Invasión musulmana

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Los musulmanes en España
Historia de la invasión:
En el 711, Tarik cruzó el Estrecho con un contingente de fuerzas poco numeroso, y desembarcó cerca de un
promontorio al que dio su nombre: Djebel−Tarik, Monte de Tarik.
Las fuerzas de Tarik se encontraron con el ejército del Rey Don Rodrigo
en las riberas del río Guadalete. Se combatió de la mañana a la noche, pero la traición de los hijos de Witiza,
que dirigían dos alas del ejército,
facilitó el triunfo a los invasores. La conquista del país se desarrolló con una rapidez increíble, sin oposición.
Una tras otra las ciudades más importantes fueron cayendo. Los musulmanes en un principio no vinieron con
intenciones de quedarse, sino tan sólo de saquear el país. Y quizá fuera ésta la razón por la que no hubo una
gran oposición popular. Sin embargo, las cosas y los planes cambiaron rápidamente, y los musulmanes iban a
permanecer en España durante siete siglos.
La primera invasión de Tarik comprendía unos siete mil hombres, a los que se unieron otros cinco mil algo
más tarde. Algo después Muza cruzó el Estrecho con 18.000 más.
Bajo el yugo musulmán:
Podemos considerar dos categorías principales de españoles: Los Mozárabes o cristianos, y los Muladíes, o
conversos al Islam, que ambas partes consideraban renegados. Al principio, los cristianos gozaron de cierta
libertad religiosa, no por la tolerancia del gobierno, sino por razones puramente económicas. El Islam no
permitía cobrar impuestos a sus seguidores, por lo tanto el infiel era quien debía pagarlos. Pero pronto
llegaron a ser casi intolerables. Esto causó muchas conversiones sobre todo en las clases bajas. Los conversos
encontraron difícil por no decir imposible, incorporarse a la nueva sociedad. Estos renegados eran tratados
con enorme discriminación por los viejos musulmanes, que les trataban con desprecio y les impedían acceso a
los puestos importantes.
La Reconquista:
Movimientos de oposición empezaron a organizarse en las montañas del Norte, siendo uno de los más
importantes el acaudillado por Pelayo. Su victoria en Covadonga en el año 718 fue el punto de partida de una
cruzada larga y penosa a lo largo de siete siglos. Al mismo tiempo otras rebeldías estallaban en Galicia,
Cantabria, la región del Pirineo.
Una figura importante fue Almanzor. Durante cuarenta años fue el azote de los cristianos, derrotándolos una y
otra vez en sus
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expediciones anuales, arrasando, quemando y destruyendo todo a su paso. En una de sus campañas saqueó
Santiago de Compostela, y obligó a los cautivos cristianos a acarrear a hombros hasta Córdoba las campanas
de la catedral, instalándolas invertidas en la Mezquita para servir de lámparas.
El siglo XI vio el resurgir de la Reconquista, sobre todo con Alfonso VI de Castilla y León, quien en una de
sus expediciones llegó a Tarifa, en la costa sur. Sin embargo, la mayor parte de estas expediciones no
constituían un avance permanente de la Reconquista. En ocasiones, más bien suponían un paso atrás, ya que
los musulmanes, alarmados por la nueva fuerza de los cristianos, optaron por solicitar la ayuda de sus
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correligionarios del norte de África. Los bereberes, una vez más, vinieron a inyectar un nuevo impulso a las
fuerzas musulmanas, que se habían debilitado debido a la suavidad del clima y al lujo de la vida. Las derrotas
infligidas a los cristianos fueron un toque de atención, para que los reyes de las diversas regiones del norte
dejaran a un lado sus mutuas rencillas y se unieran en una cruzada que en el año 1212 asestó un golpe mortal a
los invasores derrotándolos decisivamente en la batalla de las Navas de Tolosa. Durante el mismo siglo
Fernando III el Santo extendió las fronteras de Castilla hasta incluir Sevilla, Córdoba, y numerosas otras
ciudades de Andalucía, y en el frente de Aragón, Jaime I el Conquistador conquistaba las Baleares y el reino
de Murcia. Los musulmanes quedaron confinados al reino de Granada. Sin embargo, pasaron más de dos
siglos hasta que la voluntad de hierro de Isabel la Católica lograra la rendición del último reducto musulmán,
siete siglos después de la invasión de Tarik y Muza.
Sociedad y economía:
Al−Andalus (territorio que los musulmanes ocupaban de España) se incorporó al sistema económico del
mundo islámico, un mundo fuertemente urbanizado. Sus ciudades eran centros de producción artesanal y de
un activo comercio. Al−Andalus mantuvo relaciones mercantiles con la civilización islámica y con los países
cristianos. La agricultura tuvo un papel secundario,
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aunque aportó importantes novedades como la intensificación del regadío y la introducción de nuevos
cultivos. La población fue muy heterogénea. La religión actuó como el principal elemento diferenciador entre
musulmanes, cristianos y judíos. Había también diferencias étnicas entre los musulmanes, que se encontraban
formados por distintos grupos tales como árabes, bereberes, hispanos, negros del Sudán y eslavos.
Ateniéndonos a criterios económicos existían diversas categorías sociales: de un lado, la jassa, clase social
más elevada, representada por la aristocracia árabe, y de otro, la masa popular urbana o amma, de la que
formaban parte sobre todo muladíes y mozárabes. En el mundo rural predominaron los aparceros, los
pequeños propietarios vinculados al Estado mediante el pago de tributos y los campesinos adscritos a la tierra.
El poder político y el poder religioso:
En al−Andalus no había separación entre el poder político y el religioso. Los califas eran la máxima autoridad
temporal y espiritual de la comunidad. Los organismos más importantes de la administración central fueron la
Cancillería, el servicio de correos y la Hacienda, que se nutría de numerosos impuestos en un Estado
esencialmente tributario. La administración de justicia corría a cargo de los cadíes, que actuaban de acuerdo
con las normas del Derecho canónico, el Corán y la Sunna (los ejemplos sacados del comportamiento de
Mahoma). El gobierno del territorio estaba a cargo de los walíes, jefes de las distintas coras (provincias) en las
que se dividía al−Andalus. Al frente de la administración local se encontraban los prefectos de las ciudades.
La vinculación existente en el islam entre el pensamiento y la religión resultó en cierta medida un obstáculo
para el desarrollo de la cultura. Pese a todo, al−Andalus, particularmente hasta el siglo XI, estuvo muy por
delante de los territorios peninsulares cristianos en el terreno cultural. Al−Andalus fue, por otra parte, el cauce
a través del cual la cristiandad occidental pudo acceder al conocimiento de buena parte de la cultura clásica.
Arte hispano−musulmán:
Periodo cordobés y de taifa:
El arte hispanomusulmán se inicia con el periodo cordobés, que comienza a fines del siglo VIII hasta
comienzos del siglo XI debido al establecimiento de la capitalidad en Córdoba. En el arte cordobés hay una
clara influencia de los edificios visigodos e hispano−romanos, ya que se aprovecharon muchos
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elementos arquitectónicos de edificios ya construidos. Por tanto es muy característico el uso del arco de
herradura semicircular, heredado de la arquitectura visigoda. Para las cubiertas se utilizan diferentes tipologías
de bóvedas, entre las que sobresalen la de gallones y la de crucería. Su edificio más importante es la mezquita
de Córdoba.
Mandada construir por Abd al−Rahman I en el 786 sobre el solar de una antigua iglesia visigoda. La sala de
oración está precedida por el alminar y el patio de abluciones o sahn, y en su centro se halla la catedral del
siglo XVI y la cubierta de la capilla real de la primitiva catedral de Santa María. A la izquierda del muro del
fondo o quibla, se encontraba el palacio del califa. Una vez en el interior nos encontramos con once naves
perpendiculares a la quibla y una arquería doble de arcos de medio punto en la parte superior y de herradura
en la inferior con alternancia de dovelas, en rojo y blanco. Otros ejemplos del mismo estilo son la
iglesia−mezquita del Cristo de la Luz en Toledo, transformada en iglesia en el siglo XII y que recurre al uso
del ladrillo cordobés como elemento de difusión de sus formas
ornamentales, así como el palacio de Medinat al−Zahara construido por Abd al−Rahman III para su favorita
Zahara en el 936 y que representa el prototipo de ciudad−palacio, anticipo de la Alhambra.
A finales del primer tercio del siglo X, sucede el periodo taifa, después de la destrucción de la unidad política
del califato cordobés. Este periodo emula constantemente el esplendor cordobés empleando materiales de
menor costo como el yeso que, a pesar de ser poco noble, permite conseguir efectos decorativos de
fastuosidad. La Aljafería de Zaragoza es el ejemplo más ilustrativo. Presenta gran tipología de arcos de
compleja organización y profusa decoración. También son de destacar los numerosos baños árabes que
proliferan en la península Ibérica.
Periodo almorávide, almohade y Nazarí:
Se desarrolla a partir del siglo XI. El arte almorávide se caracteriza por un predominio de lo decorativo sobre
lo constructivo, que recurre al uso del ladrillo en columnas o pilares, así como arcos más complejos y bóvedas
más variadas como las esquifadas o de mocárabes, y la decoración de red de rombos o sebka.
La siguiente invasión da origen al arte almohade, año 1153, que
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establece su capital en Sevilla hasta su derrota frente a los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa
(1212). En esta fase prima lo constructivo tanto en las bóvedas como en los arcos y se origina la
tipología de mezquitas en forma de T. Así mismo se edifican construcciones de tipo defensivo como las torres
albarranas, (como la célebre torre del Oro) las alcazabas o La Kutubiyya, mezquita de Marrakech.
Finalmente, el arte hispanomusulmán culmina en su etapa Nazarí, reino de origen independiente creado a raíz
de la conquista de Granada en 1238. Arte en cierto modo ecléctico, se caracteriza por la profusa decoración a
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pesar de la pobreza de los materiales que emplean. Sus características principales son la columna de fuste
cilíndrico con un capitel de dos cuerpos, el inferior decorado con cintas y el superior con ataurique. La
elegante inscripción epigráfica que a veces decora sus cimacios sirve de base a los arcos angrelados y
peraltados. Se enriquecen las cúpulas de mocárabes y se utilizan techumbres que complementan la rica
ornamentación en uno de los máximos momentos de declive del arte hispanomusulmán.
Su edificio más emblemático es la Alhambra de Granada, que comprende todo un conjunto residencial
amurallado.
En las artes aplicadas, son singulares las obras de seda granadina, la cerámica de reflejo metálico, los trabajos
en taracea, así como los realizados en cuero como cordobanes y guadamecíes, y que reflejan la marcada huella
oriental.
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ÍNDICE
HISTORIA DE LA INVASIÓN−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PG. 3
• BAJO EL YUGO MUSULMÁN−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PG. 3
• LA RECONQUISTA−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PGS. 3 Y 4
SOCIEDAD Y ECONOMÍA−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PGS. 4 Y 5
EL PODER POLÍTICO
Y EL PODER RELIGIOSO−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PG. 5
ARTE HISPANO−MUSULMÁN−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PG. 5
• PERIODO CORDOBÉS Y DE TAIFA−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PGS. 5 Y 6
• PERIODO ALMORÁVIDE,
ALMOHADE Y NAZARÍ−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−−PGS. 6 Y 7
BIBLIOGRAFÍA:
• En internet: www.google.com.
• Enciclopedia Microsoft Encarta '99.
• Enciclopedia Salvat Universal.
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Rendición de Granada.
Medinat−al−Zahara
Alhambra de Granada.
Las Navas de Tolosa.
Mezquita de Córdoba.
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