HISTORIOGRAFíA: César, Salustio, Tito Livio, Tácito

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HISTORIOGRAFíA: César, Salustio, Tito Livio, Tácito1
Desde los últimos años del siglo III a.C. hasta el final de la República, Roma contó con numerosos
historiadores. Los primeros de esta larga serie reciben el nombre de Analistas. El más antiguo es
Fabio Píctor, a quien siguen L. Cincio Alimento, Valerio Antias, Catón y algunos más.
Todos ellos, por no ser contemporáneos al período primitivo de la Historia de Roma, basaron sus
relatos en obras de autores precedentes no romanos y en documentos. Los autores griegos, que
florecieron algunos siglos antes que los romanos, sintieron vivo interés por Italia, cuyas relaciones
con Grecia fueron paulatinamente en aumento. Sin embargo, las obras de esta prolífica
historiografía griega han desaparecido casi por completo y de la historiografía etrusca no queda
nada. No obstante, los Analistas romanos pudieron basarse en ambas, a pesar de que, por su
carácter extranjero, tratarían los asuntos romanos de pasada y, a veces, emitirían sobre ellos juicios
poco halagüeños. Todo ello no podía satisfacer el orgullo nacional romano.
En cuanto a los documentos, podían ser públicos o privados. Los públicos, a su vez, eran religiosos
o políticos. Cada colegio religioso tenía su archivo, en el que guardaba estatutos, documentos y
fórmulas rituales. Los documentos políticos eran muy numerosos. No había publicaciones oficiales,
pero quedaban archivados textos de tratados, de leyes, de senadoconsultos, etc. … Algunos de
estos textos estaban grabados en tablas de bronce o sobre columnas y se conservaban en los
templos y otros lugares públicos de Roma. Los textos legales más famosos eran los de la Ley de las
XII Tablas. Los diversos magistrados guardaban también documentos de interés general:
recopilación de fórmulas y decisiones, tablas de censo, listas de empadronamiento y catastro, etc…
Los Libri Lintei, escritos sobre bandas de tela de lino, contenían las listas de los magistrados,
especialmente
de
los
cónsules.
Por otra parte, los Analistas disponían de documentos privados. Las familias nobles tenían sus
archivos particulares y, además, las genealogías y los elogios grabados o pintados bajo las
imágenes de sus antepasados, con la relación de sus proezas y de los cargos ostentados. Las
oraciones fúnebres resumían la historia de cada familia.
Toda esta documentación era poco fiable. En realidad, antes del siglo V a. C. apenas existieron
documentos oficiales escritos. En cuanto a los privados, Cicerón y T. Livio atestiguan su escaso
valor histórico, dada la tendencia de las familias nobles a inventarse su propia historia.
Según Tito Livio, la Historia de Roma, en su época más antigua, se basa más en relatos
legendarios que en documentos auténticos de los hechos acaecidos. Livio Andrónico y Ennio, dos
poetas, contribuyeron en grado sumo a la creación de la leyenda sobre los orígenes de Roma.
En el año -509, tras expulsar de Roma a los reyes e instaurar la República, los romanos erigen en
el Capitolio la famosa loba de bronce, símbolo orgulloso de su nación, aunque, al parecer, no
conocían aún la leyenda de Rómulo y Remo, que luego se convirtió para ellos en dogma de fe. La
historia de los siete reyes se fue gestando a finales del siglo IV a.C. En cuanto al origen troyano de
Roma, aparece en Aristóteles y, a principio del siglo III a.C., en Calias de Siracusa, figuran Rómulo y
Remo. Poco después, en el año -296, los hermanos Ogulnii erigen de nuevo en el Capitolio una loba
de bronce, acompañada ya de los gemelos lactantes, grupo que, a partir de entonces, se hizo muy
popular.
El poeta Nevio lleva a Eneas hasta Cartago. Ennio, uno de los precursores de Virgilio, hace a
Rómulo descendiente directo de Eneas. Así Rómulo, descendiente de la diosa Venus (madre de
Eneas) y del dios Marte, fue el primer rey de Roma.
Los Analistas crearon a su arbitrio la Historia de Roma. Para hacerla más gloriosa, falsificaron toda
clase de documentos, elaboraron otros apócrifos, interpretaron caprichosamente restos
arqueológicos e instituciones, inventaron etimologías, se apropiaron de leyendas y cultos de otras
ciudades del Lacio y tomaron de la historia e instituciones griegas los elementos que precisaban
para elaborar una Historia Nacional. Donde no inventan, deforman, para satisfacer el orgullo
patriótico. Otras veces, exageran el papel de Roma en empresas en las que ésta, o no intervino o
desempeñó un papel poco relevante.
El progresivo engrandecimiento de Roma iba exigiendo paralelamente relatos más jugosos y
brillantes que las secas narraciones de los Analistas. G. Gelio, en su monumental obra de 97 libros,
refiere el pintoresco rapto de las Sabinas. Valerio Antias compuso los Annales, que constaban de
más de 75 libros.
La visión de la historia hasta estos momentos es estrecha: sólo interesa la de Roma; las cuestiones
internacionales sólo son importantes en la medida en que afectan a su nación. Para ellos, la Historia
es, esencialmente, una escuela de civismo y un instrumento de gobierno. Lo demás es secundario.
Tras una etapa de transición, aparecen los cuatro grandes historiadores latinos: César, Salustio,
Tito Livio y Tácito. Más tarde se sucede una serie de autores carentes, en general, de una brillante
1
Información tomada del Departamento de Latín, I.E.S. Ategua Castro del Río, Córdoba (España)
personalidad: Cornelio Nepote (-100, -25), Veleyo Patérculo, Valerio Máximo, Quinto Curcio,
Suetonio. Tras el último, los autores se limitan a elaborar resúmenes de los historiadores o a
imitarlos: Floro, Justino,…; Amiano Marcelino, a fines del siglo IV, autor de una Historia, trata de
imitar a Tácito.
CÉSAR
C. Julio César nació el año -100. De familia aristocrática, derivó, sin embargo, desde joven sus
inclinaciones hacia el partido popular, del que llegó a ser el más firme apoyo. Hombre de grandes
cualidades naturales, tuvo una formación muy completa: orador vigoroso, poeta, gramático,… No
sabemos mucho de los primeros años de su carrera política. Era pretor cuando la conjuración de
Catilina, de la que algunos creen que era, en la sombra, el verdadero jefe. Por lo menos es cierto
que defendió en el Senado con gran convicción a los conjurados condenados a muerte.
Desde el año -60, en que forma parte, con Pompeyo y Craso, del primer triunvirato, su carrera
hacia el poder es imparable. Se le concede el gobierno de la Galia, y sus triunfos son tan resonantes
que lo convierten en el más grande general de la historia de Roma, y, tal vez, del mundo.
Viene luego su enfrentamiento sangriento con Pompeyo en la guerra civil y su triunfo definitivo,
erigiéndose en dictador con poderes absolutos. Ostenta el poder supremo pocos años. El 15 de
Marzo del año 44 a.C. es asesinado por Bruto y Casio.
La fama de César se basa, sobre todo, en sus triunfos militares y políticos, pero también tiene un
puesto en la historia de la literatura. Sus dos obras principales, ligadas a su vida militar
estrechamente, son: Comentarii de Bello Gallico y Comentarii de Bello Civili.
De Bello Gallico (Bellum Gallicum) consta de 8 libros, que contienen los sucesos ocurridos en los
ocho años (-58,-51) de la conquista de la Galia, un libro para cada año. No obstante, el libro VIII no
lo escribió César sino su lugarteniente Aulo Hircio. Tras una breve descripción geográfica de la
Galia, se nos cuenta con detalle las campañas militares entre las que cabe destacar las dirigidas
contra los belgas, germanos y las dos expediciones a Britania, y, en el libro VII, el levantamiento
general de la Galia bajo el mando de Vercingetórix y el triunfo total de César tras la toma de Alesia.
De Bello Civili (Bellum Civile) consta de 3 libros. Comienza con la exposición de las causas de la
guerra civil y sigue con los sucesos principales de dicha guerra: paso del Rubicón por César, huida
de Pompeyo hacia oriente, toma de Marsella, derrota en Hispania de los lugartenientes de
Pompeyo, marcha de César en persecución de Pompeyo, enfrentamiento y derrota definitiva de
Pompeyo
en
Farsalia,
tras
la
cual
huye
a
Egipto
donde
es
asesinado.
Es innegable el valor que poseen, como fuente histórica de primer orden, las obras de César. Pero
en estos últimos años su "credibilidad" ha descendido mucho. Durante siglos se ha considerado a
César como modelo de "objetividad", de impasibilidad en la narración de los hechos, una de cuyas
pruebas sería el uso de la tercera persona, Caesar en lugar de Ego. Hoy, parece evidente que los
"comentarios" son "una obra maestra de la propaganda política", donde las verdades no están
abiertamente falseadas, pero sí disimuladas y, a veces, desvirtuadas. " Un modelo clásico de
propaganda, en el que se demuestra que la mentira más eficaz es aquella que contiene la mayor
dosis de verdad". Lo que es indiscutible es su valor literario. César es, con Cicerón, el otro modelo
de la prosa clásica. Su lengua es de una transparencia y de una pureza exquisitas. él aconsejaba, y
practicaba, huir de cualquier palabra no refrendada totalmente por el uso. Su mejor crítico literario
fue el propio Cicerón: "Son, en verdad, dignos (los comentarios) del mayor encomio. No hay nada
más agradable en las obras históricas que la brevedad elegante y luminosa".
SALUSTIO
C. Salustio Crispo (-87 , -35) era natural de Amiterno, ciudad de la Sabina, de familia plebeya pero
acomodada. Muy joven se trasladó a Roma y, como él mismo dice, se lanzó con pasión a la política,
donde le sucedieron muchas adversidades. Fue enemigo de Cicerón y gran amigo de César. Ocupó
importantes magistraturas y, con el apoyo de César, fue nombrado gobernador de la provincia de
áfrica, donde acumuló en poco tiempo inmensas riquezas, sin duda prescindiendo de todo escrúpulo
moral. Vuelto a Roma, se hizo construir un palacio con extensos jardines y, tras el asesinato de su
protector,
se
consagró
a
la
redacción
de
sus
obras
históricas.
Salustio escribió tres obras de contenido histórico, una perdida (Las Historias) y dos conservadas:
La Conjuración de Catilina y La Guerra de Yugurta.
a) Historias, en 5 libros. Era una historia contemporánea, con los sucesos posteriores a la muerte
de Sila. Sólo nos quedan unos pequeños fragmentos.
b) Conjuración de Catilina , cuyo tema ya conocemos por habernos referido a él al hablar de Las
Catilinarias de Cicerón. Salustio cuenta el desarrollo de la conjuración hasta la muerte de
Catilina en la batalla de Pistoya.
c) Guerra de Yugurta . Yugurta, hijo adoptivo del Micipsa, rey de Numidia, se había formado
militarmente con los romanos, acompañando a Escipión en la toma de Numancia. A la muerte
de Micipsa, se apodera del reino por la fuerza, eliminando sucesivamente a los dos hijos
legítimos del rey, lo que hace que los romanos le declaren la guerra. Después de muchas
alternativas con victorias y derrotas por ambas partes, Mario, nombrado cónsul y general en
jefe, logra, con la ayuda decisiva de su cuestor Sila, terminar la guerra, haciendo prisionero a
Yugurta.
Salustio, por encima de César y Nepote, es el verdadero creador de la historia como género
literario en Roma.
Salustio tenía ambición de supervivencia. Afirma en el prólogo de Catilina que debemos "Buscar la
gloria con los recursos del espíritu" y " dejar larga memoria de nosotros." En la Roma de su tiempo
había dos profesiones principales para adquirir la gloria y la fama: la milicia y el foro. Pero Salustio
tuvo la mala suerte de coincidir con el más grande de los generales y el más grande de los
oradores. Quiso, por tanto, buscar la gloria en un campo nuevo, y se decidió por la Historia, dado
que el propio Cicerón acababa de lamentarse de que en Roma no hubiera un historiador
comparable a los historiadores griegos.
Salustio tiene, como Tucídides (al cual sigue), una concepción "dramática" de la historia. Elige
personajes de recia personalidad y los coloca en una situación límite. Es verdad que describe
certeramente las causas de los sucesos, pero, sobre todo, Salustio es un gran pintor de personas,
de dramas de almas. Hay toda una galería de retratos de gran profundidad psicológica; baste citar,
además de los magníficos de los dos protagonistas, los de César, Catón, Sempronia o Mario.
Para caracterizar a los personajes se vale con frecuencia de discursos puestos en su boca. El valor
histórico es mayor en Yugurta que en Catilina, pues en éste se deja llevar de su postura de
cesariano incondicional. En Yugurta describe los sucesos con muchas más objetividad.
Su lengua y estilo tienen dos características resaltables: el color arcaico y la concisión, a las que
podría añadirse su tendencia a la asimetría en la construcción del período. Todo esto lo acentúa
conscientemente para diferenciarse de Cicerón. Su concisión potencia la densidad del pensamiento
y sus arcaísmos dan al relato una "andadura grave y austera."
TITO LIVIO
Tito Livio nació en Padua en el -59, de familia acomodada. Sus primeros estudios de retórica los
cursó en su ciudad natal, pero después pasó a Roma, donde completó sus estudios. Sus simpatías
por el régimen republicano no le impidieron ser recibido en el círculo de Augusto, a quien alaba en
diversos pasajes de su obra por haber restaurado la religión y por haber procurado la paz al mundo.
Incluso se cuenta que el emperador le encomendó la educación del futuro emperador Claudio.
La gran obra de su vida fue Ab Urbe Condita en 142 libros, que se extendía desde la fundación de
Roma hasta Augusto.
Sus libros se publicaron por separado, según los iba escribiendo, pero pronto se agruparon de diez
en diez (Décadas). La mayor parte de su obra se ha perdido, sólo la conocemos por los resúmenes
que
se
hicieron
de
cada
libro
(Periochae),
que
sí
se
han
conservado.
Poseemos la primera década (libro 1-10), que va desde los orígenes hasta la tercera guerra
samnita (-293); la tercera década (libros 21-30), que trata de la segunda guerra púnica (-218 - -201);
la cuarta década (libros 31-40), que cuenta la conquista del Mediterráneo oriental; y la mitad de la
quinta década (libros 40-45), que narra la conquista de Macedonia (-167).
Tito Livio, como los dos grandes poetas contemporáneos Virgilio y Horacio, pretende glorificar el
pasado de Roma, exaltar el sentimiento patriótico y colaborar en la renovación nacional que
pretende llevar a cabo Augusto. Para Livio, la Historia es un repertorio de ejemplos, unos buenos,
que hemos de imitar, y otros malos, que hemos de desechar. Por eso, remontando al pasado, quiere
glorificar las virtudes que hicieron posible el imperio y dar a sus contemporáneos, escépticos y
corrompidos, una lección moral.
Tito Livio se inspira en los libros conservados de los analistas y en el escritor griego Polibio, sobre
todo en la tercera década. Pero no se preocupa demasiado por consultar las fuentes que tiene a su
alcance y por apoyar sus afirmaciones en autoridades. Es indiferente a las precisiones geográficas y
a las condiciones económicas; a veces, exagera en el cálculo de fuerzas militares, botines, etc… No
obstante, escribe de buena fe y nos informa de las distintas opiniones de diversas fuentes sobre el
mismo hecho.
No tiene la concepción moderna y científica de la Historia. ésta es para él un género literario y
oratorio, y su tarea consiste esencialmente en embellecer los hechos que narra, utilizando los
recursos artísticos de la retórica. El conjunto de la obra lo divide en amplios bloques que giran
alrededor de un tema central de interés, por ejemplo, la segunda guerra púnica. Los episodios que
narra los presenta como verdaderos dramas, en los que brillan los discursos, inventados por el
propio autor, pero que responden presumiblemente a los que se pronunciaron. Tienen verdadero
valor oratorio.
Como autor, no era partidario de la concisión de Salustio, sino más bien del período ciceroniano,
aunque sus períodos son más variados y menos simétricos que los de Cicerón. Su frase es amplia,
clara, llena de riquezas sintácticas y de gran colorido poético.
TÁCITO
Publio Cornelio Tácito nació hacia el año 55, en el seno de una familia rica y noble, pero no se sabe
dónde. En el año 77 se casó con la hija del cónsul Julio Agrícola, gobernador de Britania. Estudió
elocuencia, que le dio un gran renombre, y accedió al Cursus Honorum llegando al consulado el año
97, con el emperador Nerva, y obteniendo luego el proconsulado de Asia. Parece que murió el año
120.
De las obras que escribió Tácito conservamos las siguientes, que enumeramos por orden
cronológico:
- Diálogo de los oradores. Es un ensayo de crítica literaria en el que unos oradores comparan los
méritos de la poesía y de la elocuencia y buscan las causas históricas de la decadencia de ésta.
- Vida
de
Julio
Agrícola.
Es
una
biografía
y
apología
de
su
suegro.
- Germania. Es un ensayo breve sobre la vida y costumbres de los germanos.
- Historias. Constaban de 14 libros y contaban la historia vivida por el autor desde Galba a
Domiciano. Sólo se conservan los cuatro primeros libros y parte del quinto.
- Anales. Constaban de 16 libros, pero sólo se nos han conservado los seis últimos. Fueron
escritos después de Las Historias, pero narran los reinos anteriores: de Tiberio a Nerón.
Tácito es un historiador bien informado. Antes de empezar a escribir sus obras se documentó bien
consultando los archivos oficiales, estudiando los historiadores anteriores. Quería escribir los hechos
sin ira y sin parcialidad. A pesar de todo esto, a veces, su mentalidad retórica le lleva a exagerar las
cosas falseando la realidad. Otras veces su pesimismo le inclina a ver el lado malo de los hombres y
de las cosas.
La lengua de Tácito es sumamente concisa creando un estilo personal. Sus frases, muy breves,
están llenas de contenido, pero en ocasiones resulta oscuro. Utiliza voluntariamente los períodos
asimétricos y las construcciones extrañas y poco frecuentes. Tácito, por su originalidad y por su
estilo, es uno de los escritores que ocupan un lugar de primer orden en la literatura universal.
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