opresión de la mujer, pobreza y desarrollo

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OPRESIÓN DE LA MUJER,
POBREZA Y DESARROLLO
VINDICACIÓN DE LA DIGNIDAD DE LA MUJER
PARA CONSTRUIR NACIONES SANAS
Darrow L. Miller
y
Stan Guthrie
La Editorial JUCUM forma parte de Juventud con una Misión, una organización
de carácter internacional.
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www.editorialjucum.com
Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
por Darrow L. Miller y Stan Guthrie
Copyright © 2012 por Editorial JUCUM
Versión española: Rosaura Mesones y Antonio Pérez
Edición: Miguel Peñaloza
Publicado por Editorial JUCUM
P.O.BOX 1138, Tyler, TX 75710-1138 U.S.A
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida en
forma o medio alguno sin el permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas
breves en artículos o revistas.
ISBN
A menos que se especifique otra cosa, el texto bíblico que aparece en este libro ha
sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, por la Sociedad Bíblica
Internacional. Usado con Permiso.
Imprimido en los Estados Unidos
DEDICACIÓN
Dedico este libro, con gratitud, a «Esther», Geeta, y otras
mujeres de coraje que se levantan, no con puños en alto, sino
con corazones quebrantados, para llamar al mundo a reconocer el valor intrínseco y la dignidad de la mujer. ¡Gracias! Sus
apasionantes relatos me impulsaron a escribir este libro.
5
ÍNDICE
Agradecimientos 9
Introducción 11
PARTE 1: LA GUERRA CONTRA LA MUJER
Capítulo 1:
Despertamiento al dolor
19
Capítulo 2:
Un mundo de mujeres que sufren abusos
31
PARTE 2: LA MENTIRA: RAÍZ DEL PROBLEMA
Capítulo 3: Marco para analizar el asunto 53
Capítulo 4:
El aplastamiento de la mujer
65
Capítulo 5:
La eliminación de la naturaleza de la mujer
PARTE 3: LOS FUNDAMENTOS BÍBLICOS
Capítulo 6: Cosmovisión y la palabra de Dios
Capítulo 7: La Trinidad como modelo
87
107
115
Capítulo 8: Dos palabras proscritas 129
Capítulo 9: La trascendencia de la sexualidad
Capítulo 10: El amor maternal de Dios
149
167
7
PARTE 4: LA HISTORIA TRANSFORMADORA
Capítulo 11: La gran narración 191
Capítulo 12: La Creación y la Caída
201
Capítulo 13: Los tenebrosos años y la alborada venidera 221
Capítulo 14: La venida del Esposo
239
Capítulo 15: La Esposa de Cristo
255
Capítulo 16: La boda del Cordero
273
Capítulo 17: El diseño divino de la mujer: Maestra
de las naciones 279
Guía de estudio
Glosario
303
349
Índice temático
355
Índice de referencias bíblicas
Sobre los autores
359
363
Sobre la Alianza Discipulando a las Naciones
364
Agradecimientos
M
uchas personas han contribuido a hacer posible este libro
—en realidad, demasiadas para poder nombrarlas a todas—.
Sin embargo, con temblor y temor, no quisiera dejar de honrar a las
siguientes:
Gracias a Cindy Benn, Mandie Miller, Amy Carson, Lindsay
Lavery, Stephanie Shumate, Laura Robertson y Sarah Gammill, sin
cuya ayuda y esfuerzo prolongado este proyecto no hubiera sido
posible sin su perseverancia.
A Stan Guthrie, gracias por ser sensible a las cosas que Dios
ha puesto en mi corazón y por su rico don de la palabra. Él compiló mis pensamientos garabateados en borrador, y mis abundantes
notas, y las convirtió en un manual legible.
A mi editor, Andrew Sloan, le estoy agradecido por su agudeza
mental, sus preguntas desafiantes y por ayudar a pulir el producto
final.
Muchas mujeres me sirvieron de inspiración, me contaron sus
experiencias, me invitaron a dialogar, se mostraron críticas con mi
trabajo y me ofrecieron sus aportaciones. Me animaron a ordenar
mis pensamientos en un libro. Gracias, Geeta, Soohwan Park, Elizabeth Youmans, Ana Santos, Irene Tongoi, Beatrice Langa, Anna Ho,
Joanna Kim, Anu Dongardive, Wendy Davidson, Belaynesh Tadesse,
Kristina Avanesyan, Heather Hicks, Jewel-Anita Hendrix, Rosaura
Mesones, Patricia Cuba, Eli Oliveira, Kate Marsden, Karla Tesch,
9
10 | Opresión de l a mujer , p obreza y desarrollo
Ruth Mangalwadi, Luki Ortiz, Beth Kanda, y Midori Yanagisawa.
Gracias a todas por haberme inspirado en gran manera.
Deseo expresar especial agradecimiento a Yarley Niño y a su
equipo de Juventud con una Misión en Puerto Rico. El trabajo
de sus «jóvenes» —Discipulado a las naciones a través del arte
(DNA)— ha supuesto toda una inspiración para mí como desafío a
la cultura machista de Puerto Rico.
A dos de mis mejores amigos, Bob Moffitt y Scott Allen, gracias
por caminar conmigo todos estos años. Gracias por retarme y por
ser una pequeña banda de hermanos que aman la lucha con las ideas.
Debo agradecer profundamente a dos amigos que han sido
presidentes de la organización en la que he trabajado desde l981.
Durante sus respectivos mandatos, Randy Hoag y Greg Vestri crearon un espacio para que yo pudiera escribir las ideas que Dios ponía
en mi corazón. Gracias a ambos.
A Volney James y Angela Lewis: Gracias por publicar este
libro. Como saben, ha estado en mi corazón por muchos años. Sin
su ayuda hubiera alcanzado una circulación muy limitada. Gracias
por arriesgarse conmigo.
En cuanto a la versión en español, estoy en deuda con mi querida amiga Rosaura Mesones por la traducción del manuscrito. También deseo agradecer a Lucrecia Ortiz y Xiomara Suárez la revisión
del mismo. Muchas gracias a todas por su dedicación, colaboración
y hacer posible que este libro llegara al mundo de habla hispana.
Especial gratitud a Marilyn, la novia de mi juventud, mi mejor
amiga y crítica. Ella dio sentido a la palabra cultivar cuidando
a nuestros hijos y nietos. Con su amor, compasión y sentido del
humor ha cultivado su círculo de amigos. Con sus palabras y su
vida me ha hecho ver el corazón maternal de Dios. ¡TQM!
Y sobre todo, estoy en deuda con el Ish y el Novio. Su creación y
su carácter me ayudan a conocer la gloria de la mujer.
Y aunque muchos otros me ayudaran, animaran e inspiraran,
debo añadir que las limitaciones y los errores son exclusivamente míos.
Introducción
H
ace algunos años, una joven coreana se puso de pie en una
reunión, y con corazón compungido, retó a los hombres y
mujeres presentes en el auditorio a considerar la difícil situación y
los asaltos contra la dignidad de las mujeres. Sus palabras tocaron
una fibra dentro de mí; me sentí intrigado. Le propuse quedar al
día siguiente para tomar café. La joven me rogó que le sugiriera un
nombre bíblico para ella, siguiendo la costumbre coreana. Inmediatamente le recomendé el nombre de Ester. Al igual que la famosa
reina Ester de la Biblia, esta mujer también defendió a su gente.
Luego de explicarle este detalle le dije que yo quería ser como
Mardoqueo —luchar con ella y luchar por las mujeres.
Comencé a preguntarme: ¿qué puedo hacer para apoyar la causa
de la mujer? En mis viajes internacionales empecé hablar sobre la
dignidad de la mujer. Las personas me escuchaban y me animaban a escribir un libro. Decidimos titularlo Opresión de la mujer,
pobreza y desarrollo. Mi esperanza y oración es que este libro ayude
a levantar legiones de mujeres como «Ester» y hombres como
«Mardoqueo» que decidan apoyar a las mujeres en todo el mundo y
defiendan su dignidad.
El subtítulo, Vindicación de la dignidad de la mujer para construir naciones sanas, responde a la mentira de que el hombre es
superior a la mujer. Ella está hecha a imagen de Dios, por lo tanto,
tiene dignidad propia y valor intrínseco. Esta dignidad no le es
11
12 | Opresión de l a mujer , p obreza y desarrollo
concedida por los hombres, sino por el Creador. Sin embargo,
las mujeres y las sociedades necesitan recuperar esa dignidad. El
mundo está lleno de naciones enfermas por cuanto la mitad de su
población sufre la privación de sus derechos. En consecuencia,
debe ser restaurado el rol divino de la mujer: cuidar e instruir a las
naciones.
Este libro no sólo trata de la mujer; trata también de la pobreza
en el mundo. Se ocupa de la intersección de tres temas aparentemente muy diferentes: la mujer, la pobreza y la cosmovisión. Se
resume en el siguiente enunciado: «Una de las principales causas
de pobreza en el mundo deriva de una mentira: los hombres son
superiores a las mujeres».
Por haber trabajado desde 1981 en una organización internacional de ayuda y desarrollo comunitario, me he topado con más
pobreza de la que uno se puede imaginar. He sido testigo de una
pobreza desgarradora personificada en ojos y vidas de mujeres. En
muchas culturas del mundo, las niñas, las esposas, las hermanas,
las madres y las amantes sufren en manos de hombres cercanos a
ellas. La pobreza emocional, espiritual y física que esto provoca es
inmensa. Algunos fragmentos aquí incluidos le harán llorar. Otras
páginas le harán montar en cólera. Otras, le ayudarán a despertar
a la esperanza de que hay que hacer algo para reducir la crueldad y
el sufrimiento de las mujeres y restaurar la dignidad que Dios les
concedió.
Espero que este libro despierte la conciencia de muchos hombres y mujeres y que se levante una generación de Mardoqueos y
Esteres dispuestos a defender la dignidad de la mujer. ¿Está usted
dispuesto a ser uno de ellos?
Un objetivo más ambicioso de este libro sería comprobar que
algunos relatos culturales desgarradores se transforman en historias
que honran a la mujer. Así desarrollaremos naciones sanas, susceptibles de ser transformadas mediante la divina obra que Dios encomendó a la mujer.
Este libro contiene cuatro partes importantes:
En la Parte 1, La guerra contra la mujer, contaré mi despertar
personal al sufrimiento de las mujeres. Luego echaremos un vistazo, a
Introducción
| 13
vuelo de pajaro, al abuso que sufren las mujeres en todo el mundo,
y examinaremos el fruto de la misoginia.
En la Parte 2, La mentira: raíz del problema, nos centraremos en
la raíz de la misoginia como marco para analizar el problema desde
su raíz. Estableceremos este marco analizando tres concepciones
de la especie humana, las cuales influyen el punto de vista que se
adopta frente a la mujer. Puesto que este marco se establece en el
poder de la tradición cultural, veremos cómo el sexismo aplasta a la
mujer y cómo el feminismo radical elimina su naturaleza femenina.
En la Parte 3, Los fundamentos bíblicos, examinaremos cinco
temas bíblicos generales que nos ayudarán a enmarcar nuestra respuesta a dicha mentira. En primer lugar, estudiaremos los principios
de interpretación bíblica que servirán de guía a nuestro examen.
En segundo lugar, exploraremos que la unidad/diversidad de la Trinidad muestra el modelo que sigue nuestra teoría social: que las
mujeres no son inferiores a los hombres. Después examinaremos
dos conceptos que el mundo considera vicios, pero que el reino de
Dios identifica como virtudes: el servicio y la sumisión. En cuarto
lugar, consideraremos la sexualidad para descubrir que no se trata
de meras diferencias físicas, sino de un reflejo de nuestra naturaleza
trascendente. Finalmente, veremos que la estructura corporal de la
mujer revela el corazón maternal de Dios.
En la Parte 4, La historia transformadora, examinaremos la metanarración o «gran historia» bíblica que arroja una perspectiva de la
mujer concebida en la mente de Dios, y santifica a la esposa de Cristo
en el vestíbulo de la eternidad. Veremos que las Escrituras comienzan
y terminan con nupcias. Comenzando con la creación, veremos que
la especie humana (varón y hembra) fue creada siguiendo un patrón
Trinitario de unidad y diversidad. Un estudio profundo de la Caída
revelará la distorsión de las relaciones hombre-mujer que conducen a
la devaluación y la degradación de la mujer. Luego veremos la gravedad del pecado de la nación hebrea para localizar el surgimiento del
sexismo en el espíritu de Baal. En el Nuevo Testamento veremos que
Jesús fue el primer feminista. Él desafió la concepción de la mujer
de su propia cultura judía y la de la más amplia cultura grecorromana. Rastrearemos el nacimiento de la iglesia y la tenue sombra del
14 | Opresión de l a mujer , p obreza y desarrollo
glorioso rescate de la esposa de Cristo. En las postrimerías del libro
estudiaremos la imagen de las bodas del Cordero como las nupcias
que culminan la historia de la humanidad.
Este libro termina reconociendo la profunda realidad de que la
mano que mece la cuna es la misma que gobierna el mundo.
Este libro va dirigido a un amplio espectro de lectores y diversidad de grupos. Uno de ellos sería el de los cristianos que sirven a
los pobres. Podría incluir a los misioneros, operarios de desarrollo
comunitario y ayuda humanitaria, asistentes sociales, voluntarios,
miembros de iglesia y líderes de organizaciones sociales y espirituales. Confío en que todos ellos encuentren en estas páginas los
fundamentos bíblicos para el ministerio y la edificación de comunidades que respeten a la mujer.
Un segundo grupo incluye a todo aquel que tenga un interés
profesional en temas y necesidades relacionados con la mujer. Podría
incluir a los asistentes sociales cristianos y no cristianos, profesionales
de la sanidad, terapeutas, consejeros, educadores, clérigos y mentores.
Un tercer grupo estaría compuesto por todos aquellos cristianos
que deben despertar al abandono y la injusticia que sufre la mujer en
todo el mundo, e incluso algunas veces en nombre del cristianismo.
La iglesia es el principal instrumento que Dios usa para transformar
la sociedad. Por tanto, debe despertar al abuso que sufre la mujer,
tanto dentro como fuera de sus muros, para que Dios la use para
traer sanidad a esta forma de quebranto tan personal.
Un cuarto grupo estaría formado por no cristianos que se interesan por el tema de la mujer pobre y sufridora de abusos.
Estos lectores pueden conocer la concepción bíblica de la mujer,
adoptar una nueva perspectiva y tal vez reconsiderar su opinión sobre
el abuso de la mujer en el mundo cristiano. Ellos también pueden
descubrir el amor de Dios a la mujer dentro y fuera de la iglesia.
El último grupo estaría formado por mujeres interesadas en conocer cuál es su rol en la sociedad. Estas mujeres necesitan comprender
su rol desde una perspectiva bíblica y dar una respuesta personal.
Nos hallamos inmersos en una gran batalla verbal que afecta, en
última instancia, a la esencia misma del ser humano: qué significa
ser una familia, estar casado y, finalmente, qué significa edificar una
Introducción
| 15
nación piadosa. Muchas personas pueden disentir en este debate,
pero los desacuerdos deben manejarse con civismo y claridad. Por
civismo queremos dar a entender que nunca debemos menospreciar a una persona o su postura; debemos tratarnos con respeto,
como seres humanos, y como hermanos y hermanas en Cristo. Por
claridad, debemos buscar los significados y las diferencias precisas,
sin diluir los asuntos, por amor a la unidad. Así es como he concebido y escrito este libro.
Todos nos hallamos en un proceso vital. Desde que Dios me
abrió los ojos a la perversidad de esta mentira contra la mujer, he
emprendido un viaje para convertirme en un Mardoqueo que
defiende y respalda a mis hermanas. Le invito a acompañarme y
a mantener su mente abierta al Espíritu Santo a medida que lee.
Confío que al concluir la lectura de este libro usted también sienta
una justa indignación contra el maltrato de la mujer, como la siento
yo, y pueda caminar por el mundo decidido a enderezar este mal.
1
PARTE LA GUERRA CONTRA LA MUJER
CAPÍTULO 1
Despertamiento al dolor
E
ste libro trata de la dignidad de la mujer. Aunque he estado felizmente casado desde l966 con una mujer fuerte e inteligente, mi
sensibilidad profesional y personal por este tema comenzó en 1980,
mientras manejaba por una calle céntrica de Flagstaff, Arizona,
donde entonces vivía. Un predicador disertaba en la radio sobre el
matrimonio cristiano, considerando el significado de Génesis 2:24
«…y serán una sola carne.» El predicador preguntó: «¿Cómo pueden
los dos convertirse en uno?». Él mismo respondió la pregunta: «Sólo
si la mujer se convierte en cero, porque ¡Uno más cero es uno!»
Un sentimiento de repugnancia me invadió en lo más íntimo.
¿Cómo puede un cristiano menospreciar la maravilla de la mujer
creada a imagen de Dios?
Por supuesto que este menosprecio a las mujeres no es sólo un
problema que aflija a los Estados Unidos. Años más tarde comencé
a viajar a Corea del Sur para capacitar voluntarios y dar charlas sobre
cosmovisión en la oficina de Fundación contra el Hambre Internacional en Seúl. (Fundación contra el Hambre es una organización
internacional de socorro y desarrollo.) En mi segunda visita, una
joven que había participado en el primer plan de capacitación se me
acercó en busca de consejo. Me dijo que estaba enamorada de un
joven coreano que le había propuesto matrimonio. Pero en vez de
producirle un sentimiento de gozo y expectación, esta propuesta le
causó una sensación de pavor.
19
20 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
Me explicó cómo cambian los hombres coreanos después de
casarse. Me explicó el concepto de Confucio conocido como namjon
yobi, que puede ser traducido como «los hombres arriba, las mujeres
abajo» o «los hombres son honorables; las mujeres despreciables».
La joven me contó cómo tratan los coreanos a sus esposas. Su padre
había humillado a su madre por tantos años que la pobre mujer terminó suicidándose.
Entonces me preguntó en tono lastimero: «¿Qué puedo hacer?
Amo a mi novio, ¡pero temo lo que pueda llegar a ser después de
casado! ¡Es un hombre coreano!».
Sentí una pena profunda por esta joven y lamenté el dilema en
que se encontraba. Mientras seguía viajando por el extranjero oía
cada vez más este tipo de historias. Reflejaban actitudes degradantes
y abusivas hacia las mujeres, tanto de parte de los cristianos como
de los no creyentes.
En enero de 1997 viajé a Corea para ayudar a mi buen amigo
Moisés Kim en una conferencia que acogió más de seiscientos estudiantes. Durante el vuelo, me llamó la atención un artículo del New
York Times. Había sido escrito en Corea por Sheryl WuDunn, y se
titulaba «Las mujeres coreanas todavía sienten la obligación de dar
a luz un hijo varón.»1 Contaba la historia de una mujer coreana, Lee
Young Sun. Ella y su esposo ya tenían una hija cuando ella se dio
cuenta que estaba embarazada por segunda vez. En secreto, visitó
a su médico para confirmar su embarazo y conocer el sexo de su
segundo bebé. El doctor le dijo que daría a luz a otra niña.
Young Sun habló con su esposo quien, sin la menor vacilación le
dijo que en caso de que ella se quedara embarazada tenía que dar a
luz un varón. Esta pobre mujer captó el mensaje y abortó a su hijita.
Se me saltaron las lágrimas. Entonces me dije: ¡Oh Señor!, ¿cómo
puede ser esto? Si las niñas sufren tanto menosprecio en la sociedad
coreana, que incluso son asesinadas, ¿cómo se sentirá esta joven madre
en su condición de mujer? ¿Cómo será la vida de Young Sun en una
sociedad que aborrece tanto a las mujeres?
Con lágrimas en los ojos seguí leyendo. WuDunn decía que la
misoginia es común en Asia. «Anualmente nacen en Corea del Sur
30.000 niñas menos por causa del aborto», apuntaba WuDunn. «Si
Despertamiento al dolor | 21
esta cifra se compara con los 330.000 nacimientos anuales, resulta
que se aborta aproximadamente uno de cada doce fetos de sexo
femenino.2 China, la India, y otros países de Oriente también están
descubriendo que las madres en estado de gestación abortan fetos
de sexo femenino, lo que ocasiona una disminución de niñas y
mujeres en la sociedad.
Por años, he sido testigo personal de un increíble maltrato a las
mujeres. Pero en aquel momento, a solas en el avión, comprendí la
realidad espeluznante de que lo que está sucediendo no es sino un
holocausto mundial de mujeres: la matanza de niñas antes de nacer.
Si esto ocurre en Corea del Sur, donde un tercio de la población
afirma observar las enseñanzas de Cristo, entonces puede ocurrir, y
de hecho ocurre, por doquier.
Aterricé en Corea del Sur con el corazón roto. Aquella semana
fui invitado por la institución anfitriona a un coloquio de preguntas y respuestas. Éramos tal vez unos cuarenta, sentados en el suelo,
formando un círculo, en un salón de conferencias ubicado en el
sótano. Una mujer que superaba los veinticinco años fue la primera
en hablar, y dijo: «Odio ser mujer en Corea».
Sus palabras me restallaron en el oído y aguijonearon el alma.
Cuando se sentó le pregunté por qué albergaba aquel sentimiento.
Entonces comenzó a relatar una experiencia sorprendente y dolorosa. Mientras contaba su caso empezó a llorar. Un poco después las
otras mujeres también lloraban en silencio. Después de terminar su
relato, habló otra mujer, y luego otra. Abrieron corazones desolados
y quedó expuesto el dolor reprimido en sus vidas.
Los hombres que había en el salón agacharon la cabeza avergonzados. Muchos de ellos escuchaban por primera vez el dolor y el
maltrato que sus palabras y hechos habían causado a sus hermanas.
Después de cuarenta y cinco minutos, se manifestaron abiertamente
en el salón las heridas del alma. Sin embargo, parecía no darse una
actitud de arrepentimiento en los hombres —quizás solo cierta
tristeza.
Luego oramos y brotó más llanto y más gemido en las mujeres.
Después, uno de los hombres oró diciendo: «Señor, permite que
las mujeres accedan al liderazgo». Después de oír estas palabras no
22 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
pude escuchar nada más, porque me invadió el enojo. Esos hombres creían que todo se solucionaría concediendo a las mujeres
algo «importante» para hacer. Esos varones cristianos estaban en
su mayoría ciegos y no veían cómo habían herido a sus hermanas
en Cristo. También estaban ciegos ante la verdad bíblica de que la
mujer, su propia existencia, es intrínsecamente valiosa por el hecho
de ser una persona. Tampoco parecían valorar todas las tareas que
aquellas mujeres realizaban. Ellos pensaban que con una sola cosa
que hicieran —liderar— las personas adquirían valor.
Mi mente se asemejaba a un torbellino. ¿Dónde está la oración
de arrepentimiento de los hombres por sus actitudes y su desprecio a las
féminas? ¿Dónde está la oración de gratitud a Dios por el regalo tan precioso que han recibido en ellas? ¿Dónde está la oración de admiración
por lo que ellas simplemente son? ¿Dónde está la oración de gratitud por
lo que hace la mujer?
Cuando Moisés y yo volvimos al lugar donde nos alojábamos
leímos las preguntas que los estudiantes nos habían hecho en la conferencia. La primera me confirmó que Dios estaba haciendo algo
que nosotros no habíamos proyectado. Un joven escribió: «¿Piensa
usted que los hombres y las mujeres son iguales? ¿Exactamente iguales?
Génesis 3:16 asegura que tu esposo te dominará. Yo tengo novia. Amo
a mi novia. ¿Significa esto que somos iguales? ¿Voy a dominarla?»
La segunda pregunta era extensa y procedía de una joven. Decía
así:
Tengo una pregunta acerca el rol de las mujeres y su posición
en la familia, la iglesia y la sociedad. Usted dice que las ideas
acarrean consecuencias. Quisiera mostrarle algunas consecuencias que arrastran las mujeres, especialmente en los trabajos que
realizan. Le explicaré la labor que ellas desempeñan en la familia. En nuestro país [tradicionalmente] las mujeres hacían todo
el trabajo de la casa, fregaban los platos, cocinaban, limpiaban,
lavaban la ropa y cargaban con los niños. También trabajaban
en el campo. Las mujeres se levantaban muy temprano para preparar el desayuno. Después del desayuno, limpiaban la casa y
salían a hacer sus labores cotidianas en el campo; luego volvían
Despertamiento al dolor | 23
a casa para preparar la cena, acostar a los niños, lavar los platos y
limpiar la casa.
Las cosas están cambiando en Corea. Ahora las mujeres ya
no salen al campo, van a la oficina, pero hacen muchas cosas
antes de ir a la oficina y cuando regresan a casa. Me gustaría saber
lo que piensa Dios acerca de este problema y de la pobre mujer. Y
creo que este no es un problema personal, sino social, estructural
e histórico.
Moisés y yo sentimos que Dios quería que pusiéramos a un lado
nuestra agenda. Un jueves por la mañana anunciamos que íbamos
a hablar de las relaciones entre el varón y la mujer. Dios nos visitó.
Fue uno de los días más intensos de mi vida. Las animadas conversaciones en grupos pequeños, la confesión, el arrepentimiento, el perdón, y finalmente la adoración, hicieron de aquel un día inolvidable.
Empecé a llamar Ester a la joven que hizo el primer comentario
durante el tiempo de preguntas y respuestas (muchos de los cristianos coreanos adoptan nombres bíblicos). Le puse ese nombre por su
coraje, igual que exhibiera Ester en la Biblia, por defender a su gente
y a otras mujeres. Pedí a Dios que hiciera de mí un Mardoqueo dispuesto a defender y fortalecer a las mujeres.
El tema
Este libro no sólo trata de la mujer. Trata de ideas. Las ideas que
albergamos en lo más profundo del alma repercuten mucho más allá
de nuestras vidas y familias. Pueden crear sociedades sanas o pobres;
edificar o destruir naciones. Este libro procura abordar y desmantelar una idea engañosa, que de una manera u otra ha infectado a
todas las culturas y traído consecuencias desastrosas para todos: que
los hombres son superiores a las mujeres.
En un libro anterior, Discipulando naciones: el poder de la verdad
para transformar culturas,3 Stan Guthrie y yo decíamos que de las tres
grandes cosmovisiones del planeta —el teísmo, el animismo y el secularismo—, sólo la primera proporciona el capital intelectual y espiritual
para crear sociedades sanas y desarrollo humano. Y sin embargo, como
24 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
demuestran tristemente los ejemplos esgrimidos en la introducción, a
menudo los cristianos han sucumbido ante esta mentira.
Por supuesto, la iglesia primitiva, imitando el ejemplo revolucionario de Cristo,4 se convirtió en un bastión de esperanza para las
mujeres. Sabiendo que serían tratadas con respeto por los cristianos,
ellas huyeron del paganismo misógino de la antigua Roma y procuraron el respeto que les ofrecía el cuerpo de Cristo, donde «ya no
hay hombre ni mujer» (Gálatas 3:28). A través de la historia, en la
medida en que los cristianos imitaron las palabras y la vida de Jesucristo, su obediencia proporcionó libertad a las mujeres. Por tomar
solo un ejemplo, William Carey, misionero británico en la India a
fines del siglo XVIII, sirvió de instrumento para poner fin a la brutal
práctica hindú [sati] de quema de viudas.
Pero, lamentablemente, la iglesia no siempre ha tenido en
cuenta el modelo de Cristo y su trato a las mujeres. Con demasiada
frecuencia las iglesias han apoyado —y siguen apoyando— el statu
quo de la cultura sexista, justificando y siendo cómplices del trato
inhumano infligido a la mujer. Al ser testigos de la injusticia cometida, un porcentaje cada vez mayor de cristianos defensores de los
derechos de la mujer, ha procurado, inadvertidamente, tomar partido por los valores sexistas masculinos.
Aunque afirman la dignidad y el valor de la mujer, han acabado
por invitarlas a ser como los hombres. Este es el llamamiento del
feminismo radical. (Este enfoque defectuoso lo examinaremos con
más detalla más adelante.)
No obstante, este libro busca una vía de equilibrio: rechaza el
sexismo en todas sus formas, así como la falsa solución del feminismo. ¿Desperdiciaremos nuestra vida claudicando ante los falsos
postulados de la cultura actual? ¿O presentaremos batalla en este
mundo? ¿Viviremos vidas dignas de la confianza y la gracia que Dios
nos ha conferido?
Aquí examinaremos a las mujeres y familias desde la perspectiva
de tres paradigmas o modelos fundamentales y dos acomodos paradigmáticos. Todos ellos suponen distintas concepciones de lo que
significa ser mujer.
Despertamiento al dolor | 25
Tres paradigmas fundamentales
•
•
•
El primer paradigma, el atomismo, cree en la diversidad
absoluta, sin que exista unidad. El atomismo valora la
masculinidad y se expresa en toda clase de sexismo. A su
vez, el sexismo conduce a la opresión de la mujer.
El segundo paradigma, el monismo, cree en la unidad
absoluta, sin diversidad. La creencia hindú de que «toda
realidad es una», capta perfectamente este paradigma.
Exalta la androginia. Este paradigma se expresa en el
feminismo radical. En la práctica, este enfoque conduce
al aplastamiento de la mujer.
El tercer paradigma, el Trinitarismo, cree en un camino
intermedio —la comunidad— y refleja la unidad y
diversidad de la Deidad. Este paradigma, basado en la
teología ortodoxa cristiana, valora tanto la mujer como
el varón y halla su expresión en la complementariedad.
El Trinitarismo, bien entendido, conduce a la dignidad
de la mujer.
Dos acomodos paradigmáticos
Por supuesto, la gente —también los cristianos— no viven a la
perfección sus modelos o paradigmas. Ni tampoco siguen siempre
las claras definiciones del manual. En el mundo real, la gente suele
escoger su propia filosofía, o incluso la combina conforme a sus
deseos o necesidades. En este libro examinaremos dos componendas de los tres modelos fundamentales que observan los individuos
en su actitud y en su trato a la mujer.
El primero, chauvinismo, intenta llegar a un acuerdo entre el
atomismo y el Trinitarismo. Al igual que el atomismo, el chauvinismo, como el mismo nombre indica, conduce al aplastamiento de
la mujer.
El segundo, igualitarismo, es un intento de acomodo entre
el monismo y el Trinitarismo. Desgraciadamente, al igual que el
monismo, el igualitarismo conduce al abatimiento de la mujer.
26 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
El reto
Si todos los paradigmas y acomodos contrarios a la mujer se
basan en la idea arraigada, aunque falsa, de que los hombres son
superiores a las mujeres, entonces, la solución ha de hallarse necesariamente en el nivel de la cosmovisión. Ni todo el dinero del mundo
puede detener la violencia contra la mujer y el hundimiento de la
familia. Leyes nuevas, sin vidas transformadas, sólo conducirán a
más legislación y más cárceles. La raíz del problema está en la mentira, en una meta-narrativa falsa. Hemos de cambiar la percepción
social de la mujer y de la familia.
Necesitamos la meta-narrativa de la perspectiva histórica de
Dios. Si se narra y se cree, esta idea creará un nuevo telón de fondo
en la vida de las gentes; un telón de fondo que devolverá a la mujer
la dignidad y el respeto para los que fue creada.
Descripción general
Este libro consta de cuatro partes principales: «La guerra contra
la mujer» (examina el fruto de la misoginia). «La mentira» (examina
la raíz de la misoginia). «Los fundamentos bíblicos» (examina la
meta-narrativa bíblica) y «La historia transformadora» (examina el
designio divino de la mujer).
Mi principal audiencia son las personas —tanto hombres
como mujeres— que han recibido un llamamiento de Dios para
trabajar con la gente más humilde: misioneros, obreros de desarrollo y ayuda en catástrofes, trabajadores sociales, pastores y líderes
de iglesia.
Mi segunda audiencia son las feministas, incluyendo las de la
primera ola (feministas maternales que ansían entender su vocación como madres y amas de casa), las feministas de la segunda ola
(las feministas modernas que dudan que la maternidad sea buena
y creen que el valor de la mujer se halla en el mercado laboral)
y las feministas de la tercera ola (las feministas posmodernas que
aceptan la ilusión andrógina de la sexualidad neutra y ansían vivir
su realidad).
Despertamiento al dolor | 27
Lenguaje
Evidentemente, estos son asuntos muy sensibles y a menudo
refutados acaloradamente. Las palabras que uno usa —como humanidad y hermanos, por ejemplo— pueden, por sí solas, prender todo
un debate. No sorprende: estamos inmersos en una gran lucha de
terminología. Pero, en realidad, la lucha se extiende mucho más
allá; incluye asuntos tan básicos como el sentido del ser humano, la
familia, el matrimonio y la edificación de naciones piadosas.
Aventurarse en este ambiente altamente acalorado no es propio de pusilánimes. Pretendo hablar como si me dirigiera a amigos ―o,
por lo menos, amigos potenciales, que podrán no estar de acuerdo
con este planteamiento, pero los desacuerdos deben ser claros y civilizados: por lo que toca a lo primero, porque somos seres humanos,
y en cuanto a lo segundo, porque la precisión y la comprensión son
vitales para seguir avanzando en la discusión.
En ese sentido, ¿qué palabras o términos sería conveniente usar
en este libro? ¿Debemos decir hombre o humanidad, o usaremos
una palabra más «neutra» como especie humana? ¿Usaremos «él»
para referirnos a él y a ella, o usaremos ellos para ambos géneros?
Es importante ser sensible a la dignidad y al valor intrínseco de
la mujer —no quiero izar banderas de alerta roja innecesariamente—,
pero también debemos entender que el lenguaje es un reflejo de la
cosmovisión de una cultura. No es neutro. Dice un axioma sociológico: «Antes de cambiar una sociedad hay que cambiar el lenguaje que
ella usa». Seamos o no conscientes, la guerra por la conquista del corazón y el alma de las naciones comienza con la lengua. Ciertamente
hemos percibido evidencias lingüísticas de esa guerra en Occidente.
Elizabeth Elliot, heroína misionera, escribe: «Palabras como hombría y masculinidad han sido eliminadas de nuestro vocabulario: nos
han aconsejado claramente que nos olvidemos de ellas, porque no
representan nada más que biología, y que nos centremos más bien en
lo que significa ser personas».5
Keith Windschuttle nos muestra cómo el lenguaje ha cambiado la palabra sexo, que tiene rasgos biológicos (varón y hembra)
y trascendentes (masculino y femenino), por la palabra género,
28 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
que se ha convertido en un término maleable, flexible, que permite la reasignación y el intercambio de roles y funciones sexuales. «Género es un término que despide el hedor de las políticas
sexuales de los «setenta». Hizo su aparición cuando los activistas
homosexuales comenzaron a exigir que ya no se tolerara la homosexualidad, sino que se les otorgara en todo orden de cosas igual
trato que a los heterosexuales. Esto fue respaldado por las propias
feministas que pretendían eliminar las diferencias entre hombres
y mujeres».6
Este cambio de lenguaje refleja un cambio de cosmovisión. Y
no sólo eso, sino que ha cuajado en las leyes de la sociedad. Windschuttle asegura: «Esto significa que la palabra género, que hasta hace
pocos años no era más que un sustituto político de moda de la palabra sexo, ha sido actualmente consagrada en la legislación».7
Hasta principios del siglo veinte la palabra hombre significó
imago Dei («imagen de Dios», un concepto bíblico), y se daba por
sentado que incluía tanto a la mujer como al hombre. Desgraciadamente este sentido se está debilitando porque los sexistas ven en
este tipo de lenguaje un retroceso a los tiempos antiguos y patriarcales. Pero yo sostengo que esta clase de terminología no viene
de los machistas, sino de Dios. Por tanto, no nos asiste ningún
derecho a deshacernos de la palabra (hombre) para referirnos a los
dos géneros. En cambio, tenemos la responsabilidad de entenderla
y asumirla.
Como feminista maternal y autora, Mary A. Kassian escribe: «Dios
tiene el derecho de darse un nombre a sí mismo, al mundo y a las personas que Él ha creado… De Él —no de la psicología, sociología, antropología o de cualquier otra ciencia humana— recibimos el marco apropiado
para entendernos a nosotros mismos, al mundo y también a Dios».8
Por lo cual, examinemos brevemente el relato bíblico. Génesis 1:26–
27 manifiesta: «Y Dios dijo: “Hagamos al ser humano a nuestra
imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar,
y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los
animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el
suelo”. Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de
Dios. Hombre y mujer los creó» (énfasis añadido).
Despertamiento al dolor | 29
La palabra hebrea adam aclara que hombre es un término genérico
que incluye al varón y a la mujer. Designa no sólo al hombre, sino
al «ser humano» o a la «especie humana». La palabra hombre refleja
la unidad de todos los seres humanos. «Hombre y mujer» expresan
la diversidad de la especie humana. Hombre quiere decir toda la
familia humana, mujer u hombre, niño o adulto, joven o viejo, sano
o enfermo, negro o blanco.
«Nuestra imagen» demuestra la unidad de todos los seres humanos. Todo ser humano, tanto hombre como mujer, ha sido creado
a imagen de Dios.
El texto también nos muestra que, siendo el hombre y la mujer
iguales en su humanidad, son diferentes en su identidad sexual.
En hebreo, varón es zakar; mujer, neqebath. Tome nota de que las
palabras hombre y mujer no tienen la misma raíz en hebreo, lo cual
refleja la diversidad de la especie humana.
Entendemos que el hombre procrea —engendra, genera y produce—, en tanto que la mujer concibe, recibe en la matriz. Estas son
diferencias básicas que reflejan la raíz de nuestra sexualidad. No son sólo
físicas, sino que reflejan la diferencia de nuestra naturaleza trascendente.
Sin embargo, el hombre y la mujer no son sólo iguales o sólo distintos. Se complementan. En Génesis 2, Dios revela su propósito eterno
al crear a la familia. En el versículo 23 aparecen dos nuevas palabras:
Hombre (en hebreo ish) y mujer (en hebreo ishshah). Tomen nota, la
palabra mujer deriva de la palabra hombre ―no de adam, término
genérico para hombre, o especie humana. Esto revela la fuente común
y la naturaleza complementaria de la mujer y el hombre.
Cuadro 1: Traducciones hebreo - español
Término genérico
«Hombre» - imago Dei - Especie humana
Naturaleza trascendente
Masculina
Naturaleza Sexual
zakar - varón
neqebath - mujer
ish - varón
ishshah - mujer
Naturaleza complementaria:
Hombre/esposo
Mujer/esposa
Femenina
30 | Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo
Resulta curioso que en el Diccionario Webster9 de la lengua
inglesa de l828, woman (mujer) es una palabra compuesta de womb
(matriz) y man (hombre). La idea es que la mujer es el femenino de la
raza humana que ha llegado a la edad adulta. Una mujer es un «hombre con una matriz». Por lo tanto, existen dos tipos de seres humanos:
•
•
hombres con matriz
hombres sin matriz
Dios diseñó al hombre y a la mujer para ser imago Dei. Tanto
el hombre como la mujer son «hombre». Puesto que Dios tiene
derecho a hacer esto, usaré los siguientes términos indistintamente:
especie humana, imago Dei, hombre y género humano.
En este espíritu de cortesía y claridad, prosigamos con el tema.
Notas
1. Sheryl WuDunn, Korean Women Still Feel Demands to Bear a Son, New York
Times, January 1, 1997.
2. WuDunn emplea correctamente una palabra técnica para definir lo que una
mujer lleva en su matriz. Sin embargo, la palabra más correcta es bebé. Por generaciones, se ha llamado bebé a lo que la mujer lleva en la matriz. La sensibilidad moderna
nos ha llevado a usar el término feto, suavizando así el lenguaje para facilitar el aborto
de bebés —y, en el caso de este relato, para que los coreanos puedan abortar anualmente a 30.000 preciosas niñas aún bebés. Como seres humanos debemos llorar la
pérdida de esos bebés —y, en particular, por sus mamás, y por las mujeres de estas
sociedades, en general, en las que se desprecia tanto a la mujer.
3. Darrow L. Miller, Discipulando naciones: El poder de la verdad para transformar culturas (Tyler, Texas: Editorial Jucum 2002).
4. El ejemplo revolucionario de Cristo se desarrollará en el capítulo 14.
5. Elisabeth Elliot, The Essence of Femininity: A Personal Perspective, in Recovering
Biblical Manhood and Womanhood: A Response to Evangelical Feminism, John Piper and
Wayne Gru- dem, eds. (Wheaton: Crossway, 1991), 394.
6. Keith Windschuttle, Language Wars, Quadrant (May 2004); http://www.sydneyline. com/Language%20Wars.htm.
7. Ibid.
8. Mary A. Kassian, The Feminist Gospel: The Movement to Unite Feminism With the
Church (Wheaton: Crossway, 1992), 242–43 (cursiva en el original).
9. La razón por la que uso tan frecuentemente el Diccionario Webster de 1828 es
porque, a diferencia de otros diccionarios más modernos, fue escrito conscientemente
desde la perspectiva de la cosmovisión bíblica.
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