Las “colles castelleres”

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Las “colles castelleres”
Las “colles castelleres”, una organización fruto de la
experiencia y el sentido común
Martí Rovira
Carles Mendieta
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Las “colles castelleres”
1. LAS “COLLES CASTELLERES” Y LOS “CASTELLS”.
La práctica de levantar torres humanas es una característica común en diferentes
culturas en épocas distintas, pero en Cataluña ha derivado en una actividad cultural,
con la creación de las colles castelleres. Al igual que agrupación que aglutina personas
que comparten los mismos hobbies, una colla castellera es un colectivo organizado de
personas que se unen a un objetivo común: hacer Castells. Un castell es una
construcción humana en que unas personas trepan sobre los hombros de las otras.
El origen de las torres humanas catalanas proviene de un baile popular de los siglos
XVII y XVIII, que finalizaba con una torre humana. Al principio eran construcciones de
poca altura, pero apareció la rivalidad entre los diferentes grupos para ver quien
conseguía levantar una torre más alta. Esta competitividad estimulo el subir cada vez
más alto, y como la altura de la torre era tan espectacular, fue eclipsando al baile
propiamente dicho.
Durante sus tres siglos de existencia los Castells han pasado por épocas doradas y
también por crisis y decadencias hasta la actualidad. Hoy en día, hay cerca de unas 40
collas estables en todo el país, hecho totalmente inédito dentro del mundo casteller. Se
establecen nuevos hitos y la afición cada vez es más importante. Los castellers más
veteranos todavía se sorprenden del interés que despierta esta actividad entre los
medios de comunicación, y sobre todo, entre gente de intereses tan diferentes. ¿Ha
cambiado el mundo casteller? Seguro. Han pasado muchos años, y para continuar
vigente ha tenido que adaptarse a las nuevas circunstancias pero en muchos aspectos
continua igual.
Las colles castelleres actuales reúnen cerca de los 200 castellers, y pueden llegar a los
500 o más si en una actuación, es decir, en una exhibición pública de alzar Castells,
que tiene como objetivo Castells de gran dificultad. Organizar tal cantidad de gente no
es tarea fácil, pero las colles castelleres han ido desarrollando, transmitiendo de
grandes a pequeños, en gran parte en forma oral, una manera de hacer, una técnica,
un vocabulario y, en definitiva, un saber casteller que sustenta una práctica
emblemática de organización.
Para explicar esta práctica organizativa hablaremos de dos aspectos fundamentales: el
lugar de cada persona (casteller) en la estructura y el trabajo en equipo.
2. TODOS TIENEN SU LUGAR
En una colla castellera se reúne gente muy diferente. Podremos encontrar desde
chiquillos de 5 años a personas de más de 70. Muchas veces podremos encontrar
participando activamente hasta tres generaciones de una misma familia. En cuanto a la
heterogeneidad de sus componentes, encontraremos gente de todas las condiciones
físicas, alta, baja, delgada, gorda, fuerte, ligera… Igualmente es necesario contar con
personas de diferente carácter: valientes y prudentes, tranquilos e inquietos,
emprendedores y conservadores… De hecho es precisamente esta diversidad la que
permite que se puedan realizar las construcciones. Es la complementariedad entre las
diferentes características lo que da vida en un sentido dinámico y lo que permite desde
las posibilidades de cada uno y el lugar que ocupa: Construir.
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Las “colles castelleres”
Cualquier persona que quiera hacer castells tiene su lugar y la posibilidad de contribuir
decisivamente en su construcción. La cuestión principal estriba en ajustar la
distribución y las funciones de cada casteller para soportar el peso de la estructura,
mantenerla en equilibrio, y conseguir el objetivo deseado. Para ello es necesario una
evaluación continua de las posibilidades de cada miembro, un reconocimiento de las
mismas por todos y principalmente por uno mismo y la convicción constante de “ser
necesario pero no imprescindible”.
Un castell es una construcción humana formada por diferentes pisos y con una
estructura planificada y ordenada. Estas construcciones están perfectamente
reguladas, es decir existen unos criterios que indican como se construye cada castell,
además, por o que se refiere a la variedad, se trata de un repertorio bastante definido.
Se habla de reglas y normas para construir los Castells pero en algunos aspectos existe
diversidad de criterio, referentes a la colocación de los casteller, la integración o
eliminación de una posición concreta. Las innovaciones se toman con gran cautela,
pues se tiende a pensar más que no se ha sabido sacar todo el rendimiento posible de
una estructura. Y antes de dar ningún paso se observa el trabajo de las collas más
experimentadas y de mayor nivel en cuanto a la dificultad de Castells que realiza.
Tres partes se diferencian claramente en un castell: la pinya, el tronc y el pom de dalt.
Un edificio no se levanta sobre el suelo sin cimientos, de la misma forma las torres
humanas también precisan de unos cimientos humanos, así pues se ve erguirse la
torre en el centro de un grupo compacto de personas, es lo que llamamos la base del
castell, y todos los componentes que la forman son la pinya.
Desde fuera, y con ojos ajenos parece realmente un montón de gente apelotonada sin
ton ni son, desorganizada.
Pero cuando uno se acerca y observa atentamente, ve que cada persona está situada
estratégicamente, que cada uno tiene que desarrollar un trabajo muy concreto, y que
además necesita de un tiempo de aprendizaje y comporta un grado de especialización
técnica.
La pinya tiene tres funciones básicas: contrarrestar el peso y los movimientos o
oscilaciones que bajan del castell para evitar que se desmorone, por otro lado funciona
como una especie de colchón de seguridad en caso de una eventual caída, ya que
impide que los que estaban arriba caigan al suelo directamente y por último una buena
pinya tiene un efecto psicológico considerable sobre los mismos castellers y
especialmente sobre los críos, pues les da confianza y seguridad cuando se esta
construyendo el castell, ya que es impresionante ver tal número de personas
concentradas y pendientes del mínimo movimiento del castell.
Explicar la estructura de la pinya seria muy largo, sólo apuntaremos que está
compuesta por: contraforts, croses, agulles, mans (que se ordenan en: primeras,
segundas, tercera…), laterals (también: primeras, segundas…) vents (igual que las
mans y los laterals), taps, diagonals y hay otras funciones en estructuras específicas.
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En el momento en que se va a levantar la torre humana se van colocando los catellers
ordenadamente siguiendo las instrucciones de un jefe, llamado cap de colla. Así pues
se empiezan situando en su sitio los que serán el eje central de toda la estructura del
castell¸ son los baixos, estos soportan todo el peso del castell, mientras este se monta
y se desmonta. Es por esta razón que los baixos son generalmente miembros
veteranos y experimentados, y con gran capacidad de sufrimiento.
No olvidemos que cuando se levanta una torre compuesta de ocho pisos de altura el
grupo de los baixos deberá soportar un peso aproximado de 350 kg por componente.
Evidentemente una persona sin ayuda alguna no puede aguantar este peso durante
todo el tiempo que puede durar una construcción. Para que esto sea posible es
necesaria la pinya. Comentaremos alguna de las posiciones como ejemplo ilustrativo
de su complejidad.
Cada baix tiene dos personas de crosa (muleta), como su nombre indica trabaja como
muleta humana. Estas personas (frecuentemente mujeres), deben tener una estatura y
corpulencia pequeñas, y ser bastante serenas y sufridas, pues su posición de trabajo
es incómoda y puede dar sensación de ahogo.
En el punto central de la pinya, queda un espacio para que quepan otras personas.
Estos castellers centrales son llamados agulles. Con los brazos en alto impiden que las
rodillas de la persona que esta encima de los hombros de un baix se doblen. Su
situación privilegiada dentro de la pinya (esta justo en el centro), ve cómo se alza la
torre humana desde dentro y oye perfectamente al baix y a la persona que está
encima (segon) se convierte en una especie de coordinador de juego de la pinya. Él
observa la evolución del castell, y por lo tanto puede informar al resto de componentes
de la pinya cómo se desarrolla el trabajo. De esta forma la agulla desarrolla un papel
tranquilizador y de ayuda al resto de catellers, ya que también puede ir indicando las
incidencias y evolución del castell, y simultáneamente hace de intermediario entre las
observaciones que se hacen catellers que no se ven entre ellos.
En este punto es interesante resaltar que estas informaciones que se transmiten
dentro de la pinya nunca tienen que tapar la voz del cap de colla, tienen que ser
serenas, cortas, y referirse únicamente a correcciones solucionables. De nada sirven
manifestaciones de sufrimiento, mensajes confusos, exclamaciones, riñas,
conversaciones, ni nada que obstruya este canal, que debe ser cuidadosamente
administrado.
Las personas que trabajan detrás de los baixos desempeñan distintas tareas, pero
todas tienen un común el trabajar fundamentalmente con brazos y manos, es por esta
razón que el nombre genérico de todo este grupo de gente es equip de mans (equipo
de manos). Ellos son los que directa o indirectamente soportan el primer piso de
personas. De Esta manera desvían parte de la fuerza que desciende desde toda la
estructura, rebajan peso a los baixos. El casteller que trabaja dentro del equip de
mans debe ser alto y fuerte, y cuando más experimentado mejor, pues muchas veces
no todo consiste en ejercer fuerza y presión continuamente y de una forma
indiscriminada, sino que debe trabajar en función de cómo se va alzando el castell.
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De hecho, esta característica, la experiencia, es válida para cualquier posición dentro
de la pinya y del castell, ya que permite reaccionar con más recursos en un caso de
improviso. La técnica o el saber en el mundo de los Castells sólo se aprende por la
práctica y el análisis de la misma. Sólo a fuerza de haber participado en muchas
actuaciones y haber reflexionado sobre lo que se hace y como se responde, el casteller
adquiere la habilidad para; “ser uno con el castell”.
El resto de la pinya está integrada por todo el resto de catellers sin discriminación
alguna, todos tienen lugar en ella, y únicamente la fuerza y la corpulencia de cada
uno indicarán el sitio más adecuado a ocupar. Siguiendo pues un estricto orden de
colocación, los castellers van formando como una especie de colchón humano que va
creciendo a medida que se va colocando gente. Así pues, se van formando líneas
rectas de castellers que dan su fuerza con el pecho y los brazos. Así mismo los
espacios que quedan entre las diferentes líneas se van llenando, de manera
concéntrica, con diferentes castellers que procuran compactar al máximo la pinya sin
dejar ningún espacio.
La canalla es la parte más delicada y compleja de una colla castellera y, seguramente,
la más decisiva para el éxito de los Castells. Son quienes al fin de cuentas tienen el
poder de coronar las estructuras. El hecho que sean precisamente los miembros del
grupo de canalla los que tengas que acabar o completar un castell hace que sobre
ellos recaiga gran parte de la responsabilidad en la consecución de un castell. De
hecho, la frase popular los Castells, los hacen la canalla, resume la importancia que
tienen en el momento de decidir el éxito o fracaso final de un castell. Es curioso ver
que cuando uno de ellos tiene miedo finge no poder subir o no tener bastante fuerza,
la mentalidad del éxito es fundamental en ellos y cuando hay reiteradas indecisiones
son reemplazados inmediatamente.
Cuando una colla castellera pretende alzar un castell de una especial dificultad,
provoca que la canalla está sometida a una presión y una tensión considerable, y es
trabajo de cada agrupación el intentar liberarlos el máximo posible de estas tensiones.
Por esta razón, la canalla de una colla castellera recibe las máximas atenciones por
parte de sus responsables y es frecuente, cuando las cosas no marchan bien, que sean
fuente de preocupación.
Para conseguir esta idea de que todos y cada uno tiene su lugar es fundamental. Es
necesario diluir cualquier protagonismo, el éxito o el fracaso es de todos y a ello no se
llega por mensajes concientes y expresados sino por el proceso de aprendizaje de
haber vivido los Castells, haber ocupado a lo largo de los años diferentes posiciones y
haber contribuido a transmitir este conocimiento a los que van llegado.
3. EL TRABAJO EN EQUIPO
Trabajar en equipo es uno de los fundamentos de la técnica de alzar castells. Todo el
trabajo que un casteller realiza tiene sentido en cuanto lo hace en coordinación con los
demás para conseguir un objetivo común. Veamos algunos ejemplos de nuestra
práctica pues es así como hemos ido aprendiendo.
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Un ejemplo claro de esta concepción del trabajo en equipo la encontramos en el
casteller llamado lateral. Su posición dentro de la pinya es casi detrás del baix y con los
brazos debe llegar y sujetar las piernas de las personas que se alzan en el primer piso
de la torre. Su función pues es la de sujetar el desplazamientos lateral de la persona
alzada, con los brazos al mismo tiempo que las piernas impide que la crosa del baix se
hunda. Evidentemente cada persona alzada tiene dos laterals el de la derecha y el de
la izquierda. Por un lado el lateral descarga una parte de la fuerza que baja desde lo
alto de la torre hasta el primer piso y por el otro debe hacer una fuerza opuesta al
lateral que hay el otro lado, y que sujeta la otra pierna de la persona levantada. Por lo
tanto su trabajo debe ser una fuerza de resistencia que debe estar en equilibrio con la
fuerza que emite el lateral del otro lado y en equilibrio también con los movimientos
que puede tener el castell. Así pues tiene que trabajar coordinado con los movimientos
de la construcción y con lo que hace el otro lateral, y la persona sujetada. Si sólo
trabaja para él y tiene mucha fuerza a primera vista podríamos pensar que es un buen
lateral y la persona del otro lado un mal lateral ya que sufre mucho durante la
ejecución del castell. Pero lo más seguro es que el Cap de pinya le llame la atención
porque no está trabajando en equipo, ya que está más pendiente de hacerlo bien él
que no de que el castell salga bien y cumpla su objetivo.
Lo mismo ocurre con un casteller de los que suben o forman la torre. La
compenetración y ayuda en el trabajo entre los castellers de un mismo piso tiene que
ser constante y en todo momento. Si un casteller se desplaza lateralmente los otros
deben sujetar aunque esta acción le suponga trabajar en una mala posición. Es mejor
trabar repartiendo el sufrimiento del castell que no una parte de éste se venga abajo,
porque evidentemente de nada habrá servido que estuviesen cómodos en su trabajo.
Otro ejemplo se desprende de que las estructuras de la pinya son formas geométricas
con diversos ejes de simetría y un espacio finito. Una reflexión que tiene que hacer
constantemente un casteller es que si está trabajando con más espacio y más
cómodamente de lo que es habitual es probable que en otra parte del castell estén
incómodos, con mucho trabajo y sufriendo.
En relación a la verticalidad, todos los Castells reciben sacudidas (oscilaciones bruscas
del castell), éstas se tramiten de casteller en casteller y la estructura las va
absorbiendo sin que sean motivo de caída si cada casteller se va quedando para él una
parte (la más grande que pueda de éstas) haciendo de amortiguadores, si un casteller
piensa que esto no es su trabajo, pues la sacudida proviene de otra parte y pasa el
movimiento diciendo que ya lo pararán otros, es cuando se dice que “lo pasa todo” y lo
más probable es que no se pueda completar el castell, y es cuando se dice que el
castell no se puede parar, porque las oscilaciones van arriba y abajo y se rompe el
equilibrio. El casteller tiene que saber valorar que muchas veces es mejor parar una
pequeña deformación del castell y trabajar incómodamente para que no vaya a más,
que no contar con las fuerzas individuales, hacer rectificar todo el castell pero
destrozar la estructura que había. En una ocasión, un casteller situado justo detrás de
la persona alzada del primer piso de lo cual él sujetaba las nalgas, tiene mucha fuerza
y poca experiencia, y en un momento en que la persona alzada flaqueaba lanzó un
grito de guerra: ¡dejadme espacio! Con su fuerza, enderezó la torre humana, que
durante unos segundo tubo una forma perfecta, pero que después, evidentemente
cayó sin remedio. En su trabajo individual dejó desubicados a los castellers de su
alrededor y a los del otro lado.
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Actualmente la construcción de torres humanas en Cataluña está pasando por una
época dorada. Las agrupaciones castellers han surgido por doquier y el nivel de
Castells conseguido establece Castells inéditos y objetivos hasta ahora inimaginables.
Esta moda de los Castells ha venido propiciada por las transmisiones por radio, TV y
noticias en la prensa, lo que ha dado de qué hablar a gente que se ha incorporado
recientemente. Un reportero se preguntaba si un día entre las colles castelleres
podríamos ver fichajes como los que se ven entre los equipos de futbol y si se podrán
formar selecciones o una colla castellera de las estrellas que obtuviese los mejores
Castells posibles. Ambas preguntas o suposiciones no fueron más que motivo de
perplejidad entre el mundo de los Castells. Son dos ejemplos claros de hasta qué
punto el trabajo en equipo no es una mera idea teórica sino una condición real e
indispensable. Comentemos este punto: Un casteller es bueno en función de que ha
sabido poner su saber y su destreza al servicio de la colla, en coordinación con el resto
de castellers. Evidentemente puede destacar y ser un buen casteller
independientemente de su colla, pero siempre estará por debajo de lo que era su
propia colla. Ficharlo una colla sería una tontería pues él solo no levantará el castell,
éste depende de muchas personas y el hecho de fichar a uno, por muy bueno que sea,
en la práctica, no influirá en el que ritmo de mejora de la colla. Por otro lado el
desgaste que sufrirían los miembros de la colla al ver que no se confía en su trabajo y
se busca salvadores fuera, primando algo más importante que sus ánimos y
motivación. Destruiría el trabajo en equipo porque se ponen el objetivo, la
individualidad, a partir de ahora si todavía están motivadas trabajarán para sobresalir
ellos, no para que el castillo funcione. El trabajo de una selección de los mejores
castellers levantaría Castells muy por debajo de lo que cada uno levanta en su propia
colla. Por estos motivos tanto los fichajes como un dream team tienen poco sentido, es
más, cuando un casteller pasa de una colla a otra empieza de la forma más anónima
posible sin ningún privilegio, como si empezase de cero hasta ganarse la
compenetración con la colla.
4. LA DIRECCIÓN TÉCNICA
El equipo técnico (llamado también Comisión Técnica o simplemente, de forma
coloquial. La Técnica), son el grupo de castellers que dirigen los Castells, sus miembros
son el cap de colla y los responsables de cada una de las partes de los Castells. Así
pues tenemos el responsable de los chavales (cap de canalla), el responsable de la
estructura de la torres (cap de tronc), el responsable de la pinya (cap de pinya, y en
algunos grupos existe la figura del segundo responsable de alguna de la subdivisiones
técnicas, o de alguna otra función que en aquel momento se crea importante.
La técnica planifica el conjunto de Castells que una colla se propone conseguir,
durante la temporada y para cuándo quiere conseguirlos. Los responsables del equipo
técnico son también los que deciden, en cada actuación, los Castells que se tiene que
hacer, cuándo se tienen que hacer y las posiciones que ocupan los castellers en una
construcción.
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Al frente del equipo técnico hay la figura (esencial en la historia de las collas
castelleres) del cap de colla, el máximo responsable, quien ejecuta las decisiones.
Antiguamente, el cap de colla solía tomar las decisiones él solo, sin el consejo de nadie
más, mientras que en los últimos años se ha impuesto la tendencia de llegar a
acuerdos y tomar las resoluciones de manera conjunta.
Este poder ejecutivo máximo que el cap de colla tiene, es el que determina que la
persona que ocupa este cargo debe reunir una serie de condiciones específicas. Él es el
director técnico, sobre él recae gran parte de la responsabilidad de hacer Castells, de
hecho no es esta una cualidad importante para ocupar el cargo, sólo hace falta que
tenga un conocimiento significativo que le permita evaluar en cada comento el nivel en
el que se encuentra el castell y la colla, globalmente y cada una de sus parte, son el
resto de grupo técnico quienes desarrollan el conocimiento más preciso. El cap de colla
tiene que ser una persona que cuente con una cualidades mucho más difíciles de
encontrar que el saber. De hecho en la cultura casteller se cree que prácticamente uno
nace cap de colla. Es un miembro que surge de la colla y destaca principalmente por
sus cualidades de liderazgo, y capacidad de dirección y de su carisma se ha ganado el
respeto y la autoridad del resto de los componentes de la colla. La colla tiene que
confiar en él y en sus decisiones. Tiene que saber tomar decisiones en el momento
justo, tiene que saber tener una visión global de la colla, captar el clima. Es un
aglutinador y animador nato.
Entre sus responsabilidades recae el coordinar la técnica, escucharla, fijar los objetivos
de la temporada, dirigir el ensayo y la actuación. Cuando el castell se está montando
está solo y en esta soledad tiene que dirigir el ritmo, dar las indicaciones precisas a
cada miembro y al castell, tomar las decisiones en un espacio de tiempo corto, es la
única voz que se oye, en este momento toda la colla tiene que tener una confianza
absoluta en su dirección, si se equivoca es posible que no vaya bien o no se pueda
realiza, pero si no hay esta confianza, entonces seguro que no irá bien.
Las indicaciones deben ser directas, cortas en el tiempo y en positivo, es decir, indicar
lo que hay que hacer, no lo que no se debe hacer y ante todo alentar la construcción.
El cap de colla es elegido para ejercer su cargo durante un período de tiempo
determinado, por la votación de todos los miembros de la colla reunidos en asamblea.
Él, como director técnico que es, acostumbra a escoger un buen equipo de
colaboradores, la mayoría de los cuales, personas de su absoluta confianza.
Los restantes miembros del equipo técnico dirigen cada uno una parte del castillo no a
un grupo de castellers sino una función pues un mismo casteller puede que en una
construcción esté en el tronco y en otra en la pinya. Su trabajo se ve principalmente en
los ensayos, conocen cada uno de los castellers, sus características, puntos fuertes y
débiles.
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Cada uno en función de la parte del castillo de la que es responsable organiza el
trabajo de diferente forma. El mayor número de castellers está en la pinya, el
responsable de esta tiene la mayor carga de trabajo en la estructura y distribución
equilibrada de las personas. Debe recordar el nombre y las características de 300 o
más castellers, saber si han venido al ensayo o actuación y decidir el lugar que ocupará
cada uno. El cap de tronc centra su trabajo en un número más reducido que escoge
para cada castell, con ellos trabajar la técnica, pulir defectos y seguir su evolución. El
cap de canalla es el único que tiene asignada su responsabilidad con un grupo de
castellers concreto, los más pequeños. Del minucioso proceso de aprendizaje saldrán
los que coronarán los Castells, es un trabajo laborioso y constante para tener
preparados física y psíquicamente a unos pocos de entre todos los que ensayan. Para
realizar su trabajo cada técnico dispone muchas veces de una comisión que facilita el
trabajo organizativo.
Si quisiéramos dibujar un organigrama de su funcionamiento sería el siguiente:
Realmente no tendría ningún sentido ya que la responsabilidad no es sobre personas
sino sobre resultados. Probablemente un posible organigrama (no lo he visto nunca
esquematizado) podría ser el que reflejara la responsabilidad, no las personas
asignadas.
Un aspecto interesante y poco conocido del funcionamiento de una colla castellera, son
las reuniones que sus responsables hacen de forma periódica. En ellas se discute la
ubicación de los castellers, se decide el programa de Castells para las actuaciones
próximas, se valora y corrige, si hace falta, la marcha de la temporada, se plantean
estrategias de actuación, se investiga y se hacen propuestas sobre la manera de
montar los Castells, se hacen croquis, se ven vídeos… En definitiva es un trabajo de
análisis, balance y previsión de todos los aspectos técnicos de la colla.
En este análisis hay tres aspectos importantes a considerar: uno es evitar la tendencia
a buscar la culpa, porque si cae un castell la culpa es de toda la colla, y la técnica
puede analizar por donde se ha roto o desmoronado, los factores principales que han
confluido, que siempre, y sin excepción son muchos, pero siempre prevalece que la
compenetración necesaria ha sido insuficiente. Una rectificación o evaluación simplista
de la causas pueden llevar muchos problemas, cayendo la técnica en una espiral de
desaciertos y decisiones contradictorias. Evidentemente la valoración exhaustiva no se
hace pública a al colla sino que se devuelve siempre una valoración global que implica
a todos, nunca personalizado ya que esto rompería el espíritu de equipo.
Otro aspecto es la valoración del riesgo que se va ha correr. Todo logro implica un
riesgo asumible. El no arriesgarse producirá un estancamiento que acabará tarde o
temprano con la disolución de la colla, los debates sobre las probabilidades y
consecuencias son extensos. La seguridad en los últimos ensayos antes de una
actuación y la intuición de que ha llegado el momento son decisivas. Es necesario jugar
con la impredictibilidad, la crítica o todo lo pasado se considera fácil y de mal gusto.
El tercero hace referencia a las decisiones a tomar por la técnica es relación a la
función o el lugar de cada casteller. Estas son inapelables y si se producen deserciones
deberán asumirse como un riesgo más para la consecución del objetivo. La falta de
autoridad que se puede vivir con satisfacción y camaradería a corto plazo, se vuelve en
contra a medio plazo impidiendo la toma de decisiones.
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5. SOBRE EL PROCESO DE PLANIFICACIÓN Y FORMACIÓN
La actividad de una colla castellera es cíclica con períodos anuales y con años de auge
y de crisis. Un año cualquiera se divide en una fase de pretemporada y la temporada
propiamente dicha que puede tener diferentes fases en función de las actuaciones más
importantes que tendrá la colla, es decir, los diferentes momentos en los que deber
rendir al cien por cien de sus posibilidades.
Se parte de la idea de que no puede haber un rendimiento total sostenido
continuamente, son necesarios momentos de regeneración de recursos y
reestructuración que posibiliten un avance posterior. Esto se lleva a cabo en la
pretemporada que es cuando la colla no tiene las grandes actuaciones. Se prueban
nuevos castellers¸ se cambian funciones y posiciones, se revisan estructuras, se
perfecciona la técnica individual. Es un momento da la evaluación de los recursos,
probar innovaciones y planificar.
De este trabajo surgirán los objetivos a conseguir durante la temporada y las
estrategias a seguir para los retos y logros más importantes coincidan con las
actuaciones comprometidas.
Sería largo reseñar todos los aspectos de la planificación pero un dato ilustrativo es
que la canalla (los más pequeños) son sólo aprovechables en su posición durante unas
pocas temporadas ya que crecen, y esto obliga a unos procesos de regeneración y
replanteamientos en función de los recursos que vayan surgiendo. Otro aspecto a
tener en cuenta es que siempre deben haber retos explícitos en la colla por muy mala
situación en la que se esté o estancamiento que haya se tiene que buscar y formular
nuevos retos. A principios de este año se daba una situación de contar con pocos
castellers por lo que preveía una dificultad en conseguir castillos de más pisos (8 pisos,
4 castellers en cada piso), por lo que se promocionaron dos ideas para conseguir
realizar los castillos (7 pisos) con la mínima base posible y avanzar en estructuras
diferentes (6 pisos con 3 castellers en cada piso y levantado por debajo), ambos
comportan nuevos retos.
Teniendo en cuenta estos factores podemos deducir que se dan diferentes épocas, en
unas la colla consigue avanzar en sus logros y en otras hay un estancamiento aparente
donde se avanza en aspectos técnicos y en experiencia no tan visibles. Cuando la colla
está en la posición de lograr un hito este no se debe posponer pues es un freno
desalentador para el equipo y es imprescindible afrontarlo pues no se sabe si volverá o
cuándo se volverá a estar en esa situación.
En una actuación pueden participar una colla (la local o anfritiona), dos o, lo más
frecuente 3, aunque también más, las collas intentarán montar y desmontar, sus
castells según los objetivos del programa que se han marcado antes de entrar en la
plaza. En este sentido, para entender la esencia de los Castells es básico tener en
cuenta que el éxito o el fracaso de una actuación se valora por cada colla por separado
y en función del grado de cumplimiento de los objetivos que se habían propuesto. Así
pues, a diferencia de otras actividades, en los Castells no hay competición propiamente
dicha con ganadores y perdedores en sentido relativo. Pero si es ganador aquel que ha
conseguido los objetivos que se había propuesto y perdedor aquel que ha hecho una
actuación por debajo de su nivel teórico.
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En el mundo casteller se habla de rivalidad para referirse a un sentimiento ambiguo
hacia otras collas es una mezcla de simpatía, admiración, solidaridad, envidia,
arrogancia y presunción.
Lo que si que se tiene claro es que para mejorar es necesario querer auto superarse y
tener otras collas que estén al mismo nivel y muestran sus acierto. La proliferación de
collas ha sido un elemento importante para impulsar a las antiguas en busca de
mayores objetivos. Cuando hay diferencias importantes de nivel las collas acostumbran
a ayudarse.
6. UNA “COLLA” CONSOLIDADA
Una colla no se estructura de la noche a la mañana, sigue un proceso complejo de
formación y desarrollo donde la compenetración, el aprendizaje, la experiencia y la
solera van configurando un estilo de trabajo y organiza la colla de forma poco o nada
estructurada va creando dispositivos de cohesión y maduración como grupo,
transmisión oral del saber histórico casteller, publicación de una revista interna,
arengas del cap de colla. Castellers más experimentados acompañan a los más nuevos,
transmiten su experiencia, matizan las opiniones. No todo el mundo piensa igual y es
bueno que así sea, ni tampoco todo son rosas y el “saber” o “la forma de hacer” de
casteller no es algo que se adquiera por iluminación. Poco a poco las vivencias van
configurando un sentido común el que las teorías y este mismo artículo no tienen
mucho sentido.
Una frase propia del saber casteller dice que cuando quien fue la anxaneta (el niño o
niña que sube a lo más alto y corona el castillo) está en la pinya, la colla se ha
consolidado. Desde eses protagonismo efímero al anonimato compartido ha pasado
por todas las posiciones a medida que ha ido creciendo a partir de aquí sin ningún
papel especial recibirá seguramente en brazos la nueva anxaneta cuando baje del
castillo y le dirá cuatro palabras justas, sencillas y cargadas de intención.
Cuando empezaron a formarse las nuevas collas castelleres eran impulsadas por
personas procedentes de collas castelleres tradicionales. Pero no era un reducto
nostálgico: rápidamente adquirió un sentido insospechado. Gente de la más diversa
procedencia cultural se sentía atraída por el mundo casteller. Los principios
fundamentales que son: fuerza, equilibrio, valor y seny son un nexo capaz de unir a
todos. Pero existe algo más. Cuando uno pide a un casteller, sea de la colla que sea,
siempre le parece que esconde un misterio. ¿Qué es aquello que engancha tanto? Es
difícil que nadie lo puede describir con precisión: suelen de hacer pinya en el sentido
más amplio. Pero siempre hay la sospecha que no lo explican todo… Porque el
entusiasmo de alzar y de ver cómo se alza un castell, o aquel nudo en la garganta
cuando se desmonta un castell con éxito, sólo se pude explicar relacionándose con
sentimientos y necesidades vitales en todas las personas: el pertenecer y crear.
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Las “colles castelleres”
COMENTARIOS AL ARTÍCULO: LAS “COLLES CASTELLERES”, UNA ORGANIZACIÓN FRUTO DE LA
EXPERIENCIA Y EL SENTIDO COMÚN
CARLES MENDIETA
No fue difícil convencerme para que colaborara en un artículo como este. Hace años
tuve la oportunidad y la suerte de ser un componente más de una colla castellera y,
como bien nos señala Martí Rovira al final de su artículo, el entusiasmo, el sentido de
pertenencia, de ser parte de algo mucho más importante que las personas
considerados individualmente, es un sentimiento y una necesidad vital que no se
puede olvidar con el paso del tiempo. Y, sin embargo, me resulta especialmente
complicado hacer una reseña global de todo el artículo. Posiblemente por eso mismo,
por el hecho de tener más realidades emocionales que racionales de ser más vivido
que reflexionado, de ser una experiencia que ya es parte de uno mismo y del que
resulta imposible mostrarse imparcial y ecuánime. Note el lector este entusiasmo que
asumo y no trato de esconder.
Sin embargo, esta misma reflexión me lleva a preguntarme el porque es así ¿Por qué
las personas nos apuntamos a un grupo donde los principales valores son el esfuerzo,
el sufrimiento anónimo, individual y colectivo, y el éxito efímero, entre estos? Sospecho
que la primer respuesta es porque precisamente el sufrimiento es anónimo y el éxito
efímero, porque la culminación del esfuerzo está en el más inocente de todos, el niño
que corona el castell, porque uno no solo participa, sino que es y se siente parte de,
porque los objetivos son muy claros, conocidos y deseados por todos sin que
beneficien a nadie en particular, porque es imposible levantar una torre si no estamos
todos en sintonía física pero también psíquica, porque, en definitiva, el contacto
humano, el sentirse integrado y necesario, pero no imprescindible, es una droga muy
agradable de la que es muy complicado desengancharse.
Pero ¿cómo se consigue esta sintonía? Y quizás más importante ¿cómo se mantiene?
Martí Rovira nos da parte de las claves, claves que, posiblemente, todos conocemos,
pero que una colla casteller, además, cumple. Y por si fuera poco, la anuncia como
“Una organización fruto de la experiencia y el sentido común”, título que, a mí
personalmente, me sitúa en una posición de profundo respeto y humildad profesional.
Experiencia, sentido común y añadiría, valentía para ponerlo en práctica.
Para poder comentar el texto he preferido perder la visión global de vista y centrarme
en algunas de las frases que aparecen. He escogido sólo algunas por exigencias del
espacio por lo que le invito a reflexionar sobre otras a las que he tenido que renunciar.
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Las “colles castelleres”
Todos tienen su lugar
“En una colla castellera se reúne gente muy diferente (…) de hecho es precisamente
esta diversidad la que permite realizar las construcciones, es la complementariedad
entre las diferentes características lo que da vida en un sentido dinámico y lo que
permite (…) construir un proyecto común”.
Cuántas veces no hemos hablado de la gestión de las diferencias, de la necesidad de
gestionar grupos heterogéneos, de la importancia de la complementariedad de los
perfiles personales dentro de los equipos. Sin embargo, qué difícil es tratar con
personas diferentes a nosotros mismos, gestionar los conflictos que se generan
provocados por las diferencias de estilos personales ¿Dónde está la clave en los
castellers? En algo tan simple y conocido como el compartir un proyecto común y en
otras diferencias que, a pesar de ser todas conocidas, raras veces se dan a un mismo
tiempo.
El texto sigue afirmando que cualquier persona es válida, todos tienen su lugar, la
cuestión estriba en saber evaluar el potencial de cada uno y encontrarle su puesto.
Obsérvese que no se buscan candidatos para puestos definidos, sino que se buscan
puestos para personas identificadas. La persona es más importante que el puesto que
ocupa y su puesto existe directamente en función de los demás, nunca de si mismos o
del cap de colla. Ahí la cuestión ya se complica un poco más.
“La pinya”
“Desde fuera (…) parece un montón de gente apelotonada (…) pero cuando uno se
acerca (…) observa que cada persona esta ubicada estratégicamente”… una buena
pinya tiene un importante efecto psicológico sobre los mismos castellers”
“El resto de la pinya (…) todos tienen su lugar y únicamente la fuerza y la corpulencia
de cada uno indicarán el sitio más adecuado a ocupar”.
La imagen de la base de una torre humana es de un caos aparente. Los mismos
castellers lo expresan, sin embargo, es fruto de largos periodos de análisis y
aprendizaje. Si consideramos que la gran mayoría de castellers se encuentran en la
base, ocultos a los ojos de todos, que para poder cubrir su función deben superar
periodos de aprendizaje y entrenamiento y que para el colmo todo parece improvisado
y caótico, nos encontramos con el paradigma del trabajo anónimo. Además, cuando
uno esta en la pinya es consciente no sólo de su sufrimiento sino del valor de su propia
posición, valor que queda diluido en la gran masa de personas que están. En una
actuación nadie destaca, ni siquiera el cap de colla… o quizás si, todos los ojos se
centran en él más chico, en el niño que escala.
Pero además, la pinya ofrece un efecto psicológico muy importante, no solo para los
que suben sino para los que están abajo también. Uno debe sentirse parte pero al
mismo tiempo sentirse arropado por los demás y cuantos más sean más arropado se
siente.
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Las “colles castelleres”
Finalmente: Nadie dice donde tiene que colocarse el resto de la pinya. Todo el mundo
sabe cual debe ser su lugar en función de sus propias características. Además, seguro
que sería absolutamente contraproducente que el cap de colla colocara personas por
persona: primero, sería un trabajo ingente e inútil, segundo la gente se sentiría
estúpida ¿No tiene cada uno suficiente sentido común para saber lo que hay que hacer
o lo que puede hacer?, entonces ¿por qué hay que decirlo constantemente? Seguro
que la respuesta no será nunca por incapacidad personal porque, incluso para ese
caso, existen los compañeros de grupo que ubicarán correctamente a la persona.
“(las) informaciones que se transmiten dentro de la pinya nunca tienen que tapar la
voz del cap de colla, tienen que ser serenas, cortas y referirse, únicamente, a
correcciones solucionables. De nada sirven manifestaciones de sufrimiento, mensajes
confusos, exclamaciones, riñas, conversaciones, ni nada que obstruya este canal que
debe ser cuidadosamente administrado.
Sin duda este párrafo podría incluirse en cualquier manual de gestión. Que claro está,
que obvio parece y que complicado resulta ponerlo en práctica. Sin embargo, cuando
el proyecto común no es tan común o es difuso, es muy fácil que la información tenga
más de protección personal que grupal.
El trabajo en equipo
“Conseguir transmitir la idea de que todos y cada cual
tiene su lugar es
fundamental a una colla castellera. Es necesario diluir cualquier protagonismo. El éxito
o el fracaso es de todos y nuestra experiencia demuestra que no se puede transmitir
este mensaje a través de palabras (…)”.
“Una reflexión que se debe hacer constantemente a un casteller es que si está
trabajando con más espacio y más cómodamente de lo que es habitual es muy
probable que a otra parte del castell estén incómodos, sufriendo y con exceso de
trabajo”
“(…) tanto los fichajes como lo “dream team” tienen poco sentido”.
El trabajo en equipo es algo que no se puede transmitir con palabras. Hay que vivirlo,
nos dicen. Y además hay que vivirlo con intensidad ¿Conoce usted alguna empresa que
no esté interesada en el trabajo en equipo? ¿Conoce a algún directivo que no opine y
diga abiertamente que lo más importante es el equipo? Todos estamos de acuerdo
sobre la necesidad de disponer de equipos. Pero no siempre nos sale bien, y caer en
errores y contradicciones entre lo que se dice y lo que se práctica es terriblemente
fácil. Sin embargo, solo se llega al trabajo en equipo por la acción coherente y
continuada, nunca por el discurso. Sólo se llega al trabajo en equipo cuando cada
persona está más preocupada por el otro que por si misma, cuando asume que si está
demasiado cómoda es porque otro está sufriendo demasiado. Realmente, llegar a un
auténtico trabajo en equipo no es fácil y todavía queda lejos para la mayoría de las
organizaciones.
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Las “colles castelleres”
La dirección técnica
“(El Cap de colla) destaca principalmente por sus cualidades de liderazgo, su capacidad
de dirección y su carisma que le ha permitido ganarse el respeto y la autoridad del
resto de los componentes de la colla (…) es un aglutinador y animador nato”
“Sin embargo, cuando el castell se está montando el cap de colla está solo y en esta
soledad tiene que dirigir el ritmo, dar las indicaciones precisas (…) tomar decisiones en
un espacio de tiempo muy corto”.
“Sus indicaciones deben ser directas, cortas en ele tiempo y en positivo, mostrando lo
que hay que hacer, no lo que no se debe y ante todo alentar la construcción”.
“(Se hace) una valoración global (…), nunca personalizada. Esto rompería el espíritu de
equipo.
Resulta complicado buscar líderes de equipos con estas características. Y posiblemente
porque estamos jugando con varios modelos en un mismo tiempo, modelos que son en
si mismos considerablemente incompatible. Esto es: por un lado mantenemos
posiciones jerárquicas bien definidas, con escalas salariales y estatus sociales bien
diferenciados, después pretendemos que los “más válidos” ocupen estos puestos y
sean respetados por los demás de manera natural.
En el mundo de los Castells todo el mundo es igual (nadie cobra por actuar, nadie
destaca, nadie gana más prestigio) en estas condiciones si es posible conseguir el
respeto y apoyo del equipo, porque realmente el cap de colla se converte en un
primus inter pares, pero por encima de todo entre iguales.
Esta situación también le lleva a comunicarse siempre en positivo, las personas están
ahí porque quieren, nadie las obliga a continuar en la colla. En esta situación el
principal papel del líder es aglutinar y animar, en definitiva conseguir que todos
colaboren gustosos.
Y, finalmente, ¿cuántas de las empresas que dicen potenciar el trabajo en equipo
utilizan sistemas de evaluación individual? Seguro que conocen algunas ¿Cómo es
posible que tan a menudo nos saltemos una norma tan clara del sentido común? La
evaluación exclusivamente individual rompe cualquier sentido del equipo por definición.
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Actuacions i indicadors de la DGAC
El proceso de planificación, formación y consolidación.
“Los castellers necesitan saber cual va a ser el grado de exigencia, de autoexigencia
realmente, para poder graduar su esfuerzo”. “Un colla no se estructura de la noche a
la mañana, sigue un proceso complejo de formación y desarrollo donde la
compenetración, el aprendizaje, la experiencia y la solera van configurando un estilo
de trabajo y organización propio”. “…cuando quien fue anxaneta esta en la pinya la
colla se ha consolidado”
Crear una cultura organizativa lleva años de práctica y eso lo saben bien los castellers.
Si hoy día se ha llegado al nivel de complejidad de levantar hasta torres de nueve pisos
no ha sido por un proceso de entrenamiento de gimnasio, ni de la tecnología, ni de las
nuevas prácticas de gestión. Se ha conseguido gracias a ese “saber hacer casteller”,
ese saber que se transmite de formal oral, que se vive a través de las generaciones,
que se aprende de muy pequeño a través de sensaciones en el estómago, que se
elabora y racionaliza en la edad y que se transmite a través de los sentimientos con el
paso de los años. Este aprendizaje, esa cultura organizativa, esa manera de hacer las
cosas es la clave del éxito de una colla castellera.
Redescubrir lo que ya sabemos siempre es refrescante, redescubrirlo a través de la
experiencia ajena da confianza, pero si además se redescubre a través de la tradición,
de lo que tenemos delante nuestro es nuestra cultura, es al mismo tiempo alentador y
preocupante. Alentador porque esta ahí en nosotros mismos, preocupante por nuestra
tendencia a buscar fuera lo que tenemos dentro, por la falta de reflexión sobre lo
cercano, por las posibilidades que estamos perdiendo no aprovechando todo ese
caudal de conocimiento acumulado con los años.
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