los intelectuales y la política - Revista de la Universidad de México

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R AYMOND ARON
LOS INTELECTUALES
Y LA POLÍTICA
Sin duda, Francia no es el único país en el que lo s intelectua- va. la reputación de un grupo de ho mbres del que q uizás
les d iscuten apasionadamente acerca de su voc ación y se mañana dep endería la sobrev ivenc ia de l país .
acusan de m anera recíp roca de traicionarla . Así , y después
H ace ses enta a ños , y en el primer artíc u lo que yo publide la Primera Guerra , Julien Ben da acusó a sus colegas de q ué, discutí la s tesis que Be n d a sost uvo en uno de n ues tros
haber desconocido los deberes de su clericatura . Un c ua rto cursos e n la Escu ela Norma l Superior. No releí ese texto que
de siglo más tarde, yo m ismo empecé otro proceso: el de los me fue reco rd ado por un joven histo ria do r c uya tesis se cenfumado res de opio -es de cir : el de los intelec t ua les que par- tra e n los normali stas de mi ge neració n, pero me acuerdo , al
ticipan co n toda su fe, conscientemente o no , en una empresa me no s de manera aproximada, de mi s objecio nes. El caso
expansionista camuflada bajo un lenguaj e humanista .
lJreyfu s, a rg ume nta ba , es un ca so excepc io na l, un ca so puro.
Vosotros, matemáticos, físico s, químicos , vosotros conser- No se trat ó si no de un erro r judicial. Unos mentía n y otros
váis la posibilidad de hallar en vuestros escritorios y labora - afir ma ba n la ve rdad . A partir de cierto pu nto, mantener la
to rios, cerrados al ruido y la furia de la historia , la paz del es- culpab ilida d de D reyfus co n t ra los hechos y con t ra la evipí ritu y la serenidad del sabio . No estoy seguro de envidiar dencia no imp licaba ya preservar a l Es ta do M a yor sino, y
vuestra distancia e incluso dudo se ria mente de que vosotros mu y por el co nt rario, com p ro m eterlo ca da vez má s. Por lo
deséis su st raeros a las in certidumbres y a los desgarramien- dern.is, y c n es tc ca so, incl uso si los drey fusi sta s perturbaran
tos de los simples mortales y, para de cirlo mejor, a la gr an- la unidad de la na ción y la co n fia nza de los franceses en sus
deza y a l servilismo de los ci udadanos. Suponiendo qu e los jefes mi lit ares, no podían n i ren egar de su posición n i callarsa bios de los la boratorios son co m o los monjes de la eda d se.
Lo repito : se t ra ta de un ca so úni co , excepcional: la defencientífica , ha y que re conocer que est a nuestra edad es también la de la democracia. En Israel , má s que en ningún ot ro sa de un in ocente. Los as u nto s público s raramente presenpaís, la ciudadanía entraña la obligación militar. Vosotros tan la s im plicidad y la pureza del caso Dreyfus . Incl uso yo
s óis soldados porque sóis ciudadanos o, in versa men te, só is a dmiti ría , a ries go de pa sar u na vez más por pesimi st a o cíni ciudadanos desde el momento en que participáis de una ma- co, que la m a yo r parte de los co m ba tes so n d u dosos y que los
nera u otra en el T sahal. De manera inevitable , vosotros de s- intelectuales que se qu ier en a l se rvicio exclusivo de lo uni vercub rís lo que nosotros, los intelectuales europeos, vivim os sal no d eb erí an to mar part e e n ellos. Pertenezco a la generata ntas vece s en el cu rso de l sig lo XX : la contradicción posi- ción que reaccionó a pas iona da me nte co ntra los delirios de la
ble entre vue stra s propi as opiniones y la política desarrolla- prop a gand a de la Prim era Cu erra . Cuando es tábamos en la
da por vuestro gobi erno y aprobada por la m a yoría de vue s- Escu ela 0io rma l. hacia 1925. los t ra idores e ra n, a nu estro entender, los inte lec tua les qu e habían mal dec ido simultáneatro pueblo .
mente a la mú sica de W agn er y al mi litarismo prusiano, que
había n p res tado su voz o su p i urn a :a un a propaganda q ue
El caso Dreyfus es excepci on al
nos parecía od iosa . Yo seguía e nca nta do a Bend a cuando
denunciaba la pa rti cip ación de los clé rigos en cierta s forma s
J ulie n Benda impon ía al intelectual una obligación especí fide la propaganda. Pero una vez que los excesos de la guerra
ca : decir la verdad, a legar por lo j usto, defender los valores
de pal ab ra s se di lu yer on, quedó en pie la verdadera p reg ununive rsa les sin preocuparse por la s consecue ncias .i der'siis
ta , la más difícil: ¿dónde se si t uaba el debe r de los intelecpropósi tos y de su s actos. El cas o Dr eyfus ma rcó el pensatuales e n tre 1914 y 19 18 :' ¿Era in cuestionable la responsabimie nto de Benda. El in te lect ua l debía ser dreyfu sista porque
lidad de uno de los ca mpos? ¿ Hacía falta apoyar la mora l del
el ca pitá n Dre yfus era inucente y el clérigo que justifica o expaís, co mo se decía ? ¿O había que lucha r por " a h ora la
cusa la injusticia falta a sus ob ligaciones. Pero tampoco debe
paz"?
apa ciguar sus esc rúpu los afirmando que él sirve a la vez a la
verdad y a la patria. R evelar las falta s o los c rí m e nes cometidos por el Est ado M a yor del ej ército es com p ro me ter, a los Ét ica de la con vicción y ética de la responsabilidad
ojos del p ueblo ente ro , la autoridad moral de quienes conducirán a sus hijo s al combat e. Benda no se situaba sin reservas
ni de un lado ni de otro . Dr eyfu sista en tanto que cléri go ,
comprend ía las razones de quienes qu erí an a nte todo preser-
En ese prim er artíc ulo contra Be nda , si m is rec uerdos no me
tra iciona n, yo no j ugaba al p rofeso r de m or al. Era demasiado joven p a ra asumir ese pa pel - q ue por lo demás siempre
he rec hazado. Pe ro yo sugería q ue el intelect ua l, en los combates dudo sos , es decir en la mayor parte de los combates
políticos, b usc a lo preferible. Se esfuerza po r co mpre nde r los
a rg ume n tos de unos y otros y no d uda e n tomar partid o, sin
Este es el texto del discurso que "ron p ronu nció hace unos meses en el Institu to Weizm ann de jerusal én.
© Commrntnire
Traducción de Danubio Torres
Flf'rrn
2
,
abandonarse a la ilus ión de q ue en cada cas o él encarna los
valores eternos.
.
,
En esa época yo toda vía no ha bía 'Ieído a Max Weber ni
h~bía elaborado la alternati va que postulan la Gesinnungsethik y la Verantwortungsethik: la ética de la convicción y la ética
de la responsabilidad. Fu e dura nte la guerra qu e Weber
conci? ió ~sa alternativa - o, mej or , que la vivió en la propia
experiencia . A los pacifistas in con d iciona les y a los revoluciona rios " él respondió : usted es obedece n a su conciencia
pero no tienen en cue nta las consec ue ncias de su acció n ' contribuye n a la derr ot a d e su s p aí ses y no sa be n si la victoria del enemigo favorecerá los valores en cuyo nombre condenan la guerra . Exist en , en to das las democracias, intelectua les q ue - much os de ellos sin saberlo - ob ed ecen a la ética
de la co nvicción . A veces, incluso, su rebeldía mor a l contra
la polí tica de su p aí s los hace a medi a s ciegos: no ven má s
que las faltas de su paí s y se niega n a ver la s del paí s a dve rsario. ¡C u á ntos liberal es no rtea merica nos no de scubrieron ya
demasiado tarde que los vietnamita s del arte, lej a d liberar a los del Sur, esta b lecieron un régimen má s tirá n ico q u
el que ellos j uzga ro n co n ta nta severidad !
La guerra de Argelia y la guerra d e Vietnam
La mayor p arte de los pa íses de O ccideru (Al manis , Frr ncia, Est ados Unidos) conocier on la di scord ia d su ' ciud ad anos con respecto a los com bates dudoso . P rmítas rne r
corda l' aquí una crisis , vieja de má s d • v rint año, n la qu
to mé p arte: la gue rra de Argelia . En se nto n • Al' lia
componía de var ios departament os fran ises. T nía alr d •
dar de un millón de ci ud ad an os fran
•. y u na el - ' na d
millones de musul ma nes, árabes y ka b il . '1 ún z y M a rru •
cos habían arrancado su ind ep end en ia , M par ía in virable que Arg el ia tam bién se co nvirti ira n ind p ndi nt .
¿Por qué los a rge linos h a bría n a cep tado u n tatuto inf ri r
al de los otros p aí ses de l M agrc b ? La a u to nomía no hu b i ra
sido má s que una t raición . En cua n to a la int 'g ra i6n de Argelia a Francia: er a algo imposible . A fina l " el . i lo, la poblac ión a rgelina alc anzará los tr eint a millon . La A amo
blea Nacional, que represent aría la un id a d fr, no-al' liru
con ta ría co n má s de u n tercio de mu sulmanes.
A mi en te nd er , los a rg elinos ten ían -) d -rc .ho de on uiiu ir
una na ció n in de pend iente. Y el aconrecimi .n to decisivo. -, 1' -.
torno de' la ma yo r part e de los Ira n . ' _. de Al" -lia a la
metróp ol i, me parecí a dram át ico pero sin con ' CCll CIl .ia . ma yores o p erdurables en el futu ro de Francia . Por e o tomé posición en fa vor del derecho a la in dependen cia de lo al' -Iino; de sde la prim avera de 1957, un año ante del regr o d I
gener a l De G aulle al po der. El alcance de esa toma de po ición no' se me escapaba. La so lución de un a gue rra revolucion aria depende de la opinión pública , a l meno en rran
medida. Afirmar que el éxito de los revolu ciona rio es inevita ble es, de he cho, contribui r a q ue realmen te sea inev itabl .
Yo me interrogué largamente a nt es de pu b lica r el panfleto
que tu vo por t ítulo La tragedia argelina. M e decid í al fin a ha cerlo porque m i a nálisis me pareció irrefuta ble y porque el
prete ndid o fracaso de Fran cia -es decir : la independencia
de Ar gelia - resp ond ía al verdader o int e rés del país , por má '
dramático q ue p udiera ser la partida d e los franceses establecidos a l otro lado del ~ le d i t e rr¡í neo d esde mucha ' ge ne raciones at rá s.
La oposició n abierta a la po lít ica del gobierno, mientra
que nuestros so ldados se en contraban sobre el terreno, era
en cuan to tal u n ac to grave y po n ía a la luz la s disen cio ne
J uhen Senda
que desgarraban a la nación francesa, y al mismo tiempo estim ula ba a l otro partido (que estaba convencido de que triunfaría sob re el desgaste ), pu est o que el gobierno era desaprob ado por los intelectuales que a menudo se presentan como hablando en nombre de su pueblo. Algunos años más tarde, los
Estados Unidos vivieron una crisis incomparablemente mayor, cuyas consecuencias se exti enden incluso hasta hoy.
También la causa en cuestión era mucho menos clara que la
de Argelia . Estados Unidos no de seaba mantener su soberanía sobre Vietnam del Sur y pretendía un objetivo defensivo:
preservar un régimen no comunista en Vietnam del Sur e impedir al régimen comunista del Norte que extendiera su ley
hast a Sai gón . Era una guerra defensiva inspirada en la doctrina de la "contención " . Muchos intelectuales nort eamerica nos, todos liberales, se declararonhostiles a la lucha emprendida por el cuerpo exp edi cionario norteamericano, un os
rebelándose contra los horrores de la guerra y los otros criticando implacablemente al régimen del Sur , indigno - a sus
ojos- del a poyo de su paí s, y ot ros aun j uzga ndo al régimen
de Ha C hi Min como preferibl e a l del gene ra l T hie u.
Ni qu é decir se tien e qu e yo no a pruebo ni desapruebo a
los intelectuales norteamericanos que condena ron la acción
de su país en el Vietnam y que contribuyeron así a precipit a r
los acontecimientos. Ese caso extremo ilustra el papel y la
responsa bilidad de los intelectuales; ciudadanos como los
otros, pu eden expresar sus sen timientos y juzgar al gob ierno
de su país -pero no deben ni ignorar sus responsabilidad es
ni desconocer las obligaciones de la solidaridad naci onal.
Durante la guerra de Argeli a , los intelect ua les, unidos
contra la voluntad del gobierno francés de perpetuar el rég imen promovido por la colonización del siglo pasado, dudaron sobre la actitud a asumir. Algunos de ello s a yudaron al
FLN argelino absolutamente con scientes de lo qu e ha cían :
ya que la causa argelina era justa, por qué no apoyarla en los
hechos (es decir : con a rmas) a un cuando eso a tenta ra contra
los soldados de nuestro país . Otros intelectuales llamaron a
la deserción a los jó venes franceses. Personalmente, me negué a seguir esos extremismos ha sta el fin. Criticar la política
del gobierno del paí s de uno es un a cosa y ponerse del lado
del enemigo oficial es otra mu y diferente. Cierto: si las libertades democráticas hubieran sido afectadas, la protesta habría podido revestir form as violenta s. Pero en la medida en
que las libertades sub sisten, aq uel qu e se opone a un gob ierno legalmente elegido, y lo hace según procedimientos regu lares , expresa legítim amente su desacuerdo empleando los
medio s qu e toleran los regímenes democráticos. Pero , a la
vez, ese intelectu al nunca debe perder de vista los múltiples
argumentos que intervienen en la deliberación razonable
que practica todo ciudada no de buena voluntad. ¿A partir
de qué momento la oposición puede o debe inclinarse haci a
la guerra civil? ¿Los disidentes qui eren paralizar a su gobierno o influir sobre él para que ca mb ie el camino elegido ?
rró esos tr ámites al ejé rcito, expresión de la sociedad . Vosotros no esperá is de mí, sin duda, una opinión categórica, en
un sentido o en otro, acerca de las-decisiones adoptadas por
el gobierno Begin o sobre la operación Pa; en Galilea, prolongada hasta el sitio de Beirut Oeste y hasta el retiro de las
fuer za s de la O LP. Por primer a vez , esta guerra no pareció
a todos los ciuda da nos corno impuesta por el enemigo , como
estricta me nt e defens iva o corno indispensable para la sobrevivencia del pa ís. Me rece el calificativo de combatedudoso:ju sto o inj usto - y eso es algo que se puede discutir al infinito.
¿Estaba Israel en el derecho de cazar a la OLP instalada en
el Líba no:' ¿Y cóm o habría podido.emplea r método s distintos a los emplea dos? To das las cont roversias que acomp añan los comba tes d udosos en las democracias surguieron de
pronto en Israel po rq ue Israel se ha convertido -para bien y
para mal- en un J / acht-staal, corno dicen los alemanes. Y un
M acht-staat no d uda en tornar la iniciati va, en defenderse golpeando por adela nta do al enemigo, en recurrir al medio , detestable pero inevita ble, de la M achtpolitik, a saber: la fuerza
milita r.
Los debe res de los intelectuales
A menos q ue las presiones exteriores no dejen lugar alguno a
los escr úpu los, lla mar emos van am ente a la unanimidad naciona l en los mom entos de gra ndes crisis. ¿Q ué podemos
exigir, en esas circunsta ncias, a los intel ectuales-ciudadano s
qu e creen obe dece r a la vez a su cleri catura y a sus oblig aciones de ci udada nos J Personalm ent e, yo les pediría en principio la mod esti a. Por más extra ord ina rios qu e sean sus méritos, un escri to r o un físico no detent an , por ese sólo hecho,
una superiorida d evidente cua ndo los pr oblemas planteados
conciernen a la gestió n del pa ís y a veces a la conducta de la
política exterio r. No existe un a guerra de la ciencia y de la
paz com parab le a la de los electrones -ni siqui era aquí, en
el Instit uto W c izrn an n.
La segunda de ma nda que diri giría a mis colegas intelectuales es la de la coherencia y la cla ridad moral para consigo
mismos y los otros . Q uien se ha suscrito a un a ética de la responsa bil idad deb e j uzgar las iniciativas de su gobierno en
función de los obje tivos precisos y los medi os que se exigen
par a alca nza rlos . ¿Israel tení a qu e expulsa r a la OLP del Líbano a cual quier precio? Si el objet ivo se reco noce com o legítimo,' qu eda por j uzgar si los medi os emp leados son mo ralmente acep tab les y los men os costosos en vidas humanas.
Q uien se adhiere a un a ética de la convicción rechazará esta
dia léct ica de la estra tegia. Pero debe evita r caer en la trampa
en que cayeron tantos intelectuales france ses gloriosos: en
rebeld ía contra las injusticias de su socieda d, termina ron
por no ver las to rp ezas, mucho peores, del régimen opuesto.
¿C uá ntos int electuales de izqui erda, en Oc cidente, cerraron
sus ojos para no ver la gran pu rga del Gul ag , reservánd ose su
censura para la democracia occide nta l y allegá ndose por un
moralism o descaminad o a la peor de las tiranías?
La guerra del Líbano
El último llamad o q ue yo haría a mis colegas es a la mod eración. La nobleza y la fra gilidad de la democ racia consisten
Queridos amigos israelíes: no dudo de que.mis opiniones en- en que tolera en el int erior de sí mi sma las opiniones de sus
cuentran ecos en vuestros cor azones y que reabren heridas enemigos. C riticá ndola, los intelectu ales corren el riesgo de
mal cicat riza das . Perdonadme si j uzgáis mis especulaciones debilitar a su gobie rn o. Ese es un riesgo qu e las democracias
inoportun as o incongru ent es, pero los judíos de la diá spora no dud an en as umir porqu e tiene n fe en la fuerza última de
vivieron, ellos también, y en un contexto que no siempre fue ' los regím en es de libertad . Por los cuestiona mientos qu e forindulgente , las angu stias de la gue rra del Líbano y simpati- mulan sus represent ant es legít imos. los ciuda da nos dan teszaron con la pru eba sin precedent es del pueblo de Israel. Por timonio de su fuer za. T am bién , y por medi o de la moderaprimera vez la guerra no bastó par a restablecer la unidad sa- ción y 'de su sentido de la unid ad nacion al, dan testim oni o de
grada , para bor rar las disencione s civiles, y ni siquiera a ho- su sabid uría.
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