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1.­Mandó enseguida (el conde don Julián) una embajada a Muza, conferenció con él, le entregó las ciudades que estaban bajo su mando en virtud de un pacto que concertó con condiciones seguras para sí y sus compañeros, y habiéndole hecho una descripción de España, le estimuló a que procurase conquistarla. Envió, pues a uno de sus libertos, llamado Tarif, con 400 hombres, entre ellos 100 de caballería, el cual pasó en cuatro barcos, y arribó a una isla llamada isla de Andaluz que era arsenal (de los cristianos) y puente donde zarpaban sus embarcaciones. Por haber desembarcado allí tomó el nombre de isla de Tarif. Esperó que se le entregasen todos sus compañeros, y después se dirigió contra Algeciras; hizo muchos cautivos, tanto como ni Muza ni sus compañeros habían visto nunca, recogió muchos despojos y regresó sano y salvo. Cuando los musulmanes vieron esto desearon pronto pasar allí y Muza nombró a un liberto suyo jefe de la vanguardia, el llamado Tarik ben Ziyad, persa de Hamadan, para que fuese a España con 7.000 muslines en su mayor parte berberiscos y libertos, pues había poquísimos árabes. Pasó el año 92 en los cuatro barcos mencionados, los únicos que tenían, los cuales fueron y vinieron con la infantería y la caballería, que se iba reuniendo en un monte situado junto al mar, hasta que estuvo completo todo el ejército. Al saber el rey de España la correría de Tarik, consideró el asunto como cosa grave. Estabá ausente de la corte, combatiendo en Pamplona, y desde allí se dirigió al sur, cuando ya Tarik había entrado. Se acercó Rodrigo con la flor de la nobleza española, los hijos de sus reyes, quienes al ver el número y disposición de los musulmanes se dijeron unos a los otros " ... aquella gente no pretende establecerse en nuestro país, lo único que desean es ganar botín; conseguido ésto se marcharán y nos dejarán. Emprendamos la fuga en el momento de la pelea y el hijo de mala mujer será derrotado". En esto quedaron convenidos. Rodrigo había dado el mando del ala derecha de su ejército a Sisberto, y el de la izquierdo a Abba, hijos de su antecesor y cabezas de la conspiración indicada. Encontráronse Rodrigo y Tarik, que había permanecido en Algeciras, en un lugar llamado 'El Lago", y. pelearon encarnizadamente; pero las alas derecha e izquierda huyeron, y aunque el centro resistió un tanto, al cabo Rodrigo también fue derrotado y los musulmanes hicieron una gran matanza en los enemigos ( Ajbar Machmua: Crónica Anónima, del siglo XI, edi. y estudio de E. Lafuente y Alcántara. Madrid, 1867). 2.­ La ocupación del espacio por parte de los musulmanes y descripción del tesoro hallado en Toledo. Luego Musa marchó a través del país, no haciendo otra cosa en su camino que conquistar ciudades y pueblos a diestro y siniestro, hasta que llegó a la ciudad de los reyes, Toledo, donde encontró un palacio llamado "“la mansión de los monarcas"” denominado así por la circunstancia de haber hallado allí 24 diademas de oro, una por cada uno de los reyes que había reinado en España. Cada diadema tenía una inscripción que decía el nombre del rey al cual había pertenecido, el número de hijas que había dejado, el día de su nacimiento, el de su subida al trono y el de la muerte, porque había la costumbre entre los
soberanos godos de Hispania, que la diadema usada por cada uno de ellos durante la vida debiera, después de muerto, ser depositada en aquella mansión. Además de estos tesoros encontró Musa, en el mismo palacio, una mesa en la que estaba el nombre de Salomón, hijo de David, y otra mesa de ágata. Cuando Musa vio estos objetos los puso inmediatamente bajo la custodia de persona de confianza elegida por él, y los ocultó a los ojos de los suyos, pues era tal el valor de éstos y otros preciosos objetos encontrados al tiempo de la invasión de Hispania por los musulmanes que no hubo un solo hombre e el ejército que pudiera ni aún aproximadamente, apreciar su valor, así respecto a la plata, el oro, sedas, brocados y otros artículos de vestir o muebles, ningún hombre por hábil que fuera pudo llegar a calcularlos. 3.­.­En el nombre de Allah clemente y misericordioso. Escrito dirigido por Abd al­ Aziz ibn Musa ben Nussayr a Tudmir inb Abdush. Este último obtiene la paz y recibe el compromiso, bajo la garantía de Allah y su profeta, de que no será alterada su situación ni la de los suyos; de que sus derechos de soberanía no le serán discutidos; de que sus súbditos no serán asesinados, ni reducidos a cautividad, ni separados de sus mujeres e hijos, de que no serán estorbados en el ejercicio de su religión; y de que sus iglesias no serán incendiadas ni despojadas de los objetos de culto que en ellas existen; todo ellos mientras cumplas las cargas que les imponemos. Le es concedida la paz mediante estas condiciones que regirán en las siete ciudades siguientes: Orihuela, Baltana, Alicante, Mula, Elche, Lorca, e lyyith. Además no deberá dar asilo a nadie que huya de nosotros, o que sea nuestro enemigo, ni hacer daño a quien goce de nuestra amnistía; ni mantener ocultas las noticias relativas a los enemigos que lleguen a. su conocimiento. Él y sus súbditos deberán paga al año un tributo personal consistente en un dinar en metálico, cuatro almudes de trigo y cuatro de cebaba,. cuatro medidas de mosto, cuatro de vinagre, dos de miel y dos de aceite. Esta tasa quedará reducida a la unidad para los esclavos. Lo cual firmaron como testigos Uthman ben Abi Abda al Quraixí y Habib ben al­Fahrí y Ábd Aliah ben Maisara al Fahtimí y Abul­Qasim al­Udhailí. Escrito a cuatro de rachab del año 94 de la héjira (Al­Dabbi: Bugyat al­multamis fi ta rif ahl al­Andalus). 4­“Aconteció, en tanto, que los berberiscos españoles, al saber el triunfo que los de Africa habían alcanzado contra los árabes y demás súbditos del Califa, se sublevaron en las comarcas de España, y mataron y ahuyentaron a los árabes de Galicia, Astorga y las ciudades situadas allende de las gargantas (de Guadarrama) ... todos los árabes de los extremos norte de la Península fueron impelidos hacia el centro, a excepción de los que habitaban en Zaragoza y sus distritos, porque eran allí más numerosos que los berberiscos, y no podían éstos acometerlos. Derrotaron a los cuerpos de ejército que Abd­al­Malik mandó contra ellos y mataron a los árabes en varias comarcas, visto lo cual, temiendo que le sucediese lo que había acontecido a los de Tánger, y con noticias de los aprestos que se hacían contra él, no halló el walí medio mejor que solicitar ayuda de los siríacos. Envíoles barcos en que se trasladasen a España por pelotones, les remitió víveres y mantenimientos, y púsoles por condición que le entregasen personajes de los
más importantes de cada división, para tenerlos como rehenes en la isla, y que, terminada la guerra los trasladaría de nuevo a Ifriqiya a punto donde no fuesen inquietados por los berberiscos... (Abjar Machmua, S. XI). 5.­ El motín del arrabal de Córdoba En el año 198 (813­14) aconteció el suceso de los arrabales de Córdoba, a que dio motivo la excesiva afición de Alháquem a la bebida, a los placeres y pasatiempos de la caza y otros semejantes. Ya dejamos referido antes lo que había hecho Alháquem con los cordobeses, cuando quisieron destituirle, e indicamos los que de aquéllos había crucificado. Desde entonces se acrecentó el odio que le tenían los habitantes de la ciudad, los cuales comenzaron a insultar y molestar a sus tropas y llegaron hasta gritar a él mismo, a la hora de la llamada del muezin a la oración: '¡Oh borracho! ­,A la oración!". Palabras que algunos de ellos se atrevieron a decirle en su propia cara, siendo aplaudidos por la multitud. En este estado de cosas dióse prisa Alháquem en mejorar la fortificación de Córdoba, reparando sus murallas y ahondando la cavídad de sus fosos, acuarteló la caballería junto a la puerta de su alcázar, aumentó la guardia de sus siervos y estableció un cuerpo de tropas para que no abandonasen las puertas del alcázar con las armas. Todo ello aumentó el disgusto de los cordobeses, los cuales adquirían el convencimiento de que Alháquem obraba de aquella suerte con intento de tornar venganza de ellos. Después les impuso Alháquem el diezmo de los víveres en cada año por pura avaricia, lo cual detestaron. Todavía después de esto redujo Alháquem a prisión a una banda de principales ciudadanos de los más insolentes y ordenó que fuesen muertos y fueron, en efecto, crucificados. Con esto se encendió más la ira de la gente de los arrabales. Se unió a esto que un siervo de la guardia del emir entregó un sable a un acicalador a fin de que lo bruñese. Más el acicalador melló el sable y, tomándolo el siervo, no cesó de herir con el al acicalador, hasta que lo dejó muerto. Y este hecho ocurría el mes de Ramadín (mayo) del año mencionado. Los primeros que sacaron las armas fueron los habitantes del arrabal del mediodía. Con ellos hicieron causa inmediatamente los de todos los. arrabales.’ También se congregaron las tropas de la guarnición, los omeyas y los siervos en el alcázar. Alháquem mandó retirar los caballos y armas y organizó a sus defensores en escuadrones. Sobrevino el choque entre los dos bandos, llevaron a mejor parte sobre aquellos los habitantes del arrabal y rodearon el alcázar. En esta situación descendió Alháquem desde lo más alto del alcázar, se revistió con sus armas, excitó a sus hombres al combate y se peleó con gran violencia. Entonces ordenó el emir a su primo que abriese un portillo en una muralla, por el cual salió aquel con un contingente de tropas y viniendo a las espaldas de los habitantes del arrabal, sin que se apercibiesen de él, prendió fuego en sus viviendas. Con esto se declararon aquellos en fuga, fueron muertos atrozmente muchos y apresados cuantos se encontraban en las viviendas y adarves. Alháquem condenó a muerte a trescientos de los principales prisioneros que fueron crucificados cabeza abajo. Tres días duraron el pillaje, la matanza y el incendio de los arrabales de Córdoba .... (En ­Nugurari: Historia de los musulmanes de España y Africa. Edición de M. Gaspar y Remiro.
Granada, 1917). 6.­El soberano de Córdoba Abd al­Rahman III toma el título califal En este año ordenó Al­Nasir li din Allah que se le llamase en las cartas a él dirigidas y se le invocase en los púlpitos con el título de Príncipe de los Creyentes, por cuanto era digno de esta dominación, que en realidad era sólo suya, y en cualquier otro plagiada y postiza. Vistióse, pues, dicho título en este momento como túnica adecuada a su dignidad y como herencia . En este sentido, el sábado día 2 de du­l­hiyya de este año ( 17 de enero 929), fueron despachadas cartas suyas dirigidas a los ummal de sus diferentes provincias, conforme a una redacción única. 7.­Crónica Silense "...Conociendo el bárbaro (Almanzor) estas discordias, vadeó el río Duero, frontera entonces entre cristianos y bárbaros. Daban apoyo al bárbaro en esta expedición algunos mercenarios cristianos a los que pagaba con largueza y también por su justicia al juzgar, según escuchamos en relatos paternales, pues (si era justo) se inclinaba a los cristianos. Así, si en los campamentos invernales si se producía plante o sedición, para ponerle fin no dudaba en castigar al bárbaro aún antes que al cristiano. Arrasando a hiero y fuego cuanto se le oponía en la provincia invadida, llegó con audacia a sentar su campamento en la ribera del río Esla para abatir la urbe de León. Comprendía que todo podría hacerlo en el futuro sí llegaba a tomar la regia ciudad de los leoneses. Lo que oído, el niño Ramiro, a quien su madre la reina Teresa tierno aún (guardaba) en León, sale armado contra el enemigo con algunos condes; y trabado combate, hasta sus tiendas los abatió, con ingente matanza. Pero el bárbaro, cuando observa que los suyos se presentan en cobarde fuga, indignado saltó de su solio, pues cuéntase que Almanzor hacía ostensible a sus soldados esta señal de afrenta mientras peleasen mal: sentarse con afrenta en el suelo, quitado el casco de oro con que habitualmente cubría su cabeza. A quien viendo rapado los soldados bárbaros, animándose unos a otros, rodean a los nuestros por do quiera con gran alarido, y trocada la vez, ellos, empujando por la espalda, hubiesen hecho irrupción mezclados a través de las puertas de la ciudad, sí una ingente lluvia con torbellino no hubiese dirimido la contienda. El bárbaro, deshecho su plan por este año con la inminencia del invierno, se recogió a su patria. Pero en lo sucesivo y durante doce años, la venganza de Dios permitió que (Almanzor) atacase los confines cristianos, tomase León, arruinase la iglesia de Santiago y la de los Santos Mártires Facundo y Primitivo, como ya queda dicho. (Destruyo) también otros (templos), lo que sería extenso de relatar. Lleno de audacia, profanó hasta lo más sagrado, domino todo el reino e hizo que le rindiera tributos. Durante esta tempestad, el culto de Dios desapareció en España, los cristianos perdieron sus glorias y las riquezas de sus iglesias fueron fundidas.
Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medínaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos. La nación goda, a la que Dios había librado de tanta opresión fue recobrando poco a poco sus fuerzas. (M. GÓMEZ MORENO, Introducción a la Historia Sítense, Madrid, 1921, CXI). 8.­LINAJE DE ALMANZOR, SEGÚN IBN JALDUN: ... Muhammad b. Abí 'Ámir le usurpó a Hisam su lugar debido a su minoría de ad, gobernó despóticamente, engañó a la gente del Estado y mató a todo el que se interpuso en su camino. Era yemení de la tribu de Ma'afir, se llamaba Muhammad b. 'Abd Allah al­ Ma afiri. Su antepasado Abd al­ Malik llegó con Tariq y era importante en su pueblo y dejó huella en la conquista, así que al­ Hakam le (se refiere a Almanzor) encargó de su hijo Hisam, tal y como hemos mencionando. (Cit. por C. DE LA PUENTE, La caracterización de Almanzor: entre la epopeya y la historia, Biografías y géneros biográficos en el occidente islámico. Estudios onomástíco­biográficos de Al­Andalus, 8 (1997), pp. 367­401, p. 384). 9.­LAS ALGAZÚAS DE ALMANZOR SEGÚN EL DIKR BILAD AL­ANDALUS. "...Fueron cincuenta y seis y en ninguna de ellas fue derrotado, quedó en todas vencedor, triunfador y victorioso (mansúr), haciendo honor a su nombre ... Durante toda su vida al­Mansúr b. Aby Amir no dejó nunca de atacar a los cristianos, asolar su país y saquear sus bienes, tanto los adquiridos como los heredados, hasta el punto de que llegaron a temerle como a la muerte y se tuvieron que contentar con las cosas más viles para su religión. Combatiendo contra ellos llevó a cabo hazañas memorables y batallas gloriosas. Una de sus admirables poesías y sobresalientes composiciones es ésta, en la que se vanagloria: Me lancé al espanto de todos los peligros y me arriesgué, pues el noble y libre ha de ser osado. No tengo más compañeros que un corazón valeroso, una afilada lanza y una cortante espada. Tengo por costumbre recompensar espléndidamente a quien algo me demanda, sin excusa que lo impida. yo guío los ejércitos a la guerra, aunque salgan a su encuentro leones acechantes. Yo mismo enseñoreé a los más egregios señores y porfié hasta no encontrar con quien rivalizar. Su primera algazúa fue la de al­Hamma (Baños), en la que conquistó el castillo de al­Hamma y consiguió dos mil cautivas... La quinta, la de..., en la que fue derrotado Burtil (Borrell), rey de los Ifrany (catalanes). Regresó a Córdoba con tres mil cautivas ... La sexta, la de
Zamora, en la que entró a espada; la incendió y volvió a Córdoba con trece mil cautivas... La vigesimotercera, la de Barcelona; acampó ante ella, la asedió e instaló los almajaneques, que arrojaban cabezas de cristianos en lugar de piedras. Se estuvieron lanzando diariamente mil cabezas hasta que, finalmente, fue conquistada. Los cautivos que hizo, entre mujeres y niños, alcanzaron la cifra de setenta mil.. La trigesimocuarta, la de Osma y Alcubilla, de Castilla ... sometió y arrasó el país de Castilla, llegando hasta el país de los Vascones. Conquistó la ciudad de Osma y la pobló con musulmanes para hostigar a los cristianos, pues era su punto más avanzado. A continuación regresó a la ciudad de Alcubilla y la destruyó. En esta campaña mató a su hijo... La cuadragesimoctava, la de Santiago, que es la ciudad de Jacob, el hijo de José el comerciante, del que dicen los cristianos que era esposo de María; en esa ciudad está su tumba. Arrasó la ciudad y destruyó el monasterio, pero no tocó la tumba... La quincuagesimocuarta, la de Pamplona, que conquista, regresando con dieciocho mil cautivas... La quincuagesimosexta ... en la que falleció ... y fue enterrado en la frontera, en Medinaceli, el veintisiete de Ramadán de ese año (9 agosto 1002). Fue enterrado bajo el polvo que había recogido durante sus campañas, pues, cada vez que salía en expedición, sacudía todas las tardes sus ropas sobre un tapete de cuero e iba reuniendo todo el polvo que caía. Cuando murió lo cubrieron con ese polvo. Sobre su tumba se escribió: Sus hazañas te informarán sobre él como sí con tus propios ojos lo estuvieras viendo. ¡por dios!, nunca volverá a dar el Mundo nadie como él ni defenderá las fronteras otro que se te pueda comparar...". (Trad. por L. Molina en su articulo: Las campañas de Almanzor a la luz de un nuevo texto, Al­Qantara, II, Fasc. 1 y 2 (1981), pp. 209264, pp. 230­237). 10.­LA FITNA: LAS INTERVENCIONES CRISTIANAS EN CORDOBA Después de la desaparición de Sanchuelo, hijo de Almanzor, diversos candidatos al trono de los Omeyas competían entre sí en defensa de sus derechos, apoyados por la plebe cordobesa, los restos de¡ ejército amirí o los beréberes. Tanto al­Mahdl como Suleyman acudieron a las cortes de los principales nobles cristianos buscando su apoyo. Estas son las palabras que uno de ellos, el llamado en las fuentes musulmanas Ibn Mama Duna al­Qumis, dirigió a los cordobeses después de entrar en los arrabales de la capital del Califato: ... Creíamos que la religión, la valentía y la equidad eran (patrimonio) de los cordobeses, pero he aquí que son gentes que no tienen religión, ni valentía, ni tienen inteligencia, y solamente les cupo lo que les cupo, de triunfo y victoria, por
mérito de sus reyes. Pero, cuando (éstos) desaparecieron, se descubrió su (verdadera) condición. En cuanto a su inteligencia, los beréberes los mataron el sábado y la aflicción y temor se posesionó de ellos; luego vinieron a ellos, (contra los beréberes), el lunes sobre sus mulos bulliciosos, y sus necios fueron los que los animaron a que los mataran. En cuanto a su valentía, se desbandó su ejército, sus príncipes y todos ellos, ante menos de dos centenares de hombres a caballo, que no tenían jefe ni eran conocidos. En cuanto a la religión, estos mis compañeros ­se refería a los cristianos­ saquean y roban sin orden. Luego vienen las gentes de Córdoba y les compran lo robado, los bienes de sus compañeros los musulmanes, y ninguno de entre ellos tiene escrúpulos en comprarlos. Así pues, a propósito de esta gente (se puede decir que) no tiene juicio, ni valentía, ni religión..." (IBN 'TDÁRI, Al­Bayan al­Mugrib, en: F. MAILLO SALGADO, La caída del califato de Córdoba, Salamanca, 1992, p. 83). 11.­ Los eslavos servían en palacio, pero reinaban en él como señores, y constituían el elemento más brillante y más íntimamente consagrado a la defensa de la corte. Los califas habían puesto el mayor empeño en reunir gran número de ellos. Al­Nasir y después Al­Hakam les habían otorgado su intimidad, a tal punto que en el reinado del último habían cometido excesos vergonzosos sobre los cuales había el príncipe cerrado los ojos, a pesar de su inclinación general a la justicia y a la represión de la violencia.( ... ) A la muerte de Al­Hakam, los esclavos formaban el grupo más importante y audaz, creían que nadie podría sobreponérseles y que el gobierno habría de estar en sus manos. Constituían un cuerpo de más de mil eunucos y tal cifra nos autoriza a imaginar la multitud que gravite en torno a ellos. El principal eunuco era Faiq, llamado Nizami, era gran maestro del guardarropa y de la fábrica. Su segundo era su camarada Chawdar, gran oferbre y gran halconerno de tapices de seda. Uno y otro mandaban a los funcionarios de palacio y además al cuerpo de guardias no eunucos ... (Ben ídzari ó Ib Idbari: Bayan al Mugríb. Siglo XIII­XIV). 12.­Los almorávides penetran en la Península Cuando vio al­Mutamid ben Abbad que Alfonso se había apoderado de Toledo y de su región y que apretaba el cerco de Zaragoza y oyó que Yusuf ben Tachf­in había tomado Ceuta, pasó al otro lado del Estrecho para llevar a al­ Andalus a Yusuf. Lo encontró en tierra de Tánger, en el lugar llamado Balita, a tres jornadas de Ceuta; le expuso el estado de al­Andalus, su temor, debilidad y opresión, así como las muertes, cautiverios y cercos que sufrían los musulmanes por parte de Alfonso y de sus soldados, y como este estaba decidido a entrar en Zaragoza. Yusuf le respondió: "Vuelve a tu país, y prepárate, que yo voy tras ti". Se volvió lbn Abbad a al­Andalus y Yusuf entró en Ceuta y ordenó sus cosas y su escuadra. Allí se le reunió el ejército y le llegaron delegados de las cábilas y tribus del Sáhara, del Sur, del Zab y del Magrib, y emprendió el traslado de sus tropas a al­Andalus en número incalculable. Cuando todos los combatientes se reunieron en las playas de Algeciras, pasó él tras ellos con gran séquito de caídes almorávides y de valientes y de hombres píos. Le facilitó Dios el pasaje más
rápido y fue su travesía el jueves al declinar el sol, a mediados de rabí primero del año 479 (3 de julio de 1086). Desembarcó en Algeciras y rezó la oración del mediodía de aquel día. Lo encontró allí al­Mutamid con todos los emires de al­ Andalus. Llegó a Alfonso la noticia de su travesía y partió de Zaragoza para encontrarse con el emir de los musulmanes Yusuf ( Edición de Ambrosio Htaici Miranda, Valencia, 1964. Tomado de J. A. García de Cortázar: Nueva Historia ... pag. 192. 13.­La pugna militar hispano­cristiana: la derrota cristiana de Zalaca (1086) según las fuentes musulmanas. …( y él) (Yusuf) manchó con el ejército de Lamtuna y las cábilas almorávides de Sinhadja, dirigiéndose al campamento de Alfonso hasta caer sobre él; mientras Alfonso estaba ocupado en combatir con Dawud ben A ycha, le prendió fuego, lo quemó y mató a los valientes y a los hombres que había en él y a los jinetes de su campamento derrotados, perseguidos por el emir de los musulmanes… El emir de los musulmanes, sobre una yegua, recorría las filas de los musulmanes excitándolos y fortaleciendo sus ánimos, para resistir en la guerra santa, diciéndoles “ ¡ Oh, asamblea de los musulmanes!, no cejéis en la lucha contra los infieles, enemigos de Dios; el que de vosotros reciba el martirio, alcanzará el paraíso; y el que sobreviva obtendrá un premio y el botín”. Los musulmanes combatieron ese día como quien busca el martirio y desea la muerte. Al­ Mutamid y sus compañeros que vieron a los cristianos replegarse y huir en la derrota; al ver que volvían la espalda, pensaron que eran ellos los que los derrotaban. ( Alfonso) Al ver que la noche se le echaba encima, que la mayor parte de sus soldados había perecido, y al ver también la constancia de los almorávides y su pura intención en la guerra santa, conoció que ya no podía luchar más tiempo con ellos, y huyó derrotado, sin camino, con sólo quinientos jinetes. Los musulmanes pécnotaron aquella noche a caballo, matando, cautivando, haciendo botín y dando gracias a Dios por la victoria que les concedía hasta que amaneció; entonces hicieron la oración de la mañana en medio del campo de Batalla. Fue ésta una de las mayores derrotas que sufrieron los enemigos de Dios, en la que murieron sus reyes politeístas y sus auxiliares, sus defensores y sus valientes, y no se salvó de todos ellos sino Alfonso, gravemente herido y un puñado de quinientos caballeros, heridos también, de los cuales cuatrocientos murieron en el camino, así que entró en Toledo solamente con cien jinetes. 14.­L os almohades Cuando los almohades entraron en la ciudad, el jueves, 15 de rabí segundo del año 540 (5 de septiembre de 1145) temieron los alfaquíes y los jeques de la ciudad que los criticasen por aquellos relieves y adornos de encima del mihrab, pues los almohades se habían alzado predicando la austeridad y la ley. Les dijeron: "El príncipe de los creyentes entrará mañana en la ciudad con los jeques almohades para hacer la oración del viernes en al­Qarawiyin". Temieron con esto y aquella noche fueron blanqueadores a la mezquita, pusieron sobre los relieves, sobre el dorado de encima del mihrab y alrededor de él, papeles, luego lo
revistieron de yeso, le dieron una lechada y quedó brillante, desapareciendo la pintura y volviéndose todo blanco (lbn Abi Zar: Rawd aPQ~). Tomado de J. A. García de Cortázar: Nueva Historia ... pag. 196). 15.­ La importancia de la agricultura según lbn Abdan El príncipe debe prescribir que se dé el mayor impulso a la agricultura, la cual debe ser alentada, así como los labradores han de ser tratados con benevolencia y protegidos de sus labores. También es preciso que el rey ordene a sus visires y a los personajes poderosos de su capital que tengan explotaciones agrícolas personales; cosa que será del mayor provecho para unos y otros, pues así aumentarán sus fortunas, el pueblo tendrá mayores facilidades para aprovisionarse y no pasar hambre, el país será mas próspero y más barato, y su defensa estará mejor organizada y dispondrá de mayores sumas. La agricultura es la base de la civilización, y de ella. depende la vida entera y sus principales ventajas. (Sevilla a comienzos del siglo XI. El tratado de lbn Abdum. Ed. de Emilio García Gómez y E. Leyi Provençal, Madrid, 1948). 16.­Recomendaciones sobre el tipo y forma de estercolar el campo El mejor de todos los estiercos de las aves es el estiércol de las palomas. E todo estiércol de aves es bueno si non, el estiércol de las aves del agua así como es el estiércol de, las anades e de las ánsares, que es muy malo e quema la tierra e mata las plantas. E lo mejor de] estiércol de las bestias es el estiércol de los caballos e de las mulas e de los asnos, e después desto es el estiércol de las ovejas e de las cabras, e después desto el estiercol de las vacas e guárdense del estiércol de los puercos que mata todas las plantas. E deben haser gran hoyo e pongan en él todas las naturas de los estiércoles e vuelvan con ellos de la cenisa de los acarnorres(?) e pongan sobre ellos todos del agua e de la orina de los hombres, e dexenlos estar gran tiempo e trastornenlos todauía. E el estiércol es bueno para las olivas e para los árboles. E si pusieren sobre cada carga deste estiércol ennegrecido tres cargas de tierra e si lo boluieren bien, haser sea todo muy buen estiércol para las mieses ... (Ibn Wafid: Compendio de Agricultura. Ed. y estudio de J. MI. Millas Vaiiicrosa. AlAndalus, VIII (1943). 17.­ El Aljarafe, llanura cercana a Sevilla, según al­Himyari Un terreno excelente, de suelo fértil, siempre pujante, que se extiende sobre una profundidad de muchas parasangas; por poco que la tierra se vea expuesta al sol, los olivares se ponen frondosos y entremezclan sus ramas. El aceite que producen es de calidad superior, y las aceitunas son de un rendimiento considerable cuando se las prensa; ese aceite no se altera, por mucho que se conserve; se exporta a diversos países, por tierra y por mar. Todo lo que se planta en el territorio de Sevilla prende, crece y aumenta. El algodón va muy bien; no sólo su producción es suficiente para las necesidades de todo el territorio de al­ Andalus, sino que los comerciantes lo envían hasta Ifriqiya, Sidjilmassa y países vecinos. Igualmente, el alazor de Sevilla es superior al de los países extranjeros;
al sur de Sevilla hay jardines que se les llama Djannat al­Musalla ("Jardines del Oratorio"), plantados de caña de azúcar. En la última parte del curso del Gudalquivir, pasada Sevilla, hau numerosas islas situadas a lo largo de cada orilla, rodeadas de agua, la hierba crece espesa y no se reseca jamás, a causa de la humedad y la ligereza del terreno, también prospera el ganado y se encuentra leche durante todo el año. 18.­ La situación del campesino en el Al­Andalus, según el historiador Charles Verlinden El régimen territorial (de la época musulmana) continúa estando caracterizado por la gran propiedad... En esos dominios se practicaba el sistema de colonato aparcero que, de hecho, provocaba el troceamiento. Los censos que debían ser satisfecho por los colonos variaban según los tipos de cultivos y lugares. En ocasiones alcanzaban los cuatro quintos de la cosecha, en otras no pasaban de la mitad. Los colonos llevaban el nombre de amir o munasif, aparcero, o incluso de sharif, asociado. De este último procede "exárico", que más adelante encontramos en Aragón. Además de aquellos censos, en algunos casos los colonos se veían obligados al trabajo gratuito o sukhra, y a veces a corveas extraordinarias... De sukhra proviene el término "azofra", que más tarde encontramos en el derecho de los musulmanes residentes en país cristiano... La condición del campesino en la España musulmana presentaba, en suma y a grandes rasgos, algunas semejanzas con ciertas modalidades de la servidumbre existente en algunos paises cristianos de Occidente. El antiguo servus visigótico, se había convertido en un aparcero obligado, bien es cierto, a prestaciones de trabajo en beneficio del señor y a corveas extraordinaris...Pero, junto a tales semejanzas, también había una diferencia profunda. Jurídicamente, según el derecho musulmán, el colono era un hombre libre de condición inferior. Su libertad de movimientos se veía evidentemente restringida por los lazos que los ligaban al gran propietario de quien dependía, pero su libertad personal era completa. 19.­La extracción de mercurio en Almadén A partir de la primera de estas villas, dirigiéndose hacia el norte, se encuentra a una jornada el fuerte de Abal, cerca del cual están situadas las minas de 'mercurio de donde se extrae este metal, así como el cinabrio, destinados a ser exportados a todos los países del mundo. La explotación se hace por más de mil obreros: uno de los cuales desciende por los pozos y trabajan en arrancar el mineral, otros son empleados en el transporte de leña necesaria para la combustión del mineral, otros en la fabricación de vasijas y otros, por último, en el servicio de los hornos donde se funde y donde se sublima el mercurio. Yo mismo he visitado estas minas y he sabido que su profundidad, a partir del suelo hasta el punto más bajo, es de 250 brazas (Idrisi Geografía de España). 20.­“La ciudad de Almería en los días de Al­Mulattan (época almorávide) era la ciudad del Islam; y se encontraba en ello todo lo extraordinario de todas las
industrias: había 800 talleres de tejidos de seda, en los cuales se confeccionaban los trajes y las telas de seda dibujadas, así como el brocado, el “hispahanes”, “el jorgiano”, los velos floreados, los vestidos ,ojeados”, las alfombras, la tela “attabí, de seda y algodón de varios colores, la tela de seda “miyar” y especies de tejidos de seda. Antes fabricábanse en Almería clases de instrumentos de cobre y de hierro para todas las industrias, en cantidades y tipos imposibles de enumerar y describir. (La ciudad) tenía, procedentes del valle de su río, gran acopio de frutas baratas. Entre ese río que toma su nombre de Pechina, y Almería, hay cuatro millas. En la vecindad del mismo existían huertas, jardines y molinos. Todas sus producciones y frutas se transportaban a Almería, a donde se dirigían barcos de Constantinopla y de toda Siria.No había en Al­Andalus población de mayor desahogo económico que la suya, ni más dada a las actividades industriales y al tráfico mercantil, tanto de exportación como de importación. En Almería hay dos montes, entre los cuales existe un barranco que se hallaba poblado. Sobre uno de los montes estaba emplazada su alcazaba, conocida por “La fortaleza”; en el segundo monte estaba su arrabal llamado “Monte Lham”. La ciudad y el arrabal se encontraban rodeados de murallas, las que estaban provistas de varias puertas. Hacia el lado Poniente Almería poseía (otro) arrabal grande y próspero que se llamaba “El arrabal del estanque”. Se hallaba amurallado y contaba con numerosos mercados, hospederías y baños públicos. La ciudad en sí era grande, con abundancia de negocios. Eran muchos los viajeros que afluían a ella. Sus habitantes eran ricos: no (había) entre todas las ciudades andaluzas otra cuya gente fuera más pronta en sus pagos ni de posición más holgada. El número de sus hospederías, según el censo levantado por el Registro de Aduana con motivo del consumo de vino, alcanzaba la cifra de 970 establecimientos. Había en la ciudad una gran cantidad de talleres de tejidos a los que antes nos hemos referido. 21.­ Los mercaderes de esclavos, declara el muttasib de Málaga, disponen de mujeres ingeniosas y dotadas de una gran belleza, que poseen a la perfección la lengua románica y que saben vestirse como las cristianas. Cuando algún cliente que no es de la ciudad les pide una esclava recién importada del país cristiano, el mercader le promete que se la encontrará pronto y le hace realizar vivamente su deseo, pero le va dando largas esperas de un día para otro, mientras entretienen su esperanza. Al final le presenta una, asegurándole que se halla extenuada del viaje, ya que la acaban de traer del norte. Al mismo tiempo se ha asegurado el concurso de un compadre que pretende ser el dueño de la esclava y a quien corresponde recibir el dinero. Le dicen que acaban de comprarla en la frontera superior y que la ha pagado muy cara, encantado, sin embargo, de poder traer una esclava de importación reciente y de poder presentarla corno una cosa rara. Una vez terminado el negocio, los dos compadres se reparten el dinero de la esclava. Y esta se va enseguida con el comprador al lugar de su residencia. Caso de estar satisfecha del trato que recibe aprovecha la situación para pedir que la liberte y se case con ella. En caso contrario da a condición de mujer libre y lleva ante el oficial de la policía judicial de la localidad donde se encuentre sus documentos de istirá y los demás que acreditan su condición de mujer libre.
El comprador, con el contrato de compra, y con el acta que le obliga a concederle la libertad, vuelve entonces para hacerse reembolsar por el vendedor la suma pagada por la mujer. Pero el mercader de esclavos declara ignorar donde vive el vendedor y dice sólo: "era un hombre bien conocido como comerciante e importador de esclavas cristianas y de otros sitios". Y resultan vanos todos los esfuerzos del desgraciado que pierde su dinero (Manual del perfecto Salib al­ Suq). 22.­ Se fabrican diversos tejidos de lana. Entre ellos el más bello terciopelo armenio que se puede imaginar, que se vende muy caro, sin contar los tapices, de hermosa calidad. En los tejidos de lana tintada y en otros tejidos, a los cuales se aplica el tinte, hay maravillas obtenidas con hierbas especiales de España. Se tintan fieltros de¡ Magreb, excelentes y costosos, y seda, con los diferentes colores que se prefieren para el adúcar y la seda cruda. También se exporta brocado. Ningún especialista de algún otro país iguala a los de España en la confección de los fieltros; a veces se fabrican para el soberano, fieltros de "treinta", cuya unidad alcanza el precio de cincuenta a sesenta dinares. La anchura es de cinco a seis palmos. Esto es lo más hermoso que hay en materia de tinte. Se fabrica adúcar fino a tosco, cuya calidad confeccionada, para el soberano, sobrepasa la de lraq; se fabrica también una variedad que está encerada, lo que la vuelve impermeable para el portador. (... ) En varias partes de¡ país se fabrica lino ordinario para la vestidura que es exportado hacia diferentes lugares, y se llega incluso a remitir grandes cantidades a Egipto (Ibn Hawkal: Confección de¡ mundo). ( Tomado de J. A. García de Cortázar: Nueva Historia ... pag. 150). 23.­El Imán debe pagar soldada (qurziqu) a las tropas regulares (chund) que están a su disposición en sus lugares de residencia y en las fronteras, donde sus habitantes no se hallan en condiciones de hacer frente al enemigo. Gracias a tales tropas tiene fuerza para someterse a los autores de revueltas y para mantener el orden. En el chund no deben figurar sino hombres escogidos entre gentes piadosas e instruidas y a la par valerosos, de los que no huyen en el combate. Deberán contarse entre ellos una proporción suficiente de descendientes de los Emigrados (muchachires) y defensores (ansares) del Profeta, de representantes de cada unas de las tribus y de personajes conocidos por su ciencia y por su religión descendientes de los acham que han abrazado el Islam. Los herederos de los soldados muertos en acto de servicio o en la guerra deberán recibir una pensión suficiente, que se fijará teniendo en cuente que han perdido la vida al servicio de los musulmanes. Los soldados inválidos o incurables recibirán una pensión que les permitirá vivir honorablemente con su familia. Esa pensión equivaldrá a la soldada de que disfrutaba antes, descontadas las indemnizaciones de montura, equipo y gastos de ruta (Siglo XI. Del Tuhfat al­ Anfus de Ben Hudail, citando a Ben Hazm. Según versión francesa de Lévi­ Provençal, en L'Espagne musulmana du Xéme siécle). 24.­Si al juez no le consta, contestó el faquí, que ese marido trata mal a su mujer, debe obligar a ésta a que vaya con su marido, quiera ella o no quiera, al menos que el marido se conforme con separarse de ella mediante una indemnización u
otra cosa que ella le ofrezca; pero si él se niega a consentirlo sin que ella le ofrezca indemnización, puede hacerlo; eso es cosa muy lícita, porque el marido puede despojar a su mujer hasta de los pendientes que lleva en sus orejas, si no le ha hecho ningún mal trato (Historia de los jueces de Córdoba. Siglo X). 25.­El mecenazgo cultural de Al­Hakam II (... ) Cuando el príncipe (cuya vida guarde Dios) concibió el hermoso proyecto y maduró su plan (que Dios dirija a buen términó de fomentar el aprendizaje de las ciencias y de excitar a que se estudiara la historia, se conociesen las genealogías de las familias; se pusieran por escrito las hazañas de las pasadas generaciones; se publicasen las excelencias y méritos de los antiguos (sin olvidar las noticias de las virtudes de los modernos); se renovase el recuerdo de lo que ya se iba olvidando (aunque fueran narraciones de cosas menudas que se tienen como de poca importancia), especialmente lo que contierne a la capital de Andalucía (tanto respecto a los tiempos antiguos como a los sucesos contemporáneos), cosas todas estas que Dios estableció como alimento para fortalecer la vida de los espíritus y para despertar y aguzar los entendimientos, los hombres (instruídos), excitados por el impulso que para ello recibieron del príncipe, comenzaron, a recoger las dispersas noticias que estaban expuestas a perderse y pusieron por escrito todos los conocimientos más esenciales y las materias científicas que hasta entonces se habían descuidado. A todos los que se dedicaron a semejante tarea, alcanzó la gratificación del príncipe; de este modo las más excelsas virtudes brillaron con esplendoroso luz, la fama las divulgó y se produjeron otras virtudes que dieron ocasión a nuevas glorias (Aljoxani: Historia de los jueces de Córdoba. Edición de Julián Ribera, Madrid, 1914) 26.­.­Maslama de Madrid Abul­Qasim Maslama Ibn Ahmad el “Madrileño”, fue el primero de los matemáticos de su tiempo en al­Andalus y fue el astrónomo más sabio de todos lo que le precedieron. Se aplicó a la observación de los astros y se dedicó a comprender el libro de Ptolomeo llamado el Almagesto. Ha escrito un buen libro sobre aritmética comercial Es autor, además, de un resumen de la parte de la tabla de al­Battani que trata de la ecuación de los planetas. Estudió igualmente la tabla astronómica de Muhammad ibn Musa al­Jawarizmí y, sustituyendo la era de los persas por la de los árabes en esta tabla, fijó las longitudes medias de los astros al principio de la era musulmana. Añadió excelentes tablas al trabajo de al­ Jawarizmí, pero siguió la doctrina de su predecesor sin señalar sus errores. (... ) Abu­I­Qásim Maslama lbn Ahmad murió poco antes de que estallara la crisis en el año 1008. Había formado magníficos alumnos: en esto ningún maestro antes que él le había aventajado (Said de Toledo: Libro de las categorías de las naciones. Traducción de R. Blachére). Tomado de Julio Samsó: La ciencia en al­Andalus.
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