tarea de toda la sociedad por un ambiente sin

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Fitosanidad
Manejo Integrado de Plagas:
TAREA DE TODA LA SOCIEDAD POR UN
AMBIENTE SIN CONTAMINACIÓN
importancia en agricultura, los beneficios de su uso en MIP y agricultura
orgánica, el desarrollo y uso de semioquímicos (feromonas), los efectos de
nematodos entomoparásitos, bacterias entomopatogénicas, virus, hongos
y otros agentes de control, la química,
toxicología y modo de acción de bioplaguicidas, entre otros aspectos, todos
tendientes a mejorar la eficiencia de
estos productos y la seguridad de su
uso en programas de MIP.
Carlos Quiroz E.
Ing. Agrónomo MSc., PhD.
INIA Intihuasi
E
l Manejo Integrado de Plagas
es un término acuñado en California, EEUU, en la década de
1950. Este concepto surgió como una
necesidad de incorporar consideraciones ambientales y de seguridad para
la salud de las personas en el control
de plagas, basado hasta ese entonces
casi exclusivamente en aplicaciones de
insecticidas.
Con la aparición de los primeros insecticidas organosintéticos, a fines de la
década del 30, se pensó que las plagas
producidas por insectos eran cosa del
pasado. Pero las primeras evidencias
de efectos adversos se encuentran en
los años 40, principalmente presencia
de estas sustancias en el suelo, cultivos y cadenas tróficas.
De ahí que las primeras “correcciones”
se abocaron al uso excesivo de estos
productos aplicados por los agricultores, quienes los usaban sin considerar
si los insectos plagas estaban o no
presentes en sus cultivos. Inicialmente se habló de “control supervisado de
insectos”, y fue sólo en la década del
50 que se incorporó el término “Control Integrado”, que consideraba control
químico y biológico. En esa misma
década se incorporaron otras tácticas
de control de plagas, apareciendo por
primera vez el término Manejo Integrado de Plagas (MIP), definido como
“una estrategia que considera todos
los métodos de control disponibles a
fin de reducir las poblaciones de plagas
a niveles económica y ecológicamente
tolerables, minimizando los efectos adversos en la salud de las personas y en
el ambiente.
MIP EN EL MUNDO DESARROLLADO
A partir de 1972, dados los efectos adversos de los insecticidas en especies
animales silvestres, la persistencia de
estas sustancias en el suelo y la aparición de resistencia de plagas a ciertos
insecticidas, en EEUU el MIP se convirtió en política nacional a través de la
Ley Federal de Control Ambiental de
Plaguicidas, y la Coordinación de las
Agencias Federales y el Departamento
Diciembre 2014
MANEJO FITOSANITARIO EN CHILE
de Agricultura, ordenada por el gobierno de Richard Nixon.
En la década del 90, el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA),
la Agencia de Protección Ambiental
(EPA) y la Administración de Alimentos
y Drogas (FDA) fijaron como meta para
el año 2000 poner en práctica, bajo el
concepto de MIP, al 75% de la superficie cultivada del país. El USDA efectuó
entonces una implementación de MIP
a nivel predial, a través del Programa
PAMS, cuya sigla en inglés significaba:
Prevenir el ingreso de plagas a nivel
predial, Evitar daño al cultivo, Monitorear los niveles poblacionales e intensidad de ataque, y Suprimir las plagas
del cultivo cuando fuera necesario, normalmente con control químico.
La meta fijada para el año 2000 sólo
significó en la práctica una implementación parcial de herramientas del MIP,
pues no implicó una reducción del uso
de plaguicidas, por lo que se le denominó la ilusión del MIP o Manejo Integrado de Plaguicidas. De ahí que el año
2000, el USDA creó centros de MIP
en varios Estados. Se estima que en
la actualidad, el MIP se practica en 4 –
8% de la superficie agrícola de EEUU y,
para continuar su incremento, existen
programas de MIP como herramienta
de incentivo a la calidad ambiental y
productiva, mediante el uso decontrol
biológico, de biopesticidas, de medidas de manejo cultural, aplicaciones
basadas en criterios biológicos determinados mediante monitoreo o datos
meteorológicos, y procesos productivos que estimulen la conservación de
reservorios ambientales. Con estas
medidas, el uso global de plaguicidas
disminuyó a una tasa de 0,6% anual en
producción agrícola entre 1980 y 2007.
En la Unión Europea, por otra parte, a
partir del 1 de enero de 2014 existe la
obligatoriedad de incorporar las técnicas de MIP en todos los campos. 21
países de la Unión a través de 32 organizaciones se coordinan para priorizar
los requerimientos de investigación en
el desarrollo de MIP (Iniciativa denominada C-IPM), que considera alianzas de
la industria con la investigación.
A nivel predial, la Unión Europea tiene
programas de incentivo al uso de herramientas de MIP similares a las de
EEUU. A partir de 2015, los Consultores en MIP requerirán de licencia renovable en función de cursos de actualización e independencia de la industria
agroquímica.
Por su parte, el uso de bioplaguicidas
en Europa es una herramienta de creciente demanda. De hecho, en octubre de este año se llevará a cabo la 7°
versión de la Conferencia Internacional
sobre Bioplaguicidas, que es un evento de presentaciones y discusión de la
investigación en bioplaguicidas, biotecnología y sus aplicaciones. Entre los diferentes temas destaca la influencia de
estas sustancias en salud humana, en
el manejo de vectores y enfermedades
que transmiten, su uso adecuado, su
Gran parte del manejo de plagas y enfermedades en la agricultura chilena
se basa en el uso de plaguicidas. Hay
poco uso de monitoreo y, cuando se
hace, en pocas ocasiones se utiliza
como criterio de acción basado en la
presión real de plagas en los cultivos.
Es así como ha habido un aumento del
uso de plaguicidas, desde 5.577 toneladas en 1984, a 52.983 toneladas en
2010. Este incremento se ha debido
principalmente al aumento de las exportaciones y a la necesidad de cumplir
con demandas de fitosanidad en cuanto a ausencia de plagas, y a protocolos
de acuerdos comerciales, cuyas exigencias en algunos casos establecen
la “obligatoriedad” de declaración de
aplicación de insecticidas, solicitando
incluso registros y declaraciones de
tratamientos calendarizados realizados
para el control de plagas, independientemente, por ejemplo, del establecimiento de trampas de captura para
determinar curvas de vuelo y umbrales
de control de plagas de lepidópteros.
Es así como el 70% de los plaguicidas
se usa en el sector exportador.
Un ejemplo de lo anterior es el manzano, en que las aplicaciones promedio
para el control de artrópodos son de
casi 6, y para el control de enfermedades es de 7, habiendo huertos con más
de 15 aplicaciones en la temporada.
En la actualidad, el foco del MIP no son
sólo las plagas de artrópodos. A nivel
mundial es considerado un concepto
amplio, que incluye hongos, bacterias,
virus, malezas y vida silvestre. El foco
actual se relaciona no tan solo con la
calidad sanitaria del cultivo, sino que
también con su entorno. De ahí que
una definición moderna de MIP es la
Fitosanidad
de uso coordinado de la información de
las plagas y el ambiente y de los métodos de control disponibles, a fin de
prevenir niveles de daño inaceptables
mediante la aplicación de las medidas
más seguras y económicas.
Las herramientas del MIP son variadas,
incluyendo modelos predictivos, datos
de condiciones ambientales, medidas
legales, resistencia genética, monitoreo, criterios de acción con base biológica, uso de feromonas y trampas, resistencia genética, manejo agronómico
de los cultivos, biocontrol y uso eficiente de plaguicidas. El MIP es una caja
de herramientas que debe considerar
todo el sistema productivo y su entorno; es la médula de un manejo integrado del cultivo que, a su vez, es la celda
básica del manejo predial. Son estos
los elementos que se constituyen para
tener una agricultura sustentable.
compatibles, por lo que su combinación requiere de un alto conocimiento
ecológico para incrementar la capacidad de pronóstico y éxito en las medidas de manejo. Importante es, por
tanto, saber cómo una medida afecta a
las otras, no solo en el cultivo, sino que
también en el entorno.
No obstante, una mezcla de herramientas no necesariamente es MIP.
Para serlo, estas herramientas deben
ser complementarias y perfectamente
De lo antes expuesto se explican las dificultades que tiene la implementación
del MIP. Se requiere estar familiarizado
con la plaga, sus hábitos, su dinámica
MIP EN CHILE: ¿RETÓRICA? ¿ILUSIÓN?
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poblacional, el efecto de sus enemigos
naturales, un sistema de estimación de
sus poblaciones (monitoreo) sencillo
y confiable, un sistema de pronóstico
operativo, y criterios de acción más
prácticos que académicos, como ocurre en la actualidad con muchas recomendaciones de umbrales y niveles de
daño económico.
También se requiere tener un buen
conocimiento de las herramientas de
control, tales como el uso de las variedades más resistentes y tolerantes,
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Fitosanidad
el uso de semioquímicos u otras trampas, bioplaguicidas o los plaguicidas de
mayor selectividad y efectividad. Esto
es especialmente válido en el manejo
de enfermedades o malezas, puesto
que no ha habido un desarrollo importante del conocimiento de las bases
ecológicas de la relación plaga – planta
– antagonistas.
La contracara del MIP son los plaguicidas, los cuales son fáciles de usar, controlan rápido, no requieren comprensión de la biología ni la ecología de las
plantas, presentan un mínimo riesgo
de que se advierta error en la decisión
de control (aplicar cuando no es necesario), implica menos trabajo, incluye
“seguro para dormir tranquilo” y son
seguros si se usa el plaguicida adecuado, en el momento adecuado y de la
forma adecuada. Así es como en Chile
la cantidad de plaguicidas utilizados ha
ido aumentando, siendo actualmente
de 10,7 kg por hectárea de suelo arable, muy por encima del promedio de
los países de la OCDE, que es de 2,1
kg por hectárea de suelo arable.
Se dice que el MIP, en la práctica, es un
concepto “ilusorio”, invocado por investigadores y extensionistas, pero poco
utilizado por productores. Y es que
existen brechas por desconocimiento del comportamiento de plagas por
parte de los agricultores, quienes usan
poco herramientas tales como monitoreo, o criterios de aplicación basados
en la presión que ejercen las plagas en
el cultivo. También hay un desconocimiento de alternativas al uso de plaguicidas, o del uso adecuado de los plaguicidas, y falta una visión integradora
del manejo del cultivo, ya que todo
está interconectado y la aplicación de
una medida de manejo va a influir en
otras medidas.
También existen brechas en investigación. Para tener un conocimiento acabado de las plagas y su relación con
el cultivo y el ambiente, se requiere
de Manejo Integrado de Plagas.
El MIP no es sólo tema de investigadores, extensionistas y productores. Un
rol importante lo juegan la agroindustria química, las empresas productoras
de control biológico, los distribuidores
de insumos, los distribuidores de alimentos, las organizaciones de productores, los consumidores, legisladores y
autoridades ministeriales.
generar datos sostenidamente en el
tiempo, a través de varias temporadas, que permitan hacer pronósticos
más confiables, especialmente en una
época donde el cambio climático es
una realidad. Información de dinámica
poblacional de los organismos plaga,
asociados a las condiciones ambientales y su relación con los cultivos, es lo
que permite generar criterios de estimación de umbrales y niveles de daño
económico prácticos y confiables. Al
mismo tiempo la búsqueda de alternativas al uso de plaguicidas requiere
también de estudios permanentes,
como asimismo del mejoramiento de
las tecnologías de aplicación de plaguicidas y de estimación del impacto de
las plagas y su manejo en el cultivo y
su entorno.
Pero existen presiones del medio para
el establecimiento de programas de
MIP, como ha sido el clamor creciente
por la producción de alimentos sanos
y de calidad, el cuidado del medio ambiente en los procesos productivos,
y de la salud de las personas, desde
productores a consumidores. De aquí
la permanente revisión de medidas de
seguridad, a través de protocolos que
certifican la calidad de la producción
y sus procesos. Hay una permanente
evaluación de los plaguicidas ya presentes en el mercado para asegurar
nuevos estándares o regulaciones, lo
que implica la salida o condicionamiento del uso de ciertas sustancias o la
disminución de los límites máximos de
sus residuos.
La industria agroquímica también debe
adaptarse a estos cambios, por lo que
en la actualidad la tendencia es a fortalecer sus divisiones de productos
biológicos como ingredientes activos
de plaguicidas. El mercado de estos
productos crece 10% al año en la actualidad, por encima del crecimiento de
plaguicidas sintéticos.
Otros aspectos favorables para el desarrollo del MIP han sido el uso de
trampas para monitoreo para varias
especies plagas, especialmente lepidópteros, el registro de poblaciones
mediante monitoreo y su aplicación
como criterio de control, un uso más
cuidadoso de plaguicidas dada la creciente demanda por disminuir el riesgo
de su utilización, el desarrollo de modelos de predicción del comportamiento
de plagas en base a condiciones ambientales, y del riesgo de ocurrencia de
efectos detrimentales.
EL FUTURO, ¿UN PROGRAMA NACIONAL
DE MIP?
La implementación del MIP requiere de
un acabado conocimiento de agroecosistemas complejos, para lo cual debe
haber una base de investigación fuerte
y constante, un programa de difusión
en inocuidad alimentaria, protección
ambiental y protección fitosanitaria
que también sea fuerte y permanente.
Para esto se requiere la participación
de muchos actores y, al igual que en
los países desarrollados, debe pensarse en establecer un Programa Nacional
Diciembre 2014
La implementación de un programa nacional de MIP requiere de una voluntad
política, que se haga cargo de la inocuidad alimentaria y de la sustentabilidad
productiva y ambiental. Hay enormes
vacíos legislativos relacionados, por
ejemplo, con la obligatoriedad de acreditación de aplicadores de plaguicidas,
de distribuidores de estos insumos, de
consultores, de maquinaria y equipos
de aplicación, etc. También es importante el control de calidad de procesos,
como es el caso de empresas productoras de enemigos naturales o entomopatógenos, o la obligatoriedad de que
toda aplicación de control fitosanitario quede registrada ante la autoridad
competente.
El establecimiento debidamente reglamentado de un programa de determinación de residuos de plaguicidas en
alimentos de consumo interno, especialmente aquellos de mayor uso en
alimentación infantil, es un imperativo
para asegurar la salud de una sociedad.
Desde la perspectiva del Ministerio de
Agricultura, deben patrocinarse proyectos de investigación y de difusión de
tecnologías que incorporen las herramientas del MIP, siendo especialmente
importante el patrocinio de programas
de incentivos de la calidad ambiental
y productiva. Así como existe un programa de incentivo a la recuperación
de suelos degradados, ¿por qué no
incorporar, dentro de esta misma línea
de incentivo a programas de conservación, los programas de producción sustentable? La meta sería incentivar la
adopción de MIP como herramienta de
conservación y protección, donde los
agricultores participarían en programas
de conservación, a través de la incorporación de herramientas de MIP en sus
sistemas productivos. Y por otra parte,
el Ministerio de Agricultura, debiera,
además, auspiciar la coordinación interministerial, con los Ministerios de
Salud y de Medioambiente.
En resumen, se requiere la incorporación del MIP como política de los sistemas de producción, considerando que
es un tema transversal por su finalidad
de proteger la salud humana y conservar el medio ambiente. El MIP es tarea
de toda la sociedad.
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