Puedes leer las primeras páginas aquí

Anuncio
PENSAR DESDE LA IZQUIERDA
MAPA DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
PARA UN TIEMPO EN CRISIS
AGAMBEN · RANCIÈRE · BADIOU · NEYRAT · JAPPE
ŽIŽEK · BALIBAR · NEGRI · HARDT · HALLWARD
BENSAÏD · TOSCANO · MOUFFE
Índice
Capítulo 1
Pensar la globalización neoliberal
9
Pensar el neoliberalismo
11
El gobierno de la inseguridad
25
Geocrítica del capitalismo
37
China: ¿última oportunidad para el capitalismo?
47
El laboratorio sudamericano
61
Violencia y globalización
A la sombra de las minorías sediciosas
71
Avatares del vehículo explosivo
87
Christian Laval
Giorgio Agamben
Frédéric Neyrat
Jan-Frederik Abbeloos
Giuseppe Cocco
Frédéric Neyrat
Frédéric Neyrat
Capítulo ii
Crítica del trabajo, crítica del capitalismo,
producción de lo común
99
Junto a Marx, contra el trabajo
101
La sociedad civil, ¿al asalto del capital?
117
¿De quién nos preocupamos?
El care como perspectiva política
131
Producir lo común
147
Siempre ha habido alternativas
165
Anselm Jappe
Thomas Coutrot
Delphine Moreau
Antonio Negri
Michael Hardt
Capítulo iii
¿Ha dicho posmarxismo?
181
El gran relato de la posmodernidad
183
Las mutaciones del pensamiento crítico
199
Entre democracia salvaje y barbarie mercantil
215
¿Hay vida después del posmarxismo?
227
Antagonismo y hegemonía
La democracia radical contra el consenso neoliberal
241
La justicia mundial y la renovación
de la tradición de la teoría crítica
259
La necesidad cívica de la sublevación
281
La hipótesis comunista de Alain Badiou
301
Túnez, Egipto y la chispa que incendia la llanura
313
¿Fascismo de izquierdas?
La ira, el resentimiento y el acto
321
¿Y si parásemos todo?
«La ilusión social» de John Holloway y Richard Day
333
Keynes, la crisis y los «espíritus animales»
La onda expansiva de la crisis en la teoría económica
345
Paradojas del antitotalitarismo
369
Crítica de la crítica del espectáculo
379
Thierry Labica
Razmig Keucheyan
Isabelle Garo
Marc Saint-Upéry
Chantal Mouffe
Nancy Fraser
Étienne Balibar
Peter Hallward
Alain Badiou
Slavoj Žižek
Daniel Bensaïd
Frédéric Lordon
Alberto Toscano
Jacques Rancière
Capítulo 1
Pensar la globalización neoliberal
Pensar el neoliberalismo
Christian Laval
A propósito de:
François Denord, Néo-libéralisme version française. Histoire d’une idéologie politique, París, Démopolis, 2007; y Wendy Brown, Edgework:
Critical Essays on Knowledge and Politics, New Jersey, Princeton University Press, 2005.
Fruto de la obstinada e incesante labor llevada a cabo por universitarios,
empresarios y políticos organizados en lobbies a partir de la década de
1930, la ideología neoliberal fue imponiéndose progresivamente hasta el
punto de constituir un nuevo racionalismo político y moral. Mientras
François Denord analiza el modo en que se ha conformado la versión francesa del neoliberalismo, Wendy Brown, basándose sobre todo en las reflexiones de Michel Foucault en torno a la gubernamentalidad, demuestra
que el neoliberalismo, al extender la figura del emprendedor a la totalidad
de las esferas vitales, está poniendo en peligro la propia democracia.
Christian Laval. Sociólogo, investigador adscrito al Instituto de Investigaciones de la Florida State University y al Laboratorio Sophiapol de la
Université Paris X-Nanterre, ha publicado entre otros libros La escuela no
es una empresa: el ataque neoliberal a la enseñanza pública (2003); L’ambition
sociologique (2002); y L’homme économique: essai sur les racines du néolibéralisme (2007).
Wendy Brown. Profesora de Ciencias políticas en la University of California-Berkeley, en su trabajo actual estudia las relaciones entre soberanía
política y capitalismo, y su alianza con poderes transnacionales como la
religión, el derecho y la cultura. Es autora, entre otras obras, de Edgework:
Critical Essays on Knowledge and Politics (2005); y Regulating Aversion: Tolerance in the Age of Identity and Empire (2006).
François Denord. Encargada de investigaciones del Centre National de la
Recherche Scientifique, es especialista en sociología histórica y sociología
económica. Ha participado en numerosas publicaciones especializadas
y es miembro del consejo de redacción de las revistas Actes de la recherche en
sciences sociales y Mouvements.
No existe tarea más urgente que la de comprender los mecanismos por los cuales las ideas y políticas de inspiración neoliberal han
llegado a ser preponderantes en los países occidentales. Es sabido
que quienes se niegan a considerar «la economía de mercado», alias
el capitalismo, como horizonte definitivo de la humanidad están
cayendo en el mayor de los errores, en «un error de racionalidad»,
como diría Friedrich Hayek. Aunque no son arrojados a la pira, se
ven expulsados del «círculo de la racionalidad» para que no puedan perjudicar «el orden adecuado» del mundo libre. Por supuesto,
como estos seres irracionales son incapaces de pensar en términos
políticos y parecen complacerse a menudo con la idea de un ilusorio «antiliberalismo» —lo que no deja de tener que ver con su relativa impotencia política— puede afirmarse que «las cosas van bien»,
incluso a pesar de la gravísima crisis que está haciendo estragos en
Europa, y que parece conducirnos a un escenario nefasto. Pero quizá cabría pensar que todavía hay margen de actuación para adoptar
otro rumbo: se necesitan nuevas armas teóricas para luchar contra
la fuerza de las constataciones y de los poderes que las encarnan.
Lo paradójico de la situación es que los análisis que aportaron una
profunda renovación al estudio del fenómeno neoliberal fueron
realizados, en gran parte, hace ahora cerca de treinta años por Michel Foucault, sin que los movimientos sociales ni los intelectuales
ligados a ellos hayan agotado sus enseñanzas. Tal vez las cosas estén
ahora empezando a cambiar.
Contábamos ya con algunos libros que explican el modo en que
los neoliberales, al término de la Segunda Guerra Mundial, difundieron sus ideas en los medios de comunicación y en el seno de la
universidad, y fueron capaces de influir en los líderes de los partidos de derecha, de intimidar a las fuerzas de izquierda y de paralizar los movimientos sociales. Son libros, como los de Keith Dixon1
o Serge Halimi2, que arrojan luz sobre la eficaz tarea de los think
1
Keith Dixon, Les Évangélistes du marché. Les intellectuels britanniques et le néolibéralisme, París,
Raisons d’agir, 1998.
2
Serge Halimi, Le Grand Bond en arrière. Comment l’ordre libéral s’est imposé au monde, París,
Fayard, 2004.
13
tanks. Y que sobre todo enseñan cómo el mundo político e intelectual anglo-norteamericano se ha visto progresivamente inmerso en
la gran oleada neoliberal. Sin embargo, faltaba todavía un trabajo
dedicado especialmente al caso francés, así como siguen faltando
análisis específicos en relación a otros territorios. En el primero
de los casos, la situación se vino a paliar con el histórico trabajo de
François Denord, que constituye una impresionante mina de datos
y hechos hasta entonces ignorados. Denord demuestra con vigor y
precisión que esta «ideología política», surgida en el periodo de entreguerras, no desapareció ni siquiera con el triunfo del keynesianismo, con los modos de planificación a la manera francesa o con
el dirigismo gaullista. Su elaboración prosiguió de manera discreta, unificando a grupos dispersos de la patronal y de la universidad, haciendo eventual aparición en revistas, comisiones e informes
oficiales. Lejos de desvanecerse, el liberalismo económico francés
constituiría una corriente tan influyente como duradera desde los
años de la Liberación hasta su consagración oficial, marcada por la
entrada en funciones presidenciales de Valéry Giscard d’Estaing,
seguida poco después por la de Raymond Barre en tanto que primer ministro.
François Denord revela que a partir de la década de 1930 fue
configurándose una tradición militante gracias a la actividad editorial y a la influencia política de reducidos círculos de intelectuales
y empresarios, reunidos en particular alrededor de las Éditions de
la Librairie de Médicis. De esta forma describe minuciosamente las
actividades de esos círculos y redes que, desde la posguerra hasta la actualidad, han militado en favor del «libre mercado» y de la
defensa de los «valores de empresa», apoyando las más radicales
apologías del ultraliberalismo norteamericano, como hizo el Instituto de la Empresa a partir de 1975. Se descubre así que el intento
de imposición de este nuevo «sentido común» viene de lejos, y que
las campañas de opinión de la patronal francesa (Medef ), de los
partidos de derechas y de la casi totalidad de los medios de comunicación hacen a lo grande en la actualidad lo que antes se realizaba
con medios más modestos.
La investigación efectuada por François Denord obliga a contemplar la historia ideológica y política francesa bajo una nueva
luz, y a tener en cuenta las amalgamas, incluso las más extrañas,
que la han marcado: ¿está suficientemente aclarada la relación de
14
confianza que unió al general De Gaulle y a Jacques Rueff 3? ¿Y el
verdadero sentido del plan Pinay-Rueff, o el célebre comité Armand-Rueff creado por De Gaulle, encargado de barrer cualquier
obstáculo a «la expansión económica»? Y sobre todo, recordando el
posterior decurso histórico: ¿conocemos exactamente las intenciones de quienes abogaron tan apasionadamente por la construcción
del mercado común europeo?
El neoliberalismo en vertiente francesa
Puede decirse, por lo tanto, que existe un renacimiento liberal de
características propiamente francesas cuyos orígenes se remontan
a varias décadas atrás. Su triunfo no llegó del exterior, no se trató
de un mero producto de importación. Así, no conviene equivocarse
sobre la finalidad del libro de François Denord, pese a la ambigüedad de su título («Neoliberalismo en versión francesa»). Esta corriente ideológica no supone la adaptación de una versión original
anglo-norteamericana. Un tópico muy extendido éste, que hace del
neoliberalismo, y tal vez del liberalismo en general, una creación
anglosajona ajena al genio francés y católico. O una vieja historia
de resabios contrarrevolucionarios. La obra de François Denord
ofrece, más bien, la posibilidad de descubrir la vertiente francesa de
la historia general del neoliberalismo —lo que no es lo mismo—.
Y que ha contado con autores nada desdeñables, como Louis
Rougier, único miembro francés del Círculo de Viena. Que ha dispuesto, igualmente, de su «momento fundador»: el coloquio Walter
Lippmann celebrado en París a finales de agosto de 1938, del que
surgió el efímero Centro Internacional de Estudios para la Renovación del Liberalismo (CIRL), prefiguración de lo que sería después
de 1947 la Sociedad de Mont-Pèlerin bajo la égida de F. Hayek y W.
Röpke. En estos puntos la erudición de François Denord aporta un
perfecto complemento a las enseñanzas de Michel Foucault, que
en sus cursos del Collège de France constataría por vez primera la
existencia de tal corriente neoliberal francesa.
3
Jacques Rueff, alto funcionario y economista liberal francés. Tras el retorno del general
De Gaulle al poder en 1958 presidió un comité de expertos encargado de estudiar el saneamiento de las finanzas públicas que desembocaría en el «plan Rueff», llevado a cabo por el
ministro de Economía, Antoine Pinay (N. del T.).
15
Néo-libéralisme version française, como hemos dicho, resulta de
enorme relevancia por la tarea histórica de exhumación que lleva
a cabo, aunque plantea casi a su pesar un tremendo problema en
cuanto a la naturaleza del tema y la manera de abordarlo. Aun cuando toma de Foucault su rigurosa definición del neoliberalismo como
nuevo arte de gobernación de unos sujetos a los que se considera
movidos por el cálculo interesado, tiende sin embargo a confundir
las posturas neoliberales y el más banal tópico laisser-fairiste [dejar
hacer]. Resulta fundamental, desde luego, entender lo que de «neo»
contiene el neoliberalismo, al menos si uno no quiere caer en los habituales extravíos «antiliberales» que parecen creer que no hay nada
verdaderamente nuevo bajo el sol desde Adam Smith. Lo que supone, sin duda, una de las causas del enorme desconcierto reinante hoy
en el plano teórico.
Sin excluir la posibilidad de multiplicar sus variantes («social»,
«conservador», «gestor», etc.), de concebirlo a la manera de una
economía mixta que mezcla ciertas dosis de gestión administrada
de la economía con dosis de libertad económica, conviene tener en
cuenta la originalidad del neoliberalismo en relación a la ideología
del laisser-faire [dejar hacer]: el primero no se basa en una ontología de las leyes «naturales» del mercado, sino que aspira más bien a
construir el orden mercantil mediante formas intervencionistas de
nueva creación, como estamos observando a lo largo de estos últimos años de crisis. Aunque prefiera creerse que el neoliberalismo
participa del coro de los «evangelistas del mercado», no por ello ha
dejado de mantener su propio programa doctrinal. Este carácter se
les escapa habitualmente a los historiadores, sin duda porque los
instrumentos que suelen manejar no les permiten llegar al fondo
de la cuestión. François Denord señala que «la contextualización de
las luchas políticas e individuales […] permite comprender lo que el
neoliberalismo encierra de nuevo». Lo cual, desde el punto de vista metodológico, debería suscitar cierto escepticismo. En este caso
particular, el análisis mediante las posiciones relativas que ocupan
en los distintos campos, tomado de la sociología de Pierre Bourdieu,
contribuye a oscurecer la auténtica naturaleza de la doctrina neoliberal más que a iluminarla. El estudio genealógico resultaría sin
duda más apropiado para mostrar lo que encierra de verdaderamente «neo». Pues de lo que se trata es de saber, en efecto, si los principales teóricos del neoliberalismo percibieron desde el comienzo
16
la ruptura con el ilusorio laisser-faire de los «últimos liberales», asumiendo el carácter de constructo jurídico y político del nuevo orden
mercantil.
No otra fue la labor emprendida por Michel Foucault, de la que
ofrece magistral testimonio la recopilación de sus cursos del año
1978-1979 titulada Nacimiento de la biopolítica4. Este curso marca el
inicio, en numerosos países, de una corriente investigadora centrada en la «gubernamentalidad», concepto que Foucault consideraba
esencial para comprender las nuevas formas de gobernación. El
neoliberalismo, que encuentra sus fuentes más lejanas en la problemática benthaminiana del control y del interés, aporta ante todo
una reflexión sobre las técnicas de gobernación a emplear cuando
el sujeto de referencia se constituye a la manera de un ente maximizador de su utilidad. El proyecto político neoliberal desborda con
creces el mero marco de la política económica, la cual no se reduce
a la reactivación del viejo liberalismo económico, y todavía menos
al repliegue del Estado o a una disminución de su intervencionismo. En todo caso, está guiado más bien por una lógica normativa
que afecta a todos los terrenos de la acción pública y a todos los aspectos de los ámbitos social e individual. Basado en una antropología global del sujeto económico, pone en funcionamiento resortes
sociales y subjetivos propios, como la competitividad, la «responsabilidad» o el espíritu de empresa, y aspira a crear un nuevo sujeto, el sujeto neoliberal. Se trata, en definitiva, de crear cierto tipo
de hombre apto para dejarse gobernar por su propio interés. Por
tanto, el propósito del poder no aparece determinado de principio,
sino que se va realizando mediante los dispositivos que el gobierno
crea, mantiene e impulsa.
Desdemocratización y arte de la gobernación neoliberal
A partir del análisis foucaltiano, la politóloga norteamericana Wendy Brown lleva a cabo un corrosivo diagnóstico de la crisis democrática en los países occidentales o, con mayor exactitud, del proceso de
desdemocratización iniciado en estos países, comenzando por Estados
4
Michel Foucault, Naissance de la biopolitique. Cours au Collège de France (1978-1979), París,
Seuil, 2004. Trad. cast.: Nacimiento de la biopolítica: curso del Collège de France (1978-1979), Madrid, Akal, 2008.
17
Unidos. En su ensayo «El liberalismo y el fin de la democracia», que
constituye el tercer capítulo de Edgework: Critical Essays on Knowledge
and Politics, Wendy Brown recuerda que las políticas neoliberales
«activas» apuntan a la gobernación de un sujeto «calculador», «responsable» y «emprendedor en la vida», capaz de aplicar una racionalidad económica universal a cualquier terreno vital y a cualquier esfera: salud, educación, justicia, política. La definición que la autora
aporta no puede resultar más clara: «El neoliberalismo es un proyecto constructivista: para éste, la estricta aplicación de la racionalidad
económica en todos los terrenos sociales no supone un dato ontológico; por lo tanto anima […] al desarrollo de esta racionalidad». La
racionalidad neoliberal no se define, pues, por la presión del mundo
económico sobre la esfera privada, ni siquiera por la intrusión de
los intereses mercantiles en el sector público. Tampoco se reduce al
sistemático funcionamiento de una política siempre favorable a los
más ricos que destruye las instituciones y dispositivos de solidaridad
y redistribución instaurados al finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Aunque tales aspectos no pueden ser obviados, menos aún en los
últimos años en Europa, se ven subordinados a un planteamiento
más general. La política neoliberal aspira a llevar a cabo un universalismo práctico de la razón económica, tomando como referencia
normativa al sujeto racional calculador.
Por esta causa no puede entenderse simplemente el neoliberalismo en términos de continuidad con el liberalismo de Adam
Smith. No se trata sólo de conceder mayor espacio a un mercado
supuestamente natural, reduciendo el terreno ocupado por el Estado y regido por artificios legales; de lo que se trata es de elaborar
una realidad institucional y unas relaciones sociales enteramente
organizadas según los principios del cálculo económico de tipo
mercantil.
Por supuesto, podría argüirse que el neoliberalismo no presenta
una apariencia homogénea y que algunas de las corrientes intelectuales que así lo postulan son ferozmente contrarias a toda forma
de intervencionismo estatal. Michel Foucault no ignoraba tal pluralidad teórica. De hecho, había iniciado una primera cartografía de
estas corrientes, señalando dos grandes polos: el ordoliberalismo
alemán y la Escuela de Chicago. Foucault consideraba el «retorno
al liberalismo» no como mero resurgimiento de la creencia en el naturalismo mercantil, ni tampoco como simple ideología influyente
18
en los responsables políticos, sino como una nueva práctica de gobernación basada constantemente en la búsqueda del interés personal y en el cálculo maximizador.
Este punto de partida foucaltiano tiñe con su originalidad la
reflexión de Wendy Brown, tal como destaca el espléndido prefacio de Laurent Jeanpierre en la edición francesa del libro. Lo que
Brown se propone es demostrar que este proyecto político viene
a sustituir la normativa política y moral hasta entonces vigente en
«las democracias liberales», practicando una considerable labor
de destrucción de las formas normativas precedentes. Un proyecto que certifica la eliminación del sujeto democrático que fuera
referente idóneo de la democracia liberal. De este modo, poco a
poco va desapareciendo la figura del ciudadano que, junto a otros
ciudadanos iguales en derechos, expresaba cierta voluntad común,
determinaba con su voto las decisiones colectivas y definía lo que
había de ser el bien público, para verse reemplazado por el sujeto
individual, calculador, consumidor y emprendedor, que persigue
finalidades exclusivamente privadas en un marco general de reglas
que organizan la competencia entre todos los individuos.
La tensión antes existente entre el mercader y el ciudadano, entre el interés económico y el impulso benefactor hacia los demás,
tiende a borrarse. La figura humana se reunifica en la construcción
del sujeto económico, quien desde este momento alcanza consideración de empresa al acecho de cualquier oportunidad de negocio
en un contexto de absoluta y constante competitividad. Los ámbitos de la política y de la moral, los vínculos educativos, las relaciones cotidianas y la concepción misma que el individuo tiene de
sí mismo se ven profundamente afectados por esta generalización
de las formas empresariales. Los criterios de eficacia y de rentabilidad y las técnicas de evaluación se extienden a todos los terrenos
a manera de evidencias indiscutibles. El sujeto moral y político se
reduce a mero calculador obligado a elegir en función de sus intereses propios. Las prácticas políticas, tal como puede observarse en
Estados Unidos y, cada vez más, en Europa, resultan ilustrativas de
tal transformación: el «ciudadano» es invitado a expresarse sólo en
tanto que consumidor deseoso de no dar más de lo que recibe y que
«vela por su dinero».
A juicio de Wendy Brown, las consecuencias de este cambio son
nefastas. Afectan a las libertades individuales y colectivas que las
19
Descargar