Domingo de Ramos “A”

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“BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR”
Domingo de Ramos
(Procesión)
CICLO A
- 21, 1 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos,
Jesús envió a dos discípulos,
- v.2 diciéndoles: “Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán
un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos.
- v.3 Y si alguien les dice algo, respondan: “El Señor los necesita y los va a devolver
en seguida”.
- v.4 Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
- v.5 “Digan a la hija de Sión: Mira que tu rey viene hacia ti humilde y montado sobre
un asna, sobre la cría de un animal de carga”.
- v.6 Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado.
- v.7 trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó.
- v.8 Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el
camino y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas.
- v.9 La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: “¡Hosana al Hijo
de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!”
- v.10 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y preguntaban: “¿Quién
es este?”
-v. 11 Y la gente respondía: “Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea”.
Mt 21, 1-11
Introducción:
Finalizado el tiempo de Cuaresma, se da comienzo a la Semana Santa o semana
mayor, que es el centro del año litúrgico cristiano.
La liturgia de este domingo está estructurada en dos partes: la primera, la
conmemoración de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, el rito de bendición de
los ramos y procesión y la segunda parte, la misa, con lectura de la Pasión del Señor.
La primera parte es triunfal y de gloria. En ella, Mateo presenta a Jesús como el
“profeta de Nazaret”, el “Rey Mesías” pacífico y salvador que entra en Jerusalén como
“Hijo de David” y es recibido con aclamación mesiánica.
Aportes para la Lectura:
- v.1 Finalizado su anunciado camino a Jerusalén (Mt 16, 21), Jesús y sus discípulos
llegan a Betfagé (“casa de los higos verdes”) una pequeña aldea situada en la ladera
oriental del monte de los Olivos, muy próxima a Jerusalén.
El monte de los Olivos, muy poco mencionado en el Antiguo Testamento, juega
un amplio papel en los Evangelios (Mt 24, 3. 26, 30-31). Su nombre, que no ha
cambiado desde los tiempos de David, se debe a la gran cantidad de olivos que crecían
en él. Hoy solo quedan pequeños grupos dispersos.
El monte está separado de Jerusalén por el valle o torrente del Cedrón, que es el
mismísimo valle de Josafat donde se debía celebrar el juicio final, según la profecía de
Joel (Jl 4, 1-2).
- v.2 Al llegar a la aldea de Betfagé, Jesús toma la iniciativa y envía a dos de sus
discípulos al pueblo de enfrente (Jerusalén), con una orden sorpresiva: “buscar un asna
atada junto a su cría”. El asno no tenía en Oriente el sentido rústico que hoy se le
atribuye. En la antigüedad era también cabalgadura de personas notables (Num 22, 21;
1Rey 1, 33).
- v.3 Jesús expresa su soberanía ordenando disponer del animal ajeno, explicándole
simplemente al dueño: “El Señor lo necesita”.
- v.4 Más allá del significado que se le pueda dar al hecho de elegir un asno como
montura, Jesús busca, sobretodo, el cumplimiento de una profecía.
- v.5 El texto profético que menciona Mateo, se compone de un pasaje del profeta
Zacarías (Zac 9, 9), introducido con unas palabras de Is 62, 11: decid a la hija de Sión,
que interpretan la entrada de Jesús en Jerusalén como un anuncio dirigido a la ciudad.
La referencia a Zac 9, 9 muestra que la humildad y sencillez con que Jesús entró en
Jerusalén es, en realidad, una manifestación de su condición de Mesías-rey.
- v.6-7 Los discípulos cumplieron la orden de Jesús y le trajeron el asna y su cría. Le
pusieron sus mantos para que Él la montara.
- v.8 Cuando la gente vio a Jesús cabalgando sobre la asna, comenzaron a extender sus
mantos sobre el camino como una alfombra real, recordando el episodio de 2 Rey 9, 1213), donde Jehú es proclamado rey de Israel. Otros cortan ramas como se requería para
las fiestas de las Tiendas (Lv 23, 39-43; Neh 8, 13-18; 2 Mac 10, 6-8) y las tienden
sobre el camino o las agitan al paso de Jesús.
- v.9 Los discípulos, que siguiendo el mandato de Jesús, han preparado cuidadosamente
la asna, se encuentran secundados por una “multitud”, la mayoría compuesta por
peregrinos que también suben a Jerusalén para participar en la fiesta de Pascua.
Reciben a Jesús con entusiasmo, usando el último de los salmos que la tradición
rabínica denomina “Hallel”, palabra hebrea vinculada con la exclamación “¡Aleluya!”.
Estos Salmos (Sal 113-118) eran cantados en las fiestas religiosas más importantes,
sobre todo durante la celebración de la Cena pascual.
La expresión “hozanna” empleada por la gente, en su sentido etimológico
primitivo, tenía un sentido directamente religioso y se traducía por “Yavhé ¡Sálvanos!”
(Sal 118, 25). Pero en tiempos de Jesús había perdido este sentido y se había quedado
en un grito de júbilo, que equivaldría simplemente a nuestro “¡Viva!” y “Bendito el que
viene en nombre del Señor” es el siguiente versículo del salmo mencionado (Sal
118,26) donde la gente reconoce a Jesús como alguien enviado por Dios.
Jesús quiso entrar en Jerusalén como Mesías. Con esta entrada triunfal ya no
oculta más su mesianismo como lo venía haciendo y se declara abiertamente como el
Mesías esperado. Pero con su actitud demuestra que su mesianismo no seguirá los
esquemas del poder y la gloria que la gente esperaba.
- v.10 Al entrar en Jerusalén la gente de la ciudad recibe a Jesús con recelo y turbación
y preguntan a los peregrinos que le acompañaban “¿Quién es éste”? Pregunta que no
revela deseos de conocerlo, sino más bien de rechazo frontal a su persona.
- v.11 En este ambiente hostil, los acompañantes de Jesús responden con cierta reserva:
“Es un profeta de Nazaret de Galilea”. Durante mucho tiempo había existido la creencia
de que un “profeta como Moisés” vendía a restaurar la relación de alianza con Dios (Dt
18, 15).
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, puede ser considerado como un gesto
imprudente desde el punto de vista político y religioso.
El gesto de Jesús de ser aclamado como “rey” tenía, evidentemente, un fuerte
alcance político, que podía ser interpretado por los romanos como una acción
“provocativa”.
En lo religioso, apropiarse el título de Mesías, era para los judíos, una blasfemia
manifiesta, una grave ofensa a Dios.
Es decir que, ni desde el punto de vista político, ni desde el religioso, el gesto de
Jesús se puede considerar de naturaleza neutral, hecho que necesariamente le iba a traer
consecuencias dolorosas. Jesús obra así como queriendo apurar los tiempos de la
Pasión.
De hecho en la misa que sucede a la procesión de Ramos, se proclama el relato de
la Pasión.
Aportes para la Meditación:
Cuando Jesús entró en Jerusalén, mucha gente sorprendida pregunto: “¡Quien es éste!”
como desconociéndolo. Nosotros hoy ¿Conocemos verdaderamente a Jesús? ¿Cómo lo
demostramos?
¿Experimentamos su amor en nuestra vida?
¿Tenemos la certeza de que él nos propone un camino de felicidad?
¿Creemos en el amor que él tiene por cada uno de nosotros?
¿Nos conmovemos ante su presencia, como lo hizo la multitud?
Modelo de Oración:
Señor:
“Entra” en mi corazón
para que pueda reconocerte,
bendecirte y proclamarte
Rey y Señor
Dame la gracia de recibirte
cada día como el humilde y
manso Mesías que pasó su vida terrena
haciendo el bien.
Si realizamos alguna celebración o signo comunitario sería trabajar con una rama
de olivo o una palma, armar un camino y cubrirlo con ramas. En la imagen de un Dios
que pasa por nuestra vida y que quiere entrar en aella, y de nuestro reconocimiento
como el “Esperado”.
Contemplación/Compromiso:
En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que
dejemos unos cuantos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su
Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos
comprometemos, que acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos.
Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su
Palabra.
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