ANDRE LE BLANC OPTAR POR LOS POBRES Choisir les pauvres, Prêtre et Pasteur 95 (1992) 258-265 La opción preferencial por los pobres posee, sin duda, componentes teológicos. Pero en el fondo es una cuestión de praxis pastoral. Y por esto cabe abordarla desde la praxis con un ejemplo concreto que el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez adujo en una conferencia suya y que contrapone dos tipos de actuación. La escena puede desarrollarse en la periferia de cualquier gran urbe latinoamericana. En la pequeña capilla del barrio, una humilde familia, acompañada de sus amigos y vecinos, da el último adiós a un niño muerto. Veamos los dos tipos de praxis pastoral. En un caso, el sacerdote responde a las expectativas religiosas de aquella buena gente, desarrollando, con todo el respeto y compasión posible, una liturgia que pretende sobre todo consolar a los afligidos padres, con el pensamiento de que esa vida, tronchada en flor, goza ya de la presencia de Dios y de la felicidad eterna. En el otro, el o la agente de pastoral, también con gran espíritu de fe y de esperanza, puede ayudar a que los presentes tomen conciencia del fenómeno de la mortalidad infantil, de sus causas próximas y remotas, y, sobre todo, a. que todos en grupo, incluso como comunidad cristiana, busquen soluciones, también a nivel político, a ese lamentable problema, que pone de manifiesto que, hoy como ayer, "se usa la violencia contra el reinada de Dios" (Mt 11,12) y que se malogra la palabra de Jesús: "He venido para que vivan y estén llenos de vida" (Jn 10,10). Dos formas de amar Estos modos de actuar, por distintos que sean, son los dos perfectamente defendibles por los valores que representan y la sinceridad que los inspira. Pero ¿pueden los dos calificarse igualmente de opción preferencial por los pobres? No. Opció n por los pobres y amor a los pobres no son sinónimos. El amor a los pobres es tan central en el cristianismo que ya los Apóstoles constataron que a nadie se le podía encargar el anuncio del Evangelio, si no cuidaba de los pobres. "Sólo nos pidieron -afirma Pablo, refiriéndose a Santiago, Pedro y Juan- que nos acordásemos de los pobres de allí, y eso en concreto lo tomé muy a pecho" (Ga 2,10). Esto empalma con la práctica de Jesús, que da prioridad a los pobres en el anuncio del Reino (Lc 4,18; 7,22). Aquí hay un mínimo no negociable. Y por esto la Iglesia, a lo largo de toda su historia, incluso en los momentos de mayor decadencia, ha permanecido fiel a esta consigna, aunque a menudo la ha realizado inclinándose sobre el pobre, o sea, desde una posición de poder y de alianza con los ricos, a los que exhortaba a ser generosos, sin cuestionar por esto el origen de sus riquezas. Con la opción por los pobres se trata de otra cosa. Cierto que en el fondo hay siempre un gran amor a los pobres. Pero es un amor que se sitúa en otra parte, en otro lugar social: un amor a partir de los mismos pobres, de una alianza con ellos. La figura de Mons. Romero ilustra muy bien ese cambio de perspectiva. Durante la mayor parte de su vida ese buen sacerdote multiplicó los gestos de caridad. Por poco que se conozca el rincón de la tierra centroamericana donde vivió, a uno no le cuesta ANDRE LE BLANC imaginar la cantidad de pobres que llamaron a su puerta. Pero durante los tres años que estuvo al frente de la archidiócesis de San Salvador, ese bue n pastor se juntó con sus ovejas en su propio terreno, que se convirtió en suyo, y en este otro lugar no tardó. en ver que ellas eran víctimas de una injusticia y de una violencia que nunca antes le había pasado por las mientes. Fue entonces cuando su amor a los pobres tomó otro giro. Se convirtió en un amor consciente y critico y pasó de una neutralidad ingenua y teórica a una postura vinculada con un marco histórico bien preciso, en el que la pobreza no es pura casualidad. Es así como Mons. Romero hizo suya la causa del pueblo y dio testimonio de un amor radicalmente solidario de los pobres. Al crear organismos diocesanos para la defensa de los derechos de la persona y al exponer en sus homilías la Palabra de Dios para concienciar a sus comatriotas de su dignidad de hijos de Dios, encarnó un amor obstinado en el compromiso con los pobres, a pesar de los riesgos y las amenazas. Con su denuncia de las clases dominantes y del orden injusto, establecido y mantenido por la fuerza, y su recurso a las más altas instancias del exterior, para que cesasen de enviar armas que servían para masacrar a sus hermanas y hermanos; dio prueba de un amor "geopolítico". Esa sorprendente evolución en el que Pedro Casaldáliga también obispo y -también comprometido con los pobres- llama cariñosamente "San Romero de América" muestra la diferencia de que hablábamos. "Amor a los pobres" tiene un matiz general, neutro; ahistórico. "Opción por los pobres" implica la libre decisión de vivir en el mundo de los pobres y se expresa en un amor crítico, solidario, comprometido incluso en política. Del éxodo a la pascua Por supuesto que testimonios así no surgen por generación espontánea. Tienen un antes y un después, tienen su historia, escrita con mucho sudor y a veces con sangre. Aquí - hay que recordar ante todo Medellín, esa ciudad colombiana donde en 1968 por segunda vez - la primera fue en Río de Janeiro trece años antes- se reunió el episcopado latinoamericano. En el documento final no se lee la expresión "opción preferencial por los pobres", pero la idea está omnipresente. La expresión se acuña en los años posteriores y queda consagrada oficialmente en 1979, en la Conferencia de Puebla (México). Pero muchos años antes de estos encuentros a alto nivel, se había ya puesto en marcha en las bases una práctica pastoral caracterizada por una salida de grupos; minoritarios pero significativos, de agentes de pastoral de las parroquias, donde vivían bien, y de los colegios, donde se educaban jóvenes de familias acomodadas, para ir a vivir y a trabajar en zonas periféricas, en el campo o en los barrios de chabolas. Estos emigrantes vivieron su cambio de lugar social, cómo un auténtico éxodo - una salida de su mundo cultural y religioso tradicional- y como una pascua -el paso de su mundo al mundo del "otro". La inserción en los medios populares les hizo descubrir la cruda realidad de la pobreza cotidiana, qué los hombres de Iglesia tienen a veces la tendencia de idealizar y espiritualizar. Despojados de todo prestigio y privados de todo privilegio, compartiendo ANDRE LE BLANC el destino de los pobres, padeciendo, como ellos la falta de servicios esenciales, calumniados y despreciados, como los pobres, pero juntamente evangelizados por los pobres, estas mujeres y hombres comenzaron a tomar la palabra, no sólo para ser la voz de los sin voz, sino también para decir cómo entendían la pobreza impuesta a las masas, cómo les sonaba allí el mensaje de los profetas y del Evangelio y cómo, desde allí, veían la misión de la Iglesia. Reconocimiento oficial Fue esta praxis pastoral y la reflexión teológica que ella promovió lo que recibió en Medellín el espaldarazo oficial de la Iglesia latinoamericana. Los obispos allí presentes habían participado unos años antes en el Vaticano II. Pero la problemática del aggiorna mento cara a la modernidad les había resbalado un poco. Y he aquí que, reunidos tres años después del Concilio, para debatir entre ellos qué había de ser la Iglesia. latinoamericana a la luz del Concilio, descubrieron más bien lo que debía ser la Iglesia del Concilio a la luz de América Latina. La inversión semántica operada anteriormente en la base fue aceptada por la jerarquía. Muchas de las constataciones y de las orientaciones contenidas en el documento final de Medellín tienen vigencia después de 25 años, El capítulo sobre la- -pobreza comienza así: "Los obispos no pueden quedar indiferentes ante las increíbles injusticias sociales que mantienen a las masas en una pobreza dolorosa, que linda con la miseria inhumana. Un clamor sordo surge de millones de personas que reclaman de sus pastores una liberación que no les llega por ninguna parte". Reafirmación en Puebla Medellín no hizo sino dar alas al movimiento pastoral en medios populares, que le había inspirado. La Iglesia latinoamericana respondía así a la preocupación de Juan XXIII, el cual en un discurso, pronunciado un mes antes de iniciarse el Concilio, había afirmado: "La Iglesia se presenta, para los países subdesarrollados, tal como es y quiere ser: como la Iglesia de todos y, principalmente, la Iglesia de los pobres". Si tamaño reto no logró encontrar mucho eco en Roma, en esta parte del Tercer Mundo que es el subcontinente americano fue más afortunado. Renovación de la religiosidad popular, reapropiación de la Biblia por el pueblo, comunidades eclesiales de base, implicación social y política de los cristianos, aprendizaje en la fidelidad de la adversidad hasta llegar al martirio, son otras tantas expresiones de la vitalidad de una Iglesia que renace a partir de los pobres y que quiere ser Iglesia de todos. Tras un decenio largo de puesta en práctica de las directivas pastorales, Puebla vino a reafirmar los compromisos adquiridos en Medellín. Resumiendo: 1) Se reafirma la gran decisión: "Hacemos nuestra de nuevo, con una esperanza renovada en la fuerza vivificante del Espíritu, la postura de la 2ª Conferencia General, que hizo una opción clara y profética a favor de los pobres, por los que - manifestaba su preferencia y su solidaridad" (1134). ANDRE LE BLANC 2) Hay la afirmación de determinados resultados: "Respaldados por la Iglesia, los pobres han comenzado a organizarse para vivir íntegramente su fe y exigir sus derechos" (1137). 3) Se mencionan resistencias de origen diverso: "En la Iglesia latinoamericana no todos nos hemos puesto lo bastante al lado de los pobres ni nos hemos preocupado de su suerte ni nos hemos mostrado solidarios con ellos. Ponerse a su servicio supone efectivamente, en todos los cristianos, una conversión y una purificación constante, a fin de identificarnos siempre más con Cristo pobre y con los pobres" (1140). El secreto de la opción Estas últimas palabras son de suma importancia. Dejan claro que la opción prioritaria por los pobres no es una moda: si uno opta por ellos es para imitar a Cristo, que anduvo primero él por el camino de la pobreza, y para juntarse a él, que se identifica con el pobre (Mt 25). Tiene razón Gustavo Gutiérrez cuando afirma que su compromiso con los pobres no le viene del hecho de ser latinoamericano sino del hecho de ser cristiano. El vínculo de un parentesco misterioso que une a Dios y a Cristo con "estos pequeños que son mis hermanos" permite afirmar que optar por los pobres no es sólo optar como Dios, sino también optar por Dios, el cual, en todas las grandes etapas de la historia de la salvación se presenta como el Dios de los pobres. El carácter teológico, no sólo coyuntural, de los motivos que impulsan a la opción preferencial por los pobres acarrea dos consecuencias importantes referentes a su aplicación: 1) Aplicación en el tiempo. Es un secreto a voces que los textos que se preparan para la Conferencia de Santo Domingo (octubre 1992) delatan una peligrosa tendencia a olvidar todo lo que se ha hecho en estos últimos 20 años y a dar un inquietante frenazo a la opción preferencial por los pobres. Todo hace pensar que en el punto de mira del proyecto de una "nueva evangelización" se va a situar a las élites, a las clases medias y a la cultura moderna, desplazando así a los pobres y a su problemática. ¿Ha cambiado tanto América Latina desde 1979, cuando en Puebla se constataba: "La inmensa mayoría de nuestras hermanas y hermanos continúan viviendo en una situación de pobreza e incluso de miseria, que se ha agravado" (1135)? ¿Qué es lo que ha cambiado, para que no se de la misma importancia a la pregunta "¿qué has hecho de tu hermano", que Dios también hoy nos sigue haciendo? 2) Aplicación en el espacio. Hay que desterrar la idea de que lo que aquí se juega atañe sólo a Latinoamérica. Aunque la inmensa mayoría de los testimonios, reflexión teológica e instancias eclesiásticas provengan del Sur, el Espíritu sopla por todas partes y la Palabra de Dios no cesa de interpelar a los creyentes por medio de los pobres, dondequiera que estén. Fijemos la mirada en nuestro propio medio. No nos faltará el estímulo para dar pasos decisivos en favor de los pobres. Acabemos como hemos comenzado: con un ejemplo tomado de la praxis pastoral. Cuando un obispo canadiense se pone en medio de los suyos en el foro de los gaspesianos y cuando el arzobispo de Quebec encabeza una delegación de mil personas, ANDRE LE BLANC respaldadas por un escrito con 55.000 firmas, dirigido a la Asamblea nacional, en el que pide al gobierno que en el centro del debate presupuestario se coloque la bandera de la defensa de los intereses de los más pobres ¿no estamos en casa en la dirección correcta, que nos lleva a la opción preferencial por los pobres? Tradujo y extractó: TOMAS CAPMANY