infancia, retazos de historia, las tradiciones y a sus muy numerosos amigos…”. “Como persona, le diré que no parecía de este mundo. Siempre vivía como alejado, como distraído… Cristiano militante, con una fe arraigada, cuyo testimonio era el ejemplo vivo y constante que todos quisiéramos emular. Como profesional de la medicina se le puede definir así: SE DIO TOTALMENTE. Para él no había horas y a sus pacientes les dedicaba lo mejor de su saber y la más ancha de sus sonrisas…Podía haber muerto millonario, pero personalmente murió a la sombra del patrimonio de su esposa, gracias a lo cual realizó incontables obras de caridad…”. Médico de profesión Fue definido por el Dr. Rivera, expresidente del Colegio de Médicos de la provincia: “Un médico excepcional, prototipo de la vocación altruista, compañero ejemplar y amigo entrañable, pero, sobre todo como un hombre eminentemente bueno”. “Pedro, continúa diciendo, se sentía feliz ayudando a los demás a buscar la felicidad y no encontró mejor camino que entregarse de lleno a hacer el bien… Si eligió la profesión de médico es porque intuyó que una de las mejores maneras de hacer el bien en el mundo que le tocó vivir, era la de ser médico y, además, eligió la pediatría (donde fue pionero y maestro en nuestra provincia) porque sabía que el ser más necesitado de amparo era el niño, sobre todo si estaba enfermo y, más todavía en el mundo social de su época, tan poblada de desvalidos… La medicina no era para él un fin, sino un medio, el medio para hacer el bien”. Médico de prestigio Renunciamos a la anotación de las diversas distinciones nacionales, provinciales como la medalla de oro de la provincia, locales como la de Hijo Ilustre de Alicante, pero no dejamos de exponer su respuesta a la Doctora Matilde Jover cuando en plena Rambla de Méndez Núñez, le felicitó por la concesión de la Cruz de Beneficencia de Primera Clase con Distintivo Blanco (agosto de 1978): “Matilde, mi gloria es la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo”. Este impacto quedó clavado para siempre en el corazón de la prestigiosa pediatra. Asín Lamaigneire: “Estaba al día en los últimos conocimientos de la medicina porque DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 estudiaba sin cesar actualizando sus criterios médicos”. Al encontrarse con enfermedades extrañas en estas latitudes como fue el Kala Azar infantil (propia del desierto) en dos niñas hermanitas de familia pobre, con el padre en la cárcel por motivos de guerra y madre en total penuria, agotados sus esfuerzos sin solución para tal enfermedad, fue a París y Bruselas para estudiar el caso, investigó y volvió con la medicina. Todo lo pagó de su peculio personal, viajes, estancias y fármacos. A las niñas las admitió en el Hospitalillo de la Beneficencia y a la mayor, de 9 años; la sometió a un control riguroso para que pudiera curarse comiendo solamente tomates y manzanas. Estaba protegida día y noche por una especie de burbuja acristalada. Según dice la niña, ahora muy mayor, durante nueve días, Don Pedro entró en aquel habitáculo y puesto de rodillas hacía unas oraciones. Debió ser la novena de Ntra. Sra. del Remedio, Patrona de Alicante. Con esta identidad debió presentarse ante Dios, al término de su existencia en este mundo, el Siervo de Dios Pedro Herrero Rubio. Nadie que le conociera encontraría mejor epitafio para su tumba que este: “Pedro Herrero Médico y Apóstol”. Apóstol y médico Cuando de muy niño jugaba a celebrar la Misa con sus amigos de calle, y a pronunciar sus prédicas infantiles, parecía brotar de su conciencia limpia, recién estrenada, el deseo de hacer mejores a los demás. Por eso, alguno de los testigos de su proceso afirma que, cuando el Doctor Herrero entraba en la casa de un enfermo, no se sabía si el que llegaba era el médico o un sacerdote. Nadie se alejaba de su presencia sin que el Doctor Herrero le hablara de Dios, le invitara a contraer matrimonio por la Iglesia, instara a bautizar a la criatura, les moviera a orar. Aún más, él mismo solicitaba los certificados de bautismo, de matrimonio o defunción, con vistas a facilitar los trámites exigidos en cada caso. Después de su muerte, se han encontrado en su mesa de trabajo varios de esos documentos y cartas recibidas de obispos, párrocos y ayuntamientos, pertenecientes a casos en los que él mismo tramitaba, para ayuda de sus clientes, siempre los más pobres. Con motivo de la persecución religiosa de 1936, dijo a un interlocutor: “Para mi todos son iguales, todos son hijos de Dios y si hay que extremar nuestras atenciones es, precisamente, con los que dicen estar apartados de Dios”. Fue miembro muy activo en la Acción Católica. Cuando se celebró el segundo aniversario del pontificado de Pío XII, fue él quien tuvo el discurso central ante las cuatro Ramas de la Acción Católica. José Mª Simón, abogado: “Entregó todas sus energías a la Acción Católica, sobre todo como Presidente del Consejo Diocesano de la Rama de Hombres… Se entregaba totalmente en todas sus actuaciones y dejó a su paso una huella imborrable”. Médico de prestigio que unía ciencia y fe Como en el tiempo de la guerra civil y en la inmediata posguerra, la necesidad espiritual era a veces extrema, Don Pedro aprovechaba su ministerio infantil, para bautizar a sus enfermitos o invitar a legalizar las situaciones matrimoniales. Monseñor Barrachina Estevan: “Su mismo celo por el bien de las almas, se demuestra, por ejemplo: solicitando documentos a las parroquias de sus niños, a veces para casar a sus padres, u otras veces para bautizar algún familiar…” “Cierto día, consiguió que una pareja de gitanos se casara por la Iglesia, pero al final se echaron atrás porque, según ellos, no tenían ropa adecuada; entonces Don Pedro los mandó a su casa para que su esposa diera un traje al novio y vistiera a la novia, y así consiguió el matrimonio” (Hermana Guadalupe). Dijo la esposa, Doña Patrocinio: “Sobre todo se preocupaba por la salvación espiritual de todos, oraba por todos sus pacientes; algunas veces decía la gente que hacía milagros”. Doctor Rivera: “Ejerció la especialidad de pediatría por vocación, pues creía que el ser más necesitado de amparo es el niño y más si se halla enfermo… Toda su vida fue un apostolado, pues fue para todos los que lo trataban, compañeros y familiares de enfermos un ejemplo de virtudes cristianas, pues contagiaba su ejemplaridad”. Hombre profundamente religioso El SD vivió su vida cristiana en un constante crecimiento espiritual a lo largo de su vida. Su fe tenía como fundamento una relación personal, estrecha y continua con Jesucristo Resucitado; era muy devoto de la Pasión de Cristo, del Sagrado Corazón de Jesús y de la Santísima Faz. Tenía una devoción eucarísDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 tica y mariana típica de un hombre bien formado, con una devoción viril, cada día más fervorosa. Como adorador nocturno, era el modelo de adorador. Hª Guadalupe: Cuando se le decía que descansara en las noches de adoración nocturna, decía: “Hay mucho que reparar. Hay mucho que pedir a Dios, por los pecadores” Siempre disponible para todos En plena guerra española y persecución religiosa, a deshora de la noche llamaron a su puerta tres milicianos armados, le dijeron: “Venga usted con nosotros”. Don Pedro tomó su ropa de calle (sin duda se despidió de su esposa hasta la eternidad) y marchó con ellos. Mientras caminaban le dijeron que, uno de ellos tenía una niña muy grave, y lo llevaban para que la atendiera; la niña curó de su dolencia. Aquel padre quiso pagarle, ofreciéndose para matar a quien le molestara, en su camino hacia la presidencia del Ilustre Colegio de Médicos”. Don Pedro que no cobraba, mucho menos aceptó la paga que le ofrecía aquel miliciano. Su esposa: “Sus colegas y enfermeras hablaban maravillas de él, y no se quejaban ni le tenían miedo, pero sabían que exigía buen trato para los niños enfermos y más aún con los más pobres. El Obispo titular a la sazón, afirma: “Cuando visitaba a los niños más pobres, mostraba un gran respeto, exigía la máxima atención hacia ellos porque los amó siempre profundamente… Vida virtuosa y entregada a los demás, sobre todo a los más pobres y desvalidos que, para él, eran los niños, y entre estos los huerfanitos de la Beneficencia Provincial”. A. Mancebo: “Durante la guerra civil española (193639), el Siervo de Dios fue encarcelado con un grupo de alicantinos en el barco-prisión “Rita Sister”, anclado en el puerto de Valencia: de allí fue sacado gracias a la intervención de los obreros y milicianos del puerto de Alicante, in- 51 dicando que era el médico que gratuitamente cuidaba de sus hijos; mientras los varones mayores de las manzanas colindantes ninguno volvió del frente, Don Pedro retornó sano y salvo, nunca le molestaron más, y fue protegido por los obreros y milicianos. gran corazón, atendiendo a niños en las entidades de GOTA DE LECHE en el conocido “Paseíto de Ramiro”, en el dispensario médico del puerto marítimo “MADRE E HIJO”, y sobre todo en el “HOSPITALILLO” de la Beneficencia Provincial. Si era, devotísimo de la Eucaristía, por atender al prójimo lo dejaba todo para ir a su servicio. Declaran los testigos que, al menos dos veces que ellos sepan, estando ya vestido de frac y cogido de la vara del palio para la procesión del Corpus, solicitado por una madre o un padre angustiados que pedían auxilio para sus hijos, dejó el palio y marchó a visitar a esos enfermitos. 52 Ora et Labora El Siervo de Dios, tenía una absoluta confianza en Dios, pero se esforzaba en conocer la ciencia y emplearla en cada uno de sus enfermos. De la homilía en sus exequias: “Lleno de Dios, como quien había vivido la Misa y recibido la Comunión, se lanzaba a nuestras calles, plazas y pueblos cercanos o lejanos, e impartía su ciencia médica con la vocación de un sacerdote y la entrega de un apóstol” Don Amalio, su ATS: “Recuerdo que incluso atendió como siempre con delicadeza y cariño al hijo de uno que, a él no lo quería ni ver, porque era un comunista muy rojo. Don Francisco Llaneras: Fue llevado al Frente de Teruel (Diciembre de 1938-a enero de 1939) para servir al Ejército Rojo, como soldado en la aldea de Alobras, y en esa localidad… “cada día atendía desinteresadamente a cuantos enfermos del pueblo requerían su asistencia”. Durante los años 1939-66, fue madurando profesionalmente nuestro médico. Auxilio Social era el organismo que remediaba las duras condiciones de vida, que afectaban en la posguerra a las clases más desfavorecidas de la sociedad española. Fue ocasión para que Don Pedro pusiera a prueba su Hombre de oración y adoración Mons. Barrachina, Obispo emérito: “Don Pedro era exquisito para con Dios, con la Santísima Trinidad y con la Santísima Virgen, con la presencia eucarística de Cristo. Me contaba el sacristán de San Nicolás, que estando en una boda, el novio sufrió un desmayo, Don Pedro acudió solícito a atenderle, pero mientras lo atendía, oyó la campanilla indicando la consagración y, rápidamente dejó al enfermo y se sumió en adoración al Santísimo”. Dr. Javaloy, sobrino del SD. “Al término de su prolongada y a veces fatigosa mañana de trabajo, aunque estuviésemos cansados y hambrientos y fuesen ya las tres y media o cuatro de la tarde, pese a estar sin DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 probar bocado desde las nueve de la mañana, antes de ir a casa, siempre me llevaba a hacer un rato de oración delante del Santísimo, en un convento cercano a casa”. (Capuchinas). El Siervo de Dios estudiaba cada caso pormenorizadamente, investigaba y oraba por sus enfermos. Doña Pila Artiaga: “Soy testigo, del rigor con que estudiaba los casos de sus pacientes, porque yo vi toda mi vida que la luz de su habitación se encendía a las cinco y media de la mañana, y me consta que lo hacía para estudiar, y esto todos los días, hasta la hora de la misa”. Lo mismo declara su esposa Doña Patrocinio, añadiendo que estudiaba cada caso en particular. Abogado Dr. Don Salvador de Lacy: “Para él, la hora de la comida de medio día era imprecisa y en muchísimas ocasiones la bondad de los alimentos se empobrecía, por el retraso en acudir a la mesa. Apenas si descabezaba un ligero y breve sueño, sentado, para acudir a su consulta particular, en su propia casa, que se abría invariablemente a las cinco de la tarde. Duraba todo lo que requerían los pacientes… No desaprovechaba oportunidad alguna de aconsejar y adoctrinar a padres y familiares…” La turbina que movía su gran corazón para entregarse a realizar tanto bien, era su profunda fe manifestada en el amor a la Santísima Eucaristía: Cada día iniciaba la jornada, que discurría desde las 5.30 de la mañana hasta las 23 ó 24 horas, y a veces hasta la primera hora del día siguiente, con la Santa Misa a la que asistía siempre acompañado de su esposa. Los primeros viernes ponía a disposición de la parroquia su coche, para llevar la comunión a los enfermos, y lo hacía con la unción narrada por el sacerdote Don Federico Sala: “…Soy testigo de ello, y no una sola vez. Cuando algunos primeros viernes acompañaba al Santísimo en su coche para consuelo de algunos enfermos, al arrancar el coche de la plaza de San Nicolás, iniciaba el Ro- sario él o su esposa hasta el barrio de Requena, en donde se encontraba una de las enfermas. Si a consecuencia del tráfico, el viaje duraba más de lo previsto, al rosario se añadía varias preces la Estación al Santísimo. No se hablaba durante el viaje una sola palabra ociosa…. Si el enfermo era pobre, con gran disimulo dejaba debajo de la almohada un buen donativo”. “Sus noches de adoración nocturna ejemplarizaba a sus compañeros; trabajó con entusiasmo por el mantenimiento y propagación del culto eucarístico. Durante diez años fue Vicepresidente de Honor, según consta en el libro de Actas: “Título que se concede al Ilmo. Sr. Don Pedro Herrero Rubio, en reconocimiento de su méritos extraordinarios como adorador Veterano Constante y hombre de bien”. Generosidad con los pobres Dr. Don José Riquelme: “Hemos convivido con Pedro en las aulas universitarias. En esa época ya ofrecía claros testimonios de su honda y permanente preocupación religiosa y de caridad. En cierta ocasión, siendo estudiante en Madrid, vio pasar a un hombre por la plaza de Lavapiés; su aspecto era de anciano valetudinario, con vestimenta de verano en el mes de enero; iba aterido de frío, con un semblante pálido y afligido… le invitó a acercarse a casa de sus tíos, próximo a la plaza donde residía, le colocó uno de sus trajes más confortables y lo despidió afablemente”. La señora Asunción Rubio, se explaya afirmando que, perteneciendo ella a las Conferencias de San Vicente de Paúl y al equipo de Cáritas de su parroquia, Don Pedro le preguntaba dónde había pobres muy necesitados para darles donativos, y otras atenciones: A veces le decía: “No quiero decirte más, porque sé cómo eres. No te digo que me des”; y él respondía: “Que me digas casos de pobres es cosa de agradecer, porque para mí dar a los pobres es poner una hu- cha que tengo en el cielo y que el Señor me guarda. Lo que damos es muy poco, es una vergüenza. Si no conocemos los casos, nos dormimos. Me haces un favor diciéndome casos de pobres a los que ayudar. Dar a los pobres es para dar gracias”. Después de su muerte, muchas familias han comunicado que Don Pedro terminada la visita al enfermo, dejaba donativos debajo de la almohada, sin que nadie, ni siquiera el sacerdote se diera cuenta. Su esposa: “Cuidaba a sus enfermos entregándose a ellos hasta el extremo. Era de maravilla. A media noche y a la hora que fuese se marchaba rápidamente a buscar a sus enfermos”. Sra. Martínez Sala. Me decía Doña Patro, “Tú no sabes lo que era ese hombre: Todas las mañanas cuando salíamos de casa para Misa, lo primero que me decía era: “Patro, ¿te has acordado?” Y, se refería al dinero de las limosnas, para asegurarse si lo llevaba en los bolsillos. Todos los pobres le esperaban a las puertas de la Colegiata de san Nicolás, para recibir la ayuda de Don Pedro”. Doña Adela Mancebo, prima segunda del SD, afirma: “Su caridad para con el prójimo era exagerada del todo, por ejemplo: Almansa es una ciudad que dista de Alicante 92 kilómetros, y siempre que nosotros le llamábamos para atender a un enfermo, aunque fuera de madrugada, se desplazaba en taxi hasta aquí (Almansa) incluso pagando de su bolsillo el taxi. Nos preguntaba si la familia podía pagar la minuta, y si le decíamos que no, que eran pobres, no solamente que no les cobraba, sino que además les dejaba dinero debajo de la almohada, eso además de haberse pagado el transporte en taxi”. Ginés Ortuño, chofer de Sanidad: “Cuando visitaba a los niños enfermos de los barrios pobres, después de examinarlos dejaba debajo de la almohada un billete de cien pesetas para ayudarles a pagar las recetas. En aquel tiempo cien pesetas era el sueldo de dos días”. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 En las cuevas y andurriales Después de la persecución religiosa entre los años 40 y 50, el SD asistió también a los enfermos de las cuevas del Barrio de San Blas, del Castillo de San Fernando, de las míseras viviendas de “Las Provincias” (inmediaciones del castillo de Santa Bárbara) y del barrio de Cortés (todo habitado de familias gitanas que vivían como podían en chabolas, cuevas o semicuevas). El Dr. Amalio Pérez, Asistente Técnico Sanitario (ATS), nos cuenta: “No tenía repugnancia de sentarse con toda amabilidad y cariño junto a aquellos enfermos de tuberculosis, de tifus, de meningitis y de toda clase de enfermedades que se cebaban en aquellas criaturas faltas de higiene y de toda comodidad, y se sentaba junto a ellos en sus camas o sobre un jergón en el suelo, llenos de miseria, de piojos y de toda su parentela; yo era incapaz de tal cosa, tenía repugnancia de aquel estado de cosas, pero él no. ¡Con qué cariño los trataba…! Yo era incapaz de ponerme a su altura”. Todos los enfermos de aquellas cuevas conocían al caritativo “médico de los chiquitos”, cuyo humilde coche, indefectiblemente, les trasladaba a los dispensarios si el caso lo requería. “En muchas ocasiones visitas, traslados y propinas eran inseparables”, recuerda el Pbro. Federico Sala. Don Amalio (ATS) con lágrimas, declara: “Don Pedro se recorría toda la ciudad tanto en sus núcleos más poblados como en la periferia pobre y desamparada. Yo conocía todos sus ambientes y él, que tenía confianza conmigo me llamaba para todos los servicios de sus enfermos pobres o ricos”. “Algunas veces al llevar a un niño mío a su casa nos atendía al final de todos y se le notaba muy cansado; yo le decía: está muy cansado, descanse por favor, y él respondía: “No pasa nada, además aún tengo que ir a visitar y nos recitaba una lista de enfermos que ver en distintos lugares a veces alejados. Aquel buscar a 53 54 los pobres y enfermos por aquellos andurriales de los campos yermos, que rodeaban la ciudad de Alicante; aquel andar por pedregales a hora y deshora, dando trompicones en noches a veces con lluvia y malas temperaturas. Todo lo hacía por Dios. Él quería que Dios le sonriera”. Sigue contando Don Amalio: “Viendo Don Pedro que una madre gitana no sabría quitar las costritas de las purulencias de la viruela, él mismo pasó una noche en su cueva, cuidando de la carita de un niño para que no le quedaran señales en el rostro. No era extraño verle lavar a un niño en una cueva estando enferma su madre”. Sor Guadalupe de las Heras, Hija de la Caridad “Aunque soy Hermana de la Caridad, fue Don Pedro quien me enseñó lo que es caridad. YO HE APRENDIDO CARIDAD A SU LADO. Si profesionalmente era una institución, sus valores humanos eran extraordinarios. Todo Alicante lo sabe. Yo, en vida, siempre le llamaba San Pedro porque no cabía más bondad… Si un niño se ponía enfermo a las tres de la mañana y yo no lo llamaba a su casa…, al día siguiente me caía una broca, habiendo como había médicos que podían hacerlo perfectamente. Así era él”. Rvdo. P. Fernando Mata, O. P. sacerdote y médico: “Tenía mucho interés en fundar un Cottolengo en Alicante y lo consiguió; por invitación suya, di varias conferencias en Alicante y dirigí una tanda de Ejercicios Espirituales para sanitarios, organizada por la Hermandad de los Santos Cosme y Damián de la que el SD fue presidente hasta su muerte”. “He visto a Jesucristo” En cierta ocasión, un canónigo de San Nicolás visitó a un señor enfermo, postrado en cama; tras las primeras palabras el enfermo dijo al sacerdote: DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 “He visto a Jesucristo”; el sacerdote le comentó: “Sí, cuando uno tiene mucha fiebre, a veces tiene visiones“. “Cuando digo que he visto a Jesucristo, contestó el enfermo, algo serio, me refiero a un hombre bueno, que sin conocerme, me ha visitado, socorrido, curado e incluso trasladado al hospital, ese hombre es Don Pedro Herrero”. Estas breves pinceladas dan muestra del curriculum de un cristiano sabedor de que, un bautizado ha de ser santo y apóstol. La muerte de Pedro Herrero produjo una gran conmoción en el corazón de cuantos lo conocían; buena prueba de ello fue su multitudinario entierro, y la inesperada decisión del Obispo presente, anunciando la próxima apertura del proceso de su beatificación. LAUS DEO S.E. Mons. RAFAEL PALMERO RAMOS Obispo de Orihuela-Alicante España España, Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos (PROSAC) La Asociación de Profesionales Cristianos es una asociación de fieles con personalidad jurídica pública, erigida por la Conferencia Episcopal Española. Los fines que se proponen son: Promover el laicado cristiano; crear cauces y ámbitos de encuentro; ayudar los agentes sanitarios en el campo humano, espiritual y bioético; colaborar en la promoción de la salud; contribuir a la defensa de los derechos de las personas en la salud o en la enfermedad. En el ámbito de estas finalidades se promueven encuentros anuales como el celebrado los días 15 al 17 de mayo 2009 en Ávila, con la asistencia de cerca de un centenar de profesionales sanitarios, que han reflexionado sobre la conciencia, la responsabilidad y la solidaridad en el mundo socio-sanitario, “convencidos – como dijo el Dr. José María Rubio, Presidente de la Asociación – de que la solidaridad, la ética y la espiritualidad son los desafíos y las principales metas de nuestra profesión y de “juntos podemos” alcanzarlas.” Mons. Jesús García Burillo, obispo de Ávila, presidió el acto inaugural, en el que tras dar la bienvenida a la ciudad natal de Santa Teresa, modelo de enferma y paciente, deseó a los participantes los sentimientos con que ella vivió y superó la enfermedad: la sabiduría, la paciencia, y la unión con Dios. Rudesindo Delgado, Asistente Eclesiástico de la Asociación, leyó el mensaje de aliento enviado por Mons. José Luis Redrado, Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud. Tres magníficos ponentes – Dra. Emilia Sánchez Chamorro, Francisco Alarcos y Juan Martín Velasco – nos ayudaron a conocer la realidad socio-sanitaria actual, las claves de justicia con la que afrontarla y los recursos para vivir cristianamente en ella. Impactaron por su calidad las experiencias presentadas sobre: la muerte de los niños; el compromiso en el campo de la formación y la bioética; el trabajo en el mundo de la prostitución; la atención a la salud en las cárceles; y la visión y compromiso de una mujer profesional en el mundo socio-sanitario. Activa y enriquecedora fue la participación en los tres talleres simultáneos de trabajo dedicados a la objeción de conciencia en el inicio y el final de la vida y en la asistencia ordinaria. Contamos con la presencia cercana de Mons. Rafael Palmero, Responsable de la Pastoral de la Salud. Presidió una inolvidable Eucaristía en el Monasterio de la Encarnación de las MM. Carmelitas, participó en los talleres sobre objeción de conciencia y pronunció unas palabras muy iluminadoras a propósito de los desafíos más urgentes de la Asociación: su renovación y dinamización interior y exterior, la necesidad de una constante reflexión ética y moral de su actividad profesional y el compromiso de un testimonio cristiano en el mundo de la salud y en la vida con atención especial a los más débiles y necesitados En el Encuentro de Oración poemas de Santa Teresa y San Juan de la Cruz nos adentraron en la raíz de la fe, la celeste alegría y los caminos de Dios. Y se leyó la Carta de San Pablo a los PROSAC con textos seleccionados de sus cartas. No faltó el humor, la alegría desbordante de la fiesta, llamada entre nosotros tibilorio. Nos acompañó en las Jornadas el Dr. Alexander Sherchenko, enviado por el Metropolitano de Voronezh y Borisoglensk, Presidente del Departamento Sinodal de la Iglesia de la caridad y Servicios Sociales de la Iglesia Ortodoxa Rusa y Presidente los MéDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 dicos de la Comunidad ortodoxa de Rusia. Queremos presentar a continuación, de modo particular, los saludos del Obispo de Ávila, Don Jesús García Burillo y de Don Rafael Palmero, Obispo responsable de la Pastoral sanitaria de la Conferencia Episcopal. P. RUDESINDO DELGADO Asistente eclesiástico del PROSAC (Asociación de Profesionales Sanitarios Cristianos), España Saludo de Mons Jesús García Burillo “Dios os conceda un espíritu de sabiduría y revelación” (Ef 1,17). Tengo el gozo de darles la bienvenida a todos los participantes en estas XVI Jornadas Nacionales de Profesionales Sanitarios Cristianos. Querido D. Rudesindo, Sr. Presidente y miembros de la Asociación de PROSAC, Don Abilio, Director del Departamento de Pastoral de la Salud de la CEE. Siéntanse en su casa. La ciudad de Ávila abre de par en par las puertas de sus murallas a cada uno de ustedes y a toda la Asociación. Estamos felices de albergar una experiencia de Iglesia como es ésta en la que ustedes van a participar. En el libro de la Sabiduría encontramos el discurso de Salomón sobre la naturaleza de la sabiduría, que concluye con una oración. La hago mía al comienzo de este saludo, pidiendo para todos ustedes este gran don a Dios: “Dios de los padres y Señor de las misericordias, que con tu palabra hiciste todas las cosas y con tu sabiduría formaste al hombre, dame la sabiduría que se asienta junto a tu trono. Pues aunque alguno fuese perfecto entre los hijos de los hombres, como le falte la sabiduría que de ti procede será estimado en nada. 55 56 Envíala desde los santos cielos y desde el trono de tu gloria mándala para que, asistiéndome en mis trabajos conozca lo que a ti te agrada” (Sb 9, 1-18). Cuando fui enviado como Obispo de esta ciudad para formar parte del eslabón que, en la sucesión apostólica nos lleva hasta el fundador de la Iglesia de Ávila, San Segundo, uno de los siete Varones Apostólicos, retomé las palabras con las que Juan Pablo II iniciaba su visita a España en 1982: “Vengo a Ávila a adorar la Sabiduría de Dios”. Que esta Sabiduría ilumine vuestros trabajos de la Decimosextas Jornadas Nacionales de los Profesionales Sanitarios Cristianos en una tierra, la de Ávila, que ha dado a la Iglesia grandes Santos, en los que la Sabiduría divina ha dejado su huella. Sobre todo en los que son faros luminosos en la Iglesia de España y en la Iglesia universal, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Les invito a abrir el castillo interior de sus corazones para acoger, como ellos lo hicieron, la Sabiduría de Dios. Están en la ciudad natal de Santa Teresa. Hay muchas personas que llegan cada día de los cinco continentes para conocer la ciudad y en particular para visitar los lugares donde Santa Teresa nació, vivió, oró, contempló, fundó un nuevo Carmelo y fue un modelo extraordinario de mujer, de humildad y de vida de oración. También Teresa fue un modelo de paciente, de enferma. A todos ustedes les hubiera gustado tenerla como paciente, estoy seguro. Santa Teresa padeció diversas enfermedades en su vida. En el monasterio de Gracia, aquí en Ávila, donde su padre la ingresó siendo adolescente, recuerda: “Diome una gran enfermedad que hube de tornar a casa de mis padres” (V 3,3). De su juventud recuerda que “habíanme dado, con unas calenturas, grandes desmayos. Que siempre tenía bien poca salud” (V 3, 7). Durante su noviciado en el convento de la Encarnación, a los 20 años, superó “las terribles enfermedades que tuve, con tan gran paciencia como su Majestad me dio” (V 4, 9). La causa estaba en que “la mudanza de la vida y de los manjares me hizo daño a la salud, que aunque el contento era mucho no bastó. Comenzaron me a crecer los desmayos y diome un mal de corazón tan grandísimo que ponía espanto a quienes lo veía y otros males juntos” (V 4, 5). Como los médicos de Ávila no lograban curarla, su padre la llevó a Becedas, a una famosa curandera, pero allí el tratamiento “médico” resultó más nocivo que su misma enfermedad: “A los 2 meses, a poder de medicinas, me tenía casi acabada la vida, y el rigor del cribir el libro de su Vida. Los médicos hoy discuten sobre sus enfermedades y existe abundante literatura sobre el tema. Pero ya para entonces Teresa había superado aquellos años de enfermedades viviendo un modo de vida llena, intensa, plena de relaciones humanas y de actividades, de intensa vida interior y exterior, emprendiendo la tarea de reforma y la fundación de 18 conventos del Carmelo, superando todo tipo de dificultades, que hoy nos resultan increíbles para una mujer del siglo XVI. Sólo una mujer de grandes capacidades físicas, psíquicas y sobre todo espirituales habría mal del corazón de que me quería curar era mucho más recio, que algunas veces me parecía con dientes agudos me asían de él. Con calentura muy continua, y tan gastada, porque casi un mes me había dado una purga cada día, estaba tan abrasada, que se me comenzaron a encoger los nervios con dolores tan incomportables, que día ni noche ni ningún sosiego podía tener, una tristeza muy profunda” (V 5, 7). No viendo ningún alivio, su padre la devolvió a Ávila. Los médicos la desahuciaron, diciendo que estaba tísica. Tenía 24 años y una noche del 15 de agosto de 1539 “diome un paroxismo que me duró estar sin ningún sentido cuatro días, poco menos” (V 5, 9). Todo esto Santa Teresa lo recuerda 25 años después, al es- sido capaz de llevar a cabo semejantes tareas. Teresa valoraba ciertamente la salud, la estimaba, la buscaba, la recomendaba y la hacía objeto de súplica al Señor: “La salud del cuerpo la deseo” (cta 299,5); “plega al Señor que vaya adelante la salud” (cta. 457, 8); “yo estoy de salud mejor que suelo. Désela Dios a v. m. en el cuerpo y en el alma como yo la deseo” (cta. 2, 14). Con gran sabiduría aprendió Teresa a superar la enfermedad, dejando de estar tan pendiente de sus dolencias “vi claro que en muchas cosas, aunque yo de hecho soy harto enferma… después que no estoy tan mirada y regalada, tengo mucha más salud” (V 13, 7); aunque también veía la necesidad de cuidarse lo necesario sobre todo aconsejando a los DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 demás: “Mire mucho por sí, que vale más regalarse que estar mala (cta. 234). “Yo me regalo todo lo que veo es menester, que no es poco, y aún algo más que acá usan” (cta. 10). La enfermedad, como todo en su vida, la afrontaba de modo directo: “Hasta que me determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre estuve atada sin valer nada” (V 13, 7). Y la encaraba con paciencia y con fe. Son las virtudes que le llevaron a distanciarse de ella: “Cuando el Señor ve que es menester para nuestro bien, la salud; cuando no, enfermedad. Sea por todo bendito” (cta. 2, 4). Y sobre todo con amor: “La misma enfermedad en ocasiones es la verdadera oración, cuando es alma que ama, en ofrecer aquello. Aquí ejercita el amor” (V 7, 12). Teresa ha aprendido a vivir la enfermedad con paz y gozo que raya en alegría grande, lo cual sólo es fruto de su unión con Dios: “Ninguna cosa de los sucesos de la tierra la afligirá… ni enfermedad, ni pobreza, ni muerte.” (M 5, 3,3). A todos ustedes les deseo los sentimientos con que Teresa superó la enfermedad: la sabiduría, la paciencia, y sobre todo, la unión con Dios. Sólo Dios basta es la convicción que dio sentido y llenó plenamente la vida de Teresa. Lo demás es importante en cuanto nos ayuda a vivir nuestra unión con Dios y nuestro servicio a los demás. Como ustedes bien conocen nos hallamos en una profunda transformación de la cultura en aspectos relacionados con la salud, la salud reproductiva, la investigación científica sobre embriones, la eutanasia, en definitiva sobre el concepto radical de la naturaleza de la vida y sobre el ser humano. Temas todos ellos que afectan a la “Conciencia, responsabilidad y solidaridad en el mundo sociosanitario”, lema elegido por ustedes para estas Jornadas. Ayer, sin ir más lejos, el Consejo de Ministros, negando la evidencia científica sobre el origen de la vida y desoyendo las amplias manifestaciones hechas a favor de la vida como el “Manifiesto de Madrid”, ha aprobado, según lo previsto, el anteproyecto de ley sobre “Interrupción voluntaria del embarazo y Salud Sexual y Reproductiva”, que convierte en un derecho de la mujer el aborto libre hasta la semana 14 y hasta la 22 en caso de riesgo de la vida o salud de la madre, o graves anomalías en el feto; ésta se garantizará dentro de la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud para que sea una prestación pública y gratuita, lo cual supondrá un cambio jurídico en la ley de libertad de conciencia a la que se acogían numerosos médicos y personal sanitario para no practicar abortos. Unos días antes, la ministra de Sanidad anunciaba también que “la píldora del día después” se venderá en farmacias sin receta médica y sin límite de edad. Dos noticias de plena actualidad que inciden directamente sobre la conciencia, la responsabilidad y la solidaridad de los Profesionales sanitarios católicos. Yo también estoy convencido, con todos ustedes, de que “juntos podemos”. Es el tema de la segunda ponencia de estas Jornadas. Juntos, primeramente en nuestra unión con Cristo, como lo hizo Teresa de Jesús; juntos podemos en comunión con la Iglesia, que confiesa un solo Señor, una sola fe, una sola esperanza unificada en un solo cuerpo, un solo Espíritu, un solo Dios y Padre. El Magisterio de la Iglesia ofrece a los católicos y a la sociedad abundantísima doctrina a favor de la vida y a favor del ser humano, que ustedes conocen bien. Un gran “sí” a la vida humana ha de ocupar el lugar central en nuestra reflexión ética sobre la dignidad de la persona. Respetar la vida humana, la dignidad de la persona, el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad son los deberes y los gozos primordiales del médico. Les deseo a todos ustedes unas Jornadas llenas de paz, de gozo y de sabiduría, divina y humana, en las fiestas de Pascua que ahora estamos celebrando. Una reflexión que convierta la vida en oración y la oración en la vida, según el DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 modelo de Santa Teresa, mujer que ocupó el mismo espacio geográfico en que ustedes se encuentran estos días. Saludo de D. Rafael Palmero 1. A propósito de vuestros desafíos En la carta que me enviasteis invitándome a vuestras Jornadas Nacionales, me dabais a conocer cuáles eran vuestros desafíos más urgentes: La renovación y dinamización interior y exterior de la Asociación, la necesidad de una constante reflexión ética y moral de nuestra actividad profesional y el compromiso de un testimonio cristiano en el mundo de la salud y en la vida con atención especial a los más débiles y necesitados. Son desafíos importantes que están demandado una respuesta adecuada. En estos momentos no valen las respuestas precipitadas, coyunturales ni utilitaristas. Este tipo de respuestas, que aparentemente pueden ser eficaces, en el fondo son huidas hacia delante porque parchean la realidad sin solucionar los problemas. Hemos de guardar silencio y escuchar al Señor. Él está en medio de nosotros y nos llama a ser fieles a lo que somos. Los desafíos, leídos con detenimiento y en la escucha de la Palabra de Dios, remiten, en última instancia, a la identidad de vuestra Asociación. Dicho con otras palabras, son una invitación a ser conscientes de quiénes sois. Según se recoge en el preámbulo de los Estatutos de la Asociación: sois profesionales sanitarios cristianos que queréis desempeñar en el mundo de la salud y de la enfermedad la misión que Jesús, en su Iglesia, nos ha encomendado1. La propia identidad no se puede dar por supuesta. Cuando el profesional sanitario cristiano, acosado por otras instancias, pierde de vista lo que es, no encuentra en sí mismo el sentido de lo que hace. En esas circunstancias la precipitación, la rutina o el abandono siempre aparecen en el horizonte 57 como una tentación. Es conveniente, por tanto, volver sobre la identidad y tenerla siempre presente para afrontar con coherencia y fidelidad los desafíos planteados. Las respuestas duraderas hemos de buscarla en la propia identidad. 2. La parábola de Buen Samaritano (Lc 10, 25-37) 58 Reflexionando sobre el titulo de estas Jornadas, “Conciencia, responsabilidad y solidaridad en el mundo sociosanitario”, recordé aquellas palabras, que nos dirigía Juan Pablo II a las puertas del Jubileo del año 2000: “A cuantos están comprometidos, profesionalmente o por elección voluntaria, en el mundo de la salud, les dirijo una cordial invitación a fijar su mirada en el divino Samaritano, para que su servicio se convierta en prefiguración de salvación definitiva y en anuncio de los nuevos cielos y de la nueva tierra, en los que habitará la justicia (1P 3,13)”2. Secundando esta propuesta, os invito a meditar con sosiego y paz la parábola del buen samaritano para que, siendo conscientes de lo que sois, respondáis a los desafíos y crezcáis en solidaridad con los enfermos. La Iglesia, dice Christi fideles laici, “ha vuelto a copiar la parábola evangélica del buen samaritano en la inmensa multitud de personas enfermas y que sufren, revelando y comunicando el amor de curación y consolación de Jesucristo. Esto ha tenido lugar mediante el testimonio de la vida religiosa consagrada al servicio del enfermo y mediante el infatigable esfuerzo de todo el personal sanitario”3. Os propongo esta parábola por dos razones. En primer lugar, porque “el ejemplo de Cristo, buen Samaritano, debe inspirar la actitud del creyente, induciéndolo a hacerse prójimo de sus hermanos y hermanas que sufren, mediante el respeto, la comprensión, la aceptación, la ternura, la compasión y la gratuidad”4. Y, en segundo lugar, porque “la parábola del buen samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado casualmente”5. El enfermo es fuente de identidad para el profesional sanitario cristiano. En el encuentro con él vuestra identidad se manifiesta en la misericordia, en la responsabilidad y en la solidaridad. 3. La misericordia visibiliza la identidad cristiana La misericordia es, según Lucas, una de las características de Dios (cfr. Lc 1,54; 6,36) y la explicación del comportamiento que Jesús adopta ante pobres, enfermos y pecadores (cfr. Lc 17,13; 18,38). Ante el enfermo no se debe pasar de largo o dar un rodeo. El profesional sanitario cristiano, que encuentra en el enfermo su razón de ser y el sentido de la vida, tiene que llegar junto a él y verlo (Lc 10,33). El samaritano no tenía programado encontrarse ese día con el herido, sus planes eran otros. Ante el imprevisto, no se desvía y se detiene. El profesional sanitario cristiano sabe detenerse, es capaz de cambiar su programa personal porque quiere llegar junto al hermano enfermo que ha encontrado en la “cuneta” del hospital, del Centro de Salud o de su consulta. Hemos de detenernos para mirar. Mirar es salir de sí mismo, es levantar la mirada de nosotros mismos para poder ver al otro. La mirada despierta la dinámica del deseo. No miramos como espectadores pasivos, sino como actores comprometidos en el misterio del hermano enfermo. Si se mira con los ojos de la fe, el enfermo deja de ser una persona anónima y se convierte en un hermano. Cuando miramos de esta manera, amamos. La mirada posibilita la misericordia, sintió lástima (Lc 10,33). El samaritano se compadeció, tuvo misericordia, fue misericordioso. La compasión brota cuando el otro se ha hecho presente en la vida del samaritano. La compasión es relacional y exige la presencia del otro que no es indiferente. La mera proximidad no genera amor, es el amor el que genera proximidad, es el DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 amor el que nos hace próximos. Así lo afirmaba Juan Pablo II: “Este amor se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto con la condición humana histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral. Cabalmente el modo y el ámbito en que se manifiesta el amor es llamado misericordia en el lenguaje bíblico”6. En consecuencia, el acercamiento, la mirada y la compasión transparentan vuestra la identidad cristiana: tenéis conciencia de vuestra identidad cuando os acercáis, miráis y os compadecéis del enfermo. 4. La responsabilidad remite a un diálogo de amor con Dios Si la misericordia os hace próximos, el profesional sanitario cristiano descubre en el enfermo la mediación necesaria para responder en fidelidad a la vocación cristiana: Cristo, haciéndose presente en el enfermo, os llama. La vocación es un diálogo de amor entre Dios que llama y el hombre que responde. La responsabilidad de un profesional sanitario cristiano remite a un diálogo de amor con Dios que tiene lugar en el encuentro con el enfermo. El buen samaritano se acercó y le vendó sus heridas después de habérselas curado con aceite y vino (Lc 10,34). Para curar y vendar las heridas el buen samaritano se ha bajado de su cabalgadura. El amor, si lo es, se abaja; es condescendiente. Así nos lo recuerda Pablo en el himno cristológico de la carta a los Filipenses: El cual siendo de condición divina, no consideró como presa codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (Flp 2,6-7). Este abajamiento es el que posibilita las tareas de curar y vendar. El amor, que ha brotado del encuentro, exige poneros a nivel del enfermo. A imitación de Cristo tenéis que bajar para que el enfermo pueda subir y recuperar su salud. Respondéis, por tanto, a vuestra vocación, es decir, sois responsables, en la entrega, la donación y la gratuidad. Éstas son respuestas a una experiencia de amor suscitada en el encuentro con el hermano enfermo. Sólo el amor al enfermo, en quien descubrimos a Cristo, nos hace responsables. La responsabilidad avala y justifica la necesidad de una formación permanente. Es sumamente urgente la actualización del personal que trabaja en un sector tan delicado de la sociedad, máxime cuando el enfermo os confía el bien de su vida. En este sentido son elocuentes las Palabras de Benedicto XVI: “Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes profe- cuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad (cfr. Gal 5,6)”7. sionalmente: quienes prestan ayuda han de ser formados de manera que sepan hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada, asumiendo el compromiso de que se continúen después las atenciones necesarias. Un primer requisito fundamental es la competencia profesional, pero por sí sola no basta. En efecto, se trata de seres humanos, y los seres humanos necesitan siempre algo más que una atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención cordial. [...] Por eso, dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y sobre todo una formación del corazón: se les ha de guiar hacia ese en- Luego [nos sigue diciendo la parábola] lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios... (Lc 10,34-35). La solidaridad con el enfermo no busca la gratificación y ni el aplauso, no es momentánea ni epidérmica. La solidaridad hunde sus raíces en una vinculación objetiva con el enfermo que brota del amor: el amor exige la solidaridad. Desde este punto de vista, la solidaridad con el enfermo no es optativa para el profesional sanitario cristiano. De esta solidaridad con el enfermo, en el actual contexto socio-cultural, se siguen dos tareas urgentes: la defensa de la vida y la promoción de una 5. La solidaridad brota del amor La compasión del samaritano se expresa en su actividad. El amor verdadero es creativo, no abandona, cuida. El amor se despliega en el compromiso, en la fidelidad y necesita continuidad. El amor verdadero no abandona nunca al enfermo a su propia suerte, termina la obra iniciada, es solidario con él. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 salud digna del hombre. La solidaridad os compromete, como otros samaritanos, a sanar, cuidar y defender la vida del enfermo. El hombre se engaña cuando se cree “señor de la vida y de la muerte porque decide sobre ellas, cuando en realidad es derrotado y aplastado por una muerte cerrada irremediablemente a toda perspectiva de sentido y esperanza”8. Con rotundidad afirma Benedicto XVI: “Es necesario afirmar con vigor la absoluta y suprema dignidad de toda la vida humana”9. Ante la amenaza de la vida del hombre en su inicio y en su término, la solidaridad se manifiesta en el anuncio del Evangelio de la Vida: sois, con vuestro trabajo y solidaridad, los “custodios de la vida humana”10. La solidaridad también os exige una segunda tarea: la promoción de una salud digna del hombre. Existe el peligro de convertir la salud en un ídolo al cual se subordinan los demás valores. Esta visión reduccionista de la salud descuida la dimensión espiritual y social de la persona. La salud no se limita a la perfección biológica, “también la vida vivida en el sufrimiento ofrece espacios de crecimiento y autorrealización, y abre al descubrimiento de nuevos valores”11. La solidaridad os ha de impulsar a trabajar por una salud fundada en una antropología respetuosa de la persona en su integridad. Desde esta perspectiva, la salud, “lejos de identificarse con la simple ausencia de enfermedades, se presenta como aspiración a una armonía más plena y a un sano equilibrio físico, psíquico, espiritual y social”12. 6. “Juntos podemos” El lema que habéis elegido para estas Jornadas, “Juntos podemos”, apela a la comunión. Una comunión que para nosotros es sacramental cuando hacemos memoria de nuestro Señor Jesucristo, cuando celebramos la Eucaristía. Nosotros también necesitamos ser curados y vendados. Cristo, el Buen Samaritano, en la Eucaristía lava nuestros pies 59 60 cansados, cura nuestras heridas, carga con nosotros, nos redime muriendo en la cruz. La Eucaristía es escuela de amor en donde aprendemos a ser samaritanos. “La Eucaristía da sentido al servicio prestado al hombre que sufre en el alma y en el cuerpo, pues en ella está no sólo su fuente, sino también su norma. No por casualidad Jesús unió estrechamente la Eucaristía al servicio (cfr. Jn 13,2-16), pidiendo a sus discípulos que perpetuaran en memoria de Él no sólo la fractio panis, sino también el servicio del lavatorio de los pies”13. Cuando nos sentamos a la Mesa Eucarística nos dejamos lavar los pies por Jesús y entramos en comunión con Cristo y con los hermanos en el Pan partido y en la Sangre derramada. En la Eucaristía el servicio es expresión de la comunión eucarística. De aquí que en el servicio al hermano enfermo todos hemos de estar unidos: esa es la fuerza que se realiza en la debilidad de vuestro servicio y entrega. “Así pues, [concluye Benedicto XVI] es evidente que la pastoral de la salud encuentra precisamente en la Eucaristía la fuerza espiritual necesaria para socorrer de forma eficaz al hombre y para ayudarle a comprender el valor salvífico de su sufrimiento”14. Os invito a participar en la Eucaristía cogidos de la mano de María, nuestra Madre, así experimentaréis cómo lo imposible se hace posible y cómo lo se parado se une. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 Notas 1 Cfr. Estatutos de la Asociación de Profesionales Cristianos, Preámbulo. 2 JUAN PABLO II, Mensaje para la VIII Jornada mundial del Enfermo, 6 Agosto 1999, 9. 3 JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Christifideles laici, 53. 4 JUAN PABLO II, Mensaje para la VIII Jornada Mundial del Enfermo, 26 Agosto 1999, 9. 5 BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus caritas est, 25. 6 JUAN PABLO II, Carta encíclica Dives in misericordia, 3. 7 BENEDICTO XVI, Carta Encíclica Deus cáritas est, 31. 8 JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium vitae, 15. 9 BENEDICTO XVI, Mensaje para la XVII Jornada Mundial del Enfermo, 2 Febrero 2009. 10 JUAN PABLO II, Mensaje para la VIII Jornada Mundial del Enfermo, 26 Agosto 1999, 12. 11 Ibid., 13. 12 Ibid., 13. 13 Ibid., 8. 14 BENEDICTO XVI, Mensaje para la XVI Jornada Mundial del Enfermo, 11 Enero 2008, 4. El sufrimiento, escuela de vida El Siervo de Dios Manuel Lozano Garrido Después de una breve alusión biográfica, presentaré dos ideas: El sufrimiento, escuela de vida y Lolo-Manuel Lozano Garrido, testigo del valor del sufrimiento. Manuel Lozano Garrido: nace en Linares (Jaén), año 1920. Entra en la Acción Católica en 1931. Inicia su enfermedad en 1942 y desde 1943 permanece, inválido, en una silla de ruedas. En 1956 funda la Revista Sinaí para los enfermos. Pierde totalmente la vista en 1962. Publica numerosos libros y en 1969 recibe el premio Bravo de periodismo. Muere en Linares el 3 de noviembre de 1971. En 1994 inicia en Jaén el proceso de canonización. 1. El sufrimiento, escuela de vida a. La vida es un don La vida es vida, es un don, un regalo de Dios que debemos amar, cuidar y salvar. Debemos decir SI a la vida; NO a la manipulación de la vida. La vida no es de derechas o de izquierdas, no pertenece a los partidos políticos, no es producto de laboratorio; la vida es de Dios, nosotros somos administradores. Nacidos para vivir. El compromiso del hombre es la vida, por ello hemos de aprender a vivir: Amar la vida, enamorarse, agradecer el don de la vida, gozarla y compartirla; dejarse sorprender, saber vivir momentos nuevos, diversos, plurales. ¡Qué bonito es descubrir la vida y vivirla con esperanza, con ilusión, con ganas de luchar, de vivir y no dejar espacio a la tristeza, al aburrimiento, al miedo. Amar la vida, dejar sitio al otro, mirar al infinito, abrir puertas y ventanas a la vida para que entre luz, alegría, entrega, donación, amor. Sí a la vida, rica, abundante, plena, la que Jesús de Nazaret nos ha prometido: “Yo he venido para que tengan vida” (Jn 10,10 ). Evangelium vitae, magnífica Encíclica del Papa Juan Pablo II, un texto para una gran meditación. Como ministros de la vida estamos llamados a anunciar el valor de la vida, a servirla, a celebrarla, a evangelizar la vida. b. Peregrinación a través del sufrimiento Sí a la vida; pero ésta viene amenazada constantemente. He aquí algunas de las amenazas: la droga, el alcoholismo, los accidentes de tráfico, el consumismo, la depresión, el sexo, el vacío de la vida; el aborto, la eutanasia, el hambre, la guerra, la muerte contra la vida, y una infinidad de enfermedades. He aquí un rápido elenco: – Casi mil millones de personas sufren a causa de la pobreza, malnutrición y enfermedad; – Cada año mueren 46 millones de personas; – Casi 850 millones de personas viven en zonas de malaria; – En muchos países la vida media no llega a 50 años, y la tasa de mortalidad infantil va del 100 al 200 por mil. En el mundo existen: – 10 millones de epilépticos, – 15 millones de leprosos, – 32 millones de sordomudos, – 50 millones de paralíticos. El 12 % de la población sufre alguna anomalía mental; unamos además el SIDA, la toxicodependencia, el alcoholismo, los ancianos, la desocupación, los emigrantes, etc, etc. Son las cifras de la vergüenza tan presentes en nuestra sociedad: Se trata también del largo viaje, de una gran pereDOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 grinación de toda la humanidad a través de todo el mapa del sufrimiento que nos habla de la universalidad del mismo y que nos une a todos los pueblos: pobres y ricos, ignorantes y sabios, creyentes y no creyentes… c. Pero, ¿tiene sentido la enfermedad? El Papa Juan Pablo II publicó el 11 febrero del año 1984 la Carta Apostólica “Salvifici doloris, sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano”. Dice el Papa que el sufrimiento es un tema universal que acompaña siempre al hombre (SD 2), que debe ser aceptado como un misterio (SD 8 y 11) y que para intuir la verdadera respuesta al sentido del sufrimiento hemos de poner nuestra mirada en la revelación del amor divino, fuente de todo cuanto existe. El amor es también la fuente más rica del sentido del sufrimiento. Es la respuesta dada por Cristo en la cruz (SD 13). Es el camino recorrido por Cristo, que aceptó el dolor, lo vivió dándole un sentido de liberación y de salvación. Se dio totalmente, hasta la muerte de cruz, pero es el Cristo resucitado que ha vencido la muerte. Desde este momento el sufrimiento humano tiene sentido, se convierte, unido al de Cris- 61 to, en salvación: “…si el grano de trigo, caido en tierra, no muere, permanece solo; si muere, produce mucho fruto” (Jn 12,24). d. El sufrimiento es un momento clave, adecuado, un kairós: – Espíritu perdidamente pasional: nada lo detiene, ni siquiera la inmovilidad forzada. – Mente muy abierta y avisora: su sed de compartir todo con todos, es decir, de comunicar (consejero de los jóvenes, periodista, escritor). – Hombre de excepcional fe. – para el enfermo que detiene su vida y comienza a pensar más en serio sobre su sentido, ahora en la enfermedad. – tiempo de Dios que pasa y quizá nos encuentra menos distraídos. 62 El dolor, la enfermedad, son un lugar de observación, una escuela, una universidad que enseña tantas cosas, y una ocasión para abrazar la vida y, a veces, para una auténtica conversión y apostolado. Muchos santos y personas sencillas han hecho un gran camino, positivo, a través del sufrimiento: Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Camilo de Lelis, Juan Pablo II, Lolo, y un etc. casi infinito. Es la experiencia confirmada todos los días en los hospitales y en la vida de familia. 2. LOLO El siervo de Dios Manuel Lozano Garrido, testigo del valor del sufrimiento. Teniendo presente la reflexión anterior como cuadro de referencia, señalamos algunos aspectos humanos de Lolo y otros vinculados a su enfermedad, en qué sentido la vive. Veámoslo de forma telegráfica: a. Aspectos humanos en Lolo – Espíritu positivo: la vida tiene un sentido indiferentemente de las circunstancias objetivas. Grande generosidad de ánimo: acción católica y servicio a su comunidad parroquial (ministro de la Eucaristía ante litteram). – Fuerza de voluntad extraordinaria. – Espíritu práctico: concreción en sus compromisos y en sus elecciones profesionales: enseñanza primero y periodismo después. b. Algunos aspectos vinculados con su estado de enfermedad y sufrimiento – Aceptación confiada de su condición sin dejarse abatir por la desesperación: las tres actitudes humanas frente al dolor: desesperado rechazo y desánimo (Dios me ha abandonado); resignación (Dios lo envía, Dios lo pide); entendimiento y atribución de un papel al sufrimiento en la obra redentora realizada por Cristo. – Dar sentido al nuevo curso de la vida, desde el punto de vista de la fe (unión a Cristo crucificado), y desde el punto de vista humano (cambio de dirección profesional). – Coraje para soportar el dolor y el sufrimiento por Dios y por la Iglesia: disponibilidad incluso al martirio. – Redescubrimiento del valor comunitario del dolor y del sufrimiento (ofrecer a Dios el propio sufrimiento por la comunidad, ofrecer los sufrimientos junto con los demás para contribuir en la redención del mundo). – Dimensión y exigencia del testimonio del que sufre: sufrimiento como fuente de agradecimiento orante a Dios. DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 «…Caigo de rodillas y doy rienda suelta a la gratitud… No quiero el lamento; en cambio traeme la sonrisa…» – Comunicar cierta normalidad de vida en el dolor para dar testimonio de la cercanía de Dios: alegría, sonrisa, buen humor, jovialidad, … – La santidad en las cosas simples y cotidianas. – Conciencia de la cercanía y, al mismo tiempo, de la trascendencia o alteridad de Dios: «Tú estás aquí, sentado junto a mi silla, y cariñosamente yo pongo mi brazo alrededor de tu hombro…» «Debo soñar verte, moriré al no verte, siempre escondido e inalcanzable…». De estos pocos rasgos, se nota, repito, que el siervo de Dios Manuel Lozano Garrido fue transformado y madurado por la vivencia intensa del dolor y del sufrimiento, pasando de la vida activa comprometida a la dimensión activa contemplativa. Su fe se reforzó siempre con la aceptación consciente del dolor al que muy pronto logró dar un sentido: participar en la obra redentora del Señor Jesús. Esto le permitió transformar su enfermedad en un medio de evangelización. Conclusión Lolo es un auténtico testigo de los valores del Reino, vividos en el sufrimiento, en un ambiente que, a primera vista, nos parecería negativo, y no lo es. Sí, el dolor, el sufrimiento, la enfermedad tienen sentido, lo proclama el Señor con su palabra y con su vida, entregada totalmente, pasando por el calvario, por la muerte en cruz. La Iglesia lo proclama en su predicación y en sus celebraciones. Juan Pablo II en la Carta Apostólica Salvifici doloris en el nº.30 trae estas fuertes expresiones: “El sufrimiento está presente en el mundo para provocar el amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en civilización de amor”. Todavía más. Dice el Papa Juan Pablo II en el nº. 26: “El sufrimiento humano es una llamada. Es una vocación”. Una llamada misteriosa a amar más y a participar del infinito amor de Dios por la humanidad. Dice Paul Claudel: “Dios no ha venido a eliminar el sufrimiento, ni a explicarlo. Ha venido a llenarlo, a darle sentido con su presencia”. Ante el dolor el hombre no creyente culpa a Dios de todo cuanto sucede y grita: ¿dónde está Dios? El hombre de fe trata de descubrir el sentido de su vida y darle significado aun cuando ésta sea vivida en contratiempo, en la enfermedad. La fe no anula el cáncer, la ceguera, o cualquier otra enfermedad, pero propone escoger entre un dolor que no tenga sentido o un dolor con significado. Servir a la vida es propiamente esto: dar un sentido al sufrir y al morir. Lo vemos reflejado en Lolo abundantemente, significativamente, como ejemplo, como modelo. Entendió bien la enseñanza de Jesús y de la Iglesia que han estimulado siempre a la lucha por la salud, sabiendo que, a pesar de todos los ade- lantos, el hombre no llegará a suprimir ni la enfermedad ni la muerte. La Iglesia enseña también que el enfermo no es un pasivo, un inútil, sino que tiene una gran misión: ser testigo. La Iglesia invita, igualmente, a curar al enfermo con toda la técnica, pero con grande humanidad y respeto a toda la persona. El ejemplo de siempre será Jesús Buen Samaritano, icono perfecto de acercamiento al hombre que sufre (Lc 10). Sí, efectivamente, Lolo y muchos hombres y mujeres se han forjado, han crecido y madurado humana y espiritualmente en la escuela del sufrimiento. Han sabido disfrutar de toda la riqueza que contiene; han sentido la presencia de Dios en sus vidas que las ha hecho ricas, plenas. Termino con una frase del Papa Benedicto XVI y un episodio hebreo. Primero la frase del Papa que dice así: “¡Venga tu reino: Si el amado, el amor, el más grande don de mi vida, me está DOLENTIUM HOMINUM N. 71-2009 cercano, si puedo estar convencido que quien me ama está cerca de mí, aunque esté afligido, queda en el fondo del corazón la alegría que es más grande que todos los sufrimientos” (4 octubre 2005). Y ahora, como final, una narración hebrea: “Un episodio hebreo narra que un discípulo preguntó a su maestro: ¿Por qué los buenos sufren más que los malos? El maestro respondió: Escucha, un hombre tenía dos vacas, una fuerte y otra débil: ¿a cuál de las dos le puso el yugo? Obviamente a aquella más fuerte, respondió el discípulo. El maestro concluyó: Lo mismo hace el misericordioso; para que el mundo siga adelante pone el yugo a los buenos”. Esto ha hecho Dios con Lolo. S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO, O.H. Secretario del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios Santa Sede 63 www.healthpastoral.org - e-mail: [email protected]